El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Exito?, ¿Fracaso?

              El fracaso no existe, como tampoco existe el éxito. Pensar en el éxito o en el fracaso, desear el éxito o temer el fracaso, no es más que una condición emocional motivada por un deseo, que lleva a la persona a una pérdida de tiempo, a una parada o a un retroceso, en su trabajo de crecimiento y de unión con el alma.

        Pero si a pesar de todo queremos seguir hablando de fracaso, podemos decir que el verdadero fracaso es cuando la persona se identifica con sus pensamientos de éxito o fracaso. Pero aún así, ese fracaso no existiría si la persona aprende de eso que califica de fracaso, y aprende lo suficiente como para no volver a programar las acciones realizadas y no esperar nada de ellas.
Lo podemos ver de otra manera: Eso que calificamos de fracaso, ¿Cuánto tiempo dura?, ¿Un segundo?, ¿Un minuto?, no más. ¿Qué es un segundo o un minuto comparado con toda nuestra vida de setenta u ochenta años?, ¿Qué es comparado con la eternidad del alma?, ¿Merece la pena dar valor a ese segundo de nuestra vida, como para dejar de lado nuestra felicidad por ese fracaso?
Eso que nosotros denominamos fracaso, para el alma sólo es una lección aprendida, y una lección aprendida mediante un fracaso es mucho mejor asimilada que la lección aprendida sin dolor.
Los fracasos son imprescindibles para nuestro crecimiento, tanto o más que los éxitos. Decía Winston Churchill que el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperar. Es cierto, triunfar es aprender a fracasar. Cada frustración, cada desengaño, cada contrariedad, cada desilusión, lleva consigo el germen de una infinidad de capacidades desconocidas, sobre las que las almas pacientes y decididas han sabido ir edificando lo mejor de sus vidas.
Las dificultades de la vida juegan, en cierta manera, a nuestro favor. El fracaso nos brinda la oportunidad de superarnos, de dar lo mejor de nosotros mismos. Es así, en medio de un entorno en el que no todo nos viene dado, como se va fortaleciendo el carácter, como se va adquiriendo fortaleza y poder.
 ¿Quién es perfecto y no comete errores? La diferencia estriba en que unos extraen, con humildad, toda la enseñanza posible, mientras que otros se hunden en la mayor de las miserias. El éxito, está en la capacidad de superar los tropiezos con humildad.

1 comentario:

  1. Alfonso, es cierto lo que dices , y a la vez duro al experimentarlo.

    Abrazos

    Roberto Herrero

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