El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 31 de marzo de 2012

Solo meditar no es suficiente

                La meditación por sí sola no es suficiente para avanzar de manera rápida y segura en el camino de evolución y de crecimiento interior.

La meditación es un abono, es como cuando abonamos un campo en el que no se ha realizado ningún trabajo previo, lo mismo crecen más fuertes las buenas hierbas que las malas. Para que el abono sea fructífero y se pueda obtener un buen rendimiento al campo, antes de abonar, se ha de limpiar el campo de las malas hierbas, para que así, solamente las buenas hierbas crezcan sanas y fuertes con el abono.
De igual manera actúa la meditación, incrementa la energía del campo energético del meditador, y lógicamente de sus chakras, que son una parte de ese campo, pero se incrementan, en la misma medida, tanto las energías positivas como las energías negativas. Por lo tanto se ha de limpiar el campo energético de energías negativas, de la misma manera que se quitan las malas hierbas del campo que se va a abonar, para que sólo sean abonadas las energías positivas.
Es cierto que hay algunas meditaciones en las que se puede ir limpiando las energías negativas del cuerpo energético a la vez que se energiza este. En unas se pueden trabajar todos los chakras, en otras se trabaja chakra a chakra, y en otras se trabajan ciertos aspectos del carácter de la persona para eliminar en concreto ciertas energías negativas.
Pero, posiblemente sea más rápido ser conscientes de cuáles son las energías negativas, (rabia, miedo, orgullo, ira, falta de amor, tristeza, pereza, apego al dinero, apego al poder, egoísmo, agresividad, etc.), que están entorpeciendo el proceso de crecimiento, para trabajar específicamente en ellas y conseguir así, su eliminación.
Para poder trabajar en las energías negativas, lo primero y principal es ser consciente de que están ahí. Difícilmente se podrá eliminar algo de lo que no se tiene conocimiento. Conocer y aceptar que se está en posesión de una energía negativa, es decir, de un defecto, es un signo de valentía tan grande que es el primer paso para su eliminación. La sola aceptación del defecto elimina una buena parte de su energía. El resto se ha de eliminar aplicando en la vida diaria, de manera consciente, la virtud opuesta, hasta que la energía de la virtud elimine totalmente la energía del defecto. Para ayudar en este trabajo se pueden realizar meditaciones específicas, que existen en muchas filosofías o yogas, para la eliminación del defecto en cuestión, y también se puede acudir a algún terapeuta, que ayude con alguna sesión de sanación.
Se ha de poner una especial atención, y ser totalmente honestos a la hora de cuantificar los defectos con los que se va a trabajar, porque pueden estar tan arraigados en la persona y ser una característica tan importante de su carácter, que la misma persona puede presumir de su defecto como si de una virtud se tratara, con lo que en su inconsciencia, va a meditar años y años, sin conseguir avanzar ni un milímetro en su evolución, o hacerlo tan lentamente que es como si no se moviera.


martes, 27 de marzo de 2012

Vivir desde el alma

            Creo que conozco toda la teoría sobre cómo vivir desde el alma y, sin embargo, estoy completamente seguro de no poner en práctica toda esa teoría, ni tan siquiera un porcentaje importante. Aunque supongo que no es excesivamente grave, porque para eso estamos encarnando vida tras vida, para ir, justamente, acercándonos al alma.  

            Porque para vivir desde el alma, es imprescindible, en primer lugar, separarse del cuerpo, y esta semana, un simple resfriado me ha acercado a la cruda realidad de que la vivencia desde el alma, a mí, aun me queda un poco lejana. Y me queda lejos, porque el primer día del resfriado, nada más levantarme y comprobar el dolor de cuello y la nariz tapada, el primer comentario que le hice a mi esposa es: “Creo que tengo un buen resfriado”.
            Nada más decirlo, fui consciente de que quien realmente estaba resfriado era mi cuerpo, el vehículo que me transporta en esta vida, pero yo, yo que soy el alma, yo que soy energía, yo que soy una chispa divina, yo que soy inmortal, soy inmune a la enfermedad, al dolor y a la muerte y, sin embargo, a pasar de lo claro que lo tengo, a pesar de las horas que dedico en meditación y en la vida, a incorporar este concepto a mi conciencia, no termino de hacer carne y sangre del concepto, para vivir desde el alma de manera inconsciente, de manera natural, de forma innata.
            ¡Qué fácil es la teoría!, ¡Qué fácil predicar!, y que difícil la práctica, no me extraña que llevemos vidas y más vidas en este valle de lagrimas, para realizar avances insignificantes, en cada una de ellas, en nuestro camino de vuelta a casa.
            Pero como el ser humano es tan dado a la justificación y a tratar de salir airoso de cualquier asunto, intenté darle la vuelta al concepto de vivir desde el alma. Es decir, si para vivir desde el alma, lo primero es desidentificarse del cuerpo, traté de buscar mis identificaciones con el alma, para ver si mejoraba en algún aspecto, pero creo que tampoco.
Para comprobar mi identificación con el alma, traté de comprobar cómo me comportaba con cada una de las cualidades del alma, y repasando mi comportamiento con ellas, creo que no puedo calibrar en que porcentaje estoy más o menos lejos del alma, más o menos lejos del cuerpo. Pero ahora, delante del teclado, creo que no es importante, ya que mientras viva aunque sea en un uno por ciento desde el cuerpo, voy a estar aquí, encarnado, así que para que ocuparme de las tonterías que me presenta la mente.
Por si quieres jugar el mismo juego que yo he estado jugando, te relaciono las cualidades del alma con las que me estuve entreteniendo: Inclusividad, Amor, Alegría, Felicidad, Participación, Soledad, Indiferencia espiritual, Impersonalidad, Desapego, Serenidad, Calma interior, Responsabilidad, Conocimiento e Intuición.
Creo que algún día de estos, entraré en ellas con más detalle.
Si te pasa lo mismo que a mí, que en algunas estas lejos, muy lejos, de su vivencia, no desesperes y sigue trabajando.  

domingo, 18 de marzo de 2012

Pensamientos de alta frecuencia

            ¿Cuáles son los pensamientos superiores? Son todos aquellos que se escapan del pensamiento de la generalidad, aquellos que se escapan del pensamiento de la sociedad.

            El pensamiento más poderoso es “Yo Soy”. Si nuestros pensamientos y nuestras palabras fueran:
Yo Soy
Yo Soy Absoluto
Yo Soy Completo
Yo Soy Dios
ya no estaríamos limitados a este plano de materia.
            Si nuestros pensamientos siguieran la línea de:
Yo sé que Yo Soy
Yo sé que tal cosa ocurrirá
Yo sé que Soy feliz
Yo sé que soy Dios
lo sabríamos siempre todo.
            Cada vez que decimos que no sabemos: No lo sabremos nunca. Cada vez que decimos que no podemos: No lo haremos nunca. Lo único que tenemos que decir es: SÉ, PUEDO.
            Y si sabemos, ya no tenemos que juzgar nada. Cuando llega a nosotros un pensamiento superior, rápidamente determinamos si es bueno o malo, si es correcto o incorrecto, si debemos hacerlo o no, si es posible o imposible, si es real o imaginario. Cada vez que hacemos esto, estamos manipulando el pensamiento, hasta el punto de hacer de él un pensamiento inferior, de muy baja frecuencia, aunque el pensamiento inicial fuera un pensamiento superior de una frecuencia altísima.

Un ejemplo: Imagina que te llega un pensamiento como: “El cuerpo puede curarse y regenerarse a sí mismo”. Este es un pensamiento superior, ya que no es normal que eso sea lo que piensa la sociedad, porque al menor síntoma de resfriado todos los componentes de la sociedad dicen: “Estoy resfriado, tengo que tomar pastillas”. Por lo tanto si llegara el pensamiento de que el cuerpo puede sanarse a sí mismo, rápidamente la mente empezaría a catalogar el pensamiento como: ¡Vaya tonterías que pienso!, ¿Cómo va a ser eso posible?, ¡Tengo una imaginación muy viva!, etc., etc. Con lo que hemos transformado un pensamiento superior en un pensamiento inferior de tan baja frecuencia, que lo normal sería que el resfriado se convierta en neumonía.
El “Saber” es algo del alma, del interior del Ser, y cuando se sabe, no se juzga. Todos los pensamientos que llegan a la mente son correctos, son verdaderos, son reales, son posibles.
La manera de recibir pensamientos superiores es permitirlos, nada más, sin juzgarlos. Los pensamientos superiores activan otras partes del cerebro, con lo que el cerebro empezará a expandir su capacidad.





martes, 13 de marzo de 2012

Cerebro infrautilizado

            Muchas veces hemos leído o escuchado que nuestro cerebro está activado y funcionando en un porcentaje pequeñísimo, posiblemente menos de un  diez por ciento, y que las únicas partes que se activan son los niveles superiores izquierdo y derecho, y algunas porciones del cerebro inferior, que está situado sobre la columna vertebral. Parece ser, que el noventa por ciento restante, permanece dormido, no hace nada.
            Nuestro cerebro fue diseñado para recibir cualquier frecuencia de pensamiento. Eso sucedería en cualquier parte del cerebro, funcionando este al ciento por ciento. Pero si tenemos trabajando a nuestro cerebro al diez por ciento, quiere eso decir que solamente debemos de funcionar con algún tipo de frecuencia muy baja, y que las frecuencias altas, o no las recibimos, o no permitimos su entrada.
            Si observamos a la generalidad de las personas, es fácil comprobar esos pensamientos de baja frecuencia con los que actúa su cerebro: el trabajo, el qué dirán, donde pasar las vacaciones, como llegar a final de mes, comprar un coche más grande, la carrera de los niños, la mujer o el marido del prójimo, ganar más dinero, dominar al resto del mundo, ofenderse por cualquier cosa, responder con ira, guardar el rencor dentro de sí mismos. Son los pensamientos de casi todo el mundo, por eso todo el mundo genera de los mismos problemas.
            Son los pensamientos de la sociedad en general, son los pensamientos de la conciencia social, tan arraigados, que si alguien se permite expresar otros pensamientos distintos como, por ejemplo: sentir la alegría, perdonar cualquier ofensa, vivir la felicidad, vivir el presente, o expresar el amor por todo y por todos; rápidamente es catalogado por el resto de la sociedad como “rarito”, o como “loco”, por decir algunos calificativos cariñosos, los hay mucho más duros.
            Mientras las personas acepten y hagan suyos esos pensamientos de la conciencia social, su cerebro no va a activar más que el ridículo porcentaje que mantiene en funcionamiento, sin permitir que nuevas áreas de su cerebro se abran a nuevas vibraciones, a nuevas frecuencias de pensamiento, a nuevos pensamientos. Sin permitir que se puedan experimentar otros valores que no sean los percibidos por los sentidos conocidos del cuerpo.
            Mantener un resto tan importante del cerebro inactivo, nos impide conocer la alegría, nos mantiene esclavizados a los mismos deseos y las mismas ilusiones del resto de los mortales, nos impide conocer nuestra propia gloria y, sobre todo, la gloria de Dios.
            Hemos de activar las partes dormidas de nuestro cerebro, para conocer, para sentir, para experimentar, para entender otras realidades más grandiosas que las que conocemos en nuestro ordenado mundo y desde nuestro cuerpo que vive, enferma y muere.
            Para activar las partes inutilizadas de nuestro cerebro, lo único que hemos de hacer es permitir pensamientos superiores a los que tenemos aceptados. Esto activará más porciones del cerebro, enviando corrientes eléctricas más rápidas y más poderosas por todo el cuerpo, y sobre todo, va a aumentar el amor, la compasión y el entendimiento.

lunes, 12 de marzo de 2012

De animal a humano, de humano a superhumano

            Todos los seres humanos hemos ido evolucionando desde una etapa animal, puramente física, a otra sensorial y emocional, dominados por la mente y por las emociones. Es en esta etapa en la que se encuentran millones y millones de seres, etapa desde la que también millones de personas, van evolucionando a otro estado de percepción y de unión con el alma, aunque, en muchos casos, de manera más mental que efectiva. Y por último existe otro grupo, que si que está consiguiendo que su conciencia alcance el conocimiento y la percepción del alma.

            Los chakras son la hoja de ruta que indican claramente el lugar de la evolución donde se encuentra cada ser humano. El triángulo inferior, (base, sexo, solar), cuando permanece desequilibrado, es el que nos acerca a los animales y el triángulo superior, (corona, ajna, garganta), perfectamente equilibrado, nos acerca a Dios.
            En el chakra base se encuentra nuestro instinto de autoconservación. El mismo que tienen los animales y que no se diferenciaba mucho del que necesitaban para la supervivencia nuestros antepasados de la Edad de Piedra. Los animales, como no piensan que pueden morir, no conocen el miedo, ni el sufrimiento, pero el ser humano que permanece anclado en este chakra y en su instinto animal de autoconservación, sufre por el miedo atroz que tiene a dejar de existir, sufre por el miedo a la muerte.
Cada chakra del triángulo inferior, tiene su contraparte en el triángulo superior, así podemos decir que cada instinto animal, tiene su correspondencia evolutiva espiritual. La evolución de la persona se realiza a partir de su equilibrado de chakras. Cuando el chakra de la supervivencia permanece en equilibrio, la persona va a evolucionar desde el puro instinto de autoconservación al entendimiento de la inmortalidad, pero manteniendo los pies sobre la tierra, que es el lugar desde el que la persona ha de cumplir su destino.
El siguiente chakra del triángulo inferior es el chakra del sexo, donde reside la reproducción, la sexualidad, la pasión y el placer. El sexo es un instinto que rige poderosamente todas las formas animales. En el ser humano también, y son muchos los que se quedan anclados en este chakra, chakra que cuando permanece en equilibrio consigue que el instinto de placer ceda su lugar a una atracción superior, a una atracción consciente y a una unión con el alma.
La energía del chakra solar hace que el yo inferior exprese el poder personal y goce gobernando sobre los demás seres. Pero el chakra equilibrado deja paso a la fuerza de la voluntad para acercarse al alma y vivir así la transformación que nos acerca a nuestro Ser Superior.
Podríamos hablar, también, del afán por el descubrimiento y la investi­gación, como instinto en todos los animales y como interés en todos los seres humanos, tengan una mente, tanto en un nivel inferior como superior. Este afán por saber ha de llegar a ceder su energía a la percepción y la comprensión intuitivas.
De esta manera, el ser humano realiza su gran tarea, su gran transformación; la que le va a llevar a ser un superhumano, un nuevo ser espiritual que va a dominar a su propia creación, le va a llevar a dominar al ser humano normal, y elevará así su conciencia y todos sus atributos y aspectos a los cielos.

sábado, 10 de marzo de 2012

¡Cuanto camino por recorrer!

            ¿Vivimos de acuerdo a aquello que predicamos?, ¿Vivimos en consonancia con lo que enseñamos?, ¿Vivimos de acuerdo a tantas frases bonitas que colgamos en nuestros muros de las redes sociales?, ¿Vivimos según lo aprendido en los cursos a los que asistimos?, ¿Vivimos las sensaciones que nos llegan en nuestras meditaciones?, ¿Somos coherentes al cien por cien con nuestra idea de vida?

¿Decimos lo que pensamos?, ¿Pensamos lo que decimos?, ¿Actuamos según nuestro pensamiento y nuestra palabra?, ¿Criticamos o juzgamos situaciones?, ¿Tenemos expectativas sobre nuestros proyectos?, ¿Tratamos de satisfacer los deseos del cuerpo?, ¿Vivimos desde el corazón?, ¿Hablamos siempre con verdad?, ¿Practicamos el silencio?
¿Vivimos el presente?, ¿Permanecemos enganchados a sucesos del pasado?, ¿Envidiamos algo de nuestro vecino?, ¿Sabemos acallar la mente?, ¿Hacemos distinciones en nuestro amor?, ¿Tenemos miedo de algo?, ¿Discriminamos a personas por el color, la procedencia, el sexo, la religión, la tendencia sexual, los ideales, la política, el vestido o el color del pelo?, ¿Nos sentimos heridos en nuestro orgullo ante la crítica?, ¿Aceptamos las críticas?, ¿Nos sentimos atacados por las dudas y los temores?
¿Ayudamos a aquellos que son más necesitados que nosotros?, ¿Entregamos regularmente nuestro diezmo?, ¿Ayudamos a los que nos caen simpáticos, y no a los que nosotros creemos que se lo van a gastar en vino?
¿Creemos que hay otras verdades aparte de la nuestra?, ¿Aceptamos, sin condiciones esas otras verdades?, ¿Respetamos siempre la libertad de los demás?, ¿Pisamos a nuestro hermano para conseguir beneficio?
Creo que podría seguir haciendo miles de preguntas, pero me he deprimido un poco, ya que he ido contestando las preguntas según las iba escribiendo, y el resultado ha sido catastrófico. ¡Cuánto camino por recorrer!, ¡Cuántas lecciones por aprender!, ¡Cuántas vidas por vivir!, ¡Cuanta humidad por practicar!

           

jueves, 8 de marzo de 2012

Futuribles.

            En nuestro viaje por la vida nos vamos encontrando con infinidad de puertas. Unas se abren, otras se cierran. Nunca sabemos lo que nos vamos a encontrar detrás de cada puerta hasta que traspasamos el umbral. Justo en ese momento comienza una experiencia, un conocimiento, un aprendizaje para el alma.

            Podemos decir que cada puerta representa un futurible, una de las posibles opciones que planificamos en la organización de nuestra vida antes de tomar contacto con la materia. Ahí está también, aunque limitado, nuestro libre albedrio. Podemos elegir entre todas las puertas que tenemos delante, pero no otras.

            ¡Cuantas elecciones a lo largo de nuestra vida!, ¿Cuántas veces nos habremos planteado qué hubiera pasado si en vez de tomar la puerta “a” hubiéramos tomado la puerta “b”? ……. Pues no hubiera ocurrido nada. Posiblemente hubiéramos vivido otra vida completamente distinta, en el que las experiencias asimiladas por el alma hubieran sido otras. Pero el aprendizaje que hubiéramos adquirido de haber traspasado la puerta “a”, lo tendríamos que realizar en otro momento de la misma vida o en otra vida posterior. No podemos pasarlo por alto, ya que el alma necesita acumular todas las experiencias, no se va a saltar ninguna, aunque el orden de aprendizaje, normalmente le importa poco.

            Sin embargo, a veces, nos encontramos viviendo una etapa de felicidad después de haber traspasado una puerta, cuando, sin previo aviso, de la noche a la mañana, esa puerta se cierra de un portazo dejándonos afuera, truncando nuestra felicidad, y en nuestra impotencia, llenos de rabia, desafiamos a Dios, preguntándole como pudo haber permitido eso.

Dios, ni permite ni deja de permitir. Es nuestro trabajo, es nuestro aprendizaje, es nuestra programación de vida, es nuestra elección. El mismo portazo es nuestra experiencia.

El problema no es Dios. El problema somos nosotros, que nos identificamos con el cuerpo en el que residimos, y creemos, erróneamente, que necesitamos de un entorno agradable y de  personas afines para ser felices.

En nuestra identificación errónea con el cuerpo pensamos que a nosotros no nos puede ocurrir ningún acontecimiento de los que calificamos como malos, y que las cosas malas solo les suceden a los demás. No, a nosotros también, y el primer aprendizaje es ser conscientes de que todo sucede en un instante, pero al momento siguiente, ya ha desaparecido, y no tenemos porque quedar enganchados de manera permanente a nuestro dolor, al sueño roto, al fracaso, a la desilusión o al desengaño.

Quedarse en el dolor del pasado es como quedarnos parados delante de la puerta que se ha cerrado.  Eso no nos permite comprobar que a nuestro lado, mientras se cerraba la primera puerta, se abrían de par en par nuevas puertas. Pero no podemos verlas si nos quedamos inmóviles, con la mirada fija en la puerta cerrada. Las oportunidades están siempre delante, no detrás. No importa cuántas puertas se cierren, Dios siempre nos abre nuevas puertas de par en par.

Lo que sucede nunca es porque sí. Los futuribles a los que tenemos opción sólo son fruto de nuestro karma y de nuestra programación de vida. Si cuando la puerta se cierra no hemos asimilado la enseñanza, hemos de tener por seguro que volveremos a encontrarnos con la misma experiencia en la próxima puerta, y así va a ser siempre hasta que a fuerza de dolor, desengaño y sufrimiento aprendamos la lección.

Es mucho más fácil y más agradable, aprender con alegría, y hacer conciencia, de una vez por todas, de que somos alumnos, en distintos grados, que estamos estudiando una carrera: la carrera de la Iluminación. Unos en la guardería, otros en primaria, otros en secundaria, otros accediendo a la universidad y otros en el último año de carrera. Todos vamos a graduarnos, pero no está escrito que todos lo hagamos a la vez, porque muchos repiten y repiten, una y otra vez, ¿Hasta cuándo?, ¡Hasta que aprenden!

lunes, 5 de marzo de 2012

Vivir la angelidad

            El sufrimiento, el dolor, la ansiedad y la tristeza, son, entre otras, emociones generadas por formas de pensamiento negativas y erróneas. Recuerda: “La energía siempre sigue al pensamiento”, y la potencia de todas esas emociones negativas aumenta de manera considerable por el pensamiento dirigido constantemente hacia ellas, de la misma manera que se incrementa la enfermedad por dirigir el pensamiento de manera persistente a la zona del dolor.

El alma, con toda su sabiduría, debe de desconcertarse, por el ahínco y el excesivo énfasis que las personas ponen sobre lo que consideran sus problemas o sus dolencias. Si pusieran el mismo énfasis en cualquiera de los infinitos pensamientos positivos en los que podrían entretener a su mente, su vida daría un vuelco tan espectacular que se sentirían llenos de una angelidad tal, que su viaje por la materia sería una continuidad de la dicha de la vida eterna.
Los problemas del cuerpo, los problemas de la vida física, las perdidas, las decepciones, sólo son las lecciones que contribuyen a enriquecer la experiencia del alma, única razón para nuestra venida al cuerpo.
En nuestro interior, en nuestro ser más profundo, vamos a encontrar una fuerza y una energía, desconocidas, no sólo para aquellos que viven a kilómetros de la frontera del alma, desconociendo que puedan existir lugares en su propio interior donde encontrar a Dios de manera más fácil que en las iglesias; sino desconocidas también, para los espirituales de libro, aquellos que conocen toda la teoría del alma, del corazón y del amor, pero que, sin embargo, son incapaces de adentrarse en el silencio, para encontrar la semilla del amor que anida en su corazón.
Sentir la angelidad en un cuerpo humano, es sentirse impregnados por las energías de la sanación, de la alegría, de la paz y del amor. Sentir la angelidad en un cuerpo humano es aprender a vivir en silencio, es aprender a vivir el eterno presente, es sentirse seguro, es aprender a vivir la humildad, es reconocer en su interior la misericordia, es olvidarse de uno mismo y entregarse, sin condiciones, a los demás.
Cada vez que la persona sienta que se aleja de las energías del alma, y que vuelve a vivir los problemas del exterior, ha de buscar de nuevo la conexión con el mundo interior y olvidarse de los problemas del mundo, para reconectar de nuevo con su angelidad, y comprobar que lo que consideraba un problema insoluble, se esfuma como el humo.
El principal empeño de la persona debe ser mantener el contacto con la energía que emana de su interior, ya que es de ahí de donde provienen las soluciones a todos los problemas de su vida diaria, porque desaparecen las expectativas y se tiene la certeza de caminar la vereda correcta, vereda que lleva directamente a la felicidad, a prestar servicio al mundo que le rodea y  a aquellos con quienes convive.
Desde la angelidad la persona aspirará a servir y a darse incondicionalmente, olvidándose de sí misma, aunque sin dejar de prestarle a su cuerpo los cuidados necesarios, ya que tampoco puede olvidar que todo el trabajo ha de realizarlo desde el cuerpo, y es su obligación mantenerlo joven, fuerte y sano, el mayor tiempo posible.

viernes, 2 de marzo de 2012

¿Milagros?, ¿Ilusión?

                No hay una sola vez que me siente a realizar terapia, que no pase por mi mente el pensamiento de “Esto es posible”, relacionado con la terapia a realizar, sea la dolencia del tipo que sea, física, mental, emocional o espiritual, y sea de la gravedad que sea.  Siempre, en todos los casos, tengo la intima sensación de que el problema del paciente se va a solucionar.

            Y si aparece algún atisbo de duda, se va de inmediato, cuando pienso en que realmente es posible, porque Jesús, sin ir más lejos, llevó la sanación al máximo con la resurrección de Lázaro. Si, ya sé que ninguno de nosotros somos Jesús, y que incluso algún católico talibán de derechas pueda pensar que sólo por escribir esto, o llegar a pensarlo, tendría que ser condenado al fuego eterno. (Bobadas, el fuego eterno no existe).
            No, lo que yo quiero expresar, y además tengo necesidad de hacerlo, no sé porque, es que lo que denominamos milagros, (mal llamados milagros, porque no lo son, ya que sólo son una consecuencia del vivir en consonancia con nuestra divinidad), son posibles, lo son hasta las últimas consecuencia, y además lo son de manera inmediata.
            Supongo que esta sensación tan intensa que siento desde hace días, no es más que la constatación por parte de mi ¿alma? de que cualquier ser humano puede realizar eso que denominamos milagros. Para ello lo único que se necesita es vivir realmente desde el alma, vivir de manera permanente la divinidad, vivir el Amor por todo y por todos, ser consciente desde lo más íntimo de la persona que no se es el cuerpo, no identificarse, por lo tanto, con las molestias o los dolores de ese cuerpo, y ni tan siquiera identificarse con el nombre de pila.
Eso también es posible, y será ahora, en este paso por la vida física, o en vidas posteriores, que todos viviremos desde nuestra divinidad.  Cuando se consiga vivir de esa manera ¿Dónde queda la diferencia con Jesús?, en ninguna parte. Entonces, ¿Por qué no ahora?, ¿Por qué no en esta vida?
También puede ser que esta sensación tan intensa, sea una especie de confirmación de que la apertura de Shikoba como Centro de sanación, además de ayuda a la familia, sea una decisión acertada. Quién sabe, ¡los caminos del Seños son inescrutables!
Lo que sí es cierto, es que el resultado de las terapias sigue siendo el mismo, imprevisible, unas veces con una sola sesión es suficiente para sanar algo que parecía incurable, y otras veces ni mil terapias serian capaces de solucionar una contractura diminuta. Es bien cierto que nadie sabe la necesidad que la persona tiene para mantener o dejar ir su enfermedad, nadie sabe cuál es el aprendizaje que la persona necesita alcanzar con su dolencia.
Lo único que sí sabemos, es cual es nuestro aprendizaje. Estoy convencido que al llegar al final de ese aprendizaje, ahora o dentro de mil vidas, nuestras terapias no se diferenciarán ni un ápice de las sanaciones realizadas por Jesús.