El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 14 de septiembre de 2012

Verdades que conoce el alma y desconoce la mente (1)

             1)      Yo Soy un hijo de Dios, Yo Soy uno con Dios. Yo Soy uno con el Todo.

Los seres humanos vivimos como si únicamente fuéramos materia. Es cierto que como humanos somos hijos de otros humanos, tenemos sus genes, y nuestras características físicas vienen dadas por nuestros padres, estamos hechos, físicamente, a imagen y semejanza de los otros humanos.
Pero como hijos de Dios, bien podríamos decir que también tenemos los genes de Dios, por lo tanto estamos hechos a Su Imagen y Semejanza. Somos seres divinos.
Como todos somos hijos de Dios, el resto de seres humanos, son mis hermanos, y nada debe interponerse entre mis hermanos y yo.
2)      Yo Soy una Chispa Divina. Yo Soy el Alma.
Físicamente, somos fácilmente reconocibles, tenemos un cuerpo, pero como seres Divinos, ¿Qué somos? Somos energía, somos Energía Divina, somos el Alma.
Y el Alma conoce a la perfección el Plan del Creador. Sabe perfectamente que acciones hemos de tomar, que experiencias hemos venido a asimilar, que camino hemos de recorrer, porque tiene todo el conocimiento, conocimiento que se encuentra a nuestra disposición, con sólo conectar con el alma. A partir de ahí, ya no necesitamos libros, ni maestros ni gurús terrenales.
Como seres humanos que vivimos en la mente, desconectados del alma, mantenemos en nosotros la ambición, el orgullo y la falta de amor hacia todo, aunque seamos capaces de sentir algo parecido al amor, a ¿nuestra familia?, y a quienes son necesarios para nuestros propios intereses.
3)      La naturaleza del Alma es el Amor, y su voluntad, siempre está orientada a realizar el bien.
Los seres humanos, vamos pasando por diferentes etapas, a lo largo de nuestras múltiples vidas. En esas etapas vamos desarrollando de manera gradual el Amor.
Primero un amor egoísta: “Yo soy lo más importante”, “mi cuenta corriente es lo más importante”, “mi trabajo es lo más importante”, “lo que la gente piense y diga de mí, me importa”. Después, o simultáneamente, ampliamos ese amor hacia nuestra familia y nuestros amigos, aunque este amor, es una especie de afecto, de apego, de emoción o sentimiento.
Más adelante llegamos al amor a la humanidad. Para alcanzar, por fin, el Amor Universal. Este Amor, ya es profundo, sin apego.
El Amor es la llave de nuestra Realización. Tanto más tardaremos en alcanzar la Realización, como tardemos en aprender a Amar.
4)      Yo Soy Alegría y Felicidad, no tengo que buscarla en el exterior.
El sufrimiento sobreviene cuando la mente no puede conseguir sus deseos. La eliminación del deseo, conlleva a la alegría.
La felicidad es un estado interior.
Cualquier satisfacción externa, que pueda parecer que nos da la alegría y la felicidad, es una mera ilusión. Es ilusión porque pertenece al mundo de la materia, en el que todo es caduco, nada es permanente. La misma mente, una vez conseguido el deseo, busca de inmediato satisfacer su voracidad con un nuevo deseo, con lo que de nuevo volvemos a la rueda del sufrimiento.
5)      Es dando que se recibe.
Una de las leyes del Alma, que rige toda la actividad del alma, es la Ley del Servicio.
La Ley del Servicio no puede ser evadida. Eludirla trae el consiguiente castigo, si se hace conscientemente. La capacidad de servir marca una definida etapa de progreso en la evolución y, hasta no llegar a esa etapa, no puede prestarse un servicio espontáneo brindado con amor y guiado por la sabiduría. Hasta ese momento lo único que habrá serán buenas intenciones, buenas palabras y apoyo moral.
Hoy el mundo está llegando firmemente a comprender que “ningún ser humano vive para sí mismo” y que sólo cuando el amor, sobre el cual se ha escrito y hablado tanto, se exterioriza como servicio, el ser humano puede estar a la altura de su capacidad innata.
No es fácil servir. El servicio generalmente se interpreta como algo muy deseable, pero raras veces se comprende cuán difícil es servir. Implica sacrificar tiempo, todo aquello que nos interesa y las propias ideas; requiere un trabajo excesivamen­te arduo, porque necesita un esfuerzo deliberado, sabiduría consciente y habilidad para trabajar sin apego. Estas cualidades no las logra fácilmente el ser humano común, las logra aquel que ha conseguido despertar y sube con paso firme los peldaños de su evolución.
(Continuará………)

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