El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 22 de noviembre de 2012

Huellas en la arena.


Es a través de este cuento como surge la reflexión sobre Dios:
Una noche en sueños vi que caminaba con Jesús junto a la orilla del mar, bajo una luna plateada.
Soñé que veía en los cielos mi vida representada en una seria de escenas que en silencio contemplaba.
Dos pares de firmes huellas en la arena iban quedando mientras andaba con Jesús conversando como amigos.
Miraba atento esas huellas reflejadas en el cielo pero observé algo extraño y sentí gran desconsuelo.
Observé que algunas veces al reparar en las huellas, en vez de ver los dos pares, veía sólo un par de ellas.
Y observaba también, que sólo aquel par de huellas se advertían mayormente en mis noches sin estrellas, en las horas de mi vida llenas de angustia y tristeza, cuando el alma necesita más consuelo y fortaleza.
Pregunte triste a Jesús: “¡Señor!, ¿Tú no has prometido que en mis horas de aflicción siempre andarías conmigo…? Pero noto con tristeza que en medio de mis querellas, cuando más siento el sufrir, veo sólo un par de huellas.
¿Dónde están las otras dos que indican Tu compañía, cuando la tormenta azota sin piedad mi vida?
Y, Jesús me contestó: con ternura y comprensión; "Escucha bien, hijo mío, comprendo tu confusión. Siempre te amé y te amaré, y en tus horas de dolor siempre a tu lado estaré para mostrarte Mi Amor”.
Más, si ves sólo dos huellas en la arena al caminar, y no ves las otras dos que se debieran notar, es que en tu hora afligida, cuando flaquean tus pasos, no hay huellas de tus pisadas porque te llevo en Mis brazos". 

Siempre recuerdo este cuento cuando alguien me comenta que a pesar de ser una buena persona, y de pedir ayuda a Dios en los momentos duros que se le presentan en la vida, Dios no contesta, ni se resuelve el problema, ni siente ningún alivio; lo cual le hace pensar que Dios, o no escucha, o sencillamente es que no está.
Entonces, le relato este cuento y trato de explicarle que Dios Es……., sólo eso, que Dios Es el aire y el agua, que Dios Es la tierra y el fuego, que Dios Es cada montaña, cada planta, cada criatura, que Dios Es tú, que Dios Es yo, que Dios Es Amor, Es comprensión, Es compasión, Es misericordia.
Y es tal Su Grandeza que nos permite hacer y deshacer a nuestro antojo, que respeta nuestro libre albedrío y no interfiere en nuestros asuntos terrenales.
La vida puede ser una fiesta o un calvario. Es la persona la única que decide que desea vivir, y como desea vivirlo. Nuestro contrato con Dios, por expresarlo de alguna manera, es aprender a vivir en la Tierra, confinados en un cuerpo, como si estuviéramos en el Reino, al otro lado de la vida. Si Él interfiriera, sería como realizar un examen con la información del profesor, y en las asignaturas de la vida no valen engaños.
Antes de suplicar la ayuda de Dios, sería bueno descubrir quién es Dios. Para eso, hemos de escuchar la voz del corazón, ya que Dios vive en lo más hondo de nuestro ser, y a cada uno se nos presenta de una forma única e intima, por lo que solamente cada uno puede descubrir a Dios.
Una vez descubierto, comprenderemos que no es necesario solicitar su ayuda, porque siempre la tenemos, Él siempre está con nosotros, mora en nuestro interior.

 

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