El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 16 de junio de 2013

Un pensamiento necesario


            Ya son muchas las personas que creen en una vida anterior al nacimiento y en la continuación de esa misma vida después de la muerte.
Esta creencia es propiciada, básicamente, por la necesidad de liberarse del miedo a la muerte, ya que, con unos u otros matices, el miedo a dejar la existencia física es consustancial con la persona. Hemos de tener en cuenta, que el miedo a la enfermedad o al dolor, es el mismo miedo a la muerte maquillado con otra creencia. Como lo son las disculpas que nos damos, como por ejemplo: No tengo miedo a morir, pero me gustaría que fuera cuando mis hijos tengan su vida solucionada, o cuando hayamos terminado de pagar la hipoteca.
Ayudan a la creencia de que existe una vida fuera del cuerpo, la gran cantidad de publicaciones que tratan el tema de la reencarnación: textos de teosofía, de metafísica, de energía cuántica, de regresiones, de experiencias fuera del cuerpo o de experiencias de personas que han permanecido en coma y han vuelto a la vida. Todo esto, nos induce a creer que la muerte sólo es un cambio de estado, pero que la conciencia permanece tan viva y tan despierta como cuando estamos en el cuerpo. O más viva y despierta, ya que no existe el peso de la densidad de la materia, ni existe el filtro de la mente.
La mente, que nos permite la creencia en una vida superior, en la conexión y hermandad de todos los seres y en nuestro origen divino, es a la vez un freno, un filtro, es una especie de velo que nos impide llegar a entender con claridad todas esas creencias. La mente, que tan grande y poderosa se nos presenta, sigue siendo grande y poderosa para separarnos de la Mente Divina.
Por eso la creencia en una vida fuera del cuerpo, no llega a integrarse en el ser humano, de la misma manera que tenemos integrado, por ejemplo, si somos hombre o mujer. No pasa de ser una creencia, un pensamiento, pero un pensamiento necesario, ya que el pensamiento de nuestra divinidad o de nuestra hermandad, es el que nos va a ayudar a desarrollar la energía que buscamos, una y otra vez, en nuestro viaje a la vida: el Amor.
Es imprescindible ahondar en ese pensamiento, ya que es un pensamiento muy sutil, volátil. Cualquier pensamiento relacionado con la vida física tiene muchísimo más poder que el frágil pensamiento de que la vida terrenal es un aula de aprendizaje, y las situaciones difíciles, tan frecuentes en nuestra vida, nos hacen olvidar demasiado rápido nuestra divinidad.
Es muy fácil predicar y hablar de la continuidad de la vida, lo difícil es vivir desde esa creencia en cualquier situación. Mientras la creencia no esté integrada, es mejor pensar con frecuencia que somos hijos de Dios.