El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 7 de julio de 2013

¡Cumpleaños feliz!


            Hace pocos días fue el aniversario de mi nacimiento, y como cada año, en la misma fecha, me inundaron sensaciones contrapuestas:
Alegría por un lado, una alegría inmensa, porque muchas personas, familiares, amigas de la vida o amigas de las redes sociales, se acordaron de mí y me dedicaron unos minutos de su tiempo, unos minutos de su vida, solo para decirme que están ahí y que me envían sus mejores deseos. ¡Es emocionante!
Y por otro lado, no sé si llamar desazón o incredulidad a la sensación. Porque en realidad ¿Cuál es el merito objeto de la felicitación?, ¿Vivir?, ¿Envejecer?, ¿Acercarnos a la muerte?
De hecho, parece que si existe algún merito sería el de haber llegado a la vida, y seguir en ella. Pero en este caso, el merito no es del homenajeado, en todo caso sería de su mama, que fue quien hizo el trabajo, primero de llevarlo en su interior, después de dar a luz para traerlo al mundo, con dolor, y más tarde cuidar del bebé para que crezca, con lo que eso lleva aparejado, noches y noches sin dormir de un tirón, y atención permanente, y no sólo en la infancia, la atención de una madre perdura en el tiempo de la niñez, de la adolescencia, de la madurez y hasta de la vejez del hijo. Así que ¡Felicidades mama!
Si el motivo de la felicitación es ir cumpliendo años, ¡maldita la gracia! Si la inmensa mayoría de los seres humanos tienen miedo a morir, o a la enfermedad, o al dolor, que es lo mismo, ¿Cómo puede ser posible que celebremos el acercarnos a la muerte?, o ¿Celebramos que hemos pasado un año más vivos?
La mejor felicitación es aquella que te desea un  nuevo año lleno de bendiciones, de paz, de abundancia, de alegría y de amor. Pero no hace falta esperar que la persona envejezca para desearle todo esto. Se puede hacer cada día a lo largo de toda la vida.
Leí en un libro que se titula “Las voces del desierto”, que los aborígenes australianos no celebran los cumpleaños, porque realmente no tenían nada que celebrar, no era merito suyo el envejecer, es algo consustancial con la vida. Celebraban cuando la persona había conseguido algún logro en la vida, ya que ese era su esfuerzo personal y su trabajo. Y sobre todo si ese logro estaba asociado con el crecimiento de la persona, nada que ver con el envejecimiento. Es interesante, parece más lógico.
De cualquier forma, con independencia de logros, méritos o envejecimiento, lo hermoso de los cumpleaños es el recordatorio de los que comparten o han compartido tu vida.

 

1 comentario:

  1. Pues Alfonso muchísimas felicidades y un año y todos los demás años lleno de amor y bendiciones.un abrazo.

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