El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 24 de agosto de 2013

Es la Voluntad de Dios


            Es posible que pise un terreno resbaladizo con esta entrada, pero hace tiempo que ronda por mi cabeza, lo cual es señal de que debía dejar que transitara desde la cabeza hasta el blog. Si no lo hiciera estaría ocupando un espacio en mi mente, sin dejar que otras ideas ocuparan el lugar correspondiente. Así que le pido a Dios toda la iluminación que decida concederme para explicar lo más claro y sencillo posible el batiburrillo de ideas que aparecen en mi mente sobre Su Voluntad, sobre la Voluntad de Dios.
            Estamos cansados de escuchar y de decir “Es la Voluntad de Dios”, sobre todo cuando algo malo sucede, una enfermedad, un accidente, una muerte, etc. Siempre es la Voluntad de Dios. Sin embargo, cuando lo que sucede es bueno, porque toca la lotería, porque se asciende en el trabajo, entonces es cuestión de valía personal o de suerte.
            Y, sin embargo, tanto los sucesos que calificamos como malos, como los que calificamos como buenos, son idénticos, ya que la calificación sólo proviene de nuestra propia apreciación, de nuestra mente, ambos son Voluntad de Dios, porque todo es Voluntad de Dios.
            Llegados a este punto se me ocurre pensar, y seguro que a vosotros también: “Si todo es Voluntad de Dios, ¿Cómo puede ser su Voluntad tantos asesinatos, tantas enfermedades, tantas guerras, tanta miseria, tanta hambre, tanto dolor?
            Con nuestra mente, potentísima, pero infinitamente diminuta comparada con la Mente de Dios, no podemos llegar a entender ninguno de los Aspectos Divinos, y entre estos aspectos se encuentra la Voluntad de Dios. Aunque nos lo explicaran de la manera más clara posible, no lo entenderíamos, porque es como si lo hicieran en un idioma totalmente desconocido para nosotros, o como si explicaran la fuerza de la gravedad a un bebé de dos meses. Es imposible llegar a entender una millonésima parte de la Grandeza de Dios.
            Los seres humanos solo podemos entender desde nuestra mente, e intentamos entender la Voluntad Divina desde el conocimiento que tenemos de nuestra propia voluntad. La voluntad humana es la facultad de decidir y de ordenar la propia conducta, y esta voluntad interviene para tener la fuerza necesaria para realizar una serie de acciones, y conseguir así una meta.
            Pues bien, lo que los seres humanos entendemos por voluntad, no es, para nada, comparable con la Voluntad Divina. La Voluntad Divina, es lo mismo que el Poder Divino, o el Plan Divino, o la Verdad. La Voluntad de Dios es que todos los seres humanos seamos felices, que todos alcancemos la Verdad cuanto antes mejor, pero en contra de lo que es la voluntad humana, en la que se tiene la fuerza para poner todos los medios al alcance de la persona para conseguirlo, Él no va a mover ni un solo dedo, (permitirme que lo exprese de esta manera), para que así sea, porque Su Voluntad es, el respeto por nuestra libertad o por nuestro libre albedrío.
Y, cuando ante hechos que para nosotros pueden ser trágicos y dolorosos, levantamos los ojos cielo y preguntamos ¿Por qué Dios mío?, ¿Por qué a mí?, ¿Por qué ahora?, lo que debemos hacer es conectar con nuestro corazón, aceptar la situación, (que no quiere decir que no pongamos todos los medios a nuestro alcance para que se solucione lo que parece un problema), y decir “hágase Tu Voluntad”, porque la Voluntad de Dios no es más que el reflejo de nuestro propio “plan de vida”.
Tengo que confesar, que esto que tengo tan claro y que me cuesta tan poco explicar, no está integrado al cien por cien en mi, y a veces, también cuestiono las Maneras de Dios, olvidándome que son las mías propias. Afortunadamente, en algún momento del mismo día llega a mí la verdad, y vuelvo a mi centro.
Cuanto sientas lo mismo, cuando creas que Dios te ha abandonado a tu suerte o que es injusto contigo, respira, lleva la atención a tu corazón, y en poco tiempo sentirás la presencia de Dios y como su mano te acaricia dulcemente, dándote a entender de que comprende tu desesperación y de que está a tu lado, esperando que tu dolor se trueque en paz y en serenidad, sabiendo que cuando llegue ese momento te vas a olvidar de Él y de darle las gracias por su compañía.  

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario