El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 19 de marzo de 2014

Si, soy un hijo de Dios, ¿Y qué?


            Ya sabemos que somos el alma, ya sabemos que somos seres divinos, ya sabemos que somos a imagen y semejanza de Dios: es normal, somos Sus hijos, ya sabemos que todos nuestros sufrimientos tienen un principio único: nuestro pensamiento, ya conocemos la ley de la atracción, por la que somos conscientes de que atraemos aquello que permanece en nuestra mente: enfermedad, pobreza, dolor, sufrimiento, alegría, salud, etc.; ya sabemos que somos inmortales, ya sabemos que la vida es una escuela a la que asistimos para aprender, para crecer, para evolucionar, para aprender a amar; ya conocemos la ley del karma: sencillamente recibimos aquello que damos; ya sabemos que la alegría, la paz, la felicidad, y el mismo Dios se encuentran buscando en nuestro interior; ya sabemos que es dando como recibimos, ya sabemos que el apego y el deseo son el principio del sufrimiento, ya sabemos que todos somos hermanos, ya conocemos los beneficios de la oración, de la meditación y del silencio; ya sabemos que el amor, el perdón y la bendición son las energías más poderosas del Universo, ya sabemos que somos lo que pensamos, porque la energía siempre sigue al pensamiento; y seguramente sabemos muchas cosas más de las que ahora no recuerdo.
            ¿Y qué?
            ¿De qué nos vale tener todo ese conocimiento?, ¿Acaso somos felices?, ¿Vivimos alegres y en paz?, ¿Sentimos a Dios en nosotros?, ¿Nuestra prioridad es servir a nuestros hermanos?, ¿Amamos a todo y a todos por igual?, ¿Amamos, cuidamos y respetamos el Planeta?, ¿Amamos, cuidamos y respetamos nuestro cuerpo?, ¿Hemos dejado de lado el juicio, la crítica, el egoísmo, el orgullo, la impaciencia, el miedo, el estrés?, ¿Actuamos a sabiendas de que todo está bien, de que todo es correcto, de que todo es como debe ser?, ¿Hemos olvidado las mentiras o las medias verdades?, ¿Hemos incorporado la meditación y la oración a nuestra vida?, ¿Ya trabajamos para controlar el pensamiento?
¿Verdad que no?
Todo ese conocimiento no deja de ser algo mental, no integrado en nosotros, y que para lo único que nos sirve es para hablar sobre ello, a veces, solo para deslumbrar a nuestro interlocutor. Aunque también es cierto, esto es lo bueno, que nos puede servir como acicate para conseguirlo.
Si todo esto nos lo enseñaran de pequeñitos con el mismo empeño que ponen los educadores para enseñarnos, por ejemplo, la tabla de multiplicar, arraigaría en nosotros y viviríamos desde ese conocimiento. Pero no es así. Lo aprendemos solos, de mayores, y la integración es una tarea harto difícil.  
La dificultad en la integración estriba en que hemos de mantener la atención y la concentración en nosotros, en nuestros pensamientos, en nuestras emociones, en nuestros sentimientos, y en la sociedad de hoy, en la que todo está diseñado para la distracción necesitamos para comenzar el trabajo de una cualidad añadida: la voluntad. No olvidemos que la voluntad es la facultad de decidir y ordenar la propia conducta.
Una buena manera de empezar a trabajar para la integración de todo el conocimiento en nosotros, sería intentar mantener a Dios en nuestro pensamiento, no como en la actualidad, que sólo nos acordamos de Él cuando aparece algún problema en nuestra vida, sino haciendo lo contrario: dándole gracias de manera permanente por despertar, gracias por el sol que asoma por la ventana o por la lluvia que moja la calle, gracias por la salud o por la enseñanza que conlleva la enfermedad, gracias, en suma por la vida. Y así, poco a poco iremos desterrando de nuestra mente los pensamientos que nos atan al miedo, al dolor, a la incertidumbre, al deseo, al sufrimiento, a la tristeza, para revertirlos en amor, en alegría, en paz, porque estos son, junto a otros muchos, atributos de la Gracia Divina con la que queremos comenzar a convivir.

4 comentarios:

  1. "No hay misterio mas grande que este": siendo nosotros la realidad , buscamos obtenerla . Creemos que hay algo que oculta nuestra realidad y que debemos destruirlo para llegar a ella . Eso es ridículo . Llegara el dia en que te reiras de los esfuerzos que realizabas para llegar a la realidad . Pero aquello que será en ese momento ya no es aquí y ahora . RAMANA MAHARSHI. un abrazo .

    ResponderEliminar
  2. Pero aquello que será en ese momento ya es aquí y ahora . ( frase corregida) , espero que te guste .

    ResponderEliminar
  3. Bueno, en realidad si que hay un velo que oculta nuestra propia realidad: la mente

    ResponderEliminar
  4. Para mi es un gran obstáculo la mente , por eso me parece muy interesante lo que dice Ramana Maharshi . Si lo que se indaga es si la mente existe , se encontrara que la mente no existe .Eso es control de la mente . De lo contrario si se considera que la mente existe y uno busca controlarla , eso equivale a la mente que controla la mente , como el ladron que se combierte en policía para atrapar al ladron , es decir a si mismo . De esa manera , la mente persiste , pero se engaña a si misma . De esta buscadora infatigable , un abrazo muy grande .

    ResponderEliminar