El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 24 de abril de 2014

Luz de Dios


Es cierto que a veces nos sentimos Infinitamente pequeños, y si bien es verdad que a ojos de la inmensidad de la vida lo somos, para Dios somos grandes. Él cree en nosotros, en nuestra capacidad, en nuestro afán por superarnos, en nuestra búsqueda diaria de un sentido para todo, no solamente de nuestra vida personal, sino como siervos de Él mismo.
Hoy sentí, mirando el cielo, lo que eso significa. Las nubes me hablaron. Visualicé un tigre inmenso con una boca feroz y  gesto desafiante, como si quisiera defenderse de algo o de alguien. Y ese “Algo” era solamente otra nube representando una infinitésima parte de la Luz de Dios. Con sólo ese mínimo resplandor, yo, tú, cualquiera de nosotros, podríamos ser ese animal feroz que se defiende, no se sabe muy bien de qué, con su boca abierta, amenazante, ante tanto resplandor.
 
Intentando comprender, entendí que esa figura somos nosotros, que representa nuestro desafío ante la vida, como si esta necesitara de tales retos. Siempre a la defensiva, siempre expectantes por si algo malo va a ocurrir, pero a la vez tan pequeños que ante una minúscula Luz de Verdad se descompone y enmudece.
Así nos sucede en el día a día. Creemos saberlo todo, poder desafiarlo todo, sentirnos los dueños de todo, sin necesitar nada, sin necesitar a nadie. Y no,  no es así como debemos entender que no hemos de tener miedo, que hemos de ser valientes y afrontar los desafíos. Estos solo se presentan para aprender de cada situación y de nosotros mismos, de nuestras reacciones, de las reacciones de los demás, de los desafíos de la vida, de los éxitos y de los fracasos, de los momentos de alegría y de los momentos de tristeza. La humildad es la que debe estar por encima de todo y, de paso, nos recuerda que la valentía no debe ser soberbia.
Somos lo que somos y debemos amarnos por ello, porque Dios nos ama así, tal cual somos, con nuestras fortalezas y con nuestras debilidades. Pero jamás debemos olvidar de dónde venimos y hacia dónde hemos de regresar. Sabiendo que estamos en manos de Dios. Que él nos da la libertad absoluta, la bendición en todo lo que decidamos hacer, pero que permanentemente mantiene Su mano extendida por si dudamos, por si flaqueamos. Y nos hace saber que somos Sus hijos, que somos a su imagen y semejanza. Y un hijo se refleja en el espejo de su Padre. A veces no es el ideal en esta tierra. Pero hablamos de Dios. Y sólo siendo y ejemplarizando con nuestra vida que somos Sus Hijos conseguiremos cambiar “nuestro pequeño universo” y, poco a poco, el universo entero.
Todos somos sus Hijos y Dios Se complace de vernos crecer, evolucionar, errar, reintentar, caernos y levantarnos, pero más Se complace si en todo ello somos capaces de reconocer Su presencia Divina en Todo y Su mano Salvadora que sostiene cada aliento de nuestro caminar.
Que seamos capaces de amansar nuestra fiera cuando sea necesario para reconocer nuestra “pequeñez” ante la inmensidad de Dios, y utilizar su fuerza en esta Vida terrena, para que nuestro paso deje un mundo mejor.
Que dios nos Bendiga a Todos.
Entrada escrita por Elisenda Julve.
 

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