Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (30 de Mayo de 2014)
La esperanza es el sendero del
corazón, es el sendero correcto. No es necesario sufrir, no es necesario ningún
sacrificio, no es necesario resistirse ni darle vueltas con el pensamiento.
Sólo es tener la certeza y la
voluntad de que las cosas van a pasar.
La vida que
vivimos es ilusión, es fantasía, es un cúmulo de preocupaciones, de deseos
incumplidos, de desengaños, de mentiras, de desamores, que nos va llevando poco
a poco, en la mayoría de los casos, a la insatisfacción, como mal menor, o a la
tristeza, al dolor o al sufrimiento.
Sin embargo, no todo está perdido, y
no lo está porque en esa vida de fantasía, que hemos decidido vivir los seres
humanos, casi siempre existe un momento en el que como un rayo de luz aparece
en nuestro interior un mensaje directo del corazón, un mensaje, que nos acerca
al menos a la duda de si es correcta la vida que llevamos o si existe alguna
otra manera de vivir que sea más placentera emocionalmente.
El mensaje
que se recibe, es escueto, y suele aparecer en los momentos de mayor dramatismo
de nuestra vida, puede ser en la enfermedad, puede ser en el sufrimiento, puede
ser en la depresión o en la tristeza, puede ser en la desaparición de un ser
querido, o en una etapa de estrés en nuestra vida.
Ese mensaje parece
que llega cuando se han agotado las vías convencionales que la sociedad pone a
nuestro alcance para la solución de conflictos, sin haber encontrado en ellas
la solución del problema o sin haber encontrado el desahogo emocional que nos
permita salir del pozo en el que, sin saber muy bien como, hemos caído. Pero no
es así. El mensaje siempre está ahí, pero es tan suave que es imposible percibirlo
cuando nuestra mente se encuentra aturdida con todo el ruido producido por el
fragor de la batalla de nuestras preocupaciones.
Es cuando en
medio de la desesperación la mente se aquieta como dando por perdida la batalla
cuando escuchamos un leve susurro que nos impulsa a dudar de si la manera de
gestionar nuestra vida y nuestro dolor es el correcto, y si no sería posible aplicar
una solución distinta a la de darle vueltas y más vueltas a un problema que
para el que sufre, atado a una rueda que gira y gira, siempre en el mismo
sentido, parece inviable cualquier solución.
En ese
momento, de nosotros depende detener la rueda y seguir a la luz. Porque puede
la persona no hacer caso del susurro, o puede comenzar a razonar que eso que le
llega es una tontería, o puede, al menos conceder a su intuición el beneficio
de la duda y buscar esa nueva manera de solucionar su problema.
La solución
del problema tiene un primer peldaño, que es el silencio, el silencio mental, porque
es en él donde se va a encontrar la sabiduría necesaria para enfocar los
problemas de una manera más sana y más inteligente. Y tiene un segundo peldaño,
que es el trabajo. Será a partir de ese momento cuando la persona decida si
quiere trabajar para conseguir su serenidad, o prefiere volver al maltrato que
le genera el carrusel de su mente.
Pero siempre
será necesario haber sentido ese rayo de luz y haber tratado de seguir su
resplandor.
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (26 de Mayo de 2014)
Si viven esperando que el mundo
cambie, no cambiará.
Tienen que entender que Vds. son los
instrumentos de Dios, que Vds. son sus manos, que Vds. son sus ojos, y que con
su amor pueden hacer que los sentimientos cambien, que las cosas se muevan, con
respecto a su entorno.
Hay una
manera para intentar cambiar tu vida, tus pensamientos, tus percepciones y tus
emociones. Es una fórmula para intentar ser feliz.
Cada mañana
al despertar:
·Agradece
a Dios por abrir los ojos a un nuevo día.
·Ofrece
tu día a Dios.
·Entrega
a Dios tus dolores físicos y emocionales, tus enfermedades, tus preocupaciones,
tus miedos. Dios seguro que sabe manejar todo eso mejor que tú.
·Y
por ultimo dile: Hágase tu Voluntad.
Puedes repetir esto a lo largo del
día todas las veces que te apetezca, sobre todo el “Hágase tu Voluntad”. Utilízalo
en cada decepción, en cada nuevo problema, con cada dolor, en cada deseo
incumplido, en cada entrevista, en cada reunión, etc.
Y
cada noche antes de dormir:
·Agradece
a Dios el día que has pasado.
·Agradece
que se haya hecho cargo de tus problemas.
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (24 de Mayo de 2014)
Todos tenemos derecho a vivir en la
Gracia Divina. No importa lo que hayamos hecho, no importa de dónde vengamos,
no importa quienes seamos. Dios siempre está esperando por nosotros.
Porque Dios está en cada uno de
nosotros para protegernos, para resguardarnos, para librarnos de todo mal.
El día que nosotros nos demos cuenta
de esto, no necesitaremos ningún bien más para subsistir.
Nuestra vida
diaria está regida por los pensamientos. Nos movemos, actuamos y sentimos en
función de lo que va apareciendo en nuestra mente. Nuestra mente no se detiene
ni un momento, hasta el extremo de que no nos comportamos como lo que realmente
somos, sino que nos comportamos como pensamos que deberíamos ser, en función
del entorno en el que nos encontremos. De alguna manera, nos pasamos la vida
actuando, somos actores de la vida, no nos manifestamos tal como somos, sino
como nos gustaría ser, como les gustaría a nuestros padres que fuéramos, como
les gustaría a nuestros educadores, como le gustaría a nuestro jefe, a nuestros
amigos o a nuestra pareja.
En
definitiva, son pocos los momentos de nuestra vida en los que nos podemos
considerar auténticos. La mente dirige, por completo, nuestra existencia,
siempre de manera errática, siempre de manera crítica.
Nuestros
pensamientos están dirigidos y gobernados por el pensamiento social, están regidos
por las normas y las creencias que la sociedad impone. Y en la sociedad que nos
hemos dado, es muy fácil sentirse solos en nuestra realidad, porque el cerebro,
desde donde vivimos, es el que nos dice que existe separación entre nosotros y todo
lo demás, y eso no es más que una ilusión, una fantasía, una mentira, ya que la
realidad es que todos y todo somos uno. Ser uno con todo y con todos, quiere
decir que yo no soy mejor, pero tampoco soy peor, ni tan siquiera soy igual,
sencillamente soy uno, soy lo mismo.
Los
estímulos que nos rodean nos mantienen dentro de nuestra propia mente, nos
mantienen a merced de la mente, la cual siempre está juzgando todo lo que
estamos percibiendo en nuestro entorno. Esta mente crítica, esta mente que juzga
de manera permanente, hace que aparezca en nuestra conciencia sentimientos como
la vergüenza, o la soberbia, o la envidia, por citar solo algunos, y si
aparecen en nuestra conciencia, es eso exactamente lo que vamos a vivir y va a
ser esa la forma de cómo vamos a sentirnos.
La vida no es
eso, hay que acercarse a la vida y a todas las circunstancias que la rodean con
calma y con tranquilidad, aceptando la vida tal cual es, aceptándonos nosotros mismos
tal como somos, viviendo y siendo conscientes de las experiencias que nos toca
vivir en cada instante, sin buscar escapar del momento presente ni de los
sentimientos que cada experiencia genera. Todo lo que buscamos lo vamos a
encontrar en el momento presente, porque es ahí donde reside la verdad de lo
que estamos buscando, y ninguna experiencia es ni buena ni mala, solo es.
Pero como
vamos a conseguir eso cuando toda nuestra educación y nuestras creencias nos
llevan directamente a la mente. Pues lo vamos a conseguir trasladándonos de
vivir desde el espacio de la mente a vivir en el espacio del corazón. Podríamos
decir que se trata de vivir una vida más espiritual, no porque tenga que ver
con ninguna religión, las religiones son tan culpables de nuestra sinrazón como
el resto de la sociedad. Es vivir una vida más espiritual porque se trata de
darle más chance al espíritu que a la mente, se trata de vivir desde el corazón
que es el abanderado del alma y dejar de lado la mente que es la abanderada del
cuerpo.
Esto que predican con tanta
insistencia las enseñanzas de la nueva era, o los gurús de los libros de
autoayuda, es más difícil de practicar de lo que parece. Si fuera fácil todos viviríamos
desde el corazón y no serían necesarios más libros, más cursos, más
conferencias, más etc.
Vivir una vida más espiritual, es
decir, vivir desde el corazón, no significa saber más, leer más, tener más
conocimiento, retirarse a una cueva o hacer una vida monacal. Sólo se trata de
amar más, así de fácil es la teoría, la práctica no lo es tanto.
Quiero en esta entrada y en la
siguiente, o dos siguientes, tratar de explicar lo más claro que puedo saber cómo
pasar a vivir desde el corazón. Si no lo consiguiera, espero que vuestra mente
sea benevolente y no critique demasiado, la intención es buena.
No sólo
existe aquello que se ve con los ojos. Existen muchas otras cosas que no se ven,
y que están ahí, algunas de ellas de vital importancia para nuestras vidas,
entre ellas la más importante de todas: Dios.
No vemos el
aire que respiramos y nos está dando la vida, no vemos el calor del sol y es de
vital importancia para el mantenimiento del cuerpo físico, no vemos el perfume
ni el aroma de las flores y son embriagadores para los sentidos, no vemos ni el
olor de la leña quemando en el fuego, ni el aroma del pan recién orneado, ni el
olor a tierra mojada, ni el olor a mar; y están ahí formando parte de recuerdos
imborrables de nuestras vidas.
No vemos
cosas como la alegría o la tristeza, aunque vivamos sus efectos. No vemos el
miedo que nos paraliza. No vemos la soledad, para unos, alegría serena y para
otros, una pesada losa. No vemos la envidia que corroe desde el interior. No
vemos el odio que envenena a cada instante. No vemos la ternura, ni la dulzura,
que llegan a humedecer nuestros ojos.
¿Donde quedarían la ilusión, la energía, el frio, la fe, la gratitud, la soberbia, el perdón, la voluntad, la confianza, el alma o la conciencia?
No vemos
tampoco los pensamientos que son los únicos responsables de la vida que estamos
viviendo, y de nuestro estado emocional y físico.
No vemos a
los ángeles, ni a los maestros, ni a los guías, ni a los santos, ni a los que
nos han precedido en la vida, y les rezamos, y les bendecimos, y les pedimos, y
les suplicamos.
No vemos la felicidad, ni la paz, ni el amor,
y son el vehículo que nos van a llevar directamente a Dios.
¡Que
paradoja!, tampoco vemos a Dios, y Dios lo es Todo.
pero no olvides el pie del candil que
paciente la sostiene.
Rabindranath Tagore
¿Cuántas veces levantamos lo ojos al
cielo para pedir ayuda divina, o para increpar a Dios, o para suplicar?, ¿Cuántas
veces levantamos los ojos al cielo para preguntar a Dios: Por qué a mí, si no
hago mal a nadie, o hasta cuando esta situación?
No sabemos,
o se nos ha olvidado, que tenemos una completa organización de nuestra vida, que
tenemos comprometido cada instante de nuestra vida, y que Dios respeta
totalmente ese compromiso. Para poder cumplir ese compromiso nos hemos dado
también las herramientas necesarias, entre ellas una mente, que es una máquina
perfecta. Con ella podemos entender la razón de las cosas, podemos entender que
somos hijos de Dios, podemos entender que la vida es una especie de fantasía, de
ilusión, de mentira; podemos entender el poder de la propia mente, y podemos
llegar también a entender como la mente no quiere perder ese poder, lo que
supone que intente, por todos los medios, culpabilizar a cualquier cosa, lo que
sea, incluido el propio Dios de ser el responsable de cualquiera de nuestros
males.
Afortunadamente
Dios entiende todo esto, somos realmente bebés a los ojos de Dios, y por
supuesto que no se va a ofender de nada de lo que hagan sus bebés.
Sin embargo,
tanta diligencia como tenemos para culpabilizar a Dios, ¿Cuántas veces le
agradecemos las cosas buenas recibidas?, ¿Cuántas veces levantamos los ojos al
cielo para agradecer?, ¿Cuántas veces para ofrecer ayuda?, ¿Cuántas veces para
ponernos al servicio de Dios?
El Universo
es como un espejo que refleja todo. Si expresamos gratitud recibiremos
multiplicado aquello que agradecemos. Es dando que se recibe.
Cuando nos sentimos agradecidos
conectamos con la abundancia en todas
sus dimensiones. Y deberíamos, también, sentirnos agradecidos por las cosas
cotidianas, esas que ya damos por sentado que son así, como que se encienda la
luz al pulsar un interruptor, o que salga el agua al abrir el grifo. ¡Cuántas
personas no pueden encender la luz o abrir un grifo para que salga agua!, más
de las que te imaginas.
Los seres humanos solemos centrarnos
en todo aquello que nos falta, o
en lo que nos gustaría tener. Vivimos instalados en el deseo y en la expectativa que los deseos generan. Y es
justamente donde enfocamos nuestra atención de donde surgen nuestras conductas,
nuestras actitudes, nuestras metas
y en última instancia, nuestra manera de experimentar y de interpretar la vida.
Es aquí donde el agradecimiento va a conseguir que la valoración de la vida se
realice desde un lugar mucho más sano y constructivo a la hora de enfrentarnos
a los obstáculos que nos va
poniendo la vida.
Agradecer tiene que ver con apreciar,
con valorar y con vivir en el presente.
Eso significa aprender a aceptar todo aquello que llega a nuestra vida, y que
no es como nos gustaría que fuera. Sin embargo, la gratitud es como un músculo. A medida que la entrenamos,
cada vez percibimos más cosas por las que sentirnos agradecidos. Para
entrenarnos podemos hacer un ejercicio
muy sencillo, propuesto por el padre de la psicología positiva, Martin
Selligman: durante una semana, cada noche, antes de acostarnos, pensar en tres
cosas que nos hayan sucedido ese día que nos hagan sentir agradecidos. Es el
primer paso para empezar a ver nuestra vida desde una perspectiva más constructiva. El primer día puede
resultar difícil, pero si somos constantes podremos ver cómo cada vez surge de
manera más natural.
De la mano del agradecimiento vamos a
ser capaces de apreciar lo que somos, lo que tenemos y lo que hacemos en el
momento presente. Curiosamente, cuanto más valoramos nuestra existencia, más
abundancia experimentamos en la dimensión emocional de nuestra vida.
Gracias.
San Pedro
nos deja ver la auténtica realidad de la gratitud en un paseo por el cielo.
Un hombre murió y se fue al cielo. Al llegar, San Pedro le
comunicó: - Mira, como vas a vivir aquí por toda la eternidad, te voy a
enseñar un poco el cielo para que lo conozcas.
Lo llevó a una sala muy grande, donde había miles y miles de ángeles
trabajando, y le dijo: - Aquí están recibiendo las peticiones de ayuda que
vienen de la Tierra.
Lo llevó a otra sala muy grande, donde también había miles de ángeles y le
manifestó que allí estaban preparando los paquetes para conceder las peticiones
recibidas.
Después le enseñó otra sala muy grande, pero allí sólo había un angelito, que
parecía estar desocupado, porque estaba medio somnoliento. Y le dijo: - Esta
es la sala donde se reciben las acciones de gracias por los beneficios
recibidos en la Tierra. Como ves, son muy pocos los que dan gracias y, por eso,
con un angelito es suficiente.
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (17 de Mayo de 2014)
Amen a todos los que les hacen daño,
a los que les hacen olvidar lo importante que tienen en lavida, a los que les distraen, a los que les
hacen perder el tiempo.
Amen a los que les hacen incurrir en
error, a los que tal vez les hacen perder la paciencia, amen a todos, a todos
los seres vivos, porque en cada ser vivo está Dios y su infinito amor.
Además de dividir el tiempo y su
movimiento en segundos, minutos, horas, días, meses y años, utilizamos los
conceptos de pasado, presente y futuro.
Pero pasado, presente y futuro no son
más que conceptos intelectuales para expresar el movimiento del tiempo. El
pasado es lo que ya pasó, el presente es la actualidad, y el futuro está por
llegar. Estas tres palabras tienen un poder magnético para los seres humanos,
sobre todo el pasado y el futuro, ya que se aferran a ellas, sin soltarse como
si fueran bebés agarrando su chupete, y sin embargo, solo son eso, conceptos
intelectuales. Y mientras las personas se aferran al pasado y al futuro, al
concepto del presente se le olvida, no viviéndole, puesto que la persona está
ocupada en el proceso de pensamiento que le lleva a revivir el pasado y a
planificar una y otra vez, de manera reiterada, el futuro.
El tiempo es
algo relativo, y lo único que realmente existe de él, es un continuo de vida,
un continuo, que como indica la palabra, nunca se detiene, un continuo siempre
en movimiento, siempre fluyendo. Ese fluir es como un corcho flotando en la
corriente de un rio, nunca se detiene, siempre va con la corriente. Por lo
tanto el presente, lo que entendemos como presente, es tan efímero, que cuando
decimos la palabra “presente”, al decir “te”, el “presen” ya es pasado.
Y ese pasado
al que los seres humanos se atan, recordando la ofensa del vecino, la
enfermedad del familiar, el engaño de la pareja o la traición del amigo,¿Dónde queda?, ¡No queda!, ¡No existe!, ¡Se
va! Imaginar que encendéis un fosforo. Cuando se enciende sale de él una
columna de humo, observa el tiempo que dura, y observa que pasa con ella, es
tan efímera que se desvanece en el ambiente incluso antes de que el fosforo
esté completamente encendido. ¿Dónde quedó el humo?, pues quedó en el mismo
lugar que el pasado, no existe, se desvaneció en el aire, de la misma manera
que se desvanece el continuo presente con el fluir de la vida.
Pero los
seres humanos, “erre que erre”, siguen dándole vueltas a eso que solo existe
como un recuerdo en su mente. Torturándose, amargándose, sufriendo,
enfermándose. En cualquier situación, por muy dramática que sea, se ha de
considerar que torturarse no soluciona ningún problema, ya sé que es muy fácil
decirlo, pero es la realidad. Si te ha ofendido el vecino no sirve de nada
darle vueltas porque es como si el vecino estuviera realizando la ofensa un
minuto tras otro, y no es así, la ofensa se hizo una vez y duró un momento,
¿Por qué mortificarse? Lo que se ha de hacer es no volver a frecuentarle,
después de haberle perdonado para que no se acumule energía de odio o de ira. En
el caso de enfermedad de un familiar, ocurre lo mismo. ¿Se sana al enfermo con
el sufrimiento?, por supuesto que no, y con el sufrimiento no se le puede
atender al cien por cien, ya que la energía del sufrimiento desgasta mucho y
además añade dolor al enfermo porque recibe de manera inconsciente esa energía
de sufrimiento incrementándose el propio dolor. Incluso en el caso más
dramático como es la muerte de un ser querido, si realmente amamos al ser que
nos ha dejado debemos estar felices porque sigue viviendo en un lugar de paz,
felicidad, alegría y amor, a no ser que el propio egoísmo por no poder verle
físicamente nos ciegue y nos impida ver la realidad, e incluso, es posible que
se prefiriera que viviera la persona, aunque estuviera postrada en la cama con
dolor. La muerte solo es la desaparición de la vestimenta, solo es un cambio de
conciencia, y además para mejor, ya que al lugar al que se va no existe el
miedo, ni el rencor, ni el dolor, ni la enfermedad.
Podríamos
seguir así analizando caso por caso, pero no merece la pena. Sólo recordar que
el perdón o la serenidad que se consiga no cancela el mal realizado. Lo único
que hace es permitir a la persona seguir su camino sin rencor. Después de
perdonar se han de llevar a cabo las acciones legales necesarias. Somos seres
humanos y han de cumplirse las leyes de los hombres.
Y ¿El
futuro?, ¿Merece la pena hablar del futuro?, ¿Para qué perder el tiempo hablando
del futuro si no existe? Si no existe el pasado, el futuro aun existe menos
porque aun no ha llegado. El futuro ata a las personas por las frustraciones
que genera al no cumplirse las expectativas generadas. Eso no quiere decir que
no debamos organizar y planificar, si, hay que hacerlo, pero sin atarnos a los
resultados que son los generadores de sufrimiento. Son nuestras acciones de hoy
las que van a determinar cómo será nuestro mañana, y si nuestro mañana no sale
como a nosotros nos gustaría que saliera, ¡Qué le vamos a hacer!, por algo
será, algo habremos hecho para conseguir los resultados obtenidos, solo queda
aceptarlos.
El tiempo, la vida, es un fluir
permanente, lo único que hemos de hacer es tratar de vivir y ser conscientes de
ese fluir, sin luchar por modificar la vida, cansa mucho y se desperdicia mucha
energía que vamos a necesitar para el siguiente escalón de la vida, escalón que
no podremos subir si permanecemos lamentándonos de lo que pasó en el escalón
anterior. La vida que tenemos es la que hemos decidido vivir. Somos nosotros
los que decidimos vivir la tristeza o la alegría, somos nosotros los que
decidimos vivir el sufrimiento o la felicidad, somos nosotros los que decidimos
vivir la vida o vivir de recuerdos.
¿Qué hacer para vivir el ahora?, es
fácil, solo hay que mantener la mente en la vida, sin permitir que la mente
desvaríe yéndose a las acciones pasadas o fantaseando sobre el futuro. Lo mejor
meditar.
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (16 de Mayo de 2014)
Dios está en cada uno de Vds., si quieren
encontrarlo tienen que seguir el camino que les lleva hacia su corazón, y no
callarlo con su razón, no callarlo con sus prejuicios, no callarlo con sus
miedos.
El día que hagan lo que su corazón
les diga, el día que dejen que se exprese sin cuestionarlo, ese día habrán
encontrado a Dios.
Comencé esto que no tiene
nombre con la palabra depende y es que depende de cómo mires la vida: si como veas
el vaso, medio lleno o medio vacío, va a depender el papel que decidas
interpretar en la vida: el de la víctima, a la que le ocurre de todo y con el
que la vida se ha ensañado; o el del dueño de tu vida, con tu pasado bueno o
malo.
Es claro que lo que
pertenece al pasado no existe, ya está, ya fue, ya pasó, solo existe en nuestra
mente, ¿Por qué insistes en torturarte en repetir una y otra vez el daño que te
han hecho?, porque eso es lo que haces.
Al recordarlo haces que vuelva a ocurrir la ofensa, sé que es más fácil decirlo
que sentirlo, pero hay que intentarlo.
En tu ser profundo,
afortunadamente noexisten pastillas
para el rencor. No sé si el mundo sería mejor o peor, no lo sé, pero tenemos
queaprender a luchar con nuestros
demonios interiores, en ellos, un auténtico y verdadero satán lucha contra nosotros,
haciendo casi desvariar a nuestra mente. Me refiero a nuestros pensamientos
negativos que son los primeros que se apuntan ante cualquier problema.
El infierno no existe,
como tampoco existe un Dios castigador. El cielo o el infierno nos lo buscamos
nosotros acá en la tierra, son nuestros pensamientos, nuestras emociones,
nuestros sentimientos los que nos hacen vivir un cielo o un infierno.
Y también depende la etapa
de tu vida. Generalmente se dice que cambios importantes se producen cada siete
años, un día leí en un viejo libro algo de mucha sabiduría yquiero compartir con ustedes: “Leer libros en
la juventud es como mirar la luna por una rendija, leer libros en la edad
adulta es como mirar la luna desde un patio y leer libros en la ancianidad es
como mirar la luna desde una terraza abierta. Esto es porque la profundidad de
experiencias es mayor con los años”.
Bueno, quiero hacer un paréntesis
para decirles que todo esto que estoy diciendo es relativo, porque nada es
absoluto y nadie es dueño de la verdad. Lo único absoluto es Dios por la
eternidad.
La vida es vivir, no es una cosa, es un proceso,
solamente puedes conocerla viviendo, fluyendo con ella. Si buscas el
significado de la vida en libros, filosofías, dogmas,te la perderás. Siente el aire entrando por
tu nariz, siente como bombea tu corazón, siente la sangre que corre por tus
venas, no esperes encontrarla en algún lugar. Está sucediendo aquí y ahora.
Este momentito es lo único
real, el pasado ya fue, el futuro es incierto, y hablando del pasado, es
momento de que me conozcan un poco más: ¿Quién soy? Lamento decir que todavía
no se quien soy, quizá para muchos de Uds. sea una niña con retardo o enfermita
como he escuchado algunas veces y no entiendo, se supone que los enfermos están
en los hospitales, bueno mejor lo dejamos, decía que no sé quien soy profundamente.
Pero no soy la única que se hace esas preguntas: ¿Quiénes somos?, ¿Por qué nos
tocó la vida que nos tocó?
Y no digas que nunca te has
preguntado nada de esto. Esas son las grandes preguntas a lolargo de la historia de la humanidad, eso me ocurrió
a mí. Cuando enferme vi la vida de forma distinta era como si hubiera estado
con una venda en los ojos para apreciar lo bello y el regalo que Dios nos da
cada mañana al despertar.
No se porque los humanos
somos “tan cabeza hueca” que nos gusta aprender a golpes. Esperamos que se
muera alguien que amamos, o entrar en la cárcel, o como yo estar enferma, para
darnos cuenta de que lo más importante de esta existencia, es eso, la
existencia.
Es un hecho que sin salud poco
o nada se puede hacer, más aun, si es una restricción física trae mucho dolor,
al menos al inicio, aunque luego lo asumes como tu realidad.
Más adelante explicare el
proceso de la enfermedad, como afronte el comienzo, los cambios en el cuerpo, las
dificultades motoras, etc.…
Pienso que lo más difícil
de una enfermedad es aceptar que estás enfermo. Para mi es darte por vencido a
pesar de que los psicólogos dicen que una parte fundamental de cualquier mal o
cualquier situación en que te encuentres es la aceptación. Todavía no he
aceptado esto que le está ocurriendo a mi cuerpo y es que aceptar que estoy
enferma seria para mí como derrumbarme. Ahora no se si estoy haciendo bien o
mal, tal vez esté cometiendo un error, pero supongo que llegará la etapa en que
lo acepte. Puede que a partir de eso este mejor o peor, pero aun no me toca.
La enfermedad de mi cuerpo
dio sus primeros síntomas en la universidad porque aunque no lo crean alguna
vez en un tiempo lejano estuve ahí. Lo más increíble de todo esto es que
ingrese con beca, algo de lo cual jamás me sentí orgullosa aunque todos lo creían
así.
Una vez que
llegamos a la materia en el cuerpo físico, se nos acaba la paz, el amor y la
felicidad que tenemos al otro lado de la vida. Es como si nos envolviera una
tela que nos impidiera ver y sentir de dónde venimos, hasta el extremos de olvidarnos
completamente del que es nuestro hogar, y nos sentimos atrapados y aislados,
inmersos, de nuevo, en la ilusión, en la sombra, en la ficción y en el sueño
que escribía Calderón de la Barca.
Nuestra
conciencia, a lo largo de los siglos ha caído a un nivel tan bajo que somos
incapaces de reconocernos como seres divinos, y nos hemos separado tanto de
Dios que para nosotros es un desconocido que, parece ser que premia a los
buenos y castiga a los malos, según nos enseñan las religiones, y sus
dirigentes que son, según ellos mismos, sus representantes en la Tierra.
Pero es
posible, que este nivel tan ínfimo de conciencia, este no reconocernos como
hijos de Dios, el desconocimiento que tenemos del alma, la distancia kilométrica
que existe desde nuestra conciencia al corazón, y el aislamiento de Dios, esté
comenzando a cambiar, poco a poco, es cierto, pero algo está cambiando.
Tanto
sufrimiento como hemos padecido en las miles de vidas que llevamos sobre la
Tierra, nos está convirtiendo, lentamente, en almas fuertes y valientes, nos estamos
alineando con la Voluntad de Dios, estamos aprendiendo a rendirnos o a aceptar
nuestra vida, estamos aprendiendo a confiar y a desprendernos del miedo.
Ya hay almas
que están en el umbral de la prueba definitiva, la prueba de permitirse confiar
en Dios, y acortar la separación que existe entre nosotros y Dios. Cuando eso
ocurra, Dios nos “proveerá” de todo lo necesario, se acabarán entonces, los
dolores, las carencias y las miserias.
Todos los
seres humanos estamos aprisionados en las mismas trampas, en las mismas
ilusiones, en los mismos miedos, en los mismos problemas, en los mismos
pensamientos. Pero cuando salgamos de esta rueda nada nos será negado y
convertiremos el valle de lagrimas de la Tierra en el valle de amor y paz que
ya disfrutamos cuando estamos al otro lado de la vida.
Aunque
parece que Dios nos está poniendo a prueba de manera permanente, no es tal, Dios
nunca nos ha puesto a prueba, ni antes, ni ahora, ni mañana; porque Dios es
amor y Su amor es incondicional. Cuando nos abramos a Dios, el Universo
proveerá todas las situaciones y oportunidades para equilibrar nuestras
deficiencias, para despejar cualquier problema, para resolver todas nuestras
cuestiones y curarlas para siempre. Podremos descubrir, entonces, con qué
rapidez responde el Universo a nuestras peticiones cuando nos hallamos
alineados con la Voluntad Divina.
La apertura a la voluntad de Dios se
realiza a través de la rendición.
Os dejo algunas frases de libro “Los
hijos de Dios” de Christine Mercer, que habla de la aceptación y de la
gratitud:
·"¡Yo prometo que nunca más me quejaré!, e iluminaré
la oscuridad con AMOR."
·“Ser agradecido por todas las cosas, (todo lo que venga)"
·“Cualquier sufrimiento, cualquier dolor, decepción,
aflicción, o incluso miedo, cuando se acepta con la verdadera oración de:
"Hágase Tu Voluntad" puede ser instantáneamente transmutado en poder
ilimitado."
·"Aquí y allí, sentado en el banco de un parque,
en un coche en la calle, en un edificio tranquilo, o caminando por una calle
llena de gente, o por una calle solitaria, se puede dar una sonrisa, decir una
palabra, o un pequeño movimiento con la cabeza de aprecio comunicado sin
palabras. Invisibles rayos de gloria viva, enviados en un pensamiento bondadoso
de infinito amor, pueden fortificar al prójimo con renovado coraje y más
energía."
·“Fue entonces cuando entendí el dolor, el sufrimiento
y la tristeza que rompe el corazón, en su verdadera luz. No como un castigo de
Dios, sino como bendiciones, ya que en ellos están contenidas las llaves del
progreso, Luz, fuerza y completo dominio. En sí mismos, eran justo lo que
aparentaban ser, cargas insoportables, pero cuando se aceptan y se recubren en
la fe y el amor del hombre, pueden ser transmutadas en completa gloria eterna.
El hombre tiene verdadero dominio sobre ellos, si lo usa. Ellos (el dolor, el
sufrimiento y la tristeza) contienen el poder para poder cambiar la oscuridad
en luz, la pobreza en abundancia, la tristeza en éxtasis, el dolor en alegría.
En el hombre están las llaves y el poder y el dominio para mandar sobre ellos
(el dolor, el sufrimiento y la tristeza), para amansarlos y para glorificarlos.
O para ser destruido por ellos."
·“No busques conocer a Dios a través de iglesias,
hombres o líderes, sino busca a Dios a través de tu propio corazón y a través
de tus propias actitudes divinas, cumple Sus promesas sagradas. Perfecciona
estas actitudes sagradas y tú serás disuelto y te convertirás en esto que tú
interpretas. Busca convertirte en amor en toda su misericordia compasiva,
divina, benévola, Crística, y conocerás los misterios de la Divinidad, o el
gran misterio y poder de convertirte Divino."
Solamente hay que observar cómo se
desenvuelve el ser humano en sociedad, solo hay que observar cuáles son sus
conversaciones, cuáles son sus comentarios y cuáles sus carencias, para
determinar, sin temor a equivocarnos, que el ser humano es adicto al sufrimiento,
adicto al dolor, adicto a la pena, a la tristeza y al miedo, de la misma manera
que se puede ser adicto a las drogas, a la nicotina, a la comida o al alcohol.
Y de la misma manera que para
liberarse de la opresión de las adicciones físicas se ha de hacer un
sobreesfuerzo, y puede que incluso internarse en una clínica de
desintoxicación, para liberarse de las adicciones emocionales se ha de
realizar, también un ejercicio de voluntad intenso, se ha de realizar un
ejercicio de aceptación de la realidad de la vida, se ha de tener el convencimiento
de que solamente con el dolor es imposible, no solo ser feliz, sino que es
imposible hacer felices a los demás; se ha de cambiar la creencia de que la
felicidad es algo que nos llega del exterior como un regalo, sino que es un
estado interior al que se llega por propia voluntad, sin tener en cuenta “el qué
dirán”, sin esperar nada de nadie.
No podemos liberarnos del
sufrimiento por el mero hecho de pensar: “Desde mañana no voy a sufrir y voy a
ser feliz”, porque el hábito de sufrir, hábito que padecemos desde que tenemos
uso de razón, o casi mejor desde la cuna, es una enseñanza tan arraigada en
nosotros, que deshacerse de ella es casi como ser infiel al amor de nuestros
progenitores, que son, los que con su ejemplo, ¡nefasto ejemplo de sufrimiento!,
nos han inculcado que es, no solo normal, sino casi un deber, sufrir con el
padecimiento de los demás, y sobre todo con el padecimiento de los que nos
quieren.
Liberarse del sufrimiento, puede incluso
ser mal visto por la sociedad, o parecer que el que no sufre se ha
deshumanizado. Nada más lejos de la realidad. No sufrir no quiere decir que no
exista la compasión, no sufrir no quiere decir que haya desaparecido la
ternura, no sufrir no quiere decir que no se sea misericordioso, no sufrir no
quiere decir que no se llegue a dar incluso la vida por ayudar y servir a los
demás. No sufrir es todo lo contrario, es sentir compasión, es actuar tiernamente,
es ser misericordioso, es ayudar, es amar, y todo eso sin esperar nada a
cambio.
El sufrimiento es un desgaste inútil
de energía, energía que se podría utilizar para ayudar al que se encuentra
enfermo y al necesitado.
El ser humano es energía densa en su
cuerpo y energía más volátil a su alrededor. Cada emoción, cada sentimiento, es
energía. El sufrimiento también lo es, y esa energía de sufrimiento que nos
envuelve es lo primero que perciben, de manera inconsciente, todas las personas
que entran en contacto con el sufridor.
Imagina que estás sufriendo por la enfermedad de
un familiar allegado al que estás cuidando. Lo primero que el familiar percibe
es el sufrimiento del otro, con lo cual su propio sufrimiento se acrecienta. El
cuidador no solo no da el ciento por ciento, sino que está incrementando el
padecimiento del enfermo.
No es necesario bailar una jota, ni cantar el último
éxito del momento. Solo hay que actuar con serenidad, serenidad que desaparece
con la ansiedad que el sufrimiento genera.
La clínica de desintoxicación del sufrimiento
está en ti, está en tu interior, está en tu corazón. Y la puerta que lleva a tu
corazón es la meditación y la oración sincera.