El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 25 de septiembre de 2014

Reflexiones


El tiempo transcurre, va pasando la vida. Veremos como van desapareciendo nuestros seres queridos: primero los abuelos, después los padres y, sin darnos cuenta, nos encontraremos en primera línea para dejar la vida.
Hemos visto pasar los inviernos, uno tras otro, hemos visto caer las hojas de los árboles. En nuestros primeros inviernos, siendo niños, corríamos por las rutas de la vida ansiosos por crecer, y después, ya crecidos, nuestros hijos nos tomaron el relevo, como un día lo harán nuestros nietos y biznietos.
Pero según vamos creciendo, hasta envejecer un día, hay cosas que permanecen inmutables: el Sol que nos alumbra cada día, la Naturaleza inmutable en su mismo cambio según las estaciones, y nuestro trabajo sagrado y grandioso en la tierra.
Lo triste, es que muchos de los que crecen, envejecen y mueren, lo hacen sin tan siquiera plantearse, ni una sola vez en su vida, que están haciendo aquí. De la misma manera que no se cuestionan que el Sol salga cada día.
 
Llegamos a la vida porque así lo hemos decidido, nacemos por propia decisión, y lo hacemos para cumplir ese trabajo sagrado, nuestro trabajo, nuestra misión. Trabajo del que no nos acordamos ni poco ni mucho. Por no acordarnos ni tan siquiera recordamos de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Nos olvidamos de Dios, nuestro Padre, nos olvidamos de su Amor, nos olvidamos que Él es nuestro origen y nuestro destino. A veces me pregunto, ¿Cómo será el momento en el que dejemos el cuerpo y nos encontremos nuevamente cara a cara con Dios? Es claro que nos está esperando, con paciencia, con alegría. Él mejor que nadie sabe que todos nuestros momentos de sufrimiento y soledad, son ilusión vivida por la mente, y sabe que pasarán a formar parte del aprendizaje y bagaje del alma, como sabe que desaparecerán de inmediato en el momento que volvamos a poner nuestros pies en casa, en la casa del Padre.   
Y para Él, para el Padre, no importará cuales hayan sido nuestros comportamientos, no importará si nos sentimos culpables, Él nos ha perdonado antes incluso de cometer el mal. ¿Qué padre no perdona a su hijo?, ¿Qué padre no recibe con los brazos abiertos al hijo pródigo? Porque eso es lo que somos, como el hijo prodigo, nos fuimos de casa y nos olvidamos. Pero para Él somos sus bebés aprendiendo a vivir, aprendiendo a amar, en esta escuela que es la vida.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario