Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
La sociedad está enferma. Y si no,
decir que opináis de esto: En la actualidad hay aproximadamente quince
conflictos mayores en el mundo y unos treinta de menos intensidad, es decir que
en estos últimos no hay guerra declarada por el momento; hay treinta y ocho
millones de desplazados por estos conflictos; mil millones de personas pasan
hambre, si, mil millones de personas, uno de cada siete pasa hambre, de las que
veinticuatro mil mueren a diario; en
cientos de países del mundo, el simple hecho de no haber nacido hombre supone
una condena segura a una vida de subordinación, violencia y falta de derechos;
son muchos los países y las personas homófobas, y hay un buen número de países
en los que la homosexualidad es considerado un delito y en unos cuantos está
penado con la muerte. Y no hace falta mirar los grandes números, solo hay que
voltear la cabeza para ver a nuestros conciudadanos discriminando por razón de
color, de sexo, de religión, sólo hay que ver que los dirigentes que hemos
elegido para velar por nuestros intereses, nos roban hasta la camisa, sólo hay
que entrar en cualquiera de las sedes de las casi infinitas religiones para
sentir verdadero terror por lo podamos escuchar. Dejo la lista aquí, porque
sólo quería poner un ejemplo de porque la sociedad está enferma.
Y no es esto lo malo, lo peor es que va
a seguir hasta que sus componentes desbloqueen el acceso a su propio potencial,
hasta que sean conscientes de su poder y de su divinidad. Desgraciadamente, hoy
los miembros que componen cada sociedad no son conscientes de su poder de
creación, desconocimiento que no impide que creen de manera permanente y en
piloto automático la propia miseria en la que viven, bien sea física, mental o
emocional, no impide que creen líderes políticos con pies de barro, líderes
religiosos con el corazón de piedra, o líderes sociales con mentes infantiles.
El pensamiento es creador, lo es la
palabra, lo son las emociones, lo son los sentimientos, porque todo eso es
energía, y recordar que energías iguales se atraen. La miseria atrae más
miseria, el dolor más dolor, la tristeza más tristeza, el miedo más miedo.
De la misma manera que cada célula se
reproduce tal cual sea el estado de la célula madre, la enferma duplicándose en
células enfermas y la sana duplicándose en células sanas, los miembros de cada
sociedad se reproducen según sea la creencia o el pensamiento social de dicha
sociedad.
Y la reproducción de una sociedad no
es otra cosa que la educación que los nuevos miembros de cada sociedad van
recibiendo para poder desenvolverse en ella. La sociedad, al igual que la
célula, hace clones de sí misma.
Se educa para ser serviles y para
permanecer dominados y en silencio. Se educa para vivir, en la mayoría de los
países, en el engaño de que tenemos el poder mediante el voto democrático. Es
mentira, porque al vivir dominados desde el exterior por el dinero, por el
poder, por la religión y por la apariencia, y desde el interior, dominados por
los instintos y por el miedo, es muy fácil engañar y manipular a los miembros
de las distintas sociedades, ya que son analfabetos sociales, sino cómo es
posible que nunca acierten con un gobierno que realmente acabe con la pobreza,
con la corrupción, con el engaño o con la inseguridad, solo por citar alguno de
los males que aquejan a casi todas las sociedades.
El analfabeto social puede hablar
cinco idiomas, tener cuatro doctorados, haber realizado quince másteres, le
puede salir el dinero por las orejas y ser el presidente de cualquier empresa o
incluso del país, pero no sabe de su real y auténtico poder, no sabe de su
divinidad, no sabe de su hermandad con todos los integrantes de su sociedad.
Si la educación que se recibiera
fuera para ser felices, para potenciar el poder creador de los seres humanos y para
tomar contacto con su divinidad, entonces los miembros de cada sociedad, si que
podrían elegir libremente. A partir de entonces se acabaría con la desigualdad,
con la pobreza, con el miedo, con las guerras y con la intolerancia.
Hasta que eso no pase, la sociedad
seguirá enferma, atemorizada, dominada y engañada.
Es demasiado
el tiempo que muchas personas, en vez de vivir, le dedican a la duda. Dudan de
si se ha de subir o se ha de bajar, dudan de si se ha de comprar o se ha de
vender, dudande lo que dicen, dudan de
lo que hacen, dudan de lo que piensan, dudan de lo que sienten, dudan…… dudan…….
dudan……..
Dudar es
como retorcer la vida por todos los lados, en lugar de vivirla y disfrutarla,
en lugar de tomar un camino y seguirlo.
Dudar es volver incesantemente sobre
todos los entresijos conocidos, ¿Para qué?, por un capricho de la mente, porque
tu mente no quiere que resuelvas la duda, porque si lo haceses una partida ganada a la mente, y la mente
no te va a dejar que ganes ninguna partida, por eso te va a mantener de un
sitio a otro, dudando, negándote la vida, porque la mente no quiere que
encuentres la solución.
Dudar es recorrer de arriba abajo
todos los senderos una y otra vez.
Dudar es mirar una y mil veces el
mismo aspecto, como si quisieras que alguien decidiera por ti.
En la casa de la duda, el mayordomo
es la ignorancia, porque no se sabe, porque no se decide, porque no se tiene la
certeza, en definitiva, porque no se vive, porque no se Es. La verdadera
tragedia de la duda es “no Ser”.
Y“no Ser” supone que toda tu vida queda condicionada a los demás, que
todo tú poder se lo entregas a la sociedad, a esta sociedad capitalista, caduca
y perversa, porque tú eres incapaz de dirigir tu vida, por “el qué dirán”, por
“qué pasará si…”, por “si yo supiera”. El “no Ser”, es la negación de tu
divinidad, negación que te lleva a una falta de amor y de respeto hacia ti mismo
tan grande que pones tu vida, tu crecimiento, tu amor y tu felicidad en manos
de cualquiera. ¡Eres tu quien tiene que decidir tu vida!¡Sin dudar!, porque ¡TU ERES!
-“Abuelito,
¿Qué es la muerte?”, le preguntaba un niño a su abuelo.
-“La
muerte sólo es un cambio de conciencia hijo mío”, le dijo su abuelo.
-“No
lo entiendo abuelo. ¿Qué eso del cambio de conciencia?”, volvió a preguntar el
nieto.
-“A
ver si lo entiendes así: Cuando estás en el cuarto de los juguetes no sabes que
está pasando en tu colegio, ¿Verdad?” le explicó su abuelo.
-“Si
es verdad, no puedo saber lo que pasa en el colegio porque no estoy allí”
contestó el niño.
-“Pues
eso”, siguió su abuelo, “Saber que pasa, es tener conciencia. Sabes lo que pasa
en el cuarto de juguetes porque estás en él, que es lo mismo que decir que
tienes conciencia de lo que pasa en el cuarto de juguetes, y no sabes lo que
pasa en el colegio porque no estás, que es lo mismo que decir que no tienes
conciencia de lo que ocurre en el colegio. ¿Lo entiendes ahora?”, terminó el
abuelo.
-“Si
abuelo. Ahora tengo conciencia de que estamos juntos, pero no tengo conciencia
de lo que hace la abuela donde esté”, dijo el nieto.
-“Muy
bien, correcto”, sonrió el abuelo. “Dime ahora: ¿Qué pasa cuando duermes?, ¿De
qué eres consciente?, volvió a preguntar el abuelo.
-“Pues…..,
de nada, no soy consciente de nada, porque estoy durmiendo que es como si no
estuviera”, razonó el nieto.
-“Y,
sin embargo, en la mañana, te despiertas y vuelves a ser consciente de lo que
pasa en tu habitación. Eres consciente de que es de día, de que el sol pasa por
tu ventana y de que oyes a tu mamá diciéndote que te levantes que se hace
tarde, ¿No es así?, le dijo el abuelo.
-“Si,
así es”, contestó el niño, sin saber muy bien para qué la historia del dormir.
-“Cuando
duermes”, siguió el abuelo, “No eres consciente de lo que pasa en la habitación
porque no estás, porque estás en otro sitio”, concluyó el abuelo.
-“Si
que estoy, estoy durmiendo. Además ¿Por qué no soy consciente de ese otro
sitio?”, preguntó el niño.
-“Espera,
vamos a tratar de centrarnos. Dime ¿Con que ves?” preguntó el abuelo.
-“Con
los ojos”, contestó el niño.
-“Y
¿Con qué oyes?”, siguió preguntando el abuelo.
-“Con
los oídos”, volvió a contestar el niño.
-“¿Sabes
con que eres consciente?”, preguntó el abuelo.
-“No”,
negó el nieto.
-“Eres
consciente con la conciencia”, sentenció el abuelo.
-“Uf,
y ¿Qué es la conciencia?”, el nieto parecía perdido.
-“La
conciencia es lo que tu eres hijo mío. Lo que tú crees que eres, es tu
conciencia. Si eres chico a chica, si eres alto o bajo, si eres bueno o no tan
bueno, si algo te gusta o te desagrada, lo que te pone triste o alegre.
Cualquier cosa que sepas o creas de ti, es tu conciencia. Y esa conciencia es el
conjunto de lo que ves, de lo que oyes, de lo que tocas, de lo que saboreas, de
lo que piensas y de lo que sientes. Todo en conjunto es tu conciencia. Es como
las piezas de un rompecabezas, todas juntas forman la figura. ¿Lo has entendido?”,
preguntó el abuelo.
-“Creo
que sí”, contestó el niño no demasiado convencido.
-“La
conciencia es algo que va creciendo en nosotros. De bebés no tenemos
conciencia. Vemos, oímos, nos movemos, lloramos si nos duele algo, pero no
sabemos que vemos, ni que oímos, ni que nos duele, ni quiénes somos. Vamos
teniendo conciencia según vamos creciendo. Hasta ser como tú”, explicó el
abuelo.
-“Ah,
entiendo” dijo el nieto.
-“Volviendo
al sueño. Cuando dormimos no sabemos donde hemos estado porque nuestra
conciencia está en ese otro sitio. Es como si tuviéramos una conciencia para
cuando estamos despiertos y otra conciencia para cuando estamos dormidos. Por
eso no nos acordamos con la conciencia de estar despierto de lo que hemos hecho
con la conciencia de dormir”, dijo el abuelo.
-“Ahhh”,
suspiró el nieto.
-“Cuando
dormimos, tenemos la conciencia de dormir, que esta en otro lugar, pero sea
cual sea el lugar no nos vamos a acordar al despertar, porque lo hacemos con la
otra conciencia, con la conciencia de estar despiertos. Pues morirse es como
dormir, pero con dos diferencias: Una, que si que vamos a ser conscientes de
eso que parece un largo sueño, y dos, que no vamos a despertar donde siempre,
sino que nos quedaremos es ese otro lado siendo conscientes de todo durante un
tiempo. Y de la misma manera que en el sueño despertamos en nuestra habitación
cuando se ha hecho de día, también despertaremos del sueño de la muerte, un
día, pero con otro cuerpo y siendo bebés, y entonces otra vez volveremos a usar
como dos conciencias y al despertar en ese otro cuerpo no nos acordaremos de lo
que pasó antes con la conciencia del sueño, en nuestro sueño de la muerte. ¿Lo
has entendido?”, terminó el abuelo.
-“Creo
que sí. O sea que los bebés han sido otras personas que han muerto y ahora han
vuelto”, sentenció el niño, “y seguramente nacemos bebés para no acordarnos de
lo que hacíamos al otro lado ¿Verdad?”.
-“Más
o menos” contestó el abuelo.
-“Te
quiero abuelito. Y cuando te vayas al otro lado, aunque sepa que vas a estar
bien me va a poner triste no poder verte y abrazarte”, concluyó el nieto.
-“Yo
también te quiero hijo”, dijo el abuelo con lagrimas en los ojos.
El verdadero secreto de la abundancia
es: Aceptar lo que tienes, aceptarlo con alegría y compartirlo, compartirlo en
todas sus formas: Dar, ofrecer, entregar, donar,regalar, otorgar, ayudar, ceder, obsequiar,
proporcionar, aportar, suministrar, proveer, y todo eso sin esperar nada a
cambio.
Decía en el primer párrafo de la
primera entrada de Próxima parada: Dios, que ”El mayor problema con el que nos
encontramos los seres humanos al llegar a la vida es, sin ninguna duda, la
falta de conocimiento: No sabemos de dónde venimos, no sabemos adónde vamos, no
sabemos que hemos venido a hacer aquí,y
por no saber, ni tan siquiera sabemos lo que somos.
Ahora, después de las entradas anteriores,
podemos decir que ya sabemos, o que al menos nos suenan algunas cosas: Sabemos
lo que somos y sabemos de dónde venimos. Nos falta saber adónde vamos y que
hemos venido a hacer a la vida.
Sabemos lo que somos, somos un alma,
somos esa Chispa Divina que un día se desgajó de la Energía Divina, es decir,
se desgajó de Dios.
Si los hijos de señor Martínez son
ellos mismos Martínez y tienen los mismos genes que su padre, y de igual manera
los hijos del seños López son a su vez López, con los mismos genes que su
padre, no nos equivocaremos si afirmamos que los hijos de Dios somos a la vez
Dios y tenemos los mismos genes que el Padre.
Antes de que se desgajara la Chispa
Divina, éramos Dios, de la misma manera que la gota de agua que se desprendió
de la ola era Océano antes de ser gota, y de la misma manera que la gota vuelve
a ser Océano, nosotros volveremos un día a unirnos a Dios.
Pero, ¿Quién es Dios? Con nuestra
mente humana estamos acostumbrados a ponerle forma a todo, porque todo tiene
forma en el mundo de la materia, pero no olvidemos que nosotros no pertenecemos
al mundo de la materia, pertenecemos al mundo del Espíritu, pertenecemos a
Dios, por lo tanto es inútil buscar una imagen en el mundo espiritual. Las
imágenes de María, de Jesús, de los Santos o de los Maestros, sólo son los
soportes que necesitamos los humanos para que nuestra mente entienda la forma, pero
tampoco tienen forma, porque nada fuera de este mundo tiene forma, Dios
tampoco.
Según nos cuenta la Biblia, cuando
Dios se manifestó a Moisés como una zarza ardiendo sin consumirse, Moisés
preguntó, ¿Quién eres?, ¿Quién digo que me envía cuando me pregunten?, y Dios
respondió: “Yo Soy El que Soy, diles que El que Es te ha enviado”.
Dios, sencillamente Es. Dios Es el
aire y Es el agua, Dios Es la tierra y el fuego, Dios Es cada montaña, cada
planta, cada criatura. Dios Es tú, Dios Es yo. Dios Es Amor, Es Comprensión, Es
Compasión, Es Misericordia. Todo Es……….. Todo Es Dios.
Recuerdo cuando me enseñaban el
catecismo que para hablar de la existencia de Dios, en él aparecía, más o
menos, algo así: “¿Quién hizo el reloj?, el reloj lo hizo el relojero”, y
“¿Quién hizo el mundo?, el mundo lo hizo Dios.
Efectivamente, es evidente la
existencia de Dios. Solo hay que asomarse a la ventana del Universo y ver a
nuestro planeta, una enorme bola azul, suspendida en el espacio, sin estar
sujeta a nada, girando en perfecto orden, junto con otras enormes bolas, la
mayoría mucho más grandes que la Tierra, alrededor de una bola de fuego, que es
el Sol. Y todo ese conjunto girando alrededor de otro Sol. Y no sabemos cuántos
soles más, y universos más existen como el nuestro, o diferentes. Parece
increíble tanta grandeza.
Y si no queremos mirar tan lejos,
solo tenemos que ver la perfección del ser humano, de los animales, de la
Naturaleza. Dice Master Choa Kok Sui, en su libro: “La existencia de Dios es
autoevidente”, en el apartado 7: “Una hermosa rosa está hecha solamente de
cuatro ingredientes físicos: agua, minerales en trazas, aire y luz solar. Solo
Dios pudo hacer algo tan complejo, tan bello, con tan solo cuatro ingredientes
físicos. Los científicos, incluso dándoles trillones de dólares, no serían
capaces de producir una rosa tan sólo con estos cuatro elementos físicos”.
A pesar de la evidencia, algunos, muy
pocos, niegan la existencia de Dios. Otros, los más, si parece que creen en Él,
pero lo suponen tan lejano, viviendo en algún confín del Universo, que no creen
que pueda solucionarles ningún problema, aunque en las ocasiones en que la vida
les presenta las pruebas más duras, levantan los ojos al cielo, pidiendo ayuda,
renegando o culpabilizando a Dios de su desdicha. Es decir, que creen en Algo,
que no saben muy bien para qué sirve y que además, si no se portan bien, según
les han enseñado, les va a castigar y a condenar al fuego eterno, que es un
lugar donde, al parecer, te quemas sin consumirte eternamente. ¡Hay que ser
malvados para aterrorizar de esta manera!
Por lo tanto ya sabemos muchas cosas:
Somos Hijos de Dios, venimos de Dios y a Él vamos a retornar. Nuestro trabajo a
realizar en la vida también parece claro, estamos aquí para recordar el camino
de vuelta a casa.
Escribía Brian Weiss: “El alma no
tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos
seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado, y
para volver a casa tenemos que recordar el camino”.
Vamos a tratar de recordar cuál es el
camino, camino que ya estamos recorriendo con más o menos acierto, con más o
menos velocidad, pero ya estamos en él, no vamos a tener que hacer ningún
esfuerzo para acelerar el ritmo y para ir de frente, y mucho menos ahora que ya
sabemos que caminamos de la mano de Dios.
En algún momento de la Creación se
originan las Mónadas o unidades de conciencia. Las Mónadas son como Chispas de
Fuego Supremo, como fragmentos divinos, como fragmentos de vida divina
separada, como entidad individual.
Las Mónadas, en el momento de la
Creación son omniscientes, (capacidad de saberlo todo), y omnipresentes,
(capacidad de estar en todas partes simultáneamente), pero únicamente lo son en
el plano en el que fueron creadas, ya que en todos los demás planos son
inconscientes e insensibles, incluido el plano físico, por lo que no son
capaces de responder a todas las vibraciones divinas del Universo.
Desde el plano físico en el que
estamos hasta el plano donde están las Mónadas hay otros siete. En total nueve.
Para poder ser sensibles en todos los
planos, en todos omniscientes, en todos omnipresentes, las Mónadas han de
manifestarse en esos planos, de ahí que todo el proceso de la evolución del
“Yo” individual es una actividad escogida por las Mónadas mismas. Estamos en
los mundos de la materia, porque hemos querido vivir.
Este impulso divino, buscando siempre
la más amplia manifestación de vida, es perceptible en toda la naturaleza y se
le denomina la voluntad de vivir. Aparece en la semilla al asomar su brote
hacia la luz y en el capullo rompiendo su prisión y expandiéndose a la claridad
del sol.
Las Mónadas comienzan su descenso a
la materia, irradiando sus rayos de vida, ya que las Mónadas siempre permanecen
en el plano donde fueron creadas, “en el seno del Padre”, siendo sus rayos de
vida los que llegan al océano de la materia, apropiándose allí de los
materiales necesarios para su evolución en los planos inferiores.
A ese conjunto se le llama Triada
Superior,Alma Superior, Yo Superior u
Hombre Celestial, entre otras; y es de naturaleza idéntica a la de la Mónada
aunque con una fuerza menor por los velos de materia que la envuelven. Este
Alma Superior reside en un plano que es conocido como el plano causal, y no se
mueve de ahí mientras duran todas las encarnaciones del ser. Y es desde aquí,
que el Alma Superior lanza también sus rayos de vida hasta la materia para
formar lo que se denomina alma encarnada.
En el séptimo mes, el alma encarnada
se localiza en el feto, y su localización está en el duodécimo chakra en las
filosofías o técnicas que trabajan con once chakras mayores, o en el octavo
chakra en las filosofías que trabajan con siete chakras mayores. En cualquier
caso, le llamemos octavo o duodécimo, este se encuentra atreinta centímetros por encima de la cabeza.
El octavo o duodécimo chakra parece
una estrella dorada. Se le llama, en algunas tradiciones, “Estrella del alma”.
Cuando una persona madura espiritualmente, la estrella dorada evoluciona a una
perla dorada, a una bola dorada, a un brote dorado o a una llama dorada. En la
terminología cristiana, esto es lo que se llama el “Fuego de Pentecostés”. Si
el practicante aún evoluciona más, el brote dorado literalmente florece y se
abre hacia arriba como una pequeña flor de loto dorada.
Desde este chakra, el alma encarnada,
irradia hacia fuera, formando “el aura del alma”, o “energía del alma”.
Así como el cuerpo etérico penetra el
cuerpo físico, y está dentro y fuera del cuerpo físico, así mismo, la esencia
del alma penetra el cuerpo físico, yendo más allá de este. Por eso, el cuerpo
físico está realmente dentro del alma y no el alma dentro del cuerpo físico.
Los cuerpos físico, energético,
astral y mental inferior se hallan todos dentro del alma encarnada. Por lo
tanto, podemos definir a la persona como un alma con un cuerpo físico y otros
cuerpos sutiles.
Resumiendo: La Chispa Divina, que es
Creación de Dios proyecta una porción de sí misma y se manifiesta en el plano
causal, como el Alma Superior. El Alma Superior extiende y proyecta una porción
de sí misma manifestándose como el alma encarnada.
¿Por qué no somos conscientes de
esto?: Porque nuestra mente está entrenada para las cuestiones materiales, pero
no para las espirituales, (en preciso aclarar que el término espiritual se
refiere a los temas del alma, no a los temas de las religiones). Si cuando
somos pequeños en vez de enseñarnos que hemos de estudiar para ser ingenieros y
tener mucho dinero, nos enseñaran a amar para unirnos a Dios, toda nuestra vida
sería completamente distinta, porque distintas serian nuestras creencias,
distintas nuestras convicciones y distinta nuestra manera de pensar y actuar.
Alno ser conscientes de nuestra divinidad, no tenemos contacto con nuestra
alma, por lo que el octavo o duodécimo chakra, el chakra del alma está
completamente cerrado, y no lo va a abrir ningún chaman, sólo se va a abrir
cuando se toma contacto con él, será entonces cuando comience el auténtico y
verdadero trabajo para el que hemos decidido venir a la materia. No estamos
aquí para ser ingenieros, no estamos aquí para tener una suculenta cuenta
corriente, no estamos aquí para casarnos y tener hijos, no. Estamos aquí para
unirnos al alma, nada más.
Nada puede apartar de Dios al
espíritu humano. Por lo tanto, el primer trabajo es entendernos a nosotros
mismos, y convertirnos en seres espirituales. Un ser espiritual es aquel que
estando en el mundo, entiende que hay una razón de su estancia aquí, que esa razón
es la unión con Dios y que para esa unión necesita vivir desde su alma.
En nuestra evolución vamos todos
juntos, vamos de la mano aunque no lo parezca. No se trata de “unos ganan y
otros pierden”, no, se trata de “ganamos todos o no ganamos ninguno”, se trata
de “si yo gano, tu ganas”, se trata de “si yo pierdo, tu pierdes”. No escondas
información, no juzgues quien está preparado y quien no lo está. Tú da la
información, ayuda, colabora, que cada uno ya recogerá lo que esté preparado
para recoger, es decisión de su alma, no tuya. No creas que vas a perder poder, antes al contrario, serás más poderoso porque estarás más cerca de Dios.
Son
múltiples los factores que inciden en el carácter, en el crecimiento, en el
desarrollo y en el aprendizaje de los niños.
El primer
factor es totalmente elegido por el alma que va a encarnar, él decide junto con
los seres que planifican su vida cual va a ser la cantidad de Karma que va a
llevar a la vida para su tratamiento, él decide el lugar de nacimiento, él
decide los padres, (junto a ellos), él decide cual va a ser su misión
principal, así como cual va a ser la base de su carácter para desarrollar todo
el trabajo planificado en su libreto de vida.
El segundo
factor es genético, también elegido. El alma que va a nacer ya eligió a sus
padres por su material genético, y eso es lo que se va a encontrar cuando tome
posesión del cuerpo. Es importante la herencia genética, pero no determinante.
Todos sabemos por experiencia propia o ajena, que nunca son iguales dos
hermanos nacidos de los mismos padres.
El tercer
factor es la enseñanza. Enseñanza cuya libro principal no contiene ni letras ni
imágenes, tiene vida: es el ejemplo. El ejemplo que el niño va recibiendo por
el comportamiento de sus padres y educadores es la asignatura más importante en
la educación de un niño. Hay que tener en cuenta que las acciones de los padres
para con sus hijos son “palabra de Dios”. Aquello que hacen y dicen los padres,
para el niño, es el ejemplo a seguir, porque si lo hacen sus padres “tiene que
ser bueno”.
Y existe un
cuarto factor que es el propio carácter y estado emocional de los padres, al
que los hijos tienen un acceso total a través del campo energético. Quiero
centrarme en este cuarto factor.
Ninguno de estos factores por si solo
es determinante, aunque si tenga alguno de ellos más preponderancia que otros
en según el tipo de trabajo a realizar por cada alma. Y aunque todos los
factores en conjunto son los que determinan el carácter y la forma de ser y de
actuar del niño, la energía en la que convive el niño juega un papel muy
importante para su desarrollo.
Quiero pensar que también tal
circunstancia ha sido elegida ya que en la planificación de una vida no se deja
nada al azar, lo que desde luego ya no conocemos es la razón por la que se ha
elegido a unos padres con determinados caracteres y estados emocionales. Aunque
hemos de tener en cuenta que todos estamos interconectados y que alguna de las
misiones del niño bien pudiera ser ayudar a sus padres en su propio
crecimiento.
Es de todos conocido que somos
energía, una más densa y pesada que se ve: el cuerpo, y otra mucho más sutil
que no se ve, y que es lo que todo el mundo, hasta los que no saben de energía
conocen: el aura.
Ese aura que envuelve al cuerpo
físico, no lo envuelve a cinco centímetros del cuerpo, es más extensa, más o
menos extensa, en función del desarrollo de la persona, pero sea grande o
pequeño ese desarrollo, la energía sobresale de la persona y cualquiera que
conviva con esa persona está prácticamente todo el tiempo, dentro de su aura,
dentro de su campo energético.
Todos estamos dentro del campo
energético de los que conviven con nosotros, hasta tenemos un aura de pareja o
de familia en común.
Esa energía que nos envuelva es lo
que nosotros somos: La persona que siente ansiedad, la siente porque así es su
energía y está en su aura, y lo mismo la que siente miedo, o es iracunda, o
engaña, o etc., etc. Por lo tanto los que están alrededor sentirán la ansiedad
del ansioso, el miedo del miedoso, el rencor del rencoroso, la alegría del que
es feliz o la tristeza del que sufre. Pero en un 99,9% de los casos la persona
no sabrá porque sin razón aparente siente ansiedad, miedo, rencor, tristeza o
alegría.
No se sabrá conscientemente la razón
de la emoción que aparece, pero inconscientemente la persona va a reaccionar
ante ese estímulo. Un ejemplo claro: Al cabo de un rato de estar en unos
grandes almacenes una persona sensible, ante tal cumulo de energía de tanta
gente, (muchísimos con problemas emocionales), empieza a sentirse mal, crispado
o nervioso, y necesita salir. Pues con el niño pasa lo mismo, en grado
superlativo, ya que la energía le está afectando permanentemente, por poner un
ejemplo: si un niño tiene unos padres estresados, el niño estará estresado.
El niño no solo va a reaccionar
inconscientemente a eso que está recibiendo y que además es con lo que convive,
sino que además puede su campo energético absorber también ese tipo de energía,
con lo que la ansiedad, o el miedo, o la rabia o la alegría empezarán a ser el
motor de su vida.
Últimamente estoy trabajando con
niños, a veces creo que son demasiados, pero, está bien, todo tiene una razón de
ser, y es claro que el problema de tres de cada cuatro niños, tiene que ver con
sus padres. Los padres, lógicamente, tampoco son conscientes de esto, prueba
evidente es que los traen a terapia o a yoga para que sus hijos cambien. Pero
el mayor cambio se ha de dar en el hogar.
Los adultos nos hemos acostumbrado a
nosotros mismos e incluso decimos sin pudor: “Yo soy así, muy nervioso”, o “La
ansiedad me está matando”, o “Este mes no llegamos al día treinta”, o “Ya está
tu padre echando las culpas a los demás”, etc., etc. Todo esto es energía, y es
energía que estamos exportando hacia el mundo, sobre todo a nuestro mundo, al
mundo de los niños, y no hace falta que estén presenten para escucharlo o no,
la energía de la ansiedad, de la carencia, de la intolerancia o del estrés, está
en el ambiente, porque está en el aura de sus padres, y ese va a ser el
alimento del niño cuando llegue del colegio, un día tras otro, mañana, tarde y
noche.
Modificando la energía se modifica el
carácter, y esa modificación de la energía, es decir, la limpieza de la energía
enferma y la energización con energía sana se puede conseguir con alguna de las
terapias energéticas que existen, que se llamen como se llamen, todas hacen lo
mismo, limpian y energizan, o se puede conseguir también, más lentamente,
haciendo yoga y meditando. Pero si no se modifica el ambiente cambiando su
energía las personas que rodean al niño, todo volverá a ser como antes en no
mucho tiempo.
Por lo tanto, es bueno que los padres
sean conscientes de cómo son ellos, mental y emocionalmente, ya que eso que
ellos son está afectando a sus hijos. Y los niños no sólo no tienen los
recursos de los mayores para gestionar sus problemas emocionales, sino que
además están para satisfacer los caprichos de sus progenitores, que le pueden
exigir ciertos comportamientos al niño, sin tener idea de cómo se encuentra su
hijo emocionalmente.
Todos los niños deberían aprender
desde pequeños a meditar y a entrar dentro de ellos, para encontrar la paz que
necesitarán no solo de adultos, sino que también necesitan ahora en su niñez. Y
los padres, en vez de quejarse, e incluso antes de llevar a sus hijos a
terapias, ya sean alternativas o no, sería bueno que también hicieran un
trabajo serio de introspección para buscar similitudes con lo que le sucede a
su hijo. Posiblemente, si son honestos consigo mismos, se sorprenderán al
encontrar dentro de sí mismos el problema de su hijo, corregido y
aumentado.A partir de ahí, verán claro
que la terapia es para ambos, el adulto para modificar su carácter y el niño
para construirlo.
Si cuando somos pequeños en vez de
enseñarnos que hemos de estudiar para ser ingenieros y tener mucho dinero, nos
enseñaran a amar para unirnos a Dios, toda nuestra vida sería completamente
distinta, porque distintas serian nuestras creencias, distintas nuestras
convicciones y distinta nuestra manera de pensar y actuar.
No nos
decimos seres humanos por casualidad. Las dos palabras “Ser” y “Humano”,
expresan la dualidad que somos. El “Ser” se refiere al espíritu, al alma, a la
parte intangible, a lo que no se ve; y el “Humano” se refiere al cuerpo, a esa
cosa tan visible y tan pesada con lo que nos identificamos. Por lo tanto el ser
humano está compuesto de un alma y un cuerpo. Esto es algo que repetimos con
frecuencia, parece de sobra conocido, pero si escarbamos dentro de nosotros, es
posible que surjan dudas con respecto a la existencia del alma, y todo porque vivimos
en una sociedad tan tecnificada que todo debe de ser visto, debe de ser probado
y comprobado, y el alma, cada vez que se ha diseccionado un cuerpo, no se ha
encontrado en ninguna parte.
El cuerpo ya
sabemos cómo se fabrica, en una noche de amor, o desamor, nunca se sabe, un
espermatozoide más vivo que los demás tiene su fiesta particular con un ovulo
en su etapa fecunda, y esa fiesta da como resultado la masa de carne y huesos
que somos nosotros. Primero bebés encantadores, después adolescentes rebeldes,
un poco más tarde adultos más o menos responsables, más adelante ancianos más o
menos cascarrabias, para terminar nuevamente en nada, en polvo esparcido por el
viento.
El tiempo de
duración del cuerpo es muy corto, una vida pasa en un suspiro, sin embargo, son
muchas las cosas que podríamos hacer en la vida si fuéramos conscientes de
ella, pero no lo somos. Un tercio de nuestra vida la pasamos durmiendo, es
necesario, el cuerpo tiene que dormir, es su momento de recuperación, pero los
otros dos tercios de vida, en los que se supone que estamos despiertos, tampoco
lo estamos. Estamos con los ojos abiertos y nos movemos, y hablamos, y
trabajamos, y comemos, y sufrimos, y sufrimos, y sufrimos, y seguimos sufriendo
y nos preocupamos y le damos vueltas a las cosas en nuestra mente una y otra, y
otra y un millón de veces. Por eso se repite el sufrimiento, porque sufrimos
con el hecho y con los recordatorios añadidos. Y durante esos dos tercios de
vida, en los que soñamos que estamos despiertos porque sufrimos y hacemos todas
esas cosas, no lo estamos, también permanecemos adormecidos, sin ser
conscientes de que estamos despiertos, de que estamos viviendo, así que es como
si durmiéramos, casi como si estuviéramos muertos. ¡Que poco se aprovecha de
cada vida!
Ya volveremos sobre la vida, ya que
es de lo que tratan todas estas entradas que caminan hacia Dios.
Vayamos al “Ser”, ¿Cómo se fabrica?,
¿Cómo se fabrica el alma? Antes voy a
contar un cuento que me encanta, siempre lo cuento cuando trato de explicar el
nacimiento del alma.
El cuento,
que se titula “Las gotas”, es de la autoría de Edgar Allan García, y pertenece
a su libro Torre de Papel.
La ola realizó un extraño balanceo
interior, se irguió cuajada de espuma sobre la superficie y con la oportuna
ayuda del viento, un puñado de gotas escapo de su cresta y empezó a volar sobre
la superficie del océano.
Miles, tal vez millones de pequeñas
gotas giraban, flotaban, danzaban en el espacio antes de caer nuevamente sobre
el mar. Una de ellas miro a su alrededor y pensó: “Esa gota de allá es bastante
flaca, la de más acá es en cambio demasiado gorda, esa parece muy brillante
pero pequeña, insignificante, esa otra es un tanto opaca, como si estuviera
sucia…” y así siguió y siguió describiendo todo lo que alcanzaba a ver durante
ese breve segundo que ella ahora llamaba “toda una vida”.
Más tarde se disgusto con una gota
que, según ella, le hacia sombra y se hizo amiga de otra que a su parecer era
como ella. Con el “tiempo” empezó a detestar a unas, y a querer a otras, y en
igual medida a temer, admirar, despreciar, seducir, compadecer, o apartarse de
otras que eran “odiosas”, “amables”, “inteligentes”, “feas”, “agresivas”,
“hermosas”, “hipócritas”, “geniales”, “oscuras”, “triunfadoras”, “vacías”,
“positivas”. “traicioneras”, “generosas”, “santas” o “destructivas”, según su
particular forma de verlas.
En una ocasión chocó suavemente con
una de ellas y en ese encuentro algo cambió, se miró en la otra gota y se
reconoció a sí misma: “Eres mi gota gemela”, exclamo emocionada, y sucedió que
de ese choque brotaron gotas más pequeñas a las que llamo gotas hijas. En
verdad pensó, soy capaz de dar vida. Más tarde trazó un círculo y dijo: “Todas
las gotas que están dentro del círculo son mi familia y mis amigas, las que
están fuera son mis enemigas o gotas poco confiables”. A las primeras las amó y
respetó, a las segundas, las rechazó y temió. Con la seguridad de tener bien
delimitado su mundo, sonrió satisfecha al tiempo que seguía su caía inevitable.
En los últimos instantes, en una
millonésima de segundo antes de tocar la superficie del océano, la gota se dio
cuenta de algo, pero no supo expresar lo que sentía. Era un sentimiento
inmenso, poderoso; algo que la llenaba por completo, pero que al mismo tiempo
la dejaba vacía, una especie de destello que borraba todo lo demás, parecido a
lo que por unos instantes había sentido con esa gota con la que una vez había
chocado suavemente y en la que se había reconocido, pero ya era demasiado
tarde: la gota cayó finalmente al océano.
Tan pronto como tomo contacto con el
agua, se dio cuenta de algo maravilloso: en realidad ella no era una gota, no,
su nombre era….., su nombre era “Océano”. Más aún, sus límites no eran
diminutos, como había creído, sino gigantescos. Una parte de ella, eran olas
pequeñas en las que se bañaban los niños y niñas de una playa de África; otra
parte llevaba, como si fuera una caja de fósforos, a un barco carguero; otra
parte se levantaba poderosa mientras subía y era cabalgada por un huracán en el
Caribe; otra tocaba las gélidas costas de la Antártica, otra las costas de Oceanía;
otra se agitaba inquieta en el estrecho de Bering,de pronto descubrió su enormidad y poder sin
límites, “Mi nombre es Océano”, dijo emocionada, “¡Océano!”.
No duró mucho su emoción, pues una
ola la levantó sobre la superficie del agua y con el soplo de la brisa marina,
se convirtió otra vez en una gota que giraba y flotaba. Olvidando todo lo
anterior, se volteó y dijo: “El mundo está lleno de gotas, hay flacas como la
de allá, gordas como la de acá, brillantes como esa, opaca como aquella
que...en esas estaba cuando vio una gota junto a ella; en apariencia era como
todas las demás, pero había un algo que le atraía de forma inevitable.
Su mirada era diferente, su forma de
estar, de girar y de ondular al compás de la brisa era extraña, única. No podía
dejar de mirarla, era como si danzara al mismo tiempo que estaba quieta, era
como si hablara a la vez que permanecía en silencio, y cuando giraba una luz
dorada la iluminaba y ella, no sabía cómo, empezaba a parpadear de manera
hipnótica.
Al fin, rompiendo esa mezcla de temor
y reverencia por aquella gota extraña, le dijo: “¿Quién eres?”, la gota la miró
con dulzura y contesto: “Soy tú”. Se sorprendió de semejante respuesta. ¿Cómo
era posible eso?, ¿Se trataba de una adivinanza tal vez? ¿Era acaso un misterio
insondable?, ¿Una broma quizá? Se la quedo mirando sin atreverse a decir nada.
“Mírate”, le dijo entonces la gota,
“Mírate hacia dentro y verás que tengo razón”. La gota siguió sin entender. “Cierra
los ojos”, insistió, “Escucha tu silencio interior, déjate ir”. “No puedo”, se
rebeló la gota, “¿Cómo puedo cerrar los ojos cuando hay tanto que ver?, ¿Cómo
puedo sumergirme en el silencio cuando hay tanto que oír? “Tus ojos te engañan.
Tus oídos también”, dijo entonces la gota brillante. “No, dijo la gota retrocediendo,
aléjate, por un momento creí que eras, no sé, especial, pero ahora veo que estás
loca”. “Claro que sí” dijo la gota brillante, “Loca para tu exterior, pero
cuerda para tu interior. Una parte de ti sabe que tengo razón, la otra lo niega”.
La gota dio un salto hacia atrás,
aprovechando una leve ondulación de la brisa marina. “Aléjate”, gritó, “Aléjate
o te denunciare con las otras, les diré que estás loca, que eres una amenaza,
que debemos deshacernos de ti”. “Puedes hacerlo si quieres”,-contesto con
tranquilidad la gota brillante, “Pero por más que me alejes siempre estaré
contigo, porque soy tú, porque soy todas las gotas y mucho más de lo que
imaginas. Algún día comprenderás lo que he querido decir”, agrego “Algún día,
cuando otra ola te levante sobre el océano y saltes a lo que llamas “vida”, una
memoria escondida te asaltará, algo brotará desde adentro como un rayo de luz y
recordaras, aunque sea de manera nebulosa, algo de lo que en verdad eres”.
Entonces, dando un giro increíble se
alejó. El destello de esa gota la dejó afectada durante un “largo” tiempo. Con
frecuencia pensaba o soñaba con ella, y hubo un tiempo en que ya no sabía que
sentir, si temor o amor, y sucedió que una fracción de segundo antes de caer
otra vez en el océano se dio cuenta, sí, se dio cuenta con claridad de lo que
había querido decirle aquella gota extraña, pero ya era tarde.
Cuando tocó nuevamente el agua de
mar, se estiró todo lo que pudo, sintió sus olas en todas las costas del mundo
y volvió a sentirse océano enorme y poderoso. Rogó para que en la próxima
ocasión en que una ola la levantara sobre la superficie del agua y la lanzara
al aire de nuevo, no olvidara lo que en verdad era.
Y así fue: dos o tres olas más tarde,
pudo verse a sí misma como una gota-océano flotando, girando, danzando entre
millones de gotas aparentemente distintas. Sintió una felicidad enorme, ya que
al fin se acordaba de que había dejado de estar dividida entre la ignorancia y
la sabiduría, entre la pequeñez y la grandeza, entre la apariencia y la
esencia.
Una gota que la vio brillando con una
luz especial, le pregunto intrigada: “¿Quién eres?”, y ella contesto con
tranquilidad: “Yo soy tú, yo soy océano, yo soy infinito”. La gota que
escuchaba frunció el ceño.
Hasta aquí el cuento.
El Océano es la Energía Divina, cada
ola es un alma.
La vida en la Tierra es solamente temporal, sin embargo, algunos viven
como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices en cada
momento de su vida, es posible que lo dejen para más adelante, para cuando
consigan la nueva casa, el nuevo trabajo, la nueva pareja, o el nuevo auto.
Olvidan que el valor de las cosas no está ni en el precio ni en el tiempo que duran, sino en la
intensidad con que se viven. Por eso existen momentos inolvidables, hechos
inexplicables y personas incomparables. ¡Vive cada momento!, ¡Se consciente de
los hechos, sin más!, y ¡Disfruta de las personas!, porque sino no tendrás
tiempo, el momento pasa, el hecho no se repite y las personas desaparecen.
El mayor problema con el que nos
encontramos los seres humanos al llegar a la vida es, sin ninguna duda, la
falta de conocimiento: No sabemos de dónde venimos, no sabemos adónde vamos, no
sabemos que hemos venido a hacer aquí,y
por no saber, ni tan siquiera sabemos lo que somos.
Esta falta
de conocimiento no sería problema, si aquellos que nos entrenan para nuestra
vida de adultos estuvieran en posesión de él y nos lo enseñaran, pero no es
tal. Nuestros padres y educadores tampoco saben ni lo que son, ni de dónde
vienen, ni adonde van, ni que han venido a hacer aquí y, lógicamente, la enseñanza
que imparten para nuestro crecimiento, a pesar de su buena voluntad, es lo poco
que ellos saben, es lo que a ellos les han enseñado y eso es pura y llanamente
una pequeña porción, menos de lo mínimamente imprescindible, para poder
sobrellevar nuestra vida física, con más o menos dignidad.
La enseñanza
que recibimos es para el desarrollo de la vida física y material, pero no
recibimos ninguna enseñanza para el desarrollo y control de nuestras emociones,
no nos enseñan a amar, no nos enseñan a valorar y a respetar al resto de seres
humanos, y ni tan siquiera recibimos las herramientas necesarias para hacer
frente a tantos y tantos conflictos emocionales con los que nos vamos a
encontrar a lo largo y ancho de nuestra vida.
El resultado de nuestra educación y
de nuestra enseñanza, está a la vista, es de sobra conocido por todos, es ni
más ni menos, que el reflejo de la misma sociedad de la que formamos parte, y
nuestra sociedad está enferma, corrompida y carente de valores, es una sociedad
materialista cuya bandera es el dinero, una sociedad en la que prima la
apariencia: una buena figura, una cara tersa y sin arrugas, una casa rodeada de
jardín, el auto último modelo, el celular y la tablet de última generación, los
del norte mirando por encima del hombro a los del sur, los blancos creyéndose
superiores a los negros, los hombres tratando de dominar a las mujeres, los
magnates del mundo capitalista esclavizando y explotando a los integrantes del
tercer mundo, intolerantes con el diferente, juzgando los unos a los otros, haciendo
del engaño el “modus operandi”, desconociendo que es el respeto, viendo pasar
por delante de la puerta el hambre y la miseria sin ningún tipo de compasión, y
además engañados, manipulados y distraídos por nuestros dirigentes políticos y
religiosos, con la basura de la tele, o con el futbol, o con las procesiones, o
despertando en nosotros un ridículo y patético sentido de patriotismo, a través
de la bandera, de la comida del país o de la hazaña de algún compatriota, y por
si eso fuera poco, también atemorizados por horrendos castigos para aquellos
que mueran en pecado.
¡Pobre ser humano!, con este panorama,
son auténticos héroes todos los que deciden, o mejor decidimos, nacer a este
lado de la vida, sin nadie que nos enseñe, engañados y vilipendiados por los
que tendrían que velar por nosotros, hemos de acercarnos solos a ese
conocimiento, buscando algo que alivie nuestros dolores, buscando algo que
apague la sed de conocimiento, la sed de Amor, la sed de Dios.
Y en el fragor de alguna de las
batallas de la vida, en mitad de un duelo, de una enfermedad o de una depresión,
encontramosalgo o a alguien que nos insinúa
que la vida no es lo que estamos viviendo, que esto que vivimos sólo es una
ilusión, que somos mucho más grandes que el cuerpo que nos alberga, y que
tenemos una misión, que no pasa, en absoluto, por ganar más dinero, ni por
tener más poder, sino que se trata de todo lo contrario, de ayudar, de
acompañar, de compartir, de respetar, de amar. Y si teníamos poco, por el
momento dolorosa en el estábamos viviendo, se añade la duda, ¿Será verdad?, ¿Cuál
será esa misión?, ¿Cómo seré de grande?, ¿Dónde puedo conocer todo esto? Y así
se inicia una búsqueda que es posible que dure el resto de la vida, y de
próximas vidas, y se comience a transitar por un camino, que en un principio creíamos
desconocido, pero que según lo transitamos nos sentimos “como en casa”. Sin saberlo
vamos al encuentro de Dios.
Los caminos por los que se inicia la
búsqueda son tantos como personas lo inician y tan diferentes como las personas
que lo transitan. Pero lo importante no es que o a quien se van a encontrar al
final del camino, lo importante es el camino en sí mismo, porque al final del
camino está Dios, pero también lo está en cada milímetro del recorrido, y lo
está porque Dios es el Camino.