El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 3 de septiembre de 2015

¿Derechos humanos?


            El mero hecho de estar vivo no significa que se sepa vivir. De la misma manera que no se sabe nadar, si nadie te ha enseñado, solo por estar sumergido en el agua.
            El problema con la vida es que nadie nos enseña realmente lo que significa vivir y cuál es la razón de la vida. La enseñanza que recibimos de la vida es justo lo contrario de lo que es, no solo necesario, sino imprescindible para vivir una vida digna y feliz.
            La culminación de la enseñanza que recibimos  es la situación en la que hemos puesto a millones de personas en el mundo, despojados de su dignidad, expulsados de sus casas, empujados a la muerte, tal como nos muestran las imágenes de los niños que han muerto ahogados a las costas de la riqueza y del despilfarro, mientras los dirigentes con la panza llena discuten si tu te llevas cinco y yo me llevo seis, mientras sus policías les impiden, como si de animales apestosos se tratara, el paso hacia algún lugar, cualquier lugar, en el que al menos puedan dormir sin la amenaza de las bombas aunque sea teniendo como único techo las estrellas.
 
            Y digo que hemos puesto, porque todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad por colocar con nuestro voto en la dirección de nuestros países a corruptos y medradores sin entrañas, que se pelean entre ellos por un centímetro de tierra o una estrella de más en un trapo, de la misma manera que somos responsables al entrar en las iglesias dirigidas por hampones del miedo, que en lugar de aterrorizar a sus fieles deberían colocar sus edificios y sus riquezas al servicio de toda esta pobre gente.
            Y mientras tanto, los únicos que demuestran un poco de humanidad que son los movimientos ciudadanos, que están tratando de ofrecer inútilmente sus domicilios para acoger a algunos de ellos. Pero también es imposible porque no pueden llegar a ellos, y seguro que antes tienen que inventarse un impuesto para seguir engordando las barrigas de los dirigentes.
            ¡Basta ya!, ¡Hasta cuándo vamos a permitir que los delincuentes con hábitos y con corbata nos maltraten con nuestra aquiescencia! 
La primera de todas nuestras asignaturas, antes incluso que aprender a leer y a escribir, tendría que ser aprender a amar. Con esta asignatura aprobada se acababan las guerras y los delincuentes que las provocan.
Aunque parezca que podemos hacer poco, es mucho lo que podemos hacer. Ni un solo voto más a todos los que hoy día en vez de estar trabajando para acabar con las guerras las están defendiendo o financiando, ni un solo voto más a los que colocan una alambrada o un policía delante de esta pobre gente, ni un solo voto más a los que están tratando de mantener su poltrona en lugar de sentar en ella a los miles de niños que duermen en la calle, ni un solo voto más a los que luchan por defender un trapo que llaman bandera en lugar de arropar con ella a los que caminan descalzos y desarrapados, ni un solo voto más a los que se pelean por un centímetro de tierra en lugar de construir en ella viviendas para tanto desplazado.
El niño muerto en la playa es tu hermano, imaginate que es tu hijo; el padre desesperado que no tiene con que alimentar a sus hijos es tu hermano, imaginate a tí; las personas enterradas debajo de los escombros son tus hermanos, imaginate a tu familia.
Ellos con su muerte están dejando en evidencia al mundo capitalista, al mundo democrático, al primer mundo, al mundo que se llena la boca hablando de derechos humanos, ¿Qué derechos?, ¿De qué humanos hablan?
 
 

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