El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 9 de febrero de 2016

Pensamientos a través del tiempo

         Con mucha, o mejor, con demasiada frecuencia nos encontramos atados al tiempo: “Se me hace tarde”, “Mañana vamos a realizar el…”, “Las Navidades pasadas”, “Las próximas vacaciones….”, “Nos vemos en una hora”.

          Pero ¿Qué es el tiempo? Los estudiosos lo definen como una magnitud de carácter físico que se emplea para realizar la medición de lo que dura algo que es susceptible de cambio, o también como una dimensión física que representa la sucesión de estados por los que pasa la materia.

         Parece claro. Sin embargo, basándome en la propia experiencia, la sensación de duración del paso del tiempo, de “mi tiempo”,  parece fluctuar en función de mi propio estado emocional, y es claro que hace variar mi conciencia  de apreciación del tiempo. Cuando me encuentro bien, a gusto, enfrascado en la realización de una actividad que me apasiona, el tiempo se encoge, se reduce, pasa rápido; mientras que si la actividad es un tedio, el tiempo se alarga indefinidamente y no termina de pasar.



         Y por la noche, cuando no está de vigilia la conciencia, la apreciación personal es de no tiempo, porque tampoco está el “yo” para apreciar nada, está descansando. Todo lo cual nos lleva a pensar que el tiempo es una apreciación del “yo”, por lo tanto si el “yo” no está presente, no hay tiempo. Si ya sé que el reloj sigue corriendo, pero a mí que más me da si “yo” no estoy presente.

         Toda nuestra vida es una apreciación personal, es la propia conciencia, es el propio “yo”. Cuando viajo al pasado hay nada, todo está en mi recuerdo, recuerdo un día, recuerdo una hora, recuerdo una situación, todo convenientemente filtrado por el arel de mis propias creencias; pero curiosamente para dos personas que han vivido el mismo pasado los recuerdos son diferentes, porque es la conciencia de cada uno. Cuando viajo al futuro me encuentro lo mismo: nada.

         Solo existe lo que llamamos tiempo cuando se da la conjunción del “yo” y del ahora. Aunque más que tiempo es el continuo de la materia. Pero si siempre estuviéramos en el ahora, (que es donde deberíamos estar), ¿Para qué el tiempo?, aparte de para fichar en el trabajo a la hora y cosas similares.

         Al otro lado de la vida, ni tan siquiera existe ese continuo de la materia, porque no hay materia. Para los que están al otro lado de la vida todo es ahora, pero no solo aquello que es ahora para los que estamos en la materia, sino lo que nosotros consideramos como pasado o como futuro. Para ellos todo es ahora, no existe ni el tiempo ni el continuo de la materia. (Tampoco lo necesitan, no tienen que fichar).

         Está claro que mientras estemos aquí, en la vida, no vamos a poder desligarnos completamente del tiempo o de ese continuo de la materia, pero sí que parece clara la relación “tiempo, materia”, lo cual nos lleva a la conclusión de que mientras más esclavos seamos del tiempo parece que permanecemos más atados a la materia. Lo cual no quiere decir que un impuntual sea un ser más elevado, no, solo es un ser más irrespetuoso, porque todavía estamos en la materia y para desligarnos de ella necesitamos cultivar todas las virtudes Divinas, y una de ellas es el respeto.

         Cuando consigamos avanzar en esas virtudes y podamos ir descontando, en lugar de sumar, el numero de encarnaciones, posiblemente necesitemos un secretario que nos vaya recordando los eventos a realizar, ya que entonces sí que estaremos realmente con “los pies en la Tierra y la cabeza en el Cielo”, y no existirá el tiempo cuando lleguemos a ese estado.

          

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