El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 26 de marzo de 2016

Aceptar: El pórtico de una vida feliz (I)

         Todo está bien. La vida es perfecta, es completa, es total, ni le sobra ni le falta nada; somos nosotros los que decidimos experimentarla en formas diferentes, y lo hacemos de múltiples maneras, pero sobre todo lo hacemos en la dualidad del “bien” y del “mal”.

         “Esto está bien”, “esto está mal”, y bajo ese prisma actuamos durante toda nuestra vida, y es esa visión la que determina como nos encontramos. Cuando “creamos” algo que calificamos como “bueno”, nos sentimos bien, somos felices, estamos alegres; pero cuando nuestra “creación” se  decanta por algo calificado como “malo” llega a nosotros el sufrimiento, la tristeza o el dolor.

         Entre este “bueno” y este “malo”, se pueden intercalar todos los estados imaginables. A fin de cuentas es nuestra propia creación, pero no dejará de ser la forma en que cada uno decide experimentar su propia vida, totalmente alejada de la realidad.



         Toda nuestra vida solo es fruto de nuestra propia creación. Es claro que no somos conscientes de ello, pero vivimos la vida que hemos decidido vivir, nuestras acciones de este momento están determinando nuestro mañana, y cuando recogemos el fruto de nuestras acciones, si ese fruto es de dolor, de desencuentros, de desengaños o de sufrimiento, en nuestra ceguera no somos capaces de comprender que sólo estamos recogiendo el fruto de nuestra siembra, de nuestro abono, del cuidado que hemos realizado de nuestras acciones en cada momento. Es como el labrador, recoge lo que siembra: No puede recoger melones si ha plantado zanahorias.

         Nuestra alma necesita vivir todas las experiencias, pero no es necesario que esas vivencias sean un sufrimiento continuo. Para eso la formula es aceptar, es vivir cada instante de la vida como si fuera el último, sin ningún condicionante, sin culpar a nadie de nada, sólo vivir ese instante, sólo estar; ni tan siquiera es necesario que investiguemos el por qué de la situación o de las acciones que nos han llevado hasta ese punto, sólo hay que aceptar el momento.

         Aceptar el momento no es resignarse, no es convivir con una pesada carga de sufrimiento. Aceptar es ser activos para conseguir la felicidad que es nuestro derecho de vida.

         Sólo así podremos comprobar que cuando parece que no hay esperanza aparecen apoyos o situaciones que nos llevan directamente a encontrar la salida de nuestro dolor, aparece la luz que nos va a permitir atravesar nuestra oscuridad. No son necesarios planteamientos del tipo “tengo que…..”, “debo de...…”, no es necesaria la idea de que necesitamos algo para cambiar la situación, porque esta cambia sola, y vamos a lograr cualquier cosa de manera instantánea en cualquier nivel de nuestra existencia, desde la cuestión más nimia hasta la más importante, porque no hay en la vida nada que sea más importante que nada, todo es sólo vida.


Continuará………………..


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