El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




domingo, 13 de marzo de 2016

¿Cómo sé que me amo? (y 2)

¿Cómo sé que me amo? es la continuación de ¿Por qué amarse a uno mismo?

No se puede amar a nadie si no nos amamos a nosotros mismos, ya que como decíamos en la entrada anterior para dar algo es imprescindible tenerlo, y para dar la energía del amor también, por lo tanto el primer paso es trabajar en nosotros, es aprender a amarnos.

¿Cómo hacerlo?

Sé tu mismo siempre, en cualquier circunstancia, ante cualquier situación, con independencia de quien está delante de ti. Cuando alguien se ama a sí mismo no tiene porque esconder nada, está satisfecho de sí mismo tal cómo es, por lo tanto no tiene que fingir ser quien no es y no tiene que ponerse ninguna máscara en función de la persona que tiene delante.


Ya sé que puedes pensar: “Si me presento tal cual soy, a veces, las personas pueden ofenderse, o no entenderme, o pueden forjarse una idea errónea sobre mí, o no valorarme en su justa medida. Además soy consciente de algunos aspectos de mi personalidad y de mi carácter que en según qué condiciones, es mejor que no salgan a la luz, Creo que lo más seguro es presentarme tal como le gusta a la persona con la que interactúo, y con mucha más razón si es una persona a la que quiero complacer o una persona de la que quiero conseguir algo. Sobre todo si no me cuesta excesivo trabajo, tengo practica en fingir ser quien no soy”.

Ese pensamiento es una prueba irrefutable de que no te amas. No te sientes satisfecho de ti, entregas tu poder al primero que llega presentándote ante él tal como a él le gusta, le estás engañando dando una imagen ficticia, y te estás engañando a ti, lo cual no te va a permitir evolucionar, vas a quedarte estancado en tu engaño ocultando tus carencias y divulgando tu mediocridad.  

Como inicio del trabajo conseguir ser consciente de tus máscaras, ya tiene algo bueno: Eres consciente de tus debilidades, eres consciente de tu carácter, eres consciente de tus limitaciones, eres consciente de tus malos hábitos.

La parte no tan buena es que una vez eres consciente de todo eso, en lugar de mejorarlo lo escondes. Así no vas a llegar a ningún sitio, y mucho menos a Dios, que es realmente tu destino aunque no seas consciente.

Has de conseguir desprenderte de cada una de tus máscaras, para interactuar en la vida tal cual eres sin esconderte detrás de nada. Por eso has de analizar cuando te escondes, por qué te escondes, para qué te escondes, y como es la actuación que realizas.

Las personas con las que te vas encontrando en la vida solo han sido colocadas por ti, en tu camino, precisamente para que seas consciente de ese defecto que traes de fabrica, para que seas consciente de la debilidad de tu carácter, para que seas consciente de la baja autoestima que sientes por ti, para que seas consciente de tus miedos, de tus malos hábitos, de tu pereza o tu falta de voluntad, para que seas consciente de tu falta de respeto y de tu falta de compasión, en suma, esas personas han pactado contigo en tu Plan de Vida ser un espejo donde aparezcan reflejadas tus debilidades, para que sea más fácil para ti subsanar todos esos “defectillos”, y empezar así a amarte para acumular la energía del amor con la que comenzar a entregársela a los demás.

Cuanto más seas tu mismo, sin máscaras, más cerca estarás de amarte a ti y de amar a los demás.

Carta de Albert Einstein a su hija Lieserl.
“Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo.
Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.
Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.
Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.
Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.
Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.
Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta!

Tu padre: Albert Einstein”


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