El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 6 de mayo de 2016

Caminando...., caminando hacia Dios (2 de 2)

¿Quiere decir que todos van a acceder a ese conocimiento? Si, con matices. Cualquiera que llegue a un nivel determinado de energía va a tener acceso a ese conocimiento, a esos dones, a esos regalos, a no ser que existan ciertas clausulas en su Plan de Vida que lo impidan, ya que el Plan de Vida es la auténtica hoja de ruta por la que se rige toda la vida en la materia.

Conozco una persona, que me permite contar sus vivencias en cuanto a los dones se refiere, pero no dar pistas sobre su identidad, y que desde que tiene uso de razón ha suspirado por ver la energía y por escuchar a los maestros, y que no ha conseguido, a pesar de que parece caminar con paso firme por el camino que conduce a Dios. Dice que tiene que conformarse con una intuición a la que escucha y sigue como si de la autentica palabra de Dios se tratara, y algo que define como clarisensibilidad, que es la base para realizar su trabajo de sanador, que es como le gusta definirse, pero nada más, a pesar incluso de realizar cursos y trabajos específicos para activar, al menos, la clarividencia. El dice: “Llegue a estar obsesionado, cuando veía a otras personas, con dotes de clarividencia o clariaudiencia a las que yo con mi desmedida soberbia, calificaba como no merecedores de esos dones”.


Su trabajo personal, sobre todo para eliminar su orgullo, y sus meditaciones, le fue serenando, y llegó así a la aceptación de que por alguna razón desconocida él no era merecedor de tales privilegios.

  “La razón desconocida”, cuenta, “era mi Plan de Vida. En Él aparece contemplado que voy a realizar mi camino de retorno a Dios y cumplir con mi misión, en solitario, sin ayuda, o al menos sin una ayuda tan evidente como la que tus guías te puedan prestar sobre como es el camino y los obstáculos con los que te puedes ir encontrando”.

“A cambio”, prosigue, “he aprendido a confiar plenamente en la intuición y a traducir las sensaciones de mi cuerpo físico. Y si bien no me hablan, en muchísimas ocasiones van poniendo pensamientos en mi mente, que yo sé que no son míos. Pensamientos necesarios para la realización de las terapias, aunque nunca para algún aspecto concreto de mi propia vida”.

Este es un magnífico ejemplo de que no hay dos vidas iguales, ni tan siquiera en el logro de algo que se encuentra al alcance de todos cuando llegan a cierto punto en su crecimiento. Es como el montañero que sabe que en lo alto de la montaña hay una fuente de agua clara, pura, limpia y cristalina, porque todos los que han llegado a la cima relatan que han bebido, y después de una ascensión a la cima de la montaña, más o menos penosa, encuentra que debido a las últimas lluvias, el agua de la fuente sale turbia.


No piensan los que se inician en el camino de retorno a Dios que van a conseguir este o aquel don, o al menos no deberían pensarlo. El objetivo del viaje, el objetivo de la vida, no es conseguir un don, es encontrarse con Dios. Por lo que los que se inician en el camino, cuando se encuentran con ese don, lo aceptan y siguen su camino sin darle importancia, ya que cuando han llegado a él, su alma ya sabe que puede sucederle eso, y aun más cosas, y por sabido no es sorprendente. No es el objetivo del camino conseguir un don, el objetivo es encontrarse con Dios. 

1 comentario:

  1. Es bonito a todos nos une el mismo deseo realizar al SER encontrarnos con Dios .Un abrazo .

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