El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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lunes, 11 de abril de 2016

Instrucciones para aprender a Amar (2 de 2)

         Todo lo que tenemos a nuestro alcance para iniciar la aventura de aprender a Amar como Dios nos Ama, es ese simulacro de amor que sentimos por los nuestros, y no necesitamos mucho más.

         Necesitamos  compromiso, porque para la realización de cualquier actividad en la vida es imprescindible asumir la obligación personal de implicarse para llevar esa actividad a buen término.

En este trabajo no hay nadie que te haga seguimiento, ni que te vaya examinando y poniendo nota para ver cómo y cuanto adelantas o para ver si necesitas refuerzo. Tú eres tu propio maestro, tu propio jefe, tu propio examinador y tu propio evaluador, y podrás engañar a cualquiera, pero no te puedes engañar a ti mismo y mucho menos a Dios.

         Necesitas observarte, necesitas paciencia, necesitas conocerte, necesitas enfrentarte a tus miedos, necesitas trabajar en silencio, sin alardear de nada porque el trabajo que vas a realizar es un trabajo entre tú y Dios.



         No te van a valer medias tintas porque te harán caer en el desánimo, ya que a diferencia de cualquier objetivo que se busca en la sociedad este no tiene premio material, ni el reconocimiento público que tanto nos agrada a los humanos.

         Necesitamos mantener la atención que es la que nos va a permitir ser conscientes de donde estamos, de hacia dónde queremos ir y de cuáles son los obstáculos con los que nos podemos encontrar en el camino.

         La atención es ese aspecto en el que tomamos conciencia de nuestra experiencia en el momento presente. Observar nuestros pensamientos, observar nuestras emociones, observar las distintas reacciones de nuestro cuerpo, y todo eso sin juzgar nada, sin calificarlo, sin ponerle nombre. Solo atención, solo presencia, solo estar, porque esto ya es Amor.

         Y sobre todo necesitamos practicar el amor que sentimos por los nuestros, para que un día, incluso sin ser conscientes de ello pase de ser un sentimiento, que es lo que nosotros sentimos, a ser una energía, que es lo que queremos dar.

         Practicar el amor es ponerte en los zapatos de quien tienes delante: de tus hijos, de tu pareja, de tus padres y de tus amigos. Deja a un lado tu propia creencia de cómo tienen que ser las cosas y como tienen que reaccionar ellos para ser dignos de tu amor y sencillamente amales, COMO A TI TE GUSTARÍA QUE TE AMARAN. Deja a un lado tus expectativas de que es lo que tienen que hacer, y de como tienen que reaccionar una vez que tú les has honrado con tu amor, y sencillamente cumple tus propias expectativas dándoles a ellos lo que tú esperas recibir, sin más. Se paciente como te gustaría que lo fueran contigo. Si tus hijos son pequeños, recuérdate cada segundo que no son adultos, que solo tienen cuatro, cinco, seis o equis años y posiblemente ni entiendan porque no tienen que tocar eso que tanto te enoja, explícaselo con paciencia, para que lo entienda un niño. A los adultos, colócate en su lugar, con la dificultad añadida de que no sabes cuál es el momento emocional por el que están pasando.

Acuérdate que eres tú quien está haciendo el trabajo para aprender a Amar, y lo estás haciendo por propia decisión, ellos no lo están haciendo, y posiblemente tarden en darse cuenta de que actúas con más caridad, con más respeto, con más comprensión, con más tolerancia, con más amabilidad, con más ternura, con más humildad y con más paciencia de lo habitual. Pero cuando sean conscientes de eso, o incluso antes, de manera inconsciente, van a reaccionar a lo que están recibiendo. Y lo que tú les estás dando es Amor. Energías iguales se atraen.

         Vas a caer muchas veces por un millón de razones que podrías justificar, no importa, no vas a justificar nada, levántate y sigue. Que cada caída sea un acicate, porque no se cae quien no camina, no se cae quien no arriesga.


Ya estás haciendo mucho, eres un valiente, te has puesto en camino. 


domingo, 7 de febrero de 2016

Esos locos bajitos (1)

Un bebé no es un diamante en bruto,
es un diamante parcialmente pulido
por el cincel de sus vidas anteriores.

Como voy a hablar de los hijos he aprovechado el titulo de la canción de Joan Manuel Serrat: Esos locos bajitos.

Ahora que sabemos que la pareja es la conjunción de dos almas que van al encuentro de Dios, nos falta saber qué pasa con los hijos. Aunque no es difícil de saber, antes al contrario, es muy fácil y no hace falta haber realizado másteres espirituales para saber que los bebés vienen a la vida para hacer lo mismo que hemos venido a hacer todos los demás, todos hemos sido bebés: Para aprender a amar, para volver a Dios, y como tienen también muchas vidas a sus espaldas para pagar su Karma pendiente o para recibir lo que les deben a ellos.


       
         Si los bebés fueran diamantes en bruto y sus padres ya supieran lo que están haciendo en la materia y fueran además conscientes de lo que supone traer un nuevo ser a la vida, sería magnífico para el bebé, ya que sería instruido desde la cuna en las cuestiones esenciales de las que trata la vida. Le dirían quien es, le hablarían de lo que ha dejado atrás, le aclararían que su cuerpo tiene fecha de caducidad y que esa caducidad es justamente la que le va a permitir volver a casa con una mochila más vacía de lo que estaba en su llegada a la vida, le enseñarían a ver a Dios en todo, en las plantas, en los animales, y sobre todo en las personas que le rodean, le amarían sin juzgarle, sin reprocharle, sin compararle, sin criticarle, sin coaccionarle, sin engañarle, sin chantajearle, le amarían con paciencia, con tolerancia, con comprensión, en definitiva le amarían, porque a fin de cuentas, el amor es eso, ya que si existe el juicio, si existen los reproches, si existen las comparaciones, si existe la crítica, sin existen las coacciones, si existe el engaño, si existe el chantaje, no se ama al hijo, se quiere otra cosa, se quiere esa otra cosa con la que se le compara.

         Pero ni el bebé es un diamante en bruto, ni sus papas tienen idea de lo que están haciendo en la vida, y mucho menos son conscientes de lo que supone traer un nuevo ser a la vida.

         Si la atracción espiritual es lo que unió a la pareja para cumplimentar el contrato de sus almas, para los hijos ya no existe atracción, es el designio de los tres, ya que en un tiempo antes de la vida acordaron el encuentro en la materia, para facilitar el crecimiento de los tres y acortar los tiempos de unión con Dios.

         Continuará……..