El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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lunes, 11 de abril de 2016

Instrucciones para aprender a Amar (2 de 2)

         Todo lo que tenemos a nuestro alcance para iniciar la aventura de aprender a Amar como Dios nos Ama, es ese simulacro de amor que sentimos por los nuestros, y no necesitamos mucho más.

         Necesitamos  compromiso, porque para la realización de cualquier actividad en la vida es imprescindible asumir la obligación personal de implicarse para llevar esa actividad a buen término.

En este trabajo no hay nadie que te haga seguimiento, ni que te vaya examinando y poniendo nota para ver cómo y cuanto adelantas o para ver si necesitas refuerzo. Tú eres tu propio maestro, tu propio jefe, tu propio examinador y tu propio evaluador, y podrás engañar a cualquiera, pero no te puedes engañar a ti mismo y mucho menos a Dios.

         Necesitas observarte, necesitas paciencia, necesitas conocerte, necesitas enfrentarte a tus miedos, necesitas trabajar en silencio, sin alardear de nada porque el trabajo que vas a realizar es un trabajo entre tú y Dios.



         No te van a valer medias tintas porque te harán caer en el desánimo, ya que a diferencia de cualquier objetivo que se busca en la sociedad este no tiene premio material, ni el reconocimiento público que tanto nos agrada a los humanos.

         Necesitamos mantener la atención que es la que nos va a permitir ser conscientes de donde estamos, de hacia dónde queremos ir y de cuáles son los obstáculos con los que nos podemos encontrar en el camino.

         La atención es ese aspecto en el que tomamos conciencia de nuestra experiencia en el momento presente. Observar nuestros pensamientos, observar nuestras emociones, observar las distintas reacciones de nuestro cuerpo, y todo eso sin juzgar nada, sin calificarlo, sin ponerle nombre. Solo atención, solo presencia, solo estar, porque esto ya es Amor.

         Y sobre todo necesitamos practicar el amor que sentimos por los nuestros, para que un día, incluso sin ser conscientes de ello pase de ser un sentimiento, que es lo que nosotros sentimos, a ser una energía, que es lo que queremos dar.

         Practicar el amor es ponerte en los zapatos de quien tienes delante: de tus hijos, de tu pareja, de tus padres y de tus amigos. Deja a un lado tu propia creencia de cómo tienen que ser las cosas y como tienen que reaccionar ellos para ser dignos de tu amor y sencillamente amales, COMO A TI TE GUSTARÍA QUE TE AMARAN. Deja a un lado tus expectativas de que es lo que tienen que hacer, y de como tienen que reaccionar una vez que tú les has honrado con tu amor, y sencillamente cumple tus propias expectativas dándoles a ellos lo que tú esperas recibir, sin más. Se paciente como te gustaría que lo fueran contigo. Si tus hijos son pequeños, recuérdate cada segundo que no son adultos, que solo tienen cuatro, cinco, seis o equis años y posiblemente ni entiendan porque no tienen que tocar eso que tanto te enoja, explícaselo con paciencia, para que lo entienda un niño. A los adultos, colócate en su lugar, con la dificultad añadida de que no sabes cuál es el momento emocional por el que están pasando.

Acuérdate que eres tú quien está haciendo el trabajo para aprender a Amar, y lo estás haciendo por propia decisión, ellos no lo están haciendo, y posiblemente tarden en darse cuenta de que actúas con más caridad, con más respeto, con más comprensión, con más tolerancia, con más amabilidad, con más ternura, con más humildad y con más paciencia de lo habitual. Pero cuando sean conscientes de eso, o incluso antes, de manera inconsciente, van a reaccionar a lo que están recibiendo. Y lo que tú les estás dando es Amor. Energías iguales se atraen.

         Vas a caer muchas veces por un millón de razones que podrías justificar, no importa, no vas a justificar nada, levántate y sigue. Que cada caída sea un acicate, porque no se cae quien no camina, no se cae quien no arriesga.


Ya estás haciendo mucho, eres un valiente, te has puesto en camino. 


viernes, 8 de mayo de 2015

Los niños, sus papas y la energía


            Son múltiples los factores que inciden en el carácter, en el crecimiento, en el desarrollo y en el aprendizaje de los niños.
            El primer factor es totalmente elegido por el alma que va a encarnar, él decide junto con los seres que planifican su vida cual va a ser la cantidad de Karma que va a llevar a la vida para su tratamiento, él decide el lugar de nacimiento, él decide los padres, (junto a ellos), él decide cual va a ser su misión principal, así como cual va a ser la base de su carácter para desarrollar todo el trabajo planificado en su libreto de vida.
            El segundo factor es genético, también elegido. El alma que va a nacer ya eligió a sus padres por su material genético, y eso es lo que se va a encontrar cuando tome posesión del cuerpo. Es importante la herencia genética, pero no determinante. Todos sabemos por experiencia propia o ajena, que nunca son iguales dos hermanos nacidos de los mismos padres.
            El tercer factor es la enseñanza. Enseñanza cuya libro principal no contiene ni letras ni imágenes, tiene vida: es el ejemplo. El ejemplo que el niño va recibiendo por el comportamiento de sus padres y educadores es la asignatura más importante en la educación de un niño. Hay que tener en cuenta que las acciones de los padres para con sus hijos son “palabra de Dios”. Aquello que hacen y dicen los padres, para el niño, es el ejemplo a seguir, porque si lo hacen sus padres “tiene que ser bueno”.
            Y existe un cuarto factor que es el propio carácter y estado emocional de los padres, al que los hijos tienen un acceso total a través del campo energético. Quiero centrarme en este cuarto factor.
Ninguno de estos factores por si solo es determinante, aunque si tenga alguno de ellos más preponderancia que otros en según el tipo de trabajo a realizar por cada alma. Y aunque todos los factores en conjunto son los que determinan el carácter y la forma de ser y de actuar del niño, la energía en la que convive el niño juega un papel muy importante para su desarrollo.
 
Quiero pensar que también tal circunstancia ha sido elegida ya que en la planificación de una vida no se deja nada al azar, lo que desde luego ya no conocemos es la razón por la que se ha elegido a unos padres con determinados caracteres y estados emocionales. Aunque hemos de tener en cuenta que todos estamos interconectados y que alguna de las misiones del niño bien pudiera ser ayudar a sus padres en su propio crecimiento.
Es de todos conocido que somos energía, una más densa y pesada que se ve: el cuerpo, y otra mucho más sutil que no se ve, y que es lo que todo el mundo, hasta los que no saben de energía conocen: el aura.
Ese aura que envuelve al cuerpo físico, no lo envuelve a cinco centímetros del cuerpo, es más extensa, más o menos extensa, en función del desarrollo de la persona, pero sea grande o pequeño ese desarrollo, la energía sobresale de la persona y cualquiera que conviva con esa persona está prácticamente todo el tiempo, dentro de su aura, dentro de su campo energético.
Todos estamos dentro del campo energético de los que conviven con nosotros, hasta tenemos un aura de pareja o de familia en común.
Esa energía que nos envuelva es lo que nosotros somos: La persona que siente ansiedad, la siente porque así es su energía y está en su aura, y lo mismo la que siente miedo, o es iracunda, o engaña, o etc., etc. Por lo tanto los que están alrededor sentirán la ansiedad del ansioso, el miedo del miedoso, el rencor del rencoroso, la alegría del que es feliz o la tristeza del que sufre. Pero en un 99,9% de los casos la persona no sabrá porque sin razón aparente siente ansiedad, miedo, rencor, tristeza o alegría.
No se sabrá conscientemente la razón de la emoción que aparece, pero inconscientemente la persona va a reaccionar ante ese estímulo. Un ejemplo claro: Al cabo de un rato de estar en unos grandes almacenes una persona sensible, ante tal cumulo de energía de tanta gente, (muchísimos con problemas emocionales), empieza a sentirse mal, crispado o nervioso, y necesita salir. Pues con el niño pasa lo mismo, en grado superlativo, ya que la energía le está afectando permanentemente, por poner un ejemplo: si un niño tiene unos padres estresados, el niño estará estresado.
El niño no solo va a reaccionar inconscientemente a eso que está recibiendo y que además es con lo que convive, sino que además puede su campo energético absorber también ese tipo de energía, con lo que la ansiedad, o el miedo, o la rabia o la alegría empezarán a ser el motor de su vida.
Últimamente estoy trabajando con niños, a veces creo que son demasiados, pero, está bien, todo tiene una razón de ser, y es claro que el problema de tres de cada cuatro niños, tiene que ver con sus padres. Los padres, lógicamente, tampoco son conscientes de esto, prueba evidente es que los traen a terapia o a yoga para que sus hijos cambien. Pero el mayor cambio se ha de dar en el hogar.
Los adultos nos hemos acostumbrado a nosotros mismos e incluso decimos sin pudor: “Yo soy así, muy nervioso”, o “La ansiedad me está matando”, o “Este mes no llegamos al día treinta”, o “Ya está tu padre echando las culpas a los demás”, etc., etc. Todo esto es energía, y es energía que estamos exportando hacia el mundo, sobre todo a nuestro mundo, al mundo de los niños, y no hace falta que estén presenten para escucharlo o no, la energía de la ansiedad, de la carencia, de la intolerancia o del estrés, está en el ambiente, porque está en el aura de sus padres, y ese va a ser el alimento del niño cuando llegue del colegio, un día tras otro, mañana, tarde y noche.
Modificando la energía se modifica el carácter, y esa modificación de la energía, es decir, la limpieza de la energía enferma y la energización con energía sana se puede conseguir con alguna de las terapias energéticas que existen, que se llamen como se llamen, todas hacen lo mismo, limpian y energizan, o se puede conseguir también, más lentamente, haciendo yoga y meditando. Pero si no se modifica el ambiente cambiando su energía las personas que rodean al niño, todo volverá a ser como antes en no mucho tiempo.
Por lo tanto, es bueno que los padres sean conscientes de cómo son ellos, mental y emocionalmente, ya que eso que ellos son está afectando a sus hijos. Y los niños no sólo no tienen los recursos de los mayores para gestionar sus problemas emocionales, sino que además están para satisfacer los caprichos de sus progenitores, que le pueden exigir ciertos comportamientos al niño, sin tener idea de cómo se encuentra su hijo emocionalmente.
Todos los niños deberían aprender desde pequeños a meditar y a entrar dentro de ellos, para encontrar la paz que necesitarán no solo de adultos, sino que también necesitan ahora en su niñez. Y los padres, en vez de quejarse, e incluso antes de llevar a sus hijos a terapias, ya sean alternativas o no, sería bueno que también hicieran un trabajo serio de introspección para buscar similitudes con lo que le sucede a su hijo. Posiblemente, si son honestos consigo mismos, se sorprenderán al encontrar dentro de sí mismos el problema de su hijo, corregido y aumentado.  A partir de ahí, verán claro que la terapia es para ambos, el adulto para modificar su carácter y el niño para construirlo. 

domingo, 3 de febrero de 2013

La nueva religión IV


(Continuación de la Nueva Religión III)
La prueba de fuego total es vivir el Amor Divino en pareja: sin reproches, sin el domino del uno sobre el otro.
Me encanta la frase de Virginia Satir, escritora norteamericana, que escribe del Amor Incondicional: "Te quiero amar sin aferrarme, apreciarte sin juzgar, unirme a ti sin invadirte, invitarte sin exigir, abandonarte sin culpa, examinarte sin culpar y ayudarte sin insultar. Si puedo recibir lo mismo de ti, entonces podremos encontrarnos y enriquecernos de verdad".
Una relación basada en el Amor Divino, es la unión de dos almas, de dos almas que saben que con su unión sólo están cumpliendo el Plan Divino; y saben también, porque el alma lo sabe todo, que esa relación es finita, que puede durar un día, un mes, un año, un lustro, o una vida física, porque el objetivo de esa relación es, como todas, acumular experiencias para el alma, aprender, enseñar, y liberarnos de karma.
No conozco muchas relaciones basadas en el Amor Divino, y las relaciones que no tienen como bandera ese Amor, tienen muchas posibilidades de…………….. de todo lo que conocemos……..: Engaños, frustración, maltratos físico o emocional, etc.
Si existiera Amor Divino, no existiría el planteamiento de sentirse mal porque la relación se haya desgastado. La felicidad es consustancial con el Amor Divino: Si se siente Amor Divino, se es feliz, con independencia de la pareja, de la relación, de la vida. Y como la relación, ya sabemos que es finita, cuando el trabajo por el que se estableció la relación, (por supuesto que de manera inconsciente), concluye, cada miembro de la pareja puede seguir su camino de crecimiento sin odio, sin culpa, ayudando al otro desde el Amor que se siguen manifestando.
Para sentir el Amor Divino se ha de vivir desde el corazón, y no desde la mente, un segundo tras otro, un minuto tras otro, un día tras otro. No es suficiente sentirlo durante una meditación, y ya está, no, ha de ser permanente, porque además una relación desgastada, es ideal para perder la conexión con el corazón e instalar a la persona en la mente a una velocidad increíble.
Si existe una relación desgastada, hay que enfrentar la situación, con amor, e imaginar que se habla con uno mismo, diciendo lo que a la persona la gustaría que la dijeran a ella, y diciéndolo de la forma como la gustaría que se lo dijeran a ella. Si alguien se encuentra en ese punto es seguro que ninguno de los miembros de la pareja sabe lo que es el Amor Divino. En ese caso se ha de actuar, conscientemente, con ternura, sin crear falsas expectativas; para que al menos, no acabe también el cariño existente.
 El Amor no sólo es la respuesta, el Amor también es el camino. Más amor significa más conciencia, y más conciencia más conocimiento de quien eres, y el descubrimiento de quien eres es una explosión de júbilo, porque ese descubrimiento te pone en contacto con tu naturaleza esencial, el Amor, con todos sus atributos,  paz, alegría, sabiduría, fortaleza, etc., etc. Y en ese momento se termina el dolor, se termina la enfermedad, las preguntas tienen respuestas, los problemas se difuminan como el humo, y el miedo desaparece sin más, porque se ha encontrado el Amor, que es lo único que existe, lo demás sólo está en la mente.
El amor que puede morir no es amor, el amor verdadero dura toda la vida física y no física, y si la formalización de una pareja se basa según la sociedad y la religión en el amor, ¿Qué tipo de parejas estamos formando entre personas que no se aman?, ¿No estaremos fomentando la creación de núcleos en los que existe la indiferencia, la tristeza, a veces el odio, la incomprensión, el dominio sobre el otro, el maltrato físico y emocional, a veces la muerte. Y es en ese núcleo donde vienen al mundo los hijos de esas parejas que no se aman. ¿Qué pueden enseñar esos padres?, ¿Cómo van a enseñar la felicidad quien no sabe de que le están hablando?, ¿Cómo van a enseñar la felicidad personas que dicen que…. bueno…… la felicidad es algo que se puede conseguir algunos ratos, ¿Algunos ratos?, ¿Cuándo?, ¿Cuándo gana tu equipo?, ¿Cuándo engañas a tu pareja?,  ¿Cuándo?
Casi todas las personas consideran felicidad la consecución de un deseo. Deja de leer por un momento, y reflexiona sobre tus momentos de felicidad, ¿Cuántos de esos momentos no están unidos a un deseo conseguido? Reflexiona.
La felicidad, amigos míos, no tiene nada que ver con ningún deseo cumplido, la felicidad es un estado interior, y ese estado, no aparece a ratos, cuando se consigue es permanente, en mayor o menor medida, pero estable. La felicidad va unida a este Amor que no muere. Si eres feliz a ratos, es que no sabes lo que es el Amor, ni por supuesto la felicidad. Si te enfadas, si criticas, si no respetas a todos los demás, si no colaboras, tampoco sabes lo que es el Amor ni la felicidad. Debes de ser de una de las miles de religiones que pululan por el planeta, no eres de la nueva religión. 
            El amor que no muere es el que vive en el corazón. Y el amor que vive en el corazón consigue para ti la felicidad SIEMPRE, por nada, porque si, sólo porque amas. El proceso que has de seguir es el siguiente: Primero has de aprender a amar, y es después, cuando ya sabes amar cuando podrás amar a alguien, incluido en ese alguien a los que serán tus propios hijos. Mientras no sepas amar, ¿Cómo vas a amar?
Y ¿Cómo se aprende a amar?, ¿Cómo se aprende a conducir?, pues conduciendo, ¿Cómo se aprende a cocinar?, pues cocinando. ¿Ya sabes cómo se aprende a amar?, claro, amando. Lo mejor es la práctica, y la mejor práctica, es la Regla de Oro: “Trata a los demás como tu mismo quieres ser tratado”. Como se supone que lo que quieres es que te amen, te valoren, te respeten, que no te juzguen ni te critiquen, esa va a ser la forma en la que vas a tratar a todas las personas, “como si fueras tu mismo”; al principio, lo has de hacer conscientemente, ya que no es ese el tratamiento que normalmente surge de tu inconsciente. Cuando vemos a alguien que tiene un defecto y mil virtudes, rápidamente nos centramos en criticar el defecto, cuando teníamos mil virtudes para alabar. Eso es lo que hemos aprendido, a buscar el fallo y a criticar lo diferente. Tenemos que desaprender lo aprendido. Tenemos que aprender a amar en lugar de criticar.
Hay una cita preciosa de San Agustín que dice: Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor.
Existen medicamentos de todo tipo para combatir cualquier clase de enfermedad, existen drogas para conseguir que la persona viva estados de euforia o se inhiba de la realidad, existen rituales que transportan a la persona, como si de un viaje se tratara, a vivir estados alterados de conciencia; pero todavía no se ha inventado la píldora del Amor Incondicional permanente.
Pero el problema no es la falta de la píldora para conseguir el Amor, el problema es que las personas no saben lo que es el Amor, porque si lo supieran, la cola del lugar donde se consiguiera daría la vuelta al mundo.
¿Dónde están las colas hoy día?, en las paradas de los mercados, en las grandes superficies, en los cines; y ¿Porqué ahí? La explicación es sencilla, porque es ahí donde se espera encontrar la felicidad y el Amor, en nuestro exterior, en lo que nos pueden dar los demás. Nuestros educadores, padres y maestros, nos han enseñado eso, porque eso es lo que ellos creen, y eso es lo que a ellos les han enseñado.
Pero no es así, no es en esos lugares donde vamos a encontrar la felicidad y el Amor, porque si se encontrara en esos lugares, alguien la habría encontrado, y nos habríamos enterado, porque seguro que habría salido en la tele, pero no parece que eso haya ocurrido. Parece claro entonces que el Amor Incondicional no se consigue con que te toque la lotería, parece claro que no se consigue con una opípara cena, ni estando en posesión del último invento electrónico o viendo una película ganadora de diez premios.  
No es fácil explicar lo que es el Amor Incondicional, creo que es más difícil que explicar a un invidente como es el color rojo. El color rojo hay que verlo, el Amor hay que sentirlo.
Quien ha conseguido sentirlo aunque haya sido por una sola vez y haya durado un solo instante, sabe de sobra lo que es, como es, y la manera de conseguirlo; y seguro que ya está trabajando para volver a sentirlo. Cuando se ha sentido, ya no se tienen dudas de lo que es, pero por si te queda alguna duda, tienes que saber que quien siente Amor Incondicional, ni critica, ni juzga, ni controla, ni maltrata, no se siente víctima ni superior a nadie, no se siente dueño ni sirviente de nadie, por lo que no sabe lo que son los celos, no siente tristeza, ni orgullo, ni ira, no tiene dudas, no tiene miedo, sólo siente compasión, sólo acepta, sólo respeta, solo siente paz y alegría, siente seguridad; porque se sabe unido con todo lo creado, porque se sabe parte de Dios.
Sabiendo a ciencia cierta que esos son los efectos del Amor Incondicional, ¿No harías cola donde vendieran la píldora del Amor? Pues no la hagas, yo te doy la píldora del Amor, de manera gratuita, es una meditación, la meditación Metta. Seguro que has realizado alguna vez esta meditación, te recuerdo como hacerla:
Metta significa Amor Universal.
La meditación consta de cinco partes. El tiempo de duración de cada parte podría ser de cinco o diez minutos.
Las cinco partes son:

Enviar amor hacia nosotros mismos.
Enviar amor hacia un buen amigo o familiar.
Enviar amor a alguien con quien no se tiene trato.
Enviar amor a una persona difícil o un enemigo.
Enviar amor a todos los seres.
-          Siéntate en tu espacio de meditación.
-          Coloca las manos apoyadas en las piernas con las palmas hacia arriba. Los dedos en Gyan Mudra, (junta las yemas del pulgar y del índice en ambas manos, dejando los otros tres dedos juntos y estirados).
-          Coloca la punta de la lengua en el paladar.
-          Cierra los ojos o déjalos una decima parte abiertos.
-          Lleva la atención al corazón.
-          Empieza respirando lenta y suavemente por la nariz, con una respiración abdominal, alargando la exhalación en las primeras respiraciones.
-          Permite que con cada exhalación salga toda la tensión de tu cuerpo.
Primera parte:
-          Visualízate a ti mismo delante de ti.
-          Siente como sale una luz dorada desde el centro de tu corazón, y te envuelve completamente.
-          Siente que desde tu corazón te estás llenando de amor a ti mismo.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo Soy ese Yo Soy, Yo Soy Amor, Yo Soy Paz, Yo Soy Alegría.
-          Siente que te amas, que te valoras, que te toleras, que te sientes feliz contigo, siente que te respetas.
Segunda parte:
-          Visualiza a tus amigos y a tu familia delante de ti.
-          Siente como sale la luz dorada desde el centro de tu corazón, y la envuelve completamente. Es fácil, es una persona a la que quieres.
-          Siente el amor que sale de tu corazón.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo te bendigo con Amor.
-          Siente que amas, que valoras, que reconoces las cualidades de esa persona.
Tercera parte:
-          Visualiza a una persona que te sea indiferente delante de ti.
-          Siente como sale esa luz dorada desde el centro de tu corazón, y la envuelve completamente.
-          Queremos reconocer en esta parte a ese ser humano como un igual a nosotros.
-          Siente el amor que sale de tu corazón.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo te bendigo con Amor.
-          Siente que reconoces la conexión entre todas las cosas, y por supuesto con esa persona.
Cuarta parte:
-          Visualiza a tu enemigo.
-          Siente como sale la luz dorada desde el centro de tu corazón, y le envuelve completamente.
-          Es posible que te surjan preguntas del tipo: ¿quién puede sentir amor hacia un canalla? ¿hacia aquel que tan mala jugada me ha gastado?
-          El que esa persona sea “mala”, no justifica que tú también lo seas Siente el amor que sale de tu corazón.
-          Repite en silencio dentro de ti: Yo te perdono, yo te bendigo con Amor.
-          Siente que perdonas  y bendices a esa persona.
Quinta parte:
-          Visualiza la Tierra delante de ti.
-          Siente como la luz dorada que sale desde el centro de tu corazón la envuelve completamente.
-          Repite en silencio dentro de ti: Que cada persona, que cada ser sea bendecido.
-          Siente que envías tus sentimientos de comprensión, reconocimiento, tolerancia y amor, hacia todos los seres humanos, hasta el último rincón de la tierra, hacia todos los animales de todas las especies, hacia el planeta, hacia sus ríos, sus valles, sus montañas, sus bosques. Hasta donde la existencia se exprese sin importarnos la forma, sin discriminaciones.
 

-          Cuando creas que has finalizado, vuelve a ti, siente el amor en tu corazón, disfruta de la sensación.

-          Para finalizar la meditación, respira más profundamente alargando la inhalación. 

Capítulo (II), parte (IV) del libro “Vivir desde el corazón es más fácil”. 

lunes, 11 de abril de 2011

He tenido un sueño

            He tenido un sueño. He soñado que entraba en un lugar oscuro, pequeño y apretado, no tenía facilidad de movimiento, sin embargo, el lugar en el que había entrado, flotaba como una pelota, y yo dentro de ella, aunque cada vez menos, porque daba la impresión de que la pelota crecía y crecía más cada día. Todo lo que sentía allí eran palabras repetitivas, inconexas, rápidas, sin expresar prácticamente ninguna idea, daba la impresión de que la mayoría de esas conversaciones inconexas trataban de dolor y de sufrimiento. Los que básicamente hablaban de manera permanente eran, al parecer, mis padres, aunque de vez en cuando se añadían otras conversaciones, tan inútiles como las que estaba habituándome a escuchar. Por otro lado, también escuchaba unos ruidos ensordecedores que llegaban de todas partes.
            Era un espacio muy incomodo y empezaba a echar de menos mi hogas. Vivía en un lugar blanco y luminoso, dónde no me sentía constreñido por nada, podía viajar a todas partes a gran velocidad, era responsable de mi mismo, y las conversaciones que se escuchaban no trataban ni de dolor, ni de sufrimiento, sino de alegría y amor. Reinaba una paz que en nada se parecía al lugar donde ahora me encontraba. Me sentía mal dentro de ese sueño y quería despertar, pero una fuerza superior a mi me lo impedía.
            Como todo lo que podía hacer era escuchar, me dedique a ello para tratar de averiguar dónde me encontraba, y así un día podía oír: “Ya estoy harta de que dejes los pantalones tirados en cualquier sitio”; y después de ese comentario se desataba una especie de tempestad de palabras que solía acabar con un ruido tremendo, que luego averigüé que se llamaba portazo. Otro día escuchaba: ”¿Cuántas veces tengo que decirte que no me gusta la carne tan poco hecha?”; y a continuación una nueva tormenta que esta vez terminaba con algo que resultó ser el llanto. Yo pensaba que debía de ser muy importante para esas personas hacer bien la carne, o doblar los pantalones, o no gastar dinero, o limpiar cada día, o ir al futbol; ya que sacrificaban el amor por esas cosas. ¡Debían ser muy importantes!
            Así pasaban los minutos, los días, las semanas. Empecé a acostumbrarme a las palabras de reproche de mis padres, a sus gritos, a las críticas entre ellos y entre casi todas las personas que les visitaban, a las palabras que denotaban hastío, a la incomprensión entre todos. Y yo me preguntaba: ¿Dónde estoy?, ¿Dónde estará la paz que reinaba en mi ciudad?, ¿Por qué no puedo moverme?, ¿Por qué está todo tan oscuro? Sólo de vez en cuando escuchaba algo suave, escuchaba murmullos, e incluso me parecía escuchar que se dirigían a mí; entonces me sentía bien, ya que todo era más parecido a la alegría y al amor que se sentía en mi hogar.
            Un día empecé a escuchar otros gritos distintos, había carreras, sentía voces de gente extraña, el balón en el que estaba empezó a deslizarse por un túnel oscuro y estrecho; desde el otro lado del túnel tiraban con fuerza, hasta que el balón apareció al otro lado del túnel, y pude escuchar: ¡Es un niño!, ¡Es un niño precioso!
Estaba muy asustado, quería salir de allí y supliqué: “Padre mío, ¿Por qué este dolor?,  ¡quiero volver a casa! Y por fin puede ver a alguien conocido, era mi amigo de juegos, después supe que aquí, donde estoy ahora, desde este lugar que se llama cuerpo, les llaman ángeles, aunque curiosamente nadie les ve. Y mi amigo me dijo:
“Acuérdate que elegiste entrar dentro de ese cuerpo
para avanzar un poco más en tu evolución.
Has encarnado.
A ti te va a parecer un camino largo, pero en realidad no lo es,
yo lo viviré como un suspiro.
Dentro de poco ya no te acordarás de mí, ni de nuestros juegos,
ni de nuestros estudios, ni de tu hogar.
Ya no te parecerá un sueño, te parecerá real.
Pero sin embargo, seguirá siendo un sueño.
Lo único que tienes que hacer es buscar con ahínco los mismos sentimientos
que tenías antes de entrar en este cuerpo.
Tienes que acordarte de vivir en el cuerpo,
 como vivías allí, en tu verdadero hogar.
No vayas nunca en contra de la vida,
no quieras manipular ni a la vida, ni a los otros, que como tú tienen un cuerpo.
Ayuda a todos porque son tus hermanos,
que también han elegido estar en un cuerpo para avanzar más rápido.
Pero ayuda cuando te lo soliciten, son ellos los que deben hacer su camino.
No juzgues a nadie si no quieres que te juzguen a ti.
No critiques nunca.
Respeta siempre las decisiones de los otros.
Ante cualquier desaire, perdona, bendice y vete.
Deja que la vida pase a través de ti.
Déjate guiar por la intuición.
Acepta a todos.
Escucha siempre a tu corazón.
Práctica el silencio.
Cuando hables que sea con verdad.
Aprende a meditar y practica cada día.
Busca la paz y la serenidad.
Busca el amor.
Recuerda que no eres ese cuerpo.
Y aplica la máxima: Todo está bien”.
“Cuando necesites ayuda,
llámame, aunque yo siempre estaré aquí para ayudarte.
Pero recuerda que la ayuda no va a ser para ese cuerpo,
la ayuda es para ti”.
¡Hasta pronto!
¡Te amo!

viernes, 11 de febrero de 2011

El camino. Un cuento para despertar

            Señor, ¿hasta dónde lleva este camino?,  hasta la Gloria señor; y ¿falta mucho para llegar?, depende de sus pasos señor, y de su ritmo,  y de su fuerza, y de su corazón, ¡que sea feliz en el camino señor!
            No sabía cómo estaba ahí, caminando, en un camino que a veces era ancho y otras, estrecho, a veces bordeado de árboles, y otras seco, árido y pelado. Sólo recordaba que no era feliz, y alguien me dijo: “Si buscas la felicidad, la puedes encontrar en el camino de la Gloria”.  Y ni corto ni perezoso, abandone todo, mi trabajo, mi esposa, mis hijos y me fui en busca de la felicidad a recorrer ese camino, camino del que nada pudo explicarme nadie, pero como ya lo había probado todo, médicos, pastillas, diversiones, viajes, casi todo lo conocido, y yo quería la felicidad, me puse a caminar por ese camino. Mi esposa me había dicho: Espero que encuentres lo que buscas, yo te esperé mientras tanto.
Al segundo día de caminata, me encontré con un niño sentado a una orilla del camino. Era un niño triste, muy triste, la imagen de su tristeza desgarraba el alma.
-          Hola niño, ¿Qué haces aquí?
-          Te estaba esperando.
-          Pero, ¿cómo ibas a esperarme si no sabes quién soy, ni que iba a pasar por aquí?
-          Si se quién eres.
-          ¿Quién soy?
-          Eres yo.
-          ¿Qué?
-          Sí, soy tú cuando tenías diez años. ¿Te acuerdas el día que con la pelota rompiste un cristal de la casa del vecino, y te golpearon y te castigaron y te quitaron la pelota?
-          Si me acuerdo, yo lo hice sin querer, fue un día muy triste.
-          Y ¿qué pensaste?
-          Que no era justo, y por primera vez, mis padres que para mi eran los mejores del mundo, dejaron de serlo,
-          Y ¿no les has perdonado?
-          No.
-          Los mayores también se equivocan, y cargan sus problemas sobre los pequeños, pero nosotros, los niños, cuando ya entendemos las cosas tenemos que perdonar a los mayores, y sobre todo si estás en este camino. Si quieres llegar al final, has de aprender a perdonar.
-          Si yo les perdono, me prometes que vas a dejar de estar tan triste.
-          Si tú les perdonas, sólo por eso dejaré de estar triste, y tú lo sabrás porque vivo dentro de ti.
Y el niño desapareció del camino.
El caminante se retiró a un costado del camino, se sentó debajo de un árbol y rememoró la situación, y con la imagen de sus padres en su memoria empezó a decir en su interior: “Yo os perdono, os perdono por lo que me habéis hecho consciente e inconscientemente, ahora sé que no era vuestro deseo que llegara a mí la tristeza, yo os perdono. Y os pido perdón por todo lo que yo haya podido hacer también de manera consciente e inconsciente, os pido perdón por todos estos años de rencor. Yo os bendigo con amor, os quiero”. Nada más terminar de decir eso, sus ojos se inundaron en lágrimas, sintió una paz en su interior desconocida, era como si el niño que había visto en el camino saltara y se regocijara dentro de él.
Pero aun había algo dentro de él que no le permitía ni tan siquiera asomarse a la felicidad. Permaneció debajo del árbol meditando en silencio, y fueron pasando por su memoria muchos momentos, en los que él había sido injusto con sus hijos, y les pidió perdón. Siguió meditando y siguieron pasando por su memoria los momentos en que había sido injusto con otras personas, y siguió y siguió pidiendo perdón, hasta que  sintió un gran alivio interior, y una sonrisa se instaló en su rostro, después de muchos, muchos años de seriedad y de tristeza.
Por fin se levantó y siguió caminando y se encontró con otra persona que se cruzaba en su camino: “Señor, ¿falta mucho para llegar a la Gloria?”, “ahora ya le falta menos, señor”.
Dos días más de camino y se encontró con un ejecutivo sentado en un sillón en mitad del camino:
-          ¿Qué hace aquí señor?
-          Te estaba esperando.
-          ¿A mí?, y ¿Cómo sabía que iba a pasar por aquí?
-          Porque soy tu orgullo.
-          ¿Mi orgullo?
-          Si, tu orgullo, ese que no te permite reconocer lo que hacen de bien otras personas, ese que no te permite aceptar las ideas y sugerencias de las personas más próximas a ti, ese que no te permite entregarte a la vida y dejarte fluir en ella por tener que estar siempre a la defensiva, ese que te hace controlarlo todo, ¿me reconoces?
El caminante asintió con la cabeza, dio las gracias, y cabizbajo volvió a salir del camino para sentarse nuevamente debajo de un árbol y meditar en la situación. Y revivió cada acto de orgullo y comprendió que sólo estaba actuando en contra del libre fluir de la vida, que todo era miedo, miedo a perder lo que él creía que era su posición social, su posición en la familia, su posición en el trabajo; sin darse cuenta que cada vez era menos preguntado, era menos solicitado para colaborar, era más esquivado por su familia y por la sociedad, reconoció su inmadurez, sintiendo que algo se movía en el interior de su pecho y que activaba la humedad en sus ojos, y se prometió a sí mismo permanecer alerta para que no volviera a suceder.
Y volvió al camino, mucho más ligero, más alegre, más feliz, si, más feliz, era verdad caminando por este camino se puede encontrar la felicidad. Cuando de repente se encontró con un nuevo caminante que se cruzaba con él, y le preguntó:
-          ¿Falta mucho para la Gloria señor?
-          Ya estás en ella hijo mío.
-          ¿Ya he llegado?
-          Si, cuando reconociste tus errores y pediste perdón, cuando perdonaste a los demás, cuando reconociste tu orgullo y tu miedo, cuando aceptaste la vida como es y dejaste que empezase a fluir dentro de ti, cuando sentiste el amor dentro de ti, cuando te has prometido permanecer alerta. Todo eso te ha permitido entrar en la Gloria.
-          Perdone señor, pero para esto no hacia falta venir a este camino, podía hacerlo en el comedor de mi casa.
-          Estás en tu casa, estás meditando. Yo te bendigo, vuelve ahora a tu cuerpo y enseña a los demás esto que has aprendido. Bendito seas. 
El caminante sintió una fuerte sacudida en su cuerpo, abrió los ojos y se encontró sentado en su espacio de meditación. Sólo habían transcurrido treinta minutos. Sus ojos se llenaron de lagrimas, se levantó, entró en el salón donde su esposa y sus hijos veían la tele, se acercó a ellos, les abrazó, les beso y quedamente les iba diciendo: “Perdóname, te quiero” .