El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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martes, 5 de marzo de 2024

Meditación para la prosperidad

 

Meditación para la prosperidad

 La meditación para la prosperidad tiene como objetivo principal abrir la mente y el corazón hacia la abundancia en todas sus formas. Algunos beneficios específicos de esta práctica pueden incluir:

1. Cambio de mentalidad: Ayuda a cambiar la mentalidad de escasez a una mentalidad de abundancia, lo que puede influir positivamente en la forma en que percibimos y atraemos oportunidades y recursos en nuestras vidas.

2. Liberación de bloqueos emocionales y mentales: Puede ayudar a disipar bloqueos internos relacionados con la autoestima, la autovalía y la creencia en nuestra capacidad para prosperar.

3. Conexión con la energía universal: Somos parte de una energía universal interconectada. La meditación para la prosperidad busca alinear nuestra energía personal con esta fuente infinita de abundancia, creando así un flujo más armonioso de energía en nuestras vidas.

4. Aumento de la confianza y la creatividad: Al liberar miedos y limitaciones, esta práctica puede aumentar la confianza en uno mismo y estimular la creatividad, lo que puede llevar a la manifestación de nuevas oportunidades y proyectos en nuestras vidas.

La meditación para la prosperidad no solo se trata de atraer riqueza material, sino también de cultivar una sensación de plenitud y bienestar en todas las áreas de nuestra vida.





domingo, 9 de octubre de 2022

KUBERA-MUDRA

 KUBERA MUDRA



Kubera es el dios de la riqueza

Cómo se hace:

Con las dos manos unir la yema del pulgar, del dedo medio y del índice, mientras los otros dos dedos permanecen doblados en el centro de la mano.

Sirve para:

Se utiliza para conseguir algo concreto: un lugar para estacionar, un libro, una información, etc.

Duración:

No depende tanto del tiempo como de la intensidad. Tres minutos, dos veces al día, es suficiente.

Formula el deseo u objetivo con claridad, pregunta al corazón para saber si eso es bueno para ti y favorece tu riqueza interior o tu entorno. A continuación, haz el mudra, formula tres veces el deseo y presiona cada vez los dedos

Beneficios:

Ayuda a cumplir los deseos, también de abundancia y prosperidad.

Abre y limpia (mucosidad) los senos frontales.

Otorga paz interior, confianza y serenidad.


miércoles, 13 de mayo de 2015

El secreto de la abundancia


Perlas para el alma

 

El verdadero secreto de la abundancia es: Aceptar lo que tienes, aceptarlo con alegría y compartirlo, compartirlo en todas sus formas: Dar, ofrecer, entregar, donar,  regalar, otorgar, ayudar, ceder, obsequiar, proporcionar, aportar, suministrar, proveer, y todo eso sin esperar nada a cambio.


 

domingo, 21 de agosto de 2011

La realidad puede ser otra

            Amigo, amiga que hoy, no por casualidad, estás leyendo esto. Hoy necesito explicarte una realidad concreta, como tantas. Pero que hoy, a mi me ha interpelado como ser humano, como instrumento de Dios en este mundo.
Esta mañana he vivido la realidad de una persona que aprecio y respeto porque, como yo, es un ser humano, a pesar de las diferencias culturales que nos separan. Que más me da como ve el mundo esta mujer, a quien vota o si me cuesta entender sus palabras. Es un ser humano, que como tú y como yo, pisa esta tierra, respira, camina, habla, ama.
Lamentablemente sufrió un percance y le entró un líquido corrosivo en el ojo por lo que tuve que acompañarla al hospital. Un hospital deprimente, decadente y caótico. Una vez entramos yo pretendía que la atendieran de manera inmediata, ya que era una emergencia. Pero no, allí de pie, con la mano en su ojo ardiente tuvimos que hacer cola y cuando nos toco el turno nos comunicaron que no había cupos para oftalmología. ¿Cómo? No es posible. -Es una emergencia. -Exclamé.  Entonces nos derivaron a un pasillo con unas puertas maltrechas donde se anunciaban diferentes especialidades. Me vi llamando a la puerta, sin poder esperar a que está se abriese en ¿Cuánto? ¿Un minuto, diez, una hora, dos? La doctora, al decirle que había ocurrido, dictó a la enfermera un remedio para limpiar el ojo. Pero no, tampoco iba a ser rápido. Yo, tenía que cancelar primero. Es decir hacer otra cola en la ventanilla de caja para pagar la jeringa y el líquido que iban a necesitar. Sorprendida, aunque ya lo sabía pero no lo había vivido, sugerí que fueran tratándola mientras yo, como no, iba a pagar lo que fuera. Pero no, primero había que cancelar. Así que ella tuvo que esperar para enjugar sus lágrimas de dolor y de miedo hasta que yo regresé. Felizmente no hubo que lamentar males mayores pero mientras la acompañaba a su casa yo iba reviviendo lo visto en aquel lugar donde nadie va por gusto, sino porque necesita y, a veces urgentemente, que le atiendan, le alivien su dolor y también atenúen sus miedos.
Pero todavía me quedaba más por ver. Tomamos un taxi para no tardar mucho en bus y porque estos, según me dijo ella, la dejaba un poco lejos de su casa. Pero ni con el taxi nos ahorramos caminar y caminar, pues el conductor no quiso subirnos al cerro donde ella vive. Si ni ellos mismos quieren llegar ahí. ¿Qué será?  Así pues con el ojo vendado y con el susto aún en su cuerpo tuvimos que empezar a caminar bajo un sol de justicia, montaña arriba. Y cada vez más arriba mientras ella me contaba la dificultad que representa adquirir un trocito de tierra para poder hacerse un techo para vivir. Yo, callada, casi no tenía pensamientos, apenas  iba observando la belleza del paisaje de estos Andes: el cielo, el verde, las majestuosas montañas, y  viendo lo generosa que es la tierra y sintiendo como el Amor de Dios se refleja en la naturaleza.
Pero el cansancio me volvía a la realidad por un instante y no podía creer que aún siguiéramos subiendo. Ya quedaba lejos el lugar donde paró el coche y donde terminan su trayecto los destartalados buses. Entonces,  de repente,  me encuentro con un conjunto monumental de torres de electricidad, antenas telefónicas y no sé cuantas y cuantas antenas. Al pie de ellas unas casitas, más bien unas chozas, de apenas 20 metros cuadrados donde, me cuenta, viven algunas familias a las que el estado les paga para que vigilen. Y a partir de ahí, tierra, viento, frio, soledad y una ciudad abajo repleta de gentes, muchas de la cuales, me temo que, jamás, seguro, han llegado tan alto.
Después de observar atentamente todo lo que se me estaba revelando, con tanto contraste, apenas vemos tres o cuatro casas más y ella señala: - Allá vivo yo. Llegamos y me cuenta que poco a poco la acabarán de construir con sus manos, ella y su marido.  Y observo que en lugar de ventanas hay  plásticos azules y que no  hay escaleras. Y que para bajar a la puerta de la cocina hay que, literalmente, descender  por un barranco. Y saluda al vecino, que “colgado” en el mismo barranco, trata de allanar la tierra con sus manos y la ayuda de dos rudimentarias herramientas. Un resbalón y uno cae y desaparece de repente para siempre entre los valles. Mis sensaciones sobrevienen una detrás de otra y sólo algún pensamiento se cuela ante tanta sorpresa. Muy amablemente me invita a entrar. Allá en un espacio pequeño  y oscuro me ofrece agua. Estamos en la cocina. Y ella no para de justificarse que está por terminar pero que poco a poco, como sintiéndose mal por el hecho de vivir ahí. Y yo, exhausta de andar y absolutamente atónita, por unos momentos me siento también mal. Porque puedo sentir lo que ella está sintiendo y porque yo me siento una privilegiada. Soy una privilegiada. Pero en absoluto más que ella. ¿Entonces?  
Ella cría a sus hijos, lleva su casa, estudia, trabaja……… como muchas mujeres.
Y sufre, siente, padece, ama, cae y se levanta como tú y como yo, como todos los seres humanos.
Entonces ¿dónde está la diferencia, podemos preguntarnos? E incluso podríamos afirmar que ella posiblemente así es feliz.  Sí, posiblemente. Pero si tanto lo fuera no desearía otra realidad para sus hijos. Y ahí entiendo la diferencia. Todo lo que  ella hace, como tu y como yo, no es para  vivir mejor, no. Es, para SOBRE-vivir. No para cambiar la ventana por otra que cierre mejor, sino para poder una, la que sea y poder quitar el plástico. No para ir al restaurante un día sino para poder comer cada día. No para tener un coche, sino  para que al menos le alcance para coger ese bus. No para hacerse una liposucción pero si para poder cancelar para que la atiendan en el hospital si un día ella o sus hijos tienen una emergencia.  Y así todo. Por tanto. . . me pregunto, ¿Qué puedo hacer yo?, ¿Qué debo hacer yo? 
De repente, me doy cuenta que tengo que marcharme. Y empiezo a andar. Y empiezo a bajar por el cerro, con los cerdos y las gallinas saliendo a mi paso y contemplando nuevamente la belleza del paisaje, tanta, que siento como si estuviera contemplando  el mundo entero. Lo puedo sentir entre mis manos. Mío. Tuyo. De todos.  Voy bajando apenas murmurando para mis adentros. No me queda casi ni murmullo. Qué pequeña me siento ante la inmensidad que veo, y que pequeña también ante la realidad del mundo, y más aún, de mi misma.
Ha sido un día inesperado. Y de aprendizaje, que sin duda aún estoy vislumbrando. Si Dios me muestra quien soy y donde estoy  en el mundo, creo que es para que tome consciencia de que no llegué allá por casualidad o para pasar una mañana diferente y poder contarlo aquí. Hay algo más, mucho más grande, detrás de cada realidad que vemos. Es la capacidad de observarlo con los ojos del Amor y sentir en carne propia el latir del corazón del otro, su sentir, su humanidad. Sentir al otro es el primer paso para comprender y caminar a su lado. Respetando sus costumbres, su cultura, su ser y tenderle esa mano que necesita. Pero me sigo preguntando que a partir de ahí,  ¿Qué puedo hacer? ¿Por dónde empezar? ¿Quién soy yo para decidir que ella necesita lo mismo que yo tengo?
 Ante esa pregunta me digo que somos muchos los que alguna vez, o más, nos hemos encontrado en esa tesitura y nos hemos sentido de mil formas distintas. Impotentes, incapaces, egoístas, pobres,… Pero lo que si tengo claro es que yo no estuve ahí para bendecir mi suerte, girarme y marchar.
Y que tú, que estás leyendo estas palabras, tampoco estás aquí para bendecir la tuya, girarte y marchar.
Atiende pues, tú que puedes, y no pongas más excusas. No retrases lo que has venido a hacer en este mundo. Tu mano alcanza más allá de lo que puedas imaginar. Siempre, siempre, hay alguien que te necesita. Cerca, lejos, antes o después.
Aquí, allí, cerca, lejos. Dónde sea, ofrece, comparte algo de lo que tienes sin pensar en lo que te representa. Seguramente, si estás leyendo esto tienes algo más que esa persona. Puedes conectarte con un mundo global, virtual, en el que una simple lectura  puede cambiar tu vida, puede cambiar su vida.
Por si eso ocurre, te invito a conocer a nuestra Fundación, Fundación Elial, que con el Espíritu de Gratitud y Amor por todo lo que hemos recibido, decidimos un día darle voz a los más pobres, a los que nos necesitan y que, como tú y como yo, lloran, ríen, se caen, se levantan, aman. Aquellos en los que Dios tiene puesta su mirada.
Es dando que se recibe. No lo dudes. Da, comparte lo poco o mucho que tienes y tus riquezas serán innombrables. Ellos confían en Dios. Y tú eres instrumento del Dios Bondadoso y Eterno que mora en tu ser.
Gracias, que Dios te bendiga.
Entrada publicada por Elisenda Julve.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Desapego y liberación

            Es otoño y sopla el viento, y con cada ráfaga se van desprendiendo, una a una, las hojas de ese árbol que vive delante de mi ventana. El suelo, alrededor del árbol, está lleno de hojas, y según veo caer las hojas, una tras otra, pienso: “Pobre árbol, se está quedando desnudo”. Pero el árbol no parece sufrir por la pérdida de algo, que hasta la racha de viento, formaba parte de él; es más, yo diría que el árbol es feliz. El árbol necesita quedarse desnudo de las hojas que no usa, para dejar espacio a las nuevas hojas que han de nacer en primavera. que son las que van a dar al árbol toda la belleza, una belleza renovada, una belleza siempre nueva, siempre cambiante.
            Si el árbol estuviera apegado a sus hojas, no veríamos en él la belleza al llegar la primavera, no habría renovación y la energía de las hojas muertas que han perdido su brillo y su color sería lo único que destacaría en el árbol.
            ¿Cómo va la renovación de tu armario?, ¿cómo va la renovación de las cosas inservibles que amontonas en tu casa?, ¿cómo va la renovación de tu vida? Todo lo que no has usado en los últimos dos años ha de desaparecer de tu vida, ya que tu energía está unida a esas cosas y no vas a tener verdadera renovación hasta que te deshagas de ellas.
            ¿Para qué lo guardas?, ¿por si acaso…?, si revisas tu pasado, seguramente encontrarás algo que en un momento dado creías insustituible y que el tiempo, demostró que no era así. Hoy es posible que ya no lo recuerdes.
En tu armario hay ropa y zapatos que no usas y que están necesitando otras personas, ¿por qué les privas de ello?,  y lo mismo pasa con tus libros. ¿Cuántos libros hay en tu estantería que no piensas leer nuevamente?,  los libros son cultura, son sabiduría, no dejes la sabiduría estancada, permite que corra, permite que esos libros que no vas a volver a leer sean aprovechados por otros.
Así como la Naturaleza con su sabiduría se encarga de renovar las hojas del árbol, haz tú lo mismo, renuévate para crecer. El apego limita tu crecimiento por la dependencia que crea, por la limitación, por la creencia de que sin esa cosa no vas a conseguir la felicidad. El apego sólo es el resultado de la ignorancia mientras que el desapego es el resultado del conocimiento, de la verdad, de la sabiduría.
Liberarse de los apegos es avanzar.
El desapego es una de las cualidades del alma. Has de adquirir el interno y divino desapego de quien ve la vida en su verdadera perspectiva, de esa manera quedarás libre, sin que te afecte nada de lo que pueda ocurrir.
Aprende a vivir como si el cuerpo físico no existiera. Tu actitud interna mental debe anular todas las limitaciones y obstáculos que el cuerpo físico te impone.
Cultiva la verdadera humildad que te obligará a dar todo lo que tienes para servir de manera altruista y luego olvidar lo que diste.
Vive por encima del cuerpo físico, ignorando como se siente este y tratando de tener en lo posible la conciencia fusionada con el alma.
El fracaso en ser desapegado consiste en que te atas a los que amas y ese apego puede, a menudo, obstaculizar el progreso, y no solo el tuyo, sino también el progreso de aquellos a los que amas.
Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
 ¿Dónde están sus muebles? preguntó el turista. Y el sabio, rápidamente, también preguntó: ¿Y dónde están los suyos? ¿Los míos?, se sorprendió el turista. ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso! Yo también. Concluyó el sabio.
La vida en la Tierra es solamente temporal, sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices. Olvidan que el valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que se viven. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables.

lunes, 13 de diciembre de 2010

"El Secreto" de la abundancia

Es dando que recibimos.
Es compartiendo como somos bendecidos por la abundancia.
Dando abundantemente heredaremos el Reino.

Seguro que te han hablado o has leído sobre la “Ley de la atracción”, y también es posible que hayas leído “El Secreto”; y seguro que no habías terminado de leer el libro y ya estabas pensando en todas las cosas buenas que te apetecería tener, visualizándote sentad@ en el jardín de esa casa deseada, a la sombra de una palmera, mirando la piscina en la que se están bañando tus niños………………… pero también es posible que esa práctica, que esa visión no fuera más allá del tiempo de lectura, y que al día siguiente y al otro y al otro, ya no te hayas acordado de seguir con la práctica de visualizar tu nueva casa, o el deseo que quieres que se cumpla, y al cabo de varios días o semanas, cuando alguien te recuerde el libro, pienses: Eso es una bobada,  yo lo he hecho y no funciona.
    Si funciona…………………., pero no de la manera que queremos los seres humanos, sin trabajo.

Para que funcione, es necesario:
Ser constante en el trabajo, no vale con que se piense o se visualice una vez. Si realmente tienes un deseo has de mantener ese deseo en la conciencia hasta que el deseo se realice. Eres capaz de realizar cada día, durante toda una vida, un trabajo que no te gusta, en el que tienes que aguantar a un compañer@ un poco pesad@ y a un dictador por jefe, para conseguir un sueldo, en muchas ocasiones, de miseria, sólo para subsistir, y no eres capaz de mantener  en tu conciencia la visualización de un deseo. ¿Seguro que lo deseas?
No dar órdenes contradictorias. No puedes durante diez minutos visualizar una casa de ensueño, y después estar diez horas pensando que tu casa es una choza. ¿Qué crees que tendrá más poder, los diez minutos del palacio o las diez horas de la choza? La energía que genera tu pensamiento o tu visualización, y que sale de ti hacia el Universo, no distingue entre lo que es real y lo que es pensado, por lo que el Universo durante diez minutos va a recibir la petición de un palacio y durante diez horas la petición de una choza. Si tú fueras el Universo, ¿qué concederías?
Sentir la emoción de que ya tienes la casa soñada. Ten en cuenta que el Universo es como un gran espejo que refleja tus emociones, por lo que has de mantener en tu conciencia la felicidad de que ya tienes la casa de tus sueños, porque si la emoción que mantienes es el sufrimiento de vivir en una choza, eso es lo que vas a seguir recibiendo.
            Y a partir de aquí, voy a desmontarte el trabajo............. Si ahondas en la lectura, si vas leyendo entre líneas y te paras a reflexionar un momento, verás que hay algo más y mucho más importante que lo leído hasta ahora. ¡Hazlo, reflexiona!


            ¿Hasta dónde has llegado? La respuesta correcta es: No hay que tener deseos. Porque son los deseos los que te atan al sufrimiento por la no consecución de eso que deseas y te generan la energía de carencia que envías al Universo, por lo que el Universo responde con más carencia. Y aquí también se puede hacer otra reflexión, la más importante: ¿Para qué quieres utilizar las técnicas de “El Secreto”, si el secreto es no tener deseos?
El verdadero secreto de la abundancia es: Dar, ofrecer, entregar, donar, compartir, regalar, otorgar, ceder, obsequiar, proporcionar, aportar, suministrar, proveer, sin esperar nada a cambio.

El verdadero secreto de la abundancia es: Aceptar lo que tienes, y aceptarlo con alegría.

¿Conoces el cuento del mendigo de Rabindranath Tagore?: Iba un mendigo pidiendo de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando un carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Y, el mendigo se preguntaba maravillado, ¿quién sería aquel Rey de reyes?
Las esperanzas del mendigo volaron hasta el cielo, y pensó que sus días malos se habían acabado. La carroza se paró a su lado. El señor magnífico que iba en el carro bajó sonriendo. El mendigo sintió que la felicidad de la vida había llegado al fin. Y de pronto, el señor le tendió la mano diciéndole: “¿Puedes darme alguna cosa?”.
¡Qué ocurrencia de su realeza! ¡Pedirle a un mendigo! El mendigo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego sacó despacio de su saco un granito de trigo y se lo dio.
Pero, la sorpresa del mendigo fue cuando, al vaciar por la tarde su saco en el suelo, encontró un granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloró por no haber tenido corazón para dárselo todo!
Deja “El Secreto” en la estantería y
Recuerda
Es dando que recibimos.
Es compartiendo como somos bendecidos por la abundancia.
Dando abundantemente heredaremos el Reino.