El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
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martes, 21 de febrero de 2017
lunes, 20 de febrero de 2017
Amor
Creen los seres
humanos que el amor es un sentimiento, y lo buscan casi con desesperación en
cada esquina, esperando que aparezca su alma gemela, porque les han llenado la
cabeza de historias de que si consiguen encontrar a su alma gemela será una
locura de amor. Pero la realidad es que no existen las almas gemelas, al menos tal como
quiere hacer creer la sociedad, esa sociedad sin entrañas, que nos hace llevar
a pensar que el amor no se activa hasta que aparezca otra persona que haga
temblar los sentimientos.
Eso que hace
temblar los sentimientos, esas maripositas en el estómago, o perder de vista el
mundo ante la visión de la “persona amada”, no es Amor.
Reflexionar por un momento: ¿Alguien ha escuchado decir a una mama que siente maripositas en el estómago ante la presencia de su bebé de días, semanas o pocos meses? Y lo que siente la mamá por su bebé, si es Amor, es lo más parecido al Amor incondicional. Si acaso, lo que siente, es una especie de expansión en su pecho, provocada por la gran energía de amor acumulada en su chakra cardíaco, chakra que es la sede del Amor y de la ternura. Y esa expansión del chakra cardíaco lo único que puede producir es que se humedezcan sus ojos, a la vez que siente paz, alegría y felicidad, pero no va a sentir mariposear su estómago. Las mariposas en el estómago son la manifestación de neuronas intestinales estimuladas por neurotransmisores que se liberan en el abdomen por un estímulo externo que, aunque grato, pone al cuerpo en alerta. El enamoramiento no es más que un pensamiento, un pensamiento agradable, pero pensamiento a fin de cuentas. Y esa forma de pensamiento, es energía, que hace que el cerebro produzca adrenalina, la cual genera esa sensación en el estómago. La adrenalina o epinefrina es una hormona vasoactiva secretada por las glándulas suprarrenales bajo situaciones de alerta o emergencia. Es como el miedo.
Así que cuando
se dice que se está enamorado, y que se sienten mariposas en el estómago, solo
es un pensamiento que genera adrenalina, que es lo más alejado al Amor.
En realidad, lo
que está ocurriendo es que se activando un nuevo capítulo del Plan de Vida de
un grupo de personas, capitulo que se inicia con el encuentro entre dos almas,
para tratar de llevar a buen término un buen número de acciones relacionadas
con el Karma de todos los implicados, que son muchos, no solamente los dos
“enamorados”.
Para que ese
encuentro llegue a más, los seres humanos se han dado una serie de herramientas
para que se activen los mecanismos de atracción. Esos mecanismos son
sensaciones, como la de sentir que se conoce a la persona desde siempre, (es
normal, tienen una relación posiblemente de muchas vidas), la sensación de
perderse en la inmensidad de la mirada de su pareja, o la de apreciar como
extraordinarias ciertas cualidades físicas, mentales o espirituales.
El Amor es
inherente a la persona, es una energía que se encuentra en el cuerpo energético
del ser humano y no se puede dar si no se atesora con anterioridad. Es como el
dinero, si no se tiene nada no se puede comprar ni una barra de pan.
Por lo tanto, lo
que sienten los “enamorados” en las primeras fases de la relación no es más que
deseo, atracción, admiración y alguna emoción o sensación más, pero no Amor.
Será a partir de
ese enamoramiento como los enamorados podrán aprender a amar, a través de la
comprensión entre ellos, de la tolerancia, del respeto, de la generosidad, de
la ternura, e incluso del mismo deseo.
Pero pocos lo
hacen, y al cabo de cierto tiempo, se separan. En algunas ocasiones de mala
manera, utilizando incluso a los hijos como arma arrojadiza. Pero con una frase
muy común: “Es que se ha acabado el amor, pero queda cariño”.
No, el amor no
se ha acabado, y no se ha acabado porque no ha existido nunca, y el cariño, no
es más que apego.
No quiere esto
decir que las parejas que se forman tengan que vivir eternamente juntas, no, de
ninguna manera. Se amen o no, no tienen por qué estar juntos el resto de sus
vidas. Las uniones se realizan para aprender, para enseñar, para pagar deudas o
para recibir recompensas. Y cuando el trabajo se ha hecho, o ya está claro que
no hay posibilidades de hacerlo, y que incluso se está generando más Karma, la
pareja se deshace. El alma lo sabe y el corazón actúa, aunque casi siempre lo
estropea la mente. Cuando realmente los miembros de una pareja se Aman, también
desharán su unión, pero lo harán con Amor, con respeto y con generosidad.
¿Cómo se aprende
a Amar? A Amar se aprende Amando, de la misma manera que a cocinar se aprende
cocinando.
Una buena
escuela para comenzar la práctica del Amor es esa pareja que se está formando,
es la familia. Es cierto que no es la única y que posiblemente las haya
mejores, pero tiene algunos puntos a favor, aunque también tiene otros en
contra. A favor está que lo primero que conoce el bebé cuando llega a la vida
es el amor, ya que ese amor es el eslabón que une al bebé recién nacido con su
mamá, el primer eslabón que lo enlaza con la vida. La mamá ama a su bebé porque
si, lo ama por encima de todo, lo ama sin condiciones. No espera de él nada a
cambio, y ese amor es lo primero que todos los bebés se encuentran en los
primeros meses de vida. Bien es cierto, que según va creciendo el bebé, ese Amor
incondicional se va convirtiendo en amor humano, pero en lo más íntimo de su
ser, el niño que está creciendo, ya tiene algo parecido al amor que alberga en
su alma. Es un buen punto de partida.
Si el bebé
permaneciera aislado el resto de su vida, es muy posible que no le abandonara
ni la inocencia ni el amor que son las condiciones con las que nace. Pero con
el tiempo y con la educación de sus educandos el niño comienza a perder la inocencia
y a cambiar su Amor incondicional por un amor interesado.
Jesús enseñaba
que había que volver a ser niños para la unión con Dios: Mateo 18:3 - En verdad
os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el
reino de los cielos. Mateo 19:4 - Dejad a los niños, y no les impidáis que
vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos. Juan
3:3 - En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el
reino de Dios.
No es la vuelta
a la niñez física lo que predicaba Jesús, era la vuelta a los valores de la
infancia: la bondad, la inocencia, la compasión y el amor.
El Amor
incondicional ya existe dentro de nosotros, ya que todos tenemos la capacidad
de sentir compasión por otro ser humano, solo tenemos que abrir un poco más el
abanico. Si se siente con uno, se puede sentir por todos, solo hay que ver a
los demás como si fueran uno mismo.
Cuando el ser
humano Ame a todos, con el mismo Amor que la mamá siente hacia su bebé, estará
acercándose a la máxima expresión del Amor.
domingo, 12 de febrero de 2017
jueves, 9 de febrero de 2017
¿Por qué no soy feliz? Creencia y carácter
La
creencia y el carácter son inversamente proporcionales.
Es
necesario abandonar la creencia,
e
instalarse en la sabiduría del que se sabe Hijo de Dios.
En la sabiduría del que se sabe
hermano del resto de hombres.
Cuando
una persona está más o menos bien, con un poco de voluntad, con algo de
trabajo, con mucha perseverancia y con una buena dosis de paciencia, puede
practicar alguna de las muchas técnicas que se enseñan en la actualidad, (meditación,
yoga, talleres, conferencias, lecturas, oración, técnicas de respiración, etc.,
etc.), para tratar de llegar a su interior y poder así ponerse en contacto con
su corazón. Es entonces cuando se puede conectar con ese “algo” desconocido,
que va a permitir a la persona sentir más paz y serenidad. Ese algo desconocido
es su propia esencia. Ese algo desconocido es su alma. Ese algo desconocido es
Amor. Ese algo desconocido es Dios. Y ese es el principio de la felicidad, ya
que lo que importa a la persona, ya sea para ella, bueno o malo, no la ata a
través del pensamiento veinticuatro horas al día. Si es agradable, lo disfruta
cuando lo tiene; si es desagradable lo sufre el momento de tenerlo delante,
pero no al momento siguiente, porque ha vuelto a su interior.
Pero ¿Qué pasa cuando la persona está
mal?, ¿Qué pasa cuando la persona vive las veinticuatro horas del día sumergida
en su pensamiento de dolor? Es igual que la razón del dolor sea real o
imaginario. Podemos considerar razones reales de sufrimiento: una enfermedad,
una carencia tangible, la desaparición de un ser querido, o el engaño de su
pareja, solo por nombrar los más comunes. Mientras que las razones imaginarias
son las que están atadas a la consecución de los deseos o a la no
materialización de creencias. Ejemplo de sufrimiento por no conseguir aquello
que se desea, puede ser estar en un trabajo que no le gusta a la persona deseando
otro diferente, y ejemplo de no materialización de creencias, puede ser permanecer
soltero cuando se desea tener una familia compuesta por una pareja y unos
hijos, ya sea por propia creencia o por presión del entorno, (en algunos países
esta presión puede ser muy fuerte).
Cuando la persona está mal, además de
la voluntad, del trabajo, de la perseverancia y de la paciencia, es necesario
el reconocimiento de la persona de que está mal, pero no es tarea fácil, ya que
para ella es normal sentirse como se siente: “Cómo va a sentirse bien si no
tiene pareja, o si tiene un trabajo que considera indigno o…”. Hasta que no
reconozca que su sufrimiento puede desaparecer, por ser un producto de su
pensamiento y tome la decisión de poner remedio, no tiene mucha solución, y es
mejor esperar a que la persona madure en su carácter y sea consciente del daño
que se está infringiendo a sí misma.
A las personas les gustaría tener
resultados inmediatos y esa es la razón del abandono del trabajo que están
realizando para conseguir su bienestar, en un elevado número de practicantes.
Pero tienen que saber que la felicidad, como el Amor, como todo en la vida
física tiene grados. Si consideramos “cero” la carencia absoluta de felicidad, y
“cien” la felicidad total, no se puede pasar de cero a cien en tres segundos
como si se tratara de un vehículo deportivo. Es un trabajo constante, es un
trabajo de tiempo, es un trabajo de vidas, de muchas vidas.
Con
independencia de que la persona supedite su bienestar a la consecución de sus
objetivos, reales o ficticios, existe otra razón: El desconocimiento de “lo que
ella misma es”.
Cree el hombre, que es un ser
independiente, llegado a la vida por accidente, y sabe, eso no es una creencia,
que es finito. Este conjunto de creencias sobre sí mismo, y su propia
caducidad, es lo que le hace buscar un sentido a la vida, y como no lo
encuentra, lo cual es normal en la sociedad actual, es cuando se refugia en sus
propios deseos y en sus propias creencias. Como cree que es un ser
independiente desligado de Dios, (aunque en Él creen la práctica totalidad de
los seres humanos), tiene que protegerse y proteger lo suyo frente al resto de
mortales. Esta es la razón de la desigualdad, del hambre y la opresión.
Casi todos los seres humanos creen en
Dios, aunque ese Dios no sea igual para todos, ya que depende del lugar del
planeta en el que hayan elegido nacer, lugar en el que se van a encontrar una u
otra creencia fomentada por la religión del lugar.
El hombre se mueve por creencias. El
hombre necesita creer más que saber, y una vez asentadas sus creencias, puede
morir por ellas. Y ni tan siquiera se le va a pasar por la cabeza de que solo
es una creencia, tan inútil como la creencia del que cree lo contrario. Como el
carácter es la colección de creencias y hábitos de hombre, bien se puede
afirmar que, “a mayor creencia, mas inmadurez de carácter”. Y de la misma
manera que existen creencias individuales, existen creencias de grupos, e
incluso de naciones: Esta es la razón de los desencuentros, de los
enfrentamientos, de los nacionalismos y las guerras.
Es necesario abandonar la creencia,
madurar el carácter e instalarse en la sabiduría. En la sabiduría del que se
sabe Hijo de Dios. En la sabiduría del que se sabe hermano del resto de
hombres. En ese momento se termina la desigualdad, la opresión, los
enfrentamientos, los nacionalismos, el hambre y las guerras.
Teóricamente todos los hombres repiten
como papagayos que son Hijos de Dios, pero no llegan a la comprensión de tal
afirmación.
Para ello….,
Continuará………………
martes, 7 de febrero de 2017
Creer o saber
PERLAS PARA EL ALMA
El hombre necesita creer más que saber, y una
vez asentadas sus creencias, puede morir por ellas. Y ni tan siquiera se le va
a pasar por la cabeza de que solo es una creencia, tan inútil como la creencia
del que cree lo contrario.
lunes, 6 de febrero de 2017
Por qué no soy feliz?
“Amar” de manera incondicional,
es
una facultad del corazón,
mientras que amar, mezcla de apego
y deseo,
es una proyección de la mente.
Si respondemos a la pregunta de ¿Por
qué no soy feliz?, diciendo que “Porque no quieres”, es posible que seamos lapidados
como si hubiéramos retrocedido dos mil años en el tiempo.
¿Cómo es posible que alguien pueda
decir de otra persona que, si no es feliz es porque no quiere, cuando lo que
busca cada ser humano, casi con desesperación es, precisamente eso, la
felicidad? Y la busca en cada nueva relación que inicia, en cada número de lotería
que juega, en cada oposición que prepara con esmero, en cada curriculum que
rellena con mimo, en cada moneda ahorrada para las próximas vacaciones, o en
cada reunión familiar o con amigos. En fin, parece que cada actividad “extraordinaria”
del hombre está encaminada a conseguir la felicidad. Y decimos extraordinaria,
porque la rutina diaria es, justamente, lo que parece que le separa de la
felicidad: El trabajo, la relación de pareja o cumplir los compromisos, solo
por mencionar alguna de las rutinas del hombre.
Pero…, ¡Oh!, que pocos parecen
conseguirla.
Y nos preguntamos: ¿No será que no
saben realmente lo que es la felicidad?, o ¿No será que no saben dónde buscar?,
o ¿No será que confunden la felicidad con la euforia?
Aunque es posible que lo hayan leído un
millón de veces, y que se lo hayan comentado otro millón, lo repetimos una vez más:
“La felicidad es un estado interior”. Eso quiere decir que todo aquel que
asocie su felicidad a la consecución de sus deseos, y crea que la felicidad
está fuera esperándole en forma de naranja, “de media naranja”, en forma de
fajo de billetes, en forma de un diploma conseguido por su hijo, en forma de “Ferrari”,
en forma de palacete veraniego, unido todo eso a una salud de hierro personal y
de sus seres queridos, está abocado a la infelicidad, al sufrimiento, al dolor,
a una vida anodina, a una vida de ansiedad esperando no sabe muy bien qué.
Porque piensen por un instante, si hoy
les toca una millonada a la lotería, que les hace inmensamente felices, pero mañana
contraen una enfermedad grave, puede que incluso terminal ¿Dónde quedaría la
felicidad de los millones conseguidos?
Asociar la felicidad a estímulos
externos, la hace caduca porque en un instante pueden cambiar las condiciones
externas y verse de nuevo abocados a la infelicidad. Han de conseguir ser
felices con la pobreza y con los millones, con la buena salud y con la
enfermedad.
Lo que denominan felicidad después de
conseguir que les toque la lotería es un momento de euforia, y podríamos definir
como abatimiento encontrarse cara a cara con la enfermedad grave.
La euforia es la cresta de una onda, y
el abatimiento el valle. Entre la cresta y el valle, en el centro, se encuentra
la felicidad. Y ese centro está en el interior del hombre. Ahí hay que llegar,
porque es en él donde se encuentra la felicidad.
Ese centro es el chakra cardíaco del
ser humano. Es el centro del amor, de la compasión, de la dulzura, de la
ternura, de la misericordia, y se encuentra alejado de euforias y abatimientos.
Es feliz quien “Ama”. No quien cree que ama. ¿Tienen dudas de la diferencia entre “Amar” y amar? Digamos solo que es “Amar”, y sabrán que amar, es…, otra
cosa, que suele llevar directo a la infelicidad. “Amar” es dar, es entregarse, es no juzgar, es no criticar, es
compartir, es ayudar, es libertad. Quien “Ama”
no entiende de celos, ni de envidias, ni de egoísmos, ni de proyecciones personales.
Quien “Ama” siempre se coloca en el
lugar del otro. Quien “Ama”, lo hace
para siempre, en la vida y al otro lado de la vida. Un ejemplo: La mamá “Ama” a su bebé recién nacido, mientras
la esposa ama a su esposo. (Ya sabemos que hay excepciones, pero son eso,
excepciones).
“Amar” de manera incondicional es una
facultad del corazón, (del chakra cardíaco), mientras que amar como hacen los
hombres, mezcla de apego y deseo es una proyección de la mente.
Por lo tanto, si quieren ser felices,
si quieren permanecer en el centro, alejados de euforias y abatimientos, han de
viajar al corazón, han de llegar a su centro.
¿Cómo? Saber quién eres y aceptar la
vida son dos de las claves que iremos desgranando en próximas entradas.
lunes, 30 de enero de 2017
Yo Soy Uno con Dios
Continuación
de la entrada “El origen del hombre”
A
pesar de saber de qué todos los hombres van a llegar a la unión del Dios, aquellos
que entienden e integran la razón de la vida, pueden acelerar el proceso y
ahorrarse un buen número de vidas y, por ende, muchos momentos de sufrimiento.
Porque ¿Cuántos de los que estáis leyendo esto os consideráis plenamente
felices, o parcialmente felices, o un poco felices, o felices a ratos? Y,
además, ¿Sois conscientes de esos momentos de felicidad?
En
la “Meditación de los corazones gemelos”, meditación que se realiza en Pranic
Healing, que es una técnica de sanación y crecimiento, en dos momentos específicos
de la meditación se pide recordar un momento feliz. Pues, aunque parezca
increíble, hay un porcentaje muy alto de personas que cuando comienzan a
realizar esta meditación comentan que les resulta complicado encontrar un
momento feliz. Y si quieren encontrar dos, ya es casi una misión imposible.
Y
no es cierto, porque sí que existen muchos momentos felices en las vidas de las
personas. Lo realmente dramático es que muchos están tan enfrascados en su
sufrimiento que no son conscientes de esos momentos, que permanecen escondidos
y olvidados en algún cajón de la mente y, por supuesto, si son incapaces de
reconocer esos momentos, está claro que para ellas “no existen”.
El
problema real es que los seres humanos no saben, en un alto porcentaje, que es
la felicidad. Creen que la felicidad son esos momentos de euforia que sienten
cuando consiguen la realización de un deseo, bien sea material o emocional.
Pero
la felicidad no tiene nada que ver con la consecución de los objetivos que cada
persona programa en su mente, fruto, casi siempre, de sus creencias erróneas.
Creencias que han sido inculcadas a lo largo de los tiempos por las sociedades
en las que han elegido vivir.
La
felicidad es un estado interior, es un estado de paz y serenidad al que se
llega cuando se aceptan los vaivenes de la vida, cuando se acepta al resto de
personas que comparten su encarnación, tal como son, sin intentar cambiar nada
en ellos. Se llega a ese estado cuando no se ponen esclusas para detener la
vida, y se deja que esta siga su fluir, disfrutando o sufriendo cada momento, porque
está claro que la vida no es un camino de rosas, pero tampoco es un valle de
lágrimas, (todo es según el color del cristal con que se mira). Pero sea como
sea el momento, bien de alegría, bien de dolor, se ha de vivir sin atarse a esa
emoción, sin atarse a ese momento, porque al momento siguiente el suceso pasó, y
no hay que alimentar ni el goce ni el dolor con el pensamiento.
Y
sobre todo se llega a ese estado cuando se vive en Dios, cuando se es
consciente de la propia divinidad, cuando se acepta otra creencia distinta a la
que presenta la sociedad y que la mente ha hecho suya. Y esa otra creencia es la
de que se ha elegido la vida para acelerar el proceso de unión con Dios.
Existen
en la actualidad infinidad de técnicas para conseguir un sinfín de beneficios,
asociados todas ellos no solo a la mejora integral del ser humano: mejor salud
física, mejor salud emocional, o mejor salud mental, sino también técnicas para
satisfacer cualquier deseo material.
Con
todas estas técnicas, si la persona se involucra, (que no siempre es así,
aunque parezca difícil de creer), consigue, con algunas limitaciones, aquello
que se publicita en la técnica. Puede liberar la mente de pensamientos dañinos,
se puede liberar del estrés, de la ansiedad y de sus miedos, solo por nombrar
algunas de las perniciosas emociones que corroen al hombre actual.
Sin
embargo, existen ciertas limitaciones que impiden que se consigan al cien por
cien los beneficios que genera la práctica de dichas técnicas. Esas
limitaciones vienen dadas por el Plan de Vida.
El
Plan de Vida es el contrato con el que cada alma se compromete antes de viajar
a la vida, y en él existen aspectos que se tienen que cumplir en cualquier
circunstancia, ya que son los pilares sobre los que se asientan las
experiencias más importantes que necesita vivir el alma encarnada.
Por
lo tanto, si a pesar de todos los esfuerzos no se consigue aquello que se busca,
solo le queda al hombre “aceptar” la situación de vida, ya que dicha situación
ha sido minuciosamente organizada y planificada por él mismo antes de su
llegada a la materia. Sin embargo, si con su esfuerzo no consigue todo lo que
desea, si conseguirá, no empeorar la situación y eso ya es una ganancia.
Ya
tiene así el hombre la felicidad al alcance de la mano, solo tiene que hacer valer
su voluntad y su trabajo para la realización de las diferentes técnicas que
necesite según sea su situación, y utilizar la propia fortaleza para aceptar
las situaciones que no puede cambiar.
Pero
después de todo esto, sería conveniente hacerse una pregunta, ¿Dónde queda
Dios?, ¿En qué beneficio de qué técnica se Le puede encontrar?
Se
Le puede encontrar de manera subliminal en todas las técnicas, que llevan al
hombre a la introspección, es decir en la observación que cada persona hace de
su propia conciencia o de sus estados de ánimo para reflexionar sobre ellos,
porque el camino más corto que puede realizar el hombre para llegar a Dios es
viajar a su propio interior, abandonando los pensamientos, apostatando de sus
creencias, liberándose del miedo de ser divino.
Para
acercarse a Dios de manera más rápida, se pueden añadir dos técnicas más, que
además van a llevar a la persona a un estado de paz y de serenidad desconocidas:
1)
El pensamiento consciente, mantenido en
la mente el mayor tiempo posible: “Yo Soy Uno con Dios”.
2)
Ante cualquier situación hacerse antes
de actuar la pregunta: “¿Cómo lo haría Dios?”, y actuar en consecuencia. (Por
supuesto en este punto hay que olvidarse de religiones. Recordar que Dios ama a
todos por igual: A los ateos, a los asesinos, a los ladrones, a los practicantes
de cualquier religión, a las prostitutas, a los divorciados, a los
homosexuales, a los curas, a los pedófilos, en fin, a todos. Todos somos
iguales para Dios).
¡Feliz
viaje de regreso a Casa!
martes, 24 de enero de 2017
El origen del hombre
En
la batalla para encontrar a Dios,
tiene
el guerrero que luchar consigo mismo
y vencerse, sin sentirse derrotado.
Alfonso Vallejo
El
desconocimiento de la divinidad del hombre es, sin ningún género de duda, la
primera y principal razón de la infelicidad, del sufrimiento, y de la
insatisfacción del ser humano, solo por citar algunos de los males que aquejan
a la sociedad actual. Que son los mismos males que aquejaban a la sociedad
anterior y muy posiblemente los que sufrirán las sociedades futuras.
Pero, es más, ese desconocimiento es la
única causa de sus repetidas encarnaciones y de sus viajes de la esencia a la
materia. Porque la razón de tanta sinrazón, la razón de sus reencarnaciones, la
razón de tanta vida “que parece inútil” y de tanta muerte, sólo es para activar
el recuerdo de su divinidad y vivir en la materia como vive cuando se encuentra
al otro lado de la vida física.
El origen del hombre es Dios, y ese
será su destino. Y a pesar de tantas vidas absurdas, a pesar de todos los
intentos del ser humano por permanecer dormido, todos llegarán a Dios, más
pronto o más tarde, pero todos llegarán. Sin embardo, para llegar a Dios, hay
que encontrarle. Y hay que hacerlo en la vida física. Es aquí, en la materia,
donde el hombre ha de realizar su trabajo de exploración y de reencuentro con
Dios.
Es aquí donde el ser humano tiene que
luchar, en soledad, y mantener una lucha sin cuartel “con su mente contra su
mente”. En la batalla para encontrar a Dios, tiene el guerrero que luchar
consigo mismo y vencerse, sin sentirse derrotado.
El
hombre sin Dios es nada, es como una hoja movida por el huracán de su mente que
va posándose, de manera despiadada, sobre los deseos incumplidos, sobre los
amores rotos, sobre las enfermedades del cuerpo y las soledades del alma.
Es
tan profundo el sueño del hombre, que incluso los que sueñan con el despertar,
cuando entreabren los ojos, exclaman en su fuero interno “Ah, ya entiendo de
que se trata”, pero todo se queda en eso, en el entendimiento. Intelectualizan
el concepto de Dios, sin integrar en cada célula de su cuerpo el concepto de
que no sólo él es Uno con Dios, sino que también lo son todos los que le acompañan
en su viaje por la vida, lo son los que le acompañaron en anteriores viajes, y
los que le acompañarán en los siguientes.
Eso
quiere decir que todos somos lo mismo, que todos somos Hijos de Dios, que todos
somos Uno con Dios, es decir, que todos somos hermanos.
Para
el hombre que integra el concepto de Dios en cada célula se han acabado las
religiones, se han acabado las políticas, las razas, los nacionalismos, las diferencias de
clases, se han acabado los juicios y las críticas a sus hermanos. Porque
integrar el concepto de Dios en cada célula significa abrirse al Amor
Universal, significa abrirse a la compasión, a la misericordia, significa
olvidarse del perdón porque nunca se va a sentir ofendido, significa vivir como
si Dios estuviera frente a él, en cada ser humano, en cada animal, en cada
planta.
¡Que
tarea tan difícil nos hemos puesto los seres humanos!
Continuará……
miércoles, 4 de enero de 2017
Sanación Espiritual
La
Sanación Espiritual es la práctica de canalizar la Energía Divina para que
interactúe sobre todas las dimensiones existenciales del ser humano.
La
Sanación Espiritual actúa en la dimensión espiritual. Durante la terapia el
terapeuta y el paciente entran en un espacio sagrado que es un nivel
elevado de conciencia en el que se produce la sanación canalizando hacia el
paciente una determinada gama de frecuencias de la Energía Universal para
limpiar y transmutar las energías negativas, que en su forma de bloqueos
energéticos, impiden el paso de las energías positivas que mantienen
la buena salud en todas las dimensiones del ser. Y lo hacen limpiando en
profundidad para que no quede ningún residuo energético desfavorable que pueda
volver a emerger y actuar como núcleo inicial al que se puedan ir anclando otras
energías negativas similares.
Las
personas que son tratadas con la Sanación Espiritual reciben una transmisión de
energía que reestructura y reordena las energías alteradas y reactiva sus recursos naturales, su sistema
inmunitario y sus fuerzas internas para ayudarles a enfrentarse a la
enfermedad, y sobre todo a la causa, que no es más que sus malos hábitos, sus perniciosas rutinas, sus
emociones destructivas y sus pensamientos negativos y carentes de amor hacia sí
mismos y por extensión hacia los demás.
Aumenta
en el paciente, si este así lo decide, su capacidad de recuperación y consigue
mejorar su sintomatología, así como aumentar la confianza en sí mismo para
afrontar su enfermedad, para dejar de verse a sí mismo como enfermo y dejar de
identificarse, de una vez y para siempre, con su enfermedad y pasar de sentirse
como un "ser enfermo" a verse como un “ser humano” completo, con
un desarreglo en su cuerpo físico: "Yo no soy mi enfermedad".
La
Sanación Espiritual ayuda a sanar, o si la sanación no es posible, ayuda a la
persona a aceptar la enfermedad como vehículo de crecimiento.
sábado, 17 de diciembre de 2016
Eva quiere ser feliz (2 de 2)
Del
libro “Relatos del Inca”
La hija de una amiga de la mamá de Eva
estaba finalizando sus terapias con ”El Inca”, un sanador, y por lo que parecía,
con un éxito sin precedentes, ya que María, que así se llamaba la hija de su
amiga, había frecuentado terapias de todo tipo, tradicionales y no
tradicionales, sin ningún resultado, hasta ese momento.
Ante el cambio de María, que incluso
llegaron a calificar como un milagro, no tardó en concertar una cita para ella
misma. A la mamá de Eva le gustaba frecuentar todas las terapias que alguien le
decía que funcionaban. A pesar de que con ella no funcionaba ninguna, pero.., ¡en
alguna ocasión sonaría la flauta!
Sin embargo, ¡No era cuestión de
flauta!, ¿Cómo era posible que nadie la hubiera dicho que la sanación, de “eso”
que estaba buscando con tanto ahínco solo iba a producirse cuando ella misma
decidiera sanarse?, ¿Cómo era posible que nadie la hubiera dicho que cualquier
sanador era un mero acompañante en su propio proceso?
Por supuesto, la flauta no sonó y la terapia
tampoco funcionó con ella, pero aun así concertó una cita para Eva.
Eva acudió a su cita con Mélody, que
era como se llamaba su hijita, y que entonces contaba con un mes de nacida.
- ¿En qué puedo ayudarte?, le preguntó el sanador.
- Eva, con los ojos brillantes por las lágrimas que pugnaban por salir, dijo poco: Bueno, estoy un poco nerviosa. La niña tiene un mes, tiene muchos cólicos y llora mucho. Descanso poco y eso me tiene un poco estresada.
- El sanador intentó averiguar un poco más, ya que entre las sensaciones que estaba percibiendo no destacaban, de manera prioritaria, su estrés, sino que la sensación era que la invadía una tristeza y una soledad que hacían daño, incluso físicamente: ¿Eres feliz?
- Por supuesto, contestó Eva, llevó casada tres meses y ahora Mélody. Estoy enamorada de mi esposo, no hay razón para que no sea feliz.
- Ya, pero mi pregunta, prosiguió el sanador, no es si tienes razones para ser feliz, la pregunta es si eres feliz.
- Claro que soy feliz, ratificó Eva.
Viendo
el sanador lo difícil que iba a ser arrancarle ninguna otra palabra decidió
comenzar la terapia. El sanador tocó a la persona, y comenzó a meditar a su
lado. Lo que tiene que pasar pasa. Siempre pasa. Siempre reciben la persona y
el sanador lo que tienen que recibir.
En
esta terapia también, y aparte de tranquilizar a Eva hasta el sueño, le llegó
al sanador la información justa y necesaria, para que una vez trasmitida a Eva,
ella hiciera con esa información lo que considerara más conveniente.
- Eva, le dijo el sanador una vez finalizada la terapia, te voy a traducir todas las sensaciones que he recibido. Podrás creer en ellas o no, porque no hay comprobación científica de que lo que te voy a contar sea cierto, si te resuena dentro de ti, tu sabrás lo que tienes que hacer, y si no te resuena lo olvidas: Si parece que estás enamorada de tu esposo, y es cierto que vives en un estado de ansiedad importante, aunque ahora un poco menos después de la terapia. Pero también guardas dentro de ti demasiada tristeza debido a la soledad con la que estás afrontando tu reciente maternidad y por supuesto, tu vida. Y aun hay algo más, da la sensación de que no te sientes querida por parte de tu esposo, o al menos no tan querida como a ti te gustaría, y no solo no te sientes querida, sino que ni tan siquiera te sientes comprendida, y no parece que recibas toda la ayuda que necesitarías en estos momentos. Bueno a excepción de la de tus padres, aunque me da la sensación de que te crispa que ellos te ofrezcan su ayuda, ante la ausencia emocional, y a veces física de tu esposo.
- Si, contesto Eva con un hilo de voz, es, más o menos así.
- Y te voy a decir más, prosiguió el sanador, creo que después del trabajo de aceptación que tuvieron que realizar tus padres, no quieres que sepan la situación por la que estás atravesando, lo cual te genera una ansiedad y una tristeza añadida.
- Una pregunta, y mi estado ¿Le puede afectar a mi hija?, preguntó Eva.
- Por supuesto. Un porcentaje importante de su malestar es provocado por la energía que recibe de ti. Ten en cuenta que vive en tu aura, que eres su alimento, que eres su vida, respondió el sanador. Tienes dos caminos: Uno, aceptar la vida que tienes, sin sufrir porque no es la vida que habías soñado, y dos, analizar lo que no te gusta de tu vida y cambiarlo. Ambas son difíciles, es tu elección. Tanto si optas por una como por la otra, puedes contar conmigo. Aunque te queda otra opción, que todo siga igual. Para eso, ya no hace falta que vuelvas, porque yo intento ser sanador, pero lo que no me gusta es ser curador, porque posiblemente consigamos eliminar los síntomas, pero dentro de poco volverás a estar en las mismas condiciones. Sanar es eliminar la causa del mal, curar es eliminar los efectos. Pero si se trabajan los efectos, como la causa sigue indemne volverán a resurgir los mismos síntomas más pronto que tarde.
A
los dos días el sanador recibió una llamada de Eva:
- Pues ya está todo solucionado, hemos hablado y me vuelvo a sentir querida, acompañada y apoyada. Estoy muy contenta, dijo Eva al otro lado de la línea telefónica.
- ¡Oh!, cuanto me alegro, le contesto el sanador. De cualquier forma si vuelves a sentirte mal, llámame y concertamos una nueva cita.
- OK, gracias, se despidió Eva.
El
“Inca” sabía perfectamente que nada estaba solucionado, pero Eva no podía
permitirse que alguien estuviera al tanto de “su secreto”.
Por
supuesto que se concertaron nuevas citas con pretextos infantiles, pero el
problema seguía en las mismas condiciones.
- Eva, si no haces algo siempre vas a estar mal. Si siempre haces las mismas cosas el resultado siempre va a ser el mismo, es decir, siempre vas a estar mal. ¡Haz algo!, ¡Toma las riendas de tu vida!, no permitas que la vida te zarandee como si fueras una pluma en mitad del huracán. Le decía el sanador.
- Yo le quiero, decía Eva en un mar de lágrimas, y tampoco quiero dar este disgusto a mis padres.
Seis
meses después Eva sigue sufriendo.
jueves, 15 de diciembre de 2016
Eva quiere ser feliz
Del libro "Relatos del Inca"
A
la quinta fue la vencida, y por fin los papás de Eva, después de cuatro hijos
varones tenían a su mujercita.
Los
papás de Eva tenían una vida acomodada, muy acomodada, y Eva creció con todas
las necesidades básicas, más que cubiertas, y con todos los caprichos
inimaginables a su alcance.
Era
tan grande el amor de los papás de Eva por su preciosa hija, que la dejaban
hacer y deshacer a su libre albedrío. Ellos consideraban que lo importante era
que la niña fuera feliz, y no demostraron, en demasía, su decepción, cuando Eva
decidió abandonar su carrera de arquitectura y cambiarla por un instructorado
de yoga. Incluso la mamá asistía a sus clases, aunque no con la regularidad que
sus estados emocional y mental requerían.
La
decepción y una ligera oposición ya tomaron forma cuando Eva comenzó a frecuentar
a un muchacho, perteneciente a una clase social muy inferior a la suya, y que
lo único que destacaba en su curriculum era su físico, una bonita voz para
cantar, profesión a la que quería dedicarse, y una vida bohemia, más como huida
de una familia completamente desestructurada, que como anhelo de vida.
La
oposición ya fue total cuando Eva soltó la bomba en su casa:
- Estoy embarazada, pero Ramón, (que así se
llamaba el futuro papá de la criatura), quiere que nos casemos y hacerse cargo
del bebé”.
- - Y
¿Cómo se va a hacer cargo del bebé, y de ti, teniendo en cuenta que no trabaja
y no parece tener ningún ingreso?, le preguntó el
padre de Eva.
- - De
momento habíamos pensado vivir aquí hasta que encuentre algún trabajo, dijo Eva.
- - Si
quiere trabajar, mañana mismo puede comenzar en nuestra empresa, le
respondió el padre.
- - No
papá, ya sabes que a él le gusta la música, ha escrito varias canciones y está esperando respuesta de algunas casas discográficas para grabar un disco, dijo
Eva.
El
cambio de opiniones, por no llamarlo discusiones, siguió durante algunos días,
hasta que los padres de Eva, pensando siempre en la felicidad de su hija, y
ahora en la de su futuro nieto, o nieta, terminaron cediendo. En las
conversaciones que mantenían los padres, sin la presencia de Eva, decidieron
que aceptaban la boda, haciéndose incluso cargo de todos los gastos, que
vivieran en una parte de casa, teniendo en cuenta que había espacio más que
suficiente, que por supuesto les iban a mantener, y que esperarían, porque es
lo que parecía anunciado, que su hija cayera para ayudarla a levantarse y
seguir con su vida.
Llegó
el día de la boda. Eva lucia con orgullo su embarazo, ya de siete meses, sin
saber que este era el principio de su infelicidad.
No
había pasado ni un mes de la boda, cuando la sonrisa de Eva que siempre lucia
radiante y aparecía de manera espontanea, comenzó a hacerse menos frecuente, y
cuando aparecía, ya no era viva, ya no era luminosa, para los que la conocían
era lo menos parecido a su antigua sonrisa, era una mueca y un signo de
tristeza. Cuando alguien le insinuaba algo, siempre se justificaba con las
molestias de su embarazo.
Continuará…………….
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