No existe realidad que no esté teñida de
utopía
Imagina un mundo en el que todos pensaran,
hablaran y actuaran como si la persona que estuviera delante fuera ella misma.
¿Qué ocurriría? Pues que no existiría el mal en
el mundo. No existiría el conflicto. No existirían las guerras. No existiría el
hambre. No existirían los asesinatos. No existirían las agresiones. No existirían
los maltratos. No existirían las discriminaciones. No existiría la desigualdad.
No existiría la mentira. No existirían los separatismos. No existirían naciones.
No existirían religiones. No existiría la envidia. No existiría el odio. No existiría
el rencor. No existiría la ofensa. No existiría la confrontación. No existiría la
crítica.
Solo existiría el amor. Es cierto que no sería
un amor desmedido porque tampoco es que nos amemos en exceso a nosotros mismos,
pero no nos haríamos sufrir, el mundo sería distinto, ya que permaneceríamos de
manera permanente con la mano tendida para ayudar al otro.
Alguien puede pensar que esto es una utopía. No
lo es. Dentro de miles o de millones de años será así. Para que eso llegue
posiblemente tengamos que vivir cientos o miles de vidas más cada uno de
nosotros, sufriremos lo indecible odiándonos, matándonos, pisoteándonos, y
además lo repetiremos muchas veces con los mismos protagonistas.
No merece la pena repetir tanto dolor y tanto
sufrimiento. Cuanto antes abramos los ojos, antes dejaremos de sufrir. Piensa,
habla y actúa como si el enemigo irreconocible que esta frente a ti fueras tu
mismo. Si ambos hacéis lo mismos en poco
tiempo vuestra postura será la misma, en poco tiempo habréis quemado vuestras
banderas, en poco tiempo habréis enterrado las religiones, en poco tiempo habréis
borrado las fronteras, en poco tiempo estaréis hablando la misma lengua, en
poco tiempo habréis convertido el odio en comprensión, y en poco tiempo más convertiréis
esa comprensión en Amor.
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