Capítulo XV. Parte 1. Novela "Ocurrió en Lima"
Antay
se despertó con una musiquita que comenzó muy suave y que fue aumentado de
volumen, aunque, sin llegar a ser estridente.
Le
costó un tiempo descubrir que la musiquita procedía de su celular, y no
entendió la razón, porque no era consciente de haber puesto la alarma, en la
noche cuando se acostó, ya que nunca lo hacía, a pesar de que a las 7:30 había
quedado con Diana para poder llegar a las 8 a la oficina, junto con Pablo y
Patricia, que les estarían esperando, para que, los tres, entregaran su
curriculum y mantuvieran la reunión con el señor Ramírez.
Sacó la
mano del edredón, aun con los ojos cerrados, para mirar el celular. Cuando lo tuvo
en su mano y, abrió los ojos, pudo comprobar que marcaba las 4:30am. ¿Por qué
tan temprano?
Una
ligera claridad se filtraba a través de las cortinas pero…., entraba desde el
lado contrario. ¿Cómo podía ser que la claridad entrara por la derecha cuando
la ventana estaba en el lado izquierdo? “¿Me habré acostado al revés?”, pensó
Antay. Se incorporó y no entendió nada. Estaba acostado de manera correcta.
Entonces fue consciente de que la habitación era, por lo menos, el triple de
grande de lo que es su habitación. Y la cama, también, era enorme. No estaba ni
en su habitación ni, por supuesto, en su cama. Pero, ¿dónde estaba? Y, además,
no estaba solo. Había una mujer acostada a su lado, y esa mujer era… ¡Indhira!
La
mente de Antay trabajaba a marchas forzadas. “Anoche después de la pizza
acompañé a Indhira a su casa y quedamos en que la llamaría un día de la siguiente
semana, sin determinar cuándo. Fue un encuentro agradable en el que los dos, de
manera más o menos clara, insinuamos que nos gustábamos y que iba a ser muy
fácil para ambos llegar un poco más lejos, pero no pasó nada más. La dejé en el
portal de su casa y yo volví a la mía y, estoy seguro de haberme acostado en mi
cama. ¿Estaré soñando?”
- Cariño,
como no te des prisa, vais a perder el avión, -fue lo primero que dijo Indhira
nada más abrir los ojos y ver a Antay sentado en la cama sin hacer ademán de levantarse
y vestirse.
- ¿Qué
avión?, -preguntó Antay confundido, no entendiendo nada.
- Amor,
en media hora pasa a buscarte Pablo. Vais a Miami, ¿no te acuerdas?, ¿seguro
que estás despierto?
- Sí,
estoy despierto, -balbuceó Antay.
- Pues
mientras te vistes te preparo un café. Te he dejado el terno, la camisa y la
corbata preparados en el closet. No tardes en bajar.
“¿Adónde
tengo que bajar?”, pensó Antay. Mientras tanto Indhira había salido de la cama.
Estaba preciosa con un pantaloncito corto y una camiseta de tirantes que se
pegaba a su cuerpo como una segunda piel.
La vio
ponerse una bata que le llegaba a medio muslo y desapareció corriendo por una
de las puertas que se veían en la habitación. “Debe de ser donde está la
escalera para bajar a ese lugar donde tengo que ir”, seguía Antay con sus
elucubraciones.
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