El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 22 de junio de 2024

Eres tú

 


Cuidado con lo que piensas, cuidado con lo que sientes, cuidado con lo que dices, cuidado con lo que haces.

Imagina que la persona que está delante de ti, eres tú misma.

Piensa, siente, habla y haz lo que te gustaría que pensaran, que dijeran y que sintieran de ti, y que hicieran para ti.


El baile de la vida

 


En un rincón olvidado del universo, donde las estrellas susurran secretos y los árboles danzan al ritmo del viento, existe un lugar llamado "El Jardín de las Decisiones". En este jardín, las almas se reúnen para aprender, crecer y descubrir el verdadero significado del éxito.

Allí, un joven llamado Aiden caminaba entre los senderos de flores vibrantes. Su corazón estaba lleno de preguntas y anhelos. ¿Qué es el éxito? ¿Cómo se alcanza? ¿Por qué algunos parecen tenerlo mientras otros luchan en vano?

Un día, Aiden se encontró con un anciano sabio sentado junto a un estanque de aguas cristalinas. El anciano sonrió y le dijo: "El éxito no se persigue, querido Aiden. Es como el baile de las hojas en otoño: cuando dejas de resistirte, cuando te entregas al flujo de la vida, es entonces cuando experimentas la verdadera danza".

Aiden frunció el ceño. "Pero ¿Cómo puedo dejar de perseguir el éxito? Todos me dicen que debo esforzarme, trabajar duro, alcanzar metas".

El anciano se río suavemente. "La vida no es una carrera, Aiden. Es un vals. Imagina que eres una hoja flotando en el aire. Si te aferras a la rama con todas tus fuerzas, te perderás la belleza del descenso. Pero si confías en el viento, si te dejas llevar, descubrirás que el éxito está en la gracia de la caída".

Aiden reflexionó sobre las palabras del anciano. Comenzó a observar su propia vida. ¿Cuántas veces había luchado, resistiéndose a los giros y vueltas? ¿Cuántas veces había manipulado su destino en busca de logros externos?

Decidió soltar. Dejó de forzar las cosas. Se permitió fluir con la corriente. Y entonces, algo mágico sucedió. Las oportunidades llegaron sin esfuerzo. Las puertas se abrieron. El éxito, en lugar de ser una meta distante, se convirtió en una melodía que resonaba en su interior.

Aiden aprendió que el verdadero éxito no se mide en títulos, riquezas o reconocimientos. Se encuentra en la paz interior, en la conexión con otros seres, en la capacidad de amar y ser amado. El éxito es vivir auténticamente, sin miedo a los fracasos ni a las expectativas ajenas.

Así, en el Jardín de las Decisiones, Aiden continuó su danza. Bailó con las estrellas, abrazó los momentos de quietud y se dejó llevar por la música de su alma. Y en cada giro, encontró el éxito que había estado buscando: la plenitud de vivir en armonía con la vida misma.


Pensamientos

 


Todo nuestro mundo, toda nuestra vida y todo lo que experimentamos están hechos de pensamientos. Tenemos pensamientos buenos, pensamientos malos y pensamientos neutros.

Nuestra mente está en un diálogo permanente, a veces, cuestionándolo todo, juzgándolo todo, culpabilizándonos a nosotros mismos y a nuestro entorno, atemorizándonos; otras veces, alabándonos, viendo la bondad en los demás y expresando compasión y ternura. Por lo tanto, nuestra mente, y por extensión nuestra vida, está llena de claroscuros; nada es puramente luminoso ni completamente oscuro.

Si aceptamos que somos lo que pensamos y que nuestra vida está moldeada por nuestros pensamientos, entonces tenemos una herramienta poderosísima para ser felices, estar alegres, demostrar ternura y ser compasivos. Solo necesitamos permitir los pensamientos positivos.

Además, si reconocemos que somos los únicos responsables de nuestros pensamientos y que nadie más nos obliga a pensar de cierta manera, no deberíamos culpar al vecino por nuestro dolor o desdicha. Solo nosotros somos responsables de nuestro sufrimiento.

 


viernes, 21 de junio de 2024

Un propósito mayor

 


Puede parecer que estamos solos con nuestras circunstancias, o que nuestro destino depende de una decisión a la que no tenemos alcance, o que las cosas que hacemos cada vez salen de mal en peor.

A pesar de nuestros ruegos, las situaciones no cambian. No parece haber una salida.

Pero no es así. Cada acontecimiento, por nimio que nos parezca esta perfectamente organizado y planificado, por nosotros, antes de llegar a la vida.

A veces, enfrentamos situaciones desafiantes o dolorosas, pero solo son  parte de nuestro viaje hacia el amor incondicional. El aprendizaje y el crecimiento personal a menudo ocurren en medio de las dificultades. Es como si estuviéramos escalando una montaña en un videojuego y cada paso tiene un propósito: completar el nivel.

Es justamente esa desastrosa situación la que habíamos previsto para conseguir avanzar en nuestro peregrinaje hacia el amor incondicional. Algo que no es material y que, una vez conseguido, hará que cambie, por completo, la situación.

En cuanto al tiempo que va a durar la adversidad que nos envuelve, no es solo una cuestión de cronología. El aprendizaje y la evolución espiritual no están atados a un reloj. A veces, el camino puede sentirse solitario y desértico, pero no estamos solos, porque Dios está con nosotros en todos los jugares y durante todo el tiempo.

La fe y la esperanza de que eso es lo que necesitamos en este momento, nos sostienen incluso cuando todo parece oscuro.

    Recuerda, por tanto, que nuestras circunstancias, decisiones y destino están entrelazados. Aunque no siempre entendamos, completamente, el propósito detrás de cada situación, podemos confiar en que hay un propósito mayor en juego. Así que sigamos avanzando, aprendiendo y buscando ese amor incondicional que transformará nuestra realidad.


BHUMISPARSHA MUDRA

 


BHUMISPARSHA MUDRA

Su significado literal es tocar el suelo.

Se cree que este es uno de los Mudras que ayudó a Buda a alcanzar su iluminación.

Cómo se hace:

Comienza sentándote en cualquier postura meditativa.

Mantén el cuello y la columna cómodamente erguidos.

Descansa ambas palmas cómodamente sobre las rodillas.

Cierra los ojos suavemente.

Observa este espacio oscuro detrás de tus ojos.

Respira más profundamente y por más tiempo. Cada vez que respiras, tu respiración se hace aún más profunda.

Descansa la mano izquierda en el regazo, con la palma mirando hacia arriba, hacia el cielo.

Ahora, mantén la mano derecha sobre la rodilla derecha de tal manera que la palma derecha esté apoyada sobre su rodilla (mirando hacia abajo) y todos los dedos estén tocando la madre tierra.

Sirve para:

Mejora la concentración.

Enseña el rasgo muy necesario de la perseverancia. Si estás apuntando a algo grande en tu vida, la perseverancia es imprescindible.

Mejora la capacidad de mantener la calma y la paz durante más tiempo.

Te hace más conectado a tierra y con los pies en la tierra.

Experimentas claridad en tus pensamientos.

Te sentirás menos estresado y menos ansioso. Mejorará tu salud mental.

Te sientes más conectado con la naturaleza.

Ayuda a establecer una mejor conexión entre los dos hemisferios del cerebro.

Mejora la capacidad del cerebro para hacerlo más productivo.

Es un gran valor para aquellos con demasiado trabajo mental.

Practicar esto puede aumentar la capacidad de retención de memoria.

Duración:

Es recomendado practicarlo entre 40 y 60 minutos diarios.

 


sábado, 15 de junio de 2024

4:55

 


Durante un instante, Rubén, desconcertado, no entendía la razón por la que la conversación que mantenía con su madre terminó de manera abrupta. No es que la charla fuera de una profundidad digna de un premio Nobel. Solo hablaban del tiempo, pero era agradable, sobre todo, teniendo en cuenta que no hablaban desde hacia más de 4 años:

“Todos sabíamos que el invierno había llegado cuando el tío Manolo trabajaba en el taller que tenía debajo de su casa”, le decía Rubén a su madre. Y cuando nombró a su tío, fue como si volviera 50 o 60 años atrás. Su tío Manolo era carpintero y tenía una pierna ortopédica. Era muy divertido verle, en su bicicleta, pedalear con una sola pierna. Utilizaba la bicicleta para todo, para el trabajo y para el asueto, para ir a trabajar y para ir a merendar los domingos por la tarde, a la orilla del río, actividad que realizaba junto a su cuñado, el papá de Rubén, que en su bicicleta cargaba en el asiento trasero a Rubén, su hijo mayor, y delante a Amaru, el pequeño de la casa. El paseo en bicicleta hasta el río era en domingos alternos, porque era una actividad que se alternaba con las tardes de futbol.

La tarde en el río era muy agradable. Siempre iban al mismo lugar. A escasa media hora desde su casa. A un claro entre los árboles a la orilla del rio. Era una zona despejada de árboles, donde la luz del sol iluminaba el verde de la hierba y las flores silvestres. El río, fluyendo creaba un sonido relajante y refrescante. En el aire flotaban los aromas de la vegetación y los pajaritos pasaban trinando sobre sus cabezas. Era un lugar ideal para descansar o simplemente para estar. Rubén no sabía, entonces, lo que era la meditación, pero hoy, sin duda, pensaría que era un lugar ideal para meditar. Sin necesidad de mantras, sin necesidad de técnicas, solo impregnándose de la pureza del aire, del sonido de la naturaleza y de la presencia de Dios en cada brizna de hierba.

Nada más llegar los mayores se sentaban en el césped a hablar de sus cosas, no sin antes dar instrucciones a los chicos de que no se alejaran demasiado, mientras los hermanos correteaban y arrojaban piedras al río. A veces, se descalzaban y entraban al agua. Era muy agradable sentir el frescor del agua en los pies, aunque eso suponía que terminaran mojados y, cuando eso pasaba, que era con mucha frecuencia, se encontraban con los gritos que les dedicaba su madre al llegar a casa. Pero no les importaba mucho, ya estaban acostumbrados.

Los días de futbol se iban al estadio caminando. No podía ser de otra manera, porque a la salida del partido comenzaba un peregrinaje por todos los bares que iban encontrando en el camino. El camino del estadio a casa era largo, tan largo que llegaban a casa de noche. Los mayores muy alegres y los niños muy aburridos, esperando con ansiedad el próximo domingo para ir al río.

          En esos pensamientos estaba Rubén cuando observó unos números rojos, en lo alto del techo, separados por dos puntitos que parpadeaban con una frecuencia constante. Rubén se quedó perplejo mirando los números 4:55, cuando comprendió todo. Estaba en su cama. Había estado soñando con su madre y los números eran el reflejo de la hora del reloj que descansaba en la mesita de noche.

          “Son curiosos los sueños”, pensó Rubén, “soñar con mi tío, que murió hace más de 40 años, y con mi madre, que se la llevó la pandemia, en abril del 2020”.

          Rubén se incorporó lentamente, sintiendo el peso de la nostalgia y la tristeza. El reloj seguía marcando las 4:55, como si quisiera mantenerlo atrapado en ese momento onírico. La habitación estaba sumida en la penumbra, solo iluminada por la luz de la luna que se filtraba por las cortinas.

          Se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Afuera, la ciudad dormía, ajena a sus pensamientos y recuerdos. Recordó a su madre, su risa cálida y su ternura. La pandemia se la había llevado de un día para otro, sin despedidas ni abrazos finales. Rubén se preguntó si ella también había soñado con él en algún momento, desde el lugar en que se encontraba ahora. O ¿le veía siempre sin necesidad de soñar?.

Decidió bajar al salón y prepararse una taza de té. Mientras el agua hervía, miró el reloj de pared que colgaba en la cocina. Las manecillas marcaban las 4:55. ¿Era una coincidencia o algo más? ¿Había algún mensaje oculto en esos números persistentes?

Se sentó en la mesa de la cocina, sosteniendo la taza caliente entre sus manos. Cerró los ojos e intentó recordar más detalles del sueño. Su madre estaba allí, sonriendo, pero su tío también aparecía, con su característico sombrero y su risa estruendosa. ¿Qué significaba todo eso?

Rubén decidió escribirlo. Abrió su cuaderno y comenzó a plasmar las imágenes y emociones que aún flotaban en su mente. Las palabras fluían, y pronto se dio cuenta de que no solo estaba recordando el sueño, sino también honrando a quienes ya no estaban.

El reloj seguía marcando las 4:55 cuando Rubén terminó su relato. Se sintió más ligero, como si hubiera compartido una carga con el papel y la tinta. Quizás los números rojos en el techo no eran solo una coincidencia. Tal vez eran un recordatorio de que los sueños y los recuerdos podían converger en un instante, como las manecillas de un reloj.

Y así, Rubén decidió que seguiría escribiendo. No solo para él, sino también para su madre y todos los que se habían ido al otro lado. Porque en esas historias, en esas palabras, encontraría un consuelo y una conexión que trascendía el tiempo y la distancia.


viernes, 14 de junio de 2024

Que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda

 


En el pequeño pueblo de La Florida, había un hombre al que todos llamaban "El Tonto Lalo". Durante el día, Lalo caminaba por las calles con su sombrero desgastado y una sonrisa torcida, saludando a todos con un amable "¡Buenos días!" que a menudo era recibido con risas y burlas. Los niños lo seguían, imitando su andar desgarbado, mientras que los adultos sacudían la cabeza, preguntándose en voz alta cómo alguien podía ser tan simple.

Sin embargo, lo que los habitantes de La Florida no sabían era que, bajo la luz de la luna, Lalo se transformaba en un héroe anónimo. Con la oscuridad como su cómplice, dejaba canastas de comida en las puertas de las familias necesitadas, reparaba los tejados dañados mientras los dueños dormían y tejía mantas calientes para los ancianos que tiritaban en sus camas.

Nadie sabía quién era el misterioso benefactor, pero las especulaciones llenaban el aire cada mañana cuando los aldeanos encontraban las sorpresas que les esperaban. "Debe ser un ángel", decían algunos. "O quizás un rico señor de la ciudad vecina", sugerían otros. Pero nunca se les ocurrió que el tonto Lalo, el hazmerreír del pueblo, podría tener la astucia y la bondad para realizar tales actos.

La historia de Lalo es un recordatorio de que a menudo subestimamos a las personas basándonos en apariencias y primeras impresiones. En La Florida, Lalo era mucho más que el tonto del pueblo, era su guardián silencioso, su héroe oculto, cuya única recompensa era el conocimiento de que había hecho del mundo un lugar un poco mejor, una buena acción a la vez.

Y a Lalo no le importaba que nadie supiera que el ángel del que hablaban era él. Él ya se sentía feliz con el trabajo realizado, no necesitaba reconocimiento.


Varada mudra

 


VARADA MUDRA

Varada Mudra es el mudra de conceder deseos o misericordia.

Este Mudra representa la sinceridad y la compasión

Cómo se hace:

Descansa ambas palmas cómodamente sobre su rodilla. Palmas mirando hacia arriba hacia el cielo.

Cierra los ojos suavemente.

Ahora, comienza lentamente a apuntar todos los dedos de la mano derecha hacia el suelo mientras la palma apunta hacia la parte frontal del cuerpo.

Asegúrate de relajar tu mano izquierda sobre tu rodilla o tu regazo.

Duración:

 Se recomienda practicar este Mudra durante un mínimo de 10-20 minutos diarios.

Beneficios:

Ayuda a traer sinceridad y compasión a la vida.

Ayuda a cumplir cada deseo que tienes, trae positividad a tu vida y ayuda a lograr sus objetivos.

Trae cambios positivos en nuestra actitud como la generosidad, la paciencia y la moralidad.

Trae el poder del perdón. Debes perdonar a todos los que te rodean sin que ellos lo sepan.

También ayuda a aumentar el poder de concentración.

 


jueves, 13 de junio de 2024

Ahora mismo es el mejor momento

 


          Cada amanecer, al abrir los ojos, se nos presenta una nueva oportunidad para reinventarnos. No solo cada día, sino en cada momento que respiramos, podemos decidir cambiar el rumbo.

Es la oportunidad de pedir perdón por esas palabras que escaparon de nuestros labios y que han dejado una sombra de incomodidad en nuestro ser.

Es la oportunidad de administrar mejor nuestro tiempo, ese que a menudo decimos que escasea, mientras nos perdemos en un mar de trivialidades en las redes sociales, consumiendo contenido que ni siquiera consideramos auténtico.

Es la oportunidad de enriquecer nuestra mente leyendo un poco más, o de plasmar nuestros pensamientos en ese diario que desde hace tiempo danza en nuestra imaginación. Y sí, el tiempo es un recurso limitado, pero es nuestra responsabilidad gestionarlo sabiamente.

Es la oportunidad de ser agradecidos, de valorar lo que tenemos. Muchas personas anhelan aquello que damos por sentado, mientras nosotros nos consumimos en lamentos por lo que creemos que nos falta.

Es la oportunidad de dedicarle más tiempo a tu familia. Deberían de ser tu prioridad. Haz que tu principal objetivo en la vida sea su felicidad.

Es la oportunidad de meditar, de buscar un encuentro profundo con nuestro interior y con lo divino.

No dejes pasar este instante. Es el momento perfecto para dar el primer paso hacia una vida renovada. Atrévete a dejar atrás lo que fue y abraza con esperanza lo que está por venir. Este es tu momento de transformación, donde cada elección es un paso más hacia tu serenidad, tu felicidad, tu alegría y, posiblemente, a tu propósito de vida que, aunque desconocido, puedes asegurar que cada insatisfacción interior es una prueba fehaciente de que estas caminando lejos o separándote de ese objetivo.

 ¡Comienza ahora, comienza fuerte, comienza con propósito!


Abhaya mudra

 


ABHAYA MUDRA

En la antigüedad, el Abhaya mudra se usaba como un gesto de amistad y una muestra de buena voluntad.

Este mudra simboliza la protección, la paz, y la disipación del miedo.

Cómo se hace:

Puedes practicar este mudra acostado, sentado en una silla o de pie.

Mantén tu mano izquierda relajada, mientras la palma de tu mano izquierda se mantiene relajada en el centro de tu región pélvica mirando hacia arriba.

A medida que relajas la mano izquierda en la posición correcta, sube tu mano derecha y la palma de tu mano a la altura del hombro. Mantén la palma abierta y mirando hacia delante.

Duración:

Al principio, puedes practicar este mudra durante 5-10 minutos, dependiendo de tu nivel de comodidad y necesidades. Recuerda, este o cualquier otro mudra puede ser dominado sólo al practicarlo de forma regular y sincera.

A medida que lo practiques de forma regular, puedes aumentar el tiempo a 15 minutos y llevarlo hasta 30 minutos a medida que vayas progresando. e 5 a 45 minutos diarios

Beneficios:

Cura el sistema nervioso

Cultivando la valentía, la paz y la amistad

Ayuda a curar el miedo interior y también ayuda a cultivar la protección contra las energías malignas.

Este mudra es excelente para cultivar la actitud de valentía para que puedas enfrentar tus desafíos de frente y con gracia.

Crecimiento y poder espiritual

Simbolismo del Abhaya Mudra

El Abhaya Mudra es rico en simbolismo, que abarca varias capas de significado:

Protección y valentía: La interpretación más directa del Abhaya Mudra es de protección y tranquilidad. La mano levantada significa un gesto de paz y seguridad, ofreciendo comodidad y disipando el miedo.

Bendición divina: En muchas representaciones, el Abhaya Mudra también se ve como un signo de bendición y benevolencia divina. Indica la concesión de protección por un poder superior, ya sea el Buda, un Bodhisattva o una deidad en el hinduismo.

No violencia: El gesto simboliza el compromiso del Buda con la no violencia y su capacidad para transformar la hostilidad en armonía.

Poder espiritual: El Abhaya Mudra a menudo se interpreta como un signo de poder espiritual y autoridad. Significa la fuerza interna y la confianza que surge de la iluminación y la sabiduría espiritual.


martes, 11 de junio de 2024

Todos a una

 


En nuestra evolución vamos todos juntos, vamos de la mano, aunque no lo parezca.

 

No se trata de “unos ganan y otros pierden”, no, se trata de “ganamos todos o no ganamos ninguno”.

 

No escondas información, no juzgues quien está preparado y quien no lo está.

 

Tú da la información, ayuda, colabora, que cada uno ya recogerá lo que esté preparado para recoger, es decisión de su alma, no tuya.

El perdón de Dios (2 de 2)

 


—Dios no necesita perdonar, hijo mío —le contesté a mi hijo, como si siguiéramos una conversación que solíamos tener con frecuencia—, porque ya te he dicho en muchas ocasiones que no se ofende nunca, y donde no hay ofensa no es necesario el perdón.

—Y entonces —siguió mi hijo, poniendo cara de extrañeza—, ¿por qué este señor habla de ofensa, de pecado, de infierno y de perdón?

¡Qué difícil me lo estaba poniendo! ¿Cómo le explicaba que todas las religiones eran una asociación de personas con las mismas creencias, que enseñan verdades parciales e interesadas, estando muy alejadas de la Verdad, que solo está en posesión de Dios?

—Pero tenía que intentarlo: Las religiones son, en esencia, intentos humanos de entender a Dios, de dar sentido a lo que está más allá de algo que no podemos entender, porque no lo vemos. A través de ritos, como esta misa, y de enseñanzas, buscan guiar a las personas hacia una vida más espiritual y moral, básicamente, enseñan a actuar con bondad. Sin embargo, estas enseñanzas, a menudo, reflejan interpretaciones humanas de lo divino, influenciadas por las culturas y contextos en los que se desarrollan.

>> El concepto de pecado y perdón es una de esas interpretaciones. Se basa en la idea de que los seres humanos, en su imperfección, a veces actúan de maneras que se consideran contrarias a la voluntad de Dios. La necesidad de pedir perdón surge de la idea de reconciliación, de volver a alinear nuestras acciones y pensamientos con lo que se percibe como divino y correcto.

>>No obstante, algunas personas, como nosotros, creen que Dios, en su infinita sabiduría y amor, no tiene necesidad de perdonar porque nunca se siente ofendido. Según esta creencia, el perdón es más una necesidad humana que divina. Es un proceso de sanación personal. Algo para sentirnos bien con nosotros mismos. Enseñar sobre el pecado y el perdón puede ser una manera de ayudar a las personas a reflexionar sobre sus acciones y motivarlas a mejorar, aunque a veces pueda parecer que nos hacen culpables y nos hace sentirnos mal.

>>No hay que seguir los pasos de una religión.

>>La verdadera espiritualidad, es como una búsqueda personal y continua de entender y vivir según lo que uno percibe como lo divino. En este camino, es crucial cuestionar, aprender y crecer, reconociendo que la Verdad, en su forma más pura, es algo que tal vez nunca comprendamos completamente, pero hacia lo cual siempre nos esforzamos por acercarnos.

—No lo he entendido muy bien papá, pero me quedo más tranquilo sabiendo que Dios nunca se ofende.


Mudra del Loto

 


MUDRA DEL LOTO

Este mudra corresponde al chakra del corazón y simboliza la pureza de este órgano. En el corazón habita el amor y por lo tanto también la bondad, el afecto, la comunicación, cualidades todas que debemos mantener limpias y otorgarlas de manera incondicional.

Cómo se hace:

Lenta y suavemente, acerca las palmas de las manos al corazón en el mudra de oración.

Junta lenta y suavemente los dedos meñiques y los pulgares.

Abre los dedos restantes como los pétalos florecientes de un loto.

Sirve para:

Practica este mudra cuando te sientas agotado, explotado, incomprendido o sólo. Ábrete a las fuerzas divinas y recibe todo aquello que necesites, y mucho más.

Duración:

Puede practicarse siempre que sienta que le falta concentración. Especialmente esos días en los que sientes que la negatividad te ha rodeado.

Es recomendado entre 30 y 40 minutos diarios.

Beneficios

Activa Anahata Chakra, el cual trae alegría, sencillez y satisfacción a nuestra vida

Calma el estrés y la ansiedad

Calma y equilibra el sistema nervioso.

Cuando el sistema nervioso se relaja, activa el descanso y la respuesta digestiva del cuerpo. También mejora el sistema digestivo.

Promueve la pureza de la mente, el cuerpo y el alma.

Calma la mente y ayuda a mantener el enfoque.


El perdón de Dios (1 de 2)



Paseando por la ciudad, nos dimos de bruces con la catedral. Surgió de repente, majestuosa y solemne, en medio del bullicio urbano. Sus torres se alzaban desafiando al cielo, como si quisieran rozar las nubes con sus pináculos góticos. La fachada, una sinfonía de piedra tallada, estaba adornada con estatuas de santos y querubines que parecían cobrar vida bajo la luz del atardecer.

La catedral, construida en el siglo XII, es un testimonio del ingenio y la devoción de generaciones de artesanos y fieles. Sus muros de piedra caliza fueron erigidos con esfuerzo titánico, cada bloque colocado con una precisión casi divina. Los vitrales, llenos de colores, proyectaban un caleidoscopio de luz al interior, bañando las paredes y los bancos en un resplandor casi místico.

El campanario, con su robusta estructura, albergaba campanas cuyo tañido resonaba a kilómetros de distancia, marcando el paso del tiempo y llamando a los fieles a la oración. En el interior, el aroma a incienso y cera derretida llenaba el aire, mientras que el eco de los pasos retumbaba por las bóvedas y los arcos, creando una atmósfera de reverencia y recogimiento.

Cada rincón de la catedral contaba una historia de fe y perseverancia. Desde los capiteles de las columnas, esculpidos con escenas bíblicas, hasta el altar mayor, donde el oro y la plata relucían bajo la luz de los candelabros, todo hablaba de un pasado glorioso y una minuciosa dedicación. Así, en medio de la ciudad moderna, la catedral se erguía como un faro de espiritualidad y arte, un lugar donde lo divino y lo terrenal se entrelazaban en perfecta armonía.

Era la hora de la misa y en el altar mayor, un sacerdote, bastante entrado en años, dirigía el oficio, de manera rutinaria. Eran tantas las misas que debía de haber oficiado que no necesitaba leer, todo lo sabía de memoria y lo recitaba como un papagayo repite sus palabras recién aprendidas.

En el púlpito, otro sacerdote daba instrucciones a los pocos fieles que seguían la misa, casi todos tan entrados en años como el oficiante. Fue este sacerdote desde el púlpito quien comenzó la homilía, mientras el oficiante se sentaba como un espectador más para escuchar a su compañero.

"Tienen que pedir perdón a Dios por sus pecados", fue el inicio de una plática que parecía tomar un rumbo demasiado siniestro. Mi hijo, de 10 años, que me acompañaba, me preguntó de inmediato:

—Papá, ¿Dios nos perdona siempre? 

lunes, 10 de junio de 2024

Mudra del ser interior

 


MUDRA DEL SER INTERIOR

Practicar este mudra mantiene la energía en la dirección correcta, en el camino en el que desea estar en los próximos años de su vida.

Este Mudra ayuda a orar sin pronunciar una sola palabra. Conecta tu energía con la energía del poder divino o supremo. Entonces, todo lo que ores viaja directamente a la energía divina.

Cómo se hace:

Junta lentamente las palmas de las manos en el mudra de oración.

Acerca suavemente los pulgares al lado interno de los dedos índices. Y comience a acercar su pulgar al primer pliegue de sus dedos índices. Tus pulgares permanecerán ligeramente adentro mientras lo haces. Tus nudillos se moverán ligeramente hacia afuera.

Sirve para:

Manejar las emociones y te hace más sabio en la toma de decisiones. También promueve un aprendizaje mejor y mejorado.

Duración:

Practicar 4 veces al día durante 15 minutos.

Tanto si deseas completarlo de un tirón como de dos tríos que duran entre 10 y 15 minutos, tú decides.

Este Mudra debe realizarse seis veces al día durante 30 minutos en caso de dolores y molestias en las articulaciones.

Beneficios:

Ayuda a conectar con el yo interior.

Ayuda a activar la energía interior, la energía que mueve nuestro cuerpo. Esta energía puede ayudar a cambiar nuestro futuro. Utilizar esta energía de la manera correcta puede ayudarnos a lograr lo que queramos enfocándonos en las cosas que queremos en nuestra vida.

Ayuda a orar sin pronunciar una palabra. Entonces, este universo comienza a cambiar de acuerdo con sus deseos.

Ayuda a abrir el corazón, la energía, la mente y el alma. Abrir el corazón simboliza un estado mental emocional más equilibrado.


Cambio

 


La vida es un conjunto de cambios que no esperamos.

No importa con cuanta certeza tengamos planeadas nuestras expectativas, siempre va a haber algo repentino, siempre va a haber algo que no tengamos planeado.

No importa cuántas veces la vida nos haya sorprendido o cuantas veces hayamos cambiado nosotros.

Nuestra esencia, lo que está dentro de nuestra alma nunca cambia, siempre es para nuestro bien.

Yo me condeno

 


          Reflexionar sobre la frase de Buda "somos lo que pensamos" me lleva a una profunda toma de conciencia: soy el arquitecto de mi propia prisión. ¡Qué paradoja! Soy yo quien forja las cadenas que me atan, yo me exilio voluntariamente y me condeno al sufrimiento.

          Continuando con esta línea de pensamiento, podría parecer sencillo abrir la puerta de la celda que me mantiene cautivo y abrazar la libertad. Sin embargo, surge la duda: ¿alguna vez he sido verdaderamente libre? La respuesta parece ser negativa, ya que me encerré en mi propio laberinto mental desde el momento en que empecé a pensar.

          Entonces, ¿debería dejar de pensar para ser libre o, simplemente, aprender a dirigir mis pensamientos? La tarea es ardua. Los pensamientos surgen espontáneamente, cargados de una energía abrumadora que puede manifestarse en alegría, tristeza o soledad.

          ¿Puede ser que el problema sea que no tengo conciencia de mí mismo?, ¿es posible que si tuviera conciencia de mí se abrirían, de par en par, las puertas de mi propia cárcel? Debo de reconocer que hay aspectos de mí que desconozco, lo que podría explicar por qué hay días en que amanezco radiante de felicidad y, sin previo aviso, me sumerjo en la desolación y la desesperanza antes del mediodía.

La clave debe ser ir más allá de mi propia realidad. De eso que yo creo que es real y que, sin embargo, solo es una creación de mi conciencia. Las barreras que siento, o creo sentir, son sin duda autoimpuestas. La libertad, entonces, podría encontrarse no en la ausencia de pensamiento, sino en la habilidad de navegar y orquestar la sinfonía de mi mente.

Encuentro de autistas




Shitali pranayama

 


SHITALI PRANAYAMA

Shitali significa en sánscrito refrescante y pranayama respiración.

La particularidad de Shitali pranayama es que, junto a Sitkari, son los únicos pranayamas en los que la inspiración se realiza por la boca y no por las fosas nasales.

El hecho de respirar por la boca produce un efecto refrescante en todo el cuerpo.

Cómo realizarla

El cuerpo debe permanecer inmóvil y la respiración calmada.

Mantener los ojos cerrados y el cuerpo relajado.

Ser consciente de la respiración en todo el cuerpo. Manteniendo la concentración en el frescor que genera el aire que entra por la boca.

Se debe sacar la lengua unos dos centímetros fuera de los labios. Seguidamente se dobla la lengua longitudinalmente (tanto dentro como fuera de la boca) y se forma una especie de canuto o tubo sosteniendo los laterales de la lengua con el labio superior.

Una primera aproximación a shitali puede ser comenzar inspirando lentamente por la boca, formando el canal con la lengua, relajando la lengua seguidamente y espirando por la nariz.

Una técnica un poquito más avanzada sería inspirar por la boca formando ese tubo con la lengua, relajar la lengua tras la inspiración y cerrar la boca, aplicando jalandhara bandha (contracción de la garganta) con o sin mula bandha (contracción perineal o del cuello del útero) y retener el aire el máximo tiempo confortablemente.

Al final de la retención, relajar mula bandha y, elevando la cabeza soltar jalandhara bandha y espirar lenta y controladamente por la nariz.

Esto completa un ciclo de shitali. Repítelo durante 5 minutos seguidos. Al final del último ciclo, inspira normalmente por ambas fosas, y luego túmbate en savasana.

Beneficios:

Es un pranayama refrescante, siendo aconsejable su práctica en verano.

Debe practicarse en ambientes poco contaminados, pues el aire no se limpia como al respirar por la nariz.

Purifica la sangre.

Combate la sed, el hambre, las enfermedades del abdomen y del bazo.

Evita la fiebre.

Calma la mente y es una excelente preparación para la meditación.


Atmanjali-Mudra

 


ATMANJALI MUDRA (Gesto de la oración)

Es el mudra del amor puro e incondicional.

También se conoce como Anjali Mudra o Hrudayanjali Mudra.

Este gesto de las manos colocadas en el centro del corazón dirige la respiración o energía hacia el espacio del corazón y permite la unión del cuerpo con la energía cósmica.

Sirve para

El circuito creado por la unión de ambas manos canaliza la energía que surge desde el cuarto chacra o chacra del corazón, lo que nos conecta con la fuerza del Amor.

Refuerza el recogimiento interior y proporciona armonía, equilibrio, calma y tranquilidad.

Con este gesto se expresa respeto y agradecimiento.

Cómo se hace:

Colocar las manos juntas delante del chakra cardiaco y dejar una pequeña cavidad entre las palmas de las manos.

Tiene su máxima expresión cuando se realiza por encima de la cabeza con los brazos levantados.

 

Duración:

Puedes realizarlo los minutos que quieras.

Generalmente se mantiene el gesto hasta que te sientas inundado de una energía fresca y renovada.


Beneficios:

Refuerza el recogimiento interior.

Proporciona armonía, equilibrio, calma y tranquilidad.

Armoniza y activa la coordinación de los dos hemisferios cerebrales.

Regenera la energía corporal fortaleciendo el sistema inmunológico y aporta mucha más fuerza y vitalidad.

Calma la mente y clarifica los pensamientos.