Hemos leído tanto y tanto sobre la
Ley de la Atracción que cualquiera de nosotros podría dictar un seminario sin
temor a hacer el ridículo, y lo haría muy bien. Incluso podríamos dictar esas
clases sin que hayamos conseguido ni una sola vez que se cumpla en nosotros de
manera consciente la famosa ley, porque la teoría la conocemos a la perfección,
y además, tenemos a nuestro favor que en los aspectos negativos estamos
consiguiendo que de manera inconsciente se cumpla la ley de manera permanente.
La Ley de la Atracción tiene dos vertientes,
una positiva, atrayendo a nosotros aquello que anhelamos, y otra negativa
atrayendo a nosotros justamente aquello que no deseamos.
Aunque esto no es un tratado sobre
la Ley de la Atracción, si que nos conviene recordar como atraemos tan fácilmente
lo negativo y como parece que se resiste la consecución de nuestros deseos.
La Ley de la Atracción se basa en
que energías iguales se atraen, y teniendo en cuenta que cada pensamiento, que
cada sentimiento, que cada emoción y que cada palabra son energía, solamente
tenemos que ser conscientes de que tipo de energía mantenemos en nosotros, para
saber que eso es justamente lo que estamos atrayendo.
Ya sabemos que hay pensamientos
negativos, positivos, necesarios, inútiles y elevados; y que los que habitualmente
se están expresando son los pensamientos inútiles y los pensamientos negativos.
Pues es esa negatividad la que estamos atrayendo de manera permanente. El
sufrimiento, la tristeza, el miedo y la enfermedad llegan a nosotros como si
fuéramos un imán atrayendo al otro polo, y eso solo es debido al cumplimiento
de la Ley de la Atracción. Se cumple siempre, se conozca o no se conozca, como
sucede con cualquier otra ley del Universo.
¿Por qué no se materializan nuestros
deseos tan fácilmente como se materializan las cosas negativas? Por una
sencilla razón, mientras los sentimientos y las emociones negativas permanecen
en nosotros sin ningún tipo de esfuerzo, conseguir generar una emoción positiva
de algo que no tenemos, a partir de un pensamiento, teniendo en cuenta además
que la falta de “ese algo” es uno de esos pensamientos negativos que permanecen
anclados en nosotros las veinticuatro horas del día, parece complicado, muy
complicado. Y realmente lo es, porque hay que olvidar la carencia y sentir la emoción
de que la carencia se ha transformado en abundancia.
Sin embargo, nada es imposible, se
puede conseguir y hay personas que realmente lo consiguen. Aquí es donde
queremos introducir una nueva perspectiva.
Para trabajar desde la nueva visión,
hemos de tener claro que somos Hijos de Dios y que nuestro paso por la materia
sólo tiene como objetivo la vuelta a Dios. Esto es fundamental ya que cualquier
otra concepción de la vida y cualquier otro objetivo de vida nos mantendrían en
el mismo punto en que se encuentra la humanidad en la actualidad: Conseguir
aquello que se desea de cualquier forma y esta no es la visión que queremos
ofrecer.
Volvamos
a la Ley de la Atracción: Es claro que nos gustaría que se cumpliera la ley en
nosotros para conseguir todo aquello que deseamos. Pero eso que deseamos ¿Es lo
que necesitamos para cumplir nuestro Plan de Vida?, ¿Eso que deseamos con tanta
vehemencia es lo que nos conviene?, ¿Para qué lo necesitamos?, ¿Llegaremos a
Dios más fácilmente materializando nuestros deseos?
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