El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 3 de mayo de 2024

Atención

 

La mente, que máquina tan perfecta y tan perversa. Es incansable, siempre en constante actividad: elucubrando, maquinando, imaginando, recordando, comparando y juzgando. Es un flujo ininterrumpido de pensamientos que, inevitablemente, preceden a las palabras y acciones. Como dijo Buda: "Somos lo que pensamos".

Esta afirmación nos lleva a una aparente conclusión sencilla: si logramos organizar nuestros pensamientos, podremos organizar nuestra vida. Vivir de cierta manera parece requerir solo pensar de esa manera; para ser feliz, bastaría con pensarlo.

Sin embargo, la simplicidad de la conclusión contrasta con la complejidad de su aplicación práctica. No es tan sencillo como parece, pero es posible con una sola práctica: la atención.

La atención nos permite ser conscientes de nuestros pensamientos en cada momento, evitando quedar atrapados en ellos. Al no alimentarlos con energía o poder, permitimos que se disipen tan rápido como surgieron.

Esta atención consciente es la base de la meditación mindfulness, que nos permite observar nuestros pensamientos sin juicio y dejarlos pasar. Al hacerlo, no solo organizamos nuestra mente, sino que también encontramos paz y claridad en medio del caos mental. Es un camino hacia la liberación de los patrones de pensamiento que nos limitan y hacia la adopción de una perspectiva más amplia y serena de la vida.

Así, la felicidad no va a ser solo un deseo o un pensamiento, sino un estado de ser que cultivamos a través de la práctica constante de la atención plena. Es un arte que, una vez dominado, puede transformar nuestra existencia, llevándonos a una vida más plena y equilibrada.


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