El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 24 de mayo de 2024

Un cuento sobre el respeto

 


El respeto es una fuerza poderosa que puede transformar nuestro entorno. Al respetar a los demás y al mundo que nos rodea, podemos descubrir secretos y bellezas que de otra manera permanecerían oculto

 

El Secreto de la Montaña Susurrante

 

En un valle rodeado por la majestuosa Montaña Susurrante, vivía una comunidad que nunca había escalado su cima. La montaña, envuelta en misterio, era el hogar de criaturas y plantas únicas. Los ancianos del pueblo decían que quien aprendiera el secreto de la montaña, traería prosperidad y sabiduría al valle.

Un joven llamado Llucay, conocido por su curiosidad y valentía, decidió emprender la aventura para descubrir el secreto. Antes de partir, su abuela le dijo: Recuerda, el respeto es la llave que abre todas las puertas.

Llucay inició su viaje y en el camino se encontró con diversos desafíos. Un río caudaloso bloqueaba su paso, pero en lugar de forzar su camino a través de él, Llucay decidió seguir su curso y encontró un lugar más seguro para cruzar. "Gracias, río, por mostrarme el camino," dijo respetuosamente.

Más adelante, un grupo de monos le robó su comida. En vez de enojarse, Llucay sonrió y dijo: "Compartamos lo que la tierra nos da." A cambio, los monos le mostraron árboles frutales que él no había visto.

Finalmente, Llucay llegó a la cima de la Montaña Susurrante. Allí, encontró un jardín secreto lleno de flores que hablaban en susurros. "¿Cuál es el secreto de la montaña?" preguntó Llucay.

Las flores respondieron al unísono: "El respeto que has mostrado en tu viaje es el secreto. Respetar la vida en todas sus formas trae armonía y entendimiento."

Llucay regresó al valle y compartió su experiencia. Bajo su liderazgo, el pueblo comenzó a respetar más profundamente la naturaleza y a cada ser vivo. La Montaña Susurrante, agradecida, reveló senderos ocultos y manantiales de agua pura. El valle floreció como nunca antes.


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