No pensaba escribir nada hasta después de Navidad, pero lo he pensado mejor, y así podeis aprovechar las fiestas para leer y meditar.
El ser humano se pasa la vida buscando de manera desaforada, aunque discontinua, asistiendo a cursos, devorando libros uno tras otro, y a veces dos y tres a la vez; asistiendo a conferencias y seminarios, etc., etc.; pero si consigues que se detenga un momento en su búsqueda y le preguntas que está buscando con tanto ahínco, es seguro que obtendrás un ramillete de respuestas dispares: “Estoy buscando la verdad”, “estoy tratando de serenarme”, “busco estabilidad”, “quiero llegar a la luz”, “me ha dicho mi cuñada que esto va bien”, “es que me han dicho que la felicidad está en…..”.
Buscar…….., buscar…….., buscar….., está bien la búsqueda, pero no el lugar. La verdad, la estabilidad, la luz, la serenidad, la felicidad, el amor, no están donde lo estás buscando, no hace falta ir lejos, no es necesario gastar dinero en cursos que no vas a utilizar, ni leer y leer libros que en un noventa por cierto olvidas en cuanto coges el siguiente. Lo que buscas lo tienes más cerca. ESTÁ EN TI. Es como si el que escribe buscara debajo de la mesa el lápiz con el que está escribiendo, o el miope las gafas que tiene puestas.
Jorge Bucay, que entre otras muchas cosas es un gran contador de cuentos, narra en “El tesoro enterrado”, la búsqueda de un tesoro…….:
Había una vez en la ciudad de Cracovia, un anciano piadoso y solidario que se llamaba Izy. Durante varias noches, Izy soñó que viajaba a Praga y llegaba hasta un puente sobre un río; soñó que a un costado del río y debajo del puente se hallaba un frondoso árbol. Soñó que él mismo cavaba un pozo al lado del árbol y que de ese pozo sacaba un tesoro que le traía bienestar y tranquilidad para toda su vida.
Al principio Izy no le dio importancia, pero después de repetirse el sueño durante varias semanas, interpretó que era un mensaje y decidió que él no podía desoír esta información que le llegaba de Dios o no se sabía de dónde, mientras dormía.
Así que, fiel a su intuición, cargó su mula para una larga travesía y partió hacia Praga.
Después de seis días de marcha, el anciano llegó a Praga y se dedicó a buscar, en las afueras de la ciudad, el puente sobre el río.
No había muchos ríos, ni muchos puentes. Así que rápidamente encontró el lugar que buscaba. Todo era igual que en su sueño: el río, el puente y a un costado del río, el árbol debajo del cual debía cavar.
Sólo había un detalle que en el sueño no había aparecido: el puente era custodiado día y noche por un soldado de la guardia imperial.
Izy no se animaba a cavar mientras estuviera allí el soldado, así que acampó cerca del puente y esperó. A la segunda noche el soldado empezó a sospechar de ese hombre cerca de SU puente, así que se aproximó para interrogarlo.
El viejo no encontró razón para mentirle. Por eso le contó que venía viajando desde una ciudad muy lejana, porque había soñado que en Praga debajo de un puente como éste, había un tesoro enterrado.
El guardia empezó a reírse a carcajadas:
Mira que has viajado mucho por una estupidez, le dijo el guardia. Hace tres años que yo sueño todas las noches que en la ciudad de Cracovia, debajo de la cocina de la casa de un viejo loco, de nombre Izy, hay un tesoro enterrado. Ja... Ja... mira si yo debiera irme a Cracovia para buscar a este Izy y cavar debajo de su cocina... Ja... Ja... Ja...., Izy agradeció humildemente al guardia y regresó a su casa.
Al llegar, cavó un pozo debajo de su propia cocina y sacó el tesoro que siempre había estado allí enterrado.
El mundo está lleno de Izys buscando una quimera. Sólo han de variar su punto de mira, girar ciento ochenta grados y apuntar a su interior. Ahí, en su interior está el tesoro.
Pero el ser humano que es capaz de estar horas en una fila para recibir el abrazo de un maestro o de viajar kilómetros para asistir a una conferencia, es incapaz de sentarse en silencio veinte minutos para investigar que hay en su interior.
Siéntate en silencio esos veinte minutos cada día y sentirás la calidez y la ternura de miles de abrazos, siéntate esos veinte minutos y paulatinamente irás alcanzando el mismo conocimiento al que tienen acceso los maestros.
¿Por qué es necesaria tanta práctica?, ¿por qué no se consigue todo en un día? Podríamos decir que hay muchos grados de energía. Todo depende de la frecuencia de la vibración. Distintas frecuencias de vibración producen distintas densidades, distintas formas de materia, distintos colores, que van desde el rojo (baja vibración) hasta el blanco y la luz, energía de alta vibración.
La energía de todas las partículas en el universo evoluciona haciéndose cada vez más consciente. La energía evoluciona desde la densidad mineral, que no parece que tenga ni un ápice de consciencia, hasta llegar a la mente del hombre, para convertirse en energía consciente, y sigue evolucionando a la energía de los guías, de los maestros y del Conocimiento total.
Cuando el ser humano se sienta en silencio esos veinte minutos mirando hacia su interior, cambia la frecuencia de su vibración, haciéndose cada vez más consciente, tanto más consciente cuando más serena llega a quedar la mente. Eso permite al ser evolucionar hacia la perfección, y esa evolución conduce al súper hombre, un ser que maneja armónicamente todas esas energías al comprender que todo existe por amor. Puedes llegar a ser un ser de luz, aunque estés encarnado.
Pero no vas a conseguir variar ni un ápice la frecuencia de tu vibración aunque te leas todos los libros editados en el mundo, aunque asistas a todos los cursos y conferencias que impartan los más grandes maestros, o te den veinticinco abrazos diarios. Podrás adquirir sabiduría, pero no conocimiento, porque la sabiduría es de la mente, y te va a servir mientras tengas cuerpo, no más allá del cuerpo; pero el conocimiento es del alma, y te va a servir para siempre, para la eternidad. Sólo va a variar la frecuencia de tu vibración viajando a tu interior en silencio.
¿Qué, te he convencido? Pues venga, ¡siéntate y medita!
Meditación en la llama violeta
La meditación de la llama violeta es una meditación muy potente que te ayuda a purificar y a limpiar los cuerpos físico, emocional o astral y mental.
Con ella aumenta la frecuencia de tu energía ya que te permite eliminar de tu campo energético todos los pegotes de energía negativa, de baja vibración, que hay en tus cuerpos.
Es como un “comecocos”, ya que busca, encuentra y elimina todos los desequilibrios y bloqueos energéticos en tu campo energético.
No es difícil, léela antes y podrás hacerla sin problemas. ¡Qué disfrutes!
· Siéntate como tengas costumbre.
· Lleva la punta de la lengua al paladar.
· Deja las manos en las piernas con las palmas hacia arriba y coloca los dedos en Gyan mudra: las yemas de los dedos pulgar e índice se tocan, en ambas manos, los otros tres dedos están juntos y estirados.
· Los ojos cerrados o una décima parte abiertos, enfocados en el entrecejo.
· Empieza haciendo cinco respiraciones profundas, alargando la exhalación, permitiendo que con la exhalación salga de tu cuerpo toda la tensión.
· Respira por la nariz, con una respiración abdominal, (a estas alturas supongo que ya no tienes problemas para hacer esa respiración).
· Deja que tu mente se vaya lejos, a lo infinito, a lo ilimitado, si es necesario dale un empujoncito.
· Imagina, piensa, siente o visualiza, (lo que sea más fácil para ti), que un rayo de luz blanca, brillante, luminosa baja desde lo alto, entra por tu coronilla, bajando hasta el centro de tu pecho, quedándose sujeto en tu centro.
· En ese centro, donde está sujeto el rayo blanco, empiezas a visualizar o a imaginar que hay un sol, dorado, brillante.
· Mientras, la luz blanca empieza a irradiarse por todos los poros de tu piel hacia el exterior haciendo que tu aura se vuelva blanca y luminosa.
· Imagina ahora, que unas llamas de energía violeta brillante empiezan a envolver tu cuerpo, (pueden ser como la llama de una vela, pero más grandes), pueden ser el numero que te apetezca, tres, cuatro, cinco.
· Esas llamas violetas son la Energía Divina en acción, que están purificando todos tus cuerpos.
· Repite en silencio tres veces dentro de ti: YO SOY la transmutadora Llama Violeta que está limpiando mis cuerpos, transmutándolo todo en Luz.
· Deja que una de esas llamas violeta entre en tu cuerpo para limpiarlo y purificarlo, siente como limpia cada órgano, cada tejido, cada músculo, cada célula. Siente como lo que está enfermo se quema y se purifica.
· Cuando termines con el cuerpo, sigue con tus emociones. Imagina que las emociones, ansiedad, miedo, rabia, la emoción que sea, es como papel que se quema al acercarse la llama.
· Y después permite que se quemen tus pensamientos repetitivos igual que las emociones.
· Te sientes bien. Estás muy bien.
· Deja ahora que todas las llamas se unifiquen en una sola llama, como una columna de luz violeta, en que tú estás dentro.
· En este momento la Llama Violeta empieza a quemar el karma acumulado que puede ser susceptible de quemar en este momento. Si tienes alguna relación incómoda ahora es el momento de quemar el lazo que te une a esa otra persona.
· Y sigue disfrutando del momento.
· Lleva la atención al centro de tu pecho dónde está ese sol dorado brillante, permanece en tu corazón, sintiendo la Guía Divina, y permite que esa Guía sea quien dirija tu vida desde ahora.
· Permanece el tiempo que te apetezca, y antes de terminar libera el exceso de energía.
· Sube las manos a la altura del pecho, con las palmas abiertas mirando al frente, y ahí, delante de tus manos, visualiza la Tierra y repite en tu interior: Que toda la Tierra sea bendecida con Amor Divino, que toda la Tierra sea sanada, que toda la Tierra sea regenerada, bendiciones para la Madre Tierra.
· Aprovecha para bendecir a los tuyos, a tus amigos y a tus enemigos, a tus proyectos y a tu cuenta corriente.
· Da las gracias.
· Haz tres respiraciones profundas alargando la inhalación, abre tus ojos y descansa el cuerpo.