Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Hoy
me desperté a las 3:34 de la madrugada. No es algo puntual: entre las 3 y las 4
suelo abrir los ojos casi cada día, como si mi reloj interno estuviera
programado para esos momentos de silencio absoluto.
Esta
vez, me despertó un sueño vívido que aún puedo evocar. En él, sentía la urgente
necesidad de ir al baño. Me puse en cuclillas, sujetando con una mano una
tacita de café debajo mío. El excremento salió lentamente, como si el tiempo se
detuviera; la imagen era casi surrealista, una pasta cayendo a cámara lenta.
Tuve tiempo de colocar bien la taza para que todo cayera dentro. Y cuando se
llenó, corté la evacuación sin pensarlo, evitando que rebosara.
Después,
volví a quedarme dormido, y poco antes de las 4 me desperté de otro sueño, esta
vez orinando. Me asusté. Instintivamente toqué la cama, como si esperara
encontrar evidencia de lo ocurrido. Pero no, solo había sido otro sueño.
La
simbología de ambos me ha hecho reflexionar. He buscado su significado, y parece
que coinciden en algo: una necesidad de liberación emocional, de desahogo, de
renovación. Y sí, esas tres palabras me resuenan profundamente. No estoy
atravesando el mejor momento de mi vida.
No
estoy mal… pero tampoco estoy bien.
Intento
aplicar todo lo que sé, todas esas teorías sobre cómo estar mejor, cómo vivir
en paz conmigo mismo:
-
Acepto la vida que me he dado, pero reconozco que esa aceptación debe ser consciente.
Porque desde mi subconsciente surgen preguntas absurdas, aparentemente sin
peso, pero que logran erosionar mi energía y mi estado emocional.
-
No siento la necesidad de perdonar, porque no guardo resentimientos. Pero si
surge una crítica
por algo que ocurrió,
suelo perdonar de inmediato, sin quedarme atrapado en ello.
-
Trato de ponerme en los zapatos de los demás. A veces lo logro, otras veces
fallo. Pero no dejo de intentarlo, porque sé que en ese ejercicio está parte de
mi crecimiento personal.
Lo
que sí tengo claro es que el origen de mi inestabilidad emocional soy yo mismo.
Puedo señalar fuera, buscar responsables, pero al final, lo único que realmente
importa es cómo me tomo las cosas.
Sigo
trabajando en ello. A veces avanzo, a veces tropiezo, y muchas veces
simplemente observo. Pero ese trabajo interno no cesa.
Porque
incluso los sueños más extraños tienen algo que enseñarme.
Aún estoy rojo
como un pimiento morrón por la vergüenza que he pasado debido a una
conversación mantenida con mi propio pensamiento. Me ha dejado en evidencia con
una de las creencias que yo creía que tengo más arraigadas, la igualdad. Pero vayamos por
partes.
Hoy ha amanecido
un día normal. Un día típico de agosto en Lima, una neblina muy baja y la garúa
mojando, casi sin querer, las calles en su lento y minúsculo caer.
Me he despertado a
las 5, como siempre. Da lo mismo que me acueste a las 10 de la noche o a las 2
de la madrugada. Tengo una alarma interior que a las 5 hace que abra los ojos a
un nuevo día. Y durante media hora he estado batallando, como cada día, conmigo
mismo, para vencer a la pereza y dejar ese refugio tan calentito en el que he
pasado las últimas horas. Esa media hora de batalla es muy peligrosa porque
corro el peligro de volverme a dormir, sobre todo si me he acostado tarde, y
entonces puede ser una pequeña debacle, por todo el trabajo que tengo que hacer
durante la primera hora después de levantarme.
Al final he
apurado la media hora y a las 5:30 entraba en la ducha. El agua caliente resbalando
por mi cuerpo, es el primer placer del nuevo día.
Soy consciente de
que las duchas con agua fría tienen un montón de beneficios: fortalecen el
sistema inmune, activan la circulación sanguínea, despejan la mente, activan el
cuerpo, incrementan la energía, refuerzan el sistema cardiovascular y, algunas
más que no recuerdo, pero…, a mí, el agua fría solo me gusta para beber en
verano y tener que ducharme con ella me pone de muy mal humor.
Durante una buena
temporada en la que enseñaba Kundalini-Yoga y seguía “casi” todos los preceptos
que recomendaban los maestros del Kundalini, me duchaba con agua fría. Más que
una ducha parecía una carrera contra el tiempo, porque trataba de mojarme todo
el cuerpo en el menor tiempo posible. Tengo que reconocer que durante una buena
parte del día estaba amargado porque echaba en falta el agua, casi quemando, resbalando por mi cuerpo, sin límite de tiempo.
Ahora no. Disfruto
de cada segundo, debajo de la ducha, y de cada gota de agua caliente que va
rozando y, a veces, quemando mi cuerpo.
A las 6 estaba
fuera, (sí, soy un poco lento. Si me duchara con agua fría estaría listo a las
5:35).
Y ahí comienzo una
rutinaria maratón. Organizo mi desayuno y el del niño, (tengo un hijo de 10
años), preparo la lonchera que se lleva al cole, pongo la lavadora en marcha,
recojo la ropa seca del día anterior y la preparo para la plancha con la que
comienzo cuando vuelvo de mi paseo matinal, desayuno y cuando todo eso está
listo despierto al niño.
Durante la
siguiente media hora estoy, prácticamente, pendiente de mi hijo: Como se viste,
que tal desayuna, si se cepilla bien los dientes y alguna cosa más. Y a las
7:30 le acompaño al colegio.
En 5 minutos
llegamos al cole, porque solo tenemos que atravesar dos pistas. Tenemos el
colegio enfrente de casa.
Una vez que le he
dejado a él me voy a caminar durante una hora. Hoy hacia frío y me mojaba la
garúa, pero, aun así, es muy agradable pasear al lado del mar, aunque casi
estaba desaparecido por la neblina. A esa hora de la mañana somos 4 caminando y
otros 4, más jóvenes, corriendo, por lo que el paseo es una placentera
meditación.
He llegado a casa
a las 9. La tarea que me espera es tender la ropa, hacer las camas, planchar y
cocinar.
Hay dos trabajos
de los que tengo asignados en la casa que me fastidian un poquito y hasta se me
olvida que tengo que hacerlos. Uno es tender la ropa y el otro lavar los
platos.
Ha sido tendiendo
la ropa cuando mi propio pensamiento me ha dejado en ridículo.
El tendedero donde
tiendo la ropa está en la lavandería, que es un cuarto de 5 metros cuadrados,
donde se encuentra la lavadora y un fregadero. El colgador de la ropa se
encuentra a 30 centímetros del techo, por lo que para tender la ropa tengo que
subirme en una de esas escaleritas de cocina de dos peldaños. Hoy tenía que
tender sábanas porque había cambiado las de la cama del niño.
Y ahí estaba yo,
con la funda del edredón, haciendo equilibrios en la escalerita, por un lado,
para no caerme y, por otro para que la funda no tocara el piso. No conseguía
cuadrarla. Cuando jalaba de un lado se descuadraba del otro. Al final lo conseguí
y comencé una segunda batalla con la sabana bajera, esa que se ajusta al
colchón. Se supone que la sabana es más fácil que la funda del edredón, pero
cuando las cosas se complican se puede tropezar hasta con el pensamiento.
Estaba tan
incómodo que bajé la sabana, por un momento, y fue entonces cuando lancé una
queja, supongo que a la nada o al Universo, porque estaba yo solo en la
lavandería.
-¡Tú te crees que a
estas alturas de mi vida tengo que estar haciendo todo el trabajo que hago en
la casa! Se supone que debería de levantarme, tranquilamente, a las 8, encontrarme
el desayuno en la mesa, ir a pasear para hacer ejercicio, volver cerca del
mediodía, almorzar, dormir una siesta y después leer, escribir, meditar y hacer alguna
terapia hasta la hora de la cena, ver un poco de tele y a dormir.
-Mi pensamiento fue
rápido como el rayo- Y todo eso que tu no quieres hacer, ¿Quién lo haría, tu
esposa? Tu que eres un defensor de la igualdad en todas sus formas, por razón
de sexo, de religión, de pensamiento, de clase social, ¿serias capaz de
permitir que tu esposa, además de trabajar fuera de casa, hiciera en el hogar
no solo el trabajo que ella tiene asignado, sino también el tuyo?, ¿eres un
defensor de la igualdad real o solo de boca para fuera?
Un color se me iba y otro se me venía. Hasta ese momento
no había sido consciente de que una queja, como la que yo había hecho, era la
demostración palpable de que, en algún rincón, dentro de mí, permanecía alguna
energía acumulada que me hacía creer que como era “hombre” y con unos cuantos
años encima, debería de vivir como un rajá, siendo servido en todos mis
caprichos.
He sido consciente de mi falta de coherencia en el
pensar, decir y actuar. De inmediato, me he puesto a cantar un mantra “Ajai
alai”, que ayuda a sanar la depresión y la ira, mientras terminaba de tender la
ropa.
Después, me he permitido aplazar la plancha durante una
hora para sentarme en meditación para conectar con esa energía discriminatoria
y machista de la que no tenía conocimiento, para erradicarla, de una vez por
todas. Y seguiré hasta que no me enfade tendiendo sabanas.
Es
momento de dejar de jugar a ser espirituales, ya hemos aprendido las
reglas del juego. Ha llegado el momento de incluir la espiritualidad en la vida
cotidiana, es momento de trabajar desde la ética de la conciencia, es momento
de amar, es momento de sanar de manera total, es momento de compartir, de
relacionarse, es momento de practicar y salir de la teoría, es momento de dejar
atrás los prejuicios religiosos, es momento de trabajar para dirigirnos a un
futuro brillante, feliz, abundante, pleno. Y podemos llegar a ese futuro
respetando las reglas del Amor.
En este momento de cambio vamos a
trascender de “ser humano” a “ser espiritual”, y para eso ya no valen ni
escuelas ni maestros, ya que la única escuela válida es nuestro interior,
nuestra intención, nuestro corazón. Porque no hay nada que aprender, todo está
en nosotros, ya tenemos todo el conocimiento de Luz y de Amor, y muchos de
nosotros, o ya hemos cambiado nuestra vibración o estamos en pleno proceso.
En la actualidad el ser humano vive
para él, de manera individual, y ha de salir de ese individualismo para atender
las necesidades del alma, empezando a desarrollar propósitos simples, para una
vez conseguidos continuar con mayores empresas. Pero todo tiene un principio, y
ese principio ha de ser observar si existe alguna contradicción entre lo que se piensa,
lo que se dice y lo que se hace. Si no existe coherencia entre los pensamientos,
las palabras y los actos, el ser humano se engaña a sí mismo.
Hay que escuchar al alma y aceptar la
verdad, aceptar las cosas que resuenan profundamente en el corazón y en el alma,
aceptar lo que impulsa al ser humano a respirar y a sonreír. Hay que separarse
de todo aquello que promueve manipulación, especulación o explotación, y no
participar en nada que coarte la libertad o lesione el respeto. Hay que actuar
de manera honesta, clara, impecable y coherente.
Y sobre todo ama, siente el Amor,
comprométete contigo, únete a tu Ser y no busques más, deja sólo que el Amor te
encuentre. Hace tiempo que el Amor te busca, y si tu mente se mantiene en
silencio, te va a encontrar, y sobre todo, cuando estés sin expectativas,
sentirás, sentirás el Amor, sentirás su fuerza.
Es
seguro que ninguno de nosotros en su paso por la infancia se ha librado de la
pregunta: y tú ¿Qué quieres ser de mayor?, de la misma manera que ya de adultos
hemos sido nosotros los que nos hemos encargado de hacer la pregunta a los
niños.
Muchas veces no es necesario que se les
formule la pregunta a los niños, porque los adultos que les rodean se van
encargando de decretar la ocupación de los pequeños, ¡Este niño será
veterinario, le encantan los animales!, ¡Se pasa el día cantando, seguro que la
niña será cantante!, ¡El niño nos va a sacar de pobres, será futbolista, le
pega muy bien a la pelota!, ¡La niña será medico, como su padre!, y así un
sinfín de pronósticos para los pequeños.
Todavía no he escuchado la pregunta, y
tengo que reconocer que yo tampoco se la he hecho a ningún niño, aunque si a
muchos adultos, ¿Sabes que has venido a hacer?
De pequeños queremos ser bombero,
futbolista, policía o medico, por decir algunas de las respuestas que dan los
niños. Y de mayores, la verdad es que nos gustaría ser el presidente del
gobierno, el director de un banco, el consejero delegado de una gran
multinacional, u ocupaciones parecidas.
La ocupación que elegimos de niños va
en función de la clase de juego que nos gusta, y es perfecto, si a la par de
ese juego fuéramos enseñando a los pequeños de qué se trata realmente la vida.
Pero nadie lo enseña, porque tampoco casi nadie lo sabe, y entonces de mayores
la elección se sigue haciendo en función del juego que más nos gusta: amasar
dinero.
La vida es un momento de nuestra
eternidad en el que por las favorabilísimas condiciones que se dan en la
materia pueden las almas avanzar con paso de gigante en su encuentro con Dios,
que es el objetivo final y único de todas ellas.
Pero a los seres humanos se nos ha
olvidado que solo estamos aquí un “ratito”, que venimos y vamos a Dios, y que
esa es la única razón de ese “ratito”. Ese olvido supone creer que estamos aquí
para siempre, sin objetivo definido, sin origen conocido, sin ningún tipo de
filiación, salvo la que nos encontramos en el “ratito” que estamos en la vida
física, con lo cual tenemos que asegurarnos nuestra estancia y nuestro futuro,
y eso solo se hace con dinero.
Cómo ya sabes que quieres ser de mayor:
Rico. Ahora sería bueno que te preguntaras si realmente sabes que has venido a
hacer. Te sorprendería la tranquilidad que causa saberlo. Sea lo que sea no
tiene nada que ver con el dinero, pero para que puedas hacerlo con tranquilidad
el dinero nunca te va a faltar.
La pregunta es ¿Qué he venido a hacer
en este ratito de vida?
“Las
personas que piensan que no son capaces de hacer algo,
no lo harán
nunca, aunque tengan las aptitudes”
Indira Gandhi
“Amarse a sí mismo es reconocerse
y elogiarse verbalmente.
Es aprobar totalmente las propias
acciones.
Estar seguro de las propias
habilidades.
Amar el propio cuerpo y admirar la
propia belleza”
Sondra Ray
“La
religión de todas las personas debería ser la de creer en sí mismas”
Jiddu Krishnamurti
Hacia una buena auto-imagen:
En casi
todas las épocas y culturas, la “belleza” ha sido admirada como un don
especial. De manera similar, las sociedades se han caracterizado por sancionar
la “fealdad”. Las personas somos crueles con aquellas que no reúnen loscánones de belleza establecidos. Es común ver
como los niños se burlan de los
gordos, los bajitos, los altos, los narigones, los muy flacos, etc. Los humanos
no toleramos los extremos estadísticos.
El juicio
estético que la cultura da a la apariencia física, tiene enormes consecuencias
para nuestro futuro: Los juicios hacia las personas hermosas son más benignos,
somos muy crueles con las personas que no son tan hermosas.
No hay un
criterio universal de belleza. El patrón ideal de lo que es hermoso se aprende
a través de las experiencias personales y sociales del entorno inmediato. La
propia imagen corporal se forma por la influencia de dos fuentes de datos: El
ambiente social y los medios de comunicación.
Si la
autoafirmación personal gira en torno de la belleza física, esto no solo indica
una pobre vida interior, sino una muerte prematura. La necesidad imperiosa de
mantener la juventud y la belleza a toda costa, y no entender el encanto de las
distintas edades, lleva indefectiblemente a la depresión.
A pesar de
que se nos inculque lo que debe ser “hermoso” o “feo”, no significa que sea una
verdad absoluta, por lo que cada persona puede decidir su concepto de lo bello.
Me gusto porque me gusto, y punto. Lo
importante, no es ser hermoso, sino gustarse a sí mismo. Para lograrlo no es
conveniente utilizar criterios rígidos y estrictos.
Mejorando la auto imagen:
1.- Trata de definir tus propios
criterios de lo que es bello:
-No te dejes llevar de la mano por los conocedores.
En este tema, nadie sabe nada.
-No te dejes regañar por tus gustos.
-Trata de ser una persona espontanea y auténtica
cuando elijas.
-Lo atractivo para ti es una elección que sólo tú
puedes hacer.
-Arriésgate a ensayar e inventar sobre tu arreglo
personal.
-A la pregunta estúpida: ¿Se usa?, simplemente
contesta: “No tengo la menor idea”.
-Arréglate
para ti y no para otros.
2.- Descarta la perfección física
y los criterios estrictos:
-No hay un absoluto.
-Hay gorditos atractivos, delgados insípidos y
viceversa. Hay bajitas sensuales, espigadas insulsas y viceversa.
-No pierdas el tiempo pensando que te falta para ser
Afrodita o Apolo. Disfruta lo que tienes y no te exijas lo imposible.
-La idea de
la perfección sólo te llevará a focalizar la atención en tus defectos y a
olvidar tus encantos.
3.- Descubre y destaca las cosas
que te gustan de ti:
-Siéntete
orgulloso y feliz de tus atributos físicos. No importa si son muchos
o pocos, eres afortunado por lo que tienes.
-No escondas las cosas que te agradan de ti:
destácalas, muéstralas y disfrútalas.
-Nunca pienses que has agotado tus encantos.
-Explora y te sorprenderás de las cosas atractivas,
interesantes, seductoras y sensuales que puedes hallar en ti.
-Focaliza la atención en las cosas tuyas que te
resulten agradables.
4.- Tu auto imagen se transmite a
otros:
-Si te
sientes una persona poco interesante y atractiva, darás esa imagen a los demás.
-La gente
te tratará como inadecuada y te hundirás cada vez más en una auto imagen oscura
y triste.
-Rompe el círculo vicioso. En cierta manera, la
belleza es una actitud.
-Los famosos “feos” o “feas atractivas” son el
resultado de una actitud positiva hacia sí mismos.
-Si te auto
compadeces, te compadecerán. Si te sientes lástima, inspirarás pesar. Si te ves
a ti mismo como desagradable, te rechazarán.
-La mejor
manera de romper el círculo negativo es gustarte.
-Si te
sientes irresistible y atrayente, no cabe duda, serás una persona bella.
-Prueba a jugar el papel de alguien sin complejos, a
ver cómo te sientes.
-Como un ensayo de conducta, siéntete irresistible
con las demás personas e intenta comportarte en esa dirección. El círculo
comenzará a quebrantarse.
5.- El aspecto físico es sólo uno
de los componentes de tu auto imagen:
-Ser bien parecido es uno de los tantos requisitos
de la atractibilidad. No es el único. Ni siquiera el más importante.
-El aspecto
físico no garantiza todo.
-Las personas, además de lindas o feas, pueden ser
cálidas, amables, inteligentes, tiernas, seductoras, sensuales, interesantes,
educadas, alegres, afectuosas, graciosas, etc. Hay personas que poseen magia.
-Tienes muchas opciones para gustarte. Pregúntate
que más tienes fuera de huesos y piel.
6.- No importa que seas o como
seas. Si realmente te agradas y te gustas, siempre encontrarás alguien que
guste de ti:
-El auto desagrado inmoviliza.
-Las personas que no se gustan anticipan el rechazo
y evitan la gente.
oMuestran
miedo a la evaluación negativa y ansiedad social.
oViven con
un alto nivel de frustración por considerar casi imposible que alguien se
sienta atraído por ellas.
oNo
intentan la coquetería y la seducción porque se consideran ridículas en ese
plan.
oNunca dan
el primer paso, y si alguien se acerca lo ahuyentan con sus inseguridades y
prevenciones.
-Gustarse es abrir los horizontes afectivos y
aumentar las posibilidades de conocer gente.
Es
seguro que todos los que estáis leyendo esto habéis hablado en más de una
ocasión de la iluminación, de que es, de cómo conseguirla, del punto del camino
hacia ella en que nos encontramos. Y para resolver todas esas incógnitas, unos
leen, otros preguntan, otros experimentan, depende de la cualidad de cada
persona, porque hay tantas maneras como personas, para llegar a la iluminación.
Es
posible que alguien crea que la iluminación es algo sobrenatural, que sólo
pueden conseguir seres excepcionales. No es cierto. Somos los humanos los únicos
que podemos alcanzarla, precisamente porque no la tenemos, y todos podemos llegar
a ella, no es necesario ser un superhumano, porque la iluminación es un estado
interior, es conectar con la esencia divina, es un estado de paz, armonía,
felicidad, amor; y todo esto lo puede conseguir cualquiera. Sólo hay que
desearlo realmente, y partiendo de ese deseo trabajar para conseguirlo. Buda
dice que la iluminación es el fin del sufrimiento, porque eso es lo que se
consigue cuando se conecta con la propia esencia, cuando se vive la vida desde
la propia divinidad.
Lo
que sí es claro es que no va a llegar de manera espontanea, hay que trabajar
para conseguirla, no queda más remedio.
Todos
vamos a llegar a ella, unos antes y otros después. Ese es el trabajo que nos
ata a la rueda de reencarnaciones. Unos necesitarán más reencarnaciones que
otros, pero al final del camino en la materia está la tan comentada y deseada
iluminación. Aunque ese deseo, para muchos, es mera palabrería, ya que quien
realmente desea alcanzarla, lo puede hacer en poco tiempo:
- Sólo tiene que vivir el Amor en todo momento.
- Vivir para los demás, porque es dando que
recibimos.
- Vivir el presente, recordando que todo está bien.
- Vivir en un estado de silencio interior, aunque en
el exterior solo haya algarabía.
- No juzgar
ni criticar a los demás, ni de pensamiento ni de palabra.
La iluminación es como
el cuento del tesoro que narra Echart Tolle: Un mendigo había estado sentado a la orilla de un
camino durante más de 30 años. Un día pasó por allí un extraño. “¿Tienes
algunas monedas?”, murmuró el mendigo, estirando mecánicamente el brazo con su
vieja gorra. “No tengo nada que darte”, respondió el extraño. Y luego preguntó,
“¿Qué es eso sobre lo que estás sentado?”. “Nada”, replicó el mendigo, “sólo
una caja vieja. He estado sentado sobre ella desde que tengo memoria”. “¿Alguna
vez has mirado en su interior?”, preguntó el extraño. “No”, respondió el
mendigo, “¿Para qué? No hay nada adentro”. “Echa una ojeada”, insistió el
extraño. El mendigo logró entreabrir la tapa. Para su asombro, incredulidad y euforia, descubrió que la caja estaba llena
de oro.
Es posible
que pise un terreno resbaladizo con esta entrada, pero hace tiempo que ronda
por mi cabeza, lo cual es señal de que debía dejar que transitara desde la
cabeza hasta el blog. Si no lo hiciera estaría ocupando un espacio en mi mente,
sin dejar que otras ideas ocuparan el lugar correspondiente. Así que le pido a
Dios toda la iluminación que decida concederme para explicar lo más claro y
sencillo posible el batiburrillo de ideas que aparecen en mi mente sobre Su
Voluntad, sobre la Voluntad de Dios.
Estamos cansados
de escuchar y de decir “Es la Voluntad de Dios”, sobre todo cuando algo malo
sucede, una enfermedad, un accidente, una muerte, etc. Siempre es la Voluntad
de Dios. Sin embargo, cuando lo que sucede es bueno, porque toca la lotería, porque
se asciende en el trabajo, entonces es cuestión de valía personal o de suerte.
Y, sin
embargo, tanto los sucesos que calificamos como malos, como los que calificamos
como buenos, son idénticos, ya que la calificación sólo proviene de nuestra
propia apreciación, de nuestra mente, ambos son Voluntad de Dios, porque todo
es Voluntad de Dios.
Llegados a
este punto se me ocurre pensar, y seguro que a vosotros también: “Si todo es
Voluntad de Dios, ¿Cómo puede ser su Voluntad tantos asesinatos, tantas
enfermedades, tantas guerras, tanta miseria, tanta hambre, tanto dolor?
Con nuestra
mente, potentísima, pero infinitamente diminuta comparada con la Mente de Dios,
no podemos llegar a entender ninguno de los Aspectos Divinos, y entre estos
aspectos se encuentra la Voluntad de Dios. Aunque nos lo explicaran de la
manera más clara posible, no lo entenderíamos, porque es como si lo hicieran en
un idioma totalmente desconocido para nosotros, o como si explicaran la fuerza
de la gravedad a un bebé de dos meses. Es imposible llegar a entender una
millonésima parte de la Grandeza de Dios.
Los seres
humanos solo podemos entender desde nuestra mente, e intentamos entender la
Voluntad Divina desde el conocimiento que tenemos de nuestra propia voluntad.
La voluntad humana es la facultad de decidir y de ordenar la propia conducta, y
esta voluntad interviene para tener la fuerza necesaria para realizar una serie
de acciones, y conseguir así una meta.
Pues bien,
lo que los seres humanos entendemos por voluntad, no es, para nada, comparable
con la Voluntad Divina. La Voluntad Divina, es lo mismo que el Poder Divino, o
el Plan Divino, o la Verdad. La Voluntad de Dios es que todos los seres humanos
seamos felices, que todos alcancemos la Verdad cuanto antes mejor, pero en
contra de lo que es la voluntad humana, en la que se tiene la fuerza para poner
todos los medios al alcance de la persona para conseguirlo, Él no va a mover ni
un solo dedo, (permitirme que lo exprese de esta manera), para que así sea,
porque Su Voluntad es, el respeto por nuestra libertad o por nuestro libre
albedrío.
Y, cuando ante hechos que para
nosotros pueden ser trágicos y dolorosos, levantamos los ojos cielo y
preguntamos ¿Por qué Dios mío?, ¿Por qué a mí?, ¿Por qué ahora?, lo que debemos
hacer es conectar con nuestro corazón, aceptar la situación, (que no quiere
decir que no pongamos todos los medios a nuestro alcance para que se solucione
lo que parece un problema), y decir “hágase Tu Voluntad”, porque la Voluntad de
Dios no es más que el reflejo de nuestro propio “plan de vida”.
Tengo que confesar, que esto que
tengo tan claro y que me cuesta tan poco explicar, no está integrado al cien
por cien en mi, y a veces, también cuestiono las Maneras de Dios, olvidándome
que son las mías propias. Afortunadamente, en algún momento del mismo día llega
a mí la verdad, y vuelvo a mi centro.
Cuanto sientas lo mismo, cuando creas
que Dios te ha abandonado a tu suerte o que es injusto contigo, respira, lleva
la atención a tu corazón, y en poco tiempo sentirás la presencia de Dios y como
su mano te acaricia dulcemente, dándote a entender de que comprende tu
desesperación y de que está a tu lado, esperando que tu dolor se trueque en paz
y en serenidad, sabiendo que cuando llegue ese momento te vas a olvidar de Él y
de darle las gracias por su compañía.
Siempre nos
devuelven el cambio con la misma moneda. Y la misma norma también es aplicable
a los cambios emocionales.
Esa es la
razón por la que casi todo el mundo nos trata de la misma manera, diferente de
como tratan a otras personas, a las que curiosamente, también todo el mundo coincide
en el trato.
Hay personas
a las que se trata con respeto, a otras con desprecio, a otras de manera
agresiva, a otras se las ignora, etc., etc., y un buen número de personas
coincide en esa forma de trato.
No es más
que la moneda de cambio. La persona a la que se trata con respeto, es,
sencillamente, porque se hace respetar; a la que se trata con miedo, es porque
eso es lo que inspira, y así sucesivamente, cada persona recibe el trato que merece.
Su carta de presentación es la energía que emana, es la energía que la
envuelve, y es esa energía lo primero que perciben las personas con las que nos
vamos encontrando, es nuestra seña de identidad, es como si fuéramos reclamando
un trato determinado.
De nada vale
que la persona triste se ponga la máscara de la alegría, porque la energía que
emana no se puede disimular, es de tristeza, por lo que las personas que
interaccionan con ella es eso lo que reciben, tristeza, y su reacción
inconsciente es responder a lo que recibe, es responder a lo que trata de
esconder la máscara.
Por lo
tanto, si el trato que recibes de las personas con las que te vas encontrando,
no es lo que deseas, no culpes a los otros, la culpa sólo es tuya. Responden a
lo que sale de ti. Si quieres que las personas te traten de diferente manera, sólo
has de cambiar tu energía.
Para ello,
observa como es el trato hacia ti de la generalidad de personas que te rodea y
comparte tu vida. Es muy posible que creas que el trato que recibes es injusto.
No lo es, es lo que estás pidiendo, y si deseas un cambio, en tus manos está
modificarlo.
Analiza “que”
y “como” lo recibes, y a partir de ese momento permanece atento a tus
pensamientos. Podrás comprobar que en tus hábitos de pensamiento se encuentra
la razón primordial del trato que recibes. ¡Cámbialo!, de manera consciente. Respétate
a ti mismo, valórate, amate, para que así, los demás, te amen, te valoren y te
respeten.
Ya sé que
hay personas que parecen intratables, pero si las observas detenidamente podrás
comprobar que la falta de autoestima, o el miedo, o el orgullo, o la soledad, o
la tristeza, o las ansias de poder, etc., etc., es lo que permanece de manera
permanente en su pensamiento, por lo que la energía que les envuelve, no deja
penetrar otras energías. No son conscientes de la vida que fluye a su través y
a su alrededor.
Con estas
personas, que parecen intratables, también se puede conseguir que modifiquen su
trato. ¡Bendícelas!, bendícelas casi de manera permanente. La energía de la
bendición es amor en estado puro, es amor divino, y no hay nada que pueda
resistirse a la energía del amor. De esta manera, se crea una conexión de amor
entre tu corazón y el suyo, (de momento mientras dura la bendición, pero que se
irá fortaleciendo a medida que bendices), que va a hacer que su trato hacia ti sea
amable, muy diferente con el que castiga al resto de los mortales.
Recuerda, “todo
es técnica”, esto también, y como cualquier técnica, para conseguir la
maestría, necesita de voluntad, trabajo y paciencia.
Se
voluntarioso, trabajador y paciente, y te sorprenderán los resultados.
La meditación por sí sola no es suficiente para avanzar de manera rápida y segura en el camino de evolución y de crecimiento interior.
La meditación es un abono, es como cuando abonamos un campo en el que no se ha realizado ningún trabajo previo, lo mismo crecen más fuertes las buenas hierbas que las malas. Para que el abono sea fructífero y se pueda obtener un buen rendimiento al campo, antes de abonar, se ha de limpiar el campo de las malas hierbas, para que así, solamente las buenas hierbas crezcan sanas y fuertes con el abono.
De igual manera actúa la meditación, incrementa la energía del campo energético del meditador, y lógicamente de sus chakras, que son una parte de ese campo, pero se incrementan, en la misma medida, tanto las energías positivas como las energías negativas. Por lo tanto se ha de limpiar el campo energético de energías negativas, de la misma manera que se quitan las malas hierbas del campo que se va a abonar, para que sólo sean abonadas las energías positivas.
Es cierto que hay algunas meditaciones en las que se puede ir limpiando las energías negativas del cuerpo energético a la vez que se energiza este. En unas se pueden trabajar todos los chakras, en otras se trabaja chakra a chakra, y en otras se trabajan ciertos aspectos del carácter de la persona para eliminar en concreto ciertas energías negativas.
Pero, posiblemente sea más rápido ser conscientes de cuáles son las energías negativas, (rabia, miedo, orgullo, ira, falta de amor, tristeza, pereza, apego al dinero, apego al poder, egoísmo, agresividad, etc.), que están entorpeciendo el proceso de crecimiento, para trabajar específicamente en ellas y conseguir así, su eliminación.
Para poder trabajar en las energías negativas, lo primero y principal es ser consciente de que están ahí. Difícilmente se podrá eliminar algo de lo que no se tiene conocimiento. Conocer y aceptar que se está en posesión de una energía negativa, es decir, de un defecto, es un signo de valentía tan grande que es el primer paso para su eliminación. La sola aceptación del defecto elimina una buena parte de su energía. El resto se ha de eliminar aplicando en la vida diaria, de manera consciente, la virtud opuesta, hasta que la energía de la virtud elimine totalmente la energía del defecto. Para ayudar en este trabajo se pueden realizar meditaciones específicas, que existen en muchas filosofías o yogas, para la eliminación del defecto en cuestión, y también se puede acudir a algún terapeuta, que ayude con alguna sesión de sanación.
Se ha de poner una especial atención, y ser totalmente honestos a la hora de cuantificar los defectos con los que se va a trabajar, porque pueden estar tan arraigados en la persona y ser una característica tan importante de su carácter, que la misma persona puede presumir de su defecto como si de una virtud se tratara, con lo que en su inconsciencia, va a meditar años y años, sin conseguir avanzar ni un milímetro en su evolución, o hacerlo tan lentamente que es como si no se moviera.
De la misma manera que nosotros coexistimos en dos planos: Material y espiritual, hay otros seres que ya han abandonado el plano material, y se encuentran únicamente en el plano espiritual, sin cuerpo físico.
Estos seres están tan vivos, no, tanto no, más vivos que nosotros, ya que ellos sí que están viviendo la auténtica realidad, la realidad del Amor, mientras que la nuestra está distorsionada por la propia mente, que nos arrastra, entre otras cosas, al deseo, al apego, al egoísmo, al miedo; muy lejos de “la fraternidad”, “el servicio desinteresado”, “la solidaridad” y “la unión”, que son las características del espíritu de la Era de Acuario, por la que estamos iniciando el transito, junto con nuestro planeta.
Es muy curiosa la inconsistencia y la falsedad, muy posiblemente inconsciente, de muchos de nuestros contemporáneos, ya que conociendo de manera perfecta la teoría de que somos seres divinos, de que nuestro cuerpo físico es el vehículo de nuestra divinidad, siguen apegados total y absolutamente a la materia. La inconsistencia entre lo que hacen, lo que dicen y lo que piensan es total, potenciando un auto-engaño absoluto. Auto-engaño porque predican una cosa y hacen totalmente la contraria; leen libros de autoayuda repitiendo como loros frases de esos libros, sin llevar a la práctica la enseñanza real de esas frases; se quejan de la desigualdad, cuando ellos la potencian con su manera de vivir, en lugar de remediar ellos la desigualdad que está al alcance de su mano; y así, mil cosas más.
Los seres que están al otro lado de la materia, ya intentan ayudarles, pero no pueden con tanta falsedad como les envuelve. La energía de sus emociones, de sus pensamientos, y de sus palabras, les impide vibrar en una sintonía un poco acorde con la de los seres que les están intentando ayudar.
Hay algunas claves que se pueden seguir para cambiar la sintonía de la propia energía:
-Ser sinceros y honestos: En la sinceridad y la honestidad se igualan loa pensamientos, las palabras y las acciones. Ya no hay inconsistencia, ya no hay falsedad.
-Evitar el auto-engaño: Hay que permanecer alerta de manera permanente. La mente utiliza millones de estrategias para convencerte de que lo estás haciendo bien.
-Discernir lo verdadero de lo falso: Casi todo lo que presenta la sociedad, es ilusión, es falso, es un sueño, porque sólo es un reflejo de las propias mentes que conforman esa sociedad, y en esas mentes solo hay cabida para la desigualdad, para el egoísmo, para la desunión. Políticos y religiosos se encargan de fomentar la desigualdad y la desunión, inculcando falsos valores sobre la patria o la religión. Los verdaderos valores son la unión, la hermandad, la solidaridad o el amor. Nuestra patria es el Universo, nuestro idioma es el Amor, nuestro Dios es el mismo para todos, y se encuentra tanto en la catedral, en la pagoda, en el castillo y en la choza, como en el corazón de todas las personas.
-Abandonar la pereza: El crecimiento interior y el fortalecimiento del carácter, no lo va a dar nadie más que uno mismo con su propio trabajo interno. Ni libros, ni gurús, van a hacer que se avance ni un ápice en el propio crecimiento. Hay una cita que dice: “El maestro abre la puerta, pero es el alumno el que ha de traspasar el umbral”.
-Aceptar la vida tal cual es: Aceptar los obstáculos, aceptar las crisis, aceptar los desafíos, porque son, gracias a ellos, como vamos a avanzar y a crecer, son ellos los que fomentan la conexión con nosotros mismos y con Dios.
-Selecciona a las personas con las que te relacionas: Hay mucho fariseo, hay mucho charlatán, que por mucho que se anuncien, están muy lejos de la Luz. Recuerda: ¡Por sus hechos los conoceréis!, mucho más que por sus palabras. Para evolucionar es bueno encontrar a personas que estén vibrando en un nivel alto de evolución, no que ellos digan que están vibrando en tal o cual sintonía. Obsérvalos, observa sus acciones, observa su amor, observa su caridad, observa su falta de juicios, observa su honestidad, observa su solidaridad.
-Practica la humildad: En nuestro nivel, ninguno de nosotros está exento de vanidad. Posiblemente sea una de las mayores batallas que todos tenemos que librar, en mayor o menor medida
-No explotar a nadie, no manipular, no especular: Respeta a cada persona como te gustaría que te respetaran a ti. Respeta su proceso. Ni tan siquiera les ayudes, si no desean la ayuda. Ten en cuenta una máxima: Trata a todos como te gusta ser tratado.