El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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miércoles, 2 de julio de 2025

No desesperes en la espera



Querido hijo:

        He recibido tu carta con amor y atención, como hago con cada pensamiento, pregunta y oración que surge de tus labios o tu corazón. Primero, permíteme decirte que comprendo tus inquietudes. La espera, tal como la experimentas, es parte de la experiencia humana, y sí, tiene un propósito profundo, aunque a veces parezca confuso.

La vida, mi querido hijo, es como un río. Fluye constantemente y nunca se detiene, pero en ese flujo, hay pausas: momentos en los que debes detenerte, reflexionar y observar. Es en esas pausas donde nace lo que llamas "espera". La espera no es un vacío; es un espacio que yo creé para que encuentres algo valioso. No es solo un lapso entre el presente y el futuro; es el presente mismo, que a menudo pasa desapercibido mientras tus ojos están fijos en lo que está por venir.

Entender el propósito de la espera requiere paciencia, atención y fe. La espera te enseña paciencia, sí, pero también te enseña gratitud y humildad. Cuando esperas algo, tu corazón se abre al deseo, y el deseo es una manifestación del amor. Sin espera, no habría anhelo, y sin anhelo, no habría propósito. ¿Qué es la vida sin propósito? Cada paso que das en la espera te aproxima a comprender que lo que buscas no siempre es tangible; a veces es un aprendizaje, una emoción, un despertar espiritual que necesitas más que cualquier otra cosa.

Entiendo que la espera puede ser difícil. En tu humanidad, a veces se siente como un castigo, como si estuvieras atrapado en una rueda que no deja de girar. Puede ser agotadora, frustrante, e incluso desalentadora. Pero quiero que sepas que nunca estás solo en tus esperas. Estoy contigo en cada paso, escucho cada oración y comprendo cada lágrima. Incluso en los momentos de silencio, cuando parece que no hay respuesta, mi presencia está contigo, aunque no la percibas.

La espera también tiene la capacidad de transformar. En ella, encuentras fuerza que no sabías que tenías y descubres belleza en los lugares más inesperados. Hijo mío, te invito a mirar la espera desde otra perspectiva. En lugar de verla como un obstáculo, mírala como un regalo, un tiempo para crecer, para aprender, para explorar el presente. A menudo, en la espera, encuentras las cosas más hermosas: una conexión inesperada, una lección vital, un instante de paz. La espera te da tiempo para prepararte, para recibir con plenitud lo que está por llegar.

Cuando esperas con el corazón abierto, comienzas a ver que la espera en sí misma no está vacía; está llena de vida, de oportunidades. De hecho, no todo lo que esperas llegará como lo imaginas. A veces, como bien dices, lo que deseas no es lo que necesitas, y yo, en mi amor por ti, siempre priorizo lo que es mejor para tu alma. Confía en mi plan, aunque no lo comprendas por completo. La espera, aunque a veces parezca interminable, siempre tiene un propósito.

Hay veces en las que lo que esperas se convierte en algo diferente, algo que incluso supera tus expectativas. Hay otras ocasiones en las que no recibes lo que deseabas, pero te das cuenta de que era lo mejor para ti. La espera te ayuda a discernir, a valorar lo que realmente importa y a dejar ir aquello que ya no tiene lugar en tu vida. Todo esto forma parte de tu plan de vida, un plan que está diseñado para llevarte hacia el amor, la paz y la plenitud.

Te animo a vivir en el presente mientras esperas. Celebra los momentos que tienes ahora, encuentra la belleza en las pequeñas cosas que te rodean. La vida no es una sucesión de metas; es un viaje lleno de descubrimientos. A menudo, la espera te permite ver el valor de lo que ya tienes, porque el presente está lleno de regalos que a veces pasan desapercibidos mientras tus ojos están fijos en el futuro.

Recuerda siempre, mi querido hijo: no estás esperando solo por cosas terrenales; estás esperando por mí, por mi amor, por mi guía, por mi paz. Y aunque el mundo te diga que la espera es algo negativo, yo te digo que es un tiempo sagrado, un regalo para tu crecimiento espiritual. En la espera, hay un espacio para que profundices en tu fe, en tu confianza en mí y en tu conexión con aquellos que te rodean.

Además, quiero que sepas que yo también espero. Espero por ti, espero verte crecer, espero verte sonreír y sentir paz. Espero que encuentres plenitud en mí, que tu espíritu se llene de mi amor y que comprendas que no estás solo en esta jornada de vida. La espera es una danza entre tú y yo, entre el tiempo y la eternidad, entre el anhelo y la realización.

Querido hijo, cada momento de espera tiene un propósito, y en cada espera estoy contigo. Mi amor por ti es infinito y mi plan para ti es perfecto, aunque a veces sea difícil de entender desde tu perspectiva humana. Confía en que todo lo que ocurre, incluso la espera, tiene un propósito divino.

Vive con confianza, mi querido hijo. Aprecia cada instante, cada pausa, cada espera. En ellas, encontrarás no solo respuestas, sino también mi presencia y mi amor eterno.

Con todo mi amor.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo 

  

martes, 1 de julio de 2025

Espera

 


Querido Dios:

       Hoy escribo estas palabras con una mezcla de esperanza y dudas en mi corazón. Me pregunto, ¿por qué nuestra existencia parece estar marcada por la espera? Nos pasamos los días, los meses, los años aguardando algo: un momento especial, una respuesta, un milagro. Parece como si la espera fuese la esencia misma de la vida.

Desde pequeños, aprendemos a esperar. Esperamos que llegue el verano, que se haga el pastel en el horno, que mamá nos lea un cuento antes de dormir. Y mientras crecemos, esas esperas se transforman: esperamos encontrar el amor, alcanzar nuestras metas, recibir el reconocimiento por nuestro esfuerzo. Y cuando logramos algo, no tardamos mucho en comenzar a esperar lo siguiente, como si el acto de esperar nunca tuviera fin.

Sin embargo, no puedo evitar preguntarme: ¿es esto lo que tú planeaste para nosotros? ¿Esta constante sensación de que estamos incompletos, de que lo que buscamos siempre está un paso más allá? A veces, la espera se siente como un peso, como un vacío que nunca se llena. Nos prometemos que seremos felices cuando ocurra "eso" que estamos esperando, pero ¿y si nunca llega? ¿Y si al final de todo descubrimos que nuestras vidas no eran más que una sucesión de esperas?

Nos enseñan que la paciencia es una virtud, y sé que tú nos has bendecido con ella. Pero reconozco que, en mi humanidad, a veces me falta. En la espera, he sentido frustración, desilusión y cansancio. Incluso he cuestionado si tú estás escuchando, si mi espera es en vano. ¿Por qué nos haces esperar tanto? ¿Es la espera una lección, una forma de hacernos valorar el presente, o simplemente parte del misterio de tu plan?

En muchas ocasiones, la espera está cargada de incertidumbre. Aguardamos con la esperanza de que lo que estamos esperando traiga alegría, paz o claridad. Pero esa esperanza, aunque poderosa, puede tambalearse cuando la espera se alarga. En esos momentos de duda, me pregunto si estoy entendiendo mal tu mensaje, si lo que espero es algo que tú consideras innecesario o irrelevante para mi vida. Y así, me encuentro buscando respuestas que parecen no llegar nunca.

La espera también nos confronta con nuestra propia vulnerabilidad. Al esperar, nos damos cuenta de que no tenemos control absoluto sobre nuestras vidas. Podemos planear, trabajar y esforzarnos, pero hay cosas que simplemente no están en nuestras manos. Ese reconocimiento puede ser desconcertante, pero también liberador. En la espera, somos invitados a soltar nuestras ansias de control y confiar en ti, en tu tiempo, en tu sabiduría.

Te pido que ilumines mi corazón, Dios, porque en medio de mi incertidumbre, sigo confiando en ti. Sé que la vida tiene un propósito y que cada espera, por dura que sea, tiene un significado. Pero aun así, necesito tus palabras, tu guía. Por favor, ayúdame a entender el sentido de esta espera interminable que define nuestra existencia.

También he llegado a darme cuenta de que la espera no siempre es negativa. Hay belleza en la espera, aunque a veces sea difícil de ver. En esos momentos de pausa, podemos descubrir cosas que, de otro modo, habrían pasado desapercibidas. La espera nos da tiempo para reflexionar, para aprender, para crecer. Nos da la oportunidad de conectar con otros, de fortalecer nuestra fe y de encontrar alegría en las pequeñas cosas de la vida.

Sin embargo, soy consciente de que no siempre aprovecho ese tiempo como debería. En mi impaciencia, a menudo me encuentro ansioso y preocupado, mirando hacia el futuro en lugar de vivir en el presente. Por eso, te pido que me ayudes a cambiar mi perspectiva. Enséñame a ver la espera como un regalo, como una oportunidad para estar más cerca de ti y de los demás.

La espera también nos enseña humildad. Nos recuerda que no somos el centro del universo, que nuestras vidas están interconectadas con las de los demás y con tu gran plan. Nos invita a reconocer que no siempre sabemos lo que es mejor para nosotros y a confiar en tu sabiduría y amor. En ese sentido, la espera es un acto de fe, una expresión de confianza en ti.

A lo largo de mi vida, he visto cómo algunas de mis esperas han dado fruto. He experimentado la alegría de ver sueños cumplidos, metas alcanzadas y deseos realizados. En esos momentos, he sentido una profunda gratitud hacia ti. Pero también sé que no todas las esperas tienen el final que esperamos. Hay veces en las que lo que llega no es lo que deseábamos, pero con el tiempo, nos damos cuenta de que era justo lo que necesitábamos. En esos casos, tu amor y tu cuidado se hacen evidentes de formas que no siempre entendemos al principio.

Querido Dios, gracias por escucharme, incluso cuando mis palabras están llenas de dudas y preguntas. Sé que tú comprendes mi corazón mejor que yo mismo. Confío en que cada espera tiene un propósito, aunque no siempre pueda verlo claramente. Ayúdame a vivir en el presente, a encontrar alegría en el ahora y a confiar en tu plan, incluso cuando la espera parezca interminable.

En última instancia, espero en ti, Dios. Más allá de las cosas materiales o los logros terrenales, mi mayor anhelo es estar cerca de ti, sentir tu amor, tu paz y tu guía. Y sé que tú nunca me fallarás. En la espera, te encuentro, y en ti, encuentro todo lo que necesito.

Con esperanza y gratitud.

CARTAS A DIOS – Alfonso Vallejo

 

 

 

 


miércoles, 6 de diciembre de 2023

Quién espera desespera

 


Esperar……. Esperar……. ¿Quiénes de los que estáis leyendo esto no estáis en este momento esperando algo?: ¿La pareja ideal?, separarte de tu pareja?, ¿el viaje de vacaciones?, ¿qué llegue el verano, o el invierno?, ¿qué te toque la lotería?, ¿la contestación a la petición de trabajo?, ¿alcanzar la iluminación en tu próxima meditación?, ¿esperando un hijo?, ¿qué llegue el fin de semana?, ¿qué llegue la noche para cenar?, ¿esperando la cita con tu medico?, etc., etc., etc. Todos estamos esperando algo y, casi todos, estamos esperando de manera permanente.

              Y, ¿cuánto tiempo de tu vida has pasado sin esperar nada?, no mucho ¿verdad?

              Existen esperas de todos los tipos, materiales, emocionales y espirituales. Da igual el tipo de espera, porque la espera genera infinidad de sentimientos: Miedo, estrés, angustia, alegría, ansiedad, dudas, emoción, y un sinfín de sentimientos más, que, normalmente, salvo contadas ocasiones, nos afectan negativamente.

 ¿Qué hacer?, porque ya sabemos que, para no esperar, hay que eliminar los deseos, pero entiendo que es muy difícil, o por lo menos es muy difícil eliminarlos todos. ¿Qué hacemos entonces?

              Podemos intentar dos cosas: Por un lado, lo conocido, ¡Paciencia!, porque la paciencia nos puede dar la fuerza para soportar cualquier espera, cualquier contratiempo, cualquier contrariedad. Y, por otro lado, analizar serenamente aquello que se espera: ¿Para qué es necesario?, si hasta este momento he vivido sin “eso”, podré seguir viviendo igual. Este pensamiento nos sirve para la generalidad de un deseo material, pero existen esperas más conflictivas, como ejemplo, puede servirnos un problema de salud: Ante esperas de una salud perfecta, que parece no llegar, nos queda la “aceptación”. Aceptar la situación libera del estrés de la espera. Si somos creyentes, nos puede servir el pensamiento: “Es la voluntad de Dos”. Si no lo somos, o en cualquier otra situación: ¿Para qué sufrir si no está en mis manos la solución? ¡Será lo que tenga que ser!, ya que cualquier sentimiento negativo aun afectará más negativamente a la salud.

De cualquier forma, hemos de pensar que “todo está bien”, “que siempre es lo que tiene que ser”. Y para llegar a integrar esa creencia en nosotros, hemos de realizar un viaje a nuestro interior. De hecho, la única espera importante es la cita que tenemos con nosotros mismos desde el momento de nuestro nacimiento. Todas las esperas sólo son producto de la insatisfacción producida por el desencuentro con nosotros mismos.

martes, 24 de junio de 2014

Dios espera


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (23 de Junio de 2014)        



Dios está en todos los seres del Universo. No necesita manifestarse porque Dios Es.
Nos ama incondicionalmente y siempre espera por nosotros, sin importar lo que hayamos hecho o lo que hayamos dejado de hacer.
Lo mismo da si tenemos malas intenciones, El siempre espera sin importar cuando. Siempre espera que volvamos hacia El.

martes, 4 de febrero de 2014

Esperar..... esperar


La única espera importante
es la cita que tenemos con nosotros mismos
desde el momento de nuestro nacimiento.
Hari Krishan. 
Quien no tiene que esperar, de nada debe desesperarse.
Séneca
¿Por qué aguardas con impaciencia las cosas?
Si son inútiles para tu vida, inútil es también aguardarlas.
Si son necesarias, ellas vendrán y vendrán a tiempo.
Amado Nervo.
Esperar……. Esperar……. ¿Quiénes de los que estáis leyendo esto no estáis en este momento esperando algo?: ¿La pareja ideal?, ¿Separarte de tu pareja?, ¿El viaje de vacaciones?, ¿Qué llegue el verano, o el invierno?, ¿Qué te toque la lotería?, ¿La contestación a la petición de trabajo?, ¿Alcanzar la iluminación en tu próxima meditación?, ¿Esperando un hijo?, ¿Qué llegue el fin de semana?, ¿Qué llegue la noche para cenar?, ¿Esperando la cita con tu medico?, etc., etc., etc. Todos estamos esperando algo, y casi todos estamos esperando de manera permanente.
            Y ¿Cuánto tiempo de tu vida has pasado sin esperar nada?, no mucho ¿Verdad?
            Existen esperas de todos los tipos, materiales, emocionales y espirituales. Da igual el tipo de espera, porque la espera genera sentimientos de todo tipo: Miedo, estrés, angustia, alegría, ansiedad, dudas, emoción, y un sinfín de sentimientos más, que, normalmente, salvo contadas ocasiones, nos afectan negativamente.
            Y ¿Qué hacer?, porque ya sabemos que para no esperar, hay que eliminar los deseos, pero entiendo que es muy difícil, o por lo menos es muy difícil eliminarlos todos. ¿Qué hacemos entonces? 
            Podemos intentar dos cosas: Por un lado lo conocido, ¡Paciencia!, porque la paciencia nos puede dar la fuerza para soportar cualquier espera, cualquier contratiempo, cualquier contrariedad.
Y por otro lado, analizar serenamente aquello que se espera: ¿Para qué es necesario?, si hasta este momento he vivido sin “eso”, podré seguir viviendo igual. Este pensamiento nos sirve para la generalidad de un deseo material, pero existen esperas más conflictivas, como ejemplo, puede servirnos un problema de salud: Ante esperas de este tipo, nos queda la “aceptación”. Si somos creyentes, nos puede servir el pensamiento: “Es la voluntad de Dos”. Si no lo somos, o en cualquier otra situación: ¿Para qué sufrir si no está en mis manos la solución? ¡Será lo que tenga que ser!, ya que cualquier sentimiento negativo aun afectará más negativamente a la salud.
De cualquier forma hemos de pensar que “todo está bien”, “que siempre es lo que tiene que ser”. Y para llegar a integrar esa creencia en nosotros, hemos de realizar un viaje a nuestro interior. De hecho, la única espera importante es la cita que tenemos con nosotros mismos desde el momento de nuestro nacimiento. Todas las esperas sólo son producto de la insatisfacción producida por el desencuentro con nosotros mismos.
Medita para encontrarte y dejarás de esperar.

miércoles, 4 de julio de 2012

El remedio contra la decepción


Si nunca esperas nada de nadie nunca te decepcionarás.

Sylvia Plath

                 ¿Cuántas veces nos hemos sentido decepcionados por  alguien o por algo que ha sucedido en nuestra vida?

                Pero, ¿Qué es la decepción?, en Wikipedia aparece la definición de decepción como un  sentimiento de insatisfacción que surge cuando no se cumplen las expectativas sobre un deseo o una persona. Se forma en unir dos emociones primarias, la sorpresa y la pena. La decepción, si perdura, es un desencadenante para la frustración y más adelante, la depresión. Similar al arrepentimiento, se diferencia en que el sentimiento de arrepentimiento se enfoca básicamente en fallas en elecciones personales mientras que el de decepción se enfoca más en la insatisfacción proveniente del aspecto externo. Es una fuente de estrés psicológico.
            Ahí está el problema, en el no cumplimiento de nuestras expectativas. Y esa decepción afecta a nuestra vida emocional generando tristeza, melancolía, rabia, dolor, y un sinfín de emociones, todas negativas, que también afectan indefectiblemente a nuestra vida física y a nuestra vida mental.
            Mentalmente nos atrapa, cayendo en la trampa de la mente, en la trampa de estar preguntándonos ¿Por qué?, ¿Por qué nos hacen daño?, ¿Por qué nos rechazan?, ¿Por qué no nos prestan atención?. Sin darnos cuenta vivimos en pensamientos repetidos, obsesivos, circulares, durante tiempo, manteniéndonos alejados del libre fluir de la vida y llenándonos de energías negativas generadas por esos pensamientos, tan alejados de la comprensión, de la aceptación y del amor.
            Físicamente permanecemos alterados, nerviosos, alimentando nuestro cuerpo físico de una especie de veneno, que antes o después va a afectar de manera negativa alguna función de nuestro cuerpo.
                El sendero parece claro, ¡Hay que evitar la decepción!, pero ¿Cómo? La receta aun es más sencilla, ¡ACEPTACIÓN!
                La aceptación consiste en eliminar la expectativa, en eliminar el deseo. Lo cual no significa que la acción de una persona, o cualquier situación nos agrade o nos haga felices. La felicidad llegará después, aceptando.
Aceptar en ver las cosas como son, no como a nosotros nos gustaría que fueran. Es observar las situaciones y los sucesos, sin juzgar, sin esperar nada, ya que cuando no aceptamos, y esperamos algo, es una prueba clara de que queremos controlar las situaciones,  queremos controlar a las personas, queremos controlar el mundo. Y no funciona así. Las personas son como son, y nadie, excepto ellas mismas, puede cambiarlas.
 La aceptación es como un puente que nos traslada de la decepción a la paz, del dolor a la alegría, del sufrimiento a la felicidad. Aceptación es vivir el presente, es vivir la realidad, tal cual es, es vivir a los demás como lo que son, seres divinos. La aceptación, al mantenernos en la realidad, lejos de vivir una vida de pensamientos, nos permite ser conscientes de todas las oportunidades que nos rodean, para poder fijar y seguir el rumbo de nuestra vida hacia la felicidad.
Aceptar y respetar son sinónimos de felicidad.

lunes, 23 de mayo de 2011

Esperar....esperar

Que cansado es estar permanentemente dando explicaciones sobre lo que haces, dices o piensas esperando que te comprendan, te quieran y se alegren contigo de tus pasos.  Y que sencillo es no hacer nada de eso y vivir la vida sin preocuparnos de que pensaran, dirán o como actuará la gente que nos rodea. Desgraciadamente, estamos todavía demasiado sometidos a los juicios y opiniones de los demás. Y  menudo a cada paso que vamos a dar miramos hacia todos los lados para ver si nadie se ofenderá, si no perderemos amistades…… Y eso nos paraliza y no nos permite avanzar. Nadie nos obliga, es cierto, pero lo hacemos.

La espera, es la espera eterna de que las cosas sean como “se supone” que deberían ser. Pero claro las cosas son como son. Y son perfectas, aunque nos duelan. Además que absurdo esperar tanto cuando todos sabemos, por experiencia, que  la mayoría de las veces, nada ni nadie es cómo esperábamos. Por ello unas veces la vida nos sorprende en positivo y nos alegramos y otras nos sorprende de tal forma que “nos descoloca” (lo mal nombraríamos como negativo), pero lo que está claro es que jamás deja de hacerlo. Y está muy bien porque si todo fuera como queremos a menudo no tendríamos lo que realmente necesitamos para avanzar. Y no hablamos aquí de las cosas materiales, las que nos ocupan demasiada parte del precioso tiempo que tenemos para vivir. Ese es otro cantar.

Hablamos pues de lo que esperamos de las personas y de todo lo que esperamos recibir de ellas. Unas veces porque consideramos que hemos dado tanto que, claro, también queremos recibir. Otras porque se trata de mi mejor amigo, otras porque es la familia. Y así constantemente.  Parece un juego de a ver quién da más y siempre esperando recibir. Todo ello por supuesto trae disgustos, decepciones y hasta discusiones absurdas. A partir de ahí, a menudo pensamos e incluso podemos verbalizar  ofendidos “pues la próxima vez que pase tal cosa haré esto o aquello “ o “me voy a volver un egoísta y no pienso hacer favores a nadie”  o “cuando me llamen para visitarme diré que me marcho” o “no pienso felicitarle para su cumpleaños”………………….. Y así reaccionamos, a menudo, en caliente. Por suerte eso no sucede siempre. Porque por encima de nuestros instintos está la capacidad de perdonar, de reflexionar, de sentir que no vale la pena. Está la capacidad de Amar. Ese es nuestro trabajo, Amar por encima de todas las circunstancias. Estar allí siempre hasta para aquel que trató de ofendernos por si  un día decide regresar y acercarse a nosotros. Y si no lo hace, no pasa nada, pero hay que seguir ahí, queriendo de corazón.  Pero sin esperar, sin esperar nada de nadie.

Cuando encuentras tu equilibrio interior y te sientes en paz contigo mismo/a no necesitas estar pendiente de que harán los demás ni andar justificándote y defendiéndote permanentemente.   De la misma manera, tampoco actúas según lo que esperan ellos de ti. Eso no es amor. Es egoísmo disfrazado. Amar, por decirlo de alguna manera, es un “pack” indivisible que no depende de nada ni de nadie. Y  hemos venido para sentirlo y vivirlo, sin separaciones. No nos pongamos pues barreras nosotros mismos y dejemos de esperar. Avancemos con la vida que es puro movimiento, fluido, constante y rápido. Apenas estamos aquí unos años y algunos, muy pocos. Permitámonos pues ser, estar y  fluir con el devenir de la vida según sintamos cual es nuestro camino.

No malgastemos ya más energía esperando a…………. La felicidad está en nuestras manos,  sólo depende de uno mismo.

Entrada publicada por Elisenda Julve