El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
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sábado, 2 de marzo de 2024
lunes, 20 de febrero de 2023
Una pareja es cosa de dos
Capítulo XVII. Parte 4. Novela "Ocurrió en Lima"
La
tarde pasó rápida y cuando me di cuenta había anochecido y solo quedábamos en
el edificio Pablo y yo.
-
Me pareció un buen momento para hablar
con Pablo, ahora que tenía mucha más información que en nuestra conversación en
Miami- Pablo hoy he almorzado con Diana y hemos estado hablando.
-
¿Qué te ha dicho?, -quiso saber mi
amigo.
-
Bueno, eso mejor te lo cuenta ella,
porque me parece que no habéis tenido mucha conversación sobre el tema.
>>
Te digo algo que la dije a ella, que el matrimonio es cosa de dos, que hay que
cuidarlo cada día y que sería dramático que el amor que os profesáis se
perdiera por falta de dialogo o, lo que es peor, que se convierta en odio o en
ira.
>>
Ponte en sus zapatos. Piensa en cómo te sentirías tú, no solo física sino
emocionalmente, si hubieras perdido al hijo que llevabas en tu interior. Y,
aunque no te pusieras en sus zapatos, si practicaras eso de que la amas, ya no
habría razón para estar mal. Porque alguien que ama lo único que desea es la
felicidad del ser amado.
>>
Tienes que ver siempre lo mejor de ella, buscar que fue lo que hizo que te
enamoraras de ella y recordar esos primeros momentos. Enfócate en lo que amas y
no en lo que te molesta.
>>
En las discrepancias, como ahora, tenéis que hablar, para que no se enfríe el
amor. Así no habrá nada que te moleste, pero si aun así lo hubiera, tienes que
aceptarlo, pero no recriminarle por ello.
>>
No solo ella ha cambiado en algo. Tú, también lo has hecho. Acepta sus cambios
como has aceptado los tuyos.
>>
Solo tú eres responsable de tus emociones. Diana no es responsable de ellas y
su trabajo, por si no lo sabes, ya te lo digo yo ahora, no es hacerte feliz. Tú
debes ser feliz por tu mismo y, cuando lo consigas, llevarás esa felicidad a la
pareja.
>>
Tu frustración y tu enojo son emociones tuyas. Busca la razón en tu interior,
pero no culpes a Diana. Comparte con ella tus miedos, tus deseos, tus
sentimientos.
>>
Tu trabajo es abrazarla, es apoyarla, es comprenderla, es escucharla. Que seas
el pilar sobre el que ella pueda apoyarse.
>>
Hablar, con humildad, con respeto, con paciencia, con tolerancia, con
confianza. Así será fácil para los dos llegar a un acuerdo. Nadie es perfecto.
- Cuando
terminé mi discurso permanecimos en silencio durante un momento, silencio que
rompió Pablo- Ahora sé por qué te quiero desde hace ya tanto tiempo, -Y eso lo
decía levantándose y dándome un abrazo- Gracias.
Amistad
Capítulo XVII. Parte 3. Novela "Ocurrió en Lima"
Le dije
a Diana que prefería ir a algún restaurante donde no fuera personal de la
empresa, para que no nos molestaran, y estuvimos caminando durante casi media
hora hasta que encontramos un restaurante con muy buen aspecto y, lo
suficientemente, alejado de la empresa.
-
Creo que hace tiempo que no hablamos,
-inicie la conversación.
-
No hablamos desde que comenzamos a
trabajar en la inmobiliaria. Parece que hace un siglo. -contestó Diana, con una
cierta nostalgia.
-
¿Te acuerdas de las conversaciones que
teníamos cuando nos conocimos?
-
Ya lo creo que me acuerdo. ¡Me ayudaste
tanto! Si no hubiera sido por ti, es posible que todavía estaría lamentando mi
ruptura.
-
Que exagerada y dramática que eres
Diana.
-
No exagero ni un ápice, tu ayuda fue
milagrosa.
-
Pues, ahora, no sé si necesitarás un
milagro, pero no te veo muy bien, -decidí lanzarme a fondo- y Pablo, tampoco
parece que esté en su mejor momento. En Miami me dijo que quería quedarse de
gerente allí. ¿Qué pasa?, ¿no estáis bien? Os quiero a los dos y me gustaría
que estuvierais felices y contentos.
-
No estamos muy bien, -contestó Diana
con tristeza- ya llevamos tiempo mal. Desde el aborto no levantamos cabeza.
Todo son discusiones o silencios. Y ya hace un año. Es agotador vivir así.
-
¿Por qué?, ¿puedo saberlo?, ¿puedo
ayudarte? Te quiero como a una hermana y quiero que estés bien.
-
Los dos queremos tener un hijo, pero
parece que los tiempos de cada uno son diferentes. -Las lágrimas empezaron a
salir, mansamente, de los ojos de Diana mientras seguía- A él le gustaría que
fuéramos a buscarlo ya y yo, sin embargo, quiero esperar un poco más. No estoy
del todo repuesta de la decepción de la perdida que tuve. Y eso él no lo
entiende y como no lo entiende no lo admite. Cree que no me quiero quedar
embarazada porque el doctor nos dijo que tenía que llevar una vida de menos
estrés y Pablo considera que no hago nada.
>>
Es cierto que no hago nada, ¿para qué lo voy a hacer, si no quiero quedarme
embarazada?
-
Pero ¿lo habéis hablado?, -pensaba que
era lo mínimo que tenían que hacer.
-
No. Tal como estamos desde el aborto,
es imposible hablar.
-
Diana, el matrimonio es una cosa de
dos.
>>
No sé si esto te lo tengo que decir a ti, a él o a los dos juntos, pero, en
fin, te lo digo a ti, ahora, y siempre puedes utilizarlo para cuando converses
con él. Porque es imprescindible que tengáis una conversación. Si no lo hacéis,
el amor, que decís que os tenéis, aunque, perdona lo que te voy a decir, no lo
demostráis, se va a terminar del todo.
>>
Tienes que ser, totalmente, transparente. Decirle, de una manera clara, lo que
me acabas de decir, que quieres tener un hijo pero que quieres esperar un poco
más y que cuando consideres que es el momento reducirás tu ritmo de trabajo.
Comparte con él como te sientes. Y así, abriendo tus emociones, podrás
experimentar el amor en una dimensión mayor.
>>
Creo que los dos habéis llegado a un punto es el que os es difícil poneros en
el lugar del otro. Y tenéis que hacerlo. Él no puede frustrarse por las
circunstancias, no debe enojarse contigo y mucho menos culparte, y tú, tampoco
puedes hacerlo. No tenéis culpa ninguno de los dos. Sois dos seres con un mismo
deseo, (tener un hijo), pero visualizando un periodo de tiempo diferente para
la satisfacción del deseo, lo cual hace que las emociones diferentes choquen
como dos trenes que circulan en dirección contraria por la misma vía.
>>
¿Qué opinas?
-
Que tienes razón. Esta noche voy a
hablar con él. Pero…, no sé si sabré vivir sin trabajar. Supongo que trabajando
media jornada en un puesto que no fuera tan estresante, como ser tu asistente,
estaría bien, pero, es una lástima, porque no existe ese puesto en la empresa.
-Por fin salió a la luz la otra preocupación de Diana.
-
Es cierto que en la empresa no tenemos
un puesto parecido, aunque podríamos crearlo. Pero creo que no hace falta. Se
me está ocurriendo algo, que tendría que hablar con Indhira. ¿Qué te parece ser
su asistente en la Fundación? Necesita ayuda y con media jornada, podría ser
suficiente y, de ser necesario, podrías trabajar desde casa.
-
¡Oh!, sería ideal, -los ojos de Diana
se iluminaron- y tú, ¿Quién estaría contigo?
-
No sé, -lo que Diana no sabía es que
ahora no conocía a nadie de la empresa, con lo que, difícilmente, podría dar un
nombre.
-
Ya lo tengo, -se la veía satisfecha-
Roxana.
-
Pues no se hable más. Tenemos trabajo.
Esta noche tú hablas con Pablo y yo hablo con Indhira.
Diana
aparecía mucho más tranquila cuando volvimos a la oficina después del almuerzo.
miércoles, 4 de enero de 2023
Dialogo en la pareja
El diálogo en la pareja es como el agua para las plantas.
De la misma manera que la planta necesita el agua para vivir,
la pareja necesita el diálogo para mantenerse viva, para mantener la ilusión,
para saber uno de las necesidades de otro, para entenderse, para conciliar,
para evitar suposiciones, para dialogar sobre sus sentimientos, sus ideas, para
visibilizar los desacuerdos y para alcanzar los objetivos compartidos.
jueves, 27 de octubre de 2022
No hay fracaso en la pareja
Aconsejo a los religiosos, creyentes, devotos, seguidores y practicantes de todas las religiones, así como a todos aquellos influenciados por las insanas creencias de la sociedad, a los meapilas, a los hipócritas y a los fariseos, que no sigan leyendo, ya que no es una lectura que les pueda interesar porque va claramente en contra de sus intereses. Este es un escrito para afianzar el respeto y no creo que, ningún adalid de la pureza que viva blandiendo su espada de fuego en contra de los que consideran que viven en pecado, conozcan mucho de él.
Así que,
ahora que ya hemos quedado solo los pecadores, podemos comenzar. No existe
fracaso en el matrimonio o en la pareja, ya que el fracaso es la no consecución
del éxito y, en la pareja, teniendo en cuenta que ni los mismos integrantes
conocen la razón de su unión, no se puede hablar de fracaso. Se puede, sin
embargo, hablar de éxito en todas las uniones, aunque, la mayoría de las veces sea
un éxito agridulce o, incluso, amargo, por el desconocimiento del ego sobre
cuál es la causa y los objetivos de la unión.
Para
entender el párrafo anterior sería bueno remontarnos al espacio entre vidas,
anterior a la encarnación en la que se produce la unión de la pareja. Si, ya sé
que no podemos remontarnos a algo que no conocemos, pero sí tenemos alguna
pista de cómo se organiza una vida. En ese espacio, antes de encarnar en la
materia, cada alma organiza su vida y firma su contrato. Ya sabemos que
elegimos los padres, el lugar de nacimiento, así como las relaciones y el
trabajo a realizar. También se organiza y se firma las uniones de las personas,
así como los objetivos a alcanzar en ellas.
Cada unión
tiene por objetivo el aprendizaje, la cancelación de deudas kármicas, la
recepción de débitos, y la enseñanza. El alma, aunque el ego tenga un total
desconocimiento de la tarea a realizar, sigue las pautas establecidas para que
la unión se de y el trabajo se realice.
Por lo
tanto, las uniones pueden durar un instante, un tiempo más o menos largo o toda
una vida. El problema surge cuando la unión no debe durar más allá de un tiempo
limitado y choca frontalmente con las creencias religiosas o con las creencias
de la sociedad, que impone que una unión debe durar toda una vida.
Existe un
problema añadido, posiblemente, el más importante, y es que las uniones no se
establecen desde el Amor del alma, desde el Amor divino, desde el Amor
incondicional. Las uniones se establecen desde lo que podríamos llamar amor
humano, que no es más que una emoción, una mezcla de amor-deseo, en el que
priman múltiples factores, totalmente alejados de la energía del Amor. Esos
factores pueden ser la atracción física, el deseo sexual o intereses
materiales, como pueden ser: alcanzar una buena posición social, una mejora en
la economía, la necesidad de compañía o satisfacer a la sociedad para evitar “el
qué dirán”.
Y aún
podríamos hablar de otro problema más, como es la falsa creencia de bastantes hombres
de que en la unión la mujer tiene un papel de servilismo y la falsa creencia de
las mujeres de que, efectivamente, es así y que han de intentar satisfacer al
hombre en todo lo que se supone que a este le agrada. Esto es dramático, esos
hombres, de hombre, solo tienen el nombre, y las mujeres con esa creencia, son
una clara muestra de que no se respetan a sí mismas. Es lógico y normal que no
reciban el respeto que merecen como seres humanos.
Hagamos un
inciso, para recordar que todos, hombres y mujeres, somos exactamente iguales.
Todos somos alma, todos somos una Chispa Divina, todos somos hijos de Dios, que
un día decidimos encarnar, por propia decisión y, en esa encarnación le pusimos
al alma, para facilitar el trabajo a realizar, un ropaje de hombre o de mujer.
La realidad es que somos eternos y que no tenemos sexo. Líbrese bien el miembro
de la pareja que maltrate física o emocionalmente a su pareja, porque en
próximas encarnaciones es posible que tenga el sexo contrario a la encarnación
actual para recibir en carne propia el daño generado.
Con todo
ese panorama, se establece la unión para realizar el trabajo acordado, que se
puede realizar o no. Pero ante la falta de autentico Amor, ninguno de los
miembros de la pareja va a ser capaz de identificar cuando ha finalizado ni el
trabajo ni la unión. A partir de ahí surgen los engaños, los sufrimientos, los
desencuentros, los maltratos y mil y una desgracia más.
Con lo
fácil que es identificar cuando ha finalizado la unión, y de manera racional,
basándose en el Amor, el cariño, la generosidad y el respeto, concluir esa
unión, que no la relación, apoyándose ambos en los primeros momentos, esos que
la sociedad se encarga de calificar como dramáticos, cuando, sin embargo, ha
sido una relación exitosa, porque no solamente han cumplido su compromiso, sino
porque han podido extraer el aprendizaje y abstraerse de la conciencia social.
Cuando el
hombre entienda que no solo no es superior, sino que posiblemente camine varias
pasos detrás de las mujeres, y cuando la mujer aprenda a respetarse a sí misma
y entienda que su sumisión a la tiranía es el aprendizaje que está dando a sus
hijos, que serán tiranos, y a sus hijas que serán esclavas, se habrá acabado la
lacra de maltratos y engaños en la pareja, aunque no basen su relación en el
Amor, pero si lo hagan en el respeto mutuo.
miércoles, 12 de octubre de 2022
martes, 4 de octubre de 2022
Conejillos de indias
Capítulo X. Parte 4. Novela "Ocurrió en Lima
Ángel se calló y me quedé pensando en mi teoría de que somos como conejillos correteando en la superficie de la Tierra sin tener el más mínimo conocimiento de nada. Y sabiendo “nada” tenemos que dominar a la mente, entender que somos todos iguales e hijos de Dios, que estamos aquí para aprender a amar y que, además, ha sido nuestra elección.
¡Claro!, Diana, al igual que yo, de esto no
sabe nada, y es la primera vez que se encuentra sola, sin ninguna esperanza de
que se revirtiera la situación.
Le
ofrecí comer alguna cosa que aceptó y, entonces, hablé, un poco, de mí. No
mucho. Lo justo para que entendiera que su situación era “el pan nuestro de
cada día” y que somos muchos los que pasamos por el mismo trance.
Mi día
había sido intenso. El trabajo en la empresa del padre de Indhira, el encuentro
con Ángel, con las regresiones incluidas, y para rematar el día el encuentro
con Diana. Después de cuatro horas, desde que llamó a mi puerta, me encontraba
un poco cansado y necesitaba dormir, pero ella, que había comenzado a sentirse
mejor, no daba señales de cansancio o de querer pasar a su casa. Supuse que
entrar sola en su casa activaría nuevamente su soledad y le ofrecí quedarse a
dormir en el sofá en el que estaba sentada.
Aceptó
sin dudarlo ni un instante. La tuve que acompañar a su casa, porque no quería
pasar sola, para recoger su pijama y regresamos, ya para dormir.
En diez
minutos estábamos, ella en el sofá y yo, en mi habitación, en la cama. Y en
cinco minutos más dormía como un bebé.
Tuve un
sueño extraño, del que recuerdo pelos y señales, en el que la protagonista fue
una bolsa de basura:
“La
bolsa de plástico negra con capacidad para cincuenta litros y que apenas estaba
llena hasta la mitad se encontraba descansando al lado de la puerta de casa
esperando, como cada día, que alguno de los miembros de la familia la sacara
para realizar sus acostumbrados paseos. Primero de la mano de los dueños de la
casa hasta el contenedor y, después, en el tour turístico en el que se
encontraban las bolsas del vecindario hasta, lo que para ellas era, el
balneario de vacaciones, aunque también podrían denominarlo como “el jardín del
Edén” o “el paraíso”, porque allí iban a diseccionarlas completamente para
reciclar a cada uno de los integrantes de la bolsa para su reutilización.
La
bolsa se estaba impacientando. Se acercaba la hora en la que el vehículo que la
transportaba solía llegar y, en la casa, no se apreciaba ningún tipo de
movimiento.
No le
gustaba el retraso porque cada vez que se retrasaba luego tenía que estar,
durante toda la noche y buena parte del día siguiente, en el contenedor
completamente sola.
¡Ah!,
¡por fin había movimiento en la casa! El esposo se estaba poniendo los zapatos
a la vez que le decía a su esposa:
-
Cariño,
me voy a la reunión del colegio.
-
Llévate
la basura al salir –le dijo su esposa.
-
No
puedo –contestó el esposo- ya voy tarde
-
Pero si
solo es medio minuto cruzar al otro lado –le dijo la esposa un poco molesta- Di
que no te apetece y quedas mejor.
-
Te he
dicho que no puedo –volvió a repetir el esposo levantando la voz.
-
No es
que no puedas –gritó la esposa- lo que pasa que no te sale de las narices
bajarla. Te recuerdo que la basura la hemos hecho los tres. Y siempre la saco
yo sin tener que salir.
-
Pues no
me sale de las narices, ¿vale? -y dando un portazo se fue de la casa, dejando a
la pobre bolsa de basura allí, tirada en el suelo y, lo que es peor, a su
esposa roja de ira.
La
bolsa estaba perpleja. El matrimonio había discutido por ella. ¡Ella que solo
era una bolsa de basura!
-
¡Qué
importante debo ser! -pensó la bolsa de basura, cuando discuten por mí- En esta
familia, yo, una bolsa de basura, soy más importante que el amor y el respeto.
Aunque no deben de quererse mucho cuando discuten por mí como si yo fuera la
amante de uno de ellos.
La
esposa tuvo que sacar la bolsa de basura y a cada paso que daba renegaba más y
más de su esposo, mientras el ego de la bolsa de basura se inflaba tanto que
podría haber ido ella sola al contenedor volando. ¡Qué importante soy!, seguía
pensando la bolsa de basura”.
Fue
extraño, pero muy real. Es como si fuera una enseñanza más de Ángel. ¡Es increíble!,
discutimos con la pareja hasta por una bolsa de basura.
miércoles, 21 de septiembre de 2022
Una pareja es una empresa de dos
En todas las relaciones, relaciones de cualquier tipo y, por lo tanto, en las relaciones de pareja, se establecen unas reglas de juego surgidas de una lucha sorda, incruenta y silenciosa. Es la lucha por el poder. Pasa siempre, y los componentes de la pareja aceptan de manera tácita las reglas surgidas de esa lucha.
Cada
uno de los miembros de la pareja antes de unificar su mundo, vivían en mundos
diferentes, aportando a ese nuevo mundo de la pareja sus experiencias
personales, sus creencias, sus vivencias, su manera de enfrentarse al mundo,
sus gustos y sus pasiones. Y claro, todo eso hay que unirlo, hay que mezclar
esos mundos diferentes, y es aquí donde cada miembro de la pareja trata de
imponer sus ideas, sus experiencias y sus creencias al otro. Y lo que tendría
que ser mayor riqueza por la unión de dos experiencias, se convierte en choques
y conflictos más o menos graves.
Lo
que podría ser la riqueza de los dos mundos en uno, se convierte en pobreza por
el predominio de un mundo sobre otro, ya que se ha anulado y menospreciado la
experiencia de uno de los mundos.
Y
ante tanta pobreza surgen las preguntas, tontas en la pareja: ¿Me quieres?,
¿por qué siempre tengo que ser yo quien dé mi brazo a torcer?, ¿por qué ya no
me besas?, etc., etc.
En
las relaciones es las que el poder no es compartido totalmente por ambas
partes, se corrosiona la base que debe sustentar la relación: el amor. Y cuando
se olvida el amor, se olvida decir a la pareja cuán importante es en su vida, se
olvida decir a la pareja que la ama, se olvida de dar para exigir, se olvida de
dar para solo recibir. Seguro que un miembro de esa pareja todo lo que tiene
que atender es una lista infinita de obligaciones. Eso no es una relación, es
el dominio de una parte sobre la otra.
En
esa relación no se expresa el cariño, la ternura, las caricias, los besos, los
silencios, las miradas, los abrazos, el “te amo” de buenos días, el beso de
buenas noches, en esa relación no se expresa el amor, no hay comunicación. En
esa relación sólo hay descalificaciones, agresividad, ira, ironía, maltrato
emocional.
Pero
¿por qué se corrosiona el amor, que es la base que sustenta la relación? En
realidad, no se corrosiona el amor, lo que sucede es que no existe. Se ha
basado la relación en algo que surge en la mente que llamamos amor, pero eso no
es amor, porque el amor por definición es dar, dar sin medida, buscar la
satisfacción del otro. Si no se da permanentemente para buscar que la otra
persona sea feliz, no existe amor. Y La pareja pasa de ser una pareja para
convertirse, en muchos casos, en una pantomima de soportarse en público y
aborrecerse en privado.
La
pareja, que es el mejor campo de aprendizaje y de crecimiento para el alma, se
ha convertido, desgraciadamente, en un campo de batalla, en un campo de deudas
kármicas, que ata a sus integrantes al ciclo de reencarnaciones para tratar de
liberar en vidas posteriores los efectos nocivos de esas relaciones dañinas.
La
pareja es el espacio ideal para empezar a desarrollar el Amor, con mayúscula,
el Amor incondicional, el Amor Divino. Nada es dado porque sí, todo se ha de
trabajar, ese Amor también, y la mejor
universidad del Amor incondicional es la pareja.
Mantener el amor “humano” del
enamoramiento más allá del inicio de la relación, más allá del nacimiento de
los niños, más allá de la jubilación, es desarrollar el Amor Divino.
Sentir como se abre tu pecho cuando
miras a tu pareja, en cualquier situación, es desarrollar el Amor Divino.
Decir de manera permanente a tu pareja
cuanto la amas y cuanto te importa, es desarrollar el Amor Divino.
Escuchar a tu pareja, apoyarla,
reconocer sus éxitos, es desarrollar el Amor Divino.
Mantener y reforzar la confianza entre
los dos, es desarrollar el Amor Divino.
Nadie es servidor de nadie, repartirse
el trabajo del hogar y la educación de los niños, es desarrollar el Amor
Divino.
Respetar la libertad de la otra parte
de la pareja y sus diferencias, es desarrollar el Amor Divino.
Comunicarse, no olvidarse de contar
nada, no dejar que se enquisten las dudas y los problemas, es desarrollar el
Amor Divino.
Si
creen que el proyecto común ha concluido, hacer lo que corresponda con amor, con generosidad y con respeto, (como
podría ser separarse), es desarrollar el Amor Divino.
Esto
no es imposible. Reflexiona como es tu relación. Si dominas o eres dominado
empieza a poner todos los medios a tu alcance para cambiar la situación.
Decir
que la pareja es la universidad del Amor Divino, es decir que el espacio de la
pareja es un espacio de felicidad. Si crees que no has conseguido ese espacio
de felicidad todavía estás a tiempo, siéntate con tu pareja y reflexionar en
voz alta sobre vuestra relación. SIN UN SOLO REPROCHE, SIN UN SOLO JUICIO, SIN
UNA SOLA CRITICA.
lunes, 25 de abril de 2022
¿Por qué se rompe una pareja?
¿Cómo
se forma normalmente una pareja? Una pareja es un compromiso que adquieren dos
personas, entre sí, para convivir juntas. Unas veces es un compromiso personal,
otras firmando unos papeles y, otras, haciendo que la religión del lugar
bendiga esa unión con los rituales acostumbrados. Se da por supuesto que entre
esas dos personas que deciden convivir juntas existe algo que parece
fundamental: “el amor”. Pero, ¿cómo es ese amor?, ¿es el amor que se siente
desde el corazón o el amor que se siente desde la mente?
¿Recordamos que significa amar?: Es aceptación de uno mismo, es aceptación del otro tal cual es, es dar a cambio de nada, es ser feliz haciendo que los demás sean felices, es comprensión total, es alegría, es colaboración, es amar sin juzgar, sin culpar, sin criticar. Es ver a Dios en tu pareja. ¿Es este el amor con el que has formado tu pareja?
Virginia
Satir, escritora norteamericana, escribe del Amor Incondicional: "Te
quiero amar sin aferrarme, apreciarte sin juzgar, unirme a ti sin
invadirte, invitarte sin exigir, abandonarte sin
culpa, examinarte sin culpar y ayudarte sin insultar. Si puedo
recibir lo mismo de ti, entonces podremos encontrarnos y
enriquecernos de verdad".
Una relación basada en el amor, es la unión de dos
almas que saben que con su unión sólo están cumpliendo el Plan Divino, y saben
también, porque el alma lo sabe todo, que esa relación es finita, que puede
durar un día, un mes, un año, un lustro, o una vida física, porque el objetivo
de esa relación es, como todas, aprender, enseñar, acumular experiencias para
el alma y, posiblemente, liberarnos de karma.
Las relaciones que no tienen como bandera ese amor,
tienen muchas posibilidades de aburrirse, de cansarse, de engañarse, de vivir
silencios o gritarse cada día, de manipularse emocionalmente, de dominar uno
sobre el otro, de maltratarse y, en algunos casos, hasta de acabar con la vida
del otro.
En
realidad, no existe mucho amor en la formación de una pareja, porque si
existiera no llegarían a plantearse, ninguno de los dos miembros de la pareja,
el sentirse mal porque la relación se haya desgastado. El amor no se desgasta
nunca.
La
felicidad es consustancial con el Amor Divino: Si sientes Amor Divino, eres
feliz, con independencia de tu pareja, de tu relación, de tu vida.
Para
sentir el Amor Divino se ha de vivir desde el corazón, y no desde la mente, un
segundo tras otro, un minuto tras otro, un día tras otro. No es suficiente
sentirlo durante una meditación, y ya está, no, ha de ser permanente, porque,
además, una relación desgastada, es ideal para perder la conexión con el
corazón e instalarte en la mente a una velocidad increíble.
Si
tienes una relación desgastada, enfréntate a la situación, con amor, e imagina
que hablas contigo mismo, di lo que te gustaría que te dijeran a ti, y dilo
como te gustaría que te lo dijeran a ti. Si estás en este punto es seguro que
tu pareja no sabe lo que es el Amor Divino, actúa con ternura, sin crear falsas
expectativas, porque como eso que llamamos cariño aún existe, que no se acabe
eso cariño también.
Y
si se ha desgastado del todo y se ha roto la pareja, acéptalo. Se supone que amas
a la otra persona. Si es así, y ella ha decidido separarse, debes estar feliz,
porque marcha creyendo que va a encontrar la felicidad en otro lugar. Y, aunque
sepamos que no la va a encontrar hasta que no viaje a su interior, necesita su
libertad para hacer lo que cree que le conviene. A la otra parte solo le queda
desearle lo mejor y seguir su camino sin esa compañía.
sábado, 19 de marzo de 2022
¿Necesito una pareja para ser feliz?
En
cuanto a tu felicidad, no depende ni de tu pareja ni de nadie. Solo depende de
ti. Tienes que ser feliz por ti mismo.
La
felicidad es un estado de paz interior y de serenidad. Es el estado que se
consigue cuando se sabe que “todo está bien”. Te diré más, si trabajas por tu
felicidad, aunque sigas toda la vida solo, la recreación de la progresión, en la que te has visualizado lleno de tristeza por tu soledad en una residencia para mayores, sería muy diferente. Estarías en la residencia, también, solo,
pero estarías feliz. Porque no es necesario tener una familia para ser feliz.
Nada ni
nadie fuera de ti, incluso una familia, te va a dar la felicidad, porque todo
lo que encuentras fuera de ti te puede dar momentos agradables, alegres,
incluso, momentos de serenidad, pero nada permanente, porque todo lo que
encuentres fuera de ti es caduco, como la misma vida. Esos momentos pueden
durar un día, un mes, un año, o varios, pero se acabará en algún momento. Y
cuando esas sensaciones terminen aún podrás sentirte peor por la ausencia de
algo o de alguien con lo que te sentías bien. De la misma manera que te ha
pasado con tus padres o con la que fue tu pareja.
Lo que
tú denominas felicidad son estados de alegría o de euforia. La felicidad es
inherente a la esencia de la persona. Tienes que dejar de vivir el mundo
exterior, que es al que te lleva la mente, y dejar de identificarte con los
momentos agradables o desagradables que se van presentando. Tienes que
encontrar el punto medio, ese punto de equilibrio, donde no hay euforia, donde
no hay tristeza, solo serenidad y paz interior, sin apegos ni deseos.
No
puedes buscar la felicidad utilizando la mente, porque lo primero que hace la
mente es juzgar y buscar un calificativo. Poner un calificativo es comparar con
algo conocido. Algo que permanece en la memoria como bueno o como malo, y la
felicidad es un estado neutro, donde solo existe el instante presente, porque
pasado y futuro son apreciaciones mentales. Cuando se vive con atención el
presente no hay sufrimiento por algo pasado y no existen ficticias esperanzas
de que se cumplan los deseos de mañana, porque vas a vivir el momento.
Tú eres el único responsable de tu vida. Dios, en su infinito amor, te ha dado un don maravilloso que se llama libre albedrio. Gracias a eso eres el único responsable de tu vida. Serás feliz o infeliz, por tu propia decisión, porque solo tú eres el artífice de tu vida.
A partir de aquí, solo les queda irse a vivir juntos.
Y lo hacen porque vivir separados les supone un verdadero tormento.
Pero, ¿cuál es el objetivo de la pareja?, está claro
que ser felices. Pero tienen un error de concepto, esperan ser felices con el
amor que reciban de la otra parte. Esperan ser felices, cada uno de los miembros
de la pareja, a expensas de lo que pueda dar la otra parte, pero no pasa por su cabeza el que sea feliz la otra parte por el
amor que uno mismo le entregue al otro. Los dos quieren recibir, pero no se han
planteado que tienen que dar.
Una
cosa está clara, si no tienen en su interior suficiente amor no podrán dar
mucho. Y para dar amor hay que aprender a amar, lo mismo que para respetar hay
que practicar el respeto, ser generoso con uno mismo para poder serlo con los
demás, valorarse uno mismo para valorar al otro, en definitiva, hay que ser
feliz por uno mismo, para ser felices en pareja.
(Del libro “Vivir ahora, vivir sin tiempo” de Alfonso Vallejo)