El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
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lunes, 6 de febrero de 2017
sábado, 19 de marzo de 2016
Yo Soy el alma
Los
que nos asomamos a esta ventana, a estas alturas del viaje ya somos totalmente
conscientes de que somos un alma.
Es
cierto que es imposible mantener esa conciencia de ser alma de manera
permanente en nuestra mente, que es a fin de cuentas el vehículo que nos sirve
de transporte para desplazarnos a lo largo y ancho de nuestra vida, pero en
condiciones normales, de vez en cuando, durante nuestro día, son varias las
oportunidades, que por una u otra razón, nos acercan al pensamiento de que
somos alma.
También
somos conscientes de que “somos lo que pensamos”. Lo cual quiere decir que cada
vez que pensamos que somos un alma, si somos capaces de mantener ese
pensamiento durante un cierto periodo de tiempo actuaremos como almas, es
decir, con todos los atributos que son inherentes al alma.
Según
Alice Bailey, en su libro “Alma, cualidad de la vida”, las características del
alma son: Inclusividad, amor, alegría, felicidad, participación, soledad,
indiferencia espiritual, impersonalidad, desapego, libertad, serenidad, calma
interna y responsabilidad.
Hemos
de tener presente que un hecho que se repite con frecuencia se convierte en un
hábito, en una costumbre. El pensamiento es energía, la emoción es energía, los
sentimientos son energía, cada vez que se repiten se genera la misma energía, y
esta se va acumulando en los chakras, en el campo energético, y hasta en cada
célula del cuerpo.
Nosotros
somos la energía que hay en nuestros chakras. Cada vez que pensamos y sentimos
que somos el alma, añadimos un plus de la energía del alma y de sus atributos a
nuestra aura, a nuestros chakras y también a cada célula física de nuestro
cuerpo. Pensar y llegar a sentir que somos el alma nos va a hacer actuar desde
ella, pensar y llegar a sentir que somos el alma nos acerca a Dios, que es
nuestro destino final.
El
objetivo es actuar en nuestra vida de manera inconsciente desde el alma y de
que ese actuar sea nuestro estado habitual. Para eso todo nuestro campo
energético ha de estar impregnado de la energía del alma, y de momento, la
única opción que tenemos para mantener el pensamiento de que somos el alma, es haciéndolo
conscientemente.
YO
SOY EL ALMA.
lunes, 20 de abril de 2015
Involución y evolución
En nuestra
vida en la materia, casi todos los seres humanos nos movemos bajo los mismos parámetros,
motivados por nuestras creencias y por nuestros deseos, sin embargo, esto no es
al cien por cien en todos los aspectos de nuestra vida. En la vida material si
es así, pero no lo es en la vida espiritual.
Me explico:
Creemos que para tener una casa hay que tener dinero, lo cual es cierto, por lo
tanto, si tenemos el deseo de poseer una casa nuestras acciones irán
encaminadas a la consecución del dinero necesario: trabajar más, ahorrar más,
pedir un préstamo o incluso los hay que podrían robar para conseguirlo. Sin
embargo, hay un ejemplo claro de que en nuestra vida espiritual no es así:
Creemos en Dios, sabemos que Dios es Amor, todos queremos el Amor, pero no
movemos ni un dedo para acercarnos a Dios, ni para tener ese Amor, con el
resultado que todos conocemos, y que es lo que hay en nuestra sociedad por la
falta de Amor: guerras, hambre, corrupción, asesinatos, engaños, y un largo
etcétera que lo único que demuestra es que en nuestra sociedad no existe la
característica que nos define como “humanos”, ya que estamos regidos,
sencillamente, por la animalidad, por los instintos y por los deseos
materiales.
Reflexionando
sobre esto, me hago cruces de cómo los seres humanos que estamos en posesión de
la formula de la felicidad, no solo no la aplicamos, sino que hacemos todo lo
contrario, hasta llegar, en algunos casos a enfermar de tristeza, aunque ya es,
por sí sola, suficiente enfermedad la tristeza.
En la
actualidad, vivimos una paradoja: Tenemos una mente racional, que tiene la
capacidad de pensar, evaluar, entender y actuar de acuerdo a ciertos principios
para satisfacer algún objetivo o finalidad y, sin embargo, pensamos, evaluamos,
entendemos y actuamos en contra de nuestros objetivo primordial, el objetivo de
ser felices.
Los seres humanos podemos usar la razón
para evaluar la mejor manera de alcanzar un determinado objetivo, aunque
también podemos tomar decisiones o idear comportamientos donde la racionalidad
no parece el principal factor. Estas decisiones o comportamientos, adjetivadas
a veces como "irracionales" en realidad esconden frecuentemente
aspectos de racionalidad limitada, animalidad o aspectos de imitación social
otras veces. Algunas conductas humanas parecen completamente "irracionales”.
Sobre todo las referidas a los aspectos espirituales del ser humano.
Somos una máquina perfecta que actúa
de manera imperfecta. Nuestra mente que es de una perfección sublime, elabora
productos que son vomitivos en el noventa por ciento de los casos.
¿Siempre habrá sido igual o en algún
momento, después de nuestra creación habremos sido realmente racionales al cien
por cien, para conseguir nuestros objetivos más importantes: la paz, la
serenidad, la alegría, la felicidad y el amor?
Si nos atenemos a la historia que
conocemos, desde nuestra vida en las cavernas hasta nuestros días, si, no hay
duda, siempre ha sido así. Pero parece ser, según afirman los teósofos que somos
la cuarta y quinta raza, (la palabra raza aquí no tiene nada que ver con los cuatro
grandes grupos étnicos en que se suele dividir la especie humana). O mejor,
para no confundirnos con la palabra raza, usaremos la segunda acepción que
utiliza Arthur Powell en su libro “El Sistema Solar”, “etapa evolutiva”.
Según Arthur Powell “a través de todas las fases de nuestro
Sistema hay un principio fundamental que se repite una y otra vez en muchos
niveles diferentes. Este principio debe captarse claramente porque es el hilo
de Ariadna para todo el laberinto y comprende las siete grandes etapas de la
Involución y la Evolución.
En nuestro actual período global, las siete Razas-Raíces son las
siguientes:
Primera Raza-Raíz. Esta se llama Raza Etérica porque no poseía cuerpos
más densos que el etérico. Esta raza desapareció de la Tierra hace tiempo.
Segunda Raza-Raíz. Esta es la Raza hiperbórea: tenía cuerpos físicos, y
ocupaba un continente, llamado Plaksha, en el Norte del globo. También
desapareció de la Tierra.
Tercera Raza-Raíz. Esta, la Raza Lemuriana, ocupaba el continente de
Lemuria o Shálmali, como se la denomina en historia antigua. Hablando a grandes
rasgos, éste fue un gran continente del Pacífico, en el Mar del Sur. La raza es
la negroide, y algunos de sus descendientes todavía existen, aunque en la
actualidad muy mezclados con progenies de razas posteriores.
Cuarta Raza-Raíz. Esta, la Raza Atlántica, habitaba el Continente de la
Atlántida, o Kusha, en su mayor parte desaparecido debajo del Océano Atlántico.
La mayoría de los habitantes actuales de la Tierra pertenece hoy en día a esta
raza.
Quinta Raza-Raíz. Esta es la Raza Aria, e incluye en la actualidad a los
miembros más avanzados de los habitantes de la Tierra.
Sexta Raza-Raíz. Esta Raza aún no existe, aunque aparecerá dentro de
poco. Está destinada a ocupar un nuevo continente, que ya empezó a surgir,
fragmento a fragmento, en el Pacífico.
Séptima Raza-Raíz. Esta Raza seguirá a la sexta, y será la última que
aparecerá en la Tierra en este ciclo o ronda. Nada se sabe todavía del
continente que ocupará aunque a veces se le dé el nombre de Pushkara”.
Sobre las etapas de Involución y
Evolución a que hace referencia Arthur Powell: “Durante tres etapas el Espíritu desciende en la Materia: la Vida
involuciona en la Forma; la cuarta etapa es la del conflicto entre el Espíritu
y la Materia, entre la Vida y la Forma; durante las tres etapas restantes el
Espíritu asciende: la Vida evoluciona a través de (y desde) la Forma”.
Por lo tanto, parece que no somos así
desde la Creación, hemos ido primero involucionando hacia la materia desde la
Chispa Divina que somos, encontrándonos ahora en un punto álgido, punto de
conflicto entre el Espíritu y la materia, lo cual explica nuestro irracional
comportamiento. Para que una vez superado el conflicto, se eleve el Espíritu
hacia Dios.
Pero esto no debe conformarnos. “Ah,
estamos en la etapa de conflicto, es normal sufrir”, no, porque en algún
momento el Espíritu ha de vencer a la materia. Es seguro que millones y
millones de los que ahora pueblan la Tierra no están preparados para eso, pero
otros muchos si, y lo realmente triste es que de todos los que están
preparados, (los que estáis leyendo esto lo estáis), no den un salto
cualitativo en su vida para vivir la vida del Espíritu.
Pienso que una buena manera de
conseguirlo es vivir como si el Alma ya hubiera vencido a la materia, amando,
respetando a todos, ayudando a quien lo necesita, tolerando las diferencias,
comprendiendo las razones de los otros. A fin de cuentas la batalla entre el
Espíritu y la materia la hemos de ganar cada uno de nosotros, nada nos va a ser
dado, por muchas puertas energéticas que se abran, el trabajo es únicamente nuestro.
miércoles, 2 de julio de 2014
Buscar lo inexistente en lugares equivocados
Los seres
humanos somos especialistas en buscar cosas que no existen, o mejor, que no se
pueden ver ni tocar, y además solemos hacerlo en los lugares equivocados.
Podríamos pensar que somos majaderos, pero a lo peor no lo somos, porque es
algo que hacemos todos los seres humanos, y tantas personas no podemos estar
equivocadas, ¿O sí?
Y, ¿Qué es
eso inexistente que los seres humanos buscamos con tanto ahínco en los lugares
equivocados?, pues yo diría que casi todo, pero básicamente el amor y la
felicidad, así como todo tipo de emociones, sentimientos o energías, es decir
todo aquello que no es material, por citar algunas más: alegría, paz,
serenidad, conocimiento. Por lo tanto, si no es material, no se ve, y en la
sociedad de hoy, “lo que no se ve, no existe”.
Y es
precisamente, todo esto que no se ve, todo esto que no es material, lo que
buscamos, ¿Dónde?, en el mundo de la materia. Es decir, el lugar equivocado.
Las
emociones, las energías y los sentimientos, no son cosas externas, no son
materiales, no se ven. Son cosas del espíritu, y el espíritu, para encontrarlo,
para encontrar lo que hay en él y para conectar con él, se ha de viajar hacia
el interior de uno mismo. Por lo tanto si realmente queremos encontrar cosas
como el amor, la felicidad, la alegría, la paz, etc., etc., no podemos
buscarlas fuera de nosotros mismos, porque es el lugar equivocado, y si alguien
cree que lo ha encontrado fuera de sí, se engaña, solo es un sucedáneo con
caducidad en el tiempo, mientras que si realmente se encuentra donde debe de
ser, en uno mismo, se va a encontrar con algo auténtico que va a permanecer en
el tiempo, que va a permanecer por los siglos de los siglos.
Deja de
vivir hacia fuera, deja de vivir hacia el exterior. No busques fama, no busques
poder, no busques reconocimiento, porque es tan efímero como un suspiro. No
busque posesiones, no busques nada material, a excepción de lo necesario para
poder vivir, porque esas pertenencias no son equipaje que tu alma, que es la
que está realizando los viajes de un lado al otro de la vida, se va a llevar.
Sólo se va a llevar las pertenencias que hayas encontrado en tu espíritu.
viernes, 13 de junio de 2014
Cambia tu realidad
El Libro de Oro de Saint Germain,
(cuya lectura recomiendo), comienza diciendo que “La Vida, en todas sus actividades, donde quiera que ella se
manifieste, es Dios en acción. Es por la falta de conocimientos en la forma de
aplicar el pensamiento-sentimiento, que los seres humanos están siempre
interrumpiéndole el paso a la Esencia de la Vida. De no ser por esa razón, la
Vida expresaría su perfección con toda naturalidad y en todas partes.
La tendencia natural de la Vida es Amor, Paz, Belleza,
Armonía y Opulencia. A ella le es indiferente quien la use y continuamente está
surgiendo para manifestar de más en más su perfección, y siempre con ese
impulso vivificador que le es inherente.
YO SOY es la actividad de la Vida. Cuando decimos YO SOY,
sintiéndolo, abrimos la fuente de la Vida Eterna para que corra sin obstáculos
a lo largo de su curso; en otras palabras, le abrimos la puerta ancha a su
flujo natural”.
¿Cómo
funciona el pensamiento, que es capaz de impedir el paso a la Esencia de la
Vida, a la perfección de la Vida diseñada por Dios, a la Esencia Divina o a la
manifestación de Dios en todos los aspectos de la Vida?
Los pensamientos no aparecen porque
sí en el cerebro. Los pensamientos son como nubecitas que se encuentran
alojados en una de las capas del aura, concretamente en una que se denomina
cuerpo mental, y es en él donde se desarrollan los poderes de la mente, donde
se desarrollan los pensamientos, incluso la memoria y la imaginación.
Todas las personas tenemos,
prácticamente, los mismos pensamientos en el cuerpo mental, con diferencias de
matices. Con un ejemplo veremos claro cuáles son esos matices. El pensamiento
de divinidad para un cristiano será Jesús, mientras que para un budista será
Buda, o para un hinduista será Krishna. Sin embargo, el pensamiento de
divinidad estará inherente en los tres.
La pregunta lógica sería: ¿Si todos
tenemos alojados en nuestro cuerpo mental los mismos pensamientos, porque unas
personas tienen pensamientos que les llevan al sufrimiento y otras personas,
(las menos), tienen pensamientos que les llevan a la felicidad?
Los pensamientos se denominan formas
de pensamiento, y para expresarse viaja el pensamiento desde el cuerpo mental
hasta el cerebro. Cada vez que tenemos un pensamiento se genera una energía que
viene determinada por el tipo de pensamiento. Esa energía, por un lado, afecta
al cuerpo emocional de la persona generando un sentimiento o una emoción
determinada, y por otro lado engorda a la forma de pensamiento original.
No es necesario decir, que cualquier emoción
tiene su inicio en el pensamiento. Ansiedad, estrés, miedo, tristeza, alegría,
carencias, etc., etc., son solamente producto de nuestro pensamiento. Y son
justamente nuestra colección de emociones las que determinan la vida. Son esas
emociones las que bloquean el libre fluir de la tendencia natural de la Vida,
que decíamos al principio que es Amor, Paz, Belleza, Armonía y Opulencia.
Pero aun hay más. La forma de
pensamiento se va haciendo mayor cada vez que tenemos el mismo pensamiento.
Puede llegar a crecer hasta tal punto que se forme lo que se denomina entidad
de pensamiento. La entidad de pensamiento tiene conciencia propia, una
conciencia muy rudimentaria que la hace
querer vivir. Y para vivir, su alimento es la energía que se genera cada vez
que se tiene el mismo pensamiento, por lo que la entidad de pensamiento va a
descargarse en el cerebro de manera persistente para que se genere la energía
que necesita para su existencia. Los pensamientos circulares, los pensamientos
repetitivos, los pensamientos obsesivos, sólo son entidades de pensamiento.
Por supuesto la energía generada se
va acumulando en el cuerpo emocional de la persona, llegando, con el tiempo, a
afectar físicamente a la persona. Nuestra salud también es fruto de nuestros
pensamientos.
Decir, “no sé”, “no puedo”, “no
tengo”, “estoy enfermo”, y frases similares son una especie de grilletes que le
vamos poniendo a nuestra vida. Y la vida, ante nuestra insistencia se encarga
de que no sepamos, de que no podamos, de que no tengamos o de que enferme
nuestro cuerpo.
¿Qué hacer para cambiar la
tendencia?, ¿Qué hacer para que la Vida se manifieste en toda su grandeza? Pues….
CAMBIAR EL PENSAMIENTO.
Pero, ¡Es tan difícil cambiar el pensamiento!,
el pensamiento no se puede cambiar de la noche a la mañana, porque los
pensamientos a los que estamos habituados viajan al cerebro una y otra vez, a
pesar de todos nuestros esfuerzos para que eso no suceda, por lo tanto, para
cambiar los pensamientos, que llegan de manera inconsciente, hemos de hacerlo
conscientemente.
Hemos de dejar de dar poder a las
condiciones exteriores, hemos de dejar de dar poder a personas, a lugares, a
cosas, a deseos, a creencias, y darle el poder a quien lo tiene realmente,
hemos de reconocer y aceptar la presencia de Dios, ya que El es todo salud,
todo amor, todo abundancia, todo paz. Y la manera de hacerlo es repetir en
nuestro interior machaconamente, YO SOY, o YO SOY HIJO DE DIOS. No se trata de
repetirlo una, dos ó tres veces, se trata de repetirlo horas si realmente
queremos cambiar la dinámica de nuestra vida. Hemos de tener en cuenta que
hemos de invertir la fuerza de pensamientos que llevan con nosotros toda una
vida.
YO SOY es Dios en acción, y cuando
pensamos YO SOY significa que sabemos que tenemos a Dios trabajando y
expresándose en nuestra vida.
Se trata de formar entidades de
pensamientos positivas, entidades de pensamiento de alta vibración, que como
las negativas también quieren vivir y se van a descargar en el cerebro para
expresarse una y otra vez. Sin embargo, hasta que eso suceda, hemos de trabajar
de manera consciente para hacer que las entidades negativas vayan perdiendo
poder.
¡Adelante! y ¡Suerte!
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martes, 10 de junio de 2014
Vivir desde el corazón (1 y 2)
Nuestra vida
diaria está regida por los pensamientos. Nos movemos, actuamos y sentimos en
función de lo que va apareciendo en nuestra mente. Nuestra mente no se detiene
ni un momento, hasta el extremo de que no nos comportamos como lo que realmente
somos, sino que nos comportamos como pensamos que deberíamos ser, en función
del entorno en el que nos encontremos. De alguna manera, nos pasamos la vida
actuando, somos actores de la vida, no nos manifestamos tal como somos, sino
como nos gustaría ser, como les gustaría a nuestros padres que fuéramos, como
les gustaría a nuestros educadores, como le gustaría a nuestro jefe, a nuestros
amigos o a nuestra pareja.
En
definitiva, son pocos los momentos de nuestra vida en los que nos podemos
considerar auténticos. La mente dirige, por completo, nuestra existencia,
siempre de manera errática, siempre de manera crítica.
Nuestros
pensamientos están dirigidos y gobernados por el pensamiento social, están
regidos por las normas y las creencias que la sociedad impone. Y en la sociedad
que nos hemos dado, es muy fácil sentirse solos en nuestra realidad, porque la
mente, desde donde vivimos, es la que nos dice que existe separación entre
nosotros y todo lo demás, y eso no es más que una ilusión, una fantasía, una
mentira, ya que la realidad es que todos y todo somos uno. Ser uno con todo y
con todos, quiere decir que yo no soy mejor, pero tampoco soy peor, ni tan
siquiera soy igual, sencillamente soy uno, soy lo mismo.
Los
estímulos que nos rodean nos mantienen dentro de nuestra propia mente, nos
mantienen a merced de la mente, la cual siempre está juzgando todo lo que
estamos percibiendo en nuestro entorno. Esta mente crítica, esta mente que
juzga de manera permanente, hace que aparezca en nuestra conciencia sentimientos
como la vergüenza, o la soberbia, o la envidia, por citar solo algunos, y si
aparecen en nuestra conciencia, es eso exactamente lo que vamos a vivir y va a
ser esa la forma de cómo vamos a sentirnos.
La vida no
es eso, hay que acercarse a la vida y a todas las circunstancias que la rodean
con calma y con tranquilidad, aceptando la vida tal cual es, aceptándonos
nosotros mismos tal como somos, viviendo y siendo conscientes de las
experiencias que nos toca vivir en cada instante, sin buscar escapar del momento
presente ni de los sentimientos que cada experiencia genera. Todo lo que
buscamos lo vamos a encontrar en el momento presente, porque es ahí donde
reside la verdad de lo que estamos buscando, y ninguna experiencia es ni buena
ni mala, solo es.
Pero como
vamos a conseguir eso cuando toda nuestra educación y nuestras creencias nos
llevan directamente a la mente. Pues lo vamos a conseguir trasladándonos de
vivir desde el espacio de la mente a vivir en el espacio del corazón. Podríamos
decir que se trata de vivir una vida más espiritual, no porque tenga que ver
con ninguna religión, las religiones son tan culpables de nuestra sinrazón como
el resto de la sociedad. Es vivir una vida más espiritual porque se trata de
darle más chance al espíritu que a la mente, se trata de vivir desde el corazón
que es el abanderado del alma y dejar de lado la mente que es la abanderada del
cuerpo.
Esto que predican con tanta
insistencia las enseñanzas de la nueva era, o los gurús de los libros de
autoayuda, es más difícil de practicar de lo que parece. Si fuera fácil todos
viviríamos desde el corazón y no serían necesarios más libros, más cursos, más
conferencias, más nada.
Vivir una vida más espiritual, es
decir, vivir desde el corazón, no significa saber más, leer más, tener más
conocimiento, retirarse a una cueva o hacer una vida monacal. Sólo se trata de
amar más, así de fácil es la teoría, la práctica no lo es tanto.
Vivir desde el corazón es vivir la
libertad, es vivir la eternidad, es vivir la alegría, es vivir la felicidad, es
vivir el amor, es vivir la divinidad. Vivir desde el corazón es dejar que el
corazón hable su propia verdad, es dejar que exprese su propia sabiduría, es
dejar que nos ayude a tomar decisiones en nuestra vida diaria, ya que siempre
nos va a decir cuál es la respuesta y cual la dirección correcta. Vivir desde
el corazón es estar completamente presente, y convertirse en la personificación
del amor, de la ecuanimidad, y de la libertad. Vivir desde el corazón es el
estado natural y auténtico del alma que ha decidido encarnar, y si no lo
vivimos así, es porque hemos sido enseñados y condicionados para vivir lejos
del corazón.
Para vivir desde el corazón, sólo hay que vivir en silencio. Y para
conseguir el silencio sólo hay que meditar.
Pero ya es bastante difícil la
meditación, como para mantenerla horas, todas las horas del día en que nos
mantenemos despiertos, y poder así vivir el ahora, y poder gozar de la
sabiduría y las sensaciones del corazón. Por lo tanto, tendremos que hacer algo
más.
Las herramientas necesarias para
vivir desde el corazón son cuatro. La mente, la atención, la voluntad, y la
paciencia.
Es una paradoja, pero necesitamos la
mente para dominar a la mente. Necesitamos atención para observar a la mente,
necesitamos, como para todo en la vida, ya sea física o espiritual, voluntad
para volver al trabajo una y otra vez, cada vez que esta se distraiga, y
necesitamos paciencia para llegar al final del camino: el corazón.
Sobre todo recuerda que cualquier
camino que quieras recorrer comienza con un primer paso, y que con ese primer
paso vas a recorrer un tramo pequeñito, en la vida física menos de un metro. No
quieras con ese primer paso llegar al final del camino. No, el camino ha de
recorrerse con tranquilidad y con perseverancia, teniendo claro que buscas, y
volviendo al camino cada vez que los acontecimientos te separen de él.
Con todo esto claro, ya solo queda
comenzar a caminar:
Lo primero que has de hacer es
meditar. Medita cada día. Comienza por once minutos si no tienes práctica, y
vete ampliando el tiempo para llegar, al menos, a los treinta minutos diarios.
Si ya meditas, sigue con tu meditación. Si no lo haces búscate alguna con la que
te sientas cómodo. Y si no sabes cual, puedes hacer la meditación de Kundalini-Yoga para una
mente neutral que viene a continuación.
Durante todo tu día, lleva la atención a tu respiración, siente el
aire entrando por tus fosas nasales, siente como se expande tu abdomen, siente
después como sale el aire y como se relaja tu abdomen, e imagina que estás
respirando desde el corazón. Si aun no has adquirido una práctica meditativa, a
la tercera respiración, tu mente ya se habrá distraído, para esto necesitas,
una vez que seas consciente de tu distracción, voluntad para volver tu atención a la respiración. Haz esto durante
todo el tiempo que puedas permanecer consciente.
Como mantener una mente meditativa
durante todo el día es una tarea harto difícil, mantén también la atención en
todos los procesos de tu mente. Observa cómo se comporta tu mente, para dar
prioridad a algunas de las energías del corazón: Intuición, desapego, compasión,
ecuanimidad, amor.
La intuición es la voz del corazón.
Es un murmullo constante. Sentirla es una señal clara de que la mente comienza
a serenarse, ya que el ruido de la mente impide sentir cualquier otra cosa y
aun menos un simple murmullo. Si llegar a sentirlo, hazle caso, no dejes que la
mente analice ese murmullo, ya que sino, esta se encargará de desprestigiar a la
intuición. Te va a decir que debes de seguir su lógica, ya que es la lógica lo
que la sociedad espera que sigas. Sin embargo, la intuición es la voz del Yo
Superior, es la voz del alma, y no hay nada más objetivo, ya que no está
contaminada por las propias creencias, ni por los juicios que la sociedad está
pronta a sentenciar.
Ecuanimidad es encarar la vida, con
todas sus vicisitudes, en calma y con tranquilidad, sin perturbar la mente.
Vivir desde el corazón es vivir la ecuanimidad, “todo está bien”. Para aprender a vivir desde el corazón se
consciente de tus críticas. Desde una mente crítica es imposible vivir la
ecuanimidad. Cuando entras en contacto con otras personas, has de tener muy
claro que tus ideas, tus opiniones, tus creencias, no están en competencia con
las ideas, opiniones y creencias de los otros, sino que todas tienen el mismo
valor para Dios, se complementan, se enriquecen. En la ecuanimidad vas a
entender y a respetar las creencias de los otros. Vas sencillamente a valorar,
a apreciar y a respetar al otro.
Vivir desde el corazón, es vivir el
desapego. El desapego no es un alejamiento frío, hostil; no es una manera
robótica de ir por la vida, absortos, y totalmente indiferentes a la gente y a
los problemas; no es una actitud de inocente dicha infantil; ni un
desentendimiento de lo que son nuestras verdaderas responsabilidades hacia
nosotros mismos y hacia los demás; ni una ruptura en nuestras relaciones.
Desapegarse es liberarse o apartarse
de una persona o de un problema con amor. Viviendo la propia vida al máximo de
capacidad y luchando para discernir qué es lo que se puede cambiar y que no. Si
no se puede solucionar un problema después de intentarlo seriamente, hay que
aprender a vivir con ese problema o a pesar de él. Y tratando de vivir felices,
concentrándose en lo que de bueno tiene la vida hoy, y sintiendo agradecimiento
por ello. Aprendiendo la mágica lección de sacarle el máximo provecho a lo que
de bueno tiene la vida, ya que eso multiplica lo bueno en la vida.
El desapego implica " vivir el
momento presente", vivir en el aquí y en el ahora. Permitiendo que en la
vida las cosas se den por sí solas en lugar de forzarlas y tratar de
controlarlas. Renunciando a los remordimientos del pasado y a los miedos por el
futuro. Sacando el mayor provecho a cada día, aceptando la realidad, aceptando los
hechos, aceptando y adentrándose en las experiencias. Requiere fe en uno mismo,
en Dios, en otras personas, en el orden natural y en el destino de las cosas en
este mundo.
Confía en que todo está bien a pesar
de los conflictos. Confía en que Dios sabe más que tu, y ha dispuesto lo que
está sucediendo, y que puede hacer mucho más por resolver el problema que tu.
De modo que trata de no estorbar en su camino y dejar que Él lo haga.
Las recompensas que brinda el
desapego son muchas: serenidad, una profunda sensación de paz interior, la
capacidad de dar y recibir amor de una manera que nos enaltece y nos llena de
energía, y la libertad para encontrar soluciones reales a los problemas.
El corazón es compasión. Vivir la
compasión es vivir la unidad. La alegría de otras gentes es la propia, el
sufrimiento de otras gentes es el propio sufrimiento, la historia de otras
gentes es la propia historia. La compasión acaba con la separación, liberando
de la ilusión de la propia experiencia individual.
Vivir la compasión es escuchar y
comprender a otras personas profundamente, lo cual ayuda a perdonar y a dejar atrás
los juicios, ya que el juicio es un proceso de la mente y mientras que la
comprensión lo es del corazón. Así que cuando estés con otras personas
aprovecha la oportunidad para escuchar atentamente, para comprenderlas, sin
juzgarlas. De esta manera te vas a convertir en el amor que buscas.
Y ama. Empieza por ti. Amaté, respétate,
valórate, acéptate. Para aprender a amar utiliza la Regla de Oro: “Da a los
demás lo que quieres para ti”. “No desees para los demás lo que no deseas para ti”.
Acuérdate de ser feliz.
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domingo, 5 de enero de 2014
Siempre hay una salida, ¡No te preocupes!
Comienza a manifestarse la madurez
cuando sentimos que nuestra
preocupación
es mayor por los demás que por
nosotros mismos.
Albert Einstein
Una preocupación es un proceso
mental, proceso en el que la mente permanece, casi de manera constante, dando
vueltas a un mismo tema, con ínfimas variaciones, y sin querer encontrar una
solución.
Es claro que la mente no quiere
encontrar ninguna solución, porque si la encontrara, en ese momento, se acabaría
la preocupación, y la mente dejaría de tener el control.
En los momentos de preocupación, la
persona no tiene ningún poder sobre sí misma, ya que todo el poder lo ostenta,
en ese momento, la mente.
La preocupación se alimenta por
sucesos acaecidos en el pasado, por problemas presentados en el presente, o por
la incertidumbre sobre deseos del futuro.
En cualquiera de los tres casos, la
preocupación consume una gran cantidad de energía, afecta de manera negativa al
sistema nervioso, mantiene a la persona irritable y malhumorada, y a la mente
ocupada hasta el extremo de nublarse completamente, y perder la capacidad de
raciocinio, encontrándose fuera de la realidad.
No es necesario decir que darle
vueltas y más vueltas a un suceso pasado, no cambia en absoluto dicho suceso,
no hay vuelta atrás, no tenemos poder para retroceder en el tiempo. Lo hecho,
hecho está. En este caso solo queda la aceptación, asumir el hecho, e integrar
la enseñanza. De la misma manera, obsesionarse
con lo que pueda pasar en un futuro, no va a llevar a la persona a buen puerto,
y posiblemente afecte negativamente en la consecución del deseo, sobre todo si
el pensamiento va encaminado en una dirección negativa. Recordar que energías
iguales se atraen.
Para la preocupación generada por
problemas del presente, se ha de tener en cuenta que siempre hay una salida para los problemas, por lo que no hay que
preocuparse. Mientras dure la preocupación va a ser imposible encontrar esa
salida. Es imprescindible que se limpie y se aclare la mente para que pueda
dedicarse a la búsqueda de la solución.
No se trata de hacer caso omiso a los
problemas. Así es claro que no se van a resolver, de la misma manera que
tampoco se van a resolver con la preocupación.
Lo que se ha de hacer es buscar la
calma y la serenidad interior para analizar las distintas posibles soluciones y
aplicar la mejor para solucionar el problema.
¿Cómo encontrar la calma? La calma se
puede conseguir mediante la meditación y mediante la oración, entregando el
problema a Dios y pidiéndole iluminación en la búsqueda de la solución. Siempre
llega, aunque no lo parezca, o que la solución que llegue no nos agrade. Mientras
la persona no se encuentre en meditación o en oración, la mente va a seguir con
su proceso de preocupación, por lo que es bueno ocuparla, cuanto más tiempo
mejor, en pensamientos conscientes de “alta frecuencia”. Estos pensamientos
tienen una doble función: Por un lado ocupan a la mente impidiendo el proceso
de la preocupación, y por otro incrementa el nivel de energía en la persona y
limpia las energías negativas generadas por los pensamientos de “baja frecuencia”
de la preocupación.
Estos pensamientos de “alta
frecuencia” son del tipo: “Yo Soy el alma”, “Yo Soy paz”, “Yo Soy amor”, Yo Soy……..
con todo lo bueno que deseas para ti.
Con la mente en calma, va a ser muy
fácil encontrar la mejor solución.
domingo, 23 de diciembre de 2012
La nueva religión (II)
Continuación de La nueva religión (I)
Está surgiendo una nueva sociedad, un nuevo estado del Ser, basado en
el Amor y en los valores del corazón. Va a ser una transición de lo viejo a lo
nuevo, y somos todos nosotros con nuestra energía los que vamos a realizar ese
cambio.
Y para que se produzca ese cambio, para el resurgir de esta nueva
sociedad ha de cambiar nuestra energía, y esa energía cambia cuando pasamos de
vivir desde la mente a vivir desde el corazón, esa energía cambia cuando cambia
la conciencia; es decir cuando cambiamos nosotros, porque la conciencia es lo
que nosotros somos.
¿Qué hay ahora en la conciencia?, ¿Qué es lo que tiene que cambiar?:
Tenemos que ser conscientes de que estamos atados a nuestros pensamientos, para
permitir que estos cambien y desaparezcan las viejas energías, y así despertar
a una conciencia basada en el corazón.
Nuestra conciencia está llena de miedo, miedo al rechazo, miedo a la
soledad, miedo al qué dirán, miedo a no llegar o miedo a pasarnos, y necesita
reafirmase a si misma constantemente, buscando siempre validación externa,
buscando la aprobación del exterior; y toda nuestra vida se ha construido, de
manera inconsciente, (siempre estamos en piloto automático), sobre ese miedo. Cuando
la mente es nuestro centro, estamos encogidos por ese miedo y eso nos hace
estar constantemente a la defensiva, tenemos que defender nuestro espacio, siempre
nos falta algo, siempre tenemos necesidad de más: Más amor, más dinero, más
poder, más aceptación, más atenciones.
La base de nuestros pensamientos y sentimientos es como un agujero
negro, un vacio que nunca puede ser llenado, y para aliviar ese miedo, para tratar
de llenar ese vacío, nos vamos al exterior y nos aficionamos al poder, al
halago, a la admiración. Confiamos en el juicio de otras personas, ¡que poco
nos valoramos, nos respetamos y nos queremos!, no confiamos en nosotros, y le
damos nuestro poder a cualquiera que pasa por delante de nosotros.
Confiamos en el juicio de otras personas y nos ponemos nerviosos sobre
lo que la gente piense de nosotros. Es importante para nosotros porque nuestra
autoestima depende de eso y, sin embargo, nuestra estima desciende y desciende,
porque hemos entregado nuestro poder a otras personas.
Y nuestra conciencia cree que así está satisfaciendo el anhelo del alma
por la unidad con lo Divino, por la paz y el amor, pero ese anhelo, que es la
llamada de Dios, la llamada de nuestra propia naturaleza y nuestra propia
esencia, no hay que buscarlo porque ya está en nosotros: Nosotros somos a
imagen y semejanza de Dios nosotros
somos Amor.
Lo que queremos es el Amor incondicional, es sentir esa energía que
llamamos Dios. Pero nosotros ya somos esa energía, en nosotros ya está la Luz, ya
está el Amor, ya está la Paz; y si vamos a nuestro interior a través del miedo,
que es lo que conocemos, el miedo se disuelve igual que desaparece la
oscuridad, en cuanto conectamos la luz. No hay que luchar contra la oscuridad,
solo hay que dar al interruptor. No hay que luchar contra el miedo, solo hay
que activar el amor.
Sólo hay que contactar con el Amor, y Amor significa aceptación de uno
mismo tal cual es, Amor significa aceptación de los demás tal como son. Sólo
cuando nos demos cuenta de que el vacio no puede ser llenado de ninguna manera desde
el exterior, empieza el cambio.
Cuando nos dejamos de identificar con lo que siempre hemos hecho y con
lo que nos han enseñado, se genera un estado de confusión, y nos surgen las preguntas
del millón, ¿Qué quiero realmente?, ¿Quién soy?, ¿Adónde voy?, ¿De dónde
vengo?, ¿Qué hago realmente acá?
Aquí empieza el trabajo, es un trabajo de sanación que se ha de
realizar aceptando. ¿Aceptando qué?, aceptando el dolor, aceptando el
sufrimiento, aceptando el miedo.
(Continuará)
Capítulo II, (Parte II) del libro Vivir desde el corazón es más fácil.
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sábado, 10 de noviembre de 2012
La carrera de la vida
En
un momento del tiempo, el alma decide su vuelta a la materia para retomar su
aprendizaje, en el mismo punto en que quedó al finalizar su encarnación
anterior, y se reúne con los Señores del Karma para terminar de organizar la
que será la nueva vida: El lugar de nacimiento, la familia, los amigos, los
diferentes encuentros, el Karma a liberar, el aprendizaje a recibir o la
enseñanza a realizar.
Y
para eso, de la misma manera, que una vez en la Tierra el cuerpo elige el
vestido adecuado para salir a la calle, el alma elige la vestimenta adecuada
para el trabajo a realizar, y se reviste de materia, con forma de hombre o de
mujer.
Durante
mucho tiempo he pensado que era una pérdida de tiempo inútil todo el tiempo que
tardábamos en crecer, desde nuestro nacimiento hasta la edad adecuada en la que
comenzamos a poder ser conscientes de la vida, pero ahora sé, que ese es
también un tiempo de experiencia para el alma, un tiempo de aprendizaje total,
un tiempo en el que permitimos a otros, casi siempre nuestros padres, para que
liberen parte de su Karma, un tiempo para liberar Karma propio.
La
vida es como una carrera de obstáculos que vamos corriendo por diferentes
pistas a la vez. Es como si en una carrera fuéramos el mismo corredor por las
diferentes calles, y en cada una de ellas, vamos avanzando en todas las
experiencias que el alma ha decidido vivir en la presente vida.
Cada
calle podría tener un nombre, aunque siempre distinto para cada persona: En una
calle avanzamos para trabajar la voluntad, en otra la paciencia, en otra el
orgullo, en otra……., etc., etc. Y es claro que en todas las pistas no vamos a
llegar a la par, podemos avanzar rápidamente en unas y más lentamente en otras,
podemos finalizar la carrera en unas y casi no comenzar en otras.
La
carrera finalizada, perdurará por siempre, será un aprendizaje aprendido para
toda la eternidad; y aquellas otras que queden pendientes volverán en nuestra
mochila en la próxima encarnación. Ninguna va a quedar en el olvido.
Todos
vamos a completar todas las asignaturas, unos antes, otros después. Y teniendo
en cuenta los obstáculos con los que nos encontramos, ¿Por qué tratamos de
pasarlos todos cuanto antes?
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martes, 23 de octubre de 2012
Verdades que conoce el alma y desconoce la mente (....y 3)
(………………Continuación)
13) El ser humano
es libre.
Somos libres de realizar aquello
que nos plazca, pero pera hacer un uso adecuado de nuestra libertad, hemos de
tener en cuenta que somos hijos de Dios, y que como seres divinos somos
eternamente inmortales.
Ser libre significa permanecer
en la brillante luz del alma. Si somos capaces de integrar esa verdad, esa será
nuestra percepción, y nuestra elección será no temer a nada, amar a todo y
comportarnos con todos los que comparten
nuestra vida, de la misma manera que queremos que ellos se comporten con
nosotros.
Ejercer nuestro derecho a
nuestra libertad, es liberarnos del control de la personalidad.
14) La serenidad es nuestra identidad.
Serenidad significa calma
profunda, desprovista de cualquier desequilibrio emocional. Es una cualidad del
alma y la persona serena se caracteriza porque su mente está enfocada
firmemente en la luz.
Vivimos en la superficie de la
vida, zarandeados por los vaivenes que la vida nos va presentando, siempre en
un estado de permanente ebullición, siempre esperando algo magnifico que nunca
termina de llegar.
Vivir en la serenidad es vivir
desde el alma, y cuando nos acercamos al alma, la serenidad comienza a morar en
nosotros.
15) La paciencia ya habita en nosotros.
La impaciencia es una de las
características de nuestra personalidad, y eso pasa porque no hemos integrado
nuestra inmortalidad, y creemos que el tiempo se acaba, para la causa que sea.
Sin embargo, el alma, que se sabe inmortal, no tiene prisa para nada.
Todo llega, cuando es su
momento.
Es posible alcanzar ese estado
donde nada de lo que ocurre altera la calma interna y nos conduce a la
impaciencia, cuando la conciencia está centrada en el alma, que es la paz
misma, es ahí donde se conoce y se siente el aplomo y el equilibrio, que abre
la puerta de la paciencia.
16) La Responsabilidad es inherente al ser humano.
La irresponsabilidad, la falta
de respeto, el incumplimiento de la palabra dada, es una prueba inequívoca de
vida en el ego, completamente despegados del alma. Es la manifestación de un
carácter débil, apegado a la materia, con un desconocimiento total de la
divinidad del ser humano.
La responsabilidad, como todas
las verdades mencionadas con anterioridad es una cualidad inherente en
nosotros. Sólo hay que conectar con nuestro interior para encontrarla nada más
traspasar el umbral.
17) La Sabiduría es nuestro derecho de nacimiento
¿Qué
hemos de aprender que no sepan los hijos de Dios? Nada.
La Sabiduría está inherente en
nuestro desarrollo, en nuestro progreso como seres divinos. La Sabiduría se
refiere a la esencia de las cosas y no a las cosas mismas, es la captación
intuitiva de la verdad, independiente de la facultad razonadora; la innata
percepción, capaz de diferenciar lo falso de lo verdadero, lo real de lo
irreal.
jueves, 29 de diciembre de 2011
Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad
“Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”… No sé si todas las personas que viven en paz e inmersos en su serenidad, tienen buena voluntad; pero sí sé que los que tienen “auténtica buena voluntad” viven en paz, con una paz interior duradera.
¿Qué es la buena voluntad? La buena voluntad es la energía que sustenta las “correctas relaciones humanas”, la buena voluntad es la expresión más simple del verdadero amor, la buena voluntad es “el primer intento” del ser humano para expresar su amor.
Podemos despegarnos de la espiritualidad y escuchar lo que dicen grandes pensadores: Según Kant, la voluntad buena es la condición indispensable que nos hace dignos de ser felices; pero no la felicidad entendida como el logro de todo lo deseado, como una satisfacción de las pasiones y los deseos, porque eso es imposible de obtener para los seres humanos en las condiciones tan contradictorias de sus afectos, que no de su amor. Contradictorias, porque lo que denominamos amor, es una mezcla muy grande de pensamiento y muy pequeña de energía del corazón.
Para Kant la felicidad no es otra cosa que la búsqueda de hacerse digno de ser feliz, y es un hecho que lo único objetivamente bueno es una buena voluntad. La inteligencia, el valor, la riqueza y todo lo que solemos considerar valioso dejan de tener valor y se vuelven incluso cosas perniciosas, si van acompañados de una voluntad torcida.
¿Puedes imaginarte como sería el mundo si la mayoría de seres humanos se dedicaran a hacer el bien a otros y dejaran de ocuparse de sus propias metas egoístas? Sería un mundo lleno de paz, sin hambre, equitativo.
Pero no estamos preparados para eso, pasar de nuestras creencias actuales, en las que prima la satisfacción de nuestros deseos, el acaparamiento, la crítica feroz y destructiva, la rabia, y la envidia, e iniciar una nueva vida, una vida basada en la buena voluntad, la buena voluntad entrenada, ingeniosa, creadora y práctica, es difícil, porque no estamos ni preparados, ni entrenados, y posiblemente ni llegamos a entender que se pueda vivir de otra manera que no sea satisfacer cada deseo que aparece en nosotros.
La buena voluntad es una cosa muy simple, sólo hay que desear para los seres humanos, para todos, no sólo para los más allegados, lo mismo que deseas para ti; y tratarlos de la misma manera que te gustaría ser tratado; y darles lo que a ti te gustaría recibir. Es tan sencillo, que las mentes no están todavía capacitadas para poder valorar su poder. E incluso los que intelectualmente llegan a entenderlo, son incapaces de ponerlo en práctica.
La buena voluntad es hoy un sueño, y no deja de ser una teoría. Pero cuando esa teoría se lleve a la práctica se derribarán todas las barreras de la separación y de la incomprensión humana.
Quien practica sinceramente la buena voluntad en el hogar, puede cambiar totalmente las actitudes familiares. Cuando la buena voluntad sea practicada verdaderamente entre los grupos de cualquier nación, entre los partidos políticos, entre sectores religiosos y entre las naciones, podrá revolucionar al mundo.
Es cierto que existen en el mundo personas de buena voluntad, sin embargo, los embarga el temor, o un sentimiento de futilidad porque comprenden que el trabajo a realizar es de tal magnitud, que sus insignificantes esfuerzos aislados son totalmente inútiles, para derribar las barreras del odio y de la separación existentes en todas partes. Se sienten impotentes por su aislamiento, por su soledad, por la incomprensión, por la fuerza que tiene la forma de pensamiento de inutilidad que les inunda.
Y, sin embargo, la acción de esas personas de buena voluntad, unidos, tendrían más fácil la sensibilización del mundo y conseguirían estabilizar la situación económica del planeta y conseguir para todos sus habitantes una condición en que haya lo justo y suficiente para todos; conseguirían conducir a los seres humanos, a espaldas de los grupos religiosos, o puede que trabajando con ellos, a manifestar su divinidad. ¡Se conseguirían tantas cosas!
Tú que lees esto, y que posiblemente seas un inconformista, y que pienses que el mundo está mal repartido, y que incluso ya colabores apadrinando un niño, y que te rebeles ante algunas injusticias, y puede ser que hasta te manifiestes; estas un poco más cerca de la “buena voluntad”, pero no es suficiente. No es suficiente mientras haya una sola persona pasando hambre en el mundo, mientras haya un solo niño abandonado, mientras haya personas enfermas sin acceso a la sanidad. Ante esto, de nada valen las palabras, ni las manifestaciones, ni la indignación. Ante esto sólo cabe la acción, la acción de ayuda.
Posiblemente pienses que ya estás haciendo todo lo que humanamente puedes. No lo creas, ¡Puedes más!, si no puedes colaborar económicamente, (que seguro que si), puedes hacer proselitismo para que nadie a tu alrededor se quede insensible ante las desigualdades.
Ya no valen solo las palabras, ya no vale solo la indignación, ya no valen solo las manifestaciones. Hay que pasar a la acción, hay que ayudar, no dando sólo lo que nos sobra, eso lo puede hacer cualquier, no tiene merito, hay que dar más. Hay que dar, incluso, parte de eso que guardamos para el día de mañana. “Mañana” puede ser que ya no vivamos, y “hoy” hay hermanos nuestros que pasan hambre.
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viernes, 4 de noviembre de 2011
Yo confieso......... Amor
Estudiad, estudiad, estudiad: Llegareis a ser mediocres
Amad, amad, amad: Seréis grandes.
Tomaseo
Cuando en un principio leía que el Amor es algo que anida dentro de nosotros, que se encuentra en nuestro interior, no entendía muy bien como podía ser. Cuando leía que el Amor es una energía, que es la energía que mantiene en orden el Universo, aun lo entendía menos. Cuando leía que no se ama realmente si se hace distinción entre las personas, mi confusión llegaba a su grado máximo. Estaba acostumbrado a querer a los míos, a mi familia, a mis amigos. Y bueno…….., es posible que el Amor anidara dentro de mí, aunque no lo tuviera nada claro, ya que sólo salía al exterior para manifestarse, de alguna manera, ahora sé que de una manera muy rudimentaria, cuando se trataba de ellos, y cuando veía al panadero, al vecino del quinto o al urbano que paseaba por la calle, no sentía absolutamente nada.
¿Cómo se podía querer a todo el mundo igual?, ¿Cómo se podía sentir Amor sin expresarlo a alguien?, ¿Cómo se podía amar sin que alguien fuera el objeto y la razón de ese Amor?, ¿No sería una más de tantas teorías de la New Age y, que llevarla a la práctica sólo estaría al alcance de unos pocos privilegiados?, ¿No sería charlatanería para llenar libros y vender más?
Cuando leía o escuchaba esto, estaba inmerso en algo que yo pensaba que era un proceso de transformación. Leía todos los libros de crecimiento interior que llegaban a mis manos con verdadera avidez, a veces, dos y tres a la vez, asistía a un sinfín de cursos, de charlas, de conferencias, practicaba yoga y meditaba de manera regular. Pero……… ¡tenía que faltar algo!, yo no sentía, o no creía sentir ese Amor que publicitaban en los libros.
En alguna de las charlas escuché que tendríamos que saber quiénes éramos, cuáles eran nuestras debilidades, y la faceta más característica de nuestro carácter. Todo ello con el objetivo de comprobar que tipo de energía nos envolvía, con tanta intensidad, que no permitía expresarse en toda su extensión cualquier otro tipo de energía. Y no podíamos olvidar que el Amor es una energía.
Tuve que pedir ayuda, yo no sabía, como casi nadie, cuáles eran mis mayores defectos. Ninguno de nosotros terminamos de conocernos, alguien dijo: “nadie se conoce, lo único que conoce es su sombra”, y es cierto, ni tan siquiera sabemos cómo somos físicamente, pues lo que conocemos de nosotros es, a fin de cuentas, nuestra imagen reflejada en un espejo, y ¿Será real el reflejo?, ¿Será tan real como lo que los demás ven directamente?
Volviendo a la ayuda, resultó una lista que parecía interminable, en la que aparecían defectos y más defectos, de los que algunos yo pensaba, incluso, que eran virtudes. Y comencé el trabajo. Ahora puedo asegurar que ahí comenzó el verdadero trabajo de transformación, todo lo anterior sólo había sido un aperitivo: Se trataba de invocar, pensar y actuar, en y con, la virtud contraria al defecto. Encabezaba la lista el orgullo, y con él comencé el trabajo, cada vez que era consciente de que mi actuación, mis palabras, mis pensamientos o mis emociones se identificaban con el orgullo, trataba de pensar, hablar y actuar con humildad. Así poco a poco se fue reduciendo, aunque he de confesar que aún quedan resquicios. Después comencé con el segundo defecto de la lista, y después el tercero.
Además de todo ese trabajo, en mis meditaciones, llevaba la atención al chakra del alma, treinta centímetros por encima de mi cabeza, y repetía el mantra: “Yo Soy al Alma, Yo Soy Paz, Yo Soy Amor”. A partir de aquí, (había transcurrido tiempo, quizás tres años), comenzaron a ocurrir cosas: Sentía compasión donde antes había insensibilidad; sentía misericordia donde antes había dureza; el desasosiego se había transformado en paz; buscaba lo mejor de las personas cuando antes resaltaba la crítica; sentía serenidad donde antes residía el miedo; sentía alegría con la alegría de las personas y dolor ante su tristeza, “mi tiempo” cada vez era menos mío para dar un poco de él a los demás, “mi vida” empezó a ser menos mía, si alguien necesitaba de ella.
Ocurrieron más cosas, pero lo importante es que empecé a entender lo que era realmente el Amor. Virginia Satir, terapeuta familiar y escritora norteamericana, escribió acerca del amor incondicional un pequeño y profundo poema que refleja perfectamente lo que es el Amor: "Te quiero amar sin aferrarme, apreciarte sin juzgar, unirme a ti sin invadirte, invitarte sin exigir, abandonarte sin culpa, examinarte sin culpar y ayudarte sin insultar. Si puedo recibir lo mismo de ti, entonces podremos encontrarnos y enriquecernos de verdad".
No son necesarias más palabras: No siento, aun, que ame al vecino del quinto con la misma intensidad que amo a mi esposa, a mi hija, a mi madre, a mis hermanos o a mis amigos; pero siento por él y por el resto de seres humanos la misma comprensión y la misma compasión, trato de no juzgar, ni criticar, ni culpar, ni exigir, ni mentir, ni herir, ni atar a mí, absolutamente a nadie, trato de ser leal y honrado, trato de no coartar la libertad de nadie y respetar completamente sus pensamientos, sus palabras, sus actos, su vida. Y muchísimas veces lo consigo.
Y lo más importante de todo “soy feliz” sin necesitar nada del exterior, absolutamente nada, por lo que puedo entregar este Amor y esta Felicidad a los míos y a los que no lo son, para que puedan ellos sentirlo y vivirlo igual que yo. Hay que “predicar con el ejemplo”.
Esto debe de ser ese Amor que anida en nuestro interior. Yo sigo trabajando en ello. Hasta llegar a sentir el Amor que sentía, por ejemplo Jesús, creo que aun me queda un largo, un larguísimo trecho. Y tú……….. ¿Cómo lo llevas?
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