El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
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lunes, 11 de julio de 2016
miércoles, 13 de abril de 2016
martes, 16 de febrero de 2016
¡Que hablen!
PERLAS PARA EL ALMA
El día que entiendas que lo que hagan o
digan los otros en tu contra es su responsabilidad, que también es su
responsabilidad la crítica que puedan ejercer contra ti, como lo son los falsos
testimonios, las medias verdades o las mentiras, la maledicencia y tantas y
tantas formas de potenciales ofensas.
Ese día ya no te sentirás ofendido. Ese
día ya no necesitarás perdonar porque no sentirás ni rabia, ni ira, ni odio, ni
deseo de venganza. Acuérdate de dar las gracias a los maléficos, porque ese
día, gracias a ellos habrás dado un paso de gigante en tu retorno a Dios.
miércoles, 9 de diciembre de 2015
¿Nacionalismos?, ¿Religiones?, ¿Creencias? No gracias. Yo Soy un Hijo de Dios
Religiones, nacionalismos, creencias,
opciones políticas, tendencias, sexualidad, y todo aquello que separa a los
seres humanos es fuente de conflicto, es germen de guerras.
Se puede comenzar una guerra por un
trocito de tierra o de mar, porque un avión pasa por un cielo que se considera
propio, en el nombre de Dios, (lo hicieron unos en las cruzadas y lo hacen
otros ahora), por un pedazo de trapo que denominan bandera, por un pozo de petróleo
o una mina de diamantes, como prevención de no sabemos qué, por una lengua,
para tapar problemas internos, etc., etc. Aunque sin llegar a la guerra también
se generan conflictos por casi todo. ¿Hasta cuándo?
Todo
es producto de la separación entre los seres humanos, y cualquiera que sea la
causa de la separación solo es producto de la ignorancia en la que viven,
agravada esa ignorancia por el egoísmo y por las ansias de poder.
Esa ignorancia no es que sean
analfabetos, no, son buenos maestros, abogados, ingenieros o médicos. No es un
conocimiento intelectual el que les falta, ese conocimiento, aunque no sirve de
mucho, lo tienen. Lo que les falta es saber quiénes son realmente.
Somos Energía Divina, somos una Gota Divina, somos
una Chispa Divina, somos Hijos de Dios, somos una Parte de Dios. Y nuestro
tiempo no es el corto espacio de vida de una vida terrenal, es la eternidad. Y
hoy podemos ser de Luxemburgo, pero en la vida anterior fuimos de Senegal, en
la anterior de EE.UU., en la anterior de Israel, y en la próxima podemos ser de
Palestina
Había
un tiempo, antes del tiempo, anterior a la vida, anterior a cualquier Ser
manifestado, en el que todo era Dios, solo Dios. Todo era un Principio
Omnipotente, Eterno, Sin Límites, Inmutable, todo lo que existía era la Energía
Divina.
No existía el tiempo, ya que este es sólo una ilusión producida por la sucesión de nuestros estados de conciencia en nuestro viaje a través de la materia, y no existe donde no existe conciencia porque no puede producirse la ilusión. No había Almas, no había conciencia, no había tiempo.
No
había en ese tiempo más Alma que el Alma Suprema. No había almas individuales,
no había existencias independientes. Y
así fue hasta que las Chispas Divinas, por decisión de Dios, brotaron del Alma
Superior.
Como en nuestro mundo todo ha de tener un porqué, he
tratado de encontrar el porqué del desgaje de las Chispas Divinas de la Energía
de Dios, y siempre he encontrado las mismas respuestas: No estamos preparados
en la vida de la materia para entender tal situación. Nuestra mente racional no
podría entender la explicación. Es como si se tratara de explicar a un primate
como funciona un motor de explosión, aunque se realizara una exposición con
todo lujo de detalles, no entendería nada, para empezar no entendería ni las
palabras. Y de hecho, que más nos da la razón por la que estamos aquí. Estamos
y punto, hagamos lo que hemos venido a hacer. Y lo que hemos venido a hacer no
es pelear entre nosotros, es ayudarnos, es respetarnos, es amarnos.
La Chispa Divina, que se denomina Mónada tiene un
recorrido y una meta ya determinada. La meta es el retorno al Seno del Padre, y
su recorrido es aprender, es sentir y es vivir el Amor, Amor, que es la esencia
de la que Ella misma está compuesta. Pero no el tipo de amor con el que los
hombres calificamos el sentimiento hacia nuestros padres, hacia nuestros hijos
o hacia nuestros amigos. Este amor nada tiene que ver con el Amor que compone
la Energía Divina, nada tiene que ver con el Amor de Dios.
La aspiración de la Mónada desde el primer instante
de su independencia es volver a Dios, desde ese primer instante siente el
anhelo de vuelta, pero sabe que para volver ha de integrar en Ella el Amor,
hasta volverse Amor. Y la manera más rápida de conseguirlo es encarnarse, es
venir a la vida, porque es en ella donde se dan las mejores condiciones para
realizar el aprendizaje. El alma viene a la materia por propia decisión, el ser
humano nace porque ha decidido nacer.
Para que la Mónada pueda volver a ser Una con la
Energía Divina, es imprescindible que sea de la misma cualidad que la totalidad
de la Energía: La Energía Divina es Dios, por lo tanto cada Mónada ha de ser
una copia exacta de Dios, por eso cada Mónada ha de ser Amor.
Discutir por un trapo, por un trozo de tierra o por
cualquier causa que creamos, justa en nuestro corto conocimiento solo nos
separa de nuestra meta. En lugar de discutir, en lugar de pelear, en lugar de
separar, hemos de aunar, porque la vida que hay en uno es la vida que hay en todos,
porque hoy podemos pelear por quitar una bandera en un lugar y en la próxima
vida podemos pelear por volver a colocarla de donde la quitamos nosotros
mismos.
Todos somos Unos, todos sufrimos lo mismo, todos
sentimos lo mismo, todos vamos al mismo puerto, todos estamos embarcados en el
mismo barco, se llama Tierra, ¡Qué bien nos iría si todos remáramos en la misma
dirección!
sábado, 25 de octubre de 2014
Perdón
Perlas
para el alma
El perdón es una energía poderosa. Pero más
poderoso es no tener que perdonar porque no se hayan sentido ofendidos. Todo
está bien.
jueves, 26 de diciembre de 2013
Comprensión
Todos los
seres humanos, en mayor o en menor medida, hemos tenido la osadía de juzgar y
de criticar a nuestros semejantes. Y todo ello, debido, posiblemente, a que
cada uno de nosotros nos creemos en posesión de la verdad, de una verdad única,
perfecta e inmutable, y eso hace que ante cualquier circunstancia, distinta de
las propias creencias, nos permitamos el atrevimiento de juzgar aquello que no
es coincidente con nuestra propia verdad.
Una crítica
es una opinión, un examen o un juicio que se formula en relación a una
situación, servicio, propuesta, persona u objeto. Se juzga y se critica todo:
el vestir, las maneras de hacer, o de no hacer, el hablar, el callar; por
criticar, se critica hasta el tamaño de la nariz.
Pero en realidad, alguien se ha preguntado
cuál es el objetivo real de la crítica. Podría ser un objetivo constructivo, como
por ejemplo, que la persona criticada cambiara alguna de sus actitudes, o
cambiara su carácter. Pero ¿Que sabe el crítico de las condiciones de vida, del
pensamiento o de los sentimientos de la persona criticada? Es posible también
que la crítica no tenga ningún objetivo definido, y que solo sea una manera de
liberar la propia frustración del crítico, o asomarse a su propia impotencia,
siendo incapaz inconscientemente de soportarla, o no soportar tampoco el
reflejo de sus propios errores.
De cualquier forma, sea por la razón
que fuere, la crítica no lleva a buen puerto. El criticado, si tiene
conocimiento, es posible que se sienta mal. Pero la peor parte, se la lleva, desde
luego, el crítico: Por el Karma que se autogenera, por el que tendrá que pagar, tarde o temprano, y de manera
inmediata por la energía que se produce por el pensamiento o la palabra de
crítica.
¿Qué pasaría si elimináramos la
crítica?, ¿Qué pasaría si actuáramos siempre con total comprensión ante
cualquier situación? La comprensión que está relacionada con el verbo
comprender, se relaciona con la actitud de entender o de justificar como
naturales las acciones o las emociones de los otros.
Comprensión es la aptitud para
alcanzar el entendimiento de cualquier acontecimiento, es tolerancia, es
paciencia, es confianza en los demás.
Hemos de ser conscientes de nuestra
propia fragilidad, y de que podemos caer en la misma situación y en los mismos
errores.
La comprensión es un acto de
generosidad, ya que con ella aprendemos a perdonar a los demás y a tener
confianza en ellos.
Ante cualquier situación, en la que
estemos propensos a la crítica, sería bueno preguntase como actuaríamos
nosotros. Para lo cual tendríamos que conocer todos los aspectos que afectan a
dicha situación.
En esta época del año, con los
sentimientos un poco más a flor de piel que en cualquier otra época, podríamos
empezar a ser conscientes de nuestras críticas y empezar a comprender a los
otros.
¡Seguro que siempre existe una razón,
desconocida para nosotros, por la que la otra persona actúa como lo hace!
Entendámosla y aceptémosla.
domingo, 8 de diciembre de 2013
Sobre el perdón y el olvido
Perdonar es el valor de los valientes.
Solamente aquel que es bastante fuerte para
perdonar una ofensa, sabe amar.
Gandhi
perdonar una ofensa, sabe amar.
Gandhi
Recuerda que cuando
abandones esta tierra,
no podrás llevarte contigo
nada de lo que has recibido,
sólo lo que has dado.
San Francisco de Asís
Ofensa, humillación, insulto, injuria, daño, maltrato,
delito, falta, infracción, son algunas de las acciones o palabras que direccionadas
sobre una persona, pueden afectarla y hacer que esa persona se sienta, lógicamente,
herida en su interior.
Pero, ¿Cómo se manifiesta esa
herida? Si es física, va a dejar, no solo una cicatriz en el cuerpo, sino que
va a dejar también una cicatriz, o peor aún, una herida en el cuerpo emocional
de la persona, de la misma manera que ocurre si la ofensa solo ha sido de
palabra, no hay herida en el cuerpo, pero si en la emoción.
Sin embargo, de poco le vale a la
persona saber que tiene una herida emocional, que la hace sentirse mal cada vez
que recuerda el suceso, o cada vez que se cruza con la persona causante de la
ofensa. Se siente mal, sufre y punto.
Es posible que fuera de gran ayuda para
la persona el saber cómo se ha producido esa herida emocional, para así intentar
ponerle remedio, y dejar a un lado el sufrimiento.
Hay que tener en cuenta, que en casi
todos los casos en que una persona ofende a otra, ya sea de palabra o de
acción, la persona causante de la ofensa, suele seguir bien, viviendo
tranquilamente, sin ningún tipo de sufrimiento después de la ofensa realizada,
mientras que en la persona ofendida se instala el sufrimiento, producto de la
ira, el rencor o incluso del odio que siente hacia la persona de quien partió
la ofensa.
Pues bien, solo estamos hablando de
energía. Energía producida por los pensamientos que la persona deja que se
instalen en su mente. Energía producida por un retorno al pasado de manera
permanente, y como toda energía, esta también se puede hacer que desaparezca.
Aunque no va a desaparecer si
aplicamos la tan conocida fórmula: “Yo perdono, pero no olvido”. Perdonar y no
olvidar, no es ni perdón ni nada que se le parezca, por la sencilla razón de
que al no olvidar, seguimos dando vueltas a la ofensa, seguimos generando la
misma energía.
¿Qué es el perdón? El perdón es la
acción por la que una persona, que estima haber sufrido una ofensa, decide no
sentir resentimiento hacia el ofensor o hacer cesar su ira o indignación contra
el mismo, renunciando eventualmente a vengarse. Por lo tanto, si hay recuerdo,
sigue habiendo resentimiento, sigue habiendo indignación, sigue habiendo ira,
es decir, no existe perdón. No vale, entonces, decir las palabras “Yo te
perdono”, si dentro sigue instalado el resentimiento.
Se ha de perdonar y bendecir a la
persona causante de la ofensa, tantas veces como sea necesario, hasta que ya no
se recuerde el suceso, o hasta que aunque se recuerde, sea un suceso más, como
recordar si el día anterior llovió o hizo sol. Para ese perdón y esa bendición,
no es necesario manifestarlo personalmente. Aprovechar el momento de la
meditación es el mejor momento para perdonar y bendecir. Es entonces cuando estamos
en contacto con nuestro ser más reverenciado, por lo que nuestro perdón viaja
sin atascos hasta donde deseemos que llegue.
domingo, 6 de octubre de 2013
Como amarse a uno mismo (1)
Perdónate, acéptate, reconócete y
amate.
Recuerda que tienes que vivir
contigo mismo por la eternidad.
Facundo Cabral.
Si te olvidas de ti, tarde o temprano, los demás,
siguiendo tu ejemplo,
también se olvidarán, y quizás deduzcan que no
existes.
Joege Bucay.
Más
de una vez habrás oído, porque te lo han dicho a ti o se lo decían a otros: “Lo
que tienes que hacer es amarte, valorarte y respetarte”.
Está
muy bien, ¡es tan fácil dar consejos!, pero ¿Cómo hacerlo?, ¿Cómo llegar
realmente a amarse a uno mismo?, ¿Cómo sabemos que es amor lo que podemos
sentir hacia nosotros mismos y no es una forma de egoísmo?
He
encontrado el libro de un psicólogo clínico, Walter Riso: “Aprendiendo a
quererse a sí mismo”, que lo explica de mejor manera de lo que yo podría
hacerlo. Por lo tanto, esta entrada y posiblemente las dos siguientes son un
extracto de dicho libro. Este libro lo podéis encontrar en Internet.
La
sociedad ha orientado el aprendizaje social a fortalecer el amor dirigido a los
demás y ha olvidado que el requisito esencial para dar es la auto-aceptación.
Es imposible entregar amor si no te quieres a ti mismo.
Nuestra
civilización intenta inculcar principios como el respeto al ser humano, el
sacrificio, el altruismo, la expresión del amor, el buen trato, la
comunicación, etc., pero estos principios están dirigidos al cuidado de otros
humanos. El auto-respeto, el auto-amor, la auto-confianza y la auto-comunicación,
no suelen tenerse en cuenta. Más aun, se considera de mal gusto el quererse
demasiado. Si una persona es amigable, expresiva, cariñosa y piensa más en los
otros que en ella misma, es evaluada excelentemente. Si alguien disimula sus
virtudes, niega o le resta importancia a sus logros, es decir, miente o se
auto-castiga, ¡es halagado y aceptado!
No
sólo rechazamos la auto-aceptación honesta y franca, no nos importa que sea
cierta o no, sino que promulgamos y reforzamos la negación de nuestras
virtudes. Absurdamente, las virtudes pueden mostrarse, pero no verbalizarse.
Para
evitar caer en la pedantería insufrible del sabelotodo, hemos caído en la
modestia auto-destructiva de la negación de nuestras virtudes. Por no ser
derrochadores, somos mezquinos. Los psicólogos clínicos saben que ese estilo de
excesiva moderación hacia uno mismo es el caldo de cultivo de la tan conocida y
temida depresión. Tienes el derecho a
quererte y a no sentirte culpable por ello, a disponer de tu tiempo, a descubrir tus gustos, a mimarte, a cuidarte
y a elegir.
Desde
pequeños nos enseñan conductas de auto-cuidado personal: lavarnos los dientes,
bañarnos, cortarnos las uñas, controlar los esfínteres y vestirnos. ¿Pero qué
hay del auto-cuidado y de la higiene mental? No se nos enseña a querernos, a
gustarnos, a contemplarnos y a confiar en nosotros mismos.
Hacia un buen concepto de ti
mismo.
La cultura nos ha enseñado a
llevar un garrote invisible, pero doloroso, con el que nos golpeamos cada vez
que equivocamos el rumbo o no alcanzamos las metas personales. Hemos aprendido
a culparnos por casi todo lo que hacemos mal y a dudar de nuestra
responsabilidad cuando lo hacemos bien.
Si fracasamos, decimos: “Dependió de mí”,
si logramos el éxito: “Fue pura suerte”.
Algunas personas, por tener un
sistema de auto-evaluación inadecuado, adquieren el vicio de auto-rotularse
negativamente por todo. Se cuelgan carteles con categorías generales. En vez de
decir: “Me comporté torpemente”, dicen: “Soy torpe”. Utilizan el “soy un inútil”
en vez de “me equivoqué en tal o cual cosa”.
Palabras
que deberían suspenderse de nuestra lengua y ser consideradas “malas palabras”:
NUNCA, SIEMPRE, TODO y NADA. Lo único que generan son confusión y malos
entendidos.
Como
es de esperar, si deseas fervientemente el éxito, el poder y el prestigio, temerás
al fracaso. Este miedo te hará dirigir la atención más hacia las cosas malas
que hacia las buenas, con el fin de “prevenir” los errores que tanto temes.
Esto lleva a desconocer las aproximaciones a la meta, así como los esfuerzos y
pequeños ascensos que realices en la escalinata hacia tus logros personales.
Por querer ver el árbol, no verás el bosque.
1.- Trata de ser más flexible, tanto con otros como
contigo:
-
No pienses en términos absolutistas: No hay nada totalmente bueno ni malo.
-
Debes tener tolerancia a que las cosas se salgan a veces del carril.
-
Aprende a soportar, a perdonar y a entender tu rigidez como un defecto, no como
una virtud.
-
Las cosas rígidas son menos maleables, no soportan demasiado y se quiebran.
-
Si eres normativo, perfeccionista, intolerante y demasiado conservador, no
sabrás que hacer con la vida. Ella no es así.
-
La gran mayoría de los eventos cotidianos te producirán estrés, porque no son
como a ti te gustaría que fueran.
- Concéntrate durante una semana o dos, en
los matices:
·
No te apresures a categorizar de
manera terminante.
·
Detente y piensa si realmente lo
que dices es cierto.
·
Revisa tu manera de señalar y
señalarte. No seas drástico.
·
Evita utilizar palabras como
siempre, nunca, todo o nada.
-
No es lo mismo decir: “Robó una vez”, que “ser un
ladrón”.
-
Las personas no son, simplemente se comportan.
§ Permítete no ser tan normativo.
·
Sé más informal un día, a ver qué ocurre.
§ Trata de no ser perfeccionista.
§ Convive con el desorden una
semana. Piérdele el miedo.
§ No rotules ni te auto-rotules.
§ Intenta ser benigno.
§ Habla solo en términos de
conductas.
§ Concéntrate en los matices.
§ La vida está compuesta de
tonalidades, más que de blancos y negros.
§ Escucha a las personas que piensan
distinto de ti.
2.- Revisa tus metas y las posibilidades reales
para alcanzarlas.
-
No te coloque metas inalcanzables.
-
Exígete de acuerdo con tus posibilidades y
habilidades.
-
Cuando definas alguna meta, define también las sub-metas
o los escalones.
-
Intenta disfrutar de cada peldaño como si se
tratara de una meta en sí misma.
-
No esperes llegar al final para descansar y
disfrutar. Busca estaciones intermedias.
-
Escribe tus metas, revísalas, cuestiónalas y
descarta aquellas que no sean viables.
-
La vida es muy corta para desperdiciarla.
-
Si tus metas son inalcanzables, vivirás frustrado y
amargado.
3.- No auto-observes sólo lo malo.
-
Si sólo te concentras en tus errores, no verás tus
logros.
-
Si sólo ves lo que te falta, no disfrutarás del
momento, del aquí y el ahora.
-
No estés pendiente de tus fallos como un radar.
-
Cuando te encuentres focalizando negativamente de
manera obsesiva, para.
4.- No pienses mal de ti.
-
Sé más benigno con tus acciones.
-
Afortunadamente no eres perfecto.
-
No te insultes ni te faltes al respeto.
-
Lleva un registro sobre tus auto-evaluaciones
negativas.
-
Si detectas que el léxico hacia ti mismo es
ofensivo, cámbialo. Busca calificativos constructivos.
-
Ejerce el derecho a equivocarte.
-
Los seres humanos, al igual que los animales,
aprendemos por ensayo y error, no por ensayo y éxito.
sábado, 22 de diciembre de 2012
La nueva religión
Capítulo II: La nueva
religión
Cuando hago el bien, me siento bien;
cuando hago el mal, me siento mal, y
esa es mi religión.
Abraham Lincoln
Vivir desde el corazón, es vivir el Amor, y el Amor es la base de la
nueva religión en esta Era de Acuario, que recién comienza.
Pero antes de iniciarnos en la nueva religión, tenemos que hacer un
repaso de las actuales. No sé si alguien sabe realmente cuantas religiones hay
en la actualidad, ¿Cientos?, ¿Miles? En algún sitio he leído que existen tantas
religiones como personas, y es posible que haya algo de razón en tal
aseveración, porque muchas personas se confiesan seguidores de una u otra
religión, pero también confiesan que no practican las reglas que su religión
impone. Pero por si no fuera suficiente el reconocimiento de su falta de
cumplimiento, si se observa el comportamiento de muchos seguidores de cualquier
religión, tampoco parece muy coherente con los principios que su religión
exige. Por lo tanto, si no realizan las prácticas y si su modelo de vida no es acorde
a los preceptos de su religión, ¿Qué clase de seguidores son?
Creo que es imposible conocer los postulados de todas, pero leyendo y
analizando las más importantes, se puede comprobar que predican grandes
enseñanzas, y que existen bastantes semejanzas entre ellas, pero también tienen
grandes lagunas, difícilmente aceptables. Una de las más importantes es la
discriminación en casi todas las religiones más conocidas. Porque si predican
que se ha de amar al prójimo, ¿Cómo pueden los mismos dirigentes discriminar al
prójimo, por razón de sexo, por razón de raza o por pertenencia a otra
religión, sólo por citar los más importantes? Otra podría ser su afán por
atemorizar con castigos terroríficos, si no se cumplen las reglas, las normas,
los principios, los preceptos, los mandamientos, o como deseen llamar a todas
las exigencias que dictan a sus seguidores. El no cumplimiento de esas normas
genera lo que se denomina pecado.
Algunas de las definiciones de pecado
son:
·
Transgresión
voluntaria de un precepto tenido por bueno.
·
Trasgresión
voluntaria de los mandamientos religiosos o divinos.
·
El
pecado es una ofensa a Dios. Es una falta contra la razón, la verdad, la
conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el
prójimo.
·
Desviación
moral del ser humano que lo lleva a una conducta ofensiva a los ojos de Dios.
El pecado impide la relación con Dios.
·
Acción
deliberada y engañosa, contraria a la voluntad de Dios expresada en la Ley.
El Hinduismo, sin embargo, no percibe al pecado como un
crimen contra Dios, sino como un acto contra el dharma, (orden moral), y contra
el propio ser de uno.
El concepto
de pecado, no existe tampoco en las enseñanzas de Buddha. En sus enseñanzas
existe el concepto de acción-reacción, (karma), es decir que nuestros actos
traen consecuencias. Observar la motivación y la intención de nuestras acciones
y mantenerlas apegadas al amor compasivo evita la acumulación de karma
negativo.
Resumiendo, se ofende a Dios en
religiones como la cristiana, judaica e islámica, por citar algunas de las más conocidas,
pero no se le ofende en otras, como el hinduismo o el budismo, aunque el
budismo no sea exactamente una religión.
¿Quiere esto decir, que si un
hinduista realiza una acción que en la moralidad cristiana se cataloga como
pecado, Dios no lo tiene en cuenta?, o ¿Sí lo tiene en cuenta sin que lo sepa
el hinduista y, por lo tanto, le condena sin que él sepa que está pecando?, o
¿Lo tiene en cuenta para el cristiano, condenándole al fuego eterno, y no para
el hinduista?
¿Cómo puede ser que siendo Dios
Único, y siendo todos nosotros Sus hijos, se comporte de manera tan
extravagante en función de la creencia de la persona?, ¿Cómo puede ser que publiciten
el viaje para llegar a Él por caminos tan distintos?, ¿No será un intento de
dominio y manipulación de unas personas sobre otras? ¿No será el pecado sólo un
intento más de ese dominio y esa manipulación de las distintas religiones, a
través del miedo?
La realidad es que no existe el
pecado. Dios no se ofende por nada de lo que los humanos podamos hacer, decir o
pensar, y no se ofende porque Dios es Amor, Dios nos ama sobre todas las cosas,
y Él sabe, mejor que nadie, que lo que hagamos, digamos o pensemos los humanos,
es cosa del ego, no del alma. Para Dios somos como un bebé para su mama, no hay
nada que perdonar al bebé, porque nada de lo que haga ofende. Somos bebés de
Dios, estamos creciendo, y de la misma manera que el bebé está aprendiendo a
vivir en la vida física, nosotros estamos preparándonos para vivir la vida
eterna. Y en ese aprendizaje, podemos cometer errores, que no pecados.
Esos errores son necesarios, no, más
que necesarios son imprescindibles para que el alma asimile la experiencia. Difícilmente
se aprende cuando todo está bien, se aprende de los errores. A veces, caemos en
el error más de una vez, pero no importa, lo importante es rectificar ese error,
es aprender, para que una vez aprendido, no vuelva a repetirse. Dios, ante
nuestro error, en su Magnífica Bondad, sólo debe de esbozar una sonrisa, como
diciendo: “Vaya, otra vez”; igual que cuando la mamá tiene que limpiar a su
bebé una y otra vez. Pero es, precisamente de esos errores, de donde va a salir
el afianzamiento de la experiencia para el alma. Experiencia que una vez
asimilada va a hacer que nunca más se repita el error, ni en esta, ni en
ninguna otra vida. Lo que se ha aprendido, se conserva para la eternidad.
Aunque no exista el pecado y no
seamos condenados al fuego eterno que prometen las religiones, nuestras
acciones, si que tienen consecuencias, tanto en nuestra vida física, como en
nuestra vida fuera del cuerpo. A cada acción le corresponde una reacción, y
esta teoría científica, sí que está recogida no sólo en las religiones que
postulan por el pecado, (aunque no les interesa publicitarlo), sino también,
por todas aquellas que no lo contemplan. Ni el más mínimo pensamiento queda
fuera de esta ley, hemos de recordar que el pensamiento es energía.
Es esta cadena de acciones y
reacciones, de caer en el error, levantarse, rectificarlo y aprender, la que
nos ata a la rueda de nacer y morir, una y otra vez. ¿Hasta cuándo?, pues hasta
que nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos, sean sólo
impulsados por el Amor, pero sin deseos, sin apegos, sin esperar nada a cambio,
ni recompensas, ni felicitaciones.
Si Dios es Amor, y nos ama sobre todas las cosas, no puede más que
desear para nosotros el bien, y si los que se califican como sus representantes
no vibran en su misma sintonía, es posible que sean unos farsantes. Sus
auténticos representantes deberían amar sobre todas las cosas y desear
únicamente el bienestar físico, mental, emocional y espiritual, de todos, no
sólo de los que siguen sus normas; y en vez de perder su tiempo atemorizando, a
todo lo que se mueve, con horrores eternos si no hacen lo que ellos predican, podrían
dedicar su vida a enseñar a amar y a servir a todos, que es la auténtica y
verdadera enseñanza de los Grandes Seres de los que se proclaman sus
representantes.
Las religiones actuales, han tenido, sin duda, un papel importante en
el devenir de la humanidad mientras esta estaba dormida, pero una parte de esa
humanidad, aunque aun no muy representativa todavía, está entreabriendo los
ojos a una nueva realidad. Estamos en el inicio de una nueva era, de una nueva
civilización, y las estructuras de poder conocidas, las religiones entre ellas,
han quedado obsoletas, necesitamos nuevas estructuras y nueva religión. No
nuevas religiones, necesitamos sólo una, porque solo hay un Dios, porque todos
somos hermanos que caminamos en busca del Padre, necesitamos una religión que
vibre en la sintonía de Dios, una religión que se base en el Amor.
¿Qué pasará con las actuales religiones? Pues………. Mucho me temo que,
más tarde o más temprano, no les va a queda más remedio que desaparecer, ya que
cuando los seres humanos vayan
despertando y sean conscientes del gran engaño que los hombres han montado
alrededor de la vida de los Grandes Seres aprovechando su sueño, se separarán
de las religiones, dejando a estas sin seguidores y sin razón para su
existencia.
Esa nueva religión es la religión
del Amor.
(Continuará)
Capítulo II parte 1 del libro Vivir desde el corazón es más fácil.
domingo, 29 de julio de 2012
Si no hay ofensa, no es necesario el perdón
Hay
una cita de la Madre Teresa de Calcuta que dice: El perdón es una decisión, no
un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos
más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que
te ofendió.
¿Por
qué tenemos que perdonar? La respuesta es bien sencilla: Porque nos hemos
sentido ofendidos, porque nos han despreciado o humillado, bien sea con
palabras, bien sea con acciones, o sencillamente porque no se han cumplido
nuestras expectativas.
Parece
claro, también, que la ofensa consigue que nuestra paz interior, si es que alguna
vez hemos gozado de ella, se esfume como el humo, envuelta en el rencor
generado por la ofensa. Y mientras el ofendido rememora una y otra vez la
ofensa, alimentando su rencor, destrozando su cuerpo energético con el veneno
generado por sus pensamientos, el
ofensor parece seguir disfrutando de su paz interior, sin sufrir el más mínimo desajuste
emocional.
Antes de
seguir leyendo, medita un poco sobre esto: El que ofende se queda tan feliz, y
el ofendido sufre estresado las consecuencias de la ofensa, que, curiosamente,
la ha causado otro.
Sigue
pensando y contéstate a estas preguntas: ¿No te parece demencial, que sufra el
que no ha hecho nada?, ¿No te parece ridículo darle vueltas y más vueltas a la
ofensa, como si te la estuvieran causando de manera permanente?, ¿Qué pasaría
si una vez recibida la ofensa no volvieras a pensar en ella?, y aun mejor, ¿Qué
pasaría si lo que ahora consideras como ofensa, ni tan siquiera lo
consideraras?
La ofensa
sólo es debida a que se revive una y otra vez, cuando sólo fue realizada en un
momento determinado. ¿Por qué rememorar el hecho permanentemente?, ¿Por qué permitir
que se desestabilicen las emociones los días o los meses posteriores?
Sólo se
ofenden aquellos que no saben vivir la vida, porque sus vivencias son sus
propios pensamientos. Sólo se ofenden los que no saben vivir el presente, porque
viven de manera inconsciente. Sólo se ofenden los que viven lejos del amor, su
esencia, porque el ruido de su mente les impide sentir el corazón.
Vive
conscientemente, y no será necesario el perdón. Porque vivir conscientemente
supone no acumular ofensas, y quien no se ofende no necesita perdonar. Lo que
podemos considerar una ofensa, se produce en un momento preciso, pero al no
revivir ese momento nunca más, no se mantiene en la mente ningún rencor. Sólo
ha sido un episodio más de la vida, posiblemente muy desafortunado para el
hipotético ofensor, pero intrascendente para quien lo recibió.
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