Si, ya sé que la vida es ilusión, que
es un sueño, que es una escuela para aprender o una especie de mercadillo para
pagar deudas. Si, ya sé que la auténtica y verdadera vida es la que está al
otro lado de la vida, donde todo es paz y amor, pero……
Cuando mi hijo se enferma yo sufro, a
sabiendas de que el sufrimiento no le va a sanar, pero sufro. Y cuando el
sueldo no me llega a final de mes y tengo que mendigar para dar de comer a mis
hijos, además de sufrir me muero de vergüenza, a sabiendas de que esa vergüenza
no va a convertirse en dinero, pero siento vergüenza, que le voy a hacer. Y cuando
cometen conmigo una injusticia, me indigno, sabedor de que la indignación no va
a reparar la mentira, pero me indigno a pesar de todo. Y cuando cierran la
empresa y me quedo sin trabajo me deprimo, a sabiendas de que la depresión no
va a devolverme el trabajo, pero la depresión me puede. Y cuando veo como
envejecen mis familiares queridos y no pueden valerse por sí mismos, me entra
una pena infinita, y si, ya sé que es la ley de la vida, pero me da pena. Puedo
contar mil historias más, pero ¿para qué?, coloca aquí la tuya.
Sé que la vida es ilusión, que es
sueño, que es fantasía, pero vivir esa ilusión, vivir ese sueño, vivir esa
fantasía me emociona y me hace llorar, y me alegra y me hace reír, y me apena,
y siento tristeza, y siento decepción, y siento euforia, y me deprimo, y sufro, sufro mucho.
Sigo las instrucciones de los maestros:
oro, medito, acepto y lo dejo todo en manos de Dios. Él sabe mejor que yo como
fue el contrato que firmé. Y sé que no sirve de nada, pero sigo sufriendo, sigo
riendo y llorando.
Señor. ¡Hágase tu voluntad!