Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Como
si estuvieras a punto de dejar la vida, así has de actuar, decir y pensar en
todo momento. Marcharse de entre los hombres, si existen los dioses, no es en
absoluto terrible, ya que no te pueden sumir en ningún mal; si no existen, o no
se preocupan por las cosas de los hombres, ¿para que vivir en un mundo vacío de
dioses y de Providencia? Pero existen y les preocupan las cosas de los hombres:
para evitar que el hombre sucumba en los males de verdad, pusieron en él todo
lo necesario; en cuanto al resto, si hay algún mal, también lo han previsto,
para que de cualquier modo evite sucumbir ante él.
Y
lo que no hace peor al hombre, ¿Cómo podría empeorar su vida? Pues ni por
ignorancia, ni a sabiendas, ni por no poder cuidar de ello con prevención ni
tampoco enderezarlo, hubiera mostrado un fallo la naturaleza del todo; tampoco
hubiera cometido un error de tal clase por incapacidad o por ignorancia, de
modo que bienes y males caigan sin discriminación a hombres buenos y malos.
La
muerte y la vida, la gloria y la deshonra, el dolor y el placer, la riqueza y
la pobreza: todas estas cosas acontecen por igual a hombres buenos y a malos,
sin que puedas ser considerados hermosas ni desagradables: pues no son ni
bienes ni males.
Ya
está. Ya pasó Navidad, pero tranquilos todos aquellos amantes de estas fiestas,
porque el tiempo pasa tan rápido que vamos a tener la próxima Navidad en un
abrir y cerrar de ojos. Me estoy planteando no desmontar el árbol.
Domingo 22 de enero 2023
Y
no solo pasó Navidad, pasó fin de año y, ahora, sin ser muy conscientes nos
acercamos a velocidad de crucero al segundo mes del año.
Nosotros,
además, estamos en modo mudanza, por lo que aún se nos va a pasar más rápido. Aunque
las mudanzas son muy estresantes, este cambio, en el que estamos inmersos,
parece que va a ser el más cómodo de todos los realizados, (y yo llevo 27). Nos quedamos en el
mismo edificio. Solo pasamos del piso 3 al 15.
Alguien
podría pensar que parece una tontería más de un babau. Pero no, no es una
tontería, es la avaricia de la arrendataria actual que no quiere arreglar la
mensualidad, cuando todas están a la baja desde la pandemia.
De
hecho, tenemos que dar las gracias, ya que su avaricia nos va a ahorrar 200
dólares mensuales y, además, teniendo en cuenta que estamos comenzando a
plantearnos marchar de Perú, estamos vendiendo muebles y electrodomésticos
porque el nuevo departamento está, totalmente, amueblado, (amoblado en Perú), y
equipado. Y muy bien amueblado. Tengo que reconocer que es una ganga.
El
irnos de Perú no es porque estemos cansados de estar aquí. Estamos bien, porque
a pesar de estar muy solos por no contar con ningún familiar, tenemos pocos,
pero grandes amigos.
La
idea de irnos es por la coyuntura del país. El Perú está convulsionado,
polarizado, dividido, enfrentado y, no parece que haya nadie que pueda
arreglarlo, entre otras razones, porque a nadie interesa.
La
desigualdad es aterradora. En el siglo XXI todavía hay cientos de poblaciones o
poblados, o asentamientos humanos, que no cuentan con los servicios mínimos
imprescindibles. No tienen agua, ni luz, ni una posta médica, ni servicio telefónico,
ni colegios decentes, ni medios de comunicación. Mientras otra parte, pequeña,
de la población, vive en la opulencia.
Y
llevan así 200 años, desde que se independizaron de España.
En
algún momento tendrá que explotar y, ahora está cerca. Si ahora no explota, lo
hará más adelante, pero explotará.
De
momento el martes 24 tenemos otra gran manifestación. Pidamos a Dios que no
haya más muertos, aunque los que dirigen las manifestaciones, tanto los peruanos
como los extranjeros de los países vecinos, manipulando a esa pobre gente que la
única propiedad que tienen es la ropa que llevan puesta, es lo que están
buscando.
Estoy resfriado, muy resfriado. Hace un mes el Covid y
ahora el resfrío. He estado más de 2 años sin gripe, sin resfriado, sin nada.
Ha sido quitarme el tapabocas y venirme de todo. Es como si el cuerpo quisiera
recuperarse de los 2 años sin enfermedades y las quisiera todas en poco tiempo.
Hoy me he dado cuenta de que no me siento cómodo
llamándote “diario”, porque es una forma de trato muy impersonal. Creo que si
tuvieras un nombre me sentiría mucho más cómodo.
¿Qué te parece Sayri? Es un nombre inca que significa
“príncipe, el que siempre da ayuda a quien la pide”. Tengo que confesarte que
he dudado entre tres. Los otros dos eran Astu, que significa “pájaro de los
Andes” y Usuy, cuyo significado es “el que trae abundancia”. Al final elegí
Sayri, porque es un nombre que le podría quedar bien a un babau. Lo digo por la
ayuda, porque al final siempre hay quien se aprovecha de la bondad. Así me
siento más identificado contigo.
El lunes pasado hablaba de exponer mi creencia sobre el
tinglado que tenemos montado en la vida de la materia.
Pero, lo más increíble, es que venimos a realizar un
trabajo, (digo trabajo por darle algún nombre, aunque si le llamara función,
aprendizaje, recordatorio o despertar, también sería correcto), del que no
tenemos ni la más remota idea, por lo que nos dedicamos a experimentar lo
contrario que teníamos previsto, según la planificación realizada.
Menos mal Sayri que esto es entre tu y yo, porque si lo
leyera alguien más, seguro que se preguntarían, pero ¿qué planificación?, ¿qué
trabajo?
Jueves 8 de
septiembre 2022
Hoy ha muerto la reina Isabel II de Inglaterra. Supongo que debe de ser un
descanso para ella, porque ha vuelto a casa, donde no tiene que ir cargando con
el peso de la corona de la mañana a la noche.
A pesar de que, en la prensa escrita, en las emisoras de
radio y en los canales de televisión, están dedicando horas y horas al fatal
acontecimiento, el alma, de la que fue la reina, va a realizar el mismo
recorrido que las 150.000 almas que se han desprendido del cuerpo físico el
mismo día que ella. El dato corresponde al año 2017 según el World Economic
Forum, en un artículo sobre la salud mundial de Jenna Ross.
No hay diferencia entre almas. Todas son iguales, todas
con el mismo origen, todas con la misma misión, todas con la misma meta.
Sayri, te cuento porque todas las almas son la misma
cosa. Permíteme un poco de historia.
La historia de la religión cuenta que cuando Moisés le
preguntó a Yavè, que se manifestaba bajo la forma de una llama de fuego, en la
espesura de una zarza en el Horeb, más conocido como el monte de Dios: “He aquí
que voy a los hijos de Israel y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado
a vosotros, pero si me preguntan cuál es su nombre, ¿qué les responderé?”, y
Dios respondió a Moisés : “Yo Soy el que Soy”, y añadió: “Diles que El que Es
te ha enviado”.
Dios se definió a sí mismo como El que Es.
Por lo tanto, todo lo que Es, es Dios. El aire, la
tierra, el fuego, la rosa, el tigre, tú y yo. Todo es Dios.
Antes del Big Bang, que es cómo los astrónomos explican
la forma en que comenzó el Universo, como un solo punto, que se expandió y se
estiró para crecer tanto como lo es ahora, ¡y todavía se está extendiendo!,
había Nada, y esa Nada era Dios.
Y de la misma manera que se manifestó como un punto para
dar inicio a la Creación, comenzaron a desprenderse puntos de luz de esa
Energía.
Pues bien, cada uno de esos puntos de luz, llamados
mónadas, somos nosotros.
Cada alma es un punto con su luz, su sonido y su
vibración, (así nos diferenciamos todas las almas al otro lado de la vida). Pero todas procedentes de Dios, y todas las que desean encarnar lo
hacen para llegar a amar, en la materia, como Dios nos ama. El final de todas
las almas es volver a integrarse en la Energía Divina, es decir, en Dios.
Rey o mendigo, los dos tienen que hacerse conscientes, en
la materia, de que son hijos de Dios y, por lo tanto, que los dos son hermanos.
Todo lo que existe en el Universo, procede de
la misma Fuente, todos tenemos un origen común que fue la voluntad original del
Creador de darnos la vida. Todos estamos impregnados de la Esencia Divina, y
con las individualidades que hemos elegido en esta encarnación, formamos parte
de la Unidad Cósmica y Universal.
Todos
somos una Chispa Divina, una chispa desgajada de la Energía Divina. Todos
tenemos la misma composición, la misma esencia, y de la misma manera que un día
nos desgajamos de la Energía, a Ella hemos de retornar.
Por lo
tanto, cada entidad con la que tenemos contacto, ya sea persona, animal,
vegetal o mineral, es lo mismo que nosotros y por lo tanto merecedora de todo
nuestro respeto, amabilidad, compasión y amor, porque somos lo mismo, porque
tenemos el mismo origen.
El
mayor problema con el que nos encontramos los seres humanos en nuestra llegada
a la vida, es la idea de la separación, la idea de que somos independientes. No
es esta una idea que llegue a nosotros por generación espontánea, es sencillamente
fruto del aprendizaje y del ejemplo que recibimos.
Sentirse
separados de la Fuente es despreciar el propio origen, es despreciar la propia
esencia, es, en definitiva despreciarse a uno mismo. Y si una persona no se ama
a sí misma, no se respeta y no se valora, está claro que tampoco va a respetar
a nadie de su entorno, es imposible, no sabe, con lo cual los sentimientos que
se proyecten a los demás van a ser negativos. Y teniendo en cuenta que se
recibe lo que se da, la energía y los sentimientos que vamos a recibir de los
demás es la misma negatividad.
Con independencia de que creamos o no en la
Unidad, si queremos cambiar la dinámica de nuestra vida algo se ha de cambiar,
pues ese primer cambio es amarnos y respetarnos a nosotros mismos, ya que si
constantemente nos estamos criticando, autodespreciando, y manteniendo una
pobre opinión sobre nuestra persona, esto es lo que reflejaremos sobre los
demás, y con ello nuestros cuerpos físico y energético irán acumulando energía
negativa y toxinas para ajustarse a la opinión que tenemos de nosotros mismos.
Es
en alguna vida, fruto de nuestro crecimiento cuando nos empezamos a plantear la
posibilidad de que todos seamos Uno. Es a partir de aquí cuando el crecimiento
se acelera y cuando podemos decir, sin temor a equivocarnos que estamos casi
rozando la liberación.
Cuando
empezamos a plantearnos la posibilidad de que todos somos lo mismo, las
vibraciones que salen de nosotros hacia los demás cambian, y cambian por amor y
energía positiva. Cuando proyectamos hacia nuestro entorno esos sentimientos,
compuestos de vibraciones de amor y energía positiva, comenzamos a recibirlos
nosotros también.
Pero
está claro que no todo el mundo va a entrar en la misma comprensión de Unidad,
por lo que en muchos casos nos vamos a enfrentar a relaciones difíciles. Cuando
eso suceda es momento de recordar que cada persona tiene en su interior un ser
de luz y hemos de acercarnos con respeto y amor.
De la misma manera que una
golondrina no hace verano, una bandera o unos accidentes geográficos no hacen
ni pueblo, ni ciudad, ni provincia, ni región, ni país, ni continente, ni por
supuesto el mundo.
Todo eso lo hacen las personas. Un
mundo sin personas, no sería nada, aunque el mundo que nos hemos dado no es que
sea mucho más que nada. Vivimos en un mundo de desigualdad, desiguales por raza,
por creencia, por sexo; vivimos en un mundo en que no todos tienen las mismas
oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, de acceso a la
alimentación, de acceso a la sanidad, de acceso a la cultura, de acceso a la
educación, vivimos en un mundo en el que no nos alegramos por la felicidad de
otro ser humano, muchos ante esto pueden criticar: ”A saber como lo ha logrado”;
vivimos en un mundo de mentiras, un mundo deshonesto, un mundo sin respeto.
Si alguien cree que exagero, que vea
las noticias tres días seguidos. La masacre, el genocidio del pueblo palestino,
lo están generando algunos que se denominanseres humanos, con la anuencia de otros seres humanos; las guerras y/o
conflictos de algún tipo, (guerra civil, drogas, inseguridad, dictaduras, religión,
separatismo, etc.), en países como Siria, Afganistán, Irak, Venezuela, Méjico,
Somalia, Ucrania, Egipto, Corea, Colombia, solo por nombrar los más
representativos, las generan los seres humanos; los asesinatos, los robos, las
violaciones, los provocan los seres humanos; la hambruna de ochocientos
cincuenta millones de personas, siendo aun más dramática en países como
Somalia, Etiopia, Yibuti, Kenia o Uganda, son responsabilidad de los seres
humanos; la extrema pobreza que convive con la extrema riqueza en países de América
Latina, es responsabilidad de los seres humanos. Podría escribir horas y horas
sobre la desigualdad en el mundo, pero parecen suficientes ejemplos.
Lo más dramático, es que todo esto
es provocado por los hijos de Dios. La esencia de todos los seres humanos, es
divina. ¿Para qué nos vale a los seres humanos nuestra divinidad?, ¿Para
asesinar en nombre de Dios?, ¿Para mutilar a las niñas en su nombre?, ¿Para discriminar
a las mujeres, a los homosexuales, a los divorciados, por mandato de Dios?,
¿Para condenar sin compasión al fuego eterno? Los seres humanos somos más
alimañas con nuestros hermanos que los propios animales.
Es cierto que la vida humana no es
más que un tránsito muy cortito, pero en ese tránsito, el sufrimiento que nos
provocamos a nosotros mismos, y los unos a los otros es de una dureza extrema.
¿No creéis que es momento de actuar
y de vivir desde el corazón?, ¿No creéis que es momento de dejar de vivir desde
nuestras mentes enfermizas?, ¿No creéis que es momento de dejar de vivir desde la
maquinación y desde el engaño? Es momento de vivir la honestidad, es momento de
entregarse, es momento de respetar, es momento de servir, es momento de
recibir, es momento de la felicidad.
Si pudiéramos meter la cabeza por un agujerito
del cielo, para que pudiéramos ver nuestra verdadera grandeza, nuestra
verdadera divinidad, no volveríamos después de esa visión al derroche de vida
que llevamos en la actualidad, y empezaríamos a vivir una vida plena y total,
sin los condicionamientos que nos ponemos ahora, sin miedo.
Nuestro objetivo sólo debería
ser: Transformar el sufrimiento en Amor, transformar la tristeza en alegría,
transformar la pobreza en abundancia, transformar el egoísmo en servicio a los
demás.
Aunque el mundo es un desastre, es posible
mejorarlo. Un mundo más equitativo, un mundo en el que no importe ni el lugar
de nacimiento, ni la raza, ni las creencias, ni el sexo. Un mundo en el que
todos sus habitantes tengan las mismas oportunidades de acceso a las riquezas
del planeta, a la educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos sintamos
alegría por ver la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que sintamos a
nuestro prójimo como nuestro hermano.
Podemos, si queremos, crear un mundo lleno de
Amor. Cambiando una persona se puede cambiar el mundo, porque conseguirá que
cambie su entorno.
Estos días atrás, durante la celebración delDía de La Paz en todo el mundo,vinieron a mi multitud de reflexiones y pensamientos que se confrontaban con la realidad que tengo más cercana.
Por un lado pensaba en lo poco que sabemos de cómo nos manipulan, a través del dinero, los que gobiernan el mundo y en los intereses pocos lícitos que provocan las guerras.Y me preguntaba si realmente las personas tenemos un espíritu de destrucción contra todo y contra todos, empezando por nosotros mismos. Y definitivamente estoy convencida que no es así. Aunque las circunstancias no justifiquen los hechos, ahora que veo tan de cerca la pobreza, el hambre, la miseria, la soledad, el desconocimiento, aunque no se justifique, creo poder comprenderlo.
No hay más guerra que la que empieza a librar el ser humano desde que nace para su supervivencia. Pero claro, no para todos es igual. Los hay que solo tienen que competir para ver si pueden tener todas las cosas materiales que pueden necesitar y, a menudo, aunque nunca queden satisfechos, estas están más que cubiertas desde que venimos al mundo.
Otros, sin embargo, empiezan una lucha en la que pronto se reconocen diferentes, porque ni siquiera tienen el afecto y el Amor que necesitan para desarrollarse plenamente, ni tampoco las necesidades básicas de alimento y cobijo. Ante esta situación sólo les queda resignarse y, a la vez,rebelarse y emprender una carrera contra todos los que tienen al lado, ya que esos son potenciales “enemigos”, donde los zapatos o el trozo de pan duro del vecino pueden ser motivo de lucha despiadada. Lo vemos constantemente. Delincuentes jóvenes tratados como criminales, niños que nos parecen maleducados, madres que se suponen desnaturalizadas por no cuidar de sus hijos como es debido, padres irresponsables porque su única opción es la bebiday así, uno tras otro, les juzgamos como ignorantes o desgraciados, en el mejor de los casos.
Yo me pregunto si hemos reflexionado lo suficiente y nos hemos replanteado algunas cuestiones: ¿Cómo somos capaces de juzgar a esas madres, a las que nunca nadie les ha hablado de anticoncepción o de sus derechos como mujeres y que en la mayoría de casos han sido violadas por miembros de su propia familia? O, a ese padre que bebe,¿Somos conscientes de que le criaron como se cría a una oveja? O a ese niño que nadie le ha llevado a la escuela y que aprende solo del ejemplo, de lo que ve en la calle, que es donde pasa la mayor parte del tiempo. Y los padres de todos ellos, y los padres de sus padres, ¿Acaso tuvieron mejores oportunidades?, ¿Acaso alguien se acercó a tenderles una mano cuando tenían hambre, frío o estaban enfermos? Pues es precisamente ahí donde empiezan los conflictos que, poco a poco, se hacen grandes y se extienden como un reguero de pólvora.
Personalmente, recuerdo una infancia feliz, muy feliz, rodeada de Amor en mi amada y humilde familia. Y éramos felices, muy felices, por el hecho de estar juntos y compartir lo que teníamos. A veces más, a veces menos. Pero también recuerdo que si en algún momento había alguna situación de más tensión era por no poder llegar a final de mes. Por tener que arreglar la nevera en el momento menos oportuno, porque necesitábamos unos zapatos nuevos y faltaban quince días para terminar el mes.Por tanto, subyacente a todo ello estaba el dinero, el poder cubrir mínimamente las necesidades de alimento, vestido y cobijo. Afortunadamente, de alguna manera u otra, siempre tiramos adelante y no nos faltó ese mínimo, no sin dificultades. Pero no todos logran salir adelante.
Reflexionemos: ¿Cómo podemos juzgar al que nada tiene?, ¿Cómopretendemos que se extienda la paz entre personas a las que permanentemente la vida les violenta, por no poder dar de comer a sus hijos, por querer trabajar y no poder, por estar enfermos y no poder ser atendido sin previo pago?, ¿Cómo pretendemos transmitir paz al que tenemos al lado cuando nuestra lucha es por un coche, o una casa mejor, o poder ir de vacaciones? ¡La desigualdad es tan grande!, el abismo es tan inmenso que difícilmente podremos sentirnos verdaderamente como iguales, aunque estemos en la primera fila de una manifestación por la Paz.
La verdadera Paz empieza en el interior y esta puede sentirse cuando no tenemos que estar en permanente lucha por sobrevivir, cuando nuestro estomago está lleno, cuando nos abrazan cálidamente y sabemos que no estamos solos, cuando se nos permite ejercer nuestro derecho de ocupar nuestro espacio en el mundo.
Sí, a menudo creemos que los que nada tienen son felices en su pobreza. ¡No tienen más remedio! Pero no nos equivoquemos, esto no supone que su felicidad también pase por dar a sus hijos un plato de comida al día, un techo donde cobijarse y poder llevarlos a la escuela.Y esta pazcrece y nos hace crecer y evolucionarcuando verdaderamente somos agradecidos por lo que tenemos y compartimos una parte con aquellos que realmente están desposeídos de todo.
Es a través de nuestros gestos, que van sumando esperanza, cuando la riqueza se expande, y la pobreza, el hambre y la miseria dejan de ser la utopía que todos quisiéramos erradicar.
Cuando aparte de pensar y/o creer quela paz en el mundo es posible, trabajemos verdaderamente para ello, a través de la ayuda, la compasióny el servicio a los demás, esta se derramará sobre todos nosotros sin hacer ningún esfuerzo.
Vivo en una sociedad en la que la palabra carece de valor, vivo en una sociedad corrupta en todos sus estamentos, corrupta en la calle; vivo en una sociedad en la que las personas son infravaloradas, maltratadas y engañadas; vivo en una sociedad en la que el ciudadano no tiene ningún derecho, ni social, ni laboral, ni de salud, por no tener, no tiene ni derecho de paso en los cruceros peatonales; vivo en una sociedad en la que la propia mujer se degrada ante el machismo brutal de esos ciudadanos sin derechos; vivo en una sociedad en la que demasiados niños vagabundean como perros callejeros, vivo en una sociedad en la que se llenan la boca de “patria” y de “Dios”, sin conocer su verdadero significado; vivo en una sociedad maltratada por el alcohol, obnubilada por el sexo, y atolondrada por el futbol, vivo en una sociedad sin valores.
Pero no solamente la sociedad en la que yo vivo está carente de valores, el resto de sociedades a lo largo y ancho del planeta se encuentran peor o en parecidas circunstancias. En el primer mundo, después de décadas de lucha para conseguir la adquisición de derechos, estos se están evaporando como consecuencia de la rapiña de empresarios y banqueros, que con la aquiescencia de los políticos y la bendición de los religiosos, han provocado la famosa “crisis”, debido a los altos precios que han impuesto a las materias primas, a la sobrevalorización de productos como la vivienda, a una desorbitada inflación a nivel mundial y a una expansión artificial del crédito, entre otras causas. Del tercer mundo no es necesario comentar nada, ya que siempre han mantenido crisis de todo tipo, entre ellas, la peor de todas, la alimentaria.
Y mientras los ciudadanos cada vez tenemos menos derechos y menos trabajo ¿Cómo afecta la crisis a políticos, empresarios y banqueros? Sencillamente no les afecta. Siguen repartiéndose, sin pudor, grandes sumas de dinero, en planes de jubilación, en beneficios, en compensaciones por cesar en sus cargos.
Los ciudadanos, en algunos países, se rebelan y se indignan, pero…… ¿De qué sirve la indignación?, ¿Para qué sirven las manifestaciones y concentraciones?, ¿Qué cambios están provocando? Ninguno, o como mucho, como en los países árabes, que los mismos dirigentes cambien la corbata. De nada sirven las manifestaciones, si a su finalización entramos a los grandes almacenes para consumir y seguir haciendo el juego al capital.
¿Para qué es necesario gastar dinero para el amigo invisible en tonterías que van a un cajón para siempre, o al cubo de la basura?, ¿Para qué compramos un sinfín de juguetes a los niños?, ¿Qué ganamos con ponernos enfermos de comidas y cenas en las fiestas que se aproximan?, ¿Cuánto nos vamos a gastar en estas fiestas, programadas por el capital, para que este sea aún más ostentoso y nosotros más empobrecidos? Si hasta lo dicen descaradamente, adornamos con luces las ciudades porque animan al consumo. ¡Somos borregos!
¿Cuál será y cuándo se dará el punto de inflexión necesario para que la misma sociedad tome conciencia de su degradación y adopte la decisión de respetarse a sí misma como colectivo y a sus componentes de manera individual?
¿Por qué no comenzamos ahora?, ¿Qué pasaría si dejáramos de sentirnos individuales y nos uniéramos en asociaciones? Consumiendo menos, ayudando a los desamparados por la crisis, comprometiéndonos con los que sufren las desigualdades, con la pobreza, con el hambre; dando la espalda a la política que no se ocupa de su labor principal que es servir al ciudadano; dando la espalda a la religión, que del brazo de los poderosos y rodeados de riquezas, sólo atemorizan a sus fieles y les manipulan en nombre de Dios.
Está bien que nos manifestemos, está bien que llenemos las redes sociales de frases bonitas, pero ¡ACTUEMOS EN ALGO QUE SIRVA PARA ALGO!, ¡A Dios rogando y con el mazo dando!
Esta tarde hemos puesto la tele, y en uno de los canales daban una película titulada “Hotel Ruanda”. Supongo que la habéis visto muchos de vosotros/as, ya que parece ser que es muy buena. Más tarde he leído que estuvo nominada a dos Oscar, aunque no llegó a ganar ninguno. Pues bien, yo no he podido verla. Las lágrimas afloraban a mis ojos prácticamente en cada escena ante tanta brutalidad y desprecio por la vida humana.
La película sólo es una parte de la verdadera realidad, en la que perecieron un millón de tutsis. La paradoja es que esa masacre fue impulsada, y luego permitida por las potencias extranjeras presentes en la zona, que en vez de intervenir y parar la matanza, retiraron sus tropas bajo el pretexto de no injerencia. Por supuesto la ONU, se limitó a redactar alguna resolución que, naturalmente, no fue aplicada.
Las causas de aquella matanza, cómo no, tiene que ver con la posesión de las riquezas naturales del país. Los tutsis, en su mayoría ganaderos, habían sido favorecidos por los colonialistas alemanes, y cuando estos fueron derrotados en la primera guerra mundial, fueron sustituidos por los belgas, que siguieron con la misma política, en detrimento de los hutus. Así, mientras los tutsis recibían una cierta educación y sus jefes eran alzados a puestos políticos, los hutus, agricultores, eran relegados. Se les negaba el acceso a las escuelas, a la enseñanza, y como consecuencia no podían acceder a ningún puesto de cierta responsabilidad. Siendo mayoritarios en el país, eran sometidos por la minoría tutsi que los trataba como a siervos. Incluso los misioneros católicos se dedicaron a adoctrinar a los hutus y a inculcarles el sentimiento de ocupar su lugar mayoritario en el país, que es como bendecir el genocidio.
Los países de Occidente, tan defensores ¿del estado de bienestar?, de ¿los derechos humanos?, de ¿la igualdad?, no intervienen para detener una masacre, en la que sólo muere……… gente pobre, en un país en el que además no podían sacar ningún tipo de provecho, ya que no hay oro, ni petróleo, ni ningún tipo de riqueza. Sólo hay personas, en el que en la actualidad, el 60%vive por debajo del umbral de pobreza. Si hubieran tenido petróleo o cualquier otro tipo de riqueza, de inmediato los países occidentales hubieran acudido a defender a la población de los desmanes de la otra parte, como está ocurriendo recientemente en Libia.
¡Cuánto fariseísmo! Con todo el dinero que los países ricos se gastan en guerras, podrían forjar una paz mundial y duradera; con todo el dinero que sus dirigentes gastan en alimentar a sus orondas barrigas con sueldos de escándalo, se podría alimentar a toda la población mundial; con todo el dinero que gastan en casas, jets privados y fiestas, podrían dar cobijo a todas esas personas que malviven en campos de refugiados y no tienen un techo donde cobijarse. Y no hablemos de las riquezas de la iglesia, ¡para qué!
Es seguro que nosotros, (tan concienciados por las desigualdades), concentrándonos en las plazas públicas de las ciudades, no vamos a conseguir cambiar tanta desigualdad. Pero si no lo conseguimos, es porque nosotros, perdonarme, también somos un poco fariseos, ya que después de la concentración o la manifestación, nos vamos a cenar, o al teatro, seguramente cruzándonos en el camino con algún indigente o algún inmigrante, sin prestarle la más mínima atención. Puede que Incluso detengamos nuestras manifestaciones en nuestro periodo vacacional. ¿Cuál es la diferencia con nuestros dirigentes y banqueros? Es posible que solo sea nuestra cuenta bancaria. Piensa en ello.
Y si llegas a alguna conclusión, empieza a actuar. ¡Ayuda!, ¡Hay tanto que hacer! Tenemos que sustituir, para ayudar a los necesitados, nada menos que a los poderes políticos, económicos y religiosos; son caducos, son corruptos, sirven para bien poco.
Además de manifestarnos y concentrarnos, hemos de ofrecer una ayuda real y efectiva, la que no ofrecen nuestros dirigentes, a nuestros hermanos, que no tienen un mal bocado que llevarse a la boca.
Amigo, amiga que hoy, no por casualidad, estás leyendo esto. Hoy necesito explicarte una realidad concreta, como tantas. Pero que hoy, a mi me ha interpelado como ser humano, como instrumento de Dios en este mundo.
Esta mañana he vivido la realidad de una persona que aprecio y respeto porque, como yo, es un ser humano, a pesar de las diferencias culturales que nos separan. Que más me da como ve el mundo esta mujer, a quien vota o si me cuesta entender sus palabras. Es un ser humano, que como tú y como yo, pisa esta tierra, respira, camina, habla, ama.
Lamentablemente sufrió un percance y le entró un líquido corrosivo en el ojo por lo que tuve que acompañarla al hospital. Un hospital deprimente, decadente y caótico. Una vez entramos yo pretendía que la atendieran de manera inmediata, ya que era una emergencia. Pero no, allí de pie, con la mano en su ojo ardiente tuvimos que hacer cola y cuando nos toco el turno nos comunicaron que no había cupos para oftalmología. ¿Cómo? No es posible. -Es una emergencia. -Exclamé. Entonces nos derivaron a un pasillo con unas puertas maltrechas donde se anunciaban diferentes especialidades. Me vi llamando a la puerta, sin poder esperar a que está se abriese en ¿Cuánto? ¿Un minuto, diez, una hora, dos? La doctora, al decirle que había ocurrido, dictó a la enfermera un remedio para limpiar el ojo. Pero no, tampoco iba a ser rápido. Yo, tenía que cancelar primero. Es decir hacer otra cola en la ventanilla de caja para pagar la jeringa y el líquido que iban a necesitar. Sorprendida, aunque ya lo sabía pero no lo había vivido, sugerí que fueran tratándola mientras yo, como no, iba a pagar lo que fuera. Pero no, primero había que cancelar. Así que ella tuvo que esperar para enjugar sus lágrimas de dolor y de miedo hasta que yo regresé. Felizmente no hubo que lamentar males mayores pero mientras la acompañaba a su casa yo iba reviviendo lo visto en aquel lugar donde nadie va por gusto, sino porque necesita y, a veces urgentemente, que le atiendan, le alivien su dolor y también atenúen sus miedos.
Pero todavía me quedaba más por ver. Tomamos un taxi para no tardar mucho en bus y porque estos, según me dijo ella, la dejaba un poco lejos de su casa. Pero ni con el taxi nos ahorramos caminar y caminar, pues el conductor no quiso subirnos al cerro donde ella vive. Si ni ellos mismos quieren llegar ahí. ¿Qué será?Así pues con el ojo vendado y con el susto aún en su cuerpo tuvimos que empezar a caminar bajo un sol de justicia, montaña arriba. Y cada vez más arriba mientras ella me contaba la dificultad que representa adquirir un trocito de tierra para poder hacerse un techo para vivir. Yo, callada, casi no tenía pensamientos, apenas iba observando la belleza del paisaje de estos Andes: el cielo, el verde, las majestuosas montañas, y viendo lo generosa que es la tierra y sintiendo como el Amor de Dios se refleja en la naturaleza.
Pero el cansancio me volvía a la realidad por un instante y no podía creer que aún siguiéramos subiendo. Ya quedaba lejos el lugar donde paró el coche y donde terminan su trayecto los destartalados buses. Entonces, de repente, me encuentro con un conjunto monumental de torres de electricidad, antenas telefónicas y no sé cuantas y cuantas antenas. Al pie de ellas unas casitas, más bien unas chozas, de apenas 20 metros cuadrados donde, me cuenta, viven algunas familias a las que el estado les paga para que vigilen. Y a partir de ahí, tierra, viento, frio, soledad y una ciudad abajo repleta de gentes, muchas de la cuales, me temo que, jamás, seguro, han llegado tan alto.
Después de observar atentamente todo lo que se me estaba revelando, con tanto contraste, apenas vemos tres o cuatro casas más y ella señala: - Allá vivo yo. Llegamos y me cuenta que poco a poco la acabarán de construir con sus manos, ella y su marido.Y observo que en lugar de ventanas hayplásticos azules y que nohay escaleras. Y que para bajar a la puerta de la cocina hay que, literalmente, descenderpor un barranco. Y saluda al vecino, que “colgado” en el mismo barranco, trata de allanar la tierra con sus manos y la ayuda de dos rudimentarias herramientas. Un resbalón y uno cae y desaparece de repente para siempre entre los valles. Mis sensaciones sobrevienen una detrás de otra y sólo algún pensamiento se cuela ante tanta sorpresa. Muy amablemente me invita a entrar. Allá en un espacio pequeño y oscuro me ofrece agua. Estamos en la cocina. Y ella no para de justificarse que está por terminar pero que poco a poco, como sintiéndose mal por el hecho de vivir ahí. Y yo, exhausta de andar y absolutamente atónita, por unos momentos me siento también mal. Porque puedo sentir lo que ella está sintiendo y porque yo me siento una privilegiada. Soy una privilegiada. Pero en absoluto más que ella. ¿Entonces?
Ella cría a sus hijos, lleva su casa, estudia, trabaja……… como muchas mujeres.
Y sufre, siente, padece, ama, cae y se levanta como tú y como yo, como todos los seres humanos.
Entonces ¿dónde está la diferencia, podemos preguntarnos? E incluso podríamos afirmar que ella posiblemente así es feliz.Sí, posiblemente. Pero si tanto lo fuera no desearía otra realidad para sus hijos. Y ahí entiendo la diferencia. Todo lo que ella hace, como tu y como yo, no es para vivir mejor, no. Es, para SOBRE-vivir. No para cambiar la ventana por otra que cierre mejor, sino para poder una, la que sea y poder quitar el plástico. No para ir al restaurante un día sino para poder comer cada día. No para tener un coche, sino para que al menos le alcance para coger ese bus. No para hacerse una liposucción pero si para poder cancelar para que la atiendan en el hospital si un día ella o sus hijos tienen una emergencia.Y así todo. Por tanto. . . me pregunto, ¿Qué puedo hacer yo?, ¿Qué debo hacer yo?
De repente, me doy cuenta que tengo que marcharme. Y empiezo a andar. Y empiezo a bajar por el cerro, con los cerdos y las gallinas saliendo a mi paso y contemplando nuevamente la belleza del paisaje, tanta, que siento como si estuviera contemplandoel mundo entero. Lo puedo sentir entre mis manos. Mío. Tuyo. De todos. Voy bajando apenas murmurando para mis adentros. No me queda casi ni murmullo. Qué pequeña me siento ante la inmensidad que veo, y que pequeña también ante la realidad del mundo, y más aún, de mi misma.
Ha sido un día inesperado. Y de aprendizaje, que sin duda aún estoy vislumbrando. Si Dios me muestra quien soy y donde estoyen el mundo, creo que es para que tome consciencia de que no llegué allá por casualidad o para pasar una mañana diferente y poder contarlo aquí. Hay algo más, mucho más grande, detrás de cada realidad que vemos. Es la capacidad de observarlo con los ojos del Amor y sentir en carne propia el latir del corazón del otro, su sentir, su humanidad. Sentir al otro es el primer paso para comprender y caminar a su lado. Respetando sus costumbres, su cultura, su ser y tenderle esa mano que necesita. Pero me sigo preguntando que a partir de ahí, ¿Qué puedo hacer? ¿Por dónde empezar? ¿Quién soy yo para decidir que ella necesita lo mismo que yo tengo?
Ante esa pregunta me digo que somos muchos los que alguna vez, o más, nos hemos encontrado en esa tesitura y nos hemos sentido de mil formas distintas. Impotentes, incapaces, egoístas, pobres,… Pero lo que si tengo claro es que yo no estuve ahí para bendecir mi suerte, girarme y marchar.
Y que tú, que estás leyendo estas palabras, tampoco estás aquí para bendecir la tuya, girarte y marchar.
Atiende pues, tú que puedes, y no pongas más excusas. No retrases lo que has venido a hacer en este mundo. Tu mano alcanza más allá de lo que puedas imaginar. Siempre, siempre, hay alguien que te necesita. Cerca, lejos, antes o después.
Aquí, allí, cerca, lejos. Dónde sea, ofrece, comparte algo de lo que tienes sin pensar en lo que te representa. Seguramente, si estás leyendo esto tienes algo más que esa persona. Puedes conectarte con un mundo global, virtual, en el que una simple lecturapuede cambiar tu vida, puede cambiar su vida.
Por si eso ocurre, te invito a conocer a nuestra Fundación, Fundación Elial, que con el Espíritu de Gratitud y Amor por todo lo que hemos recibido, decidimos un día darle voz a los más pobres, a los que nos necesitan y que, como tú y como yo, lloran, ríen, se caen, se levantan, aman. Aquellos en los que Dios tiene puesta su mirada.
Es dando que se recibe. No lo dudes. Da, comparte lo poco o mucho que tienes y tus riquezas serán innombrables. Ellos confían en Dios. Y tú eres instrumento del Dios Bondadoso y Eterno que mora en tu ser.
Permitirme que en la entrada de hoy haga un poco de propaganda de la Fundación Elial, que es como hacer publicidad de la ilusión por erradicar la pobreza, la tristeza, el abandono, el maltrato y el sufrimiento.
Algunos creemos que es posible generar un gramo de ilusión y de esperanza en el domicilio de los más desfavorecidos, algunos creemos que es posible llenar de alegría el corazón de los niños abandonados, algunos creemos que es posible devolver la fe en los seres humanos a las mujeres maltratadas, algunos sabemos que en la miseria también está Dios, y no podemos quedarnos sentados en el sofá de casa, delante de la tele, comentando las miserias humanas que nos enseñan en los telediarios, sin hacer nada más que eso, comentarlas, e incluso, algunas veces preguntar: “¿Cómo permitirá Dios eso?”....... Amigos........, lo está permitiendo para tú, que te conmueves ante tanta desgracia, des un paso adelante e intentes ponerle fin.
Si, ya sé lo que puedes pensar: ”¿Qué voy a hacer yo sólo/a frente al mundo?.......... Puedes hacerlo todo, porque no estás solo/a, somos muchos. Si todos los que podemos ayudáramos, conseguiríamos erradicar la miseria.Y ¡si podemos!, haciendo voluntariado, colaborando con ONG’s, fundaciones, asociaciones; apadrinando niños, etc., etc.
Ninguno de nosotros, que ¡si podemos ayudar!, deberíamos quedarnos de brazos cruzados comentando lo mal que está el mundo, sin hacer nada para cambiarlo. Y nuestra actuación ha de manifestarse en todas las áreas que nuestras posibilidades nos permitan, sociales, económicas y de implicación personal.
Desde la Fundación Elial, gracias a la colaboración de gente magnífica, (todavía muy poca), que no se queda insensible ante tanta desgracia, ya estamos actuando en problemas urgentes de falta de medios económicos para sanidad y alimentación. Pero queremos llegar más lejos, y para eso necesitamos, también, de tu colaboración, colaboración que puedes realizar de diferentes maneras. En la web de la Fundación seguro que vas a encontrar la fórmula que más se adecue a tus posibilidades, haciéndote socio/a activo, apadrinando niños, colaborando económicamente de manera esporádica, etc.
Además de las aportaciones, nuestra fuente de financiación pasa, también, por la realización de todo aquello que sabemos hacer: clases para niños, clases de yoga, meditaciones, cursos, terapias, conferencias, etc.
Puedes entrar en la web www.fundacionelial.es donde encontrarás toda la información que puedas necesitar, después descarga el formulario de socio, rellénalo y envíalo al e-mail de la Fundación. Estamos esperándote.
Disculpa, que hoy en vez de dar, pida. Gracias por tu atención.
Si te sientas con tranquilidad y analizas la vida que llevas, es muy posible que llegues a la misma conclusión que vamos llegando, paulatinamente, unos cuantos, aunque cada vez somos más, de que la vida tal como la estamos viviendo en la actualidad no parece tener ningún sentido.
Y si no, analízala. Nacemos con dolor, no sólo para la madre, sino también para el bebé, y durante los primeros años de vida, somos unos seres totalmente indefensos, que para subsistir, dependemos total y absolutamente de los demás. Durante esta etapa de la vida vamos aprendiendo, siempre por imitación. Aprendemos aquello que vamos observando. Y ya empiezan a prender en nosotros ciertas creencias, que suelen ser las creencias de nuestros educadores.
Si nos detenemos en nuestro análisis un momento, llegaremos a otras conclusiones, entre ellas seguro que adviertes la desigualdad, la tremenda desigualdad que existe entre unos nacimientos y otros, entre unas vidas y otras. Mientras unos nacen con todas las comodidades a su disposición, otros nacen en la mayor de las miserias. Mientras unos llegan al mundo siendo deseados y queridos, otros llegan a un mundo de caos, de rabia, de discusiones, no siendo queridos en absoluto. Mientras unos reciben amor, otros reciben indiferencia, otros severidad, otros malos tratos, otros, incluso abusos de sus educadores. ¡Cuántas diferencias!
Esas desigualdades, como norma, se van a mantener a lo largo y ancho de la vida de la persona. Se van a mantener si la persona acepta que es distinto; pero desaparecerán en cuanto la persona acepte la igualdad como norma de vida.
Si seguimos con el análisis de la vida, llega la etapa escolar, la universidad o el trabajo. Este siempre llega, antes o después. Después de una etapa, más o menos larga de trabajo, llega la jubilación, y un tiempo después, la muerte. Durante todo este tiempo, es posible que las personas se enamoren y se casen, una o varias veces, que tengan hijos y hasta nietos. Habrán realizado muchas vacaciones y visitado otros lugares distintos al de su nacimiento, habrán disfrutado o sufrido, habrán sido felices o desdichados, habrán tenido mucho dinero o poco; pero el final, para todos, siempre es el mismo: la desaparición.
Y todo esto ¿Para qué?
Si crees que la vida existe una vez, y que al morir ya no hay más, es posible que si tu vida está siendo una vida feliz, esperes la muerte con satisfacción, ¿o no?.
Pero, lo creas o no, el nacimiento no es el principio de la vida, ni la muerte es el final. Y la vida, cada una de ellas, si que tiene un objetivo: LA IGUALDAD y el amor que esa igualdad genera.
Las desigualdades que existen no son tal, sólo son creaciones de nuestras propias creencias, y permanecerán mientras creamos que somos distintos. Estamos aquí para sentirnos iguales y amarnos en esa igualdad. Mientras te sientas superior o inferior a otro, manifestarás completamente esa creencia en tu vida, viviendo la desigualdad. Y te sientes desigual cuando tratas de dominar, cuando tratas de imponer tus credos, cuando juzgas, cuando tienes miedo, cuando no respetas.
Cuando te sientas igual, será fácil para ti compartir si tienes más, y pedir ayuda si tienes menos. Cuando te sientas igual será fácil para ti aceptar la desigualdad de los otros, porque tu creencia de igualdad te va a llevar a respetar las desigualdades de los demás. Cuando te sientas igual ya no te verás como víctima ni culpabilizarás a los otros de lo que pase en tu vida, sabrás que es tu propia creación. Cuando te sientas igual no tendrás necesidad de acaparar y repartirás todo con todos los que son tus iguales.
Fuimos creados iguales, a imagen y semejanza de Dios. Han sido nuestras mentes las que han aceptado las diferencias. Estamos aquí, tratando de recordar cuál es el camino de vuelta a casa, pero ese retorno no va a ser hasta que no seamos conscientes de nuestra divinidad y de que todos los que nos rodean son nuestros hermanos.
Mientas mantengas tu costumbre, ya de muchas vidas, de vivir creyéndote distinto a los demás y tratando de proteger lo que dices que es tuyo, volverás una y otra vez a vivir una vida como la que estás viviendo, feliz o no, pero seguro que no completa. Si quieres vivir una vida completa, empieza a desvincularte del “yo” y el “tú”, de lo “mío” y de lo “tuyo”, empieza a desidentificarte de tu cuerpo. Empieza a sentir que eres un ser divino igual a todos los seres divinos que comparten contigo esta encarnación, empieza a sentir que eres digno de todo.
La semana pasada tuve el placer de asistir a una boda, en la que se derrochaba amor por los cuatro costados. En ella, los novios hicieron una declaración pública y permanente de su amor. El novio en un mini-discurso resaltó las diferencias entre el “amar y el querer”. Me gustó tanto que le solicité permiso para compartir la idea, ligeramente corregida, para eliminar situaciones personales, con vosotros.
Querer y amar. Parecen lo mismo….., pero ¿Son lo mismo? No, no lo son. Existen algunas diferencias.
Querer es un sentimiento que lleva implícito un pensamiento, o una emoción generada por un pensamiento. En cualquier caso, existe el pensamiento, está implicada la mente, y cuando la mente entra en juego, la pureza del sentimiento no es tal, ya que se encuentra teñida de la energía del pensamiento. La mente trabaja con imágenes, comparando las imágenes que recibe con las que tiene archivadas en sus cajones de memoria, y además siempre resalta los detalles negativos. Esto supone que el sentimiento, “el querer”, siempre se encuentra acompañado de algún pensamiento negativo. Es el “te quiero, pero….”: Te quiero pero tienes una peca en la nariz, te quiero pero eres un poco desordenado/a, te quiero pero hablas demasiado, te quiero pero…….
El resultado de esto es que ambas partes piensan en su interior: “Ya le/a cambiaré”. Pero eso casi nunca ocurre, porque casi nadie cambia por lo que pueda decir otra persona, las personas cambian por sí mismas, por su propio convencimiento. Con lo cual, el “pero” no sólo se mantiene, sino que se agranda, cada día más, ya que la mente va a mantener la fijación cada vez con mayor insistencia. Además, ¿para que se quiere cambiar a la persona amada? Si se conocieron siendo de una manera, se enamoraron siendo de esa manera, ¿Por qué iban a querer cambiarse?, ¿No será que ya no se quieren?, ¿Por qué sino?
Con el paso del tiempo, se mantiene el sentimiento, pero……. ¡Con resignación!, eso hace que la relación no sea todo lo fluida que debiera ser si no existiera el “pero”,eso hace que no se compartan los secretos, eso hace que las críticas cada vez sean más frecuentes, eso hace que necesiten otras personas a su alrededor, ya que ellos no tienen temas de conversación, eso hace que se acabe, si alguna vez existió, la complicidad, etc.Queda el sentimiento, si, pero……… incompleto
El Amor si es completo, Amar es otra cosa. El amor es una energía, y en el amar, esa energía sale por cada poro de la piel, se ama porque sí, se ama sin más, se ama sin condiciones. En el amar no hay pensamiento, no se quiere cambiar a la otra parte porque todo es perfecto, amar es entrega y a la vez libertad, amar es alegría, es complicidad, amar es admiración, amar es dar sin querer recibir. El “querer” puede acabarse o diluirse, el amor nunca se acaba, nunca disminuye. Una vez que se consigue manifestar el amor, este perdura para siempre, extendiéndose a todo el mundo, en cualquier parte, manifestándose en su totalidad hacia la persona amada.
“Querer” es una buena línea de salida para sentir el amor. Sólo se ha de purificar, eliminando el o los pensamientos que le acompañan. Entonces sólo quedará el amor.
Una buena práctica es empezar a no juzgar ni criticar nada de la pareja, y además, satisfacerle/a en todo, sin ningún reproche. No olvidar decirle/a “te amo”, cada día, varias veces al día; no olvidar ni los besos ni los abrazos también diarios; recordarle/a lo que te gusta de él/ella.
Si realmente amas, haz esa práctica. No sólo a tu pareja, sino a todos los que te rodean. Verás cómo cambia tu vida, verás como te inunda la felicidad, la paz, y por supuesto, el Amor.