El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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sábado, 26 de julio de 2025

El arte de soltar

 


Impermanencia:

La Clave para Aceptar el Cambio y Vivir Plenamente

   En todo lo que existe, una verdad innegable pende sobre su existencia: la “impermanencia”.

Nada permanece estático; todo cambia, evoluciona, nace y muere. Desde la hoja que brota en primavera y cae en otoño, hasta las personas que entran y salen de nuestra vida, pasando por nuestros propios pensamientos y emociones, la impermanencia es la única constante.

Aunque esta realidad puede parecer desalentadora a primera vista, comprenderla y aceptarla es una de las lecciones más liberadoras que podemos aprender. Reconocer la impermanencia no es una invitación a la pasividad o al pesimismo, sino una poderosa herramienta para cultivar la “resiliencia”, la “gratitud” y la capacidad de vivir verdaderamente en el “presente”.

          La resistencia al cambio es una lucha inútil. Nuestra mente humana, por naturaleza, tiende a buscar la seguridad y la estabilidad. Nos aferramos a lo que conocemos, a lo que nos da comodidad, a lo que nos define. Tememos la pérdida, el fin, lo desconocido. Esta resistencia innata a la impermanencia nos lleva a una lucha constante y agotadora contra el flujo natural de la vida.

Cuando nos aferramos a una situación agradable, ya sea un trabajo, una relación o un momento de felicidad, el miedo a perderla genera ansiedad. Paradójicamente, este apego excesivo nos impide disfrutar plenamente del presente, ya que nuestra mente está ocupada anticipando el final. De la misma manera, cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles, como la enfermedad, una ruptura o un revés financiero, nuestra resistencia a aceptarlas solo intensifica el sufrimiento. Nos preguntamos "¿Por qué a mí?" o "Esto no debería estar pasando", prolongando la angustia en lugar de buscar la adaptación y la solución.

La verdad es que no podemos detener la corriente del tiempo. Las estaciones cambian, los cuerpos envejecen, las fortunas suben y bajan, las personas evolucionan o se marchan. Negar esta realidad es como intentar detener un río con nuestras propias manos. El resultado es frustración, dolor y agotamiento.

Abrazar la impermanencia es un camino hacia la libertad: La sabiduría de la impermanencia reside en su capacidad para liberarnos. Cuando aceptamos que todo es transitorio, comenzamos a soltar la necesidad de controlarlo todo y, en su lugar, aprendemos a fluir con la vida. Esta aceptación tiene profundas implicaciones en cómo experimentamos el mundo:

 

1.  Cultivar la Gratitud por el Presente: Si sabemos que un momento de felicidad es fugaz, ¿no lo apreciaríamos aún más? La conciencia de la impermanencia nos impulsa a saborear cada instante, cada experiencia placentera, cada risa, cada conexión. Nos recuerda que la verdadera riqueza no reside en la duración de las cosas, sino en la intensidad con la que las vivimos. Un atardecer hermoso es hermoso precisamente porque es efímero.

2.  Desarrollar la Resiliencia ante la Adversidad: Si los momentos felices pasan, también lo hacen los momentos difíciles. La conciencia de que el dolor, la tristeza o la dificultad no son permanentes nos brinda una perspectiva invaluable. Nos permite saber que "esto también pasará". Esta comprensión no anula el sufrimiento, pero nos da la fuerza para atravesarlo, sabiendo que la oscuridad dará paso a la luz, al igual que la noche precede al amanecer. Nos volvemos más adaptables y menos propensos a caer en la desesperación prolongada.

3.  Fomentar el Desapego: La impermanencia está intrínsecamente ligada al concepto de desapego. Si todo cambia, ¿por qué aferrarse? El desapego no significa no valorar lo que tenemos o no amar a las personas; significa amarlas y valorarlas sin la necesidad de poseerlas o de que permanezcan inalterables. Nos libera del sufrimiento que surge cuando las cosas, personas o situaciones no cumplen nuestras expectativas de permanencia. Nos enseña a apreciar sin aferrarnos, a amar sin poseer.

4.  Impulsar el Crecimiento Personal: Si todo está en constante evolución, nosotros también podemos evolucionar. La impermanencia nos invita a no estancarnos en viejas creencias, hábitos o identidades. Nos anima a aprender de cada experiencia, a adaptarnos a nuevas circunstancias y a transformarnos constantemente en versiones más conscientes y sabias de nosotros mismos. Nos abre a la posibilidad de reinvención.

 Cómo Practicar la Conciencia de la Impermanencia

       Integrar la conciencia de la impermanencia en nuestra vida diaria es una práctica continua, no un estado final. Aquí te doy algunas formas de cultivarla:

Observación Consciente: Presta atención a los ciclos naturales: el cambio de las estaciones, el crecimiento y la caída de las hojas, el flujo y reflujo de las olas. Observa cómo cambian las nubes en el cielo, cómo se disuelve el azúcar en el café. Estas pequeñas observaciones nos recuerdan la naturaleza transitoria de todo.

Atención Plena (Mindfulness): Practicar la atención plena nos ayuda a anclarnos en el presente. Observa tus pensamientos, emociones y sensaciones físicas sin juzgarlos ni aferrarte a ellos. Reconoce que son pasajeros, como nubes que pasan por el cielo de tu mente. Esta práctica fortalece nuestra capacidad para soltar.

Reflexión sobre el Ciclo de Vida: Piensa en la vida de una flor, un animal, incluso la tuya propia. Nacimiento, crecimiento, plenitud, declive y eventual desaparición. Reconocer este patrón universal nos ayuda a aceptar que somos parte de un ciclo más grande.

Agradecimiento por lo Fugaz: Cuando experimentes un momento de alegría o placer, en lugar de preocuparte por su final, enfócate en la gratitud por tenerlo en este instante. Permítete saborearlo plenamente, sabiendo que su belleza radica en su carácter único y temporal.

Desapego Material y Emocional: Practica soltar objetos que ya no necesitas o que te anclan al pasado. En el ámbito emocional, reconoce cuándo te estás aferrando a una expectativa o a un resultado que no depende de ti. Permite que las cosas sean como son, incluso si no es lo que esperabas.

 La Belleza de lo Efímero

 Ser conscientes de la impermanencia no nos condena a la tristeza, sino que nos invita a vivir con una intensidad y una apreciación profundas. Nos enseña que la vida no es una serie de puntos fijos a los que aferrarse, sino un río caudaloso en constante movimiento. Al abrazar este flujo, nos volvemos más flexibles, más sabios y más capaces de encontrar la paz en medio de la inevitable marea de cambios.

Es en la aceptación de la naturaleza transitoria de todo donde reside la verdadera libertad. Nos permite liberar el pasado, soltar la ansiedad por el futuro y sumergirnos por completo en la riqueza y la belleza del único momento que realmente tenemos: “el ahora”. ¿Estás listo para dejar ir la resistencia y permitirte fluir con la vida?


sábado, 4 de mayo de 2024

Atención

 

La mente, que máquina tan perfecta y tan perversa. Es incansable, siempre en constante actividad: elucubrando, maquinando, imaginando, recordando, comparando y juzgando. Es un flujo ininterrumpido de pensamientos que, inevitablemente, preceden a las palabras y acciones. Como dijo Buda: "Somos lo que pensamos".

Esta afirmación nos lleva a una aparente conclusión sencilla: si logramos organizar nuestros pensamientos, podremos organizar nuestra vida. Vivir de cierta manera parece requerir solo pensar de esa manera; para ser feliz, bastaría con pensarlo.

Sin embargo, la simplicidad de la conclusión contrasta con la complejidad de su aplicación práctica. No es tan sencillo como parece, pero es posible con una sola práctica: la atención.

La atención nos permite ser conscientes de nuestros pensamientos en cada momento, evitando quedar atrapados en ellos. Al no alimentarlos con energía o poder, permitimos que se disipen tan rápido como surgieron.

Esta atención consciente es la base de la meditación mindfulness, que nos permite observar nuestros pensamientos sin juicio y dejarlos pasar. Al hacerlo, no solo organizamos nuestra mente, sino que también encontramos paz y claridad en medio del caos mental. Es un camino hacia la liberación de los patrones de pensamiento que nos limitan y hacia la adopción de una perspectiva más amplia y serena de la vida.

Así, la felicidad no va a ser solo un deseo o un pensamiento, sino un estado de ser que cultivamos a través de la práctica constante de la atención plena. Es un arte que, una vez dominado, puede transformar nuestra existencia, llevándonos a una vida más plena y equilibrada.


viernes, 20 de enero de 2023

Atajo para cumplir tu misión

 


Nos pasamos la vida hablando de nuestra misión, de lo fácil que sería si supiéramos que es lo que hemos venido a trabajar en esta encarnación.

Pues existe un atajo para saber cuál es nuestra misión: Vivir desde el corazón, activar la energía del Amor.

Viviendo desde el corazón, tienes la mente serena y preparada para ser consciente de cuáles son las puertas que se van abriendo en tu camino, de cales son las que se van cerrando, de cuando has de variar tu dirección, de cuando has de seguir en línea recta.

En ese atajo no cabe otra cosa que el Amor, por lo que los juicios a los demás, las críticas o, sencillamente, indicarles cuál es su camino, no son peajes que se encuentren en ese atajo. Respeta el camino que hayan elegido los demás y su forma de recorrerlo.

Intenta lo siguiente: En cuanto abras los ojos, cada mañana, repite dentro de ti: “Hoy no voy a juzgar ni a criticar nada ni a nadie”, y practícalo durante todo el día. En ese nada ni nadie, también entras tú, así que empieza por respetarte a ti, se benévolo contigo. Y ten paciencia, no puedes cambiar en un día una tendencia de años.

La mejor manera de cumplir el objetivo de no juzgar es vivir, conscientemente, el presente. No dividas tu atención en infinidad de cosas, mantén la concentración, y así tu mente estará más preparada para recibir las señales.

 

miércoles, 11 de enero de 2023

Amigos leales

 


Capítulo XV. Parte 13. Novela "Ocurrió en Lima"

>> Y, cambiando de tema, ¿qué tal tu encuentro con Pablo que es amigo tuyo desde hace mucho tiempo? –se interesó Ángel.

-    Uno de los atributos de la amistad es la lealtad y Pablo ayer me pareció de una lealtad inquebrantable. Gracias a él estoy capeando, con bastante dignidad, mi falta de memoria. No sé lo que pasará mañana cuando esté en casa con Indhira y con los niños. Pero no tengo miedo. Si no soy capaz de controlar la situación le contaré a Indhira la verdad sobre mi estado.

-    Si, -reconoció Ángel- es un gran amigo. Y, en cuanto a tu situación en casa, creo que saldrás airoso de la situación. Hablarle a tu esposa de tu falta de memoria solo depende de ti. Haz lo que creas que debes de hacer.

-    Dios te oiga, -y, de inmediato, caí en la cuenta de con quién estaba hablando- ¡uy!, perdón ya sé que te oye.

-    Y a ti también te oye. Dios escucha siempre y escucha a todos.

Por un momento seguimos caminando en silencio hasta que recordando a Pablo y a Diana le comenté a Ángel:

-    Me gustaría poder ayudar a Pablo. Parece que no está pasando por su mejor momento.

-    ¿En su matrimonio?, -no sé por qué preguntaba Ángel, seguro que lo sabía todo.

-    Sí. Creo que los amo a los dos, tanto a él como a Diana y por lo que me ha comentado están pasando por una crisis. Imagínate que él se quiere venir a trabajar a Miami dejando la gerencia de la empresa. En mis condiciones actuales creo que no tengo la información necesaria para poder ayudarles, ¿Qué opinas?

-    Que no necesitas más información que la que tienes. En realidad, se aman, pero les falta diálogo. El diálogo en la pareja es como el agua para las plantas. De la misma manera que la planta necesita el agua para vivir, la pareja necesita el diálogo para mantenerse viva, para mantener la ilusión, para saber uno de las necesidades de otro, para entenderse, para conciliar, para evitar suposiciones, para dialogar sobre sus sentimientos, sus ideas, para visibilizar los desacuerdos y para alcanzar los objetivos compartidos.

>> En esta pareja los dos quieren lo mismo, un hijo, pero no parece que estén dispuestos a trabajar por lo que desean. Esperan que llegue del cielo como llega el agua de la lluvia.

-    Eso es lo triste, que se aman y están dispuestos a echarlo todo por la borda. Cuando Pablo me contaba la historia, le dije que en cuanto llegáramos a Lima despediría a Diana y así se acababa el problema, ¿qué te parece?, -quise saber la opinión de Ángel.

-    No parece una buena idea. Creo que lo mejor sería que hablaras con Diana, que es algo que nadie ha hecho y escuchar que tiene que decir, para saber cuáles son sus sueños, y que espera hacer para conseguirlos. Seguro que así tendrás la información completa. Y a ti te va a hacer mucho caso.

Teniendo en cuenta que había quedado con Pablo para almorzar caminamos de vuelta al hotel. Había sido una mañana agradable en la que pude entender la razón de mi estado.

-    Antes de llegar, Ángel me hizo un recordatorio. ¿Recuerdas que te dije cuando te hablaba de las condiciones para incrementar el amor por uno mismo, el día que nos encontramos en el Malecón, por primera vez, bajo la garúa?

-    Creo que una de las cosas que dijiste fue que tenemos que vivir con atención, ¿te refieres a eso?

-    Correcto. Porque esa es la razón de que estemos ahora aquí, tú sin memoria y yo recordándote sucesos.

>> La vida es atención. Cuando pierdes la atención estás perdiendo la vida. Dios no quiere que seas ingeniero, ni que trabajes mucho. Dios quiere que te diviertas, que trates a todos como si fueran Él. Y si no puedes conseguirlo imagina que eres tú a quien tratas. Permanece atento. De esa manera tendrás muy claro de dónde vienes, para no volver sobre tus pasos. Recuerda que vienes del miedo y le has vencido gracias al amor. No lo olvides.

>> Nos encontraremos en Lima con tu memoria intacta. Feliz viaje de regreso a casa.

domingo, 16 de octubre de 2022

Como vivir desde el corazón (2 de 3)

 


          Para vivir desde el corazón, sólo hay que vivir en silencio. Y para conseguir el silencio sólo hay que meditar.

Pero ya es bastante difícil la meditación, como para mantenerla horas, todas las horas del día en que nos mantenemos despiertos, y poder así vivir el ahora, y poder gozar de la sabiduría y las sensaciones del corazón. Por lo tanto, tendremos que hacer algo más.

Las herramientas necesarias para vivir desde el corazón son cuatro. La mente, la atención, la voluntad, y la paciencia.

Es una paradoja, pero necesitamos la mente para dominar a la mente. Necesitamos atención para observar a la mente, necesitamos, como para todo en la vida, ya sea física o espiritual, voluntad para volver al trabajo una y otra vez, cada vez que esta se distraiga, y necesitamos paciencia para llegar al final del camino: el corazón.

Sobre todo recuerda que cualquier camino que quieras recorrer comienza con un primer paso, y que con ese primer paso vas a recorrer un tramo pequeñito, en la vida física menos de un metro. No quieras con ese primer paso llegar al final del camino. No, el camino ha de recorrerse con tranquilidad y con perseverancia, teniendo claro que buscas, y volviendo al camino cada vez que los acontecimientos te separen de él.

Con todo esto claro, ya solo queda comenzar a caminar:

Lo primero que has de hacer es meditar. Medita cada día. Comienza por once minutos si no tienes práctica, y vete ampliando el tiempo para llegar, al menos, a los treinta minutos diarios. Si ya meditas, sigue con tu meditación. Si no lo haces búscate alguna con la que te sientas cómodo. Y si no sabes cual, puedes hacer la meditación para una mente neutral que viene a continuación.

Durante todo tu día, lleva la atención a tu respiración, siente el aire entrando por tus fosas nasales, siente como se expande tu abdomen, siente después como sale el aire y como se relaja tu abdomen, e imagina que estás respirando desde el corazón. Si aun no has adquirido una práctica meditativa, a la tercera respiración, tu mente ya se habrá distraído, para esto necesitas, una vez que seas consciente de tu distracción, voluntad para volver tu atención a la respiración. Haz esto durante todo el tiempo que puedas permanecer consciente.

Como mantener una mente meditativa durante todo el día es una tarea harto difícil, mantén también la atención en todos los procesos de tu mente. Observa cómo se comporta tu mente, para dar prioridad a algunas de las energías del corazón: Intuición, desapego, compasión, ecuanimidad, amor. 

viernes, 2 de septiembre de 2022

El tiempo es ahora


Capítulo V. "Ocurrió en Lima"

Amaneció un domingo más en la historia de mi vida. Y como el anterior y el anterior y un sinfín de ellos más, en mi aburrida vida, lo iba a pasar acompañado por mí mismo. Pero ese domingo yo no era el mismo que los domingos anteriores. Tenía sensaciones extrañas. ¿Sería esa tontería del amor? No, no podía ser. Solo es que estaba un poco impresionado por la belleza de Indhira, por su trabajo, por su conversación, por las virtudes que parece que atesora, por su alegría, en fin, que estaba impresionado con Indhira. El caso es que la noche anterior tardé en dormirme pensando en ella y en mi burda despedida. No sé si soñaría con ella, porque no lo recuerdo, pero sí que fue mi primer pensamiento en la mañana.

Tenía que dejar de pensar en ella porque no me llevaba a ningún sitio y mantener el pensamiento y la emoción, que acompañaba a ese pensamiento, me daba la sensación de que no era bueno para mi estabilidad emocional. Esto se pasará con el tiempo, pensaba, porque el tiempo puede con todo.

Me levanté sin ganas de cocinar y, como el día anterior el almuerzo fue de cinco tenedores, decidí sacar del congelador unas lentejas congeladas. Estaban exquisitas. Cuando cocino lo hago para varios días y voy congelando, así siempre tengo reservas. Tengo que confesar que soy un excelente cocinero.

En realidad, no solo no tenía ganas de cocinar, no tenía ganas de nada. Me encontraba un poco apático. Indhira seguía dando vueltas por mi pensamiento a pesar de haber puesto música y de ir tarareando las canciones que iba escuchando.

Tenía que probar otro remedio y me senté a meditar.

Las instrucciones dicen que hay que mantener la espalda recta, pero es un poco incómodo para mí, teniendo en cuenta que no estaba acostumbrado, así que transgrediendo las normas me senté en el sofá y me recosté hacia atrás. Eso sí, los pies los tenía bien apoyados en el piso.

Comencé como la vez anterior a llevar la atención a la respiración. Conseguía mantener la atención dos respiraciones y, a la tercera, en vez de sentir el aire entrando por la nariz, sentía a Indhira entrando por mi cabeza, acomodándose tanto, en mi interior, que no había manera de sacarla de mi pensamiento con la exhalación.

Cantar no me había funcionado y la meditación tampoco. Fue, entonces, cuando mi pensamiento me sugirió una combinación de ambas, meditar cantando.

 Se me ocurrió cantar el Ave María mientras intentaba mantener la atención en la respiración. Y funcionó. Al cabo de un tiempo, que no sé si fue mucho o poco, me encontré solo respirando, sin cantar y sin dejar espacio para que entrara Indhira.

-    Con un poco de miedo se me ocurrió preguntar- ¿Sigues ahí?

-    No había terminado de pensar la pregunta, cuando llegó la respuesta de inmediato- Siempre estoy.

-    Tengo miedo –tenía que abrirme y ser honesto.

Si era Dios yo ya sabía que lo sabe todo de todos y en todo momento y, si era mi pensamiento, por supuesto que sabía de mi miedo. Pero como por la conversación anterior me daba la impresión que no es muy parlanchín y dice solo lo que a Él le interesa, que supongo que es lo que necesito saber, traté de llevar la conversación al tema que me ocupaba. Incluso si preguntando directamente era muy parco en las respuestas, pensé que si andaba con rodeos aun sería peor. Por eso sentí o pensé, aunque, en realidad, no sé muy bien si fue una sensación o un pensamiento, que lo mejor sería abrir las puertas de mi corazón y de mi mente.

-    Lo sé –realmente era muy escueto en sus respuestas.

-    Tenía miedo de meditar por no encontrarme contigo y hoy se ha activado un miedo antiguo, tengo miedo de tener una relación para no sufrir cuando se acabe.

-    Encontrarse conmigo no parece tan malo, o ¿sí? –preguntó.

-    Tienes razón, no es malo. Es agradable y serena el ánimo.

-    En cuanto al miedo a tener una relación, respóndete a estas preguntas, ¿y lo que me pierdo?, ¿y si no se acaba? Te puedo dar una idea, trabaja para que siempre sea como el primer día. Se puede hacer. Solo tienes que vivir con atención, trata a tu pareja como si fueras tú mismo, que todo tu trabajo sea hacerla feliz, hacer que se sienta bien, que se sienta importante.

-    Y si a pesar de todo eso se va, ¿qué? –supongo que como es Dios ya tendría conocimiento de mi fracaso anterior.

-    Pues la dejas ir con respeto, con generosidad y con amor. Porque, como se supone que la sigues amando, vas a desear, siempre, lo mejor para ella. Y si ella cree que separándose de ti va a ser feliz, ayúdala a que lo consiga.

-    Para hacer eso que dices hay que ser una persona muy centrada emocionalmente.

-    No, mi querido Antay, solo hay que amar.

>> Por si no lo has escuchado nunca ya te lo digo yo ahora: El miedo es lo contrario del amor. Quien teme es porque no ama. ¡Ámate!, ama a los demás y al miedo no le quedará espacio porque todo estará ocupado por el amor. Es como cuando le das al interruptor de la luz, no queda espacio para la oscuridad.

>> En nuestro encuentro anterior te decía que tenías que aceptar la vida. Añade una nueva consigna, vive con atención.

>> Tu problema es que siempre has estado en un sitio queriendo o pensando estar en otro.

>> Tienes que vivir un minuto tras otro sin pensar en que pasará más allá del minuto. Tienes que vivir ahora, ser feliz ahora, sufrir ahora, si fuera necesario. Pero, estropear un momento agradable, pensando que ese momento podría llevarte a otro momento de sufrimiento, no parece algo muy sensato.

>> Reflexiona Antay, reflexiona –y se acabó la conversación.

Me quedé solo con mi respiración y el silencio.

Seguí sentado escuchando el silencio que me envolvía. Era como si hubiera entrado en una especie de círculo, que podría denominar sagrado, porque sentía que era un lugar vetado hasta para los pensamientos. Ni tan siquiera sentía la respiración. Solo sentía el silencio.

Mi cuerpo fue quien decidió, después de una hora de permanecer en ese estado, que era suficiente meditación y lo hizo haciéndome sentir un terrible dolor de espalda. Necesitaba ponerla recta y, en ese momento, se acabó la meditación.

Era el momento de seguir los consejos de Dios y reflexionar.

La reflexión me llevó de inmediato a Indhira y mi pensamiento aprovechó la coyuntura:

-    Llámala -gritó como si estuviera loco- y le puedes decir que te sentó mal la puesta de sol y por eso saliste corriendo como un furtivo. Como es buena chica y la impresionaste no lo tendrá en cuenta.

-    ¿Tú crees que la impresioné? –ya estaba, de nuevo, conversando con mi pensamiento.

-    Si no la hubieras impresionado no habría ido a almorzar contigo ni te hubiera aguantado cuatro horas más –a veces, como ahora, mi pensamiento inconsciente, ese que no se sabe de donde aparece, tiene más claridad que mi propio pensamiento consciente, y continuó- ¿Por qué no haces recuento de todo lo que te has perdido por culpa de ese miedo? Por esta chica merece la pena arriesgarse y dejar de lado tu miedo.

-    Creo que tienes razón, es especial –y seguí razonando con mi pensamiento- pero ¿sabes algo?, el miedo no es ese sentimiento que me impulsa a creer que algo irá mal, no, es más una creencia de que esto del amor es una quimera.

-    Pues será una quimera, pero tú lo estás pasando fatal y, eso que solo has estado un día con ella. Llámala ya y deja de darle vueltas.

martes, 17 de mayo de 2016

El "arte" de meditar

PERLAS PARA EL ALMA


En la quietud de la mente no hay movimiento, no hay tiempo, no hay pensamiento. Eso es meditar. Meditar es un arte, es colocarlo todo en su sitio de manera que no haya ningún tipo de confusión. En la meditación, la mente descubre por sí misma la grandeza de todo lo que es verdadero, del objetivo de la vida, de lo sagrada que es la vida y de todo lo que la envuelve, con lo que llegados a este punto se tratan todas las cosas con respeto, ya que todas son sagradas.

         Pero…… ¿Puede la mente estar realmente quieta? ¿Puede detener su cháchara tanto en la meditación como en la vida diaria? ¿Puede dejar que comparar de manera permanente? ¿Puede atender al cien por cien? ¿Puede prestar completamente su atención a todo lo que sucede? O permanece siempre comparando con el conocimiento acumulado con situaciones anteriores, con lo que se espera o se desea, con el resto del mundo.

         Un magnifico entrenamiento es vivir la vida con total atención, atención sin comparar, atención con cada célula del cuerpo. Si se presta total atención a la vida, sin utilizar el propio conocimiento, sin las creencias, sin los deseos, entonces hay verdadera atención, y esa atención es silencio, y ese silencio es meditación, verdadera meditación.


         Es en ese momento cuando se produce la transformación de la mente, y la vida se convierte en comprensión, en misericordia, en amor. Es en ese momento cuando alcanzamos la meditación. Es en ese momento cuando la meditación se convierte en un arte. En ese momento cuando abrazamos a Dios.


miércoles, 4 de mayo de 2016

Caminando......, caminando hacia Dios (1 de 2)

¿Por qué he de preocuparme? 
No es asunto mío pensar en mí. 
Asunto mío es pensar en Dios. 
Es cosa de Dios pensar en mí.
Simone Weil
        
A los seres humanos aunque no nos gustan los exámenes sí que nos gustan las evaluaciones, o sino las evaluaciones como tal, si nos gusta que alguien nos confirme si estamos en el camino correcto, si hemos avanzado un tramo importante, y si además nos dijeran que hemos adelantado a “fulanito”, ya sería increíble.

Pero no, en esta carrera que todos compartimos de volver al seno de Dios, no hay evaluadores, no hay adversarios, no hay meta, solo hay destino. El estudiante y el adversario, el evaluador y el evaluado son la misma persona, es uno mismo. Esta es una carrera contra nosotros mismos, este es un camino de soledad, es un trabajo de valientes, es una lucha contra un enemigo invisible, es un camino interminable para una sola vida, es un sendero lleno de recovecos, es una guerra sin cuartel, unas veces dura y otras menos dura, pero siempre reconfortante, porque aunque de la sensación de que no se avanza o que incluso hay días o temporadas en los que parece que se retrocede, no es tal, siempre se avanza, aunque no se sienta.


El camino que nos conduce a Dios parece sembrado de obstáculos, pero todos son superables, y en cada posta vamos recibiendo regalos, vamos recibiendo dones que son producto del propio crecimiento. Es posible que no se sea consciente de los dones que se van recibiendo, pero solo es por una razón: Se recibe el regalo o el don cuando la persona ha dejado de desearlo, cuando no lo espera y para ella la obtención de ese don es una consecuencia lógica y conocida.

Vamos por un momento a utilizar la imaginación. Imagina que la distancia que nos separa de Dios es cuantificable en un millón de kilómetros. Imagina también que cada kilómetro se corresponde con una determinada vibración de la energía, más rápida y más sutil cuanto más cerca de Dios, (esto es realidad), y más lenta y pesada cuanto más cercana a la materia, (esto también es real). Imagina que una persona que vive una vida total y absolutamente material, sin tener ningún tipo de conocimiento, y que ni tan siquiera sabe de su divinidad, ni por equivocación cree en ella, y tampoco sabe el papel que está representando en la materia, se encuentra en el kilómetro cero, es decir un millón de kilómetros separada de Dios. Imagina, por el contrario, que una persona que se encuentre en su última vida de encuentra solamente a cien kilómetros de Dios.

En la energía se encuentra todo el conocimiento. Imagina que podemos cuantificar ese conocimiento de cero a mil. Cero es el conocimiento que se encuentra en la energía que compone la materia, y mil es el conocimiento de Dios.

Según se avanza por el camino que conduce directamente a Dios, va cambiando la vibración, se va acelerando, se va volviendo más sutil, con la consecuencia lógica de acceder al conocimiento disponible en esa vibración. De ese conocimiento el caminante puede ser consciente de varias maneras: Puede comenzar a ver otras energías, puede comenzar a oír las voces de sus maestros y guías, puede tener sueños lúcidos, informativos y premonitorios, puede comenzar a tener certeza de cosas, que no sabe como las sabe, pero las sabe, puede sentir cada vez con más fuerza el estado físico, mental y emocional de las personas, puede volverse mucho más sensible a la energía que le rodea, se atreve a seguir con total confianza sus intuiciones porque tiene la seguridad de que son certeras, de la misma manera que su eficacia en las sanaciones, si es curador, se incrementa de forma exponencial, sabiendo las actuaciones que debe realizar el paciente para su sanación, o para su aceptación de la enfermedad.


¿Quiere decir que todos van a acceder a ese conocimiento? Si, con matices. Cualquiera que llegue a un nivel determinado de energía va a tener acceso a ese conocimiento, a esos dones, a esos regalos, a no ser que existan ciertas clausulas en su Plan de Vida que lo impidan, ya que el Plan de Vida es la auténtica hoja de ruta por la que se rige toda la vida en la materia.

Continuará.................


sábado, 23 de abril de 2016

Me rebelo

         Es la atención la que nos va a permitir
ser conscientes de donde estamos,
de hacia dónde queremos ir
y de cuáles son los obstáculos
con los que nos podemos encontrar en el camino.

Me rebelo contra mí mismo cada vez que un pensamiento de crítica ronda por mi mente, me rebelo cuando entro con otras personas en el perverso juego de regodearnos en esa crítica hecha palabra, me rebelo cuando la impaciencia se asienta en cada célula de mi ser, me rebelo cuando me siento intolerante ante otros procederes, me rebelo cuando me irrito ante la falta de respeto, me rebelo cuando piso de puntillas encogido por el miedo, me rebelo ante mi propia incomprensión, me rebelo cuando soy consciente de que no me he puesto en el lugar del otro, y así, un día sí y otro también, me rebelo, me rebelo y me rebelo, mientras me flagelo emocionalmente por haber dejado al pensamiento, una vez más, campar a sus anchas por el carrusel de la sinrazón sin haberle puesto coto.



         Y todavía rojo por mi propia cólera me pregunto, ¿Conseguiré realmente algún día mantener la guardia alta y poder así dominar completamente estos pensamientos?, ¿Conseguiré realmente algún día que no me afecte la falta de respeto, la incomprensión, la mentira, los políticos, las religiones, la intolerancia o la injusticia?, ¿Conseguiré colocarme de inmediato en el lugar del otro y no a toro pasado cuando las emociones ya me han desbordado?

         No creo que en mi caso sea cuestión de meditar más. Mi trabajo es intervenir en la sanación de otros meditando. Es cuestión de atención, de más atención, es cuestión de observar mis pensamientos, observar mis emociones, observar las distintas reacciones de mi cuerpo, sin juzgar, sin calificar, sin ponerle nombre. Solo atención, solo presencia, solo estar. 

            A veces mi dispositivo de vida pasa a “piloto automático” sin que yo sea consciente, y ahí se acabó todo, y solo soy consciente cuando me encuentro en medio de la crítica mental, o en medio del miedo, o en medio de la impaciencia, o ...... Entonces me siento mal y me rebelo, con lo cual cometo, al menos, tres equivocaciones, una, dejar que el pensamiento se ponga el piloto automático, dos, verme envuelto en mi propia critica mental, y tres, mi rebelión.

         En fin, seguiré trabajando. Y vosotros ¿Cómo lo lleváis?