El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
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domingo, 5 de octubre de 2025
jueves, 2 de octubre de 2025
lunes, 16 de junio de 2025
Juicios
Si
te hace daño algo que viene de fuera, no es eso lo que te turba, sino tu juicio
sobre ello. Te cabe la posibilidad de borrarlo. Si te hace daño alguna de las
cosas que pertenecen a tu disposición, ¿quién te impide enderezar tu doctrina?
También, si te produce daño no hacer eso que te parecía saludable, ¿por qué no
lo haces en lugar de lamentarte? “Es que hay un impedimento muy fuerte”. Que no
te haga daño: no se te acusa por no actuar. “Pero no merece la pena vivir si no
se actúa”. Sal benévolo de una vida en la que también muere el que actúa, y hazlo
además satisfecho con los impedimentos.
MARCO
AURELIO
viernes, 16 de mayo de 2025
Elimina los juicios
Borra
los juicios repitiéndote una y otra vez: “Ahora está en mi mano que en esta
alma no haya mal alguno, ni deseo, ni ninguna clase de turbación; sino que
miraré cómo son todas las cosas y me serviré de cada una de ellas como
corresponda con su valor”. Recuerda que esta facultad es conforme a la
naturaleza.
MARCO
AURELIO
jueves, 10 de abril de 2025
Aceptar y respetar
Hijo
mío:
Tienes toda la
razón sobre el Karma. Lo has expuesto de manera perfecta. No tengo nada que
añadir.
En mi respuesta
anterior me centré en temas religiosos y dejé de lado temas muy importantes que
no podemos echar en saco roto.
Para evitar el
juicio y la crítica son necesarias dos actitudes: la aceptación y el respeto.
Decía Carl G.
Jung:” Lo que niegas te somete, lo que
aceptas te transforma”
La aceptación es esa
actitud que va a permitirte reconocer y tolerar las situaciones, pensamientos,
emociones o aspectos de vosotros mismos o del mundo que os rodea, sin intentar
cambiarlos o evitarlos. La aceptación os ayuda a afrontar los problemas de
forma más efectiva, a aprender de vuestras experiencias y a cultivar la
resiliencia emocional. La aceptación no significa resignarse o conformarse,
sino asumir la realidad y buscar soluciones. La aceptación se puede practicar y
mejorar a lo largo de la vida, y es una herramienta poderosa para vivir de
forma más plena y equilibrada.
Cualquier juicio,
cualquier opinión, cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia
persona, no es más que un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo
de sus creencias.
Pero, los
pensamientos y las creencias de cada uno, ¿por qué han de ser aplicables al
resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más
que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una
manifestación de su carácter, y en ningún caso sirven para ninguna otra
persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada
persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier otra.
Para que se
termine el juicio, la opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla, el
respeto. Cuando se respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien.
Cualquier cosa que haga cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado,
porque es algo que pertenece a su vida, a su aprendizaje y su evolución.
Te propongo un
ejercicio sencillo, dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar
lo que hagan los demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier
cosa que hagan las personas de tu entorno y, a colocarte en su lugar. Si por
cualquier causa la mente pudiera contigo y surgiera la crítica, ni tan siquiera
tienes que comprender, solo respeta y acepta.
El respeto y la
aceptación es entrenamiento y práctica, por lo que la crítica va a surgir. No
te enfades contigo, si la crítica ha sido mental, pide perdón mentalmente y
comienza nuevamente, observando lo mejor de la persona, focalizando tu atención
en sus cualidades. Con la práctica te acostumbrarás a observar las acciones de los
demás como observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros, sin
que te afecte lo más mínimo.
Cuando consigas
incorporar a tu vida el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que
el ejercer de juez, de manera permanente, es agotador.
Dedica la vida a
vivirla, no a vivir la vida de los demás. La vida es plenitud, y cada segundo
que intentas vivir la vida de los demás dejas de vivir la tuya, dejas de vivir
un segundo de tu tiempo que no volverá a repetirse, conviertes tu vida en una
vida incompleta. La vida es demasiado hermosa para desperdiciarla, aunque sólo
sea un segundo. Desperdiciar la vida juzgando, opinando o criticando a otros es,
además, un trabajo insulso, ya que ese otro al que estás juzgando, es seguro
que, a seguir viviendo su vida tan feliz, sin enterarse de tus críticas o
pasando de ellas, porque sencillamente no las necesita; estás desperdiciando tu
vida para nada.
Empieza ahora a
mirar con otros ojos, empieza ahora a aceptar y a respetar, no esperes a
mañana, no desperdicies más tu vida.
¿Sabes qué es lo
que hay debajo de vuestra necesidad de juzgar?, sólo miedo, miedo a enfrentaros
con vuestra propia oscuridad, casi me atrevería a decir que es miedo a vivir,
es falta de Amor.
No juzgues nada,
las cosas son como son y no has de tener ningún interés en como deberían ser,
en como tendrían que ser, en como piensas tú que han de ser.
La conciencia
social, políticos, religiosos, los estándares de salud y de belleza os dan
modelos y normas de cómo deberían ser las cosas, o de cómo deberíais
comportarnos. Tratan de definiros lo que es bueno, lo que hay que hacer, lo que
está bien visto.
¿Quién ha dicho a nadie que su misión en esta
vida sea ejercer de juez, ejercer de crítico, o ejercer de comentarista de la
vida del resto del mundo? Posiblemente,
nadie y, sin embargo, existen muy pocas conversaciones en las que no se juzgue
a alguien, o no se le critique, o no se opine sobre lo que sería mejor para la
vida de esa persona.
Yo te bendigo hijo
mío.
CARTAS A
DIOS-Alfonso Vallejo
sábado, 5 de abril de 2025
Juicio, pecado, sufrimiento
Querido
Dios:
¡Gracias!
Hay un punto en tu
contestación que me ha llenado de dudas. Es cuando hablas del juicio a los
demás.
Dices que no
debemos juzgar a ninguno de nuestros hermanos, porque nadie ha venido a hacer
de juez, y específicas que ni Tú mismo, que eres el Creador lo haces.
Con respecto a
nosotros, los seres humanos, lo tengo claro, porque soy consciente de que
juzgar, opinar y criticar, es nuestro deporte favorito y, además, universal.
Soy consciente de que existen muy pocas conversaciones en las que no se juzgue
a alguien, o no se le critique, o no se opine sobre lo que sería mejor para la
vida de esa persona.
Pero con respecto
a la aseveración de que Tú no juzgas, me deja un poco perplejo, teniendo en
cuenta que, en las religiones más importantes, según el número de seguidores,
nos hablan de no ofenderte y de pedirte perdón para no condenarnos.
Incluso esas
ofensas tienen un nombre, se denominan pecado y, en la definición de la palabra
entras Tú por la puerta grande, porque dicen que “el pecado es una trasgresión voluntaria de los mandamientos religiosos
o divinos”, o que “el pecado es una
ofensa a Dios. Es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta. Es
faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo”, o que “es una desviación moral del ser humano que
lo lleva a una conducta ofensiva a los ojos de Dios. El pecado impide la
relación con Dios” o, también, que “es
una acción deliberada y engañosa, contraria a la voluntad de Dios expresada en
la Ley”.
Mi opinión es que
lo que denominan pecado sólo es un intento más de dominio y manipulación de las
distintas religiones, a través del miedo.
Tus representantes
en la Tierra nos están engañando y, ya sé que lo permites, porque lo permites
todo y porque ellos tienen la misma libertad de elección que tenemos todos los
demás, pero estoy convencido, que esas nefastas enseñanzas están sumiendo en el
sufrimiento a miles de personas, pensando que podrían morir, en cualquier
momento, yéndose de cabeza al fuego eterno, que es otro de sus eslóganes
favoritos.
Yo, personalmente,
de niño, cuando aún no reflexionaba por mi cuenta, estaba aterrado, hasta que
fui aprendiendo a pensar con detenimiento, utilizando la lógica del Amor, lo
que me llevó al abandono de prácticas religiosas que, en lugar de serenarme, me
mortificaban por algo de lo que no me sentía culpable, como eran unos
pensamientos que nadie me había enseñado a dominar.
No sé si, en esos
casos, tienen ellos una penalización añadida, por la grave responsabilidad que
entraña debido a su condición de guías espirituales y, nosotros, pobres
pecadores, una disminución del posible castigo.
Con la religión me
pasa lo mismo que con la política. Siempre me he preguntado para qué son
necesarias tantas opciones políticas, si se supone que el objetivo de cada una
de esas opciones es conseguir una vida más cómoda, con igualdad de
oportunidades, para todos los ciudadanos. Lo mismo me pasa con la religión, si
lo que cada una de ellas espera conseguir es acercar a las personas a la
Divinidad, ¿por qué hay tantas, y tan dispares las unas de las otras?
En realidad, la
respuesta no parece tan difícil. La política y la religión son dos profesiones
como lo pueden ser el derecho o la arquitectura y, al ser un oficio, se olvidan
del ser humano para conseguir el propio beneficio.
Es terrorífico,
que las dos actividades que se anuncian como los adalides del bienestar del ser
humano, una dedicada a la materia y la otra al espíritu, sean las promotoras de
las guerras, la desigualdad, la discriminación y la miseria, cuando deberían
reconocer y respetar la dignidad de todo ser humano, sin distinción de raza,
sexo, edad, nacionalidad o credo. Deberían de promover la justicia, la paz, la
solidaridad, la libertad y el desarrollo integral de las personas y de los
pueblos. Deberían saber dialogar, escuchar, colaborar y aprender de los demás,
sin imponer sus ideas o intereses. Deberían tener una visión global y
trascendente de la realidad, y no conformarse con lo superficial o lo
inmediato, sino que busquen el sentido profundo y último de la vida. Deberían esforzarse
por vivir coherentemente con los principios y valores, con honestidad,
humildad, generosidad y compasión.
Pero no ocurre
así. Parece que las personas no son su objetivo prioritario.
Con respecto a
cambiar y a tomar una decisión diferente, para aliviar el sufrimiento, aunque
reconozco que tienes toda la razón, supongo que estarás de acuerdo conmigo en
que, a veces, muchas más de las que nos gustaría a los seres humanos, es muy
difícil realizar el cambio.
Te pongo un
ejemplo, el padre que sufre porque no tiene trabajo ni, por supuesto, dinero
para alimentar a sus hijos. No se me ocurre cual podría ser el posible cambio
aparte, claro está, de seguir buscando trabajo.
Gracias Señor.
CARTAS A DIOS - Alfonso Vallejo
miércoles, 26 de febrero de 2025
Las cosas son como son
No
juzguen. Las cosas son como son y no han de tener ningún interés en como
deberían de ser, en como tendrían que ser, en cómo piensan ustedes que han de
ser.
Cuando juzgamos,
creamos una brecha entre la realidad y nuestras expectativas, lo que se
convierte en una fuente de sufrimiento innecesario. Al emitir juicios sobre los
demás o sobre las situaciones que vivimos, nos alejamos de la comprensión y la
empatía, limitando nuestra capacidad de responder de manera efectiva a los
desafíos que se nos presentan.
La práctica de no
juzgar no implica resignación o pasividad. Por el contrario, nos permite ver
las cosas con mayor claridad y actuar de manera más consciente y equilibrada. Al
aceptar la realidad tal como es, nos liberamos de la lucha constante contra lo
inevitable y podemos enfocar nuestra energía en aquello que sí podemos cambiar
o mejorar.
Esta actitud de
aceptación nos acerca a una forma de sabiduría que reconoce la complejidad de
la vida y la imposibilidad de controlar todos los aspectos de nuestra existencia.
Como señalaba el filósofo Epicteto, "el
sabio es aquel que acepta de buena gana todas las circunstancias de la vida sin
desear otras".
Adoptar esta
perspectiva requiere práctica y paciencia. Implica desarrollar una conciencia
plena del momento presente, observando nuestros pensamientos y emociones sin
identificarnos completamente con ellos. Al hacerlo, podemos cultivar una mayor
ecuanimidad frente a los altibajos de la vida, respondiendo a las situaciones
con más calma y claridad.
Es importante destacar
que aceptar la realidad no significa aprobar todo lo que sucede o renunciar a
nuestros valores. Más bien, nos permite relacionarnos con la vida de una manera
más sabia y compasiva, tanto hacia nosotros mismos como hacia los demás. Al
dejar de lado los juicios constantes, abrimos espacio para una comprensión más
profunda y una acción más efectiva y alineada con nuestros propósitos.
En última instancia,
aprender a no juzgar y aceptar las cosas como son nos ofrece una libertad
interior que trasciende las circunstancias externas. Nos permite fluir con la
vida en lugar de luchar constantemente contra ella, encontrando paz y
satisfacción en el simple acto de ser y experimentar el mundo tal como se
presenta ante nosotros.
sábado, 8 de febrero de 2025
Todo está bien
Tu mal no depende del principio rector
de otro, ni de una particularidad o alteración de lo que te rodea.
¿De qué entonces? De esa facultad tuya
que juzga que algo es malo. Que no juzgue eso y todo estará bien.
Incluso si lo que te es más cercano,
el pobre cuerpo, es cortado, quemado, supura o se pudre, la parte que juzga
sobre estas cosas ha de mantener la calma.
MARCO AURELIO
martes, 11 de junio de 2024
Todos a una
En nuestra evolución vamos todos juntos, vamos de la mano, aunque no lo parezca.
No se trata de “unos ganan y otros pierden”, no, se trata de “ganamos todos o no ganamos ninguno”.
No escondas información, no juzgues quien está preparado y quien no lo está.
Tú da la información, ayuda, colabora, que cada uno ya recogerá lo que esté preparado para recoger, es decisión de su alma, no tuya.
martes, 23 de enero de 2024
Vivir la vida
“Vivir es nacer a cada instante”
Erich Fromm
Dedica la vida a vivirla, no a vivir la vida de los demás.
La vida es plenitud, y cada segundo que intentas vivir la vida de los demás dejas de vivir la tuya, dejas de vivir un segundo de tu tiempo que no volverá a repetirse, conviertes tu vida en una vida incompleta.
La vida es demasiado hermosa para desperdiciarla, aunque sólo sea un segundo.
Desperdiciar la vida juzgando, opinando o criticando a otros es,
además, un trabajo insulso, ya que ese otro al que estás juzgando, es posible
que siga viviendo su vida tan feliz, sin enterarse de tus críticas o pasando de
ellas, porque sencillamente no las necesita; estás desperdiciando tu vida para
nada.
jueves, 11 de enero de 2024
Juzgar y criticar
Para evitar el juicio
y la crítica son necesarias dos actitudes: la aceptación y el respeto.
Decía Carl G. Jung:
”Lo que niegas te somete, lo que aceptas
te transforma”
La aceptación es esa
actitud que va a permitirte reconocer y tolerar las situaciones, pensamientos,
emociones o aspectos de nosotros mismos o del mundo que nos rodea, sin intentar
cambiarlos o evitarlos. La aceptación nos ayuda a afrontar los problemas de
forma más efectiva, a aprender de nuestras experiencias. La aceptación no significa resignarse o conformarse,
sino asumir la realidad y buscar soluciones. La aceptación se puede practicar y
mejorar a lo largo de la vida, y es una herramienta poderosa para vivir de forma
más plena y equilibrada.
Cualquier juicio,
cualquier opinión, cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia
persona, no es más que un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo
de sus creencias.
Pero, los
pensamientos y las creencias de cada uno, ¿por qué han de ser aplicables al
resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más
que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una
manifestación de su carácter, y en ningún caso sirven para ninguna otra
persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada
persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier
otra.
Para que se
termine el juicio, la opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla, el
respeto. Cuando se respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien.
Cualquier cosa que haga cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado,
porque es algo que pertenece a su vida, a su aprendizaje y su evolución.
Te propongo un
ejercicio sencillo, dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar
lo que hagan los demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier
cosa que hagan las personas de tu entorno, a colocarte en su lugar si por
cualquier causa la mente pudiera contigo y surgiera la crítica. Ni tan siquiera
tienes que comprender, solo respeta y acepta.
El respeto y la
aceptación es entrenamiento y práctica, por lo que la crítica va a surgir. No
te enfades contigo, si la crítica ha sido mental, pide perdón mentalmente y
comienza nuevamente, observando lo mejor de la persona, focalizando tu atención
en sus cualidades. Con la práctica, te acostumbrarás a observar las acciones de
los demás como observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros,
sin que te afecte lo más mínimo.
Cuando consigas
incorporar a tu vida el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que
el ejercer de juez, de manera permanente, es agotador.
martes, 21 de febrero de 2023
Una manera de desperdiciar la vida
¿Quién ha dicho a nadie que su misión
en esta vida sea ejercer de juez, ejercer de crítico, o ejercer de comentarista
de la vida del resto del mundo? Posiblemente,
nadie y, sin embargo, existen muy pocas conversaciones en las que no se juzgue
a alguien, o no se le critique, o no se opine sobre lo que sería mejor para la
vida de esa persona.
Cualquier juicio, cualquier opinión,
cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia persona, no es más que
un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo de sus creencias.
Pero, los pensamientos y las creencias
de cada uno, ¿por qué han de ser aplicables al resto del mundo? Los
pensamientos y las creencias de las personas no son más que una manifestación
de su nivel de evolución, no son más que una manifestación de su carácter, y en
ningún caso sirven para ninguna otra persona, porque cada persona está en un
nivel de evolución determinado, cada persona vive una circunstancia específica
en su vida, distinta a cualquier otra.
Para que se termine el juicio, la
opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla: el respeto. Cuando se
respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien. Cualquier cosa que haga
cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado, porque es algo que pertenece
a su vida, a su aprendizaje y su evolución.
Te propongo un ejercicio sencillo,
dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar lo que hagan los
demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier cosa que hagan
las personas de tu entorno, a colocarte en su lugar.
Ni
tan siquiera tienes que comprender, solo respeta y acepta.
El respeto y la aceptación es
entrenamiento y práctica. Si cuando estés inmerso en ese trabajo de aceptación surge
la crítica, no te enfades contigo.
Si
la crítica ha sido mental, pide perdón, mentalmente, y comienza de nuevo,
observando lo mejor de la persona, focalizando tu atención en sus cualidades.
Con la práctica, te acostumbrarás a observar las acciones de los demás como
observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros, sin que te
afecte lo más mínimo.
Cuando consigas incorporar a tu vida
el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que el ejercer de juez,
permanentemente, es agotador.
Dedica
la vida a vivirla, no a vivir la vida de los demás. La vida es plenitud, y cada
segundo que intentas vivir la vida de los demás dejas de vivir la tuya, dejas
de vivir un segundo de tu tiempo que no volverá a repetirse. Conviertes tu vida
en una vida incompleta y la vida es demasiado hermosa y, sobre todo, demasiado
corta, para desperdiciarla, aunque sólo sea un segundo. Desperdiciar la vida
juzgando, opinando o criticando a otros es, además, un trabajo insulso, ya que
ese otro al que estás juzgando, es seguro que va a seguir viviendo su vida tan feliz,
sin enterarse de tus críticas o pasando de ellas, porque sencillamente no las
necesita; estás desperdiciando tu vida para nada.
Empieza ahora a mirar con otros ojos, empieza ahora a aceptar y a respetar, no esperes a mañana, no desperdicies más tu vida.
viernes, 20 de enero de 2023
Atajo para cumplir tu misión
Nos
pasamos la vida hablando de nuestra misión, de lo fácil que sería si supiéramos
que es lo que hemos venido a trabajar en esta encarnación.
Pues
existe un atajo para saber cuál es nuestra misión: Vivir desde el corazón,
activar la energía del Amor.
Viviendo
desde el corazón, tienes la mente serena y preparada para ser consciente de
cuáles son las puertas que se van abriendo en tu camino, de cales son las que
se van cerrando, de cuando has de variar tu dirección, de cuando has de seguir
en línea recta.
En
ese atajo no cabe otra cosa que el Amor, por lo que los juicios a los demás,
las críticas o, sencillamente, indicarles cuál es su camino, no son peajes que
se encuentren en ese atajo. Respeta el camino que hayan elegido los demás y su
forma de recorrerlo.
Intenta
lo siguiente: En cuanto abras los ojos, cada mañana, repite dentro de ti: “Hoy
no voy a juzgar ni a criticar nada ni a nadie”, y practícalo durante todo el
día. En ese nada ni nadie, también entras tú, así que empieza por respetarte a
ti, se benévolo contigo. Y ten paciencia, no puedes cambiar en un día una
tendencia de años.
La
mejor manera de cumplir el objetivo de no juzgar es vivir, conscientemente, el
presente. No dividas tu atención en infinidad de cosas, mantén la concentración,
y así tu mente estará más preparada para recibir las señales.
viernes, 11 de noviembre de 2022
Sobre la compasión
Una de tantas frases bonitas que
circulan por la red de Mahatma Ghandi dice. “Las tres cuartas partes de las
miserias y malos entendidos, en el mundo, terminarían si las personas se
pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”.
Compasión es la capacidad de percibir
lo que otro ser humano pueda sentir. Compasión es la capacidad de sentir
aprecio por los demás y desear la liberación de su sufrimiento. Compasión es un
sentimiento de tristeza que se produce al ver padecer a alguien y que impulsa a
aliviar, remediar o evitar su dolor. Compasión es el deseo de que los demás
estén libres de sufrimiento.
En la compasión la alegría de los
otros es tu alegría, el sufrimiento de los otros es tu sufrimiento, el éxito de
los otros es tu propio éxito y su fracaso el tuyo. En definitiva, la historia
de los otros es tu historia. Esto es Unidad, con la compasión se acaba la
separación y se vive la Unidad. Con la compasión vivimos, aceptamos y
entendemos que todos somos hermanos, que todos somos la misma cosa, que todos
somos Hijos de Dios.
La compasión nos libera de la ilusión
que nos aprisiona en nuestra propia experiencia individual, ya que se enfoca en
descubrir las necesidades y padecimientos de las personas, con una actitud de
servicio. La compasión nos lleva a escuchar y a comprender a las personas, nos
lleva a ponernos en los zapatos del otro, con lo cual entendemos cada razón,
cada causa, y eso hará que se dejen atrás los juicios, ya que juzgar y criticar
son procesos de la mente, mientras que la comprensión que deriva de la
compasión es un proceso del corazón.
La compasión hace aflorar otras
virtudes en las personas: Generosidad y servicio, ya que se ayuda sin esperar
nada a cambio, y se pone a disposición de la persona que sufre tiempo y
recursos personales. Sencillez, porque no se hace distinción entre las personas
por su condición social. Solidaridad, al sentir que los problemas del otro son
problemas propios. Comprensión, por entender las razones de los demás.
Sin embargo, la compasión no debe
crear dependencia hacia la persona que sufre, ni debe generar sufrimiento por
el sufrimiento del otro. La compasión nos debe de llevar a ayudar, a acompañar,
a servir, pero desde un sentimiento de paz, desde un sentimiento de serenidad.
Sólo así podremos ser útil al que sufre, de otra forma nos convertiríamos
nosotros mismos en objeto de compasión.
martes, 26 de julio de 2022
FIC (Federación internacional de críticos)
Lo que entra por la boca afecta al
cuerpo. Lo que sale por la boca afecta al cuerpo y al alma.
La opinión “razonada”
que alguien se forma sobre una persona o una cosa, es un juicio. Mientras que
el conjunto de opiniones o juicios que responden a un análisis y que pueden
resultar positivos o negativos, es una crítica.
Y entre esas normas
básicas deberían encontrarse las que se acercan a la definición de juicio y de
crítica. Es decir, que sea una opinión razonada y que responda a un análisis.
Pero no, no ocurre nada de esto. El caso es hablar por hablar, y cuanto más
dura será la crítica, mucho mejor. Si se encuentra en ella tintes de calumnia,
difamación, humillación, menosprecio, insulto o desprecio, ¡seguro que es una
buena crítica!
Cabría pensar que los
beneficios conseguidos por estas actividades deben de ser extraordinarios, casi
comparables a los beneficios de los buscadores de oro en el antiguo Oeste.
Pero no. De entrada,
no parece que exista una compensación material, ni emocional, ni espiritual,
por el desarrollo de estas actividades. A no ser…, el placer del propio ego de sentirse
el centro del mundo durante el espacio de tiempo en el que el crítico se dedica
a denigrar a otro sin ningún conocimiento.
En Mateo 15:11,
podemos leer: “Lo que entra por la boca
daña al cuerpo, pero lo que sale por la boca daña al cuerpo y al alma”.
Y ¿saben por qué lo
daña?, ¿alguien puede pensar que juzgar y criticar son actos de amor? Juzgar y
criticar no son acciones guiadas por el amor. Son guiadas por lo opuesto al
amor, y opuesto al amor es el odio, la ira, la venganza, la envidia, la
deslealtad, el miedo o el rechazo.
“Todo es energía”. Cada
pensamiento que se pasea por la mente y cada palabra que sale de la boca, son
energía que se van a depositar en el cuerpo energético de la persona. Pero
hemos de tener en cuenta una segunda ley: “Energías iguales se atraen”, por lo que
cualquier energía que se encuentre alojada en el cuerpo energético va a atraer
hacia sí mas de lo mismo. Si la energía acumulada es positiva atraerá cosas
positivas, si no lo es atraerá más negatividad.
Hay que tener,
también, en cuenta, que, si la persona objeto de la crítica no tiene un nivel
de madurez suficiente, si tiene conocimiento de que está siendo criticada, va a
sufrir. De ese sufrimiento también es responsable el crítico y tendrá que pagas
por ello. Es la “Ley de la causa y el efecto”.
No levantes falsos
testimonios. No divulgues secretos, no difames, no te entrometas en la vida de
otros. Vive tu vida, en lugar de vivir la vida de los demás. Ya tienes
suficiente trabajo con vivir tu vida.




















