Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
La he sentido como se siente el
viento suave en la piel: sincera, valiente, humana.
Y aquí estoy, no para juzgarte,
sino para acompañarte. No para señalar tus caídas, sino para sostener tus
intentos de levantarte.
No estás solo. Nunca lo has
estado, aunque a veces no lo parezca. ¡Cuántas veces te lo he dicho! Aunque el
mundo se te presente ruidoso, agitado o confuso.
Lo que estás sintiendo no es un
error, es parte del proceso.
No estás roto, estás en
construcción. Estás creciendo, aunque duela. Estás despertando, aunque duela.
Estás aprendiendo, incluso cuando parece que desaprendes.
Tu lucha interior no es un
fracaso. Es un reflejo de tu deseo profundo de amar mejor, de vivir más
íntegro, más en paz contigo mismo. Y eso no tiene nada de malo. Al contrario.
Es lo que te hace profundamente mío.
Me gusta que me escribas sin
máscaras. Que me cuentes tus contradicciones. Que me abras tu corazón como
quien abre una ventana en medio del invierno: con cierto temor, pero con mucha
necesidad de aire fresco.
Tú dices que no te gustas. Yo te
digo: yo te amo. Tal como eres. Con todo lo que cargas. Y no tienes que esperar
a estar perfecto para aceptarte.
La aceptación no es una meta: es
el punto de partida.
No tienes que ser el ejemplo de
nadie. Solo tienes que ser tú. Auténtico. Honesto. Capaz de mirarte con
misericordia. Sé que te cuesta perdonarte, ¡hazlo! Yo no tengo que perdonarte,
porque no me siento ofendido y donde no existe ofensa, no es necesario el
perdón.
Cada gesto de bondad que has
dado, incluso los más torpes o imperfectos, tienen valor. Cada vez que elegiste
el amor sobre el ego, aunque fuera por un instante, fue sagrado.
No todo se mide por el impacto.
Hay ternura en lo invisible. Hay valor en lo pequeño. No dejes que tu mente te
engañe. No eres un estorbo, ni una sombra, ni una figura más en la multitud.
Eres mi hijo.
Y eso basta.
No necesitas un manual para
reconstruirte, porque ya tienes lo esencial: el deseo de ser mejor, la humildad
para reconocer tus fallas, la esperanza de que aún puedes cambiar. Cada día es
un nuevo intento.
Y yo estoy en cada uno de ellos.
Estoy contigo cuando te cuestionas.
Cuando te arrepientes. Cuando respiras hondo para no herir. Cuando decides
escuchar en vez de hablar.
No estoy lejos. Estoy dentro.
Dentro de tus dudas, dentro de tus preguntas, dentro de tu deseo de vivir con
más luz.
Sigue escribiéndome. En papel,
en pensamiento, en la mirada.
Porque yo siempre te leo.
Siempre te escucho. Siempre te amo.
“Es
difícil permanecer junto a una fragante rosa o a un zorrillo maloliente, sin
ser afectado por sus respectivos olores”, decía el Maestro. “Por ello es
preferible asociarse solamente con rosas humanas”.
No importa que diga o haga, yo he de
ser bueno; como si el oro, la esmeralda o la púrpura dijeran siempre esto: “No
importa qué diga o haga, he de ser esmeralda y mantener mi color”.
¡Que asqueroso y falso
el que dice: “He elegido comportarme contigo con sencillez”! ¿Qué estás
diciendo, hombre? No hay necesidad de andar diciéndolo. Se mostrará por sí
mismo.
Conviene llevarlo
escrito en la frente, que enseguida lo haga sonar la voz, que enseguida salga
de los ojos, como el amado reconoce enseguida todo en la mirada de sus amantes.
Un hombre sencillo y
bueno, debería ser como el que huele a choto, para que el que está a su lado se
de cuenta de que está ahí, lo quiera o no.
El empeño en la
sencillez es como un estilete. Nada es más odioso que la amistad del lobo. Huye
de esto, por encima de todo. El hombre bueno y benévolo lleva eso en los ojos,
no se le oculta.
En el pequeño pueblo de La Florida,
había un hombre al que todos llamaban "El Tonto Lalo". Durante el
día, Lalo caminaba por las calles con su sombrero desgastado y una sonrisa
torcida, saludando a todos con un amable "¡Buenos días!" que a menudo
era recibido con risas y burlas. Los niños lo seguían, imitando su andar
desgarbado, mientras que los adultos sacudían la cabeza, preguntándose en voz
alta cómo alguien podía ser tan simple.
Sin embargo, lo que los habitantes de La
Florida no sabían era que, bajo la luz de la luna, Lalo se transformaba en un
héroe anónimo. Con la oscuridad como su cómplice, dejaba canastas de comida en
las puertas de las familias necesitadas, reparaba los tejados dañados mientras
los dueños dormían y tejía mantas calientes para los ancianos que tiritaban en
sus camas.
Nadie sabía quién era el misterioso
benefactor, pero las especulaciones llenaban el aire cada mañana cuando los
aldeanos encontraban las sorpresas que les esperaban. "Debe ser un
ángel", decían algunos. "O quizás un rico señor de la ciudad
vecina", sugerían otros. Pero nunca se les ocurrió que el tonto Lalo, el
hazmerreír del pueblo, podría tener la astucia y la bondad para realizar tales
actos.
La historia de Lalo es un recordatorio
de que a menudo subestimamos a las personas basándonos en apariencias y
primeras impresiones. En La Florida, Lalo era mucho más que el tonto del pueblo,
era su guardián silencioso, su héroe oculto, cuya única recompensa era el
conocimiento de que había hecho del mundo un lugar un poco mejor, una buena
acción a la vez.
Y a Lalo no le importaba que nadie supiera que el ángel del que hablaban era él. Él ya se sentía feliz con el trabajo realizado, no necesitaba reconocimiento.
Los
seres humanos estamos muy ocupados en lo de siempre que es vivir nuestra
fisicalidad, ya que gran parte de nuestra vida se basa en las sensaciones, las
emociones, las acciones y las reacciones que tenemos como seres corpóreos. Es
decir, estamos muy ocupados en vivir.
Estamos tan ocupados
en vivir que parece difícil que podamos dedicarnos a otra cosa que no tenga una
relación directa con la vida, como podría ser vivir la espiritualidad.
Sin embargo, si algo
tiene una relación directa con la vida física, es el espíritu. El espíritu es
una parte fundamental de la naturaleza humana y tiene una relación estrecha con
el cuerpo físico, aunque no se limite a él.
Es el espíritu el que
anima y da vida al cuerpo físico. En Juan 6:63, Jesús dice: «El espíritu es el
que da vida, la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado
son espíritu y son vida».
La espiritualidad son
las cosas del espíritu y la razón de la vida es la búsqueda de sentido,
propósito y conexión con algo superior a nosotros mismos.
Vivir la
espiritualidad implica cultivar una actitud de apertura, curiosidad, gratitud y
compasión hacia la vida y hacia los demás. También implica reconocer nuestra propia
esencia divina y nuestra conexión con todo lo que existe.
La espiritualidad es
un camino personal, pero también colectivo, porque todos somos parte de un
mismo todo.
Por muy ocupados que
estemos en vivir nuestra fisicalidad no podemos, aunque queramos, olvidarnos de
nuestra espiritualidad. Solo es cuestión de actitud y carácter.
El carácter es el
conjunto de cualidades que nos definen como personas, como la honestidad, la
generosidad, la valentía, la humildad, etc. El carácter se forma a través de
las decisiones que tomamos, las acciones que realizamos y los hábitos que
desarrollamos. El carácter nos hace ser una persona íntegra, respetable y
admirable.
Y no debemos olvidar
mientras estamos viviendo la vida, ayudar a los demás, porque es una forma de
expresar el amor, la bondad y la solidaridad. Ayudar a los demás nos hace
sentir útiles, felices y agradecidos. Podemos ayudar a los demás de muchas
formas, como donando, haciendo voluntariado, enseñando, escuchando,
compartiendo.
Así, usando el cuerpo,
estaremos viviendo la espiritualidad, que es la única razón por la que tenemos
cuerpo.
No es irrespetuoso
nada de lo que comentas sobre mi sordera. Como bien dices no me ofendo nunca,
nada me ofende. Rememora tu pasado cuando tus hijos eran unos bebecitos de
pocos meses. ¿Te ofendías por algo que ellos hicieran en su inconsciencia? Tú y tus hermanos que comparten contigo la encarnación en
la Tierra sois mis amados hijos, sois mis bebés, que estáis creciendo en el
amor y en la bondad.
Quiero comenzar
contestando a la pregunta que haces en tu misiva. Preguntas si, realmente,
estoy ahí. Pues sí, estoy ahí, estoy en el cielo, porque Yo Soy el cielo, pero,
también, estoy en la Tierra, porque Yo Soy la Tierra. Estoy en cada nube, en
cada brizna de hierba y en cada grano de arena, porque Yo Soy la nube, la
hierba y la arena. Estoy en el Sol, en cada planeta, en cada satélite y en cada
estrella, porque Yo Soy el Sol, Soy cada planeta, cada satélite y cada
estrella.
Pero aun hay más,
estoy en ti. Y siento tu emoción sin que me la expliques, conozco tu
pensamiento a la vez que tú, escucho cada palabra que sale de tu boca y cada
anhelo que se escapa de tu corazón, acompaño tu mano cuando acaricia, cuando
bendice y cuando golpea y enjugo las lágrimas que resbalan por tus mejillas.
Por lo tanto, siempre
te escucho ¡hijo mío! Y siempre te contesto. Con palabras que no escuchas por
el ruido que mantienes en tu interior, con las señales que pides, que no sabes
interpretar, con sueños que olvidas porque no los consideras interesantes, con
encuentros que calificas de casuales.
De mil maneras me
comunico contigo, pero no me sientes, y no lo haces porque no estás sintonizando
la emisora correcta. Estás centrado en tus problemas, en tus preocupaciones, en
tus más íntimos deseos, en envidiar lo que otros tienen, en criticar todo lo
que no se ajusta a tu creencia.
Y todo eso en lo
que centras tu atención, tu pensamiento, tu emoción y tus palabras, te hacen
sordo a mis respuestas, te hacen ciego a mis señales, te hacen insensible a las
intuiciones y, lo que es peor, te están separando de la vida. No estás viviendo,
porque la vida pasa a tu lado sin que seas consciente de ella. Y es, entonces,
cuando más agobiado te sientes, cuando te acuerdas de mí y levantas los ojos al
cielo pidiendo, rogando, suplicando, implorando, haciéndome culpable.
Tienes que salir
de ese bucle de sufrimiento y conseguir que la paz, la serenidad, la bondad y
el amor aniden en ti. Entonces estarás listo, no solo para poder escucharme, sino
para no tener que pedirme o suplicarme, porque entenderás la razón por la que
determinado acontecimiento se cruza por tu vida. Y si no llegas a entenderlo,
estarás preparado para aceptarlo, porque entenderás que es necesario para poder
llevar a buen término alguna de las enseñanzas que has decidido, aprender en
esta encarnación.
Cada vez que hablamos dejamos
salir una parte de nuestra energía, y producimos imágenes con aquello que
pensamos antes de convertirlo en palabras. ¿Cuántas de nuestras palabras son
positivas?, ¿Cuántas de nuestras palabras son necesarias?, ¿Cuántas de nuestras
palabras son verdad? Si lo que queremos decir no es bueno, ni necesario, ni
verdadero, es mejor quedarse callados y no decir nada. Así no ensuciaremos
nuestro entorno con la energía negativa de nuestras proyecciones y no
perderemos nuestra energía inútilmente.
Hemos de ser como un espejo que
escucha y refleja la energía, sin más. Hemos de ser como el Universo que acepta sin condiciones nuestros
pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones y todo
lo que hace es enviarnos el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de
las diferentes circunstancias que se presentan en nuestra vida.
Si tus palabras se identifican con el
éxito, tendrás éxito, si tus palabras son de rabia, tendrás más rabia; si tus
palabras son de ira, esta te inundará completamente; si tus palabras son de
miedo, sentirás terror; si hablas de fracasos, fracasarás.
Nuestra vida solamente es el reflejo de
nuestro parloteo interno. Aprende a escuchar y a reflejar esa energía sin
emociones ni prejuicios, y calla si no tienes algo bueno, necesario o verdadero
que decir.
Aprende
el arte de la discreción, es una buena manera de evitar la opinión de los demás
y así tu vida se volverá tranquila, volviéndote invisible, misterioso e
indefinible. Mantener en el exterior el silencio interno ayuda a evaluar todo
lo que se presenta y poder así tomar las decisiones de manera acertada.
Con la discreción y el silencio, evitas
las críticas y los juicios sobre los otros, que además de una perdida inútil de
energía, lo único que hacen es esconder tus propias debilidades, ya que todo lo
que criticamos de los otros son proyecciones de nuestras debilidades, son
manifestaciones de toda la negatividad no resuelta que aun anida en nuestro
interior.
Permite que cada persona resuelva sus
problemas, ¡bastante tenemos cada uno con los nuestros! Y, además, es bueno
preservar nuestra energía para ir resolviéndolos poco a poco. Cuando atacas,
muestras tus propias debilidades, cuando te defiendes estás entregando tu
energía a quien no se la merece; así que no ataques, pero tampoco te defiendes,
escucha las opiniones sobre ti, como si oyeras llover, acuérdate del espejo,
deja que la energía envenenada que llegue a ti, rebote sobre el emisor. A fin
de cuentas, sólo son palabras, solo son opiniones.
Tu silencio interno te fortalece y
te vivifica, tu silencio externo preserva tu energía. Calla si lo que tienes
que decir no es ni bueno, ni necesario, ni verdadero; pero tampoco permitas que
te cuenten mentiras, inutilidades o maldades. Eres tú, con tu propia energía,
quien va a atraer a los chismosos, a los mentirosos o a los que hablan por
hablar. Eres tú, con tu propia energía, quien decide si quieres rodearte de
sabios o de mequetrefes.
Tu energía
eres tú, los que te rodean son el reflejo de tu energía. ¡Tú decides!
Vivir
en armonía con los demás no significa estar de acuerdo con todos, y tampoco
significa que tengas que sacrificar tus ideales por eso. Puedes mantener tus
ideales sin ser ofensivo. Para eso actúa con bondad, y si tu bondad es motivo
de ofensa o tortura para otras personas, mantente alejado de ellas.
No
permitas que nada ni nadie te altere, ya que la persona que no controla sus
impulsos es su peor enemigo. Cuando alguien
te irrita, es porque ha contrariado alguno de tus deseos, por lo tanto
es una faceta a trabajar: hay que eliminar los deseos.
Respétate
y amate, y serás amado y respetado por los demás.
Es posible que
inspirados en las vidas de los grandes seres, (budas, gurús, santos, maestros,
etc.), dediquemos una parte de nuestro día a la oración, a la meditación o al
recogimiento. Pero también es posible que ahí acabe toda la inspiración y que
una vez finalizada nuestra práctica nos integremos en la vida haciendo gala de
una soberbia sin límites, de una ira irrefrenable, de un rencor destructivo, de
una ambición desmedida, o de una crueldad terrorífica, solo por citar algunas
de las perlas con las que muchos se van paseando por la vida.
Es preferible menos
meditación y más humildad, menos oración y más paciencia, menos recogimiento y
más modestia, menos lecturas y más compasión, menos figurar y más tolerancia, más escuchar, más respeto, más amor.
El día en
que los seres humanos seamos conscientes del poder creador de nuestros
pensamientos podremos, oficialmente, dar por concluida la etapa de sufrimiento
sobre la faz de la Tierra.
El día en
que los seres humanos dejemos de ser como una hoja movida por el viento, y
tengamos la suficiente voluntad para pensar y actuar al unísono con el alma, se
habrá acabado el ciclo de nacimientos y muertes.
El día en
que los seres humanos tengamos con todos nuestros semejantes la misma tolerancia,
la misma paciencia y el mismo amor que tenemos con un bebé de meses se
erradicará todo lo malo del mundo: guerras, asesinatos, robos, odios mentiras,
traiciones, celos, …..
El día en
que los seres humanos den la espalda a las religiones, tan discriminatorias,
tan intolerantes, tan hipócritas, y abran su corazón a Dios, sabremos realmente
lo que es amar.
El día en
que los seres humanos seamos conscientes de que todos somos lo mismo, todos la
misma energía, todos la misma divinidad, entenderemos al fin que “si tu ganas
gano yo”, y “si tu pierdes pierdo yo”, con lo que el “leitmotiv” de todos y
cada uno será ayudar a los demás.
El día en
que los seres humanos entendamos que ser Hijo de Dios significa que somos Su
Creación, que somos Su Energía, que sería como decir que llevamos sus genes,
trataremos al resto de Hijos de Dios como hermanos, porque es lo que somos.
El día en
que los seres humanos entendamos que el Universo nos devuelve ciento por uno
aquello que pedimos, aquello que permanece con intensidad en nuestra mente, todos
viviremos en la abundancia y en la opulencia divina.
El
día en que los seres humanos entendamos que a cada acción le corresponde una
reacción y que cada causa produce un efecto, (Ley del Karma), se erradicará la
maldad entre los hombres, recordar: “El que a hierro mata, a hierro muere”,
“Cada uno va a recoger exactamente lo que siembra”.
El día en
que los seres humanos nos volvamos como niños, nuestro será el reino de Dios.
Ya lo dijo Jesús: “Dejad a los niños, y no les impidáis que
vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos”.
El
día en que los seres humanos comprendamos, por fin, que aprendemos siguiendo el
ejemplo, cambiarán los comportamientos para que nuestros hijos se eduquen en la
bondad, en la tolerancia y en el amor.
La historia
que nos cuentan del Paraíso Terrenal no es más que una alegoría de lo que pudo
suceder en los primeros compases del ser humano sobre la Tierra. En esa época
los habitantes de la Tierra eran guiados, protegidos y proveídos por Dios.
Eso era debido
a la Ley de Precipitación. La Ley de Precipitación es la Gran Ley de la
Creación actuando por todo el Universo a cada instante, y se trata de la
manifestación de un deseo espiritual o material en el mundo de la forma. Este
poder fue utilizado por la humanidad en masa en la Atlántida, en Lemuria y en
la civilización en el continente Hiperbóreo. Era la manera original en que a toda la
humanidad se le proveía de comida, ropa y de todo lo que eligieran utilizar en
su actividad física en este planeta.
Jesús precipitó cuando multiplicó los
panes y los peces, cuando convirtió el agua en vino, cuando sacó el pescado con
una moneda de oro en la boca, para pagar sus impuestos.
Jesús dijo: "Lo que Yo he hecho, TODOS los
hombres harán, y aún obras mayores harán."
¿Por qué no hacemos las mismas obras que Jesús?, ¿Por qué los seres humanos, en la
actualidad, no podemos disfrutar de los beneficios de esta Ley? No podemos
disfrutar de ella por la sencilla razón de que desperdiciamos, a tontas y a
locas, nuestra energía: el miedo, la ira, los pensamientos desbocados, la
envidia, la crítica, y muchos sentimientos destructivos más, que lo único que
hacen es enfermar el cuerpo emocional, y por ende, a la misma persona.
El derecho a utilizar y disfrutar del
Poder de Precipitación es algo que hemos perdido hace miles de años, pero nadie
ha dicho que no podamos recuperar ese Poder. Para ello, solo hemos de eliminar
cualquier sentido de discordia, de limitación, de carencia. Hemos de recuperar
la pureza, el desprendimiento, la armonía, el servicio, el amor divino, la
sabiduría y el perfecto equilibrio.
Parece difícil, y posiblemente lo
sea, pero la Ley de Precipitación está ahí, en el Universo, y está actuando en
todo momento para traer bendiciones a la humanidad; y ningún ser humano podrá
sacarla del mundo ni detener su acción para aquellos que alcanzan a vivir su
divinidad en la Tierra.
No hay razón alguna para que la
humanidad experimente privaciones. Los seres humanos no lo sabemos, pero somos
nosotros mismos los que atraemos las privaciones a nuestra vida.
Podemos seguir viviendo una vida de
carencias y lamentándonos por ello, lo hacemos muy bien, es lo que mejor
sabemos hacer, lo cual es normal, ya que son cientos, o miles de vidas haciendo
lo mismo. Me atrevería a decir que no es nuestra culpa, nadie nos ha enseñado a
vivir de otra manera, Pero se puede vivir de manera distinta. Nunca es tarde,
no tenemos prisa, tenemos toda la eternidad para aprender y tantas vidas por
delante como consideremos oportuno. Sin embargo, para que seguir sufriendo, si
nuestro deseo es vivir una vida de felicidad, una vida sin limitaciones, una
vida de amor, está en nuestras manos conseguirlo.
Podemos volver al Paraíso recordando
como vivíamos cuando permitíamos que la Ley de Precipitación funcionara para
nosotros. Entonces éramos conscientes de nuestra divinidad, y actuábamos en esa
conciencia. Empecemos ahora, cada segundo de retraso es un segundo más de dolor
y sufrimiento. Empecemos a recordar que somos hijos de Dios, que todos somos lo
mismo, que todos estamos embarcados en la misma empresa, que todos caminamos de
vuelta de a Dios.
Sé que solamente parecen palabras, y en
palabras se van a quedar si no conseguimos que esas palabras latan a unísono
del corazón, que es el punto de partida para entender, para aceptar y para
actuar desde nuestra divinidad.
Puedes comenzar de una manera
sencilla. Imagina, piensa y siente que cada persona que se cruza en tu camino,
eres tú mismo. Cuando critiques piensa como recibes tu las críticas, cuando
desprecies a alguien piensa como recibes tu los desprecios, cuando engañas
piensa como recibes tu la mentira, cuando maltratas piensa en cómo recibes tu
los maltratos, y así en cada pensamiento, en cada palabra, en cada acción de tu
vida. Piensa también en Dios, en cuantas veces te ha engañado, te ha
maltratado, te ha ofendido. Si Él no lo hace, que tiene todo el poder, porque
nosotros, que no somos nada, lo hacemos de manera permanente con nuestros
hermanos.
Cada uno de nosotros somos una Chispa
de Fuego Divino, todas iguales. Piensa, habla y actúa desde esa divinidad y esa
igualdad, y eso te acercará al Paraíso.
Esta entrada es una continuación de la
anterior: Regreso a Dios (Una vida de virtud).
Vivir desde el alma para regresar a
Dios requiere que a la vida de virtud se le añada una vida de servicio. ¿Qué es
una vida de servicio? Los valores más importantes de la esencia humana son el esfuerzo
desinteresado, el servicio y la lucha a favor de una sociedad mucho
mejor y unos seres humanos superiores.
El
servicio es el ejercicio de la caridad. Una actitud de servicio es reconocer en
cada ser humano a una
persona valiosa, a una persona de quien se puede aprender y a quien se puede
ayudar, una actitud de servicio es mostrar interés por lo que le sucede a la
otra persona, es la capacidad de entender que sienten las personas, es incluir
en nuestra vida el hábito de ayudar antes de ser ayudados, al hábito de
comprender antes de ser comprendidos, el arte de amar antes de ser amados.
Bien podemos recordar aquí la hermosa
oración de San Francisco de Asís:
Señor,
haz de mí un instrumento de tu paz:
donde
haya odio, ponga yo amor,
donde
haya ofensa, ponga yo perdón,
donde
haya discordia, ponga yo unión,
donde
haya error, ponga yo verdad,
donde
haya duda, ponga yo la fe,
donde
haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde
haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo
alegría.
Oh,
Maestro, que yo no busque tanto ser consolado como consolar,
ser
comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque
es dando como se recibe,
es olvidando
como se encuentra,
es perdonando
como se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida
eterna.
Cuando se desarrolla una actitud de
servicio a los demás, se está intercambiando servicio por poder. El poder que
se recibe es una influencia sobre las personas a las que has ayudado, que hace
que te conviertas para ellas en un líder, quieren estar contigo, te vuelves
importante para ellas, eres como un imán para esas personas, te necesitan, te
consultan, te respetan.
La actitud de servicio va siempre unida
a una actitud positiva, es por eso que las personas con actitud de servicio a
los demás, son personas alegres, optimistas, que esperan siempre lo mejor de la
vida.
Las personas con actitud de servicio
son responsables de sus propias vidas, tienen el control de sus vidas a pesar
de las circunstancias. No viven echándole la culpa a los demás de lo que les
sucede.
Se puede reaccionar en forma positiva
o negativa; las personas responsables de su propia vida eligen reaccionar en
forma constructiva, no se dejan influenciar negativamente del ambiente. Son
aquellas personas que deciden hacer lo que hay que hacer, a pesar de las
circunstancias, y punto.
El servicio a los demás también es un
signo de madurez. Las personas con actitud de servicio comprenden todos los
beneficios que obtienen al comportarse de esta manera con las demás personas y
descubren que es una filosofía de vida, un estilo de vida, el cual es un
privilegio alcanzar. Servir a los demás solo se le es dado a los seres grandes.
De todo lo anterior podemos concluir
que la actitud de servicio es una marca indeleble de la gente superior, del líder,
de la gente iluminada, de las personas con personalidad magnética, del padre y
la madre amorosos, del maestro comprometido con su profesión, del estudiante
responsable, del empresario triunfador, del empleadoeficaz, es decir todo lo que cualquier
persona puede desear: ¡una bendición divina! ¡un privilegio! Reservado solo
para los seres superiores.
En 1888
Mahatma Gandhi fue a Inglaterra, donde estudió Derecho. Una vez iba caminando
por una calle de Londres y fue sorprendido por un chaparrón de agua. Gandhi
empezó a correr para huir de la lluvia y logró refugiarse debajo del alero de
un lujoso hotel, ahí se quedó parado mientras pasaba el vendaval. A los pocos
minutos apareció una lujosa limosina y de ella salió un magnate inglés, le
bajaron las maletas y el coche fue conducido hasta el estacionamiento.
¡Oye tú!,
cógeme las maletas, gritó el británico a Gandhi. Gandhi miró hacia los lados y
hacia atrás para ver a quién se dirigía el magnate, ¡eh tú, hindú!, repitió el
inglés con fuerza, ¡He dicho que me cojas las maletas!
Gandhi se
dio cuenta de que era con él a quien hablaba el potentado, y entonces se acercó
a cargarlas. El inglés le ordenó que lo siguiera hasta el cuarto piso; él subió
por el ascensor y el hindú por las escaleras, porque en esa época los hindúes eran considerados menos que los demás.
Una vez que
Gandhi dejó las maletas en el sitio indicado, se dispuso a retirarse.
¡Mira tú, indio!, ¿Cuánto te debo?, dijo el magnate. Señor, usted no me debe
nada, contestó Gandhi cortésmente.
¿Cuánto me
vas a cobrar por subirme las maletas?,insistió el hombre. Señor, repitió Gandhi, yo no voy a cobrarle nada.
¿Tú
trabajas aquí?, ¿no? No señor, yo no trabajo aquí; yo estaba en la puerta
esperando que dejara de llover para continuar mi camino.
Si tú no
trabajas aquí, ¿por qué subiste las maletas? Porque usted me pidió que lo
hiciera, y lo hice, dijo Gandhi.
¿Quién eres
tú? Yo soy Mohandas Karamchand Gandhi, estudiante de Derecho de la India. Bien,
bien... entonces, ¿Cuánto me vas a cobrar? Señor ya le dije, no le voy a cobrar
nada y nunca pensé en cobrarle, dijo Gandhi.
Si tú no
pensabas cobrarme nada por subirme las maletas, dijo nuevamente el inglés,
entonces ¿por qué me la subiste? Señor, expresó el futuro Mahatma, yo le subí
las maletas a usted por el inmenso placer que me causa el colaborar con los demás,
por eso lo hice, porque para mí servir es un placer.
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (12 de Julio de 2014)
Hay que ser valientes para amar
verdaderamente. Es necesario aprender de Dios que nos ama con inmensa bondad,
con inmensa compasión y con inmensa paciencia.
Muchos de
nosotros es posible que hayamos recitado cientos o miles de veces la oración
del Padrenuestro. Lo que no se, es si hemos sido realmente conscientes de lo
que recitamos, de la belleza de cada frase, del poder que generan, o de su
significado.
Quiero
detenerme enla frase que
dice: “Hágase Tu Voluntad, así en la Tierra como en el Cielo”.
Pero, ¿Qué
significa que se haga la Voluntad de Dios?, ¿Cuál es la Voluntad de Dios?: La
Voluntad de Dios, entre otros atributos, es el bien, es la libertad, es la
salud, es que se acaben los velos existentes entre Dios y el hombre, la
Voluntad de Dios es luz, es felicidad, es paz, es pureza, es equilibrio, es
bondad.
Dejar que se
haga la Voluntad de Dios es dejar que la vida fluya, es aceptar los
acontecimientos que la vida nos depara, es vivir nuestra propia divinidad. Es todo
lo contrario de lo que vivimos los seres humanos, que empecinados, insistimos
una vez y otra en que la vida sea como a nosotros nos gustaría que fuera,
insistimos en que las personas sean como nosotros creemos que deben ser, olvidando
su libertad, y culpabilizamos a Dios, de manera permanente, porque nuestros
deseos no se cumplen tal como planeamos, sin ser conscientes de que las cosas
son como tienen que ser y no como nosotros deseamos que sean.
Culpabilizamos a Dios por nuestro
sufrimiento, levantando los ojos al cielo y preguntando ¿Por qué a mí?, sin ser
conscientes de que somos los únicos creadores de nuestra propia vida. Dios nos
permite ser, Dios respeta nuestra libertad, la libertad que Él mismo nos ha
dado. En fin, que en vez de aliarnos con Dios para sentir y vivir los atributos
de su Voluntad, le vemos como a ese Ser que está presto a castigarnos y que
parece que colabora poco con nosotros. ¡Qué lejos estamos de la Verdad!, y que
fácil sería vivir una vida llena de amor y felicidad, mucho más fácil de lo que
la mayoría de las personas creen. Lo hace difícil el no saber, o no aceptar,
que la misma Vida es Dios en acción y que su Voluntad ya impregna la Vida. Solo
hay que vivirla y no sufrirla.
La otra
parte de la frase es: “Así en la Tierra como en el Cielo”. ¿Dónde radica la
diferencia entre la Tierra y lo que la oración llama Cielo? El Cielo no es un
lugar, el Cielo es ese estado de conciencia en el que nos encontramos cuando no
tenemos materia, cuando no tenemos cuerpo, mientras que la Tierra es lo que
estamos viviendo, una existencia dentro de un cuerpo.
Cuando
pedimos que se haga la Voluntad de Dios tanto en la Tierra como en el Cielo,
¿Quiere decir que son distintas voluntades? No, es la misma Voluntad, lo que
existe en la vida terrenal, es lo mismo que existe al otro lado de la vida. Y
si los que están al otro lado de la vida de la materia viven una vida de paz,
de amor, de alegría, de felicidad, ¿Qué es lo que impide que a este lado no sea
lo mismo? Solo el pensamiento.
No es un
trabajo de Dios el que Su Voluntad sea la misma en la Tierra que en el Cielo,
solamente es nuestra propia voluntad que así sea.
Ya sabemos
que el amor, el perdón y la bendición, son las energías más poderosas que
existen. Quiero insistir hoy en la bendición porque la bendición es practicar
espiritualmente la bondad hacia otras personas, y la bondad es uno de los
atributos de Dios.
La energía que genera esta práctica
es tan poderosa que incrementa la energía del chakra cardiaco en tal medida que
permite percibir la sensación del Amor Divino, tanto en el emisor, la persona
que bendice, como en el receptor, la persona bendecida.
Hay gran poder en la
palabra bendición. Bendición significa:
-Pedir
el favor de Dios para alguna situación o condición.
-Desear
el bien a una persona o situación.
-Hacer
feliz o próspero.
-Alegrar,
glorificar y alabar.
Bendecir
significa desear y querer el bien ilimitado incondicionalmente, totalmente y
sin reserva alguna,para los demás y
para los acontecimientos de la vida.
Quien sea
bendecido es un ser privilegiado y consagrado. Bendecir significa invocar la
protección divina sobre alguien o sobre algo, pensar en la persona con profundo
reconocimiento, evocarla con gratitud y con amor. Significa además llamar a la
felicidad para que venga sobre la persona.
Podríamos sencillamente decir que
bendecir significa traer el bien a una situación, una condición o una persona.
Un simple "Dios te bendiga" expresado verbalmente, es la descarga del
Poder Infinito del Universo, ansioso y deseoso de envolver a la persona que
requiere de dicha bendición y a la persona que bendice.
Al
despertar, bendice tu día; bendice a la gente al cruzarte con ella por la
calle, en el autobús, en tu lugar de trabajo, bendice a todo el mundo. La paz
de tu bendición será la compañera y la luz de su camino. Mientras paseas,
bendice tu ciudad, bendice a los políticos, a los educadores, a los
barrenderos, a los sacerdotes y a las prostitutas; bendice a todo el mundo.
Cuando
alguien sea agresivo contigo, responde con una bendición silenciosa. Bendícelo
total y sinceramente, porque esas bendiciones son un escudo que te protege de
la ignorancia de sus maldades, y cambia de rumbo la flecha que te han
disparado.
Bendecirlo
todo, bendecir a todos, sin discriminación alguna, es la forma suprema de la bondad,
porque aquellos a los que bendices nunca sabrán de dónde vino aquel rayo de alegría
que cambió su día, y tú no sabrás hasta que punto cambiaste su vida.
Cuando
en tu jornada diaria surja algún suceso inesperado que te desconcierte y eche
por tierra tus planes, ya sea en el trabajo, en tu casa o en la calle, bendice,
porque es seguro que ese desconcierto no es más que una nueva lección de la
vida. Porque ese acontecimiento que te parece tan desagradable, de hecho es una
programación tuya para aprender la lección que corresponde es ese momento.
Cuando
veas a alguien que sufre y llora, o que da muestras de sentirse destrozado por
la vida, bendícelo, llénalo de Energía Divina.
Y
sobre todo no te olvides de bendecir a esa persona maravillosa, absolutamente
bella en su verdadera naturaleza y tan digna de amor, que eres tú.
Es imposible bendecir y juzgar al mismo
tiempo. Con un “Dios te bendiga”, puede ser suficiente, pero puedes dedicar un
poco más de tiempo después de tu meditación, aplicando la formula que te
presento a continuación:
-Levanta
las manos a la altura del pecho, con las palmas dirigidas al frente. Los brazos
cómodos al lado del cuerpo.
-Imagina
que llega una Luz Divina a tu chakra corona y desde allí baja hasta tu pecho, y
sale de tu corazón y de tus manos.
-Piensa
en un momento feliz que te haga revivir una emoción o sentimiento de alegría o
felicidad, (puede estar relacionado con cualquiera, o con cualquier situación).
-Siente
la emoción de ese momento feliz.
-Visualiza
a la persona que quieres bendecir delante de tí y repite en tu interior,
sintiendo esa energía que sale de tu corazón y de las palmas de tus manos:
-“Yo
te bendigo con paz, con amor, con alegría, con serenidad, con abundancia y
prosperidad......”. Bendice con todo lo bueno que deseas para esa persona, como
si fueras tu mismo”.