“Es
difícil permanecer junto a una fragante rosa o a un zorrillo maloliente, sin
ser afectado por sus respectivos olores”, decía el Maestro. “Por ello es
preferible asociarse solamente con rosas humanas”.
PARAMAHANSA YOGANANDA
“Es
difícil permanecer junto a una fragante rosa o a un zorrillo maloliente, sin
ser afectado por sus respectivos olores”, decía el Maestro. “Por ello es
preferible asociarse solamente con rosas humanas”.
PARAMAHANSA YOGANANDA
Cava en el interior.
En el interior está la fuente del bien,
que siempre puede seguir brotando mientras tú sigas cavando.
MARCO
AURELIO
No importa que diga o haga, yo he de
ser bueno; como si el oro, la esmeralda o la púrpura dijeran siempre esto: “No
importa qué diga o haga, he de ser esmeralda y mantener mi color”.
MARCO
AURELIO
¡Que asqueroso y falso
el que dice: “He elegido comportarme contigo con sencillez”! ¿Qué estás
diciendo, hombre? No hay necesidad de andar diciéndolo. Se mostrará por sí
mismo.
Conviene llevarlo
escrito en la frente, que enseguida lo haga sonar la voz, que enseguida salga
de los ojos, como el amado reconoce enseguida todo en la mirada de sus amantes.
Un hombre sencillo y
bueno, debería ser como el que huele a choto, para que el que está a su lado se
de cuenta de que está ahí, lo quiera o no.
El empeño en la
sencillez es como un estilete. Nada es más odioso que la amistad del lobo. Huye
de esto, por encima de todo. El hombre bueno y benévolo lleva eso en los ojos,
no se le oculta.
MARCO AURELIO
En el pequeño pueblo de La Florida,
había un hombre al que todos llamaban "El Tonto Lalo". Durante el
día, Lalo caminaba por las calles con su sombrero desgastado y una sonrisa
torcida, saludando a todos con un amable "¡Buenos días!" que a menudo
era recibido con risas y burlas. Los niños lo seguían, imitando su andar
desgarbado, mientras que los adultos sacudían la cabeza, preguntándose en voz
alta cómo alguien podía ser tan simple.
Sin embargo, lo que los habitantes de La Florida no sabían era que, bajo la luz de la luna, Lalo se transformaba en un héroe anónimo. Con la oscuridad como su cómplice, dejaba canastas de comida en las puertas de las familias necesitadas, reparaba los tejados dañados mientras los dueños dormían y tejía mantas calientes para los ancianos que tiritaban en sus camas.
Nadie sabía quién era el misterioso benefactor, pero las especulaciones llenaban el aire cada mañana cuando los aldeanos encontraban las sorpresas que les esperaban. "Debe ser un ángel", decían algunos. "O quizás un rico señor de la ciudad vecina", sugerían otros. Pero nunca se les ocurrió que el tonto Lalo, el hazmerreír del pueblo, podría tener la astucia y la bondad para realizar tales actos.
La historia de Lalo es un recordatorio de que a menudo subestimamos a las personas basándonos en apariencias y primeras impresiones. En La Florida, Lalo era mucho más que el tonto del pueblo, era su guardián silencioso, su héroe oculto, cuya única recompensa era el conocimiento de que había hecho del mundo un lugar un poco mejor, una buena acción a la vez.
Y a Lalo no le importaba que nadie supiera que el ángel del que hablaban era él. Él ya se sentía feliz con el trabajo realizado, no necesitaba reconocimiento.
Los
seres humanos estamos muy ocupados en lo de siempre que es vivir nuestra
fisicalidad, ya que gran parte de nuestra vida se basa en las sensaciones, las
emociones, las acciones y las reacciones que tenemos como seres corpóreos. Es
decir, estamos muy ocupados en vivir.
Estamos tan ocupados
en vivir que parece difícil que podamos dedicarnos a otra cosa que no tenga una
relación directa con la vida, como podría ser vivir la espiritualidad.
Sin embargo, si algo
tiene una relación directa con la vida física, es el espíritu. El espíritu es
una parte fundamental de la naturaleza humana y tiene una relación estrecha con
el cuerpo físico, aunque no se limite a él.
Es el espíritu el que
anima y da vida al cuerpo físico. En Juan 6:63, Jesús dice: «El espíritu es el
que da vida, la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado
son espíritu y son vida».
La espiritualidad son
las cosas del espíritu y la razón de la vida es la búsqueda de sentido,
propósito y conexión con algo superior a nosotros mismos.
Vivir la
espiritualidad implica cultivar una actitud de apertura, curiosidad, gratitud y
compasión hacia la vida y hacia los demás. También implica reconocer nuestra propia
esencia divina y nuestra conexión con todo lo que existe.
La espiritualidad es
un camino personal, pero también colectivo, porque todos somos parte de un
mismo todo.
Por muy ocupados que
estemos en vivir nuestra fisicalidad no podemos, aunque queramos, olvidarnos de
nuestra espiritualidad. Solo es cuestión de actitud y carácter.
El carácter es el
conjunto de cualidades que nos definen como personas, como la honestidad, la
generosidad, la valentía, la humildad, etc. El carácter se forma a través de
las decisiones que tomamos, las acciones que realizamos y los hábitos que
desarrollamos. El carácter nos hace ser una persona íntegra, respetable y
admirable.
Y no debemos olvidar
mientras estamos viviendo la vida, ayudar a los demás, porque es una forma de
expresar el amor, la bondad y la solidaridad. Ayudar a los demás nos hace
sentir útiles, felices y agradecidos. Podemos ayudar a los demás de muchas
formas, como donando, haciendo voluntariado, enseñando, escuchando,
compartiendo.
Así, usando el cuerpo,
estaremos viviendo la espiritualidad, que es la única razón por la que tenemos
cuerpo.
Querido hijo:
No es irrespetuoso
nada de lo que comentas sobre mi sordera. Como bien dices no me ofendo nunca,
nada me ofende. Rememora tu pasado cuando tus hijos eran unos bebecitos de
pocos meses. ¿Te ofendías por algo que ellos hicieran en su inconsciencia? Tú y tus hermanos que comparten contigo la encarnación en
la Tierra sois mis amados hijos, sois mis bebés, que estáis creciendo en el
amor y en la bondad.
Quiero comenzar
contestando a la pregunta que haces en tu misiva. Preguntas si, realmente,
estoy ahí. Pues sí, estoy ahí, estoy en el cielo, porque Yo Soy el cielo, pero,
también, estoy en la Tierra, porque Yo Soy la Tierra. Estoy en cada nube, en
cada brizna de hierba y en cada grano de arena, porque Yo Soy la nube, la
hierba y la arena. Estoy en el Sol, en cada planeta, en cada satélite y en cada
estrella, porque Yo Soy el Sol, Soy cada planeta, cada satélite y cada
estrella.
Pero aun hay más,
estoy en ti. Y siento tu emoción sin que me la expliques, conozco tu
pensamiento a la vez que tú, escucho cada palabra que sale de tu boca y cada
anhelo que se escapa de tu corazón, acompaño tu mano cuando acaricia, cuando
bendice y cuando golpea y enjugo las lágrimas que resbalan por tus mejillas.
Por lo tanto, siempre
te escucho ¡hijo mío! Y siempre te contesto. Con palabras que no escuchas por
el ruido que mantienes en tu interior, con las señales que pides, que no sabes
interpretar, con sueños que olvidas porque no los consideras interesantes, con
encuentros que calificas de casuales.
De mil maneras me
comunico contigo, pero no me sientes, y no lo haces porque no estás sintonizando
la emisora correcta. Estás centrado en tus problemas, en tus preocupaciones, en
tus más íntimos deseos, en envidiar lo que otros tienen, en criticar todo lo
que no se ajusta a tu creencia.
Y todo eso en lo
que centras tu atención, tu pensamiento, tu emoción y tus palabras, te hacen
sordo a mis respuestas, te hacen ciego a mis señales, te hacen insensible a las
intuiciones y, lo que es peor, te están separando de la vida. No estás viviendo,
porque la vida pasa a tu lado sin que seas consciente de ella. Y es, entonces,
cuando más agobiado te sientes, cuando te acuerdas de mí y levantas los ojos al
cielo pidiendo, rogando, suplicando, implorando, haciéndome culpable.
Tienes que salir
de ese bucle de sufrimiento y conseguir que la paz, la serenidad, la bondad y
el amor aniden en ti. Entonces estarás listo, no solo para poder escucharme, sino
para no tener que pedirme o suplicarme, porque entenderás la razón por la que
determinado acontecimiento se cruza por tu vida. Y si no llegas a entenderlo,
estarás preparado para aceptarlo, porque entenderás que es necesario para poder
llevar a buen término alguna de las enseñanzas que has decidido, aprender en
esta encarnación.
Te amo hijo mío y
te bendigo.
Cada vez que hablamos dejamos
salir una parte de nuestra energía, y producimos imágenes con aquello que
pensamos antes de convertirlo en palabras. ¿Cuántas de nuestras palabras son
positivas?, ¿Cuántas de nuestras palabras son necesarias?, ¿Cuántas de nuestras
palabras son verdad? Si lo que queremos decir no es bueno, ni necesario, ni
verdadero, es mejor quedarse callados y no decir nada. Así no ensuciaremos
nuestro entorno con la energía negativa de nuestras proyecciones y no
perderemos nuestra energía inútilmente.
Hemos de ser como un espejo que
escucha y refleja la energía, sin más. Hemos de ser como el Universo que acepta sin condiciones nuestros
pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones y todo
lo que hace es enviarnos el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de
las diferentes circunstancias que se presentan en nuestra vida.
Si tus palabras se identifican con el
éxito, tendrás éxito, si tus palabras son de rabia, tendrás más rabia; si tus
palabras son de ira, esta te inundará completamente; si tus palabras son de
miedo, sentirás terror; si hablas de fracasos, fracasarás.
Nuestra vida solamente es el reflejo de
nuestro parloteo interno. Aprende a escuchar y a reflejar esa energía sin
emociones ni prejuicios, y calla si no tienes algo bueno, necesario o verdadero
que decir.
Aprende
el arte de la discreción, es una buena manera de evitar la opinión de los demás
y así tu vida se volverá tranquila, volviéndote invisible, misterioso e
indefinible. Mantener en el exterior el silencio interno ayuda a evaluar todo
lo que se presenta y poder así tomar las decisiones de manera acertada.
Con la discreción y el silencio, evitas
las críticas y los juicios sobre los otros, que además de una perdida inútil de
energía, lo único que hacen es esconder tus propias debilidades, ya que todo lo
que criticamos de los otros son proyecciones de nuestras debilidades, son
manifestaciones de toda la negatividad no resuelta que aun anida en nuestro
interior.
Permite que cada persona resuelva sus
problemas, ¡bastante tenemos cada uno con los nuestros! Y, además, es bueno
preservar nuestra energía para ir resolviéndolos poco a poco. Cuando atacas,
muestras tus propias debilidades, cuando te defiendes estás entregando tu
energía a quien no se la merece; así que no ataques, pero tampoco te defiendes,
escucha las opiniones sobre ti, como si oyeras llover, acuérdate del espejo,
deja que la energía envenenada que llegue a ti, rebote sobre el emisor. A fin
de cuentas, sólo son palabras, solo son opiniones.
Tu silencio interno te fortalece y
te vivifica, tu silencio externo preserva tu energía. Calla si lo que tienes
que decir no es ni bueno, ni necesario, ni verdadero; pero tampoco permitas que
te cuenten mentiras, inutilidades o maldades. Eres tú, con tu propia energía,
quien va a atraer a los chismosos, a los mentirosos o a los que hablan por
hablar. Eres tú, con tu propia energía, quien decide si quieres rodearte de
sabios o de mequetrefes.
Tu energía
eres tú, los que te rodean son el reflejo de tu energía. ¡Tú decides!