El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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jueves, 28 de diciembre de 2023

Sobre la vida (Diario íntimo de un babau)

 


  Jueves 28 de diciembre 2023

 

Nos pasamos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

Oscar Wilde

 

 

“Todo el mundo habla del espacio como si no fuera nada. Pero, ¿cuál es el poder que permite a todas las cosas estabilizarse en sistemas orbitales? ¿Qué es aquello que sostiene vuestra tierra en el vacío? ¿Quién mantiene vuestra Vía Láctea, con sus diez mil millones de soles? ¿Qué es lo que los sostiene? ¿Qué es lo que hace que vuestro sol esté en su posición? ¿Y qué es lo que permite el paso de toda la materia? ¿Y cuál es realmente la autopista por la que viaja la luz? ¿Tú contestas: «Nada»? Enséñame nada que pueda sostener diez billones de soles y sus sistemas solares respectivos.

Estás aquí para crecer; estás aquí para crear la realidad, no para mantener el statu quo. Estás aquí para crecer en conocimiento, filosofía y luego en la verdad. Estás aquí para vivir, no para tenerle miedo a la vida. Estás aquí para utilizar tu cerebro en la creación de pensamientos y conquistar tu ignorancia”.

Los dos párrafos anteriores son escritos de Rhamta, que es el nombre de una entidad espiritual que supuestamente se comunica a través de una mujer llamada JZ Knight, que le permite usar su cuerpo para transmitir su mensaje a la humanidad. Según Knight, Rhamta es un antiguo guerrero de la mítica isla continente de Lemuria, que luchó en una batalla contra el ejército de Atlantis hace más de 35.000 años. Sus enseñanzas y sabiduría han sido plasmadas en numerosos libros sobre espiritualidad y mística.

Estaban aquí, como bailando, al final de lo escrito, seguramente para comentarlos en algún momento. Y me los encuentro hoy que he abierto el diario, después de 6 meses, para hacer un comentario sobre la vida. Comentario que me enrojece después de leer los párrafos de Rhamta.

El comentario completo era: Yo pensaba que tenía una vida de mierda, pero no, la realidad es que no tengo vida. Solo vegeto, solo existo, solo estoy.

Sin embargo, llegado a este punto, otros dos pensamientos han aparecido en mi mente: El primero ha sido, ¿por qué digo que no tengo vida? Pues porque no hago nada de lo que, realmente, me apetece. Solo me dedico a la casa, (cocinar, lavar platos, poner lavadoras, planchar, etc.) y a mi hijo, con el que estoy, ahora que tiene las vacaciones de verano, desde que se levanta hasta que se acuesta, un día tras otro. No leo, no escribo, no medito.

Pero, a la vez, aparece un segundo pensamiento: Lo que yo estoy haciendo desde hace 4 años, es lo que hacen millones de personas y, sobre todo, mujeres. ¿Pensaran ellas que no tienen vida o que su vida es una mierda?

Es una curiosa forma la que hemos elegido millones de personas para crecer, que es de lo que trata la vida, tal como dice Rhamta. Aunque, supongo, que crecerán más las mujeres que se sientes felices y orgullosas por ese trabajo, no remunerado, que realizan, que yo mismo, que no estoy nada satisfecho del trabajo que me he asignado para crecer.

viernes, 7 de abril de 2023

Jueves Santo

 


Jueves 6 de abril 2023

 

Hoy es Jueves Santo, festividad católico-cristiana, que conmemora la última cena que realizó Jesús con sus discípulos, según cuentan diferentes escritos y, cada Jueves Santo, la iglesia católica quiere que recordemos la experiencia del amor fraterno que Jesús quiso expresar en el gesto del lavatorio de los pies, que es expresión del amor hecho servicio.

Parece un buen día para reflexionar, y mi cerebro, desde primera hora de la mañana, lo ha sentido y ha comenzado con preguntas, un poco etéreas, ya que la respuesta a la pregunta que ha comenzado a hacer, con más insistencia, parece difícil de contestar.

La pregunta es: ¿Cuánto habré crecido a lo largo y ancho de mi vida?  Y este crecimiento no se refiere al cuerpo físico, ya que por lo que respecta al cuerpo estoy bastante crecidito. Se refiere a mi sabiduría. Ella es la que tiene que crecer.

La respuesta de cuanto he crecido no es tan clara como decir que dos más dos son cuatro. Es algo más complicado y, para tratar de acercarme a la respuesta, he partido de la idea del amor hecho servicio. Es decir, ¿hasta donde llega mi capacidad de servir?

Aunque antes de analizar la evolución de mi vida como servicio creo que sería bueno saber cual es mi punto de partida o, lo que es lo mismo, saber desde que nivel de sabiduría he comenzado la andadura de mi vida.

Tengo muy claro que todo es cuestión de creencias. Lo que yo creo es verdad para mí, así como lo que tú crees es verdad para ti. Y cada uno, tú y yo, nos vamos a mover por la vida en función de esas verdades que, por supuesto, no van a ser iguales, incluso, pueden ser opuestas, (aunque por eso no tenemos que pelearnos. Tenemos que respetarnos).

La misma sabiduría es, no solo, la aceptación de determinadas verdades, sino la actuación y el comportamiento, de manera coherente, en consonancia con dichas verdades. Es decir, pensar, hablar y actuar de manera congruente. O, lo que es lo mismo, se trata de actuar según lo que se habla y de hablar según lo que se piensa.

 Por lo tanto, pienso que, si analizo cada una de mis creencias, sobre la vida, sobre Dios, sobre la muerte, sobre el amor, sobre la Creación, entre otras, podré saber cuánto ha sido mi crecimiento.

Siempre me ha parecido que la vida y Dios son dos conceptos que parecen estar muy unidos. Lo pensaba en mi adolescencia y, lo sigo pensando ahora: “Si somos hijos de Dios y estamos en la vida, seguro que algo tiene que ver Dios con nuestra vida”. Hoy creo que son indisolubles.  

La pregunta que siempre me he hecho es si he nacido para hacer algo concreto, si tengo o, mejor, si cada uno de los seres humanos, tenemos una misión determinada que realizar en la vida. La respuesta a esta pregunta ha sido muy cambiante. Demasiado cambiante. Tanto que no me ha ido danto tiempo para ir asimilando las distintas creencias que han ido apareciendo en relación a la vida.

La primera creencia sobre la vida fue, totalmente, material, porque espiritualidad me enseñaron poca. Todo lo que hicieron mis enseñantes, sobre todo en el colegio, que era muy católico, con una gran influencia religiosa, fue aterrorizarme. Y huyendo de ese terror me volqué en la vida física. Entonces creía que, si no pensaba en una cosa, para mí no existía. Y aunque no sabía muy bien de donde procedía ese pensamiento, resulta que es coincidente con mi creencia actual sobre la vida: Yo puedo crear mi propia realidad.

Pero mejor sigo la secuencia, sin adelantar acontecimientos. Nací en una cuna católica, y eso marca mucho. Me enseñaron que Dios, es nuestro Padre que está en los cielos, que nos ama mucho, gracias a lo cual perdona nuestros pecados, si nos arrepentimos de ellos, pero que si morimos en pecado íbamos de cabeza al infierno. Teniendo en cuenta lo que contaban, entonces, del infierno, pensaba que “mucho amor no parecía tenernos nuestro Creador, cuando nos enviaba al fuego eterno, porque ¿qué padre, por mucho malo que hayas hecho, te castiga de manera tan terrible?

Para alejarme de tanto terror me olvidé del Dios que me estaban enseñando y me creé un Dios a mi conveniencia, pero eso hizo que se acabara mi religiosidad, antes de empezar, y comenzara a practicar una espiritualidad creada a la conveniencia de mis creencias.

Tengo que dejarlo aquí. Es muy tarde. Mañana sigo. 

lunes, 19 de diciembre de 2022

Sanar el cuerpo, sanar las emociones

 


              Los conceptos sanación y crecimiento, sanación y expansión de la conciencia, o sanación y construcción del carácter, no suelen ir habitualmente unidos. Es posible, en algunas ocasiones, que algunos terapeutas y sanadores, los unan, de alguna manera, cuando recomiendan a la persona que ha de realizar algún tipo de trabajo interior para recuperar su salud, al menos, su salud emocional.

              Pero cuantas enfermedades, cuantos sufrimientos, cuanta infelicidad, cuantos desequilibrios emocionales y cuantos problemas mentales, se podría ahorrar el género humano si nos enseñaran a buscar nuestro equilibrio interior, antes o a la vez que aprendemos a leer y a escribir.

              Nacer, crecer, envejecer y morir, es un ritmo continuo, y aunque para cada persona es una experiencia nueva, única e irrepetible, estamos en el mundo tan acostumbrados a ese fluir, que no suele afectarnos mucho el paso por cada una de estas estaciones hasta que nos toca transitarla personalmente. Y en este fluir continuo de la vida casi nadie se plantea que exista otra manera de vivir distinta a como se viene aprendiendo hace miles o millones de vidas. Vivimos para subsistir, ignorantes de nuestra procedencia, de nuestro destino, del camino a transitar e ignorantes del vehículo necesario para dicho transito.

              En cada uno de los ritmos de la vida, se intercala con frecuencia otro concepto, que es la enfermedad y, en el mismo aprendizaje, nos enseñan que las enfermedades se sanan, normalmente ingiriendo diversos productos. Unos abogan por productos químicos y otros por productos naturales, pero en casi todos los casos hay que ingerir algo para contrarrestar la enfermedad, muy pocos hablan de equilibrio interior como remedio sanador y, mucho menos, como remedio inhibidor de la enfermedad.

              Son pocos los que se han planteado que en vez de atacar la enfermedad se podría prevenir. Y aunque parezca que, en la actualidad, hay más seguidores de esta teoría, solo es un espejismo y palabrería que se utiliza como fachada de evolución en las redes sociales.

              Sin embargo la búsqueda y la consecución del equilibrio interior es la mejor medicina para atacar la enfermedad y, aun más, es el mejor inhibidor de enfermedades. 

              El amor, la felicidad, la paz, la serenidad, la alegría son estados que el ser humano busca afanosamente en el exterior, como todo. Para el ser humano no existe un interior, y ni tan siquiera comprende que el amor, por ejemplo, sea una energía y no sea una emoción generada por el contacto con otra persona. Como no comprende que el primer ser objeto de esa energía de amor ha de ser él mismo. Cree que esto, tal como se lo han enseñado, es egoísmo.

Es este planteamiento erróneo la base que va a sustentar la enfermedad. No sabe que el amor es energía, no sabe que se encuentra en su interior, no sabe que ha de amarse a sí mismo, y valorarse, y respetarse. No sabe que cualquier cosa que se encuentra en el exterior tiene fecha de caducidad. Por lo tanto, se “enamora”, hasta que un día dice que se acaba el amor, (El Amor, el auténtico Amor no se acaba nunca. Si alguien dice que se acabó el amor es que nunca ha amado), y ha de finalizar su relación. Eso le causa un dolor intenso, que no es más que energía, y como nadie le ha enseñado a manejar las emociones y vivir en el presente, recuerda el hecho de su separación un minuto tras otro, generando una energía que emponzoña todo su cuerpo energético. Esa mugre energética es la que va a ir alimentando su cuerpo y poco a poco enfermándolo. A partir de aquí le recetarán pastillas para que se olvide del hecho, pastillas para la ansiedad, pastillas para dormir y así una pastilla tras otra.

              Con lo fácil que hubiera sido si, de pequeñito, le hubieran explicado que es un alma, que tiene que activar su centro del amor por él mismo, que ha venido justamente a aprender a realizar esa activación para amar a toda la humanidad. Que en su aprendizaje se encontrará con otras personas con las que formará pareja una temporada para realizar una tarea determinada y que, normalmente, esa relación finalizará un día, y que gracias a su amor, a su respeto y a su generosidad, será una separación, no traumática, en la que se mantendrá el amor, sin dolor y sin sufrimiento.

              Ya que no nos han enseñado esto de pequeños, podemos intentar aprenderlo ahora. Podemos comenzar a realizar ese viaje a nuestro interior, y ese viaje comienza con el silencio. Con el silencio mental. Tienes que empezar a dominar tus pensamientos, tienes que aprender a vivir el “ahora”. Es difícil, es muy difícil, es dificilísimo. Te digo esto para que no pienses que te vas a sentar a silenciar la mente y lo vas a conseguir en un minuto. No. Es una tarea que no se consigue en mucho, en muchísimo tiempo, e incluso no se si se llega a conseguir alguna vez completamente.

              Pero mejor empezar. Cuanto más tarde se empiece más tiempo seremos infelices.

              Empieza por hacer algo muy sencillito. Se consciente de tu respiración:

  • Siéntate. Con los pies bien apoyados en el piso.
  • Deja las manos encima de los muslos con las palmas mirando arriba. (Déjate de mudras, solo vamos a aprender a respirar).
  • Cierra los ojos o déjalos una décima parte abiertos, para que entre un poco de luz y enfoca la mirada en la punta de la nariz.
  • Coloca la punta de la lengua tocando el paladar.
  • Trata de respirar por la nariz, tanto la inhalación como la exhalación.
  • Trata de hacer una respiración abdominal. El abdomen se infla cuando inhalas y de desinfla cuando exhalas. (Así respirarás menos veces que si haces una respiración clavicular. Y al respirar más lento se reducirá tu metabolismo y eso hará que los pensamientos aparezcan también más lentamente).
  • Como a la segunda o tercera respiración ya vas a estar enganchado a algún pensamiento, para que eso no pase cuenta las respiraciones: Inhala 1, exhala 2, inhala 3, exhala 4, y así sucesivamente.
  • Cuando te des cuenta de que estás pensando vuelve a comenzar por uno.
  • A ver hasta cuanto llegas.
  • Con quince minutos cada día, de momento, tienes suficiente.

 

Muy bien. Estás meditando.

 

              

jueves, 19 de marzo de 2020

Diario íntimo de un Trabajador de la Luz (4)


Cinco vidas en una



He vivido en quince poblaciones de tres países diferentes y he realizado más de una treintena de mudanzas. Sí, es cierto, mi chakra base nunca ha sido muy grande, comparado con el resto de chakras, y eso, a pesar de trabajar específicamente en él desde que conozco que somos energía. Si tenemos en cuenta que este chakra también tiene que ver con el dinero ya podéis haceros una idea de cómo se encuentra mi estado de cuentas. Pues tan escurrido como el chakra.

Todos los cambios de vivienda, de población y de país los he realizado sin mirar atrás, sin añoranza por lo que dejaba y con una cierta ilusión, tampoco excesiva, por lo nuevo que estaba entrando en mi vida.

No tengo mal recuerdo de ninguno de los lugares donde he vivido, excepto dos. Uno cuando era muy pequeño. No creo que tuviera más de cinco años. Nos fuimos a vivir a una especie de cuarto en el subsuelo de una panadería, (mis padres eran más pobres de lo que yo lo soy ahora), y recuerdo por las noches ver pasar por delante de la puerta de la habitación a los panaderos que estaban trabajando haciendo el pan. A mí eso me asustaba. Pensaba que eran demonios vestidos de blanco que venían por nosotros en mitad de la noche.

El otro, treinta y tantos años después, fue mi estancia en un mini piso al que me fui cuando me separé por primera vez. Era un sitio muy frío, inhóspito, con cuatro muebles destartalados. Dormía vestido arropado por todas las ropas de que disponía entonces. Estuve dos meses en esa especie de Siberia, y puedo decir, sin temor a equivocarme, que fueron los peores de mi vida, con diferencia, ya que al dolor de la separación se unía el frío y la incomodidad. Es posible que una separación traumática, como fue la mía, viviendo en un palacio hubiera sido más llevadera.

Tengo claro que he llegado a esta vida con una buena parte de la asignatura del desapego aprobada en alguna de mis vidas anteriores. Reconozco su importancia porque el apego es, justamente, una de las emociones que mayor sufrimiento provoca en mis compañeros de viaje por la vida.

El diccionario, que es quien más sabe de definiciones, define el apego como una inclinación especial hacia algo o hacia alguien. Esta inclinación hacia alguien puede generar un vínculo afectivo y a través de este vínculo se espera encontrar protección, paz, felicidad, seguridad y hasta amor. 

Creo que este es uno de los grandes males de los seres humanos. Los otros dos grandes males son el no saber realmente quienes son y el no saber para qué venimos a la vida.

Afortunadamente solo he convivido durante una parte de mi vida, unos cuarenta años, con los dos últimos. ¡Que ya es bastante! Pero de apego creo no haber sufrido ni un gramo.

Vivo independiente desde los diecisiete años. Me he casado tres veces y tengo dos hijos y dos nietos, una niña de diez años y un niño de ocho que es la misma edad que tiene mi hijo pequeño, es decir, su tío.

Estoy a punto de cumplir setenta años. Nunca pensé que llegaría tan lejos, teniendo en cuenta que todos los hombres de mi familia, por la rama paterna, murieron con sesenta y cuatro años. Siempre hay excepciones que confirman la regla. Me he programado para vivir 92 años.

Reflexionando sobre la nomadicidad y las vicisitudes de mí vida me siento como si hubiera vivido, al menos, cinco vidas en una.

Cuento como primera vida el tiempo transcurrido desde mi nacimiento hasta que abandoné el hogar de mis padres para vivir una vida independiente con diecisiete años, a novecientos kilómetros del que había sido mi hogar.

La segunda vida abarca un ciclo, también de diecisiete años, desde mi independencia hasta el divorcio de mi primera esposa y madre de mi hija mayor.

Es curioso, ahora soy consciente de que el ciclo de la tercera vida, también, tiene una duración de diecisiete años, tiempo en el que volví a casarme y a separarme por segunda vez mientras iniciaba el acceso a una vida más espiritual.

La cuarta vida engloba una vida en solitario, sin pareja, regentando un centro de yoga y salud, en el que daba clases de yoga, guiaba meditaciones, realizaba cursos de formación de terapeutas y hacía sanación.  Este ciclo fue más corto, de tan solo diez años. Fue una etapa de intenso aprendizaje.

Y, por último, la quinta vida, la vida en la que me encuentro desde hace diez años, lejos de mi país de nacimiento, dedicándome básicamente a mi hijo, a mi esposa, a la sanación y la escritura.  

En plena cuarentena por el Covid19, confinado en casa como el resto del mundo, ¿estaré iniciando mi sexta vida o será la Tierra y con ella la humanidad la que está iniciando una nueva etapa?

Hace tiempo que escucho y leo, sin llegar a creérmelo, que la humanidad está dando un salto importante en su crecimiento. Supongo que debíamos ir demasiado lentos y “alguien” ha decidido darnos un empujoncito. Porque si de esta crisis no sacamos la enseñanza de que todos somos lo mismo y de que ayudando y respetando al otro, me estoy ayudando y respetando a mí, no habrá servido de nada tantas muertes, tanto dolor, tanta carencia y tanto sufrimiento.

¡Cuídense y así cuidarán al otro!

¡Bendiciones!

 CONTINUARÁ

Como la canción "Resistiré" del Dúo Dinámico se ha puesto rabiosamente de moda, la comparto con vosotros.


viernes, 6 de julio de 2018

Crecimiento espiritual


            Y dijo el Maestro:
           Si creces espiritualmente para tu propio lucimiento, es un crecimiento incompleto.
            Si no te sientes reconocido por tu sabiduría espiritual, por tus magnificas clases o terapias, o por tu altruismo, es un crecimiento incompleto.
            Si ante los avatares de la vida crees que Dios no es justo contigo, porque opinas que estás dando mucho más que lo que recibes, es un crecimiento incompleto.
            Si realizas tu trabajo espiritual en termino de ganancias económicas, en lugar de entrega, es un crecimiento incompleto.
            Si le temes al fracaso, es un crecimiento incompleto.
            Si engañas, si criticas, si juzgas, si envidias o te comparas con otros, es un crecimiento incompleto.
            Si no piensas en los demás, tanto como en ti mismo, es un crecimiento incompleto.
            Si das lo que te sobra, en lugar de dar lo que te falta, es un crecimiento incompleto.


            Un crecimiento espiritual completo es el de aquel a quien todos encuentran cuando le pueden necesitar porque saben que van a obtener su ayuda, bien sea material o emocional, porque saben que les va a dedicar su tiempo, acompañando, escuchando, respetando, comprendiendo, aconsejando, sin recibir de él una crítica, un enfado, una queja, un reproche. Él sabe que le necesitan y punto.

Y es posible que no sepa lo que es la meditación, ni haya oído hablar nunca de yoga y que no sea flexible por su abultada barriga, porque come carne a diario ya que no le gusta lo verde, que nunca ha escuchado hablar de Maestros Ascendidos, de Reiki o de energía, que no entra en los lugares de culto porque no cree en las religiones. El solo cree en Dios, en los seres humanos, en el amor, en la compasión, es la ternura, en la dulzura, en la misericordia.

Si creces para la galería es incompleto, porque está recubierto de orgullo, de soberbia. Y la soberbia espiritual es un poco difícil de erradicar, porque cuesta trabajo de percibir en uno mismo.



             
           
           


           

miércoles, 8 de junio de 2016

Relaciones

PERLAS PARA EL ALMA



Cuando el ser humano consiga ahondar en su interior, y llegue a ese lugar en el que se encuentra el Amor, la Paz, la Felicidad y la Alegría, no existirán para él ni afinidades ni desencuentros con las personas con las que vaya interactuando, ya que no necesitará nada ni nadie para ser completo, y cada relación será un complemento y una oportunidad de crecimiento. 


martes, 24 de mayo de 2016

La pareja y el Amor Divino

PERLAS PARA EL ALMA

La pareja, que es el mejor campo de aprendizaje y de crecimiento para el alma,  se ha convertido, desgraciadamente, en un campo de batalla, en un campo de deudas kármicas, que ata a sus integrantes al ciclo de reencarnaciones para tratar de liberar en vidas posteriores los efectos nocivos de esas relaciones dañinas.

La pareja es el espacio ideal para empezar a desarrollar el Amor Divino. Nada es dado porque sí, todo se ha de trabajar, el Amor Divino también, y la mejor universidad del Amor Divino es la pareja.


Mantener el amor “humano” del enamoramiento más allá del inicio de la relación, más allá del nacimiento de los niños, más allá de la jubilación, es desarrollar el Amor Divino.
Sentir como se abre tu pecho cuando miras a tu pareja en cualquier situación, es desarrollar el Amor Divino.
Decir de manera permanente a tu pareja cuanto la amas y cuanto te importa, es desarrollar el Amor Divino.
Escuchar a tu pareja, apoyarla, reconocer sus éxitos, es desarrollar el Amor Divino.
Mantener y reforzar la confianza entre los dos, es desarrollar el Amor Divino.
Nadie es servidor de nadie, repartirse el trabajo y la educación de los niños, es desarrollar el Amor Divino.
Respetar la libertad del otro y sus diferencias, es desarrollar el Amor Divino.
Comunicarse, no olvidarse de contar nada, no dejar que se enquisten las dudas y los problemas, es desarrollar el Amor Divino.

Si creen que el proyecto común ha concluido, hacer lo que corresponda con amor, con comprensión, con generosidad, es desarrollar el Amor Divino.


miércoles, 4 de mayo de 2016

Fui a mi clase de yoga y me encontré con Dios

Encomiéndate a Dios de todo corazón,
que muchas veces suele llover sus misericordias
en el tiempo que están más secas las esperanzas.
Miguel de Cervantes

Son millones las personas que en la actualidad se encuentran desarrollando algún tipo de trabajo, llamémosle de crecimiento, aunque posiblemente muchas de ellas no lo califiquen así, bien sea porque su único objetivo es mantener un nivel adecuado de estrés, o encontrar la paz, o mantener una salud óptima, o adelgazar, o mejorar las relaciones con su entorno, o vaya usted a saber las razones por las que cada persona comienza a hacer yoga, a meditar, a leer, o a asistir a cursos, charlas y conferencias, que tratan de esa otra parte del ser humano que no se ve, pero que no solo dejan a la persona con una serenidad especial, sino que la permiten moverse por el mundo con una fuerza emocional desconocida.



         Pues aunque no lo sepan, están creciendo, están madurando, están fortaleciendo su carácter, están expandiendo su conciencia, o lo que es lo mismo están comenzando a realizar el trabajo para el que han venido a la vida: conectarse con su alma y comenzar a vivir desde el corazón. Muchos serán conscientes al cabo de cierto tiempo, otros puede ser que nunca. Pero es igual, aunque se realice el camino con los ojos vendados se avanza en el camino, ya se quitarán la venda cuando sea el momento.


         Pero aún hay más, con los ojos vendados, o sin venda en los ojos, creyendo que están creciendo en conciencia o solo liberando su estrés, avanzando rápido o caminando a paso lento, se van a topar con Dios. Lo sepan o no, crean en Él o no, ahí está, porque Dios les envuelve y su crecimiento no es más que comenzar a vibrar de manera más sutil, no es más que ampliar su campo energético, no es más que agrandar sus chakras, no es más que sustituir sus energías sucias, lentas y pesadas por otras energías más limpias, brillantes y luminosas, acercándose, sin ellos saberlo a la Energía Divina. 


domingo, 13 de diciembre de 2015

¿Por qué no somos felices? (y 2)


¿Qué es madurar y dejar de comportarse como bebés? Está claro que el mero hecho de vivir ya comporta un crecimiento y una evolución, pero no son más que la evolución y el crecimiento de vida. El hecho de envejecer no supone ningún plus en habilidades interiores.

¿Qué es, entonces, madurar, evolución o crecimiento interior?:

-          Madurar supone llegar a ser libres interiormente.
-    Es conseguir una transformación que nos va a dar la capacidad de elegir como nos queremos sentir.
-       Es una transformación en la que podemos ver y sentir, de un modo natural, una realidad que está más allá de lo que ha sido hasta ahora la propia experiencia, ya que permite ver el mundo con una amplitud y una profundidad desconocidas hasta ahora.
-     Es un trabajo para contemplar la Realidad, para contemplar la Verdad, para encontrarse con Dios.
-       Es ver con ojos nuevos, es descubrir, no solo intelectualmente, sino desde el corazón, que somos UNO con el Universo, es ver la conexión de todo lo creado.

También hablamos de conciencia. Pero ¿Qué es la conciencia? La conciencia es el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno. Por lo tanto desarrollar la conciencia es llevar ese conocimiento al límite extremo para conocer absolutamente todo de uno mismo, y todo es: Cuerpo, mente, energía, emociones, espiritualidad. La conciencia, que empieza con el conocimiento de uno mismo en lo físico, se expande hasta límites que no pueden ser percibidos por el cerebro humano.

Y por último hablamos de construcción de carácter: Esta va a ser la clave. Vamos a crecer y a evolucionar construyendo nuestro carácter.

El carácter de una persona lo constituyen las peculiaridades o cualidades que la distinguen de los demás.

Construimos nuestro carácter al repetir pensamientos, al repetir emociones y sentimientos, y por los hechos que resultan de ellos.

Repite un hecho muy a menudo, frecuentemente, y se convertirá en un hábito.



Un pensamiento puede desaparecer pronto, podemos olvidar cualquier hecho, pero ambos dejan una marca en el carácter, aunque sea ligero. Si no desaparecen pronto y se vuelven costumbre, graban profundamente. Todo es energía.

El carácter es la colección de hábitos y tendencias que hemos construido en todos nuestros cuerpos. Es la acumulación de hábitos del cuerpo, de las emociones y sentimientos, de los hábitos de la manera de pensar y de la moral, hábitos de obedecer a la voz de la conciencia, o de ceder a la tentación, como también, hábitos de entrenamiento en todos los campos del esfuerzo. Es lo que hemos construido en nosotros mismos.

El carácter es el ropaje interno e invisible que el Ego teje alrededor de sí mediante sus pensamientos y acciones, hebra por hebra, fibra por fibra. Durante la vida mejoramos este carácter, o lo degradamos y lo echamos a perder. Al final de la vida, el carácter todavía permanece como una acumulación de fuerzas y energías, y como tal, no puede ser aniquilado ni destruido. ¿Qué le sucede al carácter después de la muerte?

Pues que permanece inalterado y latente hasta que el alma decide encarnarse en un nuevo cuerpo, momento en el que en su bolsa de viaje aparece el carácter forjado vidas tras vida. Así el recién nacido es virtualmente una reproducción de la persona que ya existió en vidas anteriores.

El carácter de una persona está profundamente arraigado y no cambia de un día para otro, o de hora en hora, como lo hacen nuestra manera de pensar y nuestros sentimientos. No podemos cambiar nuestro carácter como lo hacemos con nuestra disposición de ánimo, en un instante, pero podemos cambiarlo y remodelarlo con el mismo método que utilizamos al construirlo. Si un edificio no es lo que debería de ser, y queremos remodelarlo o reconstruirlo, eso sólo puede lograrse al reemplazar partes defectuosas por unas nuevas y mejor diseñadas, y esto debe hacerse poco a poco.

No puede lograrse con un impulso sencillo, sino mediante un proceso lento y laborioso. No existen atajos para remodelar el carácter. Esa es la razón por la cual las resoluciones de Año Nuevo, ahora que lo tenemos a la vuelta de la esquina, aunque beneficiosas, son tan a menudo inefectivas. En nuestra euforia pasamos por alto la realidad de que lo que esperamos que cambie con un mínimo esfuerzo, fue construido por pensamientos y hechos, repetidos una y otra vez, durante largos periodos en el pasado. A fin de que funcione, el esfuerzo debe ser constantemente renovado y resueltamente continuado a lo largo del año, mes a mes, día a día.

La Sabiduría Oriental lo expresa así:

Si siembro un pensamiento, cosecharé una acción;
 si siembro una acción, cosecharé un hábito;
  si siembro un hábito, cosecharé un carácter;
   si siembro un carácter, cosecharé un destino.


              Pero puede hacerse. Solo hay que ponerse. ¡Querer es poder!

martes, 8 de septiembre de 2015

Enseñame a meditar


            Los conceptos sanación y crecimiento, sanación y expansión de la conciencia, o sanación y construcción del carácter, no suelen ir habitualmente unidos. Es posible, en algunas ocasiones, que algunos terapeutas y sanadores, los unan, de alguna manera, cuando recomiendan a la persona que ha de realizar algún tipo de trabajo interior para recuperar su salud, al menos, su salud emocional.
            Pero cuantas enfermedades, cuantos sufrimientos, cuanta infelicidad, cuantos desequilibrios emocionales y cuantos problemas mentales, se podría ahorrar el género humano si nos enseñaran a buscar nuestro equilibrio interior antes, o a la vez que aprendemos a leer y a escribir.
            Nacer, crecer, envejecer y morir, es un ritmo continuo, y aunque para cada persona es una experiencia nueva, única e irrepetible, estamos en el mundo tan acostumbrados a ese fluir, que no suele afectarnos mucho al paso por cada una de estas estaciones hasta que nos toca transitarla personalmente. Y en este fluir continuo de la vida casi nadie se plantea que exista otra manera de vivir distinta a como se viene aprendiendo hace miles o millones de vidas. Vivimos para subsistir, ignorantes de nuestra procedencia, ignorantes de nuestro destino, ignorantes del camino a transitar e ignorantes del vehículo necesario para dicho transito.
            En cada uno de los ritmos de la vida, se intercala con frecuencia otro concepto, que es la enfermedad, y en el mismo aprendizaje nos enseñan que las enfermedades  se sanan, normalmente ingiriendo diversos productos, unos abogan por productos químicos y otros por productos naturales, pero en casi todos los casos hay que ingerir algo para contrarrestar la enfermedad, muy pocos hablan de equilibrio interior como remedio sanador, y mucho menos como remedio inhibidor de la enfermedad.
            Son pocos los que se han planteado que en vez de atacar la enfermedad se podría prevenir. Y aunque parezca que en la actualidad hay más seguidores de esta teoría, solo es un espejismo y palabrería que se utiliza como fachada de evolución en las redes sociales.
            Sin embargo la búsqueda y la consecución del equilibrio interior es la mejor medicina para atacar la enfermedad y, aun más, es el mejor inhibidor de enfermedades. 
            El amor, la felicidad, la paz, la serenidad, la alegría son estados que el ser humano busca afanosamente en el exterior, como todo. Para el ser humano no existe un interior, y ni tan siquiera comprende que el amor, por ejemplo, sea una energía y no sea una emoción generada por el contacto con otra persona. Como no comprende que el primer ser objeto de esa energía de amor ha de ser él mismo. Cree que esto, tal como se lo han enseñado es egoísmo. Es este planteamiento erróneo la base que va a sustentar la enfermedad. No sabe que el amor es energía, no sabe que se encuentra en su interior, no sabe que ha de amarse a sí mismo, y valorarse, y respetarse. No sabe que cualquier cosa que se encuentra en el exterior tiene fecha de caducidad. Por lo tanto, se “enamora”, hasta que un día dice que se acaba el amor, (El Amor, el auténtico Amor no se acaba nunca. Si alguien dice que se acabó el amor es que nunca ha amado), y ha de finalizar su relación. Eso le causa un dolor intenso, que no es más que energía, y como nadie le ha enseñado a manejar las emociones y vivir en el presente, recuerda el hecho de su separación un minuto tras otro, generando una energía que emponzoña todo su cuerpo energético. Esa mugre energética es la que va a ir alimentando su cuerpo y poco a poco enfermándolo. A partir de aquí le recetarán pastillas para que se olvide del hecho, pastillas para la ansiedad, pastillas para dormir y así una pastilla tras otra.
            Con lo fácil que hubiera sido si de pequeñito le hubieran explicado que es un alma, que tiene que activar su centro del amor por él mismo, que ha venido justamente a aprender a realizar esa activación para amar a toda la humanidad. Que en su aprendizaje se encontrará con otras personas con las que formará pareja una temporada para realizar una tarea determinada y que normalmente esa relación finalizará un día, y que gracias a su amor, a su respeto y a su generosidad, será una separación no traumática en la que se mantendrá el amor, sin dolor y sin sufrimiento.
            Ya que no nos han enseñado esto de pequeños, podemos intentar aprenderlo ahora. Podemos comenzar a realizar ese viaje a nuestro interior, y ese viaje comienza con el silencio. Con el silencio mental. Tienes que empezar a dominar tus pensamientos, tienes que aprender a vivir el “ahora”. Es difícil, es muy difícil, es dificilísimo. Te digo esto para que no pienses que te vas a sentar a silenciar la mente y lo vas a conseguir en un minuto. No. Es una tarea que no se consigue en mucho, en muchísimo tiempo, e incluso no se si se llega a conseguir alguna vez completamente.
            Pero mejor empezar. Cuanto más tarde se empiece más tiempo seremos infelices.
            Empieza por hacer algo muy sencillito. Se consciente de tu respiración:
  • Siéntate. Con los pies bien apoyados en el piso.
  • Deja las manos encima de los muslos con las palmas mirando arriba. (Déjate de mudras, solo vamos a aprender a respirar).
  • Cierra los ojos o déjalos una décima parte abiertos, para que entre un poco de luz y enfoca la mirada en la punta de la nariz.
  • Coloca la punta de la lengua tocando el paladar.
  • Trata de respirar por la nariz, tanto la inhalación como la exhalación.
  • Trata de hacer una respiración abdominal. El abdomen se infla cuando inhalas y de desinfla cuando exhalas. (Así respirarás menos veces que si haces una respiración clavicular. Y al respirar más lento se reducirá tu metabolismo y eso hará que los pensamientos parezcan también más lentamente).
  • Como a la segunda o tercera respiración ya vas a estar enganchado a algún pensamiento, para que eso no pase cuenta las respiraciones: Inhala 1, exhala 2, inhala 3, exhala 4, y así sucesivamente.
  • Cuando te des cuenta de que estás pensando vuelve a comenzar por uno.
  • A ver hasta cuanto llegas.
  • Con quince minutos cada día, de momento, tienes suficiente.
Muy bien. Estás meditando.


           

lunes, 24 de agosto de 2015

¿Cómo soy?


            El ser humano lleva en su maleta emocional una serie de máscaras que va utilizando en el transcurso del día, Cuando se levanta por la mañana se pone la máscara de la prisa, al llegar a la oficina se pone la de jefe, o la de subordinado, o la de señor de la limpieza, o la de vigilante, y así una tras otra en función de las distintas interacciones que va teniendo a lo largo de su día, y lo hace con la misma facilidad que lo pueden hacer los profesionales de la risa en el circo para conseguir las carcajadas de su público. Pero existe una notable diferencia, mientras para unos es una profesión para los demás la máscara no es más que una cortina de humo para ocultar sus miserias. 
            Es posible que ni el mismo ser humano sepa realmente quien es y cómo es. Bueno quien es, es seguro que no lo sabe. Él cree que es Don Fulano de Tal, y actúa desde ese pedestal, sea alto o bajo, no importa, cuando ese nombre es el que le han dado a su cuerpo, de la misma manera que su vehículo es Audi o Toyota, porque su cuerpo es su vehículo. Quien realmente es, es un hijo de Dios. Entonces, si la persona no sabe quién es, parece lógico que tampoco sepa como es.
            Este desconocimiento hace que actúe de mil maneras diferentes, en función de quien se encuentra delante. La persona no es la misma con su pareja que con sus hijos, no es la misma con su jefe que con sus compañeros, no es la misma con sus amigos que con sus vecinos, y así podríamos seguir enumerando encuentros, en los que encontraríamos que la persona es diferente en todos y en cada uno de ellos.
            Es posible que ni un observador imparcial lograra saber exactamente como es la persona objeto de su observación, a no ser que la observara en su soledad, situación difícil, porque en soledad no se actúa, en soledad se siente, y hay muchas posibilidades que incluso en su soledad no sea ella misma al cien por cien, ya que estará dándole vueltas a un millón de cosas y haciendo que sus sentimientos y emociones vayan variando, desde aquello que le sucedió ayer hasta como le gustaría realmente ser.
 
Es curioso, porque casi nadie está contento consigo mismo, por infinitas razones. Todos quieren ser lo que no son, pero casi nadie es capaz de ponerse a trabajar para llegar a ser esa persona que quisiera ser, o ponerse a trabajar para aceptar lo que es.
            El ser humano es un cúmulo de contradicciones: Busca la felicidad fuera de sí mismo, cuando la tiene en su interior; busca que le amen cuando es incapaz de amarse a sí mismo; elige una pareja y envidia a las parejas de los demás; es incapaz de trabajar para la realización de sus sueños, pero obliga a sus hijos a realizarlos, sin pensar que posiblemente sus hijos tengan sus propios sueños; es incapaz de reconocer sus defectos, pero es un maestro en el arte de juzgar y de criticar los defectos de los demás; como no reconoce sus defectos no trabaja para mejorarlos, pero reparte consejos a diestro y siniestro para que los demás mejoren los suyos; busca la paz viajando a los confines del mundo, cuando la podría encontrar si realizara el corto trayecto que existe entre su mente y su corazón.
            Lo que viene a continuación es un consejo, si no te apetece no lo leas:
Medita.
            Si sigues mi consejo y meditas
-          Empezarás a conocerte un poco y disminuirán tus contradicciones.
-          Casi sin proponértelo van a encontrarte de frente con la felicidad.
-          Descubrirás que el amor es una energía y no esa tonta sensación que tienes cuando ves a alguien del sexo contrario.
-          Llegarás a ser consciente de que lo más importante en el mundo eres tú, y que eso, además, no es ser egoísta.
-          Tendrás las fuerzas suficientes para correr detrás de tu sueño.
-          Serás consciente de que tus hijos son también seres humanos, que no son de tu propiedad y que tienen que realizar su propio camino.
-          En el viaje que vas a realizar dentro de ti comenzarás a descubrir tus defectos y trabajarás para ir eliminándolos.
-          Sabrás que no has venido a este mundo a juzgar a nadie.
-          Que los consejos los puedes dar, pero cuando te los pidan.
-          Aprenderás a respetar y tratarás a todos tan solo como quieres que te traten a ti.
Así, no solo sabrás quien eres: Un hijo de Dios, sino que sabrás como eres: Un ser de amor y podrás llevarlo por bandera sin necesitar máscaras porque no tendrás que ocultar ninguna miseria.