El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
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martes, 7 de enero de 2025
sábado, 27 de abril de 2024
Encogidos por el miedo
Nuestra conciencia está llena de miedo, miedo al
rechazo, miedo a la soledad, y necesita reafirmase a si misma, constantemente,
buscando siempre validación externa, buscando la aprobación del exterior; y
toda nuestra vida se ha construido, de manera inconsciente, (siempre estamos en
piloto automático), sobre ese miedo. Cuando la mente es nuestro centro, estamos
encogidos por ese miedo y eso nos hace estar, de manera permanente, a la
defensiva. Siempre nos falta algo, siempre tenemos necesidad de más: Más amor,
más dinero, más poder, más aceptación, más atenciones.
La base de nuestros pensamientos y sentimientos es
como un agujero negro, un vacío que nunca puede ser llenado y, para aliviar ese
miedo, para tratar de llenar ese vacío, nos vamos al exterior y nos aficionamos
al poder, al halago, a la admiración. Confiamos en el juicio de otras personas,
¡Que poco nos valoramos y queremos!, no confiamos en nosotros, y le damos
nuestro poder a cualquiera que pasa por delante de nosotros.
Confiamos en el juicio de otras personas y nos
ponemos nerviosos sobre lo que la gente piense de nosotros. Es importante para
nosotros porque nuestra autoestima depende de eso y, sin embargo, nuestra
estima desciende y desciende, porque hemos entregado nuestro poder a otras
personas.
miércoles, 14 de junio de 2023
El complejo de Jonás
Miércoles 14 de junio 2023
“La verdad de la vida más extraña y difícil de creer,
irónicamente surge del temor a nuestro propio éxito”.
Abraham Maslow
Hoy
he sido consciente, (y ya era hora, después de una larga vida), de que le tengo
miedo al éxito. Y no es un miedo normal, es terror, es pánico, es pavor.
He llegado a esa
conclusión reflexionando sobre un sueño que he tenido, en el que me encontraba
conduciendo por un camino de tierra para llegar a un destino desconocido. Ese
camino me llevaba a otro camino similar y, ese a otro, a otro y a otro, sin
alcanzar nunca la tan ansiada meta.
Hace años
que tengo sueños similares, muy conscientes. Perder un avión que me llevará de
vuelta a casa, no encontrar el boleto del tren para viajar, perder las maletas.
En todos esos sueños, el resultado siempre era el mismo: no alcanzar el destino
final.
Al
compararlo con mi vida he sido consciente de que siempre ha sido así. He
luchado y trabajado, como un poseso, para no tener éxito, para no llegar a
ninguna meta, para no estar en el centro de los focos, para que hablen de mí solo
lo justo y necesario. Lo he conseguido: ¡he triunfado en la mediocridad! He
ocupado mi tiempo en trabajos menores desviando la mirada de la línea de meta.
He sido siempre un gran subalterno, soñando con la dirección general, pero
temiendo llegar a ella, por si fracaso, porque pudieran pensar que no lo
merecía, porque quedaría muy expuesto a las críticas. En resumen, miedo al
éxito, baja autoestima, miedo a reconocer mi propia valía.
Y yo que
creía que “casi” lo tenía superado. ¡Pobre infeliz!
El miedo
al éxito se conoce como complejo de Jonás. Toma su nombre del personaje bíblico
Jonás, que fue designado por Dios para ser profeta, pero al enterarse, quiso
huir de este destino.
Yo no sé
si estoy huyendo de mi destino porque, tampoco sé si hay destino, pero si sé
que estoy huyendo de mis más íntimos deseos, quedándome siempre a escasos
metros de una hipotética meta que, resuena en mi interior como posible, pero
que, a la hora de la verdad, no llega a materializarse.
Llevo toda
la vida anclado en mi zona de confort. Y esa zona de confort es la mediocridad,
la misma mediocridad que hace que me sienta muy cómodo cuando me encuentro
solo, porque es la mejor manera de pasar desapercibido. En soledad no tengo que
hablar, no tengo que explicar. En la soledad soy yo, conmigo, conviviendo con
mis deseos incumplidos, reflexionando sobre las pequeñas verdades de la vida,
retando a Dios, aguantando mis entrañas para que no revienten ante las
injusticias, sin tener que disimular las lágrimas cuando asoman al sentir el
amor por mi familia. En mi soledad, la palabra más usada es ¿por qué? Ahora
mismo tengo la respuesta: Por miedoso.
Voy a trabajar para sacudirme este miedo que me atenaza
para poder entregar al mundo alguno de los “dones” que trato de esconder,
disimular y, sobre todo, minimizar, lo que hace que, en la actualidad, los esté
entregando a cuentagotas. Todavía estoy a tiempo.
miércoles, 11 de enero de 2023
Meditación: Removiendo el miedo al futuro
Removiendo el miedo al futuro
La meditación "Removiendo el Miedo al Futuro" es una práctica destinada a ayudar a superar el miedo y la ansiedad relacionados con el futuro. Esta meditación se centra en liberar las preocupaciones sobre lo desconocido y en cultivar una actitud de confianza y aceptación hacia lo que vendrá.
Al practicar la meditación
"Removiendo el Miedo al Futuro", se pueden experimentar varios
beneficios específicos:
1. Reducción del estrés y la ansiedad: Esta meditación ayuda a calmar la mente y el sistema nervioso, reduciendo la activación del sistema de respuesta al estrés que puede ser desencadenado por el miedo al futuro.
2. Cultivo de la confianza: Al enfrentar el miedo al futuro de manera consciente y deliberada, se puede cultivar la confianza en uno mismo y en la capacidad de manejar lo que vendrá, independientemente de las circunstancias.
3. Desarrollo de la aceptación: Esta meditación fomenta la aceptación de lo desconocido y la comprensión de que el futuro es incierto, pero que se puede abrazar con confianza y apertura.
4. Enfoque en el presente: Al liberar las preocupaciones sobre el futuro, esta meditación ayuda a centrarse en el presente y a encontrar la paz y la plenitud en el momento presente, en lugar de preocuparse por lo que está por venir.
La meditación "Removiendo el Miedo al Futuro" es una práctica poderosa para liberar el miedo y la ansiedad relacionados con el futuro, promoviendo la confianza, la aceptación y el enfoque en el presente.
Meditación: Libérate del miedo
Libérate del miedo
La meditación "Libérate del Miedo" es una práctica destinada a ayudar a liberar y superar los miedos que pueden estar presentes en la mente y el cuerpo. Esta meditación se enfoca en trabajar con la respiración, el movimiento y la concentración para disolver los patrones de pensamiento y comportamiento basados en el miedo.
Al practicar la meditación "Libérate del Miedo", se pueden experimentar varios beneficios específicos:
1. Transmutación del miedo: Esta meditación utiliza técnicas específicas para transformar y liberar la energía del miedo que puede estar atrapada en el cuerpo y la mente, permitiendo una sensación de liberación y alivio.
2. Fortalecimiento emocional: Al enfrentar conscientemente los miedos y trabajar para liberarlos, se fortalece la capacidad de enfrentar los desafíos de la vida con valentía y determinación.
3. Mayor claridad mental: Al liberar los miedos que pueden nublar la mente y obstaculizar la toma de decisiones claras, se promueve una mayor claridad mental y una sensación de calma interior.
4. Promoción del bienestar general: Al liberar el miedo y la tensión asociados, esta meditación puede contribuir al bienestar general, tanto físico como emocional, permitiendo una sensación de paz y equilibrio.
La meditación "Libérate del Miedo" es una práctica poderosa para liberar y superar los miedos, promoviendo el crecimiento personal, la claridad mental y el bienestar emocional.
miércoles, 21 de diciembre de 2022
La llamada del miedo
Capítulo XV. Parte 8. Novela "Ocurrió en Lima"
Ya en
la habitación Antay pensó que tenía ante sí una prueba de fuego. Tenía que
llamar a Indhira y no podía centrarse en lo que habían sido las únicas tres
ocasiones en que habían estado juntos, porque siete años dan para mucho, para
mucha complicidad, para mucha familiaridad, para mucho entendimiento, para
muchos secretos, para entenderse sin palabras, para conocer el estado emocional
del otro solo por el tono de la voz y Antay no tenía experiencia en esa
relación. Para él era nuevo, era el primer día, y no tenía un punto de apoyo
que le sirviera de soporte, ni con ella ni con los niños.
- Pero
tenía que hacerlo, así que presionó el botón que abría, por primera vez en el
día, la puerta del miedo. Porque tenía miedo de lo que pudiera pasar en la
conversación, aunque tenía pensado decir que se le habían borrado 7 años de su
memoria en caso de no saber que decir. –Hola amor, -escucho la voz de Indhira
al otro lado del teléfono, -¿cómo ha ido?
- Ha ido
muy bien, cariño. Pablo ha hecho un gran trabajo. Está hecho. Ya puedes decir a
tu papá que reserve la mesa para el domingo, -esperaba que sonara familiar.
- Me
alegro tanto. Por papá y por ti. Le llamaré en cuanto colguemos, -¡bien!,
parecía que la entrada había sido lo habitual.
- Pensó
que tenía que interesarse por ella y los niños- ¿Qué tal tu día?, y ¿los niños?
- Los
niños están aquí saltando como locos esperando decirte algo. Espera que te los
paso y luego seguimos porque, si no, no nos van a dejar hablar, -te paso a
Alexis.
- Hola
papi. Quiero que me traigas un coche, ¿lo harás?, di que sí.
- Si,
cariño, te llevaré un coche.
- Gracias
papi. Adiós.
- Y, casi
de inmediato escuchó a María- Papi te amo.
- Yo,
también te amo. Y tu ¿qué quieres?, ¿otro coche?
- No
papi, un coche no. Tú ya sabes. Un beso, que mami quiere el teléfono, -y se
fue.
- Cariño,
no te gastes dinero, -era la voz de Indhira- los estás malcriando.
- ¿Yo
solo?, -preguntó Antay de manera inocente.
- Bueno
los dos, -concedió Indhira- pero tú más. Otra cosa, ¿cómo está Pablo?
- ¿Por
qué lo preguntas?, -la intuición de Antay le decía que la relación entre Pablo
y Diana estaba a punto de reventar e Indhira sabía tanto o más que él.
- Ha
venido Diana a casa. Llorando, hecha polvo. Están a punto de romper. No
entiendo, como puede ser, con lo enamorados que se les veía, -a Indhira se le
notaba preocupada.
- Algo
hemos hablado. A Pablo le gustaría tener hijos, pero para eso Diana tendría que
llevar una vida más sedentaria y, para llevar una vida más sedentaria, tendría
que dejar de trabajar y parece ser que no quiere. Pablo insiste en que quiere
hacerse cargo de las oficinas de aquí, de Miami y, así desaparece de Lima, no
se separan, pero tampoco están juntos.
- Tendríamos
que hablar con ellos, -Indhira siempre tratando de ayudar. Parece ser que no
había cambiado en estos 7 años.
- Si,
cariño, lo haremos, -aunque la memoria de los últimos 7 años seguía siendo un
misterio, por el cariño que sentía por Pablo y por Diana, tenían que hacer
algo.
domingo, 11 de diciembre de 2022
Deambulando por la vida
Cuanto menor es nuestro
nivel de evolución, más dolor, más sufrimiento, más división, más separación, más
religiones, más opciones políticas, más mini estados, más banderas, más
discriminación, más guerras, más hambre, más pobreza, más ignorancia.
Si todos nos
encontráramos en el mismo nivel la evolución, a medida que este fuera creciendo
nos iríamos uniendo cada vez más, para llegar al final de nuestro tiempo a un
solo estado: la Tierra, a una sola religión: el Amor, a un único objetivo:
caminar juntos hacia a Dios, a un solo sentimiento: la felicidad, a un solo
parentesco: la humanidad, y a una sola enseñanza: vivir desde el corazón.
domingo, 20 de noviembre de 2022
¿Ha sido vivida la vida?
Capítulo XIV. Parte 7. Novela "Ocurrió en Lima"
- Tienes
toda la razón. ¿Sabes?, hice otra regresión con Ángel.
- No, y
¿cómo fue?, -se interesó Indhira.
Antay
le relató a Indhira la progresión en la que se vio sentado en el jardín de una
residencia de lujo, para adultos mayores, esperando la muerte, después de una
vida material, exitosa en cuanto a la cuestión laboral y económica, se refiere,
pero triste y solitaria y, por encima de todo, llena de demonios dirigidos por
pensamientos de miedo ocupando, un día tras otro, su espacio mental lo que le
empujó a vivir en soledad, solo por el miedo a comprometerse para evitar el
posible sufrimiento a que se vería abocado si algún día esa relación llegaba a
su fin.
A
Indhira se le heló la sangre en las venas. “¿Le estaba contando Antay que su
vida iba a terminar en solitario? ¿Quería eso decir que la vida ya ha sido
vivida y que lo único que hacemos en la materia es recordar esa vivencia, como
si despertáramos de un sueño e intentáramos recordarlo? Si fuera así, la que va
a sufrir soy yo, porque me estoy enamorando de él”.
- No pudo
menos que interrumpir a Antay- ¿Quieres decir que tu vida va a ser así?, ¿me
estás diciendo que la vida ya ha sido vivida?, ¿cómo pudiste vivir esa
situación?
- No. Mi
vida no sabemos cómo va a ser, dependerá de mis decisiones, como la tuya y la
de todos, porque la vida no ha sido vivida. Me dijo Ángel que lo que viví fue
una recreación de cómo sería mi vida de seguir por el mismo camino. En función
de las decisiones que vamos tomando va cambiando la recreación de cómo sería,
por completo, la vida. Tomamos una decisión y, de inmediato, cambia la
recreación de esa vida.
>>
Pero creo que antes tienes que saber algo. Ángel no es solamente el nombre de
la persona que conocemos, es también la definición de lo que es, es su
identidad. Es un ángel que ha aparecido en mi vida para ayudarme, según dijo, a
cumplir un deseo que, parece ser, está muy arraigado en mí, pero que soy
incapaz de materializar.
>>
Por eso aparecía cuando más lo necesitaba y desaparecía como si se evaporara.
- Indhira
no pudo contenerse- ¡O sea, que organizó todo para que nos conociéramos!
- Parece
ser que sí, así fue. Por eso tu computadora solo falló para que me llamaras.
Ese mismo día decidí anunciarme como técnico y la señora Claudia encontró mi
número para solucionar el problema de la empresa de tu papá y, ya ves, lo que
siguió.
- Esto es
de locos. Si lo veo en una película no me lo creo. ¿Será que tenemos que estar
juntos?, -Indhira no cabía en sí de gozo, aunque trató de no dar excesivas
muestras de ello.
- No
necesariamente. Será lo que nosotros decidamos, -dijo Antay pensativo con la
mirada perdida.
>> Déjame que te cuente como
fueron las regresiones. El hecho de que Ángel sea un ángel, hizo posible el
poder vivir una progresión. Yo me acosté en el sofá, él me puso sus manos en la
cabeza y mi vida apareció ante mí como una película. Fue diferente a la
regresión que hice contigo porque en aquella todo eran sensaciones y en esta
fueron imágenes.
>> Después de la progresión me vi
en tres vidas diferentes. En las tres aparecías tú. Parece ser que hemos
coincido en bastantes vidas. En una era un hombre tullido, que trabajaba de
zapatero, casado con alguien que parecías ser tú. Nos amábamos con locura y
teníamos dos hijos. Éramos muy pobres, pero inmensamente felices.
>> En otra vida me vi como una
monja en un convento, era muy joven y un poco díscola, que recibía reprimendas
diarias, con mucho amor, de la madre superiora, que resultaste ser tú.
>> Y en la última visión era un
pescador que trabajaba con mi padre. Estaba felizmente casado, con alguien que
no eras tú, porque tu papel en esa vida era el de ser mi madre.
- Por lo
que veo he sido una constante en tu vida,- comentó Indhira.
- Di
mejor que ha sido una constante, de uno en la vida del otro. Según Ángel hemos
coincidido en muchas vidas y, alégrate, no tenemos temas pendientes.
- Y
¿cuáles han sido tus conclusiones después de una experiencia tan apasionante?,
-quiso saber Indhira.
- Que el
amor ha sido el ingrediente que hizo que en las vidas que pude visualizar fuera
una persona feliz y en la única de las vidas recordadas que el ingrediente es
el miedo, la vida actual, no parece que vaya a tener un final feliz si sigo por
el mismo camino.
>>
De hecho, tanto la progresión como las regresiones, solo fueron para que fuera
consciente de la fuerza que tienen tanto el amor como el miedo, el uno para la
felicidad y el otro para el sufrimiento.
En ese
momento tuvieron que interrumpir su conversación porque los compañeros de
Antay, que habían finalizado su cena, se acercaron para despedirse. Antay hizo
las presentaciones y cuando les comentó que Indhira era la hija del que podría
ser su nuevo jefe parece que se impresionaron y se comportaron más
delicadamente.
- Y ¿Qué
deseo es ese que eres incapaz de materializar y que necesita de la ayuda de un
ángel?, -la curiosidad estaba matando a Indhira y tuvo que hacer la pregunta.
- Deseo
tener una familia.
Los dos
se quedaron pensativos, rompiendo Antay el silencio con un comentario.
- ¿Sabes?,
a veces, en los momentos en los que dejo volar mi pensamiento, pienso en que
estaría bien poder ver a través de un agujero como sería mi vida dentro de 5 o
10 años. Así podríamos saber, de antemano, si las decisiones tomadas son
acertadas o no.
- Si,
-afirmó Indhira riendo- sería una gran cosa. Aunque aún así, seguro que nos
equivocaríamos más de una vez.
jueves, 17 de noviembre de 2022
Miedo
Capítulo XIV. Parte 6. Novela "Ocurrió en Lima"
Antay,
que se puso en pie, esperando su llegada, pensó que iba a tener que agarrarse a
la mesa para no caerse por el estado de nervios que se apoderó de él nada más
verla entrar en el local.
- Se
dieron un beso de bienvenida y mientras se sentaban Indhira inició la
conversación- Te veo muy bien, te sienta bien el nuevo trabajo.
- A Antay
le costaba trabajo articular palabra, se había quedado como la primera vez que
se encontró frente a ella. Después de unos segundos, que a él le parecieron
siglos pudo decir, -Gracias. Sí que me sienta bien, pero tú no has cambiado de
trabajo y sigues tan estupenda.
- Seguro
que son tus ojos, -y fijándose que desde la mesa de la entrada solo hacían que mirarlos
siguió- aunque tendríamos que preguntar a tus compañeros que no nos quitan
ojo.
- Han
estado esta tarde en mi casa. Van a entrevistarse con el director de recursos
humanos, y si no hay nada en contra serán los integrantes del nuevo equipo de
informática.
- Pues
entonces les iré conociendo poco a poco.
- Antay
pensó que ya era momento de iniciar una nueva conversación que parecía
necesaria- Indhira, tengo que pedirte disculpas por mi grotesca despedida del
sábado.
- No
tienes que pedir disculpas, nunca sabemos cuáles son las razones de los demás
por las que llegan a tomar determinadas decisiones. Si que fue un poco extraña,
sobre todo después del día tan agradable que pasamos, pero seguro que tenías
tus razones. No me sentí ofendida, solo extrañada.
- Sí que
tenía mis razones, -lo mejor sería contar la realidad de mis emociones- estaba
aterrado.
- Indhira
puso cara de no entender- ¿Por qué estabas aterrado?
- Porque
me gustas Indhira. Cuando te vi la primera vez me quedé tan impresionado que no
me salían las palabras, ¿supongo que fuiste consciente?, -Indhira hizo un gesto
afirmativo con la cabeza, pero sin intentar decir nada, lo que permitió que
Antay pudiera seguir con su discurso.
>>
Desde ese día hasta el sábado que hicimos la regresión, tenía emociones
encontradas, una que no quería hacer la regresión porque me daba miedo, ya que
era algo desconocido para mí y no sabía que me podía encontrar. Siempre me ha
gustado saber cómo es el terreno que piso, me gusta no perder el control.
- Supongo
que eres consciente de que es imposible tenerlo todo controlado, -interrumpió
Indhira.
- Lo soy
y he podido comprobarlo en mí mismo. He tenido un mes de locura y, en este
tiempo, no he controlado nada, he sido como una hoja movida por el viento.
>>
Déjame seguir, -dijo Antay haciendo una señal con la mano, viendo que Indhira
tenía intención de seguir con el tema del control- y la otra emoción era la
ilusión que me hacía volver a verte.
>>
La regresión fue algo increíble y el resto del día, de lo mejor que recuerdo en
los últimos años.
>>
Tuve la impresión de que tu día, también, fue bastante bueno, -Indhira volvió a
afirmar con la cabeza, sin intentar interrumpir a Antay, que siguió-. Eso me llevo a pensar que si te pedía una
segunda cita ibas a aceptar y, después, una tercera y una cuarta. Podía ser muy
fácil para mí enamorarme de ti y, ahí, empezó el problema. ¿Qué pasaba si me
enamoraba de ti y yo te era indiferente? o ¿qué pasaba si iniciábamos una
relación y un día decides terminarla? No lo resistiría. Ante eso, para no
sufrir porque se acabe una relación algún día, lo mejor es no iniciarla.
>>
Esa fue mi razón. Mi tonta razón. Hoy han podido más las sensaciones que tengo
hacia ti que el miedo, -Indhira iba a decir algo, pero Antay volvió a hacer una
seña con la mano para que esperara- Déjame decirte algo más, para que entiendas
como se mueven mis emociones. Cuando tu papá me ofreció el trabajo, el día que
tú me viste en la empresa, estuve un día entero enfermo de miedo. Estuve a
punto de declinar la oferta porque tenía miedo de no cumplir las expectativas.
- Antay, me
alegro de que hoy hayas vencido al miedo. Yo también quedé impresionada por ti
y llevas quince días en mi mente. ¿Tú sabes lo que te puedes perder en la vida
por el miedo?
- Sí, soy
consciente. Sé que puedo perder la vida, no la vida física, pero si tener una
vida emocional anodina. ¿Te crees que me gusta tener miedo?, no me gusta y
trato de combatirlo. De momento llevo dos victorias. Una aceptar el trabajo,
del que estoy encantado y, la otra victoria, estar aquí contigo.
- Aunque
es el mismo miedo, -dijo Indhira- uno es de corto recorrido y el otro de larga
duración.
>>
Me explico, el miedo a aceptar el trabajo se tenía que ir en un día y lo
conseguiste mientras que el miedo a iniciar una relación para no sufrir porque
se acabe algún día tiene mucho más recorrido.
>>
Pero imagínate que la relación dura diez años. Tendrías 10 años de felicidad y
unos días o, pueden ser meses, de sufrimiento. Pero si no vences al miedo, es
posible que no sufras ni un solo día, pero te privarás de 10 años de felicidad.
Es tu elección.
martes, 15 de noviembre de 2022
Y dejó de cacarear
Capítulo XIV. Parte 5. Novela "Ocurrió en Lima"
El
mundo pareció detenerse para Antay mientras su pensamiento hacia un escáner de
la situación: “Sales corriendo como una gallina, que solo te faltó cacarear. Te
la encuentras tres días después, te dice que la llames y no lo haces. Su papá
te cuenta que, cuando la explicó que te había ofrecido el trabajo, hizo una
publicidad impagable de ti y hoy, te llama, con el cuento de felicitarte, y te
vuelve a insistir para ir a tomar un café. Está claro que no le eres
indiferente. Di que sí, que ahora es buen momento”.
- Indhira,
¿has cenado?, -ya está bien de esconderse, pensaba Antay esperando la
respuesta.
- No,
¿por qué?, -por primera vez la voz de Indhira parecía sonar con menos
seguridad. Seguro que no esperaba la pregunta.
- ¿Te
apetece una pizza en la pizzería que está entre tu casa y la mía?
Indhira
pareció pensárselo, porque la respuesta no fue inmediata. No sabía que podía
pasar. Lo que no le apetecía, en absoluto, era que, después de tener una cena
agradable, Antay saliera corriendo como la última vez. Pero por probar no
pasaba nada.
- Si, ¿no
encontramos allí en media hora? –contestó Indhira.
- Perfecto,
allí nos vemos.
Antay
tenía sensaciones contrapuestas. Se sentía contento por haber dado el paso para
volver a encontrarse, nervioso por lo que podría pasar y asustado por lo de
siempre.
Aunque
seguro que le tocaría esperar, por algunos minutos, salió de casa y se dirigió
a la pizzería. Solo estaba a 5 minutos de su casa.
Al
entrar se encontró, cenando, en la primera mesa, cercana a la puerta, a todos
sus compañeros que, no hacía mucho, habían estado en su casa. Hasta Diana
estaba con ellos, lo cual le pareció fantástico porque era la única desconocida
del equipo.
Nada
más verle, le ofrecieron sentarse con ellos.
- No
sabíamos que ibas a bajar a comer algo. Siéntate con nosotros, -le invitó Belén.
- Me vais
a perdonar, pero no voy a cenar solo, espero a una amiga, -les explicó un poco
tímidamente.
- Diana,
que conocía parte de la historia de Indhira por sus conversaciones, abrió unos
ojos como platos e inició una pregunta que dejó en suspenso- ¿No me digas que
vas a cenar con…?
- Si, -le
respondió Antay poniéndose rojo como un tomate.
- ¡Por fin!
Me alegro, ¡que te vaya muy bien!, -Diana parecía, ciertamente, contenta por el
que ya consideraba su amigo.
- Bueno,
os dejo. Me voy a aquella mesa del fondo para no sentiros mucho, -y se fue sin
esperar ningún comentario.
Antay
sabía que iba a ser el centro de las conversaciones de sus compañeros y no se
equivocó, porque, de vez en cuando, se volvían a mirarle y más cuando Indhira
entró, en la pizzería, que se quedó casi delante de la mesa que ellos ocupaban,
buscando con la mirada donde podía estar Antay.
- Si
estás buscando a Antay, está en la mesa del fondo –informó Pablo con una mirada
pícara.
- ¿Cómo
sabes que busco a Antay? –se extrañó Indhira.
- Es que
es amigo nuestro y, al entrar, no ha querido sentarse con nosotros porque
esperaba a una amiga, y supusimos que eras tú –ahora fue Ferrán quién daba las
explicaciones.
- Ya le
veo. Gracias –y se dirigió hacia Antay con una sonrisa en la cara.