El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
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martes, 7 de octubre de 2025
viernes, 27 de junio de 2025
Camino espiritual
La forma en que una persona reacciona ante la adversidad —o
frente a lo que percibe como una amenaza a sus intereses o creencias— dice
mucho sobre el punto en el que se encuentra en su proceso de evolución
interior, lo que suelo llamar su “camino espiritual”.
Antes de seguir, me parece importante aclarar qué entiendo
por “camino espiritual”. No se trata de acumular conocimientos místicos ni
alcanzar niveles elevados en alguna escala esotérica. Hablo de algo más
cotidiano, más íntimo y a la vez universal: el recorrido que hacemos desde el
nacimiento hasta la muerte, un viaje repleto de estaciones, desafíos y
aprendizajes cuyo único objetivo es nuestro crecimiento como seres humanos.
Ahora bien, crecer no significa volverse más fuerte, más
influyente o más sabio en términos externos. No. Hablo de un crecimiento mucho
más sutil y poderoso: aquel que se mide por la cantidad de amor que vamos
integrando en nuestro interior. Porque, al final de cuentas, la vida es una
escuela del alma, y su única lección esencial es aprender a amar.
Por eso llamo a esta travesía entre el nacimiento y la muerte
“camino espiritual”. Es una búsqueda profunda que trasciende cualquier dogma
religioso. Un viaje interior que cada uno recorre de forma única, movido por el
anhelo de encontrar propósito, paz, conexión y comprensión de uno mismo con el
mundo.
Aunque cada alma tiene su propio ritmo y modo, muchos
comparten ciertas etapas en este camino:
- Despertar: Suele llegar a través de una crisis o un
profundo malestar. Algo dentro de nosotros susurra: “¿De verdad esto es la
vida? Tiene que haber algo más…” Es el momento en que comenzamos a mirar más
allá de lo material.
- Búsqueda: Se abre entonces una etapa de exploración. Nos
acercamos a diferentes filosofías, prácticas, culturas o enseñanzas que
resuenan con algo profundo en nuestro interior.
- Transformación interior: La práctica de la meditación, la
contemplación, la oración o el arte introspectivo empieza a cambiar la manera
en que percibimos la vida. Poco a poco, la persona se transforma desde dentro,
liberándose de viejos patrones.
- Conexión: Surge una sensación más profunda de pertenencia.
Nos sentimos parte del universo, conectados con la naturaleza, lo divino o los
demás seres humanos desde una nueva sensibilidad.
- Servicio y compasión: Como consecuencia natural de la
transformación y la conexión, aparece el deseo genuino de contribuir al bienestar
de otros. Es el amor que ha madurado en nosotros y ahora quiere expandirse.
Por eso decía al principio que nuestras reacciones ante la
vida —sobre todo ante las dificultades— son el mejor termómetro de nuestra
evolución espiritual. Cuanto mayor es nuestra capacidad de responder con amor,
comprensión y ecuanimidad ante lo que nos hiere o incomoda, más cerca estamos
de ese aprendizaje esencial: amar sin condiciones.
Reaccionar con amor: el termómetro del alma
domingo, 15 de junio de 2025
Nada en la vida es un error
Querido hijo:
Sé que los desafíos de
la vida pueden parecer abrumadores. Entiendo que la mortalidad y la
incertidumbre que conlleva pueden despertar en ti un sinfín de emociones y
preguntas difíciles. Pero quiero que recuerdes algo muy importante: cada día
que te levantas, cada aliento que tomas, tiene un propósito. Aunque en
ocasiones te parezca que las pruebas que enfrentas no tienen sentido, ten la
certeza de que, en las mismas, se esconde una oportunidad para aprender, crecer
y amar más profundamente. La vida no fue diseñada para ser fácil o carente de
dificultades, pero en sus imperfecciones se encuentran lecciones valiosas que
enriquecen tu alma y te conectan más íntimamente conmigo y con los demás.
El dolor y las
dificultades, aunque duros de afrontar, no definen la totalidad de tu
existencia. Son una parte del camino, pero no el destino final. Quiero que
sepas que, incluso en los momentos más oscuros, cuando las sombras parecen
interminables, la luz nunca deja de brillar. Esa luz está en el amor que te
rodea, en la esperanza que puede renacer en tu corazón y en la belleza que
habita incluso en los lugares más inesperados. Esa luz también eres tú, con tu
capacidad de sembrar bondad, de conectar con otros y de reflejar mi amor en tus
acciones diarias.
En los instantes en que
te sientas perdido o desconectado, recuerda que nunca estás solo. Yo estoy
contigo siempre, en cada paso que das, incluso cuando crees que me has perdido
de vista. Te acompaño en tus alegrías y en tus penas, en tus logros y en tus
caídas, ofreciéndote mi amor incondicional y mi guía para que encuentres el
camino hacia la paz y la plenitud.
Vivir plenamente no
significa huir de las dificultades ni pretender que la vida sea un constante
estado de felicidad. Vivir plenamente es aprender a enfrentar los desafíos con
valentía, a encontrar significado incluso en las pruebas más duras y a valorar
las pequeñas maravillas que te rodean cada día. Te invito a buscar en lo
cotidiano aquello que despierta en ti gratitud y alegría: una mirada amable, el
aroma fresco de la tierra después de la lluvia, una conversación sincera, o un
simple momento de silencio en el que puedas sentirte en conexión conmigo.
La mortalidad, aunque
difícil de aceptar, es un recordatorio de que cada instante que tienes es un
regalo. No temas a la muerte, pues es una parte natural del ciclo de la vida.
Pero mientras tus días estén llenos de vida, quiero que los vivas con
entusiasmo, con amor, con valentía y con un propósito claro. Aprovecha cada
oportunidad para dejar huellas positivas en el mundo, para construir relaciones
genuinas, para soñar sin límites y para disfrutar del milagro que es
simplemente existir.
Hijo mío, no dudes de
mi presencia y de mi amor infinito por ti. En los momentos de duda, cierra los
ojos y siente la fuerza de mi amor sosteniéndote. En los días de alegría,
celebra la vida con el corazón abierto. Y en los tiempos de incertidumbre,
confía en que, aunque no siempre puedas ver el camino con claridad, estoy aquí
para guiarte y caminar contigo.
Abre tus ojos al
presente, porque el hoy es el mayor regalo que puedes recibir. Permite que la
belleza y la bondad que hay a tu alrededor te envuelvan, y deja que mi amor sea
la luz que ilumina tu camino, incluso en los días más oscuros. Siempre estoy
aquí, deseando que encuentres la paz, la alegría y la plenitud que tanto
buscas.
Con un amor eterno e
incondicional,
Tu Padre que te ama.
CARTAS A DIOS –
Alfonso Vallejo
miércoles, 27 de marzo de 2024
El arte de vivir
La felicidad, el bien vivir y el bien
morir, son un arte que hay que aprender y, como no nos lo enseñan desde la cuna, hemos de aprenderlo ahora.
Desde la cuna, nuestros padres,
nuestros educadores, las religiones, y la misma sociedad nos han enseñado
aquello que ellos han aprendido y que consideran imprescindible para poder
desarrollarnos en sociedad, e incluso lo necesario, para triunfar en esta,
nuestra sociedad, tan competitiva. Nos han enseñado que la única manera de
tener éxito es generando y manteniendo un esfuerzo constante, es realizando un
trabajo excesivo, es renunciando a nuestro propio placer, porque eso es
egoísmo. Nos han enseñado que sólo se puede aprender son sufrimiento, que la letra
con sangre entra, que antes de hacer hemos de pensar en “que pensara la gente”.
Es mentira, ¡nos han engañado!
El aprendizaje es una diversión, el
éxito no se persigue, el verdadero éxito llega cuando dejamos de ofrecer
resistencia, cuando no nos agarramos a la vida, porque agarrarse a la vida
persiguiendo el éxito, es perder el éxito y la vida. Hay que romper las
compuertas y limpiar el cauce de escollos para dejar que la vida fluya, sin
paralizarse en el tío vivo de los propios pensamientos, hay que detener el
carrusel de la mente y bajar.
Dejar que la vida fluya, es aceptar. Fluir,
aceptar, no quiere decir cruzarse de brazos con resignación, no, quiere decir
que hemos de elegir la paz en lugar del miedo, quiere decir elegir la
alegría en lugar de la tristeza, quiere decir elegir la acción en lugar de
las dudas, quiere decir que lo importante es la felicidad y no el pensamiento
de los que nos rodean, quiere decir que hemos de elegir el amor ante cualquier
otra circunstancia, quiere decir “si”, “si a la vida”.
Un buen trabajo sería empezar a
aceptarnos a nosotros mismos y empezar a presentarnos ante los demás tal como
somos, sin máscaras.
Para eso te propongo algo nuevo, algo
que seguramente no has hecho nunca: Colócate delante de un espejo y observa la
expresión de tu cara. Toma conciencia de tu expresión, no juzgues si es un
rostro serio, si es lánguido, si parece enfadado……… sólo observa.
Empieza a decir cosas hermosas a ese
rostro que se refleja en el espejo: “Guapo, guapa”, “Te quiero”, “Que ojos tan
bonitos”, sonríe y empieza a ver como es tu rostro cuando sonríes. No juzgues
nada, no busques el por qué de nada, sólo quiérete, solo acéptate, y podrás
observar como tu rostro se relaja y cambia. Haz este ejercicio durante cinco
minutos cada día antes de tu meditación y que sea, luego, ese rostro el que sacas
de casa para presentarte ante el mundo.
A partir de tu propia aceptación, será más fácil aceptar la vida. Poco a poco, vete desterrando el “no”, empieza a utilizar el “si” con esa sonrisa que practicas en el espejo, empieza a aceptar los cambios de la vida sin oponerte, empieza a decidir sin darle vueltas y más vueltas que solo sirven para envenenar tu mente, empieza a vivir.
viernes, 29 de diciembre de 2023
Karma o planificación
No
te juzgues por las cosechas que recojas,
sino
por las semillas que plantes.
Robert
Louis Stevenson
Soy de los que creen
que todo está perfectamente calculado y planificado. Que nada sucede por
casualidad en nuestra vida. Que no existe la suerte ni existen los accidentes. Y
que todos, en nuestra actual existencia, estamos recogiendo lo que sembramos en
vidas anteriores y, a la vez, estamos sembrando lo que recogeremos en las
próximas.
Todo
es debido a la Ley de la Causa y el Efecto o Ley del Karma, cuyo enunciado dice
que es una energía trascendente (invisible e inmensurable) que se genera a
partir de los actos de las personas. Según esta ley, cada causa genera un
efecto, a cada acción le corresponde una reacción.
Teniendo
en cuenta que todo es energía, cada pensamiento, cada palabra y cada acción
generan energía, y a esa energía de acción le va a corresponder otra energía
proporcional que es la reacción.
También
sé que lo único importante es nuestra vida actual, ya que todo lo que tengamos
que aprender, enseñar, pagar o recibir, lo hemos de hacer en esta vida, con
este cuerpo y con las circunstancias que nos hemos dado.
Todo lo demás no es
importante, ni poco ni mucho. Todo el trabajo es aquí y ahora.
Sin
embargo, a pesar de saber todo eso, a veces, cuando me toca vivir situaciones desagradables,
(últimamente parecen demasiadas), el pensamiento me lleva a pensar en qué habré
hecho mal para recibir algo tan nefasto.
La
reflexión me lleva, de inmediato, a Jesús de Nazaret. Nadie duda de que fue un
hombre bueno y ya sabemos cual fue su final. No parece que el Hijo de Dios tuviera Karma pendiente. Solo estaba cumpliendo el Plan de Vida organizado para Él.
Por lo tanto, es
posible que, por Karma pendiente de una vida anterior, llegue a nuestra vida
algo no deseado, pero, también, puede ser que solo sea debido a la planificación
de la vida, a una situación organizada por el alma para algún aprendizaje,
desconocido para el “pequeño yo”.
Sea lo que sea, si seguimos
las enseñanzas que predican las principales corrientes filosóficas o las grandes
religiones, como las de Abdu’l-Bahá, líder religioso del bahaísmo: “Sed padres amorosos para el huérfano, un
refugio para los desamparados, un tesoro para los pobres y una curación para
los enfermos. Sed los auxiliadores de toda víctima de la opresión, los
protectores de los desfavorecidos. Pensad en todo momento en prestar algún
servicio a todo miembro de la raza humana”. Estaremos mucho más cerca de
finalizar nuestro aprendizaje en la Tierra.
Aprender a respetar a
la familia, a los amigos, a los enemigos, a los desconocidos, aprender a
compartir con quien no tenga, aprender a ayudar a quien lo necesite, en
definitiva, aprender a amar a todos, sin distinción, y nada más importa.
jueves, 5 de enero de 2023
La universidad de las almas
Capítulo XV. Parte 11. Novela "Ocurrió en Lima"
- Hace 6
meses se le ocurrió a Indhira cuando comprasteis un hotel. A todos les pareció
genial la idea y comenzasteis a preparar el hotel para poder albergar a los
niños con todos los servicios necesarios.
>>
La prioridad de un país debería ser el cuidado de sus niños. La formación
intelectual y emocional, el cuidado de su salud y sentar las bases para
procurar su felicidad tendría que ser el primer punto del programa de cualquier
político. Sin embargo, no es así, por eso iniciativas como la vuestra, que
cubran las deficiencias que existen en este país y, en muchos más, con relación
a los niños, son vitales para su desarrollo como seres humanos. Con vuestro trabajo
vais a tocar fibras que perdurarán en el ser de cada niño y esa es una labor
muy necesaria en la etapa por la que atraviesa el planeta.
- Ya
estaba Ángel hablándome de temas ininteligibles para mí- ¿Qué tiene que ver el
planeta con nuestra Fundación? y, ¿qué quieres decir con eso de la etapa por la
que está atravesando el planeta?
- Tiene
que ver todo Antay. Permíteme darte una explicación, muy sucinta, para que
puedas entender, un poco más, este tinglado de la vida.
>>
De la misma manera que cuando un niño, que ya camina y habla, llega a una
determinada edad, que pueden ser 3, 4 o 5 años, comienza a asistir a un
colegio, las almas que por primera vez van a encarnar lo hacen en lo que
podríamos denominar, también, su colegio. Y van a permanecer en él hasta que
finalicen sus estudios que, como ya te he comentado en otras ocasiones, es el
aprendizaje del amor.
>>
El primer colegio de esas almas es el planeta Tierra. No hay otro planeta, en
nuestro Sistema Solar, preparado para acoger a esas almas que, provistas de un
determinado cuerpo, de la misma manera, que los niños visten su uniforme,
asisten gozosas a la aventura de su colegio, que no es otra que la aventura de
vivir.
>>
La Tierra es el primer colegio. Hay más colegios, pero este es el único que puede
albergar a la estructura que alberga las almas: el cuerpo humano. Todas las
formas de vida compuestas por la energía densa y pesada, que es la materia, se
encuentran conviviendo en el planeta: plantas, animales y humanos.
>>
Las plantas, la primera forma de vida, reaccionan por estímulos de la
naturaleza, sol, lluvia, día o noche.
>>
Los animales, con una evolución superior a las de las plantas, reaccionan por
instintos.
>>
Y los seres humanos, que son la cima de la Creación en este planeta, reacciona
de varias maneras: Algunos seres humanos, muy primitivos, reaccionan en un 90%
por instintos como los animales y un 10% por emociones. Según van evolucionando
se va reduciendo el porcentaje instintivo y va creciendo el emocional. Piensa
en ti, por ejemplo, como el miedo ha condicionado tu vida en su totalidad. Te
has movido por emociones, que recuerda que son energía, pero todas muy densas,
hasta llegar a dónde estás ahora, en que tu energía es más sutil, por lo que te
estás separando más de los animales e, incluso, separando, también,0 de un
humano normal, que solo se mueve por energía bajas.
>>
Pero los seres humanos han de seguir evolucionando a algo, que podríamos
denominar superhumano, y llegar a un porcentaje de reacción instintiva, muy
pequeño, porque no hay que olvidar que el hombre es un “animal” racional, por
lo que el instinto va a permanecer con él. Como ejemplo, piensa en que pasa
cuando acercas la mano al fuego. La separas de inmediato, solo debido al
instinto de conservación, sin que aparezca para nada la racionalidad o la
emoción. También, reaccionan en un bajo porcentaje a las emociones de baja
energía y comienzan a reaccionar con la energía del amor.
>>
En ese momento, el alma que comenzó su camino de aprendizaje, movido por sus
instintos, está preparado para dar un salto en su aprendizaje del amor. No
volverá a encarnar en la Tierra. Otros planetas le esperan para completar su
formación.
>>
Pero la Tierra, además, de ser el colegio para las almas primerizas, es también
un buen semillero en el que los seres de oscuridad vienen a buscar adeptos.
- Perdona
que te interrumpa Ángel, pero no sé qué son los seres de oscuridad.
viernes, 30 de septiembre de 2022
Aprender a vivir
Toda la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, es una acumulación de experiencias y una incesante recepción de lecciones. Esto sucede desde nuestra individualización como almas y, en cada vida, desde la experiencia del primer nacimiento, hasta la última muerte en nuestra última vida terrena, se van sucediendo situaciones, que llevan implícito el aprendizaje, que hemos decidido tener en esa vida en concreto y en ese determinado momento. Y excepto, posiblemente, en la segunda mitad de nuestra última vida, ese aprendizaje se realiza normalmente de manera totalmente inconsciente y en un gran porcentaje de ocasiones, con sufrimiento.
Somos inconscientes del aprendizaje
que conlleva cada situación y cada experiencia, pero sí que somos conscientes
de la experiencia, es decir: Imagina que reaccionas siempre con rabia ante una
determinada situación que se produce con un compañero de trabajo. La
inconsciencia está en que no sabemos que esa situación lleva implícito un
aprendizaje y, mucho menos, cuál es el aprendizaje, pero si somos conscientes
de la rabia que nos genera esa situación, y de nuestra actuación para con el
compañero de trabajo debido a esa rabia.
Esa actuación que tenemos debida a la
rabia, no sucede gratis, lleva implícito un efecto. La relación entre la causa,
(la rabia), y el efecto, (la actuación), se denomina karma.
Cualquier causa, sea de pensamiento,
de palabra o de acción, genera un efecto, genera karma. Y lo mismo da que esa
causa sea un buen o un mal pensamiento, una buena o una mala palabra, una buena
o una mala acción. En todos los casos genera un efecto, es decir, genera karma.
Un
karma producido por un mal pensamiento una mala palabra o una mala acción
genera un débito por parte del emisor del pensamiento, palabra o acción, hacia
el receptor. Y un karma producido por un buen pensamiento, una buena palabra o
una buena acción, genera un débito del receptor hacia el emisor. En el primer
caso, se ha de pagar, en el segundo, se ha de recibir.
Más
allá de nuestra mente no existe distinción entre el karma producido por una
acción, ya sea buena o sea mala. Los dos tipos de karma van a tener el mismo
resultado, van a hacer que la persona tenga que encarnar nuevamente para pagar
o cobrar la deuda. Ante esto cabría preguntarse, ¿Cuándo se acaba esta rueda?,
porque siempre se están realizando acciones.
La
rueda, el karma se acaba cuando todo se realiza sin deseo. Está claro, que
según se va evolucionando se van realizando cada vez menos malas acciones y más
buenas acciones. En el momento en que todo sean buenas acciones y se hagan de
manera desinteresada, se acaba el karma, se acaba el ciclo de reencarnaciones,
se entra en una nueva dimensión sin cuerpo.
Mientras
todo esto sucede, se está produciendo el aprendizaje y, es difícil poder
concretar cuáles son las claves que indican cuando se ha aprendido la lección.
Pero sí que hay ciertos indicios. ¿Eres consciente que hay situaciones en tu
vida que se repiten y se repiten, una y otra y otra vez? Esa es una evidencia
concreta de que hay una lección para aprender y que no la estás aprendiendo, y
se va a seguir repitiendo hasta que hayas aprendido la enseñanza contenida en
esa experiencia.
De
cualquier forma, cuando se planificó nuestra vida, se planificaron también las
ayudas. Y en esas ayudas están los mensajes, está la sincronicidad. Recuerda,
que cada acontecimiento, que cada palabra, que cada mirada, que cada pájaro y
cada soplo de viento, nos está hablando de los pasos que hemos de seguir en la
experiencia, para vivirla al cien por cien, para extraer la enseñanza, y para
plantarnos ante la próxima situación, energéticamente reforzados, por la
energía que suministra el alma satisfecha por el aprendizaje.
Sólo
hay que ser conscientes de las señales. Para ser consciente de las señales y de
los mensajes, se ha de estar atento, se ha de tener la mente lo más calmada
posible, sin esperar las señales, sin juzgarlas, sin tratar de entenderlas,
solamente dejándose llevar.
Sólo
así se puede ser consciente del sufrimiento que puedan generar las
experiencias, para de forma inmediata poner los medios que ayuden a la
liberación del posible sufrimiento, sin quedar enganchados a él, aprovechando
para el alma esa nueva experiencia y ese nuevo aprendizaje.
domingo, 12 de febrero de 2017
jueves, 25 de agosto de 2016
La enseñanza de los niños
Pero, ¿Somos completamente felices sabiendo resolver problemas matemáticos?
Y si primero les enseñamos a amar, algo que posiblemente no nos enseñaron a nosotros, y ¡ya llegarán las matemáticas!.




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