El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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martes, 22 de octubre de 2024

Atalaya

 


La vida que contemplo ahora, cargado de tiempo, desde mi particular atalaya, es una obra, “casi”, completa en la que alcanzo a tener una vista panorámica de caminos recorridos y de paisajes vividos.

Digo “casi” completa porque hasta el último suspiro no se habrá completado la magna obra de mi vida. Hasta entonces, esto que parece ser un tiempo de reflexión y sabiduría, donde cada arruga podría contar una historia y cada cana es un testimonio de fortaleza, solo es un punto y seguido en el intrincado camino que estoy recorriendo desde hace muchos, muchos años.

          Me cuesta trabajo recordar el vasto horizonte lleno de promesas y posibilidades de aquel joven de 20 años, en el que cada amanecer era como una hoja en blanco en la que con un lápiz en la mano estaba listo para ir diseñando mi destino. Todo era lejano, casi inalcanzable, pero lleno de sueños que rebosaban dormido y, sobre todo, despierto.

          Aunque, también, tengo el recuerdo borroso, la perspectiva que tenía ante mi en el hombre de 40 años, era la de una vida que se asemejaba más a un jardín en plena floración, donde algunas plantas habían crecido con fuerza, otras habían necesitado poda, y algunas semillas aún esperaban germinar. Las experiencias habían ido dejando marca, y la visión parecía más pragmática y enfocada. Con un equilibrio entre las ambiciones y las realidades, y habiendo aprendido valiosas lecciones de los errores del pasado, aunque, ahora, dudo que esas lecciones hayan sido puestas en práctica.

          Y aquí estoy, como decía al principio, cargado de tiempo, apreciando, como un gran tesoro, cada minuto de silencio y soledad. No me atrevo a sentenciar que lo entiendo todo de la vida, por eso digo que “entendiendo casi todo”: las pequeñas locuras de los jóvenes para ser foco de atención del sexo contrario, las miserias del poder en el que las personas en posiciones de autoridad actúan de manera egoísta y sin empatía, las obsesiones de algunos, las irritabilidades de otros, puedo ignorarlo, sin juzgarlo, porque, me parece, no estoy muy seguro, que alguna vez pasé por esas mismas estaciones.

          A estas alturas puedo asegurar que me queda poco tiempo, pero, aun así, por poco que sea, me sigue pareciendo mucho. Pero, todo está bien.

         


domingo, 22 de septiembre de 2024

Vivo o sobrevivo

 


Conversaciones con el Maestro

 

No sé muy bien si estoy viviendo, o solo me estoy moviendo por la vida

 

-    Kunturi, hoy te siento, especialmente, triste.

-    Tienes razón Maestro.

>> Estoy muy triste. ¡Que terrible es el pensamiento! Le he dejado volar, a su antojo, y ha impregnado en mi conciencia la sensación de que no tengo vida, de que no sé muy bien si estoy viviendo o simplemente me estoy moviendo a lo largo de los días, como una hoja arrastrada por el viento.

>> Hoy he sentido que mi existencia, es como un río que fluye sin cesar, y me siento como un corcho flotando, sin control, en mitad de la corriente, dejándome llevar, sin luchar contra las turbulencias.

>> Me siento embargado por una implacable compañera: la rutina. Que me envuelve con su monótono abrazo. Cada día es igual y, para colmo, esta rutina no es la que yo había imaginado para esta etapa de mi vida. ¿Es esto vivir? ¿O es, simplemente existir, como el engranaje en una máquina que sigue girando sin cuestionar su propósito? ¿Estoy siguiendo un guión preestablecido?

>> Nunca he sabido cual es la razón de mi vida, aunque como un iluso, en muchas etapas de mi vida he creído, (al final todo es, solo, una creencia), que era como una especie de guía espiritual para enseñar el camino que lleva a Dios. Pero no. Al final ha resultado que solo soy un pobre soñador al que la vida está despertando a base de cachetadas.

-    Hijo mío, no eres iluso ni soñador. Más pareces un buscador. Siempre haciendo preguntas, siempre buscando respuestas. Pero a menudo, la claridad se escapa entre tus dedos, como el agua que se desliza por las rendijas de una roca.

>> Deja de preguntarte si esto que vives es la vida y vive. En la intensidad de los momentos está revelada la verdad. Cuando te sumerges en una risa compartida, cuando sientes el calor de un abrazo sincero, cuando contemplas un atardecer que tiñe el cielo de colores imposibles, ahí está la vida. No en las tareas mecánicas, sino en los destellos de emoción y conexión.

>> Es tu decisión saborear cada bocado de vida, abrazar con pasión, aprender con avidez, amar con valentía. Es en esas elecciones donde vas a encontrar las respuestas a tus preguntas. Es en los pequeños detalles: una sonrisa, una melodía, una mirada cómplice, donde está la vida. Y en esos momentos, cuando el corazón late con fuerza y la mente se aquieta, es cuando sabes que estás vivo.

>> Deja de preguntarte para que has nacido y vive. Deja de preguntarte cuando es tu misión en la vida y vive. Deja de pedir milagros y hazlos tú.

 


sábado, 22 de junio de 2024

El baile de la vida

 


En un rincón olvidado del universo, donde las estrellas susurran secretos y los árboles danzan al ritmo del viento, existe un lugar llamado "El Jardín de las Decisiones". En este jardín, las almas se reúnen para aprender, crecer y descubrir el verdadero significado del éxito.

Allí, un joven llamado Aiden caminaba entre los senderos de flores vibrantes. Su corazón estaba lleno de preguntas y anhelos. ¿Qué es el éxito? ¿Cómo se alcanza? ¿Por qué algunos parecen tenerlo mientras otros luchan en vano?

Un día, Aiden se encontró con un anciano sabio sentado junto a un estanque de aguas cristalinas. El anciano sonrió y le dijo: "El éxito no se persigue, querido Aiden. Es como el baile de las hojas en otoño: cuando dejas de resistirte, cuando te entregas al flujo de la vida, es entonces cuando experimentas la verdadera danza".

Aiden frunció el ceño. "Pero ¿Cómo puedo dejar de perseguir el éxito? Todos me dicen que debo esforzarme, trabajar duro, alcanzar metas".

El anciano se río suavemente. "La vida no es una carrera, Aiden. Es un vals. Imagina que eres una hoja flotando en el aire. Si te aferras a la rama con todas tus fuerzas, te perderás la belleza del descenso. Pero si confías en el viento, si te dejas llevar, descubrirás que el éxito está en la gracia de la caída".

Aiden reflexionó sobre las palabras del anciano. Comenzó a observar su propia vida. ¿Cuántas veces había luchado, resistiéndose a los giros y vueltas? ¿Cuántas veces había manipulado su destino en busca de logros externos?

Decidió soltar. Dejó de forzar las cosas. Se permitió fluir con la corriente. Y entonces, algo mágico sucedió. Las oportunidades llegaron sin esfuerzo. Las puertas se abrieron. El éxito, en lugar de ser una meta distante, se convirtió en una melodía que resonaba en su interior.

Aiden aprendió que el verdadero éxito no se mide en títulos, riquezas o reconocimientos. Se encuentra en la paz interior, en la conexión con otros seres, en la capacidad de amar y ser amado. El éxito es vivir auténticamente, sin miedo a los fracasos ni a las expectativas ajenas.

Así, en el Jardín de las Decisiones, Aiden continuó su danza. Bailó con las estrellas, abrazó los momentos de quietud y se dejó llevar por la música de su alma. Y en cada giro, encontró el éxito que había estado buscando: la plenitud de vivir en armonía con la vida misma.


martes, 30 de abril de 2024

Vida, aceptación, desapego

 


 

El diccionario define la vida como la fuerza o actividad esencial mediante la cual obra el ser que la posee. Esta definición, aunque clara, es solo un punto de partida. Los diccionarios, por su naturaleza, tienden a ser concisos y precisos. Sin embargo, si indagamos en el significado personal que cada individuo otorga a esa fuerza vital y solicitamos a cada uno una definición de la vida, encontraríamos una diversidad de respuestas tan vasta como el número de personas consultadas.

Algunos, desde una perspectiva más espiritual, podrían describir la vida como un viaje del alma hacia el crecimiento, la comprensión, la realización de nuestro ser interior, el amor y la conexión con lo divino. Otros, con una visión más terrenal, podrían considerar la vida como una compleja amalgama de experiencias, un viaje en el cual cada individuo halla su propio significado y propósito.

Independientemente de si son visiones terrenales o espirituales, para concretar su propia definición de vida, todos se enfrentarán inevitablemente con una búsqueda, un aprendizaje, una aventura o incluso un misterio por resolver.

Desde la perspectiva de la búsqueda, la vida se percibe como un proceso continuo de exploración y descubrimiento. Nos encontramos en una constante indagación de significado, felicidad, amor, éxito o trascendencia. Esta búsqueda nos impulsa a transitar por caminos desconocidos, a superar obstáculos y a crecer como individuos. Es un viaje hacia lo desconocido, donde cada experiencia nos acerca más a la comprensión de quiénes somos y cuál es nuestro lugar en el universo.

La vida también puede ser vista como un proceso de aprendizaje continuo. Cada momento, cada encuentro, cada desafío nos brinda la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos y habilidades. A través de nuestras vivencias, cometemos errores, experimentamos el éxito, nos enfrentamos a la adversidad y acumulamos sabiduría. Es un camino de autodescubrimiento y evolución personal, donde cada lección nos aproxima a nuestro potencial máximo.

Además, la vida puede interpretarse como una aventura emocionante repleta de posibilidades. Cada día representa una nueva oportunidad para explorar, experimentar y disfrutar del mundo que nos rodea. Nos enfrentamos a retos emocionantes, nos sumergimos en nuevas culturas, establecemos relaciones significativas y creamos recuerdos inolvidables. Es un viaje de emociones intensas y experiencias enriquecedoras que nos moldean como seres humanos.

Finalmente, la vida puede contemplarse como un misterio por descubrir. A pesar de nuestros avances científicos y tecnológicos, aún existe mucho sobre la existencia humana y el universo que no comprendemos del todo. Nos maravillamos ante la belleza de la naturaleza, nos asombramos ante lo desconocido y nos enfrentamos a preguntas fundamentales sobre el origen y el propósito de la vida misma. Es un viaje de exploración intelectual y espiritual que nos invita a profundizar en los misterios del cosmos y de nuestra propia consciencia.

No cabe duda de que la vida es un regalo precioso que nos ofrece la oportunidad de crecer, amar, aprender y explorar el vasto y maravilloso universo en el que habitamos. Pero toda esta experiencia se puede vivir de dos maneras distintas: involucrándose emocionalmente y viajando por el mundo de las emociones, pasando de la alegría a la tristeza, del miedo al amor, del sufrimiento a la aceptación, de la obstinación a la tolerancia; o viviendo los acontecimientos completamente desapegados.

          El desapego es el camino hacia la liberación emocional, donde encontraremos las puertas que dan acceso a la libertad interior y a la paz mental. El desapego se refiere a la capacidad de separarnos emocionalmente de personas, objetos o situaciones que pueden causar dependencia o sufrimiento. No implica indiferencia o falta de amor, sino una comprensión profunda de que en la vida todo está en constante cambio y que aferrarse a lo efímero solo conduce al dolor.

          La aceptación es la clave para practicar el desapego. Aceptar la realidad tal como es, sin intentar controlarla, nos libera de expectativas y nos ayuda a enfrentar los cambios con mayor serenidad. En un mundo donde el consumismo y la búsqueda constante de satisfacción inmediata predominan, el desapego emerge como un antídoto contra la insatisfacción crónica. La sociedad a menudo nos inculca la creencia de que nuestra felicidad y realización personal están ligadas a la acumulación de posesiones materiales, logros externos y relaciones afectivas. Sin embargo, el desapego nos invita a cuestionar esta narrativa y a encontrar la verdadera plenitud en nuestro interior, más allá de las circunstancias externas.

En el plano material, el desapego nos permite adoptar un estilo de vida más sencillo y consciente, liberándonos del peso de la codicia y la obsesión por la adquisición constante. Al desapegarnos de la necesidad de poseer y acumular, encontramos una sensación de ligereza y libertad que nos permite apreciar la belleza de la vida en su forma más simple y auténtica.

          En el ámbito de las relaciones interpersonales, el desapego nos enseña a amar de manera incondicional, sin expectativas ni demandas. Nos permite disfrutar de los vínculos humanos, sin aferrarnos al control o la posesividad. Al liberarnos del apego emocional, cultivamos relaciones más saludables y profundas, basadas en la aceptación y el respeto mutuo.

El desapego es fundamental en el desarrollo personal y espiritual. Al soltar nuestras identificaciones con roles, etiquetas y conceptos limitantes, nos abrimos a una mayor expansión de nuestra conciencia y potencialidad. Nos permite trascender el ego y conectar con nuestra esencia más profunda, experimentando una sensación de unidad con todo lo que nos rodea.

El desapego no implica renunciar al mundo o desconectar emocionalmente de las experiencias de la vida. Más bien, se trata de estar plenamente comprometido con el presente, sin aferrarse al pasado o proyectarse en el futuro. Es una actitud de aceptación y fluidez que nos permite vivir con plenitud y autenticidad.

Liberarnos de las cadenas del apego nos permite vivir con serenidad y gratitud, encontrando la verdadera felicidad en el simple acto de ser. Y eso es, justamente, lo que buscamos los seres humanos, ya sea de manera consciente o inconsciente: la felicidad. Esta búsqueda de la felicidad, intrínseca a nuestra naturaleza, nos impulsa a explorar, a cuestionar y, en última instancia, a definir el significado de nuestras vidas.


lunes, 29 de abril de 2024

lunes, 15 de abril de 2024

La vida solo es un momento

 




        La vida en la Tierra es solamente temporal, sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices en cada momento de su vida, es posible que lo dejen para más adelante, para cuando consigan la nueva casa, el nuevo trabajo, la nueva pareja, o el nuevo auto. 

        Olvidan que el valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que se viven. Por eso existen momentos inolvidables, hechos inexplicables y personas incomparables. ¡Vive cada momento!, ¡Se consciente de los hechos, sin más!, y ¡Disfruta de las personas!, porque sino no tendrás tiempo, el momento pasa, el hecho no se repite y las personas desaparecen.


viernes, 12 de abril de 2024

Reflexión: La vida es más sencilla de lo que parece

 


          Si te detienes a reflexionar de manera honesta, serena y profunda, como si fueras un observador imparcial, sin permitir que te perturben o condicionen los acontecimientos que envuelven tu existencia, llegarás a la conclusión de que vivir la vida es mucho más sencillo de vivir de lo que la mayoría de las personas experimentan.

Considera la última ocasión en la que te enfureciste o perdiste la paciencia, cuando alzaste la voz o castigaste a alguien con tu silencio, quizás incluso a alguien muy cercano a ti. ¿Realmente valió la pena? ¿Lograste resolver algo? ¿Ganaste más alegría, felicidad, salud o dinero? O, por el contrario, ¿simplemente malgastaste un tiempo valioso y único, irrecuperable en toda tu vida futura, además de sumergirte en un estado emocional digno de los moradores de los círculos infernales que Dante describe en "La Divina Comedia"?

          Reflexiona, también, si esos pensamientos de carencia, de miedo, de dolor, de dudas o de preocupación por tu incierto futuro. ¿Están, realmente, resolviendo tus problemas o, simplemente, te mantienen atado a la ansiedad, impidiéndote vivir una vida plena?

Al analizar esos episodios de conflicto, observa qué parte de tu deseo no cumplido, posiblemente desconocido por la otra persona, contribuyó a tu insatisfacción personal o a tus expectativas sobre el comportamiento ajeno. De esta manera, si buscas culpables, tal vez te encuentres mirándote a ti mismo.

          Si, a pesar de todo, aún no estás convencido de que la vida puede ser más sencilla de lo que la estás viviendo, considera que cada suceso, por insignificante que parezca, es simplemente una manifestación de tu "Contrato Divino" o tu "Plan de Vida", aceptado antes de tu llegada a este mundo. Todo lo que ocurre en tu vida ha sido organizado y planificado por ti para cumplir con el propósito de tu existencia, que quizás no estás llevando a cabo debido a pensamientos o deseos que te limitan.

          Y si aún albergas dudas sobre lo simple que podría ser la vida, te planteo otra reflexión: ¿Qué propósito habría servido si tu corazón dejara de latir después de un episodio de ira, enfado o un pensamiento erróneo?


lunes, 8 de abril de 2024

Decisiones de vida

 


Cada decisión que tomamos, consciente o inconscientemente, nos guía por el camino de la vida. A menudo, no somos plenamente conscientes del impacto que cada paso puede tener en nuestro destino. Es solo con el tiempo y la reflexión que podemos mirar hacia atrás y apreciar cómo los momentos, las personas y las experiencias han tejido la trama de nuestra historia personal.

Todos los pasos que había ido dando en mi vida, cada elección y cada sincronía con la que tropezaba, cada alegría y cada adversidad, son los hilos que han ido tejiendo, sin que yo tuviera ni la más remota idea, el tapiz donde me encuentro ahora. Este país, este aeropuerto, esta sala de espera, este momento, es el resultado de un intrincado baile entre mi voluntad y el azar, entre mis sueños y las circunstancias. Y aunque no siempre entendí el porqué de cada giro o cada paso atrás, ahora veo que cada uno era necesario, cada uno era parte de un diseño mayor que aún estoy descubriendo.

La vida es una serie de capítulos que se construyen unos sobre otros, y aunque no siempre comprendamos el curso de los acontecimientos en tiempo real, cada paso nos lleva a una nueva comprensión y, en última instancia, a donde estamos destinados a estar.

Todos esos pasos son los que me habían llevado, sin saberlo, hasta donde me encontraba ahora.

Del libro "Toma mi mano, te mostraré la vida"

Alfonso Vallejo Gago


viernes, 5 de abril de 2024

Conversaciones con el Maestro (Vivir o sobrevivir)

 



Conversaciones con el Maestro

Vivir o sobrevivir

 

-    Kunturi, hoy te siento, especialmente, triste.

-    Tienes razón Maestro.

>> Estoy muy triste. ¡Que terrible es el pensamiento! Le he dejado volar, a su antojo, y ha impregnado en mi conciencia la sensación de que no tengo vida, de que no sé muy bien si estoy viviendo o simplemente me estoy moviendo a lo largo de los días, como una hoja arrastrada por el viento.

>> Hoy he sentido que mi existencia, es como un río que fluye sin cesar, y me siento como un corcho flotando, sin control, en mitad de la corriente, dejándome llevar, sin luchar contra las turbulencias.

>> Me siento embargado por una implacable compañera: la rutina. Que me envuelve con su monótono abrazo. Cada día es igual y, para colmo, esta rutina no es la que yo había imaginado para esta etapa de mi vida. ¿Es esto vivir? ¿O es, simplemente existir, como el engranaje en una máquina que sigue girando sin cuestionar su propósito? ¿Estoy siguiendo un guión preestablecido?

>> Nunca he sabido cual es la razón de mi vida, aunque como un iluso, en muchas etapas de mi vida he creído, (al final todo es, solo, una creencia), que era como una especie de guía espiritual para enseñar el camino que lleva a Dios. Pero no. Al final ha resultado que solo soy un pobre soñador al que la vida está despertando a base de cachetadas.

-    Hijo mío, no eres iluso ni soñador. Más pareces un buscador. Siempre haciendo preguntas, siempre buscando respuestas. Pero a menudo, la claridad se escapa entre tus dedos, como el agua que se desliza por las rendijas de una roca.

>> Deja de preguntarte si esto que vives es la vida y vive. En la intensidad de los momentos está revelada la verdad. Cuando te sumerges en una risa compartida, cuando sientes el calor de un abrazo sincero, cuando contemplas un atardecer que tiñe el cielo de colores imposibles, ahí está la vida. No en las tareas mecánicas, sino en los destellos de emoción y conexión.

>> Es tu decisión saborear cada bocado de vida, abrazar con pasión, aprender con avidez, amar con valentía. Es en esas elecciones donde vas a encontrar las respuestas a tus preguntas. Es en los pequeños detalles: una sonrisa, una melodía, una mirada cómplice, donde está la vida. Y en esos momentos, cuando el corazón late con fuerza y la mente se aquieta, es cuando sabes que estás vivo.

>> Deja de preguntarte para que has nacido y vive. Deja de preguntarte cual es tu misión en la vida y vive. Deja de pedir milagros y hazlos tú.

 


miércoles, 27 de marzo de 2024

El arte de vivir



La felicidad, el bien vivir y el bien morir, son un arte que hay que aprender y, como no nos lo enseñan desde la cuna, hemos de aprenderlo ahora.

Desde la cuna, nuestros padres, nuestros educadores, las religiones, y la misma sociedad nos han enseñado aquello que ellos han aprendido y que consideran imprescindible para poder desarrollarnos en sociedad, e incluso lo necesario, para triunfar en esta, nuestra sociedad, tan competitiva. Nos han enseñado que la única manera de tener éxito es generando y manteniendo un esfuerzo constante, es realizando un trabajo excesivo, es renunciando a nuestro propio placer, porque eso es egoísmo. Nos han enseñado que sólo se puede aprender son sufrimiento, que la letra con sangre entra, que antes de hacer hemos de pensar en “que pensara la gente”. Es mentira, ¡nos han engañado!

          El aprendizaje es una diversión, el éxito no se persigue, el verdadero éxito llega cuando dejamos de ofrecer resistencia, cuando no nos agarramos a la vida, porque agarrarse a la vida persiguiendo el éxito, es perder el éxito y la vida. Hay que romper las compuertas y limpiar el cauce de escollos para dejar que la vida fluya, sin paralizarse en el tío vivo de los propios pensamientos, hay que detener el carrusel de la mente y bajar.

          Dejar que la vida fluya, es aceptar. Fluir, aceptar, no quiere decir cruzarse de brazos con resignación, no, quiere decir que hemos de elegir la paz en lugar del miedo, quiere decir elegir la alegría en lugar de la tristeza, quiere decir elegir la acción en lugar de las dudas, quiere decir que lo importante es la felicidad y no el pensamiento de los que nos rodean, quiere decir que hemos de elegir el amor ante cualquier otra circunstancia, quiere decir “si”, “si a la vida”.

          Un buen trabajo sería empezar a aceptarnos a nosotros mismos y empezar a presentarnos ante los demás tal como somos, sin máscaras.

Para eso te propongo algo nuevo, algo que seguramente no has hecho nunca: Colócate delante de un espejo y observa la expresión de tu cara. Toma conciencia de tu expresión, no juzgues si es un rostro serio, si es lánguido, si parece enfadado……… sólo observa.

Empieza a decir cosas hermosas a ese rostro que se refleja en el espejo: “Guapo, guapa”, “Te quiero”, “Que ojos tan bonitos”, sonríe y empieza a ver como es tu rostro cuando sonríes. No juzgues nada, no busques el por qué de nada, sólo quiérete, solo acéptate, y podrás observar como tu rostro se relaja y cambia. Haz este ejercicio durante cinco minutos cada día antes de tu meditación y que sea, luego, ese rostro el que sacas de casa para presentarte ante el mundo.

          A partir de tu propia aceptación, será más fácil aceptar la vida. Poco a poco, vete desterrando el “no”, empieza a utilizar el “si” con esa sonrisa que practicas en el espejo, empieza a aceptar los cambios de la vida sin oponerte, empieza a decidir sin darle vueltas y más vueltas que solo sirven para envenenar tu mente, empieza a vivir. 

sábado, 16 de marzo de 2024

La vida cambia, el alma no.

 


           La vida es un conjunto de cambios que no esperamos.

No importa con cuanta certeza tengamos planeadas nuestras expectativas, siempre va a haber algo repentino, siempre va a haber algo que no tengamos planeado.

No importa cuántas veces la vida nos haya sorprendido o cuantas veces hayamos cambiado nosotros.

Nuestra esencia, lo que está dentro de nuestra alma, nunca cambia.


martes, 27 de febrero de 2024

Disfrutar la vida

 


              Los seres humanos somos capaces de recordar hasta la extenuación los momentos dolorosos de nuestras vidas. Los recordamos, los sufrimos y lloramos con su recuerdo, los contamos, unas veces nos corroe la rabia, otras la ira, hablamos de nuestro dolor sin venir a cuento, nos lamentamos, siendo incluso incapaces de sentir el dolor ajeno, porque “no es nada comparado con lo que me ha pasado a mí”.

Sin embargo, somos incapaces de recordar con parecida intensidad los momentos felices. Hasta diría que estos pasan por nuestra vida sin pena ni gloria. Después de unos momentos de euforia, caen en el olvido, hasta el extremo de que, si nos piden que recordemos algún acontecimiento feliz de nuestra vida, podemos quedar dubitativos, tratando de descubrir alguno de esos momentos.

       De la misma manera nos comportamos ante la enfermedad, nos podemos pasar el día lamentándonos, sintiendo nuestro dolor, explicando a todo aquel que se cruza con nosotros lo mal que nos encontramos, lo infelices que nos sentimos, la mala suerte que parece haberse aliado con nosotros, y un sinfín de desgracias más. Pero cuando estamos sanos, no explicamos a todas las personas con las que nos encontramos, que estamos sanos, que nos sentimos bien, que vaya suerte la nuestra, que nos encontramos felices por la buena salud. ¿Por qué será?

              ¿Quiere decir esto que hay muchos más momentos de dolor que momentos felices en las vidas de las personas? No es así. Normalmente pasamos más tiempos neutros, sin episodios excepcionales ni de felicidad, ni de dolor, de la misma manera que pasamos más tiempo de nuestra vida, sanos que enfermos. Y llamo momentos neutros a momentos que, en realidad, los deberíamos calificar como excepcionales, como son el amanecer de cada día, ver una salida o una puesta de sol, sentir el canto de los pájaros, el olor de la tierra después de la lluvia, escuchar la risa inocente de los niños, sentir el abrazo de los que nos quieren, tener hambre y poder comer, y un sinfín de cosas más.

              Podemos llorar años la desaparición de un ser querido, pero no festejamos años el nacimiento de otro ser querido. Podemos lamentarnos mucho tiempo por la pérdida de un trabajo, pero no nos alegramos el mismo tiempo cuando lo encontramos y nos contratan. Podría seguir poniendo infinidad de ejemplos, pero no merece la pena, seguro que cada uno de vosotros puede pensar en su ejemplo favorito.

              Sabemos, al menos, todos los que nos asomamos a esta ventana, que energías iguales se atraen, sabemos que somos lo que pensamos, sabemos que el Universo nos regala aquello que permanece en nuestra mente con una cierta intensidad. Pero, es igual, somos incapaces de cambiar nuestro pensamiento, somos incapaces de mantener los sucesos buenos en nuestra mente durante más tiempo que los malos, somos incapaces de ser felices. ¿Será que nos gusta el sufrimiento?, ¿Será que no terminamos de creernos que somos energía?, ¿Será que, a pesar de todo, nuestro conocimiento, somos incapaces de dominar a la mente?, ¿Será que practicamos poco la mucha teoría que atesoramos?, ¿Será que no habremos integrado en nosotros nuestra divinidad?, ¿Qué será?


lunes, 19 de febrero de 2024

Propósito de vida

 

          Hoy escuché una frase, a uno de los muchos gurús, (no conozco su nombre), que nos regalan sus pensamientos elevados, con la que estoy, completamente, de acuerdo y me apetece compartirla con vosotros.




viernes, 16 de febrero de 2024

Vivir la vida (1 de 3)

 


Señor, concédeme

la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,

valor para cambiar las que sí puedo y

sabiduría para discernir la diferencia.

(San Francisco de Asís)


Existen tantas maneras de vivir la vida física como seres humanos viviéndola, pero si hablamos de las sensaciones que llegan a sentir los ocho mil millones de vividores que pueblan el planeta, como consecuencia de cada una de las interacciones con el mundo, el número se reduce drásticamente. Podemos nombrar algunas: felicidad, alegría, satisfacción, bienestar, tristeza, miedo, sufrimiento, vergüenza, ira, asombro, amor, gratitud, esperanza, culpa.

Por supuesto, son muchas menos que ocho mil millones, pero se podrían agrupar aún más, hasta dejarlas reducidas a la mínima expresión:

-   Regodearse con el sufrimiento que van generando los acontecimientos del momento.

-  Alternar el sufrimiento con alguna de las técnicas leídas, aprendidas o escuchadas, para cambiar el devenir de tus miserias.

-       Aceptar.

La primera opción, la de regodearse con el sufrimiento es la más fácil, porque es un hábito arraigado en nosotros desde nuestra más tierna infancia. Solamente hay que observar cómo se desenvuelve el ser humano en sociedad, solo hay que observar cuáles son sus conversaciones, cuáles son sus comentarios y cuáles sus carencias, para determinar, sin temor a equivocarnos, que el ser humano es adicto al sufrimiento, adicto al dolor, adicto a la pena, a la tristeza y al miedo, de la misma manera que se puede ser adicto a las drogas, a la nicotina, a la comida o al alcohol.

            Y de la misma manera que para liberarse de la opresión de las adicciones físicas se ha de hacer un sobreesfuerzo y, puede que, incluso internarse en una clínica de desintoxicación, para liberarse de las adicciones emocionales se ha de realizar, también, un ejercicio de voluntad intenso, se ha de realizar un ejercicio de aceptación de la realidad de la vida, se ha de tener el convencimiento de que solamente con el dolor es imposible, no solo ser feliz, sino que es imposible hacer felices a los demás. Se ha de cambiar la creencia de que la felicidad es algo que nos llega del exterior como un regalo, sino que es un estado interior al que se llega por propia voluntad, sin tener en cuenta “el qué dirán”, sin esperar nada de nadie.

            No podemos liberarnos del sufrimiento por el mero hecho de pensar: “Desde mañana no voy a sufrir y voy a ser feliz”, porque el hábito de sufrir, es una enseñanza tan arraigada en nosotros, que deshacerse de ella es casi como ser infiel al amor de nuestros progenitores, que son, los que con su ejemplo, ¡nefasto ejemplo de sufrimiento!, nos han inculcado que es, no solo normal, sino casi un deber, sufrir con el padecimiento de los demás, y sobre todo con el padecimiento de los que nos quieren.


miércoles, 14 de febrero de 2024

Popurrí (Alma, ego, vida, muerte, felicidad, etc.)

 


Tenía una idea, pero no puede expresarla en un solo día. Fueron 3 los días que tardé en expresar la idea y al final, la idea se desvirtuó y salió este popurrí.

Una creencia es una actitud mental que consiste en aceptar una idea o una teoría, considerándola verdadera, sin tener el conocimiento o las evidencias de que sea o pueda ser cierto.

Los seres humanos tenemos en nuestro baúl de almacenaje mental una gran cantidad de actitudes mentales de este tipo. Con ellas intentamos complacer nuestras necesidades, a través de algún tipo de explicación más o menos verosímil.

Las creencias pueden cambiar y evolucionar, pueden desaparecer y generarse nuevas creencias. Hay que tener en cuenta que solo son un pensamiento y, ya conocemos la volatilidad del pensamiento.

He hecho un repaso de mis creencias, (son un montón), para reflexionar sobre ellas, para actualizar las que están desactualizadas, para modificar las que han ido evolucionando con el tiempo y para borrar de un plumazo aquellas que son inservibles y, completamente inútiles.

Y voy a comenzar con la que tenía que ser la última: La muerte. El pensamiento de que las creencias sobre la muerte tendrían que aparecer en último lugar solo es porque llega a nosotros como desenlace de la vida. Es como la bajada del telón en una obra de teatro.

A fin de cuentas, la vida es como una obra de teatro.

Se abre o se levanta el telón en el nacimiento. Alguien podría pensar, creencia), que el neonato llega a la vida sin participación alguna por su parte. Tremendo error, (otra creencia), el bebé llega a la vida en el momento preciso, (día y hora), en el que él establece, en el lugar que él ha decidido, con la forma física necesaria para llevar a cabo el trabajo organizado por él y con los padres consensuados, que suelen ser almas que están encarnando con ese bebé en el 99% de sus vidas, en diferentes papeles.

Cuando llegamos a la vida lo hacemos con el libreto, marcado a fuego, en el alma, en el que aparece reflejado el trabajo, escrupulosamente, planeado, para llevar a buen puerto, cada una de las actividades con las que se va encontrando el actor en cada una de las diferentes escenas que completan los diferentes actos de la obra de su vida.

El alma conoce el guion de la vida, pero quien tiene que controlar y gobernar la vida, que es el ego, no solo tiene un total desconocimiento del guion, sino que ni tan siquiera conoce que tal guion exista.

El ego es una especie de identidad personal que construimos a partir de nuestras enseñanzas, creencias, experiencias, deseos y necesidades. El ego es esa parte de nosotros que dice “yo soy”, “yo quiero”, “yo pienso”.

El ego es como un caballo salvaje que campa a sus anchas por nuestra propia vida eligiendo los acontecimientos para involucrar a su dueño sin tener en cuenta el plan de vida del alma, porque lo desconoce. Ni que decir tiene que el plan establecido por el alma, no se va a cumplir en su totalidad y, suerte tendrá si que cumple, al menos, en una parte.  

Y al finalizar la obra, tan contradictoria, de su vida, se cierra el telón, es decir, aparece la muerte. En ese momento finaliza el plan que había establecido el alma para la vida que acaba de finalizar. Habrá que esperar a otra oportunidad, (una nueva vida), para retomar el trabajo. 

El ser humano, durante todo el tiempo de vida, de esa vida, de la que desconoce que tiene un plan establecido, en el que aparece un trabajo a realizar y un conocimiento que adquirir, lucha con todas sus fuerzas para conseguir algo que casi nunca consigue: la felicidad.

Es triste. El ser humano no solo no consigue completar el plan establecido por el alma, sino que, ni tan siquiera consigue llevar a buen puerto el plan terrenal que el ego se ha marcado como objetivo.

Lo que el ego no sabe es que tiene al alcance de la mano la consecución de cualquier objetivo emocional que se proponga, siempre y cuando sea capaz de reconocer y aceptar sus propias limitaciones, necesidades y deseos, siempre y cuando sea capaz de trascender su propia ilusión y de conectarse con su verdadera esencia, que es conciencia sin forma, paz y amor.

Y para que eso ocurra, el ego solo tiene que activar una nueva función en su mente: Aceptar.

La aceptación es una actitud que consiste en reconocer y asumir una situación, un pensamiento, una emoción o un aspecto de uno mismo o del mundo, sin intentar cambiarlo o evitarlo. La aceptación puede ayudarnos a afrontar mejor los problemas, a aprender de nuestras experiencias y a encontrar una mayor paz interior. La aceptación no significa resignarse o conformarse con lo que nos ocurre, sino asumir la realidad y buscar soluciones o alternativas.

Esa actitud de aceptar que nos ayuda a encontrar paz interior es la antesala de la felicidad. Así el objetivo principal del ego estará cumplido.  


martes, 30 de enero de 2024

Memento mori

 


La muerte es algo que no debemos temer porque,

mientras somos, la muerte no es,

y cuando la muerte es, nosotros no somos.

(Antonio Machado)

 

          Los seres humanos nos encontramos inmersos en una desenfrenada carrera hacia una meta desconocida. ¿La nada?, ¿la muerte?, ¿Dios?

          Pero no solo es desconocida la meta, tampoco sabemos quién nos ha puesto en carrera, ni sabemos para que corremos. No sabemos nada, solo que tenemos que seguir corriendo, porque estamos subidos en una cinta sin fin que es la vida, que no se detiene ni un instante

          Aunque, en realidad, la meta de la vida no es tan desconocida. Porque no sabremos porque corremos, pero si sabemos que la carrera se acaba cuando, por alguna causa, existe una incapacidad total para que se realicen los procesos biológicos, que son los que animan la vida del cuerpo. Y ese es el final de la carrera.  

          Parece fácil deducir, por lo tanto, que la meta del ser humano es la muerte, pero, ¿después?, ¿después hay nada o existe una vida diferente?

          Somos muchos, ya, los que creemos que la muerte no es el final, sino una transición hacia otro estado o dimensión. Como decía Mahatma Gandhi: “Si la muerte no fuera el preludio a otra vida, la vida presente sería una burla cruel”.

          Pero, si al final de la vida física del cuerpo existe otra vida, (que podríamos llamar la vida del alma), entonces si que sería bueno saber para que corremos, para que vivimos, porque estar en la vida sin una razón, no solo parece una burla, parece ridículo.

          Si nos asomamos a la ventana de la vida, solo para observar el mundo, podremos comprobar que la vida es mucho más que ridícula. Es inhumana, despiadada, sanguinaria, salvaje, violenta, atroz, sin una pizca de piedad, de compasión, de misericordia, de humanidad.

          No puede ser esta sociedad sin entrañas la razón de la vida, ni sus líderes políticos, religiosos o de opinión, un referente o modelo a seguir. La razón de la vida no puede ser morir o matar, no puede ser robar, no puede ser mentir. La razón de la vida tiene que ir en consonancia con la vida del alma, esa que nos espera al otro lado de la muerte.

Y según lo que narran los que han estado, algún ratito, es ese otro lado, por experiencias cercanas a la muerte, todo lo que se vive en ese otro estado o dimensión es amor.

Por lo tanto, vamos a pensar y a creer que la razón de la vida es aprender a amar y pongamos manos a la obra, porque cuantos más seamos amando, podremos influir en el mundo más que los ambiciosos líderes que nos manipulan a su antojo, escondidos tras la máscara de los votos.


martes, 23 de enero de 2024

Vivir la vida

 


“Vivir es nacer a cada instante” 

Erich Fromm 

Dedica la vida a vivirla, no a vivir la vida de los demás. 

La vida es plenitud, y cada segundo que intentas vivir la vida de los demás dejas de vivir la tuya, dejas de vivir un segundo de tu tiempo que no volverá a repetirse, conviertes tu vida en una vida incompleta. 

La vida es demasiado hermosa para desperdiciarla, aunque sólo sea un segundo.

Desperdiciar la vida juzgando, opinando o criticando a otros es, además, un trabajo insulso, ya que ese otro al que estás juzgando, es posible que siga viviendo su vida tan feliz, sin enterarse de tus críticas o pasando de ellas, porque sencillamente no las necesita; estás desperdiciando tu vida para nada.


domingo, 21 de enero de 2024

El hilo conductor de la vida



 “A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, 

y de pronto toda nuestra vida 

se concentra en un solo instante.” 

Oscar Wilde

La vida es, sin ninguna duda, como un hilo conductor en el que se encuentran engarzados, como las cuentas de un collar, todos los acontecimientos de la vida y, todos movibles. Solo hay dos cuentas fijas, el nacimiento, que es el primer acontecimiento, y la muerte del cuerpo que es la última de las cuentas engarzadas en nuestro hilo de vida.

Por eso, nada es casualidad. Un acontecimiento da paso al siguiente, no importa el tiempo, solo importa que el aprendizaje del acontecimiento se haya dado para dar paso al siguiente. Cuando se cierra una puerta, de manera automática, se abre la siguiente puerta.