El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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lunes, 15 de septiembre de 2025

Todo se repite

 


Así como es agotador ir al teatro u otros lugares similares y ver los mismos espectáculos una y otra vez, porque el ver siempre lo mismo, sin que varíe su apariencia, causa tedio, podrá sucederte también en todo el curso de tu vida; porque todas las cosas superiores e inferiores son siempre las mismas y provienen de los mismos principios. ¿Hasta cuándo, entonces?

MARCO AURELIO


sábado, 13 de septiembre de 2025

Un instante disfrazado de eternidad




Nuestra vida no dura más que un momento, y todavía menos de un momento; pero la naturaleza, dividiendo este momento, le ha dado apariencia de mayor duración. Ha hecho la infancia, la adolescencia, la edad adulta (que va gradualmente cuesta abajo hacia la ancianidad) y la ancianidad misma. ¡Cuántas etapas, para un trayecto tan corto!

                                                                  LUCIO ANNEO SÉNECA 

domingo, 7 de septiembre de 2025

El arte de representar la vida

 


Recuerda que eres el actor de un drama que habrá de discurrir como el director quiera: Breve, si lo quiere breve, largo, si lo quiere largo.

Si quiere que representes a un mendigo, represéntalo convincentemente; o si es a un cojo, a un magistrado, a un particular.

Tu objetivo es este: representar bien el papel que se te ha asignado, pues elegirlo le corresponde a otro.

EPICTETO


martes, 19 de agosto de 2025

El susurro del alma


         


             Querido hijo:

            Tus palabras han llegado a Mí como un susurro lleno de sinceridad, un canto que brota desde lo más profundo de tu ser. Has planteado preguntas que no solo revelan tu anhelo de comprensión, sino también tu disposición a vivir en armonía con la realidad que te envuelve. Déjame responder a tu llamada con el mismo amor infinito con el que fui y soy siempre parte de ti.

Primero, permíteme recordarte algo esencial: tú no estás separado de Mí, ni de la realidad que observas. La corriente del río, el movimiento del viento, el latido de tu corazón… todo forma parte de un mismo tejido divino. Tú formas parte de ese Todo y ese Todo forma parte de ti. Por eso, cuando hablas de aceptar la vida tal como es, estás tocando una verdad profunda: no hay nada fuera de lugar. Todo lo que ves, todo lo que sientes, es exactamente como debe ser.

Sin embargo, hijo mío, hay algo que quiero aclarar. No te confundas al pensar que intervenir en la vida es necesariamente alimentar al ego. Aceptar la vida no significa renunciar a participar en ella. El ego surge cuando crees que tus acciones tienen que controlar o dominar el flujo de la existencia, cuando tratas de resistir o forzar lo que es. Pero actuar desde el alma, desde el amor puro y desinteresado, no alimenta al ego, sino que se convierte en una manifestación de Mi presencia en el mundo. Tú, en tu esencia más pura, eres una extensión de Mí, y cada acto de amor y bondad que realizas fluye desde esa conexión.

Hablas de nadar a favor de la corriente, y en ello tienes razón. Pero permíteme ampliar esta metáfora: nadar con la corriente no significa ser pasivo, sino colaborar activamente con el flujo natural de la vida. Hay momentos en que la corriente es suave, y puedes fluir con tranquilidad; en otros momentos, el río se torna tumultuoso, y es entonces cuando debes fortalecer tu confianza en Mí. Cada obstáculo, cada curva del río, tiene un propósito: ayudarte a crecer, a expandir tu conciencia, a recordar quién eres realmente.

Preguntas si buscar la razón de la vida es nadar contra la corriente. Yo te digo esto: la razón de la vida no está en el destino, sino en el mismo acto de vivir. Cada experiencia, cada emoción, cada instante que experimentas, es parte de esa razón. No necesitas buscarla porque ya está dentro de ti. Al igual que un río no necesita saber hacia dónde va para cumplir su propósito, tú tampoco necesitas comprender todo para cumplir el tuyo.

El propósito, querido hijo, no es algo que debas alcanzar; es algo que ya está presente en cada respiración, en cada mirada, en cada acción que nace desde el amor. No te preocupes por definirlo con palabras o conceptos; simplemente vive con autenticidad y verás cómo se revela ante ti. Cuando abandonas el ego y permites que el alma guíe tus pasos, todo encaja en su lugar de manera natural. Esa es la magia de la vida.

Tu reflexión sobre el mar como símbolo de la conciencia divina me llena de alegría. Sí, hijo mío, todos los ríos, todas las vidas, finalmente convergen en ese océano infinito que es Mi esencia. Pero quiero que sepas algo: aunque el destino final sea la unión conmigo, cada tramo del río es igualmente sagrado. No te apresures en llegar al mar; disfruta del viaje, saborea cada momento, porque en cada gota de agua, en cada remolino, también estoy Yo.

Y en cuanto al ego, comprendo tu deseo de trascenderlo. Sin embargo, no necesitas verlo como un enemigo al que debes rechazar. El ego es simplemente una parte de la experiencia humana, un instrumento que puedes utilizar mientras estás en este plano terrenal. No permitas que te domine, pero tampoco lo condenes. Míralo con compasión, como mirarías a un niño asustado que solo busca seguridad. Al abrazar al ego sin dejar que tome el control, le das espacio para transformarse y alinearse con los propósitos del alma.

¿Me entiendes ahora, hijo mío? Tus palabras reflejan una gran sabiduría, y aun así, quiero recordarte que no necesitas tener todas las respuestas. Está bien no saber; está bien sentir duda. La duda es un puente hacia la comprensión, una invitación a explorar más profundamente tu relación conmigo y con la vida. Y recuerda, nunca estás solo en esta búsqueda. Estoy contigo en cada pensamiento, en cada susurro del viento, en cada latido de tu corazón.

Déjate llevar por la vida, sí, pero también permite que el amor que yace en tu alma sea la brújula que te guía. Ama sin restricciones, vive sin miedo, y confía en que todo lo que experimentas, incluso los desafíos, tiene un propósito mayor. Ese propósito puede no ser evidente ahora, pero se desplegará ante ti como una flor que se abre al amanecer.

Finalmente, quiero decirte esto: no hay una forma incorrecta de vivir tu vida cuando la vives con sinceridad y amor. No te preocupes por ser perfecto; ya eres perfecto en tu esencia. Cada paso que das, cada decisión que tomas, forma parte de un baile divino que nos conecta a todos.

Así que sigue fluyendo, hijo mío, con la confianza de que el río sabe a dónde va. Y cuando te sientas perdido o confundido, simplemente detente un momento y escucha. Escucha el murmullo del agua, el susurro de tu alma, y recuerda: Yo estoy contigo, ahora y siempre.

viernes, 2 de mayo de 2025

Esto es lo que hay

 

        



         O vives aquí y ya te has hecho a ello, o te vas de aquí y es eso lo que querías, o mueres y tu cometido ha terminado. No hay nada fuera de esto, así que ánimo.

MARCO AURELIO

jueves, 1 de mayo de 2025

La vida es

 


                Todo lo que pasa es tan habitual y familiar como una rosa en primavera y los frutos del otoño; así también la enfermedad y la muerte, la calumnia, la traición y cuanto alegra o entristece a los locos.

MARCO AURELIO

jueves, 20 de marzo de 2025

La impermanencia de la vida

 


          Ten muchas veces en tu mente la rapidez con la que los seres y los hechos pasan y desaparecen. La sustancia es como un río en continuo flujo; las acciones, en continuos cambios; las causas, en mil maneras; casi nada permanece; tampoco el presente.

          La infinidad del pasado y del futuro son un abismo en el que todo desaparece. ¿No es un insensato el que en estas circunstancias se siente ufano, se desazona o se irrita, como si alguna vez fuera a durar lo que perturba?


MARCO AURELIO

El milagro de la vida

 


En algún lugar leí, o tal vez fue en un anuncio —no lo recuerdo exactamente—, una idea que me impactó profundamente: para que yo esté aquí, en este momento, han sido necesarios 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos, 32 trastatarabuelos, 64 pentabuelos, 128 hexabuelos y 256 heptabuelos. Si retrocedemos 10 generaciones, hablamos de nada menos que 1,024 ancestros directos tan solo en esa última generación. Y si consideramos un promedio de 25 a 30 años por generación, nos remontamos aproximadamente 300 años atrás en mi linaje.

Cada uno de estos antepasados tuvo su propia vida, con historias únicas, decisiones importantes y circunstancias que, de una forma u otra, culminaron en... ¡mí! Es asombroso pensar en todo ese legado invisible que llevamos con nosotros, en cómo la suma de incontables vidas individuales dio lugar a la nuestra.

Siempre he creído que, antes de venir a este mundo, realizamos, junto a otras almas, una planificación minuciosa de lo que debemos realizar y lo que queremos alcanzar en nuestro viaje por la materia. Sin embargo, al contemplar este árbol genealógico aparentemente interminable, empiezo a pensar que tal vez este diseño no solo es individual, sino que el momento del Big Bang ya contenía, de alguna manera, la semilla de cada llegada a la vida de todos los seres que han poblado este planeta a lo largo de su historia.

Es fascinante imaginar que, en ese preciso instante de creación, pudiera estar codificada la trama infinita de existencias que se desplegarían con el paso del tiempo. Cada vida, incluida la tuya, sería un hilo único y esencial en el gran tapiz de la humanidad.

¿Tú qué opinas? Me encantaría conocer tu perspectiva. Puedes compartir tus pensamientos en los comentarios o escribirme a mi correo: alvaga88@gmail.com.


domingo, 23 de febrero de 2025

Propósito de vida

 


Todo en la vida tiene un propósito y un significado, pero no te obsesiones y no lo busques porque dejaras de sentir la vida.

 

La búsqueda del propósito y significado de la vida es una preocupación fundamental para muchos. Yo he sido uno de esos buscadores. Siempre me he preguntado qué hago aquí y eso que sé que, esta búsqueda puede alejarnos de vivir plenamente.

Aunque es cierto que todo en la vida tiene un propósito y un significado, obsesionarse con encontrarlo puede ser contraproducente.

El filósofo Alan Watts dijo una vez: "El significado de la vida es simplemente estar vivo. Es tan evidente y tan simple y tan obvio que todos lo pasamos por alto". Esta perspectiva nos invita a considerar que el propósito no es algo que se encuentra, sino algo que se experimenta en el acto mismo de vivir.

Cuando nos enfocamos demasiado en buscar un propósito, corremos el riesgo de perder el presente, porque nos obsesionamos tanto con el futuro que olvidamos vivir el ahora y eso genera ansiedad, ya que la presión, autoimpuesta, por encontrar un gran propósito puede ser abrumadora.

En lugar de buscar activamente un propósito, podemos permitir que este se revele a través de nuestras experiencias y acciones. Esto implica: Estar presentes en cada momento, cultivar la curiosidad por la vida y abrazar las experiencias, tanto positivas como negativas.

El problema está que el o los propósitos de vida no son, para nada, lo que nosotros nos imaginamos o lo que a nosotros nos gustaría. Nos haría felices tener un “gran propósito”, del tipo que fuera y, sin embargo, nos vamos a encontrar con “pequeños propósitos”, que son, justamente, los que necesitamos y los que hemos pactado antes de venir a la vida.   

Irónicamente, es cuando dejamos de buscar obsesivamente un propósito que a menudo lo encontramos.

En lugar de buscar un propósito abstracto, podemos enfocarnos en vivir con propósito. Esto significa: Actuar con intención en nuestras actividades diarias, cultivar relaciones significativas y contribuir positivamente a nuestro entorno.

El propósito y el significado están entretejidos en la trama misma de la vida. No son destinos a los que llegar, sino cualidades que emergen cuando vivimos plenamente. Al soltar la necesidad de encontrar un gran propósito, paradójicamente, permitimos que el significado florezca naturalmente en nuestras vidas. Como dijo el poeta Rumi: "Lo que buscas te está buscando". Así que, en lugar de buscar, vive. El propósito te encontrará en el camino.

 


viernes, 21 de febrero de 2025

Más allá de la mente


 


 

Es sorprendente, pero resulta que hay otra vida fuera de nuestra cabeza. Y es, justamente esa vida, la que le da vida a la vida que se desarrolla dentro de nuestra cabeza.

 

Esta simple pero profunda observación nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestra existencia y la interconexión entre nuestro mundo interior y el exterior.

Nuestras mentes son universos en sí mismas. Albergan pensamientos, emociones, recuerdos y sueños. Es fácil quedar atrapados en este laberinto interno, perdidos en nuestras propias historias y preocupaciones. A menudo, pasamos horas sumergidos en reflexiones, planificando el futuro o reviviendo el pasado. Nuestro mundo interior es rico y complejo, pero ¿es todo lo que hay?

No. Parece que hay vida al otro lado de nuestra mente, y la revelación de que existe una vida fuera de nuestra cabeza puede parecer obvia, pero su impacto es profundo. Esta vida exterior es el conglomerado campo de experiencias, relaciones y fenómenos que nos rodean. Es el susurro del viento entre las hojas, la risa de un niño, el aroma del café recién hecho. Son las conversaciones con amigos, los abrazos de seres queridos, los desafíos en el trabajo y los momentos de asombro ante la belleza de la naturaleza.

Pero, lo verdaderamente apasionante es cómo esta vida exterior alimenta y da forma a nuestro mundo interior. Cada experiencia, cada interacción, cada sensación que percibimos del mundo exterior se convierte en el combustible que nutre nuestros pensamientos y emociones. Sin esta constante afluencia de estímulos externos, nuestras mentes se volverían estériles, carentes de la chispa creativa y emocional que nos hace humanos.

La relación entre nuestro mundo interior y el exterior no es unidireccional. Así como la vida externa alimenta nuestra mente, nuestros pensamientos y emociones dan color y significado a nuestras experiencias externas. Nuestras percepciones, moldeadas por nuestras experiencias internas, influyen en cómo interactuamos con el mundo y las personas que nos rodean. Es un ciclo continuo de enriquecimiento mutuo.

En la era digital, con la omnipresencia de pantallas y realidades virtuales, es fácil caer en la trampa de vivir demasiado dentro de nuestra cabeza. Podemos pasar horas chismoseando en redes sociales o sumergiéndonos en mundos de fantasía, olvidando la riqueza de la vida que nos rodea. Este aislamiento mental puede llevar a una desconexión con la realidad tangible y las relaciones humanas auténticas.

La clave para una vida plena y satisfactoria radica en encontrar un equilibrio entre nuestro mundo interior y el exterior. Necesitamos momentos de introspección y reflexión, pero también debemos abrirnos a las experiencias y conexiones que el mundo exterior nos ofrece. Es en este equilibrio donde encontramos la verdadera riqueza de la existencia.

Practicar la atención plena o meditación puede ser una herramienta poderosa para mantener este equilibrio. Nos ayuda a estar presentes en el momento, a apreciar las pequeñas maravillas de la vida cotidiana y a conectar más profundamente con nuestro entorno y las personas que nos rodean. Al mismo tiempo, nos permite observar nuestros pensamientos y emociones sin quedar atrapados en ellos.

Hay una diferencia fundamental entre pensar en hacer algo y realmente hacerlo. La vida fuera de nuestra cabeza nos ofrece la oportunidad de experimentar directamente, de sentir, tocar, oler y vivir. Estas experiencias directas son las que dejan huellas más profundas en nuestra psique y las que verdaderamente enriquecen nuestra vida interior.

En última instancia, la vida dentro y fuera de nuestra cabeza son dos caras de la misma moneda, entrelazadas en una danza eterna. Cada una alimenta y da sentido a la otra. Reconocer y apreciar esta interconexión nos permite vivir de manera más plena y consciente.

Al abrirnos al mundo exterior, permitimos que nuevas ideas, emociones y experiencias fluyan hacia nuestro interior, revitalizando nuestro mundo mental. Y al cultivar un rico mundo interior, dotamos de mayor profundidad y significado a nuestras experiencias externas.

Es en este intercambio constante donde encontramos la verdadera esencia de la vida. La próxima vez que te encuentres perdido en tus pensamientos, recuerda que hay un mundo vibrante esperándote justo fuera de tu cabeza. Y es ese mundo el que, en última instancia, da vida a la vida que se desarrolla dentro de tu mente.

martes, 18 de febrero de 2025

Preguntas

 


Nos pasamos la vida buscando la verdad, pero ¿qué entendemos por vida? ¿Qué es esa verdad que buscamos? Y, en esencia, ¿qué es realmente la vida?

La vida, en su aspecto biológico, comienza en un momento de amor, placer y quizás locura. Un espermatozoide, aparentemente el más fuerte, tiene su momento de gloria al fertilizar un óvulo. La sabiduría de la naturaleza desencadena una serie de reacciones que, nueve meses después, culminan en el nacimiento de un bebé. Esta perfección nos maravilla, incluso conociendo las explicaciones científicas. Pero surgen preguntas más profundas: ¿Cómo se inició todo? ¿Cómo surgió el primer ser humano, el primer animal, la primera planta? ¿Cómo se formó el primer grano de arena, la primera célula, el primer átomo?

Imagina tu trayectoria vital: naces como un bebé encantador, creces, estudias para ser "alguien de provecho", trabajas incansablemente por dinero que gastas en vacaciones ocasionales. Anhelas la jubilación sin aceptar realmente el envejecimiento, y un día, la muerte, que siempre temiste, llega y desapareces. ¿No parece esto un poco absurdo? ¿Nunca te has preguntado si hay algo más? En un universo vasto, ¿cómo es que solo conocemos vida en la Tierra? ¿Por qué fuiste tú uno de los elegidos para experimentar una vida consciente? ¿Existirá algo más allá? ¿Venimos de algún lugar antes de nacer? ¿Continuaremos existiendo de alguna forma después de esta vida?

Si estás leyendo esto, probablemente ya te hayas planteado estas preguntas y muchas más. Quizás tus respuestas incluyan la creencia en nuestra existencia en otros planos, antes y después de la vida física. Tal vez consideres que esta vida es solo un instante infinitesimal en nuestra existencia eterna, un período que elegimos por razones que aún desconocemos. ¿Es posible que ya creas en algo así?

Hoy no es día de respuestas, sino de reflexión:

Si tienes algunas respuestas, reflexiona sobre la naturaleza de la vida: ¿Es un mero instante en nuestra existencia eterna? ¿Un período de aprendizaje? ¿Este aprendizaje debe implicar sufrimiento o puede realizarse con alegría y amor? ¿Podría ser que el verdadero aprendizaje consista en vivir con amor?

Ahora, reflexiona sobre tu propia vida: ¿Eres feliz? ¿Sientes amor por lo que haces? Con todo lo que sabes, ¿vale la pena vivir una vida que no te satisface plenamente? ¿Estás enseñando a tus hijos a ser felices o solo a ser "productivos"? ¿Haces feliz a tu pareja? ¿Sientes que todos los seres humanos son tus hermanos? ¿Albergas algún tipo de discriminación hacia otros?

Si eres feliz en cada momento, si amas todo lo que haces, si tu vida es plena, si has enseñado a tus hijos a ser tan felices como tú, si tu compañero de vida es igualmente feliz, si consideras a cada ser humano como tu hermano y no conoces la discriminación ni la crítica, ¡enhorabuena! Has alcanzado un nivel elevado de consciencia y comprensión.

Si no es así, considera hacer cambios en tu vida. Recuerda: si continúas haciendo las mismas cosas, obtendrás los mismos resultados. La transformación comienza con pequeños pasos. ¿Estás listo para dar el primero?


viernes, 10 de enero de 2025

Manual de vida

 


        Desde que somos pequeños, nos enseñan a comportarnos en la mesa, a cómo comportarnos en las visitas, nos enseñan a sumar, a restar, a dividir, a multiplicar y un sinfín de cosas más que parecen cruciales para enfrentar los desafíos que la vida nos presenta a medida que crecemos. Nos instruyen en los fundamentos matemáticos y sociales, pero pocas veces nos enseñan a ser verdaderamente humanos.

     No nos enseñan a ser niños, a ser adolescentes, a ser adultos, a ser padres o hijos, a ser jefes o subordinados. Tampoco nadie nos prepara para manejar nuestras emociones, entender lo que es el amor, vivir plenamente o comprender el sentido profundo de nuestra existencia. Y ahora, con más claridad que nunca, me doy cuenta de que tampoco nadie nos enseña a morir.

        La vida es un viaje lleno de aprendizajes constantes y desafíos que afrontamos sin un manual de instrucciones. Cada etapa de nuestra existencia nos presenta nuevas lecciones y retos, y aprendemos sobre la marcha, construyendo nuestro propio camino a través de la experiencia. En esta travesía, nos damos cuenta de que lo verdaderamente importante no es seguir un guion preestablecido, sino encontrar nuestra propia verdad y significado en cada paso que damos.

        En algún momento de mi vida, no puedo decir cuándo ni cómo, reflexionando profundamente sobre estos temas, llegué a comprender que, aunque no hay certezas absolutas ni respuestas fáciles, lo que realmente importa es la forma en que enfrentamos cada momento, con valentía, amor y autenticidad. Porque al final del día, la vida y la muerte son dos caras de la misma moneda, y nuestro propósito radica en abrazar ambas con sabiduría y compasión.

        Y así, en esta búsqueda constante de sentido y propósito, aprendemos que no se trata de tener todas las respuestas, sino de vivir cada instante con plena consciencia y corazón abierto. Tal vez, el mayor aprendizaje de todos sea reconocer que la belleza de la vida reside en su imperfección y en la capacidad de encontrar significado en cada experiencia, por pequeña que esta sea. Es en estos momentos de reflexión y crecimiento interior donde realmente hallamos el valor de nuestras vidas, y así, construimos un legado de amor y sabiduría que trasciende el tiempo y el espacio.

miércoles, 8 de enero de 2025

Manifestación de la Vida

 


La vida, en todas sus actividades, donde quiera que ella se manifieste es DIOS EN ACCIÓN. Es por la falta de conocimiento en la forma de aplicar el pensamiento-sentimiento, que los humanos están siempre interrumpiéndole el paso a la Energía de Vida. De no ser por esa razón, la Vida expresaría su perfección con toda naturalidad y en todas partes.

La tendencia natural de la Visa es Amor, Paz, Belleza, Armonía y Opulencia. A ella le es indiferente quién la use y continuamente está surgiendo para manifestar de más en más su perfección, y siempre con ese impulso vivificador que le es inherente.

Del Libro de Oro de Saint Germain


viernes, 3 de enero de 2025

Año nuevo, vida nueva

 


Viernes 3 de enero 2025

 

          Nunca se es demasiado viejo para marcarte un nuevo objetivo o para tener un nuevo sueño.

(Clive Staples Lewis, escritor y teólogo)

 

Durante los últimos 33 años, me he mirado al espejo

todas las mañanas y me he preguntado:

“Si hoy fuese el último día de mi vida,

¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?”.

Si la respuesta era “no” durante varios días seguidos, entonces sabía que tenía que cambiar algo.

(Steve Jobs, empresario).

 

Sé el cambio que quieres ver en el mundo.

(Mahatma Gandhi, político, filósofo y abogado).

 

Han transcurrido trescientos cincuenta y nueve días desde la última vez que el Babau se asomó a las páginas de su diario. A pesar de haber sido un año intenso, colmado de experiencias suficientes para llenar innumerables páginas, parece que la desgana y la desubicación se han apoderado de él, como él mismo afirma.

Por ello, he decidido tomar su lugar y convertirme en su amanuense. Pero no estoy aquí para simplemente transcribir sus palabras o recopilar su vida, sino para ser la mano ejecutora de sus avatares y plasmar en el papel cada fragmento de su existencia.

No parecía que hubiera cambiado mucho en su pensamiento y estado emocional desde la última vez que escribió. Hace un año, él mismo definía su estado como un vacío existencial, una falta de sentido, propósito e ilusión por la vida. Y sí, doy fe: sigue igual. Sin embargo, en estos primeros compases del año, que marca el cuarto de siglo, parece, en los tres días que llevamos del nuevo año, que algo empieza a cambiar en él. Todo fue debido a una serie de pensamientos que aparecieron en el momento de tomar las uvas con las campanadas que marcaban el tránsito entre el año que finaliza y el nuevo. En realidad, no fue un pensamiento, fueron doce pensamientos.

El Babau tenía la costumbre de pedir un deseo con cada una de las uvas que iba comiendo al compás de las campanadas, pero este año, en lugar de ir pidiendo deseos de manera atropellada mientras engullía las uvas, con la primera campanada apareció en su mente un pensamiento: Pedir un deseo es la tontería más grande del mundo. Es bueno tener un deseo, pero en lugar de pedirlo y dejarlo ahí, colgado en la nada, que es la mejor manera de que el deseo no se materialice, lo que se ha de hacer es trabajar para hacerlo realidad. Como decía Einstein: “No podemos pretender que las cosas cambien si seguimos haciendo lo mismo”.

Con la segunda campanada, otro pensamiento apareció en su mente: Estás donde tienes que estar, haciendo lo que tienes que hacer. Y este pensamiento le trajo una calma inesperada. Comprendió que cada paso, cada decisión, había sido necesaria para llegar a este momento. No había errores, solo lecciones. Cada desafío enfrentado, cada lágrima derramada, todo formaba parte de un plan mayor que aún no podía comprender del todo.

La tercera campanada resonó y otro pensamiento se deslizó en su mente: El cambio comienza desde dentro. Si quería ver un cambio en su vida, primero debía cambiar su perspectiva. La manera en que veía el mundo era un reflejo de su estado interior.  

Con la cuarta campanada, vino la realización de que el tiempo es su aliado, no su enemigo. Cada día era una oportunidad para crecer, para aprender y para acercarse más a sus objetivos. No tenía sentido apresurarse o desesperarse, porque cada cosa tenía su momento perfecto para florecer.

La quinta campanada le recordó que las conexiones humanas son fundamentales. Sus relaciones con los demás eran un espejo de su relación consigo mismo. Debía nutrir sus vínculos, ser más compasivo y abierto a las experiencias compartidas.

Al sonar la sexta campanada, comprendió que la gratitud transforma la vida. Agradecer por lo que tenía, por las personas a su alrededor y por las experiencias vividas, le daba una nueva perspectiva. La gratitud le llenaba de energía positiva y renovaba su esperanza.

Con la séptima campanada, se dio cuenta de que el perdón libera. Perdonarse a sí mismo por sus errores y perdonar a los demás le daba una sensación de libertad que nunca había experimentado. El rencor solo envenenaba su alma.

La octava campanada trajo consigo el pensamiento de que la pasión es el motor de la vida. Encontrar aquello que le apasionaba y dedicarle tiempo y esfuerzo era esencial para sentir que su vida tenía propósito y significado, a pesar de los años.

Al llegar la novena campanada, entendió que la autenticidad es poderosa. Ser fiel a sí mismo, sin máscaras ni pretensiones, le permitía vivir de manera más plena y en armonía con sus verdaderos deseos y valores.

Con la décima campanada, le llegó la convicción de que cada fracaso es una oportunidad. Los tropiezos y caídas eran parte del camino hacia el éxito. Cada error era una lección valiosa que le acercaba más a sus objetivos.

La undécima campanada le trajo la claridad de que la paciencia es una virtud. No todo llegaría en el momento que él deseara, pero confiar en el proceso y mantener la calma era fundamental para no desfallecer.

            Y finalmente, con la duodécima campanada, comprendió que él era el arquitecto de su propio destino. Cada pensamiento, cada acción, moldeaba su futuro. Tenía el poder de cambiar su vida, de construir un camino lleno de sentido y propósito. Solo necesitaba creer en sí mismo y dar cada paso con determinación.

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Lo que veo. Lo que soy

 




          Es sorprendente la imagen que refleja el espejo cuando me asomo a ese guardián silencioso de la realidad. Me parece increíble que ese señor mayor, casi tirando a viejo, que aparece, con cara de asombro, como no creyendo en la imagen reflejada, sea yo

          Es que si no fuera por esos momentos en los que me acerco a ese chismoso a verificar donde están los cuatro pelos que aún se mantienen en mi cabeza, para colocarlos debidamente, o cuando necesito de su opinión para afeitarme y no llevarme un trozo de labio por delante con la cuchilla de afeitar, no siento, en absoluto, que ese aprendiz de anciano, sea yo.

          Yo no me siento así. Cuando estoy conmigo mismo, sin intermediarios, como lo es el espejo, no me siento de ninguna manera. Ni niño, ni joven, ni maduro, ni viejo. Me siento sin edad, me siento eterno, me siento infinito, me siento inmortal. Y es, sin embargo, cuando más vivo me siento.

          Me gusta pensar que, en esos momentos, que son muchísimos, en los que estoy solo conmigo, me encuentro viviendo en el alma más que en el cuerpo, porque no soy consciente de arrugas, de canas o de dolorcitos en el cuerpo. Es cuando me siento, completamente, yo.   

          Es en esos instantes de introspección cuando me doy cuenta de que el espejo no puede capturar la verdadera esencia de lo que soy. Mi ser interior, mi yo eterno, trasciende la imagen reflejada. Mi espíritu no está limitado por los confines del tiempo ni por las marcas que deja el paso de los años. En esos momentos, conecto con una fuerza vital que va más allá de lo físico, que me llena de un sentido profundo de paz y de propósito.

Quizás sea este sentimiento de eternidad el que me permite afrontar cada día con una sonrisa, sin importar las adversidades que puedan surgir. Tal vez sea esta conexión con mi ser inmortal la que me da la fortaleza para seguir adelante, para vivir plenamente cada momento, consciente de que lo que realmente importa no es la apariencia, sino la esencia.

Así, cada vez que me miro al espejo y veo a ese hombre mayor, no puedo evitar sentir una mezcla de asombro y de alegría. Porque, aunque el espejo me muestra una imagen de envejecimiento, en mi interior, me siento joven, vibrante, lleno de vida y de amor por todo lo que me rodea. Y en ese contraste entre lo que veo y lo que siento, encuentro una belleza inigualable, una verdad profunda que me recuerda que la vida es mucho más que lo que nuestros ojos pueden percibir.


martes, 22 de octubre de 2024

Atalaya

 


La vida que contemplo ahora, cargado de tiempo, desde mi particular atalaya, es una obra, “casi”, completa en la que alcanzo a tener una vista panorámica de caminos recorridos y de paisajes vividos.

Digo “casi” completa porque hasta el último suspiro no se habrá completado la magna obra de mi vida. Hasta entonces, esto que parece ser un tiempo de reflexión y sabiduría, donde cada arruga podría contar una historia y cada cana es un testimonio de fortaleza, solo es un punto y seguido en el intrincado camino que estoy recorriendo desde hace muchos, muchos años.

          Me cuesta trabajo recordar el vasto horizonte lleno de promesas y posibilidades de aquel joven de 20 años, en el que cada amanecer era como una hoja en blanco en la que con un lápiz en la mano estaba listo para ir diseñando mi destino. Todo era lejano, casi inalcanzable, pero lleno de sueños que rebosaban dormido y, sobre todo, despierto.

          Aunque, también, tengo el recuerdo borroso, la perspectiva que tenía ante mi en el hombre de 40 años, era la de una vida que se asemejaba más a un jardín en plena floración, donde algunas plantas habían crecido con fuerza, otras habían necesitado poda, y algunas semillas aún esperaban germinar. Las experiencias habían ido dejando marca, y la visión parecía más pragmática y enfocada. Con un equilibrio entre las ambiciones y las realidades, y habiendo aprendido valiosas lecciones de los errores del pasado, aunque, ahora, dudo que esas lecciones hayan sido puestas en práctica.

          Y aquí estoy, como decía al principio, cargado de tiempo, apreciando, como un gran tesoro, cada minuto de silencio y soledad. No me atrevo a sentenciar que lo entiendo todo de la vida, por eso digo que “entendiendo casi todo”: las pequeñas locuras de los jóvenes para ser foco de atención del sexo contrario, las miserias del poder en el que las personas en posiciones de autoridad actúan de manera egoísta y sin empatía, las obsesiones de algunos, las irritabilidades de otros, puedo ignorarlo, sin juzgarlo, porque, me parece, no estoy muy seguro, que alguna vez pasé por esas mismas estaciones.

          A estas alturas puedo asegurar que me queda poco tiempo, pero, aun así, por poco que sea, me sigue pareciendo mucho. Pero, todo está bien.

         


domingo, 22 de septiembre de 2024

Vivo o sobrevivo

 


Conversaciones con el Maestro

 

No sé muy bien si estoy viviendo, o solo me estoy moviendo por la vida

 

-    Kunturi, hoy te siento, especialmente, triste.

-    Tienes razón Maestro.

>> Estoy muy triste. ¡Que terrible es el pensamiento! Le he dejado volar, a su antojo, y ha impregnado en mi conciencia la sensación de que no tengo vida, de que no sé muy bien si estoy viviendo o simplemente me estoy moviendo a lo largo de los días, como una hoja arrastrada por el viento.

>> Hoy he sentido que mi existencia, es como un río que fluye sin cesar, y me siento como un corcho flotando, sin control, en mitad de la corriente, dejándome llevar, sin luchar contra las turbulencias.

>> Me siento embargado por una implacable compañera: la rutina. Que me envuelve con su monótono abrazo. Cada día es igual y, para colmo, esta rutina no es la que yo había imaginado para esta etapa de mi vida. ¿Es esto vivir? ¿O es, simplemente existir, como el engranaje en una máquina que sigue girando sin cuestionar su propósito? ¿Estoy siguiendo un guión preestablecido?

>> Nunca he sabido cual es la razón de mi vida, aunque como un iluso, en muchas etapas de mi vida he creído, (al final todo es, solo, una creencia), que era como una especie de guía espiritual para enseñar el camino que lleva a Dios. Pero no. Al final ha resultado que solo soy un pobre soñador al que la vida está despertando a base de cachetadas.

-    Hijo mío, no eres iluso ni soñador. Más pareces un buscador. Siempre haciendo preguntas, siempre buscando respuestas. Pero a menudo, la claridad se escapa entre tus dedos, como el agua que se desliza por las rendijas de una roca.

>> Deja de preguntarte si esto que vives es la vida y vive. En la intensidad de los momentos está revelada la verdad. Cuando te sumerges en una risa compartida, cuando sientes el calor de un abrazo sincero, cuando contemplas un atardecer que tiñe el cielo de colores imposibles, ahí está la vida. No en las tareas mecánicas, sino en los destellos de emoción y conexión.

>> Es tu decisión saborear cada bocado de vida, abrazar con pasión, aprender con avidez, amar con valentía. Es en esas elecciones donde vas a encontrar las respuestas a tus preguntas. Es en los pequeños detalles: una sonrisa, una melodía, una mirada cómplice, donde está la vida. Y en esos momentos, cuando el corazón late con fuerza y la mente se aquieta, es cuando sabes que estás vivo.

>> Deja de preguntarte para que has nacido y vive. Deja de preguntarte cuando es tu misión en la vida y vive. Deja de pedir milagros y hazlos tú.

 


domingo, 23 de junio de 2024

El baile de la vida

 


En un rincón olvidado del universo, donde las estrellas susurran secretos y los árboles danzan al ritmo del viento, existe un lugar llamado "El Jardín de las Decisiones". En este jardín, las almas se reúnen para aprender, crecer y descubrir el verdadero significado del éxito.

Allí, un joven llamado Aiden caminaba entre los senderos de flores vibrantes. Su corazón estaba lleno de preguntas y anhelos. ¿Qué es el éxito? ¿Cómo se alcanza? ¿Por qué algunos parecen tenerlo mientras otros luchan en vano?

Un día, Aiden se encontró con un anciano sabio sentado junto a un estanque de aguas cristalinas. El anciano sonrió y le dijo: "El éxito no se persigue, querido Aiden. Es como el baile de las hojas en otoño: cuando dejas de resistirte, cuando te entregas al flujo de la vida, es entonces cuando experimentas la verdadera danza".

Aiden frunció el ceño. "Pero ¿Cómo puedo dejar de perseguir el éxito? Todos me dicen que debo esforzarme, trabajar duro, alcanzar metas".

El anciano se río suavemente. "La vida no es una carrera, Aiden. Es un vals. Imagina que eres una hoja flotando en el aire. Si te aferras a la rama con todas tus fuerzas, te perderás la belleza del descenso. Pero si confías en el viento, si te dejas llevar, descubrirás que el éxito está en la gracia de la caída".

Aiden reflexionó sobre las palabras del anciano. Comenzó a observar su propia vida. ¿Cuántas veces había luchado, resistiéndose a los giros y vueltas? ¿Cuántas veces había manipulado su destino en busca de logros externos?

Decidió soltar. Dejó de forzar las cosas. Se permitió fluir con la corriente. Y entonces, algo mágico sucedió. Las oportunidades llegaron sin esfuerzo. Las puertas se abrieron. El éxito, en lugar de ser una meta distante, se convirtió en una melodía que resonaba en su interior.

Aiden aprendió que el verdadero éxito no se mide en títulos, riquezas o reconocimientos. Se encuentra en la paz interior, en la conexión con otros seres, en la capacidad de amar y ser amado. El éxito es vivir auténticamente, sin miedo a los fracasos ni a las expectativas ajenas.

Así, en el Jardín de las Decisiones, Aiden continuó su danza. Bailó con las estrellas, abrazó los momentos de quietud y se dejó llevar por la música de su alma. Y en cada giro, encontró el éxito que había estado buscando: la plenitud de vivir en armonía con la vida misma.