El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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jueves, 20 de marzo de 2025

La impermanencia de la vida

 


          Ten muchas veces en tu mente la rapidez con la que los seres y los hechos pasan y desaparecen. La sustancia es como un río en continuo flujo; las acciones, en continuos cambios; las causas, en mil maneras; casi nada permanece; tampoco el presente.

          La infinidad del pasado y del futuro son un abismo en el que todo desaparece. ¿No es un insensato el que en estas circunstancias se siente ufano, se desazona o se irrita, como si alguna vez fuera a durar lo que perturba?


MARCO AURELIO

El milagro de la vida

 


En algún lugar leí, o tal vez fue en un anuncio —no lo recuerdo exactamente—, una idea que me impactó profundamente: para que yo esté aquí, en este momento, han sido necesarios 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos, 32 trastatarabuelos, 64 pentabuelos, 128 hexabuelos y 256 heptabuelos. Si retrocedemos 10 generaciones, hablamos de nada menos que 1,024 ancestros directos tan solo en esa última generación. Y si consideramos un promedio de 25 a 30 años por generación, nos remontamos aproximadamente 300 años atrás en mi linaje.

Cada uno de estos antepasados tuvo su propia vida, con historias únicas, decisiones importantes y circunstancias que, de una forma u otra, culminaron en... ¡mí! Es asombroso pensar en todo ese legado invisible que llevamos con nosotros, en cómo la suma de incontables vidas individuales dio lugar a la nuestra.

Siempre he creído que, antes de venir a este mundo, realizamos, junto a otras almas, una planificación minuciosa de lo que debemos realizar y lo que queremos alcanzar en nuestro viaje por la materia. Sin embargo, al contemplar este árbol genealógico aparentemente interminable, empiezo a pensar que tal vez este diseño no solo es individual, sino que el momento del Big Bang ya contenía, de alguna manera, la semilla de cada llegada a la vida de todos los seres que han poblado este planeta a lo largo de su historia.

Es fascinante imaginar que, en ese preciso instante de creación, pudiera estar codificada la trama infinita de existencias que se desplegarían con el paso del tiempo. Cada vida, incluida la tuya, sería un hilo único y esencial en el gran tapiz de la humanidad.

¿Tú qué opinas? Me encantaría conocer tu perspectiva. Puedes compartir tus pensamientos en los comentarios o escribirme a mi correo: alvaga88@gmail.com.


domingo, 23 de febrero de 2025

Propósito de vida

 


Todo en la vida tiene un propósito y un significado, pero no te obsesiones y no lo busques porque dejaras de sentir la vida.

 

La búsqueda del propósito y significado de la vida es una preocupación fundamental para muchos. Yo he sido uno de esos buscadores. Siempre me he preguntado qué hago aquí y eso que sé que, esta búsqueda puede alejarnos de vivir plenamente.

Aunque es cierto que todo en la vida tiene un propósito y un significado, obsesionarse con encontrarlo puede ser contraproducente.

El filósofo Alan Watts dijo una vez: "El significado de la vida es simplemente estar vivo. Es tan evidente y tan simple y tan obvio que todos lo pasamos por alto". Esta perspectiva nos invita a considerar que el propósito no es algo que se encuentra, sino algo que se experimenta en el acto mismo de vivir.

Cuando nos enfocamos demasiado en buscar un propósito, corremos el riesgo de perder el presente, porque nos obsesionamos tanto con el futuro que olvidamos vivir el ahora y eso genera ansiedad, ya que la presión, autoimpuesta, por encontrar un gran propósito puede ser abrumadora.

En lugar de buscar activamente un propósito, podemos permitir que este se revele a través de nuestras experiencias y acciones. Esto implica: Estar presentes en cada momento, cultivar la curiosidad por la vida y abrazar las experiencias, tanto positivas como negativas.

El problema está que el o los propósitos de vida no son, para nada, lo que nosotros nos imaginamos o lo que a nosotros nos gustaría. Nos haría felices tener un “gran propósito”, del tipo que fuera y, sin embargo, nos vamos a encontrar con “pequeños propósitos”, que son, justamente, los que necesitamos y los que hemos pactado antes de venir a la vida.   

Irónicamente, es cuando dejamos de buscar obsesivamente un propósito que a menudo lo encontramos.

En lugar de buscar un propósito abstracto, podemos enfocarnos en vivir con propósito. Esto significa: Actuar con intención en nuestras actividades diarias, cultivar relaciones significativas y contribuir positivamente a nuestro entorno.

El propósito y el significado están entretejidos en la trama misma de la vida. No son destinos a los que llegar, sino cualidades que emergen cuando vivimos plenamente. Al soltar la necesidad de encontrar un gran propósito, paradójicamente, permitimos que el significado florezca naturalmente en nuestras vidas. Como dijo el poeta Rumi: "Lo que buscas te está buscando". Así que, en lugar de buscar, vive. El propósito te encontrará en el camino.

 


viernes, 21 de febrero de 2025

Más allá de la mente


 


 

Es sorprendente, pero resulta que hay otra vida fuera de nuestra cabeza. Y es, justamente esa vida, la que le da vida a la vida que se desarrolla dentro de nuestra cabeza.

 

Esta simple pero profunda observación nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestra existencia y la interconexión entre nuestro mundo interior y el exterior.

Nuestras mentes son universos en sí mismas. Albergan pensamientos, emociones, recuerdos y sueños. Es fácil quedar atrapados en este laberinto interno, perdidos en nuestras propias historias y preocupaciones. A menudo, pasamos horas sumergidos en reflexiones, planificando el futuro o reviviendo el pasado. Nuestro mundo interior es rico y complejo, pero ¿es todo lo que hay?

No. Parece que hay vida al otro lado de nuestra mente, y la revelación de que existe una vida fuera de nuestra cabeza puede parecer obvia, pero su impacto es profundo. Esta vida exterior es el conglomerado campo de experiencias, relaciones y fenómenos que nos rodean. Es el susurro del viento entre las hojas, la risa de un niño, el aroma del café recién hecho. Son las conversaciones con amigos, los abrazos de seres queridos, los desafíos en el trabajo y los momentos de asombro ante la belleza de la naturaleza.

Pero, lo verdaderamente apasionante es cómo esta vida exterior alimenta y da forma a nuestro mundo interior. Cada experiencia, cada interacción, cada sensación que percibimos del mundo exterior se convierte en el combustible que nutre nuestros pensamientos y emociones. Sin esta constante afluencia de estímulos externos, nuestras mentes se volverían estériles, carentes de la chispa creativa y emocional que nos hace humanos.

La relación entre nuestro mundo interior y el exterior no es unidireccional. Así como la vida externa alimenta nuestra mente, nuestros pensamientos y emociones dan color y significado a nuestras experiencias externas. Nuestras percepciones, moldeadas por nuestras experiencias internas, influyen en cómo interactuamos con el mundo y las personas que nos rodean. Es un ciclo continuo de enriquecimiento mutuo.

En la era digital, con la omnipresencia de pantallas y realidades virtuales, es fácil caer en la trampa de vivir demasiado dentro de nuestra cabeza. Podemos pasar horas chismoseando en redes sociales o sumergiéndonos en mundos de fantasía, olvidando la riqueza de la vida que nos rodea. Este aislamiento mental puede llevar a una desconexión con la realidad tangible y las relaciones humanas auténticas.

La clave para una vida plena y satisfactoria radica en encontrar un equilibrio entre nuestro mundo interior y el exterior. Necesitamos momentos de introspección y reflexión, pero también debemos abrirnos a las experiencias y conexiones que el mundo exterior nos ofrece. Es en este equilibrio donde encontramos la verdadera riqueza de la existencia.

Practicar la atención plena o meditación puede ser una herramienta poderosa para mantener este equilibrio. Nos ayuda a estar presentes en el momento, a apreciar las pequeñas maravillas de la vida cotidiana y a conectar más profundamente con nuestro entorno y las personas que nos rodean. Al mismo tiempo, nos permite observar nuestros pensamientos y emociones sin quedar atrapados en ellos.

Hay una diferencia fundamental entre pensar en hacer algo y realmente hacerlo. La vida fuera de nuestra cabeza nos ofrece la oportunidad de experimentar directamente, de sentir, tocar, oler y vivir. Estas experiencias directas son las que dejan huellas más profundas en nuestra psique y las que verdaderamente enriquecen nuestra vida interior.

En última instancia, la vida dentro y fuera de nuestra cabeza son dos caras de la misma moneda, entrelazadas en una danza eterna. Cada una alimenta y da sentido a la otra. Reconocer y apreciar esta interconexión nos permite vivir de manera más plena y consciente.

Al abrirnos al mundo exterior, permitimos que nuevas ideas, emociones y experiencias fluyan hacia nuestro interior, revitalizando nuestro mundo mental. Y al cultivar un rico mundo interior, dotamos de mayor profundidad y significado a nuestras experiencias externas.

Es en este intercambio constante donde encontramos la verdadera esencia de la vida. La próxima vez que te encuentres perdido en tus pensamientos, recuerda que hay un mundo vibrante esperándote justo fuera de tu cabeza. Y es ese mundo el que, en última instancia, da vida a la vida que se desarrolla dentro de tu mente.

martes, 18 de febrero de 2025

Preguntas

 


Nos pasamos la vida buscando la verdad, pero ¿qué entendemos por vida? ¿Qué es esa verdad que buscamos? Y, en esencia, ¿qué es realmente la vida?

La vida, en su aspecto biológico, comienza en un momento de amor, placer y quizás locura. Un espermatozoide, aparentemente el más fuerte, tiene su momento de gloria al fertilizar un óvulo. La sabiduría de la naturaleza desencadena una serie de reacciones que, nueve meses después, culminan en el nacimiento de un bebé. Esta perfección nos maravilla, incluso conociendo las explicaciones científicas. Pero surgen preguntas más profundas: ¿Cómo se inició todo? ¿Cómo surgió el primer ser humano, el primer animal, la primera planta? ¿Cómo se formó el primer grano de arena, la primera célula, el primer átomo?

Imagina tu trayectoria vital: naces como un bebé encantador, creces, estudias para ser "alguien de provecho", trabajas incansablemente por dinero que gastas en vacaciones ocasionales. Anhelas la jubilación sin aceptar realmente el envejecimiento, y un día, la muerte, que siempre temiste, llega y desapareces. ¿No parece esto un poco absurdo? ¿Nunca te has preguntado si hay algo más? En un universo vasto, ¿cómo es que solo conocemos vida en la Tierra? ¿Por qué fuiste tú uno de los elegidos para experimentar una vida consciente? ¿Existirá algo más allá? ¿Venimos de algún lugar antes de nacer? ¿Continuaremos existiendo de alguna forma después de esta vida?

Si estás leyendo esto, probablemente ya te hayas planteado estas preguntas y muchas más. Quizás tus respuestas incluyan la creencia en nuestra existencia en otros planos, antes y después de la vida física. Tal vez consideres que esta vida es solo un instante infinitesimal en nuestra existencia eterna, un período que elegimos por razones que aún desconocemos. ¿Es posible que ya creas en algo así?

Hoy no es día de respuestas, sino de reflexión:

Si tienes algunas respuestas, reflexiona sobre la naturaleza de la vida: ¿Es un mero instante en nuestra existencia eterna? ¿Un período de aprendizaje? ¿Este aprendizaje debe implicar sufrimiento o puede realizarse con alegría y amor? ¿Podría ser que el verdadero aprendizaje consista en vivir con amor?

Ahora, reflexiona sobre tu propia vida: ¿Eres feliz? ¿Sientes amor por lo que haces? Con todo lo que sabes, ¿vale la pena vivir una vida que no te satisface plenamente? ¿Estás enseñando a tus hijos a ser felices o solo a ser "productivos"? ¿Haces feliz a tu pareja? ¿Sientes que todos los seres humanos son tus hermanos? ¿Albergas algún tipo de discriminación hacia otros?

Si eres feliz en cada momento, si amas todo lo que haces, si tu vida es plena, si has enseñado a tus hijos a ser tan felices como tú, si tu compañero de vida es igualmente feliz, si consideras a cada ser humano como tu hermano y no conoces la discriminación ni la crítica, ¡enhorabuena! Has alcanzado un nivel elevado de consciencia y comprensión.

Si no es así, considera hacer cambios en tu vida. Recuerda: si continúas haciendo las mismas cosas, obtendrás los mismos resultados. La transformación comienza con pequeños pasos. ¿Estás listo para dar el primero?


viernes, 10 de enero de 2025

Manual de vida

 


        Desde que somos pequeños, nos enseñan a comportarnos en la mesa, a cómo comportarnos en las visitas, nos enseñan a sumar, a restar, a dividir, a multiplicar y un sinfín de cosas más que parecen cruciales para enfrentar los desafíos que la vida nos presenta a medida que crecemos. Nos instruyen en los fundamentos matemáticos y sociales, pero pocas veces nos enseñan a ser verdaderamente humanos.

     No nos enseñan a ser niños, a ser adolescentes, a ser adultos, a ser padres o hijos, a ser jefes o subordinados. Tampoco nadie nos prepara para manejar nuestras emociones, entender lo que es el amor, vivir plenamente o comprender el sentido profundo de nuestra existencia. Y ahora, con más claridad que nunca, me doy cuenta de que tampoco nadie nos enseña a morir.

        La vida es un viaje lleno de aprendizajes constantes y desafíos que afrontamos sin un manual de instrucciones. Cada etapa de nuestra existencia nos presenta nuevas lecciones y retos, y aprendemos sobre la marcha, construyendo nuestro propio camino a través de la experiencia. En esta travesía, nos damos cuenta de que lo verdaderamente importante no es seguir un guion preestablecido, sino encontrar nuestra propia verdad y significado en cada paso que damos.

        En algún momento de mi vida, no puedo decir cuándo ni cómo, reflexionando profundamente sobre estos temas, llegué a comprender que, aunque no hay certezas absolutas ni respuestas fáciles, lo que realmente importa es la forma en que enfrentamos cada momento, con valentía, amor y autenticidad. Porque al final del día, la vida y la muerte son dos caras de la misma moneda, y nuestro propósito radica en abrazar ambas con sabiduría y compasión.

        Y así, en esta búsqueda constante de sentido y propósito, aprendemos que no se trata de tener todas las respuestas, sino de vivir cada instante con plena consciencia y corazón abierto. Tal vez, el mayor aprendizaje de todos sea reconocer que la belleza de la vida reside en su imperfección y en la capacidad de encontrar significado en cada experiencia, por pequeña que esta sea. Es en estos momentos de reflexión y crecimiento interior donde realmente hallamos el valor de nuestras vidas, y así, construimos un legado de amor y sabiduría que trasciende el tiempo y el espacio.

miércoles, 8 de enero de 2025

Manifestación de la Vida

 


La vida, en todas sus actividades, donde quiera que ella se manifieste es DIOS EN ACCIÓN. Es por la falta de conocimiento en la forma de aplicar el pensamiento-sentimiento, que los humanos están siempre interrumpiéndole el paso a la Energía de Vida. De no ser por esa razón, la Vida expresaría su perfección con toda naturalidad y en todas partes.

La tendencia natural de la Visa es Amor, Paz, Belleza, Armonía y Opulencia. A ella le es indiferente quién la use y continuamente está surgiendo para manifestar de más en más su perfección, y siempre con ese impulso vivificador que le es inherente.

Del Libro de Oro de Saint Germain


viernes, 3 de enero de 2025

Año nuevo, vida nueva

 


Viernes 3 de enero 2025

 

          Nunca se es demasiado viejo para marcarte un nuevo objetivo o para tener un nuevo sueño.

(Clive Staples Lewis, escritor y teólogo)

 

Durante los últimos 33 años, me he mirado al espejo

todas las mañanas y me he preguntado:

“Si hoy fuese el último día de mi vida,

¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?”.

Si la respuesta era “no” durante varios días seguidos, entonces sabía que tenía que cambiar algo.

(Steve Jobs, empresario).

 

Sé el cambio que quieres ver en el mundo.

(Mahatma Gandhi, político, filósofo y abogado).

 

Han transcurrido trescientos cincuenta y nueve días desde la última vez que el Babau se asomó a las páginas de su diario. A pesar de haber sido un año intenso, colmado de experiencias suficientes para llenar innumerables páginas, parece que la desgana y la desubicación se han apoderado de él, como él mismo afirma.

Por ello, he decidido tomar su lugar y convertirme en su amanuense. Pero no estoy aquí para simplemente transcribir sus palabras o recopilar su vida, sino para ser la mano ejecutora de sus avatares y plasmar en el papel cada fragmento de su existencia.

No parecía que hubiera cambiado mucho en su pensamiento y estado emocional desde la última vez que escribió. Hace un año, él mismo definía su estado como un vacío existencial, una falta de sentido, propósito e ilusión por la vida. Y sí, doy fe: sigue igual. Sin embargo, en estos primeros compases del año, que marca el cuarto de siglo, parece, en los tres días que llevamos del nuevo año, que algo empieza a cambiar en él. Todo fue debido a una serie de pensamientos que aparecieron en el momento de tomar las uvas con las campanadas que marcaban el tránsito entre el año que finaliza y el nuevo. En realidad, no fue un pensamiento, fueron doce pensamientos.

El Babau tenía la costumbre de pedir un deseo con cada una de las uvas que iba comiendo al compás de las campanadas, pero este año, en lugar de ir pidiendo deseos de manera atropellada mientras engullía las uvas, con la primera campanada apareció en su mente un pensamiento: Pedir un deseo es la tontería más grande del mundo. Es bueno tener un deseo, pero en lugar de pedirlo y dejarlo ahí, colgado en la nada, que es la mejor manera de que el deseo no se materialice, lo que se ha de hacer es trabajar para hacerlo realidad. Como decía Einstein: “No podemos pretender que las cosas cambien si seguimos haciendo lo mismo”.

Con la segunda campanada, otro pensamiento apareció en su mente: Estás donde tienes que estar, haciendo lo que tienes que hacer. Y este pensamiento le trajo una calma inesperada. Comprendió que cada paso, cada decisión, había sido necesaria para llegar a este momento. No había errores, solo lecciones. Cada desafío enfrentado, cada lágrima derramada, todo formaba parte de un plan mayor que aún no podía comprender del todo.

La tercera campanada resonó y otro pensamiento se deslizó en su mente: El cambio comienza desde dentro. Si quería ver un cambio en su vida, primero debía cambiar su perspectiva. La manera en que veía el mundo era un reflejo de su estado interior.  

Con la cuarta campanada, vino la realización de que el tiempo es su aliado, no su enemigo. Cada día era una oportunidad para crecer, para aprender y para acercarse más a sus objetivos. No tenía sentido apresurarse o desesperarse, porque cada cosa tenía su momento perfecto para florecer.

La quinta campanada le recordó que las conexiones humanas son fundamentales. Sus relaciones con los demás eran un espejo de su relación consigo mismo. Debía nutrir sus vínculos, ser más compasivo y abierto a las experiencias compartidas.

Al sonar la sexta campanada, comprendió que la gratitud transforma la vida. Agradecer por lo que tenía, por las personas a su alrededor y por las experiencias vividas, le daba una nueva perspectiva. La gratitud le llenaba de energía positiva y renovaba su esperanza.

Con la séptima campanada, se dio cuenta de que el perdón libera. Perdonarse a sí mismo por sus errores y perdonar a los demás le daba una sensación de libertad que nunca había experimentado. El rencor solo envenenaba su alma.

La octava campanada trajo consigo el pensamiento de que la pasión es el motor de la vida. Encontrar aquello que le apasionaba y dedicarle tiempo y esfuerzo era esencial para sentir que su vida tenía propósito y significado, a pesar de los años.

Al llegar la novena campanada, entendió que la autenticidad es poderosa. Ser fiel a sí mismo, sin máscaras ni pretensiones, le permitía vivir de manera más plena y en armonía con sus verdaderos deseos y valores.

Con la décima campanada, le llegó la convicción de que cada fracaso es una oportunidad. Los tropiezos y caídas eran parte del camino hacia el éxito. Cada error era una lección valiosa que le acercaba más a sus objetivos.

La undécima campanada le trajo la claridad de que la paciencia es una virtud. No todo llegaría en el momento que él deseara, pero confiar en el proceso y mantener la calma era fundamental para no desfallecer.

            Y finalmente, con la duodécima campanada, comprendió que él era el arquitecto de su propio destino. Cada pensamiento, cada acción, moldeaba su futuro. Tenía el poder de cambiar su vida, de construir un camino lleno de sentido y propósito. Solo necesitaba creer en sí mismo y dar cada paso con determinación.

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Lo que veo. Lo que soy

 




          Es sorprendente la imagen que refleja el espejo cuando me asomo a ese guardián silencioso de la realidad. Me parece increíble que ese señor mayor, casi tirando a viejo, que aparece, con cara de asombro, como no creyendo en la imagen reflejada, sea yo

          Es que si no fuera por esos momentos en los que me acerco a ese chismoso a verificar donde están los cuatro pelos que aún se mantienen en mi cabeza, para colocarlos debidamente, o cuando necesito de su opinión para afeitarme y no llevarme un trozo de labio por delante con la cuchilla de afeitar, no siento, en absoluto, que ese aprendiz de anciano, sea yo.

          Yo no me siento así. Cuando estoy conmigo mismo, sin intermediarios, como lo es el espejo, no me siento de ninguna manera. Ni niño, ni joven, ni maduro, ni viejo. Me siento sin edad, me siento eterno, me siento infinito, me siento inmortal. Y es, sin embargo, cuando más vivo me siento.

          Me gusta pensar que, en esos momentos, que son muchísimos, en los que estoy solo conmigo, me encuentro viviendo en el alma más que en el cuerpo, porque no soy consciente de arrugas, de canas o de dolorcitos en el cuerpo. Es cuando me siento, completamente, yo.   

          Es en esos instantes de introspección cuando me doy cuenta de que el espejo no puede capturar la verdadera esencia de lo que soy. Mi ser interior, mi yo eterno, trasciende la imagen reflejada. Mi espíritu no está limitado por los confines del tiempo ni por las marcas que deja el paso de los años. En esos momentos, conecto con una fuerza vital que va más allá de lo físico, que me llena de un sentido profundo de paz y de propósito.

Quizás sea este sentimiento de eternidad el que me permite afrontar cada día con una sonrisa, sin importar las adversidades que puedan surgir. Tal vez sea esta conexión con mi ser inmortal la que me da la fortaleza para seguir adelante, para vivir plenamente cada momento, consciente de que lo que realmente importa no es la apariencia, sino la esencia.

Así, cada vez que me miro al espejo y veo a ese hombre mayor, no puedo evitar sentir una mezcla de asombro y de alegría. Porque, aunque el espejo me muestra una imagen de envejecimiento, en mi interior, me siento joven, vibrante, lleno de vida y de amor por todo lo que me rodea. Y en ese contraste entre lo que veo y lo que siento, encuentro una belleza inigualable, una verdad profunda que me recuerda que la vida es mucho más que lo que nuestros ojos pueden percibir.


martes, 22 de octubre de 2024

Atalaya

 


La vida que contemplo ahora, cargado de tiempo, desde mi particular atalaya, es una obra, “casi”, completa en la que alcanzo a tener una vista panorámica de caminos recorridos y de paisajes vividos.

Digo “casi” completa porque hasta el último suspiro no se habrá completado la magna obra de mi vida. Hasta entonces, esto que parece ser un tiempo de reflexión y sabiduría, donde cada arruga podría contar una historia y cada cana es un testimonio de fortaleza, solo es un punto y seguido en el intrincado camino que estoy recorriendo desde hace muchos, muchos años.

          Me cuesta trabajo recordar el vasto horizonte lleno de promesas y posibilidades de aquel joven de 20 años, en el que cada amanecer era como una hoja en blanco en la que con un lápiz en la mano estaba listo para ir diseñando mi destino. Todo era lejano, casi inalcanzable, pero lleno de sueños que rebosaban dormido y, sobre todo, despierto.

          Aunque, también, tengo el recuerdo borroso, la perspectiva que tenía ante mi en el hombre de 40 años, era la de una vida que se asemejaba más a un jardín en plena floración, donde algunas plantas habían crecido con fuerza, otras habían necesitado poda, y algunas semillas aún esperaban germinar. Las experiencias habían ido dejando marca, y la visión parecía más pragmática y enfocada. Con un equilibrio entre las ambiciones y las realidades, y habiendo aprendido valiosas lecciones de los errores del pasado, aunque, ahora, dudo que esas lecciones hayan sido puestas en práctica.

          Y aquí estoy, como decía al principio, cargado de tiempo, apreciando, como un gran tesoro, cada minuto de silencio y soledad. No me atrevo a sentenciar que lo entiendo todo de la vida, por eso digo que “entendiendo casi todo”: las pequeñas locuras de los jóvenes para ser foco de atención del sexo contrario, las miserias del poder en el que las personas en posiciones de autoridad actúan de manera egoísta y sin empatía, las obsesiones de algunos, las irritabilidades de otros, puedo ignorarlo, sin juzgarlo, porque, me parece, no estoy muy seguro, que alguna vez pasé por esas mismas estaciones.

          A estas alturas puedo asegurar que me queda poco tiempo, pero, aun así, por poco que sea, me sigue pareciendo mucho. Pero, todo está bien.

         


domingo, 22 de septiembre de 2024

Vivo o sobrevivo

 


Conversaciones con el Maestro

 

No sé muy bien si estoy viviendo, o solo me estoy moviendo por la vida

 

-    Kunturi, hoy te siento, especialmente, triste.

-    Tienes razón Maestro.

>> Estoy muy triste. ¡Que terrible es el pensamiento! Le he dejado volar, a su antojo, y ha impregnado en mi conciencia la sensación de que no tengo vida, de que no sé muy bien si estoy viviendo o simplemente me estoy moviendo a lo largo de los días, como una hoja arrastrada por el viento.

>> Hoy he sentido que mi existencia, es como un río que fluye sin cesar, y me siento como un corcho flotando, sin control, en mitad de la corriente, dejándome llevar, sin luchar contra las turbulencias.

>> Me siento embargado por una implacable compañera: la rutina. Que me envuelve con su monótono abrazo. Cada día es igual y, para colmo, esta rutina no es la que yo había imaginado para esta etapa de mi vida. ¿Es esto vivir? ¿O es, simplemente existir, como el engranaje en una máquina que sigue girando sin cuestionar su propósito? ¿Estoy siguiendo un guión preestablecido?

>> Nunca he sabido cual es la razón de mi vida, aunque como un iluso, en muchas etapas de mi vida he creído, (al final todo es, solo, una creencia), que era como una especie de guía espiritual para enseñar el camino que lleva a Dios. Pero no. Al final ha resultado que solo soy un pobre soñador al que la vida está despertando a base de cachetadas.

-    Hijo mío, no eres iluso ni soñador. Más pareces un buscador. Siempre haciendo preguntas, siempre buscando respuestas. Pero a menudo, la claridad se escapa entre tus dedos, como el agua que se desliza por las rendijas de una roca.

>> Deja de preguntarte si esto que vives es la vida y vive. En la intensidad de los momentos está revelada la verdad. Cuando te sumerges en una risa compartida, cuando sientes el calor de un abrazo sincero, cuando contemplas un atardecer que tiñe el cielo de colores imposibles, ahí está la vida. No en las tareas mecánicas, sino en los destellos de emoción y conexión.

>> Es tu decisión saborear cada bocado de vida, abrazar con pasión, aprender con avidez, amar con valentía. Es en esas elecciones donde vas a encontrar las respuestas a tus preguntas. Es en los pequeños detalles: una sonrisa, una melodía, una mirada cómplice, donde está la vida. Y en esos momentos, cuando el corazón late con fuerza y la mente se aquieta, es cuando sabes que estás vivo.

>> Deja de preguntarte para que has nacido y vive. Deja de preguntarte cuando es tu misión en la vida y vive. Deja de pedir milagros y hazlos tú.

 


domingo, 23 de junio de 2024

El baile de la vida

 


En un rincón olvidado del universo, donde las estrellas susurran secretos y los árboles danzan al ritmo del viento, existe un lugar llamado "El Jardín de las Decisiones". En este jardín, las almas se reúnen para aprender, crecer y descubrir el verdadero significado del éxito.

Allí, un joven llamado Aiden caminaba entre los senderos de flores vibrantes. Su corazón estaba lleno de preguntas y anhelos. ¿Qué es el éxito? ¿Cómo se alcanza? ¿Por qué algunos parecen tenerlo mientras otros luchan en vano?

Un día, Aiden se encontró con un anciano sabio sentado junto a un estanque de aguas cristalinas. El anciano sonrió y le dijo: "El éxito no se persigue, querido Aiden. Es como el baile de las hojas en otoño: cuando dejas de resistirte, cuando te entregas al flujo de la vida, es entonces cuando experimentas la verdadera danza".

Aiden frunció el ceño. "Pero ¿Cómo puedo dejar de perseguir el éxito? Todos me dicen que debo esforzarme, trabajar duro, alcanzar metas".

El anciano se río suavemente. "La vida no es una carrera, Aiden. Es un vals. Imagina que eres una hoja flotando en el aire. Si te aferras a la rama con todas tus fuerzas, te perderás la belleza del descenso. Pero si confías en el viento, si te dejas llevar, descubrirás que el éxito está en la gracia de la caída".

Aiden reflexionó sobre las palabras del anciano. Comenzó a observar su propia vida. ¿Cuántas veces había luchado, resistiéndose a los giros y vueltas? ¿Cuántas veces había manipulado su destino en busca de logros externos?

Decidió soltar. Dejó de forzar las cosas. Se permitió fluir con la corriente. Y entonces, algo mágico sucedió. Las oportunidades llegaron sin esfuerzo. Las puertas se abrieron. El éxito, en lugar de ser una meta distante, se convirtió en una melodía que resonaba en su interior.

Aiden aprendió que el verdadero éxito no se mide en títulos, riquezas o reconocimientos. Se encuentra en la paz interior, en la conexión con otros seres, en la capacidad de amar y ser amado. El éxito es vivir auténticamente, sin miedo a los fracasos ni a las expectativas ajenas.

Así, en el Jardín de las Decisiones, Aiden continuó su danza. Bailó con las estrellas, abrazó los momentos de quietud y se dejó llevar por la música de su alma. Y en cada giro, encontró el éxito que había estado buscando: la plenitud de vivir en armonía con la vida misma.


martes, 30 de abril de 2024

Vida, aceptación, desapego

 


 

El diccionario define la vida como la fuerza o actividad esencial mediante la cual obra el ser que la posee. Esta definición, aunque clara, es solo un punto de partida. Los diccionarios, por su naturaleza, tienden a ser concisos y precisos. Sin embargo, si indagamos en el significado personal que cada individuo otorga a esa fuerza vital y solicitamos a cada uno una definición de la vida, encontraríamos una diversidad de respuestas tan vasta como el número de personas consultadas.

Algunos, desde una perspectiva más espiritual, podrían describir la vida como un viaje del alma hacia el crecimiento, la comprensión, la realización de nuestro ser interior, el amor y la conexión con lo divino. Otros, con una visión más terrenal, podrían considerar la vida como una compleja amalgama de experiencias, un viaje en el cual cada individuo halla su propio significado y propósito.

Independientemente de si son visiones terrenales o espirituales, para concretar su propia definición de vida, todos se enfrentarán inevitablemente con una búsqueda, un aprendizaje, una aventura o incluso un misterio por resolver.

Desde la perspectiva de la búsqueda, la vida se percibe como un proceso continuo de exploración y descubrimiento. Nos encontramos en una constante indagación de significado, felicidad, amor, éxito o trascendencia. Esta búsqueda nos impulsa a transitar por caminos desconocidos, a superar obstáculos y a crecer como individuos. Es un viaje hacia lo desconocido, donde cada experiencia nos acerca más a la comprensión de quiénes somos y cuál es nuestro lugar en el universo.

La vida también puede ser vista como un proceso de aprendizaje continuo. Cada momento, cada encuentro, cada desafío nos brinda la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos y habilidades. A través de nuestras vivencias, cometemos errores, experimentamos el éxito, nos enfrentamos a la adversidad y acumulamos sabiduría. Es un camino de autodescubrimiento y evolución personal, donde cada lección nos aproxima a nuestro potencial máximo.

Además, la vida puede interpretarse como una aventura emocionante repleta de posibilidades. Cada día representa una nueva oportunidad para explorar, experimentar y disfrutar del mundo que nos rodea. Nos enfrentamos a retos emocionantes, nos sumergimos en nuevas culturas, establecemos relaciones significativas y creamos recuerdos inolvidables. Es un viaje de emociones intensas y experiencias enriquecedoras que nos moldean como seres humanos.

Finalmente, la vida puede contemplarse como un misterio por descubrir. A pesar de nuestros avances científicos y tecnológicos, aún existe mucho sobre la existencia humana y el universo que no comprendemos del todo. Nos maravillamos ante la belleza de la naturaleza, nos asombramos ante lo desconocido y nos enfrentamos a preguntas fundamentales sobre el origen y el propósito de la vida misma. Es un viaje de exploración intelectual y espiritual que nos invita a profundizar en los misterios del cosmos y de nuestra propia consciencia.

No cabe duda de que la vida es un regalo precioso que nos ofrece la oportunidad de crecer, amar, aprender y explorar el vasto y maravilloso universo en el que habitamos. Pero toda esta experiencia se puede vivir de dos maneras distintas: involucrándose emocionalmente y viajando por el mundo de las emociones, pasando de la alegría a la tristeza, del miedo al amor, del sufrimiento a la aceptación, de la obstinación a la tolerancia; o viviendo los acontecimientos completamente desapegados.

          El desapego es el camino hacia la liberación emocional, donde encontraremos las puertas que dan acceso a la libertad interior y a la paz mental. El desapego se refiere a la capacidad de separarnos emocionalmente de personas, objetos o situaciones que pueden causar dependencia o sufrimiento. No implica indiferencia o falta de amor, sino una comprensión profunda de que en la vida todo está en constante cambio y que aferrarse a lo efímero solo conduce al dolor.

          La aceptación es la clave para practicar el desapego. Aceptar la realidad tal como es, sin intentar controlarla, nos libera de expectativas y nos ayuda a enfrentar los cambios con mayor serenidad. En un mundo donde el consumismo y la búsqueda constante de satisfacción inmediata predominan, el desapego emerge como un antídoto contra la insatisfacción crónica. La sociedad a menudo nos inculca la creencia de que nuestra felicidad y realización personal están ligadas a la acumulación de posesiones materiales, logros externos y relaciones afectivas. Sin embargo, el desapego nos invita a cuestionar esta narrativa y a encontrar la verdadera plenitud en nuestro interior, más allá de las circunstancias externas.

En el plano material, el desapego nos permite adoptar un estilo de vida más sencillo y consciente, liberándonos del peso de la codicia y la obsesión por la adquisición constante. Al desapegarnos de la necesidad de poseer y acumular, encontramos una sensación de ligereza y libertad que nos permite apreciar la belleza de la vida en su forma más simple y auténtica.

          En el ámbito de las relaciones interpersonales, el desapego nos enseña a amar de manera incondicional, sin expectativas ni demandas. Nos permite disfrutar de los vínculos humanos, sin aferrarnos al control o la posesividad. Al liberarnos del apego emocional, cultivamos relaciones más saludables y profundas, basadas en la aceptación y el respeto mutuo.

El desapego es fundamental en el desarrollo personal y espiritual. Al soltar nuestras identificaciones con roles, etiquetas y conceptos limitantes, nos abrimos a una mayor expansión de nuestra conciencia y potencialidad. Nos permite trascender el ego y conectar con nuestra esencia más profunda, experimentando una sensación de unidad con todo lo que nos rodea.

El desapego no implica renunciar al mundo o desconectar emocionalmente de las experiencias de la vida. Más bien, se trata de estar plenamente comprometido con el presente, sin aferrarse al pasado o proyectarse en el futuro. Es una actitud de aceptación y fluidez que nos permite vivir con plenitud y autenticidad.

Liberarnos de las cadenas del apego nos permite vivir con serenidad y gratitud, encontrando la verdadera felicidad en el simple acto de ser. Y eso es, justamente, lo que buscamos los seres humanos, ya sea de manera consciente o inconsciente: la felicidad. Esta búsqueda de la felicidad, intrínseca a nuestra naturaleza, nos impulsa a explorar, a cuestionar y, en última instancia, a definir el significado de nuestras vidas.


lunes, 29 de abril de 2024

martes, 16 de abril de 2024

La vida solo es un momento

 




        La vida en la Tierra es solamente temporal, sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices en cada momento de su vida, es posible que lo dejen para más adelante, para cuando consigan la nueva casa, el nuevo trabajo, la nueva pareja, o el nuevo auto. 

        Olvidan que el valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que se viven. Por eso existen momentos inolvidables, hechos inexplicables y personas incomparables. ¡Vive cada momento!, ¡Se consciente de los hechos, sin más!, y ¡Disfruta de las personas!, porque sino no tendrás tiempo, el momento pasa, el hecho no se repite y las personas desaparecen.


viernes, 12 de abril de 2024

Reflexión: La vida es más sencilla de lo que parece

 


          Si te detienes a reflexionar de manera honesta, serena y profunda, como si fueras un observador imparcial, sin permitir que te perturben o condicionen los acontecimientos que envuelven tu existencia, llegarás a la conclusión de que vivir la vida es mucho más sencillo de vivir de lo que la mayoría de las personas experimentan.

Considera la última ocasión en la que te enfureciste o perdiste la paciencia, cuando alzaste la voz o castigaste a alguien con tu silencio, quizás incluso a alguien muy cercano a ti. ¿Realmente valió la pena? ¿Lograste resolver algo? ¿Ganaste más alegría, felicidad, salud o dinero? O, por el contrario, ¿simplemente malgastaste un tiempo valioso y único, irrecuperable en toda tu vida futura, además de sumergirte en un estado emocional digno de los moradores de los círculos infernales que Dante describe en "La Divina Comedia"?

          Reflexiona, también, si esos pensamientos de carencia, de miedo, de dolor, de dudas o de preocupación por tu incierto futuro. ¿Están, realmente, resolviendo tus problemas o, simplemente, te mantienen atado a la ansiedad, impidiéndote vivir una vida plena?

Al analizar esos episodios de conflicto, observa qué parte de tu deseo no cumplido, posiblemente desconocido por la otra persona, contribuyó a tu insatisfacción personal o a tus expectativas sobre el comportamiento ajeno. De esta manera, si buscas culpables, tal vez te encuentres mirándote a ti mismo.

          Si, a pesar de todo, aún no estás convencido de que la vida puede ser más sencilla de lo que la estás viviendo, considera que cada suceso, por insignificante que parezca, es simplemente una manifestación de tu "Contrato Divino" o tu "Plan de Vida", aceptado antes de tu llegada a este mundo. Todo lo que ocurre en tu vida ha sido organizado y planificado por ti para cumplir con el propósito de tu existencia, que quizás no estás llevando a cabo debido a pensamientos o deseos que te limitan.

          Y si aún albergas dudas sobre lo simple que podría ser la vida, te planteo otra reflexión: ¿Qué propósito habría servido si tu corazón dejara de latir después de un episodio de ira, enfado o un pensamiento erróneo?


lunes, 8 de abril de 2024

Decisiones de vida

 


Cada decisión que tomamos, consciente o inconscientemente, nos guía por el camino de la vida. A menudo, no somos plenamente conscientes del impacto que cada paso puede tener en nuestro destino. Es solo con el tiempo y la reflexión que podemos mirar hacia atrás y apreciar cómo los momentos, las personas y las experiencias han tejido la trama de nuestra historia personal.

Todos los pasos que había ido dando en mi vida, cada elección y cada sincronía con la que tropezaba, cada alegría y cada adversidad, son los hilos que han ido tejiendo, sin que yo tuviera ni la más remota idea, el tapiz donde me encuentro ahora. Este país, este aeropuerto, esta sala de espera, este momento, es el resultado de un intrincado baile entre mi voluntad y el azar, entre mis sueños y las circunstancias. Y aunque no siempre entendí el porqué de cada giro o cada paso atrás, ahora veo que cada uno era necesario, cada uno era parte de un diseño mayor que aún estoy descubriendo.

La vida es una serie de capítulos que se construyen unos sobre otros, y aunque no siempre comprendamos el curso de los acontecimientos en tiempo real, cada paso nos lleva a una nueva comprensión y, en última instancia, a donde estamos destinados a estar.

Todos esos pasos son los que me habían llevado, sin saberlo, hasta donde me encontraba ahora.

Del libro "Toma mi mano, te mostraré la vida"

Alfonso Vallejo Gago


sábado, 6 de abril de 2024

Conversaciones con el Maestro (Vivir o sobrevivir)

 



Conversaciones con el Maestro

Vivir o sobrevivir

 

-    Kunturi, hoy te siento, especialmente, triste.

-    Tienes razón Maestro.

>> Estoy muy triste. ¡Que terrible es el pensamiento! Le he dejado volar, a su antojo, y ha impregnado en mi conciencia la sensación de que no tengo vida, de que no sé muy bien si estoy viviendo o simplemente me estoy moviendo a lo largo de los días, como una hoja arrastrada por el viento.

>> Hoy he sentido que mi existencia, es como un río que fluye sin cesar, y me siento como un corcho flotando, sin control, en mitad de la corriente, dejándome llevar, sin luchar contra las turbulencias.

>> Me siento embargado por una implacable compañera: la rutina. Que me envuelve con su monótono abrazo. Cada día es igual y, para colmo, esta rutina no es la que yo había imaginado para esta etapa de mi vida. ¿Es esto vivir? ¿O es, simplemente existir, como el engranaje en una máquina que sigue girando sin cuestionar su propósito? ¿Estoy siguiendo un guión preestablecido?

>> Nunca he sabido cual es la razón de mi vida, aunque como un iluso, en muchas etapas de mi vida he creído, (al final todo es, solo, una creencia), que era como una especie de guía espiritual para enseñar el camino que lleva a Dios. Pero no. Al final ha resultado que solo soy un pobre soñador al que la vida está despertando a base de cachetadas.

-    Hijo mío, no eres iluso ni soñador. Más pareces un buscador. Siempre haciendo preguntas, siempre buscando respuestas. Pero a menudo, la claridad se escapa entre tus dedos, como el agua que se desliza por las rendijas de una roca.

>> Deja de preguntarte si esto que vives es la vida y vive. En la intensidad de los momentos está revelada la verdad. Cuando te sumerges en una risa compartida, cuando sientes el calor de un abrazo sincero, cuando contemplas un atardecer que tiñe el cielo de colores imposibles, ahí está la vida. No en las tareas mecánicas, sino en los destellos de emoción y conexión.

>> Es tu decisión saborear cada bocado de vida, abrazar con pasión, aprender con avidez, amar con valentía. Es en esas elecciones donde vas a encontrar las respuestas a tus preguntas. Es en los pequeños detalles: una sonrisa, una melodía, una mirada cómplice, donde está la vida. Y en esos momentos, cuando el corazón late con fuerza y la mente se aquieta, es cuando sabes que estás vivo.

>> Deja de preguntarte para que has nacido y vive. Deja de preguntarte cual es tu misión en la vida y vive. Deja de pedir milagros y hazlos tú.