El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Páginas
Lecturas en línea
Libros publicados
Wikipedia
Resultados de la búsqueda
Mostrando entradas con la etiqueta tolerancia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tolerancia. Mostrar todas las entradas
sábado, 8 de junio de 2024
miércoles, 11 de julio de 2018
¿Cuál es mi misión?
-
¿Cuál es mi misión Maestro? Llevo
cuarenta años preguntándomelo.
-
Tu misión es aprender a amar hijo mío.
-
Pero, ¿no se supone que he venido a la
vida a realizar alguna tarea específica?
-
Si, la tarea de aprender a amar. ¿Te
parece poco? Y el camino para aprender a amar es que aprendas a ser feliz. Y
ahora no eres feliz porque crees que te falta algo, crees que te falta saber cuál
es tu misión. Buscando tu misión estás perdiéndote muchas cosas de la vida, casi
podríamos decir que estás perdiendo la misma vida,
Escucha
esto: Como te falta saber cuál es tu misión, no eres feliz, pues yo te digo que
si te dedicaras a ser feliz llegarías a saber cuál es esa misteriosa misión, y
te voy a explicar por qué: La felicidad es un estado interior, un estado de paz,
de serenidad, de alegría, y a ese estado se llega aceptando, tolerando, respetando,
comprendiendo y sobre todo amando.
Cuando
llegas a ese estado entiendes que todo está bien y si existiera alguna misión
misteriosa, llegaría a ti, sin que necesitaras buscarla.
-
Aceptando ¿qué?
-
Aceptando la vida que tienes. Aceptar
no es resignarse. Te pongo un ejemplo: Piensa en una pareja que se les ve bien,
que a ojos del mundo podría decirse que es una pareja feliz. Pero si escarbas
un poquito en su relación verías que, en muchas, en demasiadas ocasiones se
sienten solos, no hablan entre ellos de esa sensación de soledad, no hablan de
sus miedos, de sus anhelos o de sus fantasías. Hablan, si, del trabajo, del
colegio de los niños, de las facturas que van llegando, o de lo mal que se ha
portado su cuñado. En ellos hay más resignación que aceptación. Aceptación es
cuidar lo que importa para que no se desgaste, te pongo un ejemplo que no por
manido pierde su validez: A la planta hay que regarla para que viva. A las
relaciones también, y a los amigos, y a los hijos, y al trabajo, y a las aficiones
y, sobre todo, a ti mismo. Aceptar es trabajar la vida, y si algo no te gusta
de tu vida lo cambias.
La
aceptación hace que toleres todo, que toleres a todos ¿Qué sabe nadie de la
vida del otro, de la razón del otro?, ¿qué sabe nadie de su Plan de Vida, si ni
tan siquiera conocemos el nuestro?, ¿qué sabe nadie del recorrido de su alma?
No hay dos seres iguales sobre la faz de la Tierra. Todo está bien, todo es
perfecto tal como está. Toléralo, lo ha puesto Dios.
Así
llegarás al respeto. Respetar es la
consecuencia lógica de la tolerancia. No hagas a nadie lo que no te gusta que
te hagan a ti, no pienses de ellos lo que no te gustaría que pensaran de ti, no
hables de nadie porque no te gusta que hablen de ti y, sobre todo, si es malo. Colócate
siempre en el lugar del otro, es la mejor manera para aceptarle, tolerarle y
respetarle.
Y
cuando aceptas, toleras y respetas, puedes decir que estás aprendiendo a amar.
Entonces
serás feliz, y estarás cumpliendo con la verdadera misión de tu vida que es
aprender a amar.
Ama
y se feliz, que todo lo demás llegará por añadidura.
miércoles, 15 de junio de 2016
De "ser humano" a "ser espiritual".
Es
momento de dejar de jugar a ser espirituales, ya hemos aprendido las
reglas del juego. Ha llegado el momento de incluir la espiritualidad en la vida
cotidiana, es momento de trabajar desde la ética de la conciencia, es momento
de amar, es momento de sanar de manera total, es momento de compartir, de
relacionarse, es momento de practicar y salir de la teoría, es momento de dejar
atrás los prejuicios religiosos, es momento de trabajar para dirigirnos a un
futuro brillante, feliz, abundante, pleno. Y podemos llegar a ese futuro
respetando las reglas del Amor.
En este momento de cambio vamos a
trascender de “ser humano” a “ser espiritual”, y para eso ya no valen ni
escuelas ni maestros, ya que la única escuela válida es nuestro interior,
nuestra intención, nuestro corazón. Porque no hay nada que aprender, todo está
en nosotros, ya tenemos todo el conocimiento de Luz y de Amor, y muchos de
nosotros, o ya hemos cambiado nuestra vibración o estamos en pleno proceso.
En la actualidad el ser humano vive
para él, de manera individual, y ha de salir de ese individualismo para atender
las necesidades del alma, empezando a desarrollar propósitos simples, para una
vez conseguidos continuar con mayores empresas. Pero todo tiene un principio, y
ese principio ha de ser observar si existe alguna contradicción entre lo que se piensa,
lo que se dice y lo que se hace. Si no existe coherencia entre los pensamientos,
las palabras y los actos, el ser humano se engaña a sí mismo.
Hay que escuchar al alma y aceptar la
verdad, aceptar las cosas que resuenan profundamente en el corazón y en el alma,
aceptar lo que impulsa al ser humano a respirar y a sonreír. Hay que separarse
de todo aquello que promueve manipulación, especulación o explotación, y no
participar en nada que coarte la libertad o lesione el respeto. Hay que actuar
de manera honesta, clara, impecable y coherente.
Y sobre todo ama, siente el Amor,
comprométete contigo, únete a tu Ser y no busques más, deja sólo que el Amor te
encuentre. Hace tiempo que el Amor te busca, y si tu mente se mantiene en
silencio, te va a encontrar, y sobre todo, cuando estés sin expectativas,
sentirás, sentirás el Amor, sentirás su fuerza.
Labels:
Alma,
Amor,
Cambio,
Compromiso,
Corazón,
Dios,
Humano,
Libertad,
Paz interior,
Respeto,
Responsabilidad,
tolerancia,
Trabajo interior
sábado, 7 de mayo de 2016
El próximo cambio
PERLAS PARA EL ALMA
A pesar de que tengamos
guías, maestros, instructores o gurús, la decisión de comenzar a vivir la vida
de otra manera es personal de cada uno.
Nadie va a decidir en qué momento está
preparada el alma para iniciar el camino de vuelta a Casa, el camino de vuelta
a Dios, salvo la propia alma.
Va a ser la persona en la soledad de su corazón y
de su mente la que va a decidir cuándo es el momento de dejar atrás el
sufrimiento e iniciar una nueva vida basada en el respeto, en la comprensión,
en la tolerancia, en el servicio y en el Amor.
domingo, 1 de mayo de 2016
domingo, 27 de marzo de 2016
Aceptar: El pórtico de una vida feliz (y 2)
Dios vive dentro de cada
uno, desde el beato hasta el criminal, Dios vive en todos, sólo tenemos que
aceptarlo, sólo tenemos que recordarlo y Dios se hace presente, porque nada en
la vida es aprendizaje, sólo es necesario recordar, y en ese momento se acaba
el sufrimiento.
Hemos
de permitir que se disuelvan las viejas formas de vivir con las que tan
familiarizados estamos, y es cuando esas viejas ideas se desvanecen cuando
realmente empieza la Vida, cuando se es consciente, cuando se alcanza la
felicidad. Cuando conseguimos esto, el entorno, que todavía vive en las ideas
que nosotros hemos abandonado, trata de hacer que volvamos al sufrimiento
porque no puede entender en su inconsciencia, y por lo tanto aceptar, que
salgamos del cercado conocido del dolor en el que ellos tan cómodos se
encuentran, pero hay que aceptarlos, no ven más allá, ellos todavía necesitan
el dolor como medio de subsistencia. Ya
llegará el día en que empiecen a plantearse si existen otras formas de vivir,
entonces nosotros seguiremos estando a su lado para ayudarles en su trabajo de
reciclaje, para ayudarles en su trabajo de encontrarse con ellos mismos, para
ayudarles a volver a casa.
La
vida es Una, nuestro corazón lo sabe. El corazón sabe que tú y yo somos la
misma cosa, el corazón sabe que no hay nada fuera de cada uno de nosotros, y
siempre busca lo mejor para todos, porque lo que es bueno para ti es bueno para
mí. Todos estamos embarcados en la misma nave con el mismo destino. Solamente
el ser humano que vive desde la mente es capaz de odiar, de envidiar, de
permitir que otro ser humano pase hambre, solamente el ser humano que vive
desde la mente es capaz de matar.
No
tenemos que hacer nada para ser felices, sólo respirar, sólo aceptar, sólo
mantenernos conectados a la Madre Tierra, sólo sentir a Dios en nuestro corazón,
sin preocuparse por nada, sin cerrarse a la vida. Sólo así llegará la Luz a
nuestra vida, sólo así conseguiremos la felicidad.
La tolerancia lleva
implícita en sí misma aceptación y respeto, porque tolerancia es aceptar y
respetar las ideas, las creencias o las prácticas, cuando son diferentes o
contrarias a las propias. Es aceptar y respetar las diferencias étnicas,
sociales, culturales y religiosas. Es reconocer los intereses, los sentimientos
y los valores del otro. Es aceptar al humilde, al soberbio, al rico, al pobre,
al ignorante y al ilustrado.
Tienes que vivir
consciente, para comprobar cómo va generándose en tu interior esa bola de
fuego, que va a salir por la boca en forma de exabrupto dirigida hacia alguien,
posiblemente muy cercano a ti, y bloquearla, no dejar que salga. En ese momento
piensa que quien tienes delante eres tú mismo, y en lugar del exabrupto deja
que salga humildad y respeto.
Al principio cuesta
ser consciente y serán muchas las veces que seas consciente después de sucedido
el hecho, pero ya es algo, con el tiempo irás consiguiendo ser consciente
antes, hasta que llegue un día en el que te darás cuenta del momento exacto en
que se forma la bola de fuego en tu interior. Y con un poco más de tiempo, no
mucho, ni tan siquiera llegará a formarse esa bola. Entonces habrás ganado la
partida.
Cada
persona se encuentra en un punto del camino y no podemos exigir que todos sean
como nosotros pensamos que deberían de ser. No hay dos seres iguales, cada uno
tiene un número de vidas determinado con diferentes vivencias, con diferentes
aprendizajes, con diferentes creencias, todo lo que tenemos que hacer es
tolerar, es aceptar, es respetar.
Aceptar
a los demás tal cual son es una puerta de acercamiento a Dios, aceptar al
hermano es aceptar a Dios.
viernes, 5 de febrero de 2016
Almas gemelas
Esta es la parte 2 de
la entrada “La pareja: (Atracción espiritual)
Está claro que cuando
dos personas se enamoran sienten algún tipo de atracción, sino no existiría el
enamoramiento, bien puede ser una atracción física, o una atracción emocional,
o una atracción intelectual, o una combinación de todas ellas, pero seguro que
ninguno de los dos miembros de la pareja achacan su enamoramiento a una
atracción espiritual.
Si acaso en su “locura
inicial” pueden definir a la otra parte de la pareja como su alma gemela, eso
es todo lo más que pueden acercar su enamoramiento a la espiritualidad. Bueno
también pueden pensar que Dios ha decidido premiarles juntándoles y
bendiciéndoles con ese amor. Todo está bien, hay que tener en cuenta que en las
primeras etapas del enamoramiento se dicen muchas, permitirme la palabra
“tonterías”.
Con respecto a que
Dios ha decidido que se encuentren y disfruten de esa locura de amor, por
supuesto que no, tal como ellos lo puedan pensar. Dios no hace de Celestina, en
ningún caso, aunque para ellos es tan grande su amor, que podrían pensar que
con ellos Dios ha hecho una excepción, no es así, Dios no hace excepciones.
Permitirme una
pregunta, ¿Cuántas parejas rotas han pensado esto mismo en el inicio de su
relación?, ¿Cuántas parejas que se soportan y se mantienen por la quietud
pensaron eso mismo en el inicio de su relación?, ¿Cuántas han mantenido esa
locura de amor más allá de seis u ocho meses?
Lo que suele ser más
normal es que un noventa y cinco por ciento de las parejas que recién se
enamoran piensen que se han encontrado con su alma gemela. Lo lamento, las
almas gemelas tal como lo entienden los recién enamorados tampoco existen.
Los enamorados pueden
pensar que las almas gemelas son dos almas que vibran en la misma sintonía y
que su único anhelo es encontrarse para fundirse en una sola. No existe así,
pero si hay almas, o mejor grupos de almas que vibran en la misma o parecida
sintonía, pero no anhelan para nada encontrarse en la materia con otra igual
para unirse en una vida física. El anhelo de todas las almas, vibren en la
sintonía que vibren, es unirse a Dios, y todo lo que hacen en la vida, o mejor
todo lo que programan para hacer en la vida física es avanzar en ese camino que
les va a acercar a Dios.
También podrían
pensar que son dos partes de una misma alma que también anhelan reagruparse
para sentirse completas. Tampoco es así, pero si que existen almas que pueden
dividirse en dos o en más cuerpos físicos diferentes, pero lo que menos quieren
en juntarse, ya que si el alma ha decidido dividirse es para aprovechar varias
opciones de crecimiento a la vez, o para pagar un excesivo Karma, para
disminuir el tiempo de unión con Dios.
También pueden creer
que se trata de dos almas tan afines que encarnan a la vez para encontrase
también en la materia. Tampoco es así. Pero si que existen muchas almas que son
afines por haber compartido muchas vidas juntas sin tener conflictos pendientes.
Estas almas pueden volver a encontrarse en un ochenta por ciento de
reencarnaciones, pero no lo hacen normalmente como pareja, aunque si como
miembros de la misma familia. No lo hacen como pareja porque la pareja es una
situación esplendida para crecer y ellos no crecerían mucho precisamente por su
afinidad, pero si lo hacen en la familia o próximos a ella para ayudarse en su
crecimiento.
Les iría mejor a
todos los que se inician en la senda del amor pensar en vivir el presente para
mantener ese amor que comienza cuanto más tiempo mejor, en cuidarle, en seguir
mimando a su pareja, en comprenderse, en tolerarse, en conocerse para perdonar
los defectos, (que con el tiempo van apareciendo), en alabar las virtudes de
cada uno, y dejar de buscar en el pasado la razón de tanta “felicidad”.
La razón de tanta
felicidad solo es una mezcla de deseo, de apego y de pensamiento. A partir de
ese momento inicial es cuando realmente han de aprender a amar.
Continuará…………
jueves, 12 de noviembre de 2015
Aquí está la solución a tus problemas (y final)
Es muy fácil decirlo, pero me ha costado bastante tiempo
llegar a mi interior, y además, cuando consigo llegar, siempre sucede algo, un
ruido, una música, un pensamiento, que me devuelve de inmediato al exterior volviendo
a la locura de la vida, y además no soy consciente de inmediato, tardo en
reaccionar. ¡Engancha tanto la mente!
Sin embargo, algo sucede cuando
entro: La locura se vuelve paz, el deseo se vuelve aceptación, el deseo de
venganza se vuelve perdón, la tristeza se transforma en alegría, el estrés se vuelve sereno, el orgullo
convive con la humildad y el desdén se vuelve compasivo. La preocupación
desaparece y el miedo se desvanece en brazos del amor. Encuentro justificación
a la sinrazón del mundo, me olvido de juzgar a mi vecino y de criticar a mi
jefe, entiendo a todo el mundo. A mí no me importa. Todo está bien.
Los deseos materiales se evaporan
como el humo, y aparecen otro tipo de deseos, los deseos espirituales, pero no
agobian, no preocupan, todo tiene su tiempo, las cosas de Dios también lo
tienen.
Dentro de mí no existe ni pasado, ni
presente ni futuro. Sólo ahora. Sé que soy un ser espiritual viviendo una
experiencia humana, sé que soy lo que quiero ser, sé que nada en la vida es
permanente, ni importante, ni imprescindible, sé que todo es pasajero, ya que también
lo es la misma vida.
Sé todo lo que necesito saber, y
tengo todo lo que necesito tener. No necesito más. Todo está en mi interior.
Todo está bien.
sábado, 5 de septiembre de 2015
Tolerancia
Perlas para el alma
Tolerancia es respetar al otro, aunque también
podríamos decir que es aceptar, es
comprender o soportar dignamente, sin enojo, a otros que tienen unas creencias,
unas normas, unas actitudes, unas maneras de entender la vida o unos valores
distintos a los tuyos.
Por lo
tanto, toleramos a quien consideramos distinto, por cualquier causa: distinta
creencia religiosa, distinta forma de vivir, distinta raza, distinta tendencia
sexual, distinta cultura, etc.
Así que
parece claro: “Ante aquello que nos parece distinto, hay que aplicar la tolerancia”.
Pero te
propongo una actividad diferente: ¿Y si en vez de trabajar para soportar, para
aceptar, para respetar, para conocer, en suma para tolerar; trabajas para que
no haya distinción, trabajas para que exista la igualdad? Si empiezas a ver al
distinto como un igual, ya no tienes que tolerar al otro más que a ti, sois
iguales.
lunes, 29 de junio de 2015
Yo no soy ese
Sería divertido poder observar permanentemente
a una persona y comprobar cuál es su comportamiento en cada una de las facetas
de su vida: como padre o como madre, como hijo, como pareja, como jefe, como
empleado, como amigo intimo, como conocido, como amante, como conductor al que
le acaban de dar un golpe por detrás, o como viandante al que le dan un
pisotón, y siempre sin que ella supiera que es observada, por supuesto.
Descubriríamos, sin duda, muchas personas en
una. Podríamos observar cómo se va cambiando la máscara en función de la
relación. Podríamos comprobar cómo ante una misma situación puede reaccionar de
maneras diferentes, en función de la familiaridad que tenga con la persona.
Podríamos comprobar las diferentes personalidades de una misma persona.
Compruébalo por ti mismo. Detén la
lectura y piensa como es tu comportamiento en cada una de la interacciones que
tienes cada día. Repasa, honestamente, como son tus reacciones con cada una de
las diferentes personas que comparten tu vida. Si crees que no hay cambios en
ti, ¡enhorabuena!, es posible que te encuentres en el umbral de eso que casi
todos llamamos iluminación, aunque no tengamos muy claro, a pasar de la luz, a
que se refiere. Lo que sí parece claro es que si crees que nunca cambias la
máscara, o que ni tan siquiera usas, estés en una de tus últimas encarnaciones
en la Tierra.
¿Por qué decimos que si eres siempre
la misma persona, sin máscaras, estás en una de tus últimas vidas?, sencillo,
porque para ser siempre la misma persona, o eres un malvado, lo cual no parece
ser, porque no estarías leyendo esto, o tratas a todo el mundo con amor. Y
tratar a todo el mundo con amor es el único aprendizaje real que tenemos los
seres humanos en cada encarnación. Si has llegado ahí, ya no necesitarás más
encarnaciones.
Pero no parece ser esa la moneda de
cambio. Lo normal es que en nuestra mochila llevemos un buen número de máscaras
que vamos intercambiando en función de con quién nos tropezamos. Pero si hay
personas con las que no usamos máscaras, sino tan solo antifaces, para no tapar
la cara al completo, y son las personas con las que tenemos total y absoluta confianza:
Normalmente la pareja, y después los hijos. Por eso los mayores maltratos, bien
sean físicos, emocionales o mentales, o las mayores faltas al respeto de las
personas, se producen en las relaciones de pareja, y después en las relaciones con
los hijos. Maltratos que siempre quedan a resguardo en la privacidad del hogar.
Las máscaras van desapareciendo en
función del crecimiento de la persona, o en función del envejecimiento.
La edad hace que a la persona ya no le importe
esconder su carácter y exponga sin pudor su mal humor o su falta de respeto en
cualquier circunstancia.
Pero lo realmente importante es cuando la
persona va dejando las máscaras porque en su crecimiento, o lo que es lo mismo
en la maduración de su carácter se acerca a la comprensión de que todos somos
la misma cosa, de que todos somos hermanos, y trata a todos como él mismo desea
ser tratado, es decir, con amor.
Incluso cercanos a este punto, es posible que
aún exista una máscara más: la más cara del pensamiento. La mente, con su casi
infinito poder, puede presentar pensamientos que lleguen a ruborizar a la
persona, y que la hagan pensar dos veces antes de actuar para no seguir los
dictados de la mente, de esa mente malvada cuando la persona está luchando
contra sí misma por su propio crecimiento.
En la máscara de pensamiento la persona puede
ser consciente cuando muchas personas de su entorno tienen una opinión favorable
de la persona, que a esta la cuesta aceptar, por no reconocerse en dichas
opiniones. Solo es la máscara del pensamiento, que también se ha de dejar.
No nos queda más remedio que ir sacando máscaras
de nuestra mochila. Para ello las herramientas necesarias son amor, respeto,
tolerancia, comprensión, bondad, compasión y paciencia.
No hay prisa, tenemos muchas vidas para
conseguirlo.
martes, 14 de abril de 2015
Jueces de nada y parte de todo
"Debes convertirte en el cambio que
deseas ver en el mundo."
Mahatma Gandhi
Queremos un
mundo mejor, queremos ser felices, queremos vivir sin estrés, queremos ser
amados, queremos sentir paz interior, queremos dejar de lado la ansiedad, el
miedo o la soledad, solo por mencionar alguno de los grandes males con los que
convive la raza humana, o alguno de lo que parecen logros imposibles de
conseguir.
Una de las
grandezas que tenemos los seres humanos reside en la capacidad de cambio y que
no la tiene ningún otro animal sobre la Tierra. Aunque también es cierto que
son muchos los seres humanos que desconocen esa capacidad y pueden pasarse toda
su vida sin realizar la más mínima variación en sus estructuras mentales, y por
lo tanto en las acciones que dirigen sus vidas.
De
la misma manera que se realizan cambios para conseguir algún objetivo material,
se han de realizar cambios para la consecución de objetivos no tan materiales,
y que bien podríamos denominar espirituales, ya que son los relacionados con el
espíritu, los relacionados con el alma, pero que sin embargo, son los cambios
imprescindibles para la consecución de todas esas cosas intangibles, que a fin
de cuentas, son las que van a hacer que nuestra vida se mueva por encima de los
umbrales de la infelicidad, infelicidad que soportan, con más o menos
estoicismo e incluso con aceptación, la mayoría de personas.
El
desconocimiento de que las cuestiones relacionadas con el alma son las que nos
van a dar la auténtica paz que todos deseamos, hace que tratemos de encontrar
la paz, la felicidad, la armonía o el amor, transitando a través de caminos
equivocados para llegar a ¿La meta?, ¿A qué meta?
El
mayor error consiste en creer que existe una meta y que para llegar a ella,
existe un camino. Y este error es el que lleva a todos los seres humanos a
tratar de paliar sus carencias espirituales con posesiones materiales, y
afanados recorren un camino inútil para llegar a ningún sitio, para no entender
después, como no son felices, ¡si no les falta de nada!
¡Y
tanto que les falta!, les falta todo, les falta lo más importante: el
conocimiento de lo que son, les falta creer se puede conseguir un cambio, les
falta la voluntad para trabajar en la consecución de ese cambio y les falta la
paciencia para esperar los primeros resultados.
Son seres
espirituales, y como tal, solo van a conseguir la felicidad que tanto ansían
cuando conecten con su espiritualidad, que es lo mismo que decir que cuando
conecten con su alma, y como eso parece muy etéreo, se puede centrar más en que
se conecten con los dictados de su corazón.
Aquí
deviene el cambio. ¡Dejar de pensar para empezar a sentir!, y esto es algo que
solo reside en la grandeza del ser humano. Los animales que se rigen por los
instintos, no necesitan ningún cambio porque lo único que necesitan es mantener
la existencia, con escasísimas necesidades, alimentarse, reproducirse y
descansar. Ya sé que hay seres humanos que se parecen muchísimo a los animales,
con el agravante de que tienen una mente que les incita a robar, a violar, a
engañar o a matar. Pero está claro que no es su momento de ir más allá, y que
en su evolución, más que crecimiento, puede ser que ellos mismos se hayan
ofrecido para el aprendizaje de otros seres humanos que necesitan para su
aprendizaje ser engañados, ser violados, ser robados o morir de manera
violenta.
Está
claro que este post no es para esos que están más cerca de la irracionalidad,
sino para los que están buscando, aunque por caminos equivocados vivir la
experiencia de ser un alma.
Volvamos
al cambio, y sobre todo recordar que si queremos obtener distintos resultados,
algo hay que cambiar, ya que si siempre hacemos las mismas cosas, los
resultados siempre serán los mismos. Por supuesto si lo que queremos obtener
son resultados espirituales, los cambios, parece lógico pensar, que también han
de ser espirituales.
¿Cuáles
serían esos cambios espirituales?: Volver la vista al corazón, volver la vista
a la comprensión, volver la vista a la tolerancia, volver la vista al respeto,
volver la vista a la ayuda, volver la vista a la honradez, volver la vista a la
misericordia. A partir de estos cambios de actitud, en los que al principio se
ha mantener una total y absoluta atención, hasta que la mente se vaya
acostumbrando a la nueva forma de hacer, algo a empieza a cambiar, en la
persona y en el entorno. La persona empieza a sentir una alegría que no sentía
con anterioridad, y empieza a ser consciente de una paz interior desconocida,
descubre entonces, que “todo está bien”, que no ha venido a la Tierra para ser
juez de nada, pero si parte de todo; y esta nueva forma de hacer comienza a ser
percibida por la gente de su entorno, que posiblemente, al principio del cambio
piensen que la persona está perdiendo la cabeza, pero no tardarán mucho en ser
conscientes de que es un cambio y no una locura.
A
partir de ese momento, también comienza a cambiar el entorno. Si con
anterioridad con frecuencia había enfrentamientos, enfados, malas caras, malos
entendidos, gritos y silencios, a partir del cambio, a la sonrisa le responderá
otra sonrisa, el abrazo y el respeto serán correspondidos, y la ayuda, la
comprensión y la tolerancia agradecidas.
Ya
lo dicen los sabios: “Si quieres un mundo mejor conviértete en el cambio que
deseas”, “Cambiando tú, cambia el mundo”, empezando por cambiar “tú mundo”.
Así
que este parece un buen momento para dejar de desear y actuar para que ese
deseo se cumpla.
martes, 10 de marzo de 2015
Todo está bien
Supongo que
no es ningún secreto que el bienestar, la serenidad interior, la paz, la
alegría y la felicidad solo son el resultado de una cierta actitud ante la
vida, una actitud que podríamos plasmar como la actitud del “Todo está bien”.
Cuando todo
está bien en cada célula del cuerpo y en cada átomo de nuestra energía, se han
terminado para nosotros los enfados, los reproches, los miedos, las
inseguridades, los celos, las tristezas por deseos incumplidos o las
decepciones por no lograr las expectativas.
Cuando todo está bien no hay razón
para enojarse con el hermano, con la pareja, con los amigos o los desconocidos
por algo que hayan hecho o dicho, porque todo está bien. En las condiciones
actuales el enojo llega porque otros hacen o dicen algo que nosotros
consideramos que no es correcto, pero ¿Tenemos en cuenta lo que ellos
consideran correcto?, ¿Estamos en su mismo momento emocional para entender la
razón de sus palabras o de su actitud?, ¿Estamos en su mismo nivel de
crecimiento para entender sus motivos? Si nos colocáramos en sus zapatos
podríamos entender el porqué. Pero ¿De qué nos valdría entender la razón?,
¿Para justificarla?, ¿Para no enfadarnos?, ¡Que importa!, lo hecho, hecho está.
¿Para qué perder un tiempo precioso en tratar de entender las razones de otra
mente, o de otra alma? Lo mejor es aceptarlo, “Todo está bien”, y si parece
fuera de toda lógica, de nuestra lógica por supuesto, podemos desde el punto de
serenidad en que nos coloca el aceptar todo como bueno, tratar de explicar, con
amor, que es lo que no nos ha gustado y porque.
En el “Todo está bien”, no se trata
de comulgar con ruedas de molino, se trata de no atragantarnos con nuestra
propia indignación, con nuestra propia tristeza, con nuestra propia
intolerancia o con nuestra propia rabia.
En condiciones normales, ¿Qué ganamos
con un arrebato de cólera, de desesperación o tristeza? Si lo que nosotros
consideramos incorrecto, por llamarlo de una manera suave, ya está hecho, ¿Cuál
es nuestro beneficio con ese comportamiento animal e instintivo? Ninguno, no
obtenemos ningún beneficio, antes al contrario, todo son desventajas, todo son perdidas.
Nos desestabilizamos emocionalmente, ocupamos la mente con un discurso de
rabia: “Pero ¿Cómo puede ser que me haga eso a mí?, y si nuestro carácter aun
es algo inmaduro y esa situación se repite con otras personas y se mantiene en
el tiempo, es posible que comience a afectar a nuestra salud, y por supuesto a
la vida, ya que la persona que se encuentra en una situación de ese tipo, está
muy lejos de atisbar, ni aunque sea por un instante, lo que es la felicidad.
Si sucede una vez cada mucho tiempo,
bueno, es algo que hay que trabajar, pero no es tan grave como si la persona se
encuentras permanentemente ofendida con el mundo. En este caso es muy posible
que no esté equivocado el mundo y que sea la persona la que deba de recapacitar
y buscar ayuda para trabajar ese aspecto de su carácter que ronda la
intolerancia.
Recuerda que somos energía. Cada
pensamiento es energía, cada palabra es energía, cada acción es energía, y que
energías iguales se atraen. Con la intolerancia estás atrayendo a tu vida a los
intolerantes, con tu tristeza atraes a los tristes, con tus mentiras atraes a
los mentirosos, con tu rabia a los iracundos, con tu agresividad a los matones.
Si lo que quieres es amor, amaté; si
quieres ser feliz, haz felices a los demás; si quieres que te respeten,
respeta; porque vas a recibir ciento por uno de lo que entregas.
Para esto, la mejor fórmula es “Todo
está bien”. Y si alguien te pregunta ¿Y si realmente no está bien”, pues sigue
aplicando la máxima, “Lo que no está bien, también está bien”.
lunes, 20 de octubre de 2014
¿Quién enseña a los niños a amar?
Jesús dijo:
“De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis
en el reino de los cielos”.
Está claro que el proceso de la vida
no lleva precisamente a la niñez, sino a la madurez y al envejecimiento, por
eso Jesús se refiere a nuestro comportamiento: “ser como niños”, sinceros, juguetones, alegres, inquietos,
honestos. En la humillación que reciben los niños en silencio está su puerta de
entrada al cielo (a la felicidad), ya que por ser más pequeños e indefensos, se
les vive regañando, dirigiendo, chillando y castigando, los niños son objeto de
nuestro blanco para descargar sobre ellos nuestra ira, nuestro enfado, nuestra
rabia, ya sé que también, a veces,
descargamos en ellos nuestro amor y nuestra ternura, ¡pero son tan
pocas!
En nuestro “amor” hacia nuestros
hijos, queremos, por supuesto, lo mejor para ellos. Pero ¿Qué es lo mejor?
Entendemos como mejor lo que nosotros hemos recibido, o algo más. Pero eso
conlleva el que aparquemos a los niños como si fueran mercadería, por la mañana
en el colegio, y por la tarde en el judo, en la música, en el ballet o en los
idiomas. ¿Cuándo jugamos con nuestros hijos?, ¿Dónde está la escuela para
aprender a amar? La escuela para aprender a amar está en el hogar. ¿Cuánto
tiempo dedicamos a nuestros hijos en la asignatura del amor? Posiblemente cero.
Darles de comer, comprarles ropa, vestirles, etc., etc., no es amor, es nuestra
obligación. Darles amor es besarles, abrazarles, comprenderles, escucharles, pasear con
ellos de habitación a habitación porque les apetece, es jugar con ellos, es
explicarles, es valorarles, es respetarles.
En el “ser como niños”, viene
implícita la negación a uno mismo, todos sabemos muy bien que los niños no
poseen una identidad individual sino que son reconocidos como el hijo de………..
Hemos de perder la identidad hasta negarse a uno mismo para llegar a Dios.
No os asustéis, no es un trabajo
nuevo, es más de lo mismo. Para ser como un niño solo hay que amar. Eso es lo
que hacen los niños, “amar”, imagínate si aman que te siguen amando a ti, que
puede que incluso les golpeas, que les chillas, que les sientas delante de la
tele para no bajar a la calle con ellos a jugar con la pelota, que la palabra
que más te escuchan es “no”………………, imagínate si aman.
Supongo que el deseo íntimo de muchos
padres es que sus hijos sean a imagen y semejanza de ellos mismos. Ya………, pero
¿Eres total y absolutamente feliz?, ¿Juzgas, criticas?, ¿Aceptas, valoras y
respetas al resto de la humanidad?, ¿Lo haces contigo?, posiblemente sea mejor
que tu hijo no se parezca a ti, no les conviertas en lo que tu eres. Perdón,
estamos hablando a la generalidad, pero si tú ya amas, si ya vives desde el
corazón, si no quieres que tu niño sea “coloca aquí cualquier carrera” por
encima del amor y la felicidad, felicidades, este escrito no es para ti.
Pero si eres de esa generalidad que
utiliza a los niños como arma arrojadiza, que les levantas la mano, que les
gritas, que no les besas, ni abrazas, ni les recuerdas cada día diez o doce
veces cuanto les quieres, si criticas delante de los niños, si prometes en
falso, si mientes, si eres perezoso, si no tienes voluntad, si no cumples tus
promesas con ellos, etc., etc., etc., este escrito si es para ti. ¡No hagas a
los niños a tu imagen y semejanza!
El mayor aprendizaje de los niños no son tus palabras, son tus hechos, el
mayor aprendizaje es tu ejemplo. Las palabras y los discursos a los niños les entran por un
oído y les sale por el otro, pero tu ejemplo se va a grabar a fuego en su
corazón, para siempre, y ese será su verdadero aprendizaje.
Tienes que cambiar tú para que tus
hijos aprendan a ser felices. Les puedes hablar, con dulzura, para explicarles
lo que quieras, pero sobre todo que tu actitud sea acorde con lo que tratas de
enseñarles. No les digas, por ejemplo, que el tabaco es malo si tú fumas; lo
que tienes que hacer es dejar de fumar, porque su pensamiento es: Si mi
padre/madre fuma, debe ser bueno, porque ellos son los mejores y lo saben todo.
Igual en cualquier otro aspecto de la vida. Recuerdo haber leído una historia
sobre Gandhi, en la que una madre se presenta a él con su hijo y le dice:”Señor
Gandhi, le traigo a mi hijo para que le diga que deje de comer caramelos, que
no son buenos para él”, y Gandhi la contestó: “Vuelva dentro de quince días,
por favor”. Se marchó la señora con su niño y volvió a los quince días, y
cuando se presentaron ante Gandhi este le dijo al niño: “Tienes que dejar de
comer caramelos porque no son buenos ni para tus dientes ni para tu salud”.
Entonces la señora le dice: “Y ¿Por qué no se lo dijo la primera vez que
vinimos, en lugar de hacernos volver?; y Gandhi la contesta: “Es que hace
quince días yo comía caramelos”.
Tener hijos y educarlos en el amor,
es mucho más comprometido y difícil de lo que cualquiera puede pensar.
Seguramente es lo más difícil que existe. Piensa que solo para que tus hijos aprendan
a leer, la persona que les ha de enseñar, ha tenido que hacer unos cuantos años
de estudios y oposiciones. ¿Cuáles han sido tus estudios y oposiciones para
padre/madre?, ¿Cuáles tus meritos?, ¿Una noche loca? Tener una noche loca y
soltar una criatura infeliz al mundo lo sabe hacer cualquiera.
Si, ya sé que tu deseo, como el que
todos los padres tenemos para nuestros hijos, es que consigan la felicidad. La
manera más fácil de que tus hijos sean felices, es que aprendan de tu
felicidad, con tu ejemplo. Si no es así, tendrán que llegar a tener cuarenta
años, aparecer por un centro de yoga y meditación, o leer algún libro de
autoayuda, de tantos y tantos como aparecen en las librerías, para que otros
les empiecen a hablar de que la felicidad no es una utopía y de que pueden
conseguirla por sí mismos, que es la única manera de conseguir una felicidad
autentica y permanente, ya que la carrera o el oficio conseguido a base del
propio sacrificio y del ahorro de los padres no le ha dado la felicidad, ni se
la ha dado la pareja por la que sus padres tanto suspiraban, ni se la ha dado
la segunda residencia en la costa, ni los descensos por la nieve, ni el
tratamiento antiarrugas, nada le ha dado una felicidad duradera. Tendrá que ser
un extraño quien les diga lo que es el amor y como se consigue.
¿Por qué no lo haces tú?, a fin de
cuentas son tus hijos y dices que les quieres con locura. Deja de decir que les
quieres y quiéreles, y enséñales ese amor y como se ama.
domingo, 31 de agosto de 2014
Todo es según el color del cristal con que se mira
Y es que en el mundo traidor
nada es verdad ni es mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.
Ramón de Campoamor
Si la Verdad solo es una y está en
poder de la Divinidad, los miles o millones de verdades que nos venden es claro
que no llegan a ser ni una minúscula parte de la verdad.
Y si esto pasa con la Verdad
Absoluta, ¿Qué no pasará con las relativas verdades de los hombres? Cada ser
humano está en posesión de “su verdad”, y para él esa verdad es única, es real,
es auténtica, y podría llegar a matar para defenderla.
Ante esto, es obvio que no todos vemos
la misma realidad, y si a esa realidad la recubrimos con las verdades
personales, pasándola por el filtro de nuestros valores, nuestras creencias,
nuestros intereses, nuestros recuerdos, etc., lo que nos queda es una visión
bastante sesgada de la realidad de los otros. Quedarse anclado en la propia
perspectiva contribuye a limitar, todavía más, “la verdad del otro”, ya que ni
se ve, ni se entiende esa verdad, puesto que lo que se ve es la interpretación
de la verdad.
Esto da lugar a malentendidos,
discusiones, enfados, desencuentros, errores de interpretación, equivocaciones,
disgustos, indignación, etc., etc.
Las cosas no siempre son lo que
parecen. En la vida hay situaciones que simplemente suceden, sin que nosotros
tengamos absolutamente ningún control sobre ellas, y la única opción que existe
cuando esto ocurre es aceptarlas.
Muchas de las situaciones a las que
nos enfrentamos, por lo general, no las podemos elegir, pero lo que si podemos
escoger en todo momento es cómo respondemos ante ellas, y esta respuesta va a
estar condicionada en gran medida por la perspectiva desde la que observamos
las mismas. Ya que la situación no la podemos cambiar, lo que nos queda es
modificar la perspectiva hacia la misma por otras que nos permitan enfrentarla
de manera más efectiva y menos traumática.
Cuando ampliamos nuestras
perspectivas, automáticamente ampliamos nuestra capacidad de acción, ya que
esto nos hace poder elegir alternativas que antes, a pesar de estar
disponibles, no éramos capaces de observar.
Para una misma situación pueden
existir multitud de perspectivas, las cuales por si mismas no son correctas o
incorrectas, de hecho, no es adecuado clasificarlas de este modo, la distinción
verdaderamente importante que hay que realizar es si el punto de vista actual
que tenemos sobre una situación trabaja a nuestro favor o en nuestra contra.
Cualquier perspectiva que ayude a crecer, a desarrollarse, a superar retos y
alcanzar metas será una buena perspectiva y cualquiera que incapacite o limite
será una mala perspectiva que debe de ser cambiada.
Por lo tanto podemos cambiar el color
del cristal, aunque si lo hacemos corremos el riesgo de escorarnos hacia otro
lado. Mejor sería ponernos unas gafas multicolores, unas gafas con los suficientes
colores que nos permitan:
-
Ponerse
en el lado del otro.
-
No
dar importancia a las cosas que carecen de ella.
-
Aceptar
todas las situaciones.
-
Tolerar
todo lo que se presente.
-
Sentir
como propio el hacer ajeno.
-
No
opinar, no juzgar, no criticar.
-
Aceptar
razones que no conocemos.
-
Sentir
que todo es relativo.
-
Mirar
con los ojos del alma.
- Escuchar antes de hablar.
-
Saber
que todo está bien.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)