Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
La
condición y característica de una persona vulgar es que nunca espera ni
beneficio ni perjuicio por causas propias sino siempre por causas externas.
La
condición y la característica del filósofo es que espera todo beneficio y todo
perjuicio tan sólo de sí mismo.
Al
hombre culto se lo reconoce por no censurar a nadie, no alabar a nadie y no acusar
a nadie. Es alguien que no habla de sí mismo haciéndose el importante o pretendiendo
saber algo. Si en cualquier situación tiene dificultades o fracasos, sólo se acusa
a sí mismo, Si es alabado, secretamente se ríe de la persona que lo alaba y, si
es criticado, no se defiende; pero se mueve con la precaución de los
convalecientes, temiendo mover algo antes de que esté perfectamente curado.
El sabio
suprime dentro de sí todo deseo, transfiere su aversión sólo a las cosas que
menoscaban el empleo adecuado de su libre albedrío. Cuando ejerce un poder
activo sobre cualquier cosa lo hace siempre de un modo muy moderado. No le
importa parecer estúpido o ignorante y, en una palabra, se considera a sí mismo
como un adversario emboscado.
Por
experiencia aprenderás la verdad: que las cosas que más se valoran y más se
anhelan no sirven de nada una vez que se consiguen. Quienes no las tienen
imaginan que, si las tuvieran, sería suyo todo lo bueno que se puede desear;
hasta que un día las tienen, y el ardor de sus deseos es el mismo, es la misma
agitación, el mismo hastío por lo que poseen y el mismo deseo de lo que no.
Nunca he comprendido,
del todo, la euforia que envuelve la Nochevieja. A pesar de haber participado
en algunas de esas celebraciones, aunque la verdad es que no han sido muchas.
Podría contar todas las veces con los dedos de las manos, y aún me sobrarían
algunos.
Me he sumergido en la
historia buscando el origen de una festividad tan arraigada en nuestras
culturas. Mi investigación me llevó a la antigua Mesopotamia, donde se estima
que la primera celebración de fin de año tuvo lugar alrededor del año 2000
a.C., coincidiendo con la primavera y las nuevas cosechas. Los mesopotámicos
celebraban el Akitu, un festival que duraba doce días y marcaba el inicio de un
nuevo ciclo agrícola.
Avanzando en el
tiempo, llegamos a la antigua Roma. En el año 46 a.C., el emperador Julio César
instauró el calendario juliano, fijando el 1 de enero como el primer día del
año en honor a Jano, el dios de los comienzos y los umbrales. Las festividades
incluían sacrificios y brindis con vino, buscando la protección de Jano.
Hoy en día, no
celebramos el comienzo de un ciclo agrícola ni pedimos la protección de un
dios. Nos limitamos a despedir un año y a dar la bienvenida al siguiente, con
la esperanza de que sea mejor y de que se cumplan los deseos que hemos
acumulado a lo largo de los años. Y me pregunto, ¿alguna vez se han cumplido
todos esos deseos? ¿Por qué habrían de cumplirse este año? ¿Será porque 2025
marca un cuarto de siglo? ¿O quizás porque la suma de sus cifras da como
resultado el número 9, que en numerología simboliza el final de un ciclo y la
preparación para un nuevo comienzo?
No,
amigos. Lamento ser el portador de malas noticias, pero me temo que vuestros
deseos no se van a cumplir por arte de magia. A menos que... a menos que
trabajéis arduamente para que se hagan realidad, porque ellos no se
materializarán por sí solos.
La vida no funciona de
esa manera. No basta con pedirlo y esperar. Recordad el dicho: “A Dios rogando
y con el mazo dando”.
Además, hay una
condición esencial de la que sois totalmente responsables, aunque puede que no
seáis conscientes de ello en este momento: la materialización de ese deseo debe
estar prevista en vuestro Plan de Vida. Este plan fue organizado por vuestra alma
antes de encarnar en ese cuerpo que se va de fiesta en Nochevieja con la
esperanza de un milagro navideño.
En fin, espero si habéis
ido de fiesta que hayáis disfrutado y, a pesar de todo, espero que se cumplan
todos vuestros deseos, (aunque sería bueno que trabajarais en ellos).
Esperar……. Esperar……. ¿Quiénes de los
que estáis leyendo esto no estáis en este momento esperando algo?: ¿La pareja
ideal?, separarte de tu pareja?, ¿el viaje de vacaciones?, ¿qué llegue el
verano, o el invierno?, ¿qué te toque la lotería?, ¿la contestación a la
petición de trabajo?, ¿alcanzar la iluminación en tu próxima meditación?, ¿esperando
un hijo?, ¿qué llegue el fin de semana?, ¿qué llegue la noche para cenar?, ¿esperando
la cita con tu medico?, etc., etc., etc. Todos estamos esperando algo y, casi todos,
estamos esperando de manera permanente.
Y, ¿cuánto
tiempo de tu vida has pasado sin esperar nada?, no mucho ¿verdad?
Existen
esperas de todos los tipos, materiales, emocionales y espirituales. Da igual el
tipo de espera, porque la espera genera infinidad de sentimientos: Miedo,
estrés, angustia, alegría, ansiedad, dudas, emoción, y un sinfín de
sentimientos más, que, normalmente, salvo contadas ocasiones, nos afectan
negativamente.
¿Qué hacer?, porque ya sabemos que, para no
esperar, hay que eliminar los deseos, pero entiendo que es muy difícil, o por
lo menos es muy difícil eliminarlos todos. ¿Qué hacemos entonces?
Podemos
intentar dos cosas: Por un lado, lo conocido, ¡Paciencia!, porque la paciencia
nos puede dar la fuerza para soportar cualquier espera, cualquier contratiempo,
cualquier contrariedad. Y, por otro lado, analizar serenamente aquello que se
espera: ¿Para qué es necesario?, si hasta este momento he vivido sin “eso”,
podré seguir viviendo igual. Este pensamiento nos sirve para la generalidad de
un deseo material, pero existen esperas más conflictivas, como ejemplo, puede
servirnos un problema de salud: Ante esperas de una salud perfecta, que parece
no llegar, nos queda la “aceptación”. Aceptar la situación libera del estrés de
la espera. Si somos creyentes, nos puede servir el pensamiento: “Es la voluntad
de Dos”. Si no lo somos, o en cualquier otra situación: ¿Para qué sufrir si no
está en mis manos la solución? ¡Será lo que tenga que ser!, ya que cualquier
sentimiento negativo aun afectará más negativamente a la salud.
La "meditación del mendigo" es una práctica que tiene como objetivo desarrollar la humildad, la gratitud y la conexión con el universo. Se realiza adoptando la postura de un mendigo, sentándose en la tierra con las manos extendidas hacia adelante, palmas hacia arriba, como si estuvieras pidiendo limosna.
Esta meditación se utiliza para cultivar la actitud de desapego hacia las posesiones materiales y para abrir el corazón a la abundancia del universo. Al adoptar la postura de un mendigo, uno simbólicamente renuncia a la necesidad de control y se entrega al flujo de la vida. Además, al mantener las manos abiertas, uno está simbólicamente listo para recibir las bendiciones que el universo tiene para ofrecer.
Todas las situaciones por las que pasan
todos los hombres en la vida de la materia tienen una razón. Es una razón
desconocida e ininteligible para ellos. Es una razón Superior recogida en su
Plan de Vida, con la que el alma, que es la responsable de la aceptación de dicho
Plan, espera conseguir un avance en su evolución.
Es imposible reconocer a priori, la
causa por la que se producen determinadas situaciones en la vida del hombre. A
veces, una vez resuelta la situación, se puede llegar al entendimiento del
porqué ha llegado dicha vivencia en la vida. Aunque tampoco es muy común que
una vez resuelta se den vueltas de porqué ha pasado algo y no otra cosa.
Las situaciones positivas también están
determinadas por la misma ley, pero estas, al ser positivas y no causar
sufrimiento no van a hacer que la persona se detenga, ni tan siquiera un segundo,
en preguntarse porque ha vivido tal situación, ni porqué le ha tocado vivirla a
ella y no al vecino.
Sin embargo, las situaciones que los
hombres califican de negativas, de penosas, llenas de sufrimiento o de
incertidumbre, van a hacer que levante los ojos al cielo y pregunte ¿Por qué
Señor?, van a hacer que pidan con auténtica devoción que se resuelva su dolor,
van a hacer que se pregunten, una y mil veces, porqué les está sucediendo, van
a orar, a pedir, a rogar y hasta a maldecir, porque la situación sigue ahí,
inamovible, o avanzando muy lentamente.
Ya sea la vivencia positiva o negativa,
ya sea que se pregunten la razón o no, ya sea que sean conscientes o no de lo
que les está “tocando” vivir, les va a ser muy difícil entender la situación.
La mente humana, con todo y ser
magnífica y poderosa, está lejos de la Mente de Dios, y en ningún caso, y ante
ninguna situación, va a conseguir entender la razón. Es la Razón de Dios.
El Plan de Vida es un Plan Divino y los
hombres no están preparados para entender las razones de ese Plan, ya que es lo
mismo que querer entender los Planes de Dios.
Puede ser que las situaciones se alarguen
y alarguen, un día tras otro, un mes tras otro, un año tras otro. Eso es señal inequívoca
de que el aprendizaje que tal situación lleva implícito no se está realizando,
en la misma persona o en actores implicados.
Puede ser que se resuelvan, después de
cierto tiempo, y no vuelvan a presentarse situaciones similares nunca más, La
señal, también inequívoca, es que se ha aprendido, se ha crecido, se ha
evolucionado.
A veces, se resuelvan en falso, y al
cabo de cierto tiempo vuelven a presentarse, una o más veces de manera cíclica en
la vida de la persona. La señal es que no se ha extraído la enseñanza, y es muy
posible que sea una asignatura para la próxima vida.
¿Qué les queda entonces a los seres
humanos ante situaciones que les hacen sufrir?, ¿Cómo saber la enseñanza
subyacente de tal situación?
Ni se sabe, ni se puede saber cuál es
la enseñanza incluida en la situación. Solo queda la aceptación. La aceptación
lleva implícita la liberación del sufrimiento. De nada sirve rebelarse, ya que
el deseo de resolución, es eso, un deseo, patrocinado por el ego, promovido por
el orgullo, deseando “algo” que seguro no es necesario. Y en lugar de levantar
los ojos al cielo pidiendo a Dios que se resuelva, levantarlos diciendo “hágase
Tu Voluntad”.
Confíen en Dios. Él da a los hombres lo que necesitan, no lo que sus egos creen que necesitan.
Vivir
en armonía con los demás no significa estar de acuerdo con todos, y tampoco
significa que tengas que sacrificar tus ideales por eso. Puedes mantener tus
ideales sin ser ofensivo. Para eso actúa con bondad, y si tu bondad es motivo
de ofensa o tortura para otras personas, mantente alejado de ellas.
No
permitas que nada ni nadie te altere, ya que la persona que no controla sus
impulsos es su peor enemigo. Cuando alguien
te irrita, es porque ha contrariado alguno de tus deseos, por lo tanto
es una faceta a trabajar: hay que eliminar los deseos.
Respétate
y amate, y serás amado y respetado por los demás.
Esta es la parte 2 de
la entrada “La pareja: (Atracción espiritual)
Está claro que cuando
dos personas se enamoran sienten algún tipo de atracción, sino no existiría el
enamoramiento, bien puede ser una atracción física, o una atracción emocional,
o una atracción intelectual, o una combinación de todas ellas, pero seguro que
ninguno de los dos miembros de la pareja achacan su enamoramiento a una
atracción espiritual.
Si acaso en su “locura
inicial” pueden definir a la otra parte de la pareja como su alma gemela, eso
es todo lo más que pueden acercar su enamoramiento a la espiritualidad. Bueno
también pueden pensar que Dios ha decidido premiarles juntándoles y
bendiciéndoles con ese amor. Todo está bien, hay que tener en cuenta que en las
primeras etapas del enamoramiento se dicen muchas, permitirme la palabra
“tonterías”.
Con respecto a que
Dios ha decidido que se encuentren y disfruten de esa locura de amor, por
supuesto que no, tal como ellos lo puedan pensar. Dios no hace de Celestina, en
ningún caso, aunque para ellos es tan grande su amor, que podrían pensar que
con ellos Dios ha hecho una excepción, no es así, Dios no hace excepciones.
Permitirme una
pregunta, ¿Cuántas parejas rotas han pensado esto mismo en el inicio de su
relación?, ¿Cuántas parejas que se soportan y se mantienen por la quietud
pensaron eso mismo en el inicio de su relación?, ¿Cuántas han mantenido esa
locura de amor más allá de seis u ocho meses?
Lo que suele ser más
normal es que un noventa y cinco por ciento de las parejas que recién se
enamoran piensen que se han encontrado con su alma gemela. Lo lamento, las
almas gemelas tal como lo entienden los recién enamorados tampoco existen.
Los enamorados pueden
pensar que las almas gemelas son dos almas que vibran en la misma sintonía y
que su único anhelo es encontrarse para fundirse en una sola. No existe así,
pero si hay almas, o mejor grupos de almas que vibran en la misma o parecida
sintonía, pero no anhelan para nada encontrarse en la materia con otra igual
para unirse en una vida física. El anhelo de todas las almas, vibren en la
sintonía que vibren, es unirse a Dios, y todo lo que hacen en la vida, o mejor
todo lo que programan para hacer en la vida física es avanzar en ese camino que
les va a acercar a Dios.
También podrían
pensar que son dos partes de una misma alma que también anhelan reagruparse
para sentirse completas. Tampoco es así, pero si que existen almas que pueden
dividirse en dos o en más cuerpos físicos diferentes, pero lo que menos quieren
en juntarse, ya que si el alma ha decidido dividirse es para aprovechar varias
opciones de crecimiento a la vez, o para pagar un excesivo Karma, para
disminuir el tiempo de unión con Dios.
También pueden creer
que se trata de dos almas tan afines que encarnan a la vez para encontrase
también en la materia. Tampoco es así. Pero si que existen muchas almas que son
afines por haber compartido muchas vidas juntas sin tener conflictos pendientes.
Estas almas pueden volver a encontrarse en un ochenta por ciento de
reencarnaciones, pero no lo hacen normalmente como pareja, aunque si como
miembros de la misma familia. No lo hacen como pareja porque la pareja es una
situación esplendida para crecer y ellos no crecerían mucho precisamente por su
afinidad, pero si lo hacen en la familia o próximos a ella para ayudarse en su
crecimiento.
Les iría mejor a
todos los que se inician en la senda del amor pensar en vivir el presente para
mantener ese amor que comienza cuanto más tiempo mejor, en cuidarle, en seguir
mimando a su pareja, en comprenderse, en tolerarse, en conocerse para perdonar
los defectos, (que con el tiempo van apareciendo), en alabar las virtudes de
cada uno, y dejar de buscar en el pasado la razón de tanta “felicidad”.
La razón de tanta
felicidad solo es una mezcla de deseo, de apego y de pensamiento. A partir de
ese momento inicial es cuando realmente han de aprender a amar.
Hemos leído tanto y tanto sobre la
Ley de la Atracción que cualquiera de nosotros podría dictar un seminario sin
temor a hacer el ridículo, y lo haría muy bien. Incluso podríamos dictar esas
clases sin que hayamos conseguido ni una sola vez que se cumpla en nosotros de
manera consciente la famosa ley, porque la teoría la conocemos a la perfección,
y además, tenemos a nuestro favor que en los aspectos negativos estamos
consiguiendo que de manera inconsciente se cumpla la ley de manera permanente.
La Ley de la Atracción tiene dos vertientes,
una positiva, atrayendo a nosotros aquello que anhelamos, y otra negativa
atrayendo a nosotros justamente aquello que no deseamos.
Aunque esto no es un tratado sobre
la Ley de la Atracción, si que nos conviene recordar como atraemos tan fácilmente
lo negativo y como parece que se resiste la consecución de nuestros deseos.
La Ley de la Atracción se basa en
que energías iguales se atraen, y teniendo en cuenta que cada pensamiento, que
cada sentimiento, que cada emoción y que cada palabra son energía, solamente
tenemos que ser conscientes de que tipo de energía mantenemos en nosotros, para
saber que eso es justamente lo que estamos atrayendo.
Ya sabemos que hay pensamientos
negativos, positivos, necesarios, inútiles y elevados; y que los que habitualmente
se están expresando son los pensamientos inútiles y los pensamientos negativos.
Pues es esa negatividad la que estamos atrayendo de manera permanente. El
sufrimiento, la tristeza, el miedo y la enfermedad llegan a nosotros como si
fuéramos un imán atrayendo al otro polo, y eso solo es debido al cumplimiento
de la Ley de la Atracción. Se cumple siempre, se conozca o no se conozca, como
sucede con cualquier otra ley del Universo.
¿Por qué no se materializan nuestros
deseos tan fácilmente como se materializan las cosas negativas? Por una
sencilla razón, mientras los sentimientos y las emociones negativas permanecen
en nosotros sin ningún tipo de esfuerzo, conseguir generar una emoción positiva
de algo que no tenemos, a partir de un pensamiento, teniendo en cuenta además
que la falta de “ese algo” es uno de esos pensamientos negativos que permanecen
anclados en nosotros las veinticuatro horas del día, parece complicado, muy
complicado. Y realmente lo es, porque hay que olvidar la carencia y sentir la emoción
de que la carencia se ha transformado en abundancia.
Sin embargo, nada es imposible, se
puede conseguir y hay personas que realmente lo consiguen. Aquí es donde
queremos introducir una nueva perspectiva.
Para trabajar desde la nueva visión,
hemos de tener claro que somos Hijos de Dios y que nuestro paso por la materia
sólo tiene como objetivo la vuelta a Dios. Esto es fundamental ya que cualquier
otra concepción de la vida y cualquier otro objetivo de vida nos mantendrían en
el mismo punto en que se encuentra la humanidad en la actualidad: Conseguir
aquello que se desea de cualquier forma y esta no es la visión que queremos
ofrecer.
Volvamos
a la Ley de la Atracción: Es claro que nos gustaría que se cumpliera la ley en
nosotros para conseguir todo aquello que deseamos. Pero eso que deseamos ¿Es lo
que necesitamos para cumplir nuestro Plan de Vida?, ¿Eso que deseamos con tanta
vehemencia es lo que nos conviene?, ¿Para qué lo necesitamos?, ¿Llegaremos a
Dios más fácilmente materializando nuestros deseos?
Es muy fácil decirlo, pero me ha costado bastante tiempo
llegar a mi interior, y además, cuando consigo llegar, siempre sucede algo, un
ruido, una música, un pensamiento, que me devuelve de inmediato al exterior volviendo
a la locura de la vida, y además no soy consciente de inmediato, tardo en
reaccionar. ¡Engancha tanto la mente!
Sin embargo, algo sucede cuando
entro: La locura se vuelve paz, el deseo se vuelve aceptación, el deseo de
venganza se vuelve perdón, la tristeza se transforma en alegría,el estrés se vuelve sereno, el orgullo
convive con la humildad y el desdén se vuelve compasivo. La preocupación
desaparece y el miedo se desvanece en brazos del amor. Encuentro justificación
a la sinrazón del mundo, me olvido de juzgar a mi vecino y de criticar a mi
jefe, entiendo a todo el mundo. A mí no me importa. Todo está bien.
Los deseos materiales se evaporan
como el humo, y aparecen otro tipo de deseos, los deseos espirituales, pero no
agobian, no preocupan, todo tiene su tiempo, las cosas de Dios también lo
tienen.
Dentro de mí no existe ni pasado, ni
presente ni futuro. Sólo ahora. Sé que soy un ser espiritual viviendo una
experiencia humana, sé que soy lo que quiero ser, sé que nada en la vida es
permanente, ni importante, ni imprescindible, sé que todo es pasajero, ya que también
lo es la misma vida.
Sé todo lo que necesito saber, y
tengo todo lo que necesito tener. No necesito más. Todo está en mi interior.
Todo está bien.
Sé que puede parecer una locura
pensar que pueda haber alguna persona en el mundo que le tema al éxito, o que
le rechace. Pero así es. Y no son ni una ni dos, son muchas las personas que
por una u otra razón tienen miedo a triunfar.
Por supuesto
que es un miedo inconsciente, y que incluso la misma persona lo negaría una y
un millón de veces porque, a simple vista, pudiera dar la impresión de que la
persona está dando los pasos adecuados para la consecución del éxito que ansía,
porque aunque el deseo externo sea ese, el del éxito, sin embargo, en su
interior, de manera totalmente inconsciente, está trabajando para lo contrario.
Voy a tratar
de dar un ejemplo: Piensa en un profesional de cualquier rama, que además es
reconocido en su trabajo, como un buen profesional, serio, responsable,
trabajador, cumplidor de su palabra, cumplidor con el trabajo y cumplidor con
los amigos. Un buen día este gran profesional decide establecerse por su
cuenta. Tanto él como su entorno están seguros de su éxito, prácticamente es un
éxito anunciado, ya que es conocido, es admirado y respetado.
Sin embargo, pasan los meses y no
termina de despegar el negocio. Si, no se puede decir que sea un fracaso, pero
no termina de ser un éxito. A duras penas cubre los gastos que genera el
negocio, pero poco más. Sus ingresos no son suficientes para los gastos
normales de la familia. Él sigue estando contento y esperanzado, siempre
pensando que en el próximo mes será el despegue definitivo, pero tampoco y así
un mes y otro mes.
¿Cómo puede ser?, se pregunta en las
íntimas conversaciones que mantiene consigo mismo. Su entorno tampoco lo
entiende. Algo pasa, ¿Qué será?
Nuestro profesional es, además un
amante de su familia, y cada día en la despedida, tiene la misma conversación
con su esposa:
-“¿A
qué hora vendrás?”, pregunta casi siempre su esposa, a lo que el esposo
responde:
-“Si
no viene nadie en cuanto acabe con el cliente que tengo a las seis”.
-A
ver si hay suerte y no viene nadie para que llegues pronto”, finaliza su
esposa.
-“A
ver…..”, finaliza el esposo, “¡Hasta la noche!”
Y, ¡qué curioso!, casi siempre tienen
suerte, no viene nadie y puede salir pronto para ir a casa.
Sin embargo, al llegar a casa se
lamenta:
-“Es
que no viene nadie, no sé cuándo van a empezar a aparecer los clientes, ahora
parece que vienen con cuentagotas”.
Nuestro profesional, a veces, le
comenta también a su esposa:
-“Creo
que me estoy convirtiendo en un brujo, porque esta mañana he pensado que si no
viniera el cliente que tenía cita a las diez me iría bien para poder ir al
banco, y no ha venido, y ya ha pasado otras veces con otra gente”.
Hasta aquí nuestra historia. ¿Qué
opinas?
Es seguro que nuestro profesional
nunca va a conseguir el éxito esperado porque mientras con el pensamiento
consciente está deseando el éxito, aunque también es cierto que cada vez con
menos emoción por la cruda realidad, con el pensamiento inconsciente, desea
intensamente que ese éxito no se produzca, alejando a los clientes con su
ferviente deseo de que no vengan para poder ir a casa, o para hacer otras cosas
en el tiempo que tendría que dedicar a la atención de los clientes.
Porque no es que se esté convirtiendo
en un brujo, solo es que “energías iguales se atraen”, y el Universo se encarga
de enviarle aquello que más fervientemente desea, es decir, no clientes. Los
que llegan son los pocos que atrae con el deseo consciente del éxito que genera
con mucha menos intensidad, y por lo tanto con mucha menos emoción que el deseo
de no tener clientes.
¿Qué hacer ante esto? Para revertir
la situación va a tener que ser consciente “todo el tiempo” de que necesita
clientes para triunfar, y así no los repelerá con sus deseos conscientes
contrarios al éxito, que no son más que un miedo inconsciente al éxito.
El miedo al éxito puede ser por
infinidad de causas, y los boicots también se pueden manifestar también de
infinitas formas.
Es necesaria mucha atención a los
pensamientos, a las palabras, a los deseos y a las acciones que boicotean la
llegada del éxito. Ayuda a esto el mantener la mente en silencio, para que
pueda permanecer alerta a cualquier pensamiento, por eso, también para un caso
como este de boicot a los deseos conscientes de la persona sirve la meditación.
Puede ser también una buena
herramienta mantener pensamientos conscientes del tipo: “Yo soy el éxito”, “Amo
a mis clientes”, “Abro encantado las puertas a todos los nuevos clientes”. “Me
siento bendecido por los X clientes”, “Me siento agradecido por los X clientes”.
Si crees que te encuentras en una
situación parecida en la que el éxito no llega a ti, cuando no parece que
pudiera haber ninguna causa que lo impida, mantente alerta, observa sus
pensamientos, observa tus reacciones, observa tus pensamientos, observa tus
emociones.
"Debes convertirte en el cambio que
deseas ver en el mundo."
Mahatma Gandhi
Queremos un
mundo mejor, queremos ser felices, queremos vivir sin estrés, queremos ser
amados, queremos sentir paz interior, queremos dejar de lado la ansiedad, el
miedo o la soledad, solo por mencionar alguno de los grandes males con los que
convive la raza humana, o alguno de lo que parecen logros imposibles de
conseguir.
Una de las
grandezas que tenemos los seres humanos reside en la capacidad de cambio y que
no la tiene ningún otro animal sobre la Tierra. Aunque también es cierto que
son muchos los seres humanos que desconocen esa capacidad y pueden pasarse toda
su vida sin realizar la más mínima variación en sus estructuras mentales, y por
lo tanto en las acciones que dirigen sus vidas.
De
la misma manera que se realizan cambios para conseguir algún objetivo material,
se han de realizar cambios para la consecución de objetivos no tan materiales,
y que bien podríamos denominar espirituales, ya que son los relacionados con el
espíritu, los relacionados con el alma, pero que sin embargo, son los cambios
imprescindibles para la consecución de todas esas cosas intangibles, que a fin
de cuentas, son las que van a hacer que nuestra vida se mueva por encima de los
umbrales de la infelicidad, infelicidad que soportan, con más o menos
estoicismo e incluso con aceptación, la mayoría de personas.
El
desconocimiento de que las cuestiones relacionadas con el alma son las que nos
van a dar la auténtica paz que todos deseamos, hace que tratemos de encontrar
la paz, la felicidad, la armonía o el amor, transitando a través de caminos
equivocados para llegar a ¿La meta?, ¿A qué meta?
El
mayor error consiste en creer que existe una meta y que para llegar a ella,
existe un camino. Y este error es el que lleva a todos los seres humanos a
tratar de paliar sus carencias espirituales con posesiones materiales, y
afanados recorren un camino inútil para llegar a ningún sitio, para no entender
después, como no son felices, ¡si no les falta de nada!
¡Y
tanto que les falta!, les falta todo, les falta lo más importante: el
conocimiento de lo que son, les falta creer se puede conseguir un cambio, les
falta la voluntad para trabajar en la consecución de ese cambio y les falta la
paciencia para esperar los primeros resultados.
Son seres
espirituales, y como tal, solo van a conseguir la felicidad que tanto ansían
cuando conecten con su espiritualidad, que es lo mismo que decir que cuando
conecten con su alma, y como eso parece muy etéreo, se puede centrar más en que
se conecten con los dictados de su corazón.
Aquí
deviene el cambio. ¡Dejar de pensar para empezar a sentir!, y esto es algo que
solo reside en la grandeza del ser humano. Los animales que se rigen por los
instintos, no necesitan ningún cambio porque lo único que necesitan es mantener
la existencia, con escasísimas necesidades, alimentarse, reproducirse y
descansar. Ya sé que hay seres humanos que se parecen muchísimo a los animales,
con el agravante de que tienen una mente que les incita a robar, a violar, a
engañar o a matar. Pero está claro que no es su momento de ir más allá, y que
en su evolución, más que crecimiento, puede ser que ellos mismos se hayan
ofrecido para el aprendizaje de otros seres humanos que necesitan para su
aprendizaje ser engañados, ser violados, ser robados o morir de manera
violenta.
Está
claro que este post no es para esos que están más cerca de la irracionalidad,
sino para los que están buscando, aunque por caminos equivocados vivir la
experiencia de ser un alma.
Volvamos
al cambio, y sobre todo recordar que si queremos obtener distintos resultados,
algo hay que cambiar, ya que si siempre hacemos las mismas cosas, los
resultados siempre serán los mismos. Por supuesto si lo que queremos obtener
son resultados espirituales, los cambios, parece lógico pensar, que también han
de ser espirituales.
¿Cuáles
serían esos cambios espirituales?: Volver la vista al corazón, volver la vista
a la comprensión, volver la vista a la tolerancia, volver la vista al respeto,
volver la vista a la ayuda, volver la vista a la honradez, volver la vista a la
misericordia. A partir de estos cambios de actitud, en los que al principio se
ha mantener una total y absoluta atención, hasta que la mente se vaya
acostumbrando a la nueva forma de hacer, algo a empieza a cambiar, en la
persona y en el entorno. La persona empieza a sentir una alegría que no sentía
con anterioridad, y empieza a ser consciente de una paz interior desconocida,
descubre entonces, que “todo está bien”, que no ha venido a la Tierra para ser
juez de nada, pero si parte de todo; y esta nueva forma de hacer comienza a ser
percibida por la gente de su entorno, que posiblemente, al principio del cambio
piensen que la persona está perdiendo la cabeza, pero no tardarán mucho en ser
conscientes de que es un cambio y no una locura.
A
partir de ese momento, también comienza a cambiar el entorno. Si con
anterioridad con frecuencia había enfrentamientos, enfados, malas caras, malos
entendidos, gritos y silencios, a partir del cambio, a la sonrisa le responderá
otra sonrisa, el abrazo y el respeto serán correspondidos, y la ayuda, la
comprensión y la tolerancia agradecidas.
Ya
lo dicen los sabios: “Si quieres un mundo mejor conviértete en el cambio que
deseas”, “Cambiando tú, cambia el mundo”, empezando por cambiar “tú mundo”.
Así
que este parece un buen momento para dejar de desear y actuar para que ese
deseo se cumpla.
Volvía caminando a casa cuando
escuche en una de las múltiples emisoras o altavoces que se escuchan en la
calle una especie de discurso o sermón, que hizo que me detuviera un momento
para escuchar de qué iba, porque lo primero que escuché captó mi atención.
Decía alguien que parecía ser un guía religioso: “El sentido de la vida solo es
hacer felices a los demás. Los que tienen esto claro y lo practican son tan o
más felices que aquellos a los que ellos intentan hacer vivir la felicidad”.
Seguí caminando con varias preguntas,
relativas a la vida, en mi mente: ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Cuál es el
sentido de mi vida?, ¿Cuántos habrán conseguido crecer a mi lado, y cuantos se
habrán sentido desdichados?, ¿Estaré viviendo según lo previsto?, ¿Realmente
habrá algo previsto? Si hecho la vista atrás tengo la sensación de haber vivido
cuatro o cinco vidas en esta misma vida. Puede servir como ejemplo los veintitrés
cambios que he hecho de vivienda, aunque esto, visto así, bien podría únicamente
representar que me gusta el cambio. Y si, realmente me encantan los cambios, aunque
creo que también han existido mudanzas internas.
Son muchas las veces que me he
preguntado que hago aquí. La vida siempre me ha parecido tonta y aburrida, a
pesar de vivir intensamente, y no solo ahora, sino a lo largo de muchas etapas
de mi vida. Pero la vida, por muy intensa, emocionante y llena de contenido,
que sea, el saber de ella que no es más que una ilusión y que puede acabar en
cualquier instante, hace de ella, según mi parecer, algo dual: Disfruto de
ella, pero me gustaría quemar las etapas rápidamente para encontrarme al otro
lado. Si, ya sé que la vida es una elección y que es a través de ella como
vamos a aprender a amar y a alcanzar la unión con Dios, pero eso no quita que
en mi mente aparezca de vez en cuando el pensamiento de ¿Qué hago aquí?
La frase de que el sentido de la vida
es intentar hacer felices a los demás, se puede quedar, y de hecho se queda, en
eso, en una frase bonita, porque la inmensa mayoría de las personas no piensan
en hacer felices a los demás, (con la excepción, lógica, de alguno de sus seres
queridos), únicamente buscan ser felices ellos, pero no saben como, y eligen un
camino equivocado, que no solo no les acerca a la felicidad, sino que cada vez
les separa más de ella.
El mejor sentido que le podemos dar a
la vida es precisamente hacer felices a los demás. Es la mejor manera de
conseguir la propia felicidad, pero ¿Cómo se hace para que los demás sean
felices? Indiscutiblemente se consigue prestando atención a la vida, y
aplicando la mejor de las medicinas: No desees para nadie aquello que no deseas
para ti. Respeta como a ti te gustaría ser respetado, escucha como a ti te
gustaría ser escuchado, agradece como a ti te gustaría que te agradecieran,
ayuda como a ti te gustaría ser ayudado, sonríe, se honesto, cumple tu palabra,
y sobre todo ama, ama por encima de todo.
Es difícil, lo sé, pero es más fácil
alcanzar así la propia felicidad, que esperando que se infle la cuenta
corriente. Y una buena manera de comenzar es intentarlo en el propio entorno,
en la familia, en el trabajo, con los amigos.
Suerte. ¡Que seas muy feliz, haciendo
felices a todos los que te encuentres!
Dios tiene una misión asignada para
cada uno de nosotros. Si Vds. tienen el deseo y la voluntad, es seguro que
también tienen la capacidad de hacerla realidad.
El uso incontrolado del pensamiento y
el sentimiento han traído toda clase de discordias, enfermedades y molestias.
Sin embargo, pocos son los que creen esto, y continúan creando caos en sus
mundos con sus pensamientos y deseos desordenados cuando podrían, tan fácil
como respirar, tornar a usar su pensamiento constructivo, y con el motivo del
Amor, construirse un paraíso perfecto en un período de dos años.
Hasta la Ciencia ha comprobado que la
forma exterior y el cuerpo interior se renuevan completamente en pocos meses;
de manera, pues, que por medio de la aplicación de las leyes verdaderas del Ser,
¡Cuán fácil es causar la perfección del cuerpo exterior entero, y que cada
órgano recobre su actividad normal y perfecta en poco tiempo! Sería imposible
que la inarmonía entrara en el pensamiento o en el cuerpo. Esta es la puerta
abierta de Dios ante ti que ninguno puede cerrar sino tú; que nadie puede
obstruir ni interferir. Usa valientemente tu dominio y poder Divino y sé libre.
No
puedes mantener esta libertad perfecta sino por medio del conocimiento
consciente y aplicado. Te voy a dar un secreto, que si fuera comprendido por el
individuo iracundo o discordante lo arrancaría de esa actividad destructiva,
aunque no fuera sino por un motivo puramente egoísta. La persona iracunda,
condenadora, que envía pensamientos y palabras destructivas hacia otra, recibe
de vuelta la cualidad negativa con que cargó sus sentimientos, palabras y pensamientos.
En cambio, la otra, si está estabilizada en su poder Divino, recibe la energía
que le haga falta, calificándola. Así el creador de discordias a través de su
ira y condenación, se está destruyendo él mismo y a su mundo y asuntos.
DEBEN, EN TODO MOMENTO,
RECORDAR QUE NO IMPORTA LO QUE HAYAN COMETIDO EN ERRORES. DIOS JAMÁS CRITICA
NI CONDENA, SINO QUE EN CADA TROPIEZO DICE DULCE Y AMOROSAMENTE «LEVÁNTATE,
HIJO, Y COMIENZA DE NUEVO, CONTINÚA ENSAYANDO HASTA QUE LOGRES LA VERDADERA
VICTORIA Y LA LIBERTAD DE TU DOMINIO DIVINO».
Podéis
encontrar El Libro de Oro de Saint Germain en una de las páginas de este blog.