El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Lecturas en línea
Libros publicados
Wikipedia
sábado, 9 de marzo de 2024
viernes, 8 de marzo de 2024
Libertad
La libertad, según el
diccionario, es la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según la
propia voluntad. La libertad es el estado o condición de quien no es esclavo.
En términos generales,
se refiere a la capacidad de actuar, elegir y tomar decisiones sin
restricciones externas excesivas o coacciones indebidas.
El estado de libertad
define la situación, circunstancias o condiciones de quien no es esclavo, ni
sujeto, ni impedido al deseo de otros de forma coercitiva. En otras palabras,
aquello que permite a alguien decidir si quiere hacer algo o no, lo hace libre,
pero también lo hace responsable de sus actos en la medida en que comprenda las
consecuencias de ellos.
Según esto, existe un
buen número de personas en la Tierra que, sin ser oficialmente esclavos, no
pueden considerarse libres, porque no pueden decidir por sí mismos, o no pueden
expresar libremente sus pensamientos o sus anhelos más profundos. Seguro que en
la mente de todos están los lugares del mundo donde se discrimina por razón de
sexo, o por razón de opción política, o por tendencia sexual, o por el color de
la piel, o por el volumen del extracto de la cuenta corriente, o por creencias
religiosas, o por un sinfín de cosas ridículas más, que por muy ridículas que
puedan parecer a los que no las sufren, hacen la vida imposible por su estado
de esclavitud, no reconocida, a millones y millones de personas.
Pero no es el objeto
de esta entrada enumerar dictaduras, sean del color que sean, o enumerar países
xenófobos, o nombrar países homofóbicos, capitalistas o corruptos. No. El
auténtico objeto de la entrada era hacer una loa a la libertad como uno de los
bienes más preciados del ser humano.
Pero llegado a este
punto se llena mi mente con una pregunta: ¿Es realmente libre el ser humano?
Imaginemos el estado perfecto. ¿Serían realmente libres todos los habitantes de
ese paraíso?, ¿No existiría ningún impedimento para que cada uno hablara y
obrara según su conciencia?, (pensemos que al ser un lugar tan idílico todos
sus habitantes actuarían siempre eligiendo la opción al bien). Pues, a pesar de
eso, no serían libres, porque todos tendrían como gobernador principal de sus
actos al dictador más poderoso que puede existir: “La mente”. La mente, por la
que se pasearía la envidia, la crítica, los celos, la ira, la tristeza o el
dolor, solo por nombrar algunos de los carceleros más depravados que puedan
existir.
Para que el ser humano
sea realmente libre tiene que dominar a su mente, ya que hasta entonces
permanecerá subyugado a los caprichos de esta.
Puede parecer un poco
drástico, pero no lo es, en absoluto, ya que es la mente la que impide a la
persona conseguir lo que la propia mente parece que anhela: “La felicidad”. Es
una paradoja, el ser humano con su mente piensa que quiere ser feliz y que
podría hacer para conseguirlo y, sin embargo, la propia mente se encarga de
boicotear su propio pensamiento. ¡Dramático!, aunque muy pocas personas son
conscientes de tal dictadura.
Ante esta coyuntura
boto a la basura mi loa a la libertad, ya que solo se puede proclamar la
dictadura de la mente, mucho más poderosa que cualquier tirano asesino que
pueda existir en el mundo.
La libertad, que es la capacidad del ser
humano para obrar según su propia voluntad a lo largo de su vida, no puede ser
proclamada por tantas y tantas personas que viven atadas a pensamientos de
dolor, que viven subyugados por sus vicios, que permanecen atados
emocionalmente a sus familiares, que vagan temerosos por la vida por lo que
otros puedan pensar, que desean vehementemente el último modelo de auto, etc.,
etc.
Nadie en las
condiciones anteriores puede proclamarse libre. Es cierto que no están atados
con cadenas por otro ser humano, pero sus cadenas, es seguro, que aun sean más
difíciles de cortar, porque mientras los que se encuentran encadenados de
cuerpo, en su interior existe el anhelo de libertad, al menos de libertad de su
cuerpo, los que se encuentran encadenados a las cadenas de su mente, ni tan
siquiera ansían la libertad porque no son conscientes de su esclavitud.
sábado, 15 de octubre de 2022
Como vivir desde el corazón (1 de 3)
Nuestra vida diaria está regida por los pensamientos. Nos
movemos, actuamos y sentimos en función de lo que va apareciendo en nuestra
mente. Nuestra mente no se detiene ni un momento, hasta el extremo de que no
nos comportamos como lo que realmente somos, sino que nos comportamos como
pensamos que deberíamos ser, en función del entorno en el que nos encontremos.
De alguna manera, nos pasamos la vida actuando, somos actores de la vida, no
nos manifestamos tal como somos, sino como nos gustaría ser, como les gustaría
a nuestros padres que fuéramos, como les gustaría a nuestros educadores, como
le gustaría a nuestro jefe, a nuestros amigos o a nuestra pareja.
En definitiva, son pocos los momentos de nuestra vida en
los que nos podemos considerar auténticos. La mente dirige, por completo,
nuestra existencia, siempre de manera errática, siempre de manera crítica.
Nuestros pensamientos están dirigidos y gobernados por el
pensamiento social, están regidos por las normas y las creencias que la
sociedad impone. Y en la sociedad que nos hemos dado, es muy fácil sentirse
solos en nuestra realidad, porque la mente, desde donde vivimos, es la que nos
dice que existe separación entre nosotros y todo lo demás, y eso no es más que
una ilusión, una fantasía, una mentira, ya que la realidad es que todos y todo
somos uno. Ser uno con todo y con todos, quiere decir que yo no soy mejor, pero
tampoco soy peor, ni tan siquiera soy igual, sencillamente soy uno, soy lo
mismo.
Los estímulos que nos rodean nos mantienen dentro de nuestra
propia mente, nos mantienen a merced de la mente, la cual siempre está juzgando
todo lo que estamos percibiendo en nuestro entorno. Esta mente crítica, esta
mente que juzga de manera permanente, hace que aparezca en nuestra conciencia
sentimientos como la vergüenza, o la soberbia, o la envidia, por citar solo
algunos, y si aparecen en nuestra conciencia, es eso exactamente lo que vamos a
vivir y va a ser esa la forma de cómo vamos a sentirnos.
La vida no es eso, hay que acercarse a la vida y a todas
las circunstancias que la rodean con calma y con tranquilidad, aceptando la
vida tal cual es, aceptándonos nosotros mismos tal como somos, viviendo y
siendo conscientes de las experiencias que nos toca vivir en cada instante, sin
querer escapar del momento presente ni de los sentimientos que cada experiencia
genera. Todo lo que buscamos lo vamos a encontrar en el momento presente,
porque es ahí donde reside la verdad de lo que estamos buscando, y ninguna
experiencia es ni buena ni mala, solo es.
Pero, ¿cómo vamos a conseguir eso cuando toda nuestra
educación y nuestras creencias nos llevan directamente a la mente? Pues lo
vamos a conseguir trasladándonos de vivir desde el espacio de la mente a vivir
en el espacio del corazón. Podríamos decir que se trata de vivir una vida más
espiritual, no porque tenga que ver con ninguna religión, las religiones son
tan culpables de nuestra sinrazón como el resto de la sociedad. Es vivir una
vida más espiritual porque se trata de darle más chance al espíritu que a la mente,
se trata de vivir desde el corazón que es el abanderado del alma y dejar de
lado la mente que es la abanderada del cuerpo.
Esto
que predican con tanta insistencia las enseñanzas de los gurús de tantos libros
de autoayuda, es más difícil de practicar de lo que parece. Si fuera fácil
todos viviríamos desde el corazón y no serían necesarios más libros, más
cursos, más conferencias, más nada.
Vivir
una vida más espiritual, es decir, vivir desde el corazón, no significa saber
más, leer más, tener más conocimiento, retirarse a una cueva o hacer una vida
monacal. Sólo se trata de amar más, así de fácil es la teoría, la práctica no
lo es tanto.
Vivir
desde el corazón es vivir la libertad, es vivir la eternidad, es vivir la
alegría, es vivir la felicidad, es vivir el amor, es vivir la divinidad. Vivir
desde el corazón es dejar que el corazón hable su propia verdad, es dejar que
exprese su propia sabiduría, es dejar que nos ayude a tomar decisiones en
nuestra vida diaria, ya que siempre nos va a decir cuál es la respuesta y cual
la dirección correcta. Vivir desde el corazón es estar completamente presente,
y convertirse en la personificación del amor, de la ecuanimidad, y de la
libertad. Vivir desde el corazón es el estado natural y auténtico del alma que
ha decidido encarnar, y si no lo vivimos así, es porque hemos sido enseñados y
condicionados para vivir lejos del corazón.
Continuará
martes, 3 de mayo de 2022
Paso 1 para vivir en la Luz
Saber quién eres:
Este reconocimiento de que eres Luz, lleva
implícita la sensación de libertad. La Luz, el alma, es libre, no se siente
ligada a nada ni a nadie. No debe nada a nadie, no tiene que inclinar la cabeza
ante nadie.
¡Eres Luz!, ¡eres libre!
lunes, 10 de julio de 2017
Sin miedo
miércoles, 15 de junio de 2016
De "ser humano" a "ser espiritual".
viernes, 15 de abril de 2016
¡Somos libres!
domingo, 6 de marzo de 2016
Libertad
miércoles, 13 de enero de 2016
Somos libres
sábado, 20 de junio de 2015
Hagase mi voluntad
martes, 14 de abril de 2015
Jueces de nada y parte de todo
miércoles, 18 de marzo de 2015
En pos de la verdad
martes, 10 de marzo de 2015
Libertad
viernes, 10 de octubre de 2014
Desapego (y 2)
jueves, 14 de agosto de 2014
Regreso a Dios (Una vida de servicio)
¡Mira tú, indio!, ¿Cuánto te debo?, dijo el magnate. Señor, usted no me debe nada, contestó Gandhi cortésmente.