"Debes convertirte en el cambio que
deseas ver en el mundo."
Mahatma Gandhi
Queremos un
mundo mejor, queremos ser felices, queremos vivir sin estrés, queremos ser
amados, queremos sentir paz interior, queremos dejar de lado la ansiedad, el
miedo o la soledad, solo por mencionar alguno de los grandes males con los que
convive la raza humana, o alguno de lo que parecen logros imposibles de
conseguir.
Una de las
grandezas que tenemos los seres humanos reside en la capacidad de cambio y que
no la tiene ningún otro animal sobre la Tierra. Aunque también es cierto que
son muchos los seres humanos que desconocen esa capacidad y pueden pasarse toda
su vida sin realizar la más mínima variación en sus estructuras mentales, y por
lo tanto en las acciones que dirigen sus vidas.
De
la misma manera que se realizan cambios para conseguir algún objetivo material,
se han de realizar cambios para la consecución de objetivos no tan materiales,
y que bien podríamos denominar espirituales, ya que son los relacionados con el
espíritu, los relacionados con el alma, pero que sin embargo, son los cambios
imprescindibles para la consecución de todas esas cosas intangibles, que a fin
de cuentas, son las que van a hacer que nuestra vida se mueva por encima de los
umbrales de la infelicidad, infelicidad que soportan, con más o menos
estoicismo e incluso con aceptación, la mayoría de personas.
El
desconocimiento de que las cuestiones relacionadas con el alma son las que nos
van a dar la auténtica paz que todos deseamos, hace que tratemos de encontrar
la paz, la felicidad, la armonía o el amor, transitando a través de caminos
equivocados para llegar a ¿La meta?, ¿A qué meta?
El
mayor error consiste en creer que existe una meta y que para llegar a ella,
existe un camino. Y este error es el que lleva a todos los seres humanos a
tratar de paliar sus carencias espirituales con posesiones materiales, y
afanados recorren un camino inútil para llegar a ningún sitio, para no entender
después, como no son felices, ¡si no les falta de nada!
¡Y
tanto que les falta!, les falta todo, les falta lo más importante: el
conocimiento de lo que son, les falta creer se puede conseguir un cambio, les
falta la voluntad para trabajar en la consecución de ese cambio y les falta la
paciencia para esperar los primeros resultados.
Son seres
espirituales, y como tal, solo van a conseguir la felicidad que tanto ansían
cuando conecten con su espiritualidad, que es lo mismo que decir que cuando
conecten con su alma, y como eso parece muy etéreo, se puede centrar más en que
se conecten con los dictados de su corazón.
Aquí
deviene el cambio. ¡Dejar de pensar para empezar a sentir!, y esto es algo que
solo reside en la grandeza del ser humano. Los animales que se rigen por los
instintos, no necesitan ningún cambio porque lo único que necesitan es mantener
la existencia, con escasísimas necesidades, alimentarse, reproducirse y
descansar. Ya sé que hay seres humanos que se parecen muchísimo a los animales,
con el agravante de que tienen una mente que les incita a robar, a violar, a
engañar o a matar. Pero está claro que no es su momento de ir más allá, y que
en su evolución, más que crecimiento, puede ser que ellos mismos se hayan
ofrecido para el aprendizaje de otros seres humanos que necesitan para su
aprendizaje ser engañados, ser violados, ser robados o morir de manera
violenta.
Está
claro que este post no es para esos que están más cerca de la irracionalidad,
sino para los que están buscando, aunque por caminos equivocados vivir la
experiencia de ser un alma.
Volvamos
al cambio, y sobre todo recordar que si queremos obtener distintos resultados,
algo hay que cambiar, ya que si siempre hacemos las mismas cosas, los
resultados siempre serán los mismos. Por supuesto si lo que queremos obtener
son resultados espirituales, los cambios, parece lógico pensar, que también han
de ser espirituales.
¿Cuáles
serían esos cambios espirituales?: Volver la vista al corazón, volver la vista
a la comprensión, volver la vista a la tolerancia, volver la vista al respeto,
volver la vista a la ayuda, volver la vista a la honradez, volver la vista a la
misericordia. A partir de estos cambios de actitud, en los que al principio se
ha mantener una total y absoluta atención, hasta que la mente se vaya
acostumbrando a la nueva forma de hacer, algo a empieza a cambiar, en la
persona y en el entorno. La persona empieza a sentir una alegría que no sentía
con anterioridad, y empieza a ser consciente de una paz interior desconocida,
descubre entonces, que “todo está bien”, que no ha venido a la Tierra para ser
juez de nada, pero si parte de todo; y esta nueva forma de hacer comienza a ser
percibida por la gente de su entorno, que posiblemente, al principio del cambio
piensen que la persona está perdiendo la cabeza, pero no tardarán mucho en ser
conscientes de que es un cambio y no una locura.
A
partir de ese momento, también comienza a cambiar el entorno. Si con
anterioridad con frecuencia había enfrentamientos, enfados, malas caras, malos
entendidos, gritos y silencios, a partir del cambio, a la sonrisa le responderá
otra sonrisa, el abrazo y el respeto serán correspondidos, y la ayuda, la
comprensión y la tolerancia agradecidas.
Ya
lo dicen los sabios: “Si quieres un mundo mejor conviértete en el cambio que
deseas”, “Cambiando tú, cambia el mundo”, empezando por cambiar “tú mundo”.
Así
que este parece un buen momento para dejar de desear y actuar para que ese
deseo se cumpla.