El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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lunes, 11 de abril de 2016

Instrucciones para aprender a Amar (2 de 2)

         Todo lo que tenemos a nuestro alcance para iniciar la aventura de aprender a Amar como Dios nos Ama, es ese simulacro de amor que sentimos por los nuestros, y no necesitamos mucho más.

         Necesitamos  compromiso, porque para la realización de cualquier actividad en la vida es imprescindible asumir la obligación personal de implicarse para llevar esa actividad a buen término.

En este trabajo no hay nadie que te haga seguimiento, ni que te vaya examinando y poniendo nota para ver cómo y cuanto adelantas o para ver si necesitas refuerzo. Tú eres tu propio maestro, tu propio jefe, tu propio examinador y tu propio evaluador, y podrás engañar a cualquiera, pero no te puedes engañar a ti mismo y mucho menos a Dios.

         Necesitas observarte, necesitas paciencia, necesitas conocerte, necesitas enfrentarte a tus miedos, necesitas trabajar en silencio, sin alardear de nada porque el trabajo que vas a realizar es un trabajo entre tú y Dios.



         No te van a valer medias tintas porque te harán caer en el desánimo, ya que a diferencia de cualquier objetivo que se busca en la sociedad este no tiene premio material, ni el reconocimiento público que tanto nos agrada a los humanos.

         Necesitamos mantener la atención que es la que nos va a permitir ser conscientes de donde estamos, de hacia dónde queremos ir y de cuáles son los obstáculos con los que nos podemos encontrar en el camino.

         La atención es ese aspecto en el que tomamos conciencia de nuestra experiencia en el momento presente. Observar nuestros pensamientos, observar nuestras emociones, observar las distintas reacciones de nuestro cuerpo, y todo eso sin juzgar nada, sin calificarlo, sin ponerle nombre. Solo atención, solo presencia, solo estar, porque esto ya es Amor.

         Y sobre todo necesitamos practicar el amor que sentimos por los nuestros, para que un día, incluso sin ser conscientes de ello pase de ser un sentimiento, que es lo que nosotros sentimos, a ser una energía, que es lo que queremos dar.

         Practicar el amor es ponerte en los zapatos de quien tienes delante: de tus hijos, de tu pareja, de tus padres y de tus amigos. Deja a un lado tu propia creencia de cómo tienen que ser las cosas y como tienen que reaccionar ellos para ser dignos de tu amor y sencillamente amales, COMO A TI TE GUSTARÍA QUE TE AMARAN. Deja a un lado tus expectativas de que es lo que tienen que hacer, y de como tienen que reaccionar una vez que tú les has honrado con tu amor, y sencillamente cumple tus propias expectativas dándoles a ellos lo que tú esperas recibir, sin más. Se paciente como te gustaría que lo fueran contigo. Si tus hijos son pequeños, recuérdate cada segundo que no son adultos, que solo tienen cuatro, cinco, seis o equis años y posiblemente ni entiendan porque no tienen que tocar eso que tanto te enoja, explícaselo con paciencia, para que lo entienda un niño. A los adultos, colócate en su lugar, con la dificultad añadida de que no sabes cuál es el momento emocional por el que están pasando.

Acuérdate que eres tú quien está haciendo el trabajo para aprender a Amar, y lo estás haciendo por propia decisión, ellos no lo están haciendo, y posiblemente tarden en darse cuenta de que actúas con más caridad, con más respeto, con más comprensión, con más tolerancia, con más amabilidad, con más ternura, con más humildad y con más paciencia de lo habitual. Pero cuando sean conscientes de eso, o incluso antes, de manera inconsciente, van a reaccionar a lo que están recibiendo. Y lo que tú les estás dando es Amor. Energías iguales se atraen.

         Vas a caer muchas veces por un millón de razones que podrías justificar, no importa, no vas a justificar nada, levántate y sigue. Que cada caída sea un acicate, porque no se cae quien no camina, no se cae quien no arriesga.


Ya estás haciendo mucho, eres un valiente, te has puesto en camino. 


sábado, 19 de marzo de 2016

La espiritualidad y los niños

         ¿Serian necesarios tantos libros de autoayuda, tantos cursos de crecimiento personal, tantos tipos de terapias de sanación o tantos gurús, si ya fuéramos conscientes de quiénes somos y de qué es lo que significa la vida? Seguramente no. Y no serian necesarios porque tendríamos nuestra divinidad, no solo impregnada en nuestro ser, que lo está de nacimiento, sino también asumida.

         A base de lecturas, de cursos de crecimiento de todo tipo, de clases de yoga, de meditaciones y de terapias, la inmensa mayoría de nosotros, llegamos a aceptar esa divinidad, aunque no lleguemos a entenderla y mucho menos a integrarla, porque integrar la divinidad supone vivir desde el alma, y vivir desde el alma supone vivir el Amor, y vivir el Amor supone no volver a la vida. Y esto no parece que lo hayamos alcanzado.

Sin embargo, a pesar de no integrar ese conocimiento en nuestra vida, podríamos aprovechar, al menos, la aceptación de esa divinidad para ahorrar un camino importante, en algunos casos un camino de varias vidas, a nuestros niños.

No podemos cambiar a la sociedad que es la única responsable del sufrimiento del ser humano, pero si podemos cambiar a nuestra sociedad más cercana, familiares y amigos, y sobre todo enseñar a los que se inician en el recorrido de la vida, nuestros niños, para que crezcan con una nueva manera de entender de vida.



Ahorraríamos mucho tiempo, mucho sufrimiento y muchas desilusiones a nuestros niños si desde la cuna fueran conscientes de su divinidad, de su inmenso poder de creación, de la razón de la vida, de su origen y de su destino, de su unión y de su hermandad con el resto de seres, y sobre todo del poder del Amor.

No podemos cambiar a los que dirigen nuestros países fomentando la violencia, buscando enemigos, inventándose guerras y matando inocentes, porque aunque parezca que les elegimos nosotros no es así, los coloca el gran capital que es quien realmente mueve los hilos de las marionetas que nos gobiernan, pero si podemos inculcar la grandeza de la paz en los niños, la grandeza de la vida, el ahorro de dinero en armas y ejércitos que podría revertir en educación, en alimentación, es sanidad. Para eso tenemos que desterrar las televisiones, ignorar los juguetes que generen violencia y cubrirnos nosotros los adultos con el manto de la paciencia, de la tolerancia, del respeto y del amor para el trato con los niños.

No podemos cambiar a los fariseos que dirigen nuestras iglesias, fomentando la intolerancia, fomentando el desprecio y el maltrato a las diferencias, fomentando la desunión y el terror hacia Dios, pero si podemos enseñar el amor a los niños, enseñarles a respetar absolutamente a todos, sin distinción, enseñarles que significan igualdad y hermandad, enseñarles a practicar la amabilidad y la ecuanimidad, enseñarles a buscar a Dios en su corazón, y para todo esto tenemos una herramienta fundamental: El ejemplo.


Aprovechemos lo que nosotros, ya de adultos, estamos aprendiendo para ahorrar a nuestros niños el sufrimiento al que les abocamos con las enseñanzas tradicionales de nuestra sociedad, e incluso, paradójicamente, con nuestro propio mal ejemplo, y enseñémosles el camino de su espiritualidad desde la más tierna infancia. 

jueves, 12 de noviembre de 2015

Aquí está la solución a tus problemas (y final)


             Es muy fácil decirlo, pero me ha costado bastante tiempo llegar a mi interior, y además, cuando consigo llegar, siempre sucede algo, un ruido, una música, un pensamiento, que me devuelve de inmediato al exterior volviendo a la locura de la vida, y además no soy consciente de inmediato, tardo en reaccionar. ¡Engancha tanto la mente!


Sin embargo, algo sucede cuando entro: La locura se vuelve paz, el deseo se vuelve aceptación, el deseo de venganza se vuelve perdón, la tristeza se transforma en alegría,  el estrés se vuelve sereno, el orgullo convive con la humildad y el desdén se vuelve compasivo. La preocupación desaparece y el miedo se desvanece en brazos del amor. Encuentro justificación a la sinrazón del mundo, me olvido de juzgar a mi vecino y de criticar a mi jefe, entiendo a todo el mundo. A mí no me importa. Todo está bien.
Los deseos materiales se evaporan como el humo, y aparecen otro tipo de deseos, los deseos espirituales, pero no agobian, no preocupan, todo tiene su tiempo, las cosas de Dios también lo tienen.
Dentro de mí no existe ni pasado, ni presente ni futuro. Sólo ahora. Sé que soy un ser espiritual viviendo una experiencia humana, sé que soy lo que quiero ser, sé que nada en la vida es permanente, ni importante, ni imprescindible, sé que todo es pasajero, ya que también lo es la misma vida.
Sé todo lo que necesito saber, y tengo todo lo que necesito tener. No necesito más. Todo está en mi interior. Todo está bien.


lunes, 21 de julio de 2014

Fracaso en la pareja


            Aconsejo a los religiosos, creyentes, devotos, seguidores y practicantes de todas las religiones, así como a todos aquellos influenciados por las insanas creencias de la sociedad, a los meapilas, a los hipócritas, y a los fariseos, que no sigan leyendo, ya que no es una entrada que les pueda interesar porque va claramente en contra de sus intereses. Esta es una entrada para afianzar el respeto, y no creo que ningún adalid de la pureza que viva blandiendo su espada de fuego en contra de los que consideran que viven en pecado, conozcan mucho de él.
            Así que ahora que ya hemos quedado solos los pecadores, podemos comenzar. No existe fracaso en el matrimonio o en la pareja, ya que el fracaso es la no consecución del éxito, y en la pareja, teniendo en cuenta que ni los mismos integrantes conocen la razón de su unión, no se puede hablar de fracaso. Se puede, sin embargo, hablar de éxito en todas las uniones, aunque, la mayoría de las veces es un éxito agridulce, o incluso amargo, por el desconocimiento del ego sobre cuál es la causa y los objetivos de la unión.
            Para entender el párrafo anterior sería bueno remontarnos al espacio entre vidas anterior a la encarnación en la que se produce la unión de la pareja. En ese espacio, antes de encarnar en la materia, cada alma organiza su vida y firma su contrato. Ya sabemos que elegimos los padres, el lugar de nacimiento, así como las relaciones y el trabajo a realizar. También se organiza y se firma las uniones de las personas así como los objetivos a alcanzar en ellas.
            Cada unión tiene por objetivo el aprendizaje, la cancelación de deudas kármicas, la recepción de débitos, y la enseñanza. El alma, aunque el ego tenga un total desconocimiento de la tarea a realizar, sigue las pautas establecidas para que la unión se de, y el trabajo se realice.
            Por lo tanto, las uniones pueden durar un instante, un tiempo más o menos largo, o toda una vida. El problema surge cuando la unión no debe durar más allá de un tiempo limitado y choca frontalmente con las creencias religiosas o con las creencias de la sociedad, que impone que una unión debe durar toda una vida.
           
             Existe un problema añadido, posiblemente el más importante, y es que las uniones no se establecen desde el Amor del alma, desde el Amor divino, desde el Amor incondicional. Las uniones se establecen desde lo que podríamos llamar amor humano, que no es más que una emoción, una mezcla de amor-deseo, en el que priman múltiples factores, totalmente alejados de la energía del Amor. Esos factores pueden ser la atracción física, el deseo sexual, o intereses materiales, como pueden ser alcanzar una buena posición social, una mejora en la economía, la necesidad de compañía o satisfacer a la sociedad para evitar “el qué dirán”.
            Y aún podríamos hablar de otro problema más, como es la falsa creencia de bastantes hombres de que en la unión la mujer tiene un papel de servilismo, y la falsa creencia de las mujeres de que efectivamente es así y que han de intentar satisfacer al hombre en todo lo que se supone que a este le agrada. Esto es dramático, esos hombres de hombre solo tienen el nombre, y las mujeres, con esa creencia, clara muestra de que no se respetan a sí mismas, es lógico y normal que no reciban el respeto que merecen como seres humanos.
            Hagamos un inciso, para recordar que todos, hombres y mujeres, somos exactamente iguales. Todos somos alma, todos somos una Chispa Divina, todos somos hijos de Dios, que un día decidimos encarnar, por propia decisión, y en esa encarnación le pusimos al alma, para facilitar el trabajo a realizar, un ropaje de hombre o de mujer. La realidad es que somos eternos y que no tenemos sexo. Líbrese bien el miembro de la pareja que maltrate física o emocionalmente a su pareja, porque en próximas encarnaciones es posible que tenga el sexo contrario a la encarnación actual para recibir en carne propia el daño generado.
            Con todo ese panorama, se establece la unión para realizar el trabajo acordado, que se puede realizar o no; pero ante la falta de autentico Amor, ninguno de los miembros de la pareja van a ser capaces de identificar cuando ha finalizado ni el trabajo ni la unión. A partir de ahí surgen los engaños, los sufrimientos, los desencuentros, los maltratos y mil y una desgracias más.
            Con lo fácil que es identificar cuando ha finalizado la unión, y de manera racional, basándose en el Amor, el cariño y el respeto, concluir esa unión, que no la relación, apoyándose ambos en los primeros momentos, esos que la sociedad se encarga de calificar como dramáticos, cuando, sin embargo, ha sido una relación exitosa, porque no solamente han cumplido su compromiso, sino porque han podido extraer el aprendizaje y abstraerse de la conciencia social.
            Cuando el hombre entienda que no solo no es superior, sino que posiblemente camine varias pasos detrás de las mujeres, y cuando la mujer aprenda a respetarse a sí misma, y entienda que su sumisión a la tiranía es el aprendizaje que está dando a sus hijos, que serán tiranos, y a sus hijas que serán esclavas, se habrá acabado la lacra de maltratos y engaños en la pareja, aunque no basen su relación en el Amor, pero si lo hagan en el respeto mutuo.             

domingo, 29 de diciembre de 2013

La familia al desnudo. (Una historia en la Nochevieja)

Un cuento de Adriano Bovary.
Al finalizar la cena de Nochevieja, la abuela con su vestido sobrio y el polvo blanco de los años en su pelo tomó la palabra y dijo:
-Perdón por los errores que he cometido en la vida, hace tiempo que tengo ganas de hablar y rectificar el camino tan sinuoso por el que he andado, pero es que uno nunca está preparado para hacer las cosas como los demás esperan que las hagamos. He actuado con amor hacia los míos y me he dejado toda por ustedes. Ahora me ven y soy vieja, con arrugas y canas, con achaques, con modos, pero deben saber que yo también he sido joven, yo también tuve ilusiones, perseguía a las aves de los sueños y quería acabar con las imposiciones de mis mayores.
Yo también quise huir mil veces de mi casa, me perdí en el ensueño de falsos amores y di hasta que me destrozaron el corazón. Pero seguí creyendo y ante la adversidad seguí amando, pues en el camino supe que más vale arriesgar que quedarse con las manos llenas de tanto afecto. Amé a mis mayores y aprendí a amar a los menores, pues la persona que ama hoy, está sembrando el amor que otros cosecharán mañana.
A lo largo de mi vida vi partir a muchas personas, los que me dejaron por seguir un espejismo, los que no se dieron la oportunidad de conocerme y a esos que simplemente tenían que irse a causa de la muerte. Lloré desesperadamente cuando alguien de corta edad se iba y le grité a Dios porqué se llevaba a gente inocente, me enojé cuando murió mi madre pues me lamenté haberla dejado sola en sus últimos días, cuando lo único que quería de mí era que la escuchara; pero también aprendí a aceptar el destino de cada persona y con mesura comprendí que nadie se va, sino que nosotros nos quedamos y que ellos sólo se nos adelantan en el camino que también hemos de andar.
Conversando con Dios ahora sé que no debo enfrentarme a él, pues su actuar es sabio y que aunque muchos lo nieguen, cuando hay peligro o cambio siempre vuelven a él.
Ahora soy vieja y sigo creyendo en el amor y es lo único que necesito, sé que les cuesta con todas sus actividades escucharme o dedicarme un poco de su tiempo, pero eso no me deprime, me alegra ver que han crecido y que tienen éxito en la vida, para una madre eso es lo que cuenta y es eso lo que guarda en el corazón, ni las heridas ni los desprecios caben en un corazón amoroso; tenemos que cumplir con nuestro destino, él no espera, y el destino de una madre es rezar por que su hijo vuelva y que tenga suerte en toda tarea que emprenda.
Las cosas que me contentan son pocas ahora, mi música, mis recuerdos y algún que otro vago sueño que me llena de esperanza. No se sientan mal porque a veces no me entiendan, soy una mujer fuerte y si bien arrastro errores de antaño, sigo siendo quien era, una mujer viva y llena de alegría, ustedes son mis hijos y siempre estarán en mi corazón.
El día que me muera no lloren ni se sientan solos, sepan que he sido dichosa, que hice todo lo que quería, vi, fui, escuché y sentí todo lo bueno en la Tierra, estoy agradecida por mi familia, por mis errores, por mis penas, por el dolor y las sonrisas, por la gente a la que conocí y la gente a la que cambié de alguna manera; cuando me muera me iré satisfecha y sin remordimientos, si de algo me arrepintiera sería como negar lo que ahora soy y es que soy una mujer plena y no tengo ninguna queja. Hijos míos, los amo y siempre los llevaré en mi mente y en mi corazón.
Con lágrimas en los ojos la abuela volvió a su asiento y llena de paz sonrió como hacía tiempo no hiciera. Llegó el turno del padre, quien tomando un tono muy solemne se levantó y con copa en mano comenzó a decir:
-Gracias madre por ser sincera, hoy en día eso es muy difícil de encontrar, quién diría que tuvieron que pasar tantos años para poder encontrarnos en una situación como esta, en la que el alma se desnuda y que podemos decir lo que hemos guardado tanto tiempo. Gracias por ser mi madre y por estar siempre alerta, por cuidar de nosotros y ser el pilar de la familia, por esperarnos despierta y por callar tantas cosas que mellan en tu corazón, gracias por brindarnos la oportunidad de conocerte y tenerte con nosotros.
También agradezcamos en esta noche perfecta el hecho de estar vivos y sanos, ha sido un año duro, para mí en especial, mi salud se vio mermada pero gracias a su apoyo estoy aquí de pie; cuán importante es estar conscientes de nuestro cuerpo, escucharlo y atenderlo como necesita, lleva años descubrir sus caprichos, pero cuando comprendes que es el único que tienes, empiezas a cuidarlo, quien no se quiere se daña con vicios y sustancias que no necesita, esas personas son las que no desean vivir y se matan poco a poco y cuando llegan a la vejez se arrepienten de no haber sido más precavidos y no haber conocido la mesura a tiempo.
Qué bien se siente poder hablar de tu trabajo, ser de esos pocos dichosos que disfrutan haciendo lo que aman o que aman lo que hacen, esa es la clave del éxito y aunque muchos la conocen no es una llave que cualquiera sepa usar, tiene sus complicaciones pero está llena de satisfacciones. Gracias a nuestro esfuerzo no nos ha faltado nada material, tenemos lo que queremos y a veces un poco más, pero nos distraemos fácilmente con las cosas y nos alejamos de lo que es importante como este momento que desde ahora está cambiando nuestro futuro. Es bueno tener objetos, pero es mejor no olvidar el camino que nos lleva a la felicidad, no olvidar a los que nos acompañan y son nuestro apoyo y nuestra guía al caminar.
Yo tampoco he sido perfecto, pero gracias a ti madre, tengo un ejemplo perfecto de lo que quiero ser, seguir tus pasos y encontrar la satisfacción cuando llegue a viejo, olvidas nuestras faltas porque eres grande de sentimientos, ojalá un día seamos como tú eres y sintamos el amor más bello.
Hijo, qué puedo decirte, si has sido mi motivo para seguir viviendo; me has dado fuerza para seguir luchando y superarme, he aprendido de ti más de lo que te he enseñado y te lo agradezco. Debes saber que obstáculos encontrarás, pero no debes darte por vencido, parte de la felicidad se encuentra en vencer el miedo a las cosas, aquél que se enfrenta sabe lo que es el valor y el poder, quien no se atreve vive como mediocre arruinando a los que su lado se encuentran. Atrévete y verás cómo las cosas a ti llegan, vendrá el amor, el trabajo, el dinero, los amigos, la familia y no te detengas, una vez que empieces encontrarás satisfacción en tu entrega, ama y todo será fácil, no te apartes de los que te amamos pues seremos tu apoyo cuando crezcas.
Que sepas hijo, que si no preguntamos en lo que andas, no es por indiferencia, decidimos respetar tu libertad y dejar que encuentres tu independencia, no sabemos cuándo nos iremos de este mundo así que queremos que te encuentres preparado para enfrentarte a tu destino cuando venga. Se agradecido con los demás y con tu destino, deja que la vida te sorprenda, guarda un poco de inocencia y todo te resultará nuevo y fascinante, escucha y aprende de los mayores, a los menores enseña y comparte con tus iguales para hacer una alegría más verdadera.
El padre, lleno de orgullo regresó a su asiento y con su mirada llena de gratitud cedió la palabra al menor de la casa:
- Ayuda es lo que necesito a veces, pero me da miedo acercarme a pedirla, he llorado noches enteras porque no encuentro solución a mis problemas, los mayores creen que porque uno es joven no tiene dificultades, pero la juventud está llena de cambios, de incertidumbres y esperas, se le exige mucho a un joven que no sabe cómo es el camino, que tiene que decidir su futuro con un pasado muy corto por detrás. Sin embargo, he podido enfrentarme a mis retos, salir adelante ha sido difícil pero no imposible, me encuentro ante mi independencia y ansioso para mi futuro.
Uno no comprende el verdadero valor de las cosas, no tiene parámetros con que medirlas y va tropezando a cada pequeño paso que da. Qué más quisiera estar con ustedes todo el tiempo, que me llevaran de la mano como cuando niño pero no es posible, debo caminar por mi propia cuenta, ponerme metas y alcanzarlas y aprender de mis caídas cuando las tenga.
Sí, es cierto que a veces no los comprendo y es que nunca he pasado por las cosas que ustedes conocen, a mi edad necesito estar solo a veces, hablar conmigo mismo, encontrarme y saberme. Me refugio en mis amigos porque con ellos no me compromete nada, ellos podrán dejar de ser mis amigos pero ustedes aunque algo nos separe siempre serán mi familia, es complicado pero real, cómo saber cuándo haces lo correcto y cuándo no.
He aprendido de ustedes más de lo que se dan cuenta, llevo en mi mente imágenes diversas de todos estos años y hasta creo que en mi corazón ocupan un espacio muy importante que nadie podría nunca ocupar. Es cierto que no tengo la confianza suficiente para abrirme a ustedes, pero estoy en el proceso de saber lo que es mejor para mí, uno con el tiempo aprende a decir lo que se espera y a hacer lo que conviene, quizá en unos años podremos hablar de lo que me pasa ahora o de lo que me pasará más adelante, no tengo tanta libertad o quizá sólo es que no encuentra mi cabeza el orden requerido de las ideas, mi mente se pierde en sí misma y resulta imposible expresarme; espero puedan entender lo que me pasa, hagan memoria de su pasado.
Con su apoyo y el amor que me tienen, más adelante seré una persona exitosa, una persona confiable y sobre todo amorosa; quiero para mi futuro una vida larga, pero sobre todo una forma correcta de disfrutarla; quiero en mi futuro mucha sabiduría y paciencia, amor, amistad y errores, muchos errores de los que aprender, quiero tropezarme y levantarme, quiero ver miles de amaneceres y devorarme el mundo de un bocado; ustedes son mi guía y los que me regresan al suelo cuando creo perderme, me dan apoyo y me dan mesura, con su ayuda cumpliré mis metas que serán las suyas, encontraré la felicidad en lo que hago y llegaré lejos, amando y amando.
Cuando se vayan, los guardaré en mi corazón y no guardaré rencores ni arrepentimientos, serán mis estrellas y en noches como esta los recordaré y honraré de la mejor manera.
Todos de nuevo en su sitio quedaron en silencio procesando la actividad de aquella noche, sonreían unos a otros sobre la mesa, el tiempo se detenía sobre ellos haciendo el momento interminable, había magia que quizá al otro día se esfumaría pero que al menos por esa noche nadie olvidaría.
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Que en todos los hogares reine la paz, el amor y la sinceridad.
¡Feliz Año Nuevo!

martes, 17 de septiembre de 2013

Aceptación (2)


Mensaje para la Tierra (5)
……….. Continuación.
Queremos incidir un poco más sobre la aceptación, ya que la resistencia inútil a dejar que la vida siga su curso, aferrarnos de manera desesperada al pasado o sentir frustración porque las cosas no son como nosotros desearíamos que fueran, implica un desgaste de energía mucho mayor que dejar que las cosas sucedan y aceptar todas las incertidumbres con las que nos sorprende la vida. Es justamente este dejar que las cosas sucedan y aceptar aquello que la vida nos va presentando, lo que permite nuestra transformación, nuestro aprendizaje y nuestro crecimiento. En realidad es un regalo del Universo, aunque a veces, nos pueda parecer la mayor de las desdichas.
Sigamos hablando en términos energéticos, ya que a fin de cuentas es lo que nosotros somos. No hemos de olvidar que somos una Chispa Divina, somos una parte de la Energía de Dios, e incluso el cuerpo físico, que parece tan denso, no es más que átomos vibrando.
Qué fácil es dar consejos: “Lo que tienes que hacer es aceptar lo que la vida te va presentando, y punto”, pero no es nada fácil seguirlos. Se han de dar ciertas condiciones, condiciones energéticas para que eso suceda.
La aceptación llega con la apertura del chakra del corazón. El centro energético del corazón, situado en el centro del pecho, a la altura del corazón físico, es la sede del amor, de la compasión, de la misericordia, de la dulzura, y es lo que nos une al resto de seres humanos, y lo que nos acerca a nuestra divinidad. Un chakra cardiaco que irradia amor, generosidad, compasión, que se siente unido a todo y a todos, es el secreto para conseguir el tan deseado equilibrio interior, equilibrio que lleva directamente a no resistirse al fluir de la vida, y a aceptar los cambios, las incertidumbres, los sucesos, las ideas y las personas.
La aceptación es la antesala del Amor, y más adelante cuando hablemos de cómo conseguir amarnos a nosotros mismos, veremos que necesitamos traspasar la puerta de la aceptación, para observarnos sin juzgar, para valorarnos, para respetarnos, para compartir y para entregarnos a los demás.
 Todos los seres que nos rodean, están aquí, cada uno en su propio camino, en su propio aprendizaje, con sus circunstancias, que para nada tienen que ver con nuestro camino, ni con nuestro aprendizaje, ni con nuestras circunstancias. Y un gran aprendizaje, uno de las más importantes, por ser precisamente la antesala del Amor, es aceptar a todos esos seres que nos rodean, tal como son, con sus virtudes y sus defectos. Cada uno tiene que cumplir su tarea, y no cumplir con nuestras expectativas, o satisfacer nuestros ideales de cómo deberían ser, simplemente son.
Cada persona es, como nosotros, una Chispa Divina, por lo tanto, un hermano al que hemos de aceptar, ya que aunque proyecte rabia, tensión, conflicto o cualquier otro sentimiento, solo es producto de sus propias experiencias, de su propio miedo, de su propio aprendizaje. Nuestro trabajo con él, es comprenderle, ayudarle y respetarle, sin juzgarle.
Cuando aceptamos y amamos no pretendemos cambiar a nadie, pues tenemos solidaridad con el otro y vemos que cada uno es bello y perfecto. La realidad es como es, y nosotros somos como somos. Es el único punto desde donde podemos partir hacia un crecimiento interior, hacia la Luz y hacia los propósitos que tenemos: sin juicios y con amor, para con nosotros y todo lo que nos rodea.
Continuará……………..

sábado, 10 de noviembre de 2012

La carrera de la vida


            En un momento del tiempo, el alma decide su vuelta a la materia para retomar su aprendizaje, en el mismo punto en que quedó al finalizar su encarnación anterior, y se reúne con los Señores del Karma para terminar de organizar la que será la nueva vida: El lugar de nacimiento, la familia, los amigos, los diferentes encuentros, el Karma a liberar, el aprendizaje a recibir o la enseñanza a realizar.
            Y para eso, de la misma manera, que una vez en la Tierra el cuerpo elige el vestido adecuado para salir a la calle, el alma elige la vestimenta adecuada para el trabajo a realizar, y se reviste de materia, con forma de hombre o de mujer.
            Durante mucho tiempo he pensado que era una pérdida de tiempo inútil todo el tiempo que tardábamos en crecer, desde nuestro nacimiento hasta la edad adecuada en la que comenzamos a poder ser conscientes de la vida, pero ahora sé, que ese es también un tiempo de experiencia para el alma, un tiempo de aprendizaje total, un tiempo en el que permitimos a otros, casi siempre nuestros padres, para que liberen parte de su Karma, un tiempo para liberar Karma propio.
            La vida es como una carrera de obstáculos que vamos corriendo por diferentes pistas a la vez. Es como si en una carrera fuéramos el mismo corredor por las diferentes calles, y en cada una de ellas, vamos avanzando en todas las experiencias que el alma ha decidido vivir en la presente vida.
            Cada calle podría tener un nombre, aunque siempre distinto para cada persona: En una calle avanzamos para trabajar la voluntad, en otra la paciencia, en otra el orgullo, en otra……., etc., etc. Y es claro que en todas las pistas no vamos a llegar a la par, podemos avanzar rápidamente en unas y más lentamente en otras, podemos finalizar la carrera en unas y casi no comenzar en otras.
            La carrera finalizada, perdurará por siempre, será un aprendizaje aprendido para toda la eternidad; y aquellas otras que queden pendientes volverán en nuestra mochila en la próxima encarnación. Ninguna va a quedar en el olvido.
            Todos vamos a completar todas las asignaturas, unos antes, otros después. Y teniendo en cuenta los obstáculos con los que nos encontramos, ¿Por qué tratamos de pasarlos todos cuanto antes? 

miércoles, 18 de abril de 2012

Un mundo absurdo

                ¿Hasta qué punto se podría vivir sin comprometerse, con ninguna organización, que persiga algún tipo de ideal, ya sea esta organización religiosa, política, deportiva, económica o social, ya sea como asociado, como simpatizante o como militante?

            Ha surgido en mí la pregunta, razonando sobre el ser humano. Si tenemos claro que no somos el cuerpo, que somos fruto de nuestros pensamientos y creencias, que nuestro objetivo es alcanzar el Amor, la Verdad, la Paz y la Felicidad; y que, como decía Buda, para evitar el sufrimiento se ha de evitar el deseo. Es posible, que pertenecer a cualquier tipo de organización de tiene como bandera la consecución de un deseo puede ser contraproducente para el crecimiento del ser.
            A no ser que ese deseo sea, permitirme la expresión, “superior”, y sirva como espoleta para ponerse en camino hacia algo “divino”, hacia algo “espiritual”, olvidando de inmediato que el camino se inició por un deseo, ya que la satisfacción llega con el caminar y no con la consecución de ese deseo inicial.
            Si dejamos a un lado las ONG’s y fundaciones de ayuda humanitaria, que son las únicas que parecen acercarse a ese ideal “superior”, (no todas), el resto de organizaciones más bien parecen una especie de lavanderías donde lavar los cerebros y conseguir, unos pocos, vivir a cuerpo de rey, a costa de todos los demás.
            Los fines de cualquier otra organización, (es posible que haya alguna excepción), sólo persiguen el embrutecimiento del ser humano, llenando su mente de deseos, criticando y enfrentándole a organizaciones contrarias, apegando a este al cuerpo, separándole del alma, incluidas las organizaciones religiosas. Separando al ser humano cada vez más de ese que decíamos nuestro objetivo: la consecución del Amor, de la Paz, de la Verdad y la Felicidad.
            Como un ejemplo vale más que mil palabras, permitirme algunos en los que he meditado en esta reflexión, que pueden expresar de manera muy gráfica lo negativo de la pertenencia del ser humano a cualquier tipo de organización:
¿Qué pasa con los simpatizantes de una agrupación deportiva?, por ejemplo de un club de futbol. Como hay dos clubs de España que levantan pasiones en el mundo, nos valen como ejemplo, Real Madrid y Barcelona. Los socios o simpatizantes de estos clubs quieren que su equipo gane siempre, pero no se conforman con eso, necesitan que pierda el contrario, es decir necesitan de lo malo para alcanzar una felicidad tan efímera que durará solo una semana. ¿Dónde encontrar el ideal superior?, ¿Dónde la Verdad?, ¿Dónde el Amor?, ¿Dónde la Paz?, ¿Cuántas personas que viven en la más absoluta de las miserias podrían comer con el dinero que se despilfarra en el futbol? Yo ya pasé por esta reflexión, la dejo ahora en tus manos.
Y la pertenencia física o moral a un partido político, ¿Adónde nos lleva? Se supone que el fin de cualquier partido político es llegar al poder para conseguir el bienestar de los ciudadanos. Y mi reflexión me lleva a preguntar: ¿A qué ciudadanos? En cualquier régimen, sea este de derechas, de centro o de izquierdas, los únicos ciudadanos que parecen salir siempre favorecidos son los que tienen más potencial económico, por lo tanto parece que ya no están cumpliendo con su premisa principal que es “el ciudadano”. Y si realmente quieren nuestro bienestar, ¿Para qué tantos partidos diferentes?, ¿Por qué hay corrupción?, ¿Por qué se enfrentan unos partidos con otros?, ¿Por qué se enfrentan unos países con otros?, ¿Por qué nos llevan a las guerras?, ¿Por qué permiten que haya conciudadanos que pasen hambre, mientras ellos viven en la opulencia? Si un gobierno quisiera terminar con la pobreza de su país, lo conseguiría de inmediato, sólo hay que repartir equitativamente la riqueza, ¿o no?
Aun es más dramático con las organizaciones religiosas. Predican el Amor, y matan en nombre de Dios, o discriminan en Su nombre, o viven en palacios de oro, permitiendo la miseria a su alrededor. Los que parece que podrían estar más cerca de la Verdad, viven engañando y atemorizando a sus seguidores con castigos divinos y eternos.
Ante esta perspectiva, he llegado a algunas conclusiones: La pertenencia a cualquier organización es apego, y además parece que sus afiliados y dirigentes no parecen gente sería, sino más bien superficiales, ya que discriminan, critican, juzgan y desean lo peor para los contrarios. La pertenencia a estas asociaciones no potencian el crecimiento de las personas, no buscan la Verdad, no conocen el Amor, ni la Compasión, ni la Tolerancia, ni la Hermandad. Viven del engaño, de la prepotencia, de la amenaza y del miedo.
Por lo tanto, si realmente queremos alcanzar la Verdad y conocer el Amor, hemos de apearnos del mundo, pero ya que no podemos, si que podemos separarnos de cualquier organización con fines “inferiores”, es decir, cualquier organización que no persiga el ideal de la Felicidad, de la Paz, de la Igualdad, de la Hermandad, de la Verdad y el Amor.

martes, 15 de noviembre de 2011

Nuestras carencias, nuestro camino

             Los seres humanos siempre se han diferenciado de los animales en que sufren una clase determinada de dolor que los animales no sufren. Todas las formas de vida sufren enfermedades, accidentes, pérdidas, mueren. Pero los seres humanos, además de todo esto, experimentan sufrimiento y angustia mental y emocional. Desde siempre los seres humanos han experimentado dolor emocional, insatisfacción, descontento, falta de paz.

También ha habido desde siempre unas pocas personas con el conocimiento de que la mayoría de este sufrimiento se debe a la separación del  ser humano respecto de sí mismo. La mayoría de nuestras insatisfacciones no provienen de enfermedades o de problemas materiales, sino de “no ser nosotros mismos”. El sufrimiento no es inevitable. Sólo se debe a no saber quienes somos, a no conocer nuestro ser, a no conocer nuestra verdadera naturaleza, a no ser libres para ser nosotros mismos. Es esta separación de nosotros mismos la que nos deja un sentimiento de vacío, un profundo sufrimiento, que con el tiempo puede derivas, y de hecho deriva en enfermedades físicas y mentales.
Cuando la persona es consciente de que la causa de su sufrimiento es su vacío profundo, si ella quiere, y es capaz de hacerlo, hay maneras para que esa persona pueda realizar el viaje de regreso a sí misma. El trabajo a realizar se hace siguiendo cualquier camino, cualquier método, o cualquiera de las filosofías que reconocen el hecho del sufrimiento y su causa, y enseñan como devolver a la persona a su auténtica naturaleza y eliminar así el innecesario sufrimiento causado por esa separación interior.
El trabajo no es, realmente, eliminar el sufrimiento, ya que el deseo de regresar a la auténtica naturaleza de uno mismo es un impulso innato, que existe en presencia o incluso en ausencia de sufrimiento. Cuanto más en contacto estamos con nosotros mismos, más percibimos ese innato deseo de saber y ser lo que realmente somos. Deseamos la libertad para poder vivir como deberíamos vivir, para desarrollar todo nuestro potencial. Cuando no lo hacemos, sufrimos, pero ese sufrimiento, más que ser un problema, es simplemente el deseo de nuestro auténtico ser para vivir, para ser libre. Es una señal de que queremos regresar a nuestra verdadera naturaleza.
¿Qué podemos hacer para volver a tomar contacto con nosotros mismos? En primer lugar es imprescindible tenerlo claro, para que no falte la voluntad, mucha o poca, para realizar cualquier trabajo. Es realmente difícil el camino de regreso a lo que somos, y desde siempre, han sido muy pocas personas, las que han elegido emprender el camino,  muchas menos las que han conseguido llegar, seriamente, a alguna parte, y muchísimas menos las que han conseguido completar el trayecto.
Pero la causa no es, precisamente, la falta de voluntad, sino el miedo al fracaso. Miedo que se encuentra ligado totalmente a la voluntad. De tal manera que cuando una persona trata de emplear su voluntad, empieza a experimentar un miedo terrible. La persona desconoce incluso que ese miedo está ahí. Solamente sabe que no puede disponer de su voluntad, que no es capaz de actuar con determinación, que no puede hacer cosas difíciles.
No es que la persona no quiera ejercer su voluntad, es que no sabe cómo hacerlo, no puede hacerlo. No puede disponer de ella. Se ha separado de ella debido a determinados miedos inconscientes, y debido a que esos miedos son inconscientes, la mente consciente no tiene control sobre ellos.
Y aun hay más, la gente no desea comprometerse en trabajos de búsqueda interior porque temen perder su libertad personal. En todos nosotros existe un profundo temor de perder nuestro sentido de identidad, el sentido de quienes somos, nuestra privacidad, nuestra individualidad, aunque no existen razones conscientes para ello.
De tal modo, que emprender, seriamente, cualquier tipo de trabajo es difícil debido a que la voluntad, el compromiso, la comprensión, generalmente no están disponibles para nosotros debido a los miedos y resistencias reprimidos, los cuales son completamente inconscientes y controlan nuestro comportamiento.
Realmente, lo que queremos buscar es nuestra propia esencia, pero ella, ya está en nosotros, por lo tanto, lo único que tenemos que hacer, es recordar. Recordar cada una de las cualidades de nuestra propia esencia: la verdad, el amor, la compasión, la misericordia, la voluntad, la fortaleza, la alegría. Todo eso es nuestra esencia.
Dependiendo de nuestro guía en el camino, se puede enfatizar una u otra cualidad. Los maestros dicen cosas diferentes, unos dicen que hay que entregarse a Dios, otros buscan la “perla azul”, otros dicen que hay que hacer un esfuerzo consciente, buscar la voluntad; otros dicen que la respuesta es el vacío, otros el amor; y a mil maestros que consultáramos, tendrían mil respuestas diferentes, aunque, a fin de cuentas, todo es lo mismo. Y puesto que la mayoría de las personas desconoce que nuestra esencia posee muchas cualidades, cada uno piensa que el otro está equivocado.
No lo están. Lo que pasa es que cada maestro enseña aquello que más ha trabajado. Y lo ha trabajado más porque seguramente, cuando él comenzó su viaje al interior, era de lo que más necesidad tenía. Era el mayor vacío que tenía, era su carencia principal.
Cada uno tiene sus propias carencias. Cuando nacemos tenemos nuestra esencia al completo, según vamos creciendo se van fortaleciendo cada una de las cualidades de nuestra esencia, pero algunas, pueden debilitarse e incluso desaparecer en función del ambiente en que vivimos, de las enseñanzas recibidas, de los traumas, de los desengaños. Cada vez que surge algún conflicto, hay una disminución de determinada cualidad. A veces nuestra fortaleza, a veces nuestro amor, a veces nuestra autoestima, o la compasión, o la alegría, o la intuición, resultan heridas, y más tarde, completamente bloqueadas.  
 Cuando una de nuestras cualidades es finalmente bloqueada por una experiencia personal, lo que queda en el lugar de esa cualidad es una sensación de vacío. De tal modo que se crea en la persona la sensación de que se carece de algo, y por lo tanto, que algo anda mal. Cuando sentimos esa deficiencia, tratamos de llenar ese vacío que sentimos en nosotros, y tratamos de llenarlo con cualidades similares, siempre erróneas, o tratamos de llenarlo desde el exterior.
Imaginemos, por ejemplo, que sentimos que el amor por nuestra madre es rechazado, que no es apreciado. Entonces, ese amor en nosotros, es herido, dañado. Donde debería estar el amor, hay un vacío. Lo que entonces hacemos para obtener ese amor del que sentimos su pérdida, es tratar de obtenerlo de nuestro exterior. Deseamos que alguien nos ame de tal modo que el vacío en nuestro interior sea llenado con amor. Sabemos exactamente qué queremos, pero nos olvidamos de que fue nuestro propio amor el que perdimos; creemos que hemos perdido algo del exterior, de forma que tratamos de recuperarlo desde el exterior.
Conectados a cada carencia están las memorias de las situaciones que provocaron la herida y la cualidad que se perdió. Están todas allí, pero reprimidas. No recordamos que sucedió o que perdimos, y lo que hacemos es llenar el vacío, con emociones, con creencias. Y esas creencias forjan nuestra personalidad. Creemos que somos eso. Pero no es así, esos son remiendos  que hemos ido haciendo para aliviar nuestras carencias.
Para emprender el camino de regreso hemos de aprender a sentirnos a nosotros mismos. La mayoría de la gente circula por la vida sin esa conciencia de sí mismos porque están tratando de evitar la sensación de vacío, la falsedad, la sensación de que “algo anda mal” en sus vidas.
¿Qué hay que sentir de uno mismo? Hay que saber la cantidad de voluntad de la que se dispone, sea cual sea, todo el amor y la comprensión que de uno mismo se pueda tener, sean cuales sean. Hay que tener un verdadero deseo de regresar a nuestra verdadera naturaleza. Y sobre todo, tener claro que las dificultades surgen de nuestro interior, de nuestros propios conflictos. Porque si creemos que vamos a solucionar los problemas ganando algo más de dinero, siendo un poco más guapo, teniendo niños, comprando un coche mejor, y cosas así, estamos perdidos, no vamos a llegar a ningún sitio. El verdadero camino comienza al ver que las dificultades surgen de nuestro interior y al sentir que la satisfacción que buscamos también procede de ese interior.
            A partir de aquí, cualquier técnica que nos ayude a conectar con nosotros es correcta. Meditación, trabajar virtudes que hagan desaparecer los defectos, fortalecer conscientemente las carencias, más amor, más comprensión, más fortaleza, más voluntad. Todas ellas, han de sentirse desde el interior, nada está fuera de nosotros, absolutamente nada. Buscar, por ejemplo, el amor en una pareja en el exterior, es sencillamente tratar de esconder un vacío. El amor ya está dentro, y cuando aparezca la pareja, lo único que hay que hacer es ofrecerle ese amor.
Lo ideal es trabajar al unísono todas nuestras cualidades, No tratemos, por ejemplo, de desarrollar únicamente el amor. El amor es sólo una de nuestras cualidades. Pero el amor sin la voluntad, no será auténtico; la voluntad sin amor no nos permitirá gozar de la dicha de amar. Solamente el desarrollo de todas las cualidades nos permitirá convertirnos en plenos y verdaderos seres humanos.
Y durante todo el trayecto, hay que estar presentes. Estar por completo aquí y ahora es ver la verdadera naturaleza de las cosas, es el camino más rápido para llegar al interior, es más rápido que meditar durante tres horas diarias mirando una pared. Hay que combinar la meditación, con la presencia, con la conciencia de querer seguir caminando, con la realidad de que todo está en nosotros.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Yo confieso......... Amor

Estudiad, estudiad, estudiad: Llegareis a ser mediocres
Amad, amad, amad: Seréis grandes.

Tomaseo 

Cuando en un principio leía que el Amor es algo que anida dentro de nosotros, que se encuentra en nuestro interior, no entendía muy bien como podía ser. Cuando leía que el Amor es una energía, que es la energía que mantiene en orden el Universo, aun lo entendía menos. Cuando leía que no se ama realmente si se hace distinción entre las personas, mi confusión llegaba a su grado máximo. Estaba acostumbrado a querer a los míos, a mi familia, a mis amigos. Y bueno…….., es posible que el Amor anidara dentro de mí, aunque no lo tuviera nada claro, ya que sólo salía al exterior para manifestarse, de alguna manera, ahora sé que de una manera muy rudimentaria, cuando se trataba de ellos, y cuando veía al panadero, al vecino del quinto o al urbano que paseaba por la calle, no sentía absolutamente nada.
¿Cómo se podía querer a todo el mundo igual?, ¿Cómo se podía sentir Amor sin expresarlo a alguien?, ¿Cómo se podía amar sin que alguien fuera el objeto y la razón de ese Amor?, ¿No sería una más de tantas teorías de la New Age y, que llevarla a la práctica sólo estaría al alcance de unos pocos privilegiados?, ¿No sería charlatanería para llenar libros y vender más?
Cuando leía o escuchaba esto, estaba inmerso en algo que yo pensaba que era un proceso de transformación. Leía todos los libros de crecimiento interior que llegaban a mis manos con verdadera avidez, a veces, dos y tres a la vez, asistía a un sinfín de cursos, de charlas, de conferencias, practicaba yoga y meditaba de manera regular. Pero……… ¡tenía que faltar algo!, yo no sentía, o no creía sentir ese Amor que publicitaban en los libros.
En alguna de las charlas escuché que tendríamos que saber quiénes éramos, cuáles eran nuestras debilidades, y la faceta más característica de nuestro carácter. Todo ello con el objetivo de comprobar que tipo de energía nos envolvía, con tanta intensidad, que no permitía expresarse en toda su extensión cualquier otro tipo de energía. Y no podíamos olvidar que el Amor es una energía.
Tuve que pedir ayuda, yo no sabía, como casi nadie, cuáles eran mis mayores defectos. Ninguno de nosotros terminamos de conocernos, alguien dijo: “nadie se conoce, lo único que conoce es su sombra”, y es cierto, ni tan siquiera sabemos cómo somos físicamente, pues lo que conocemos de nosotros es, a fin de cuentas, nuestra imagen reflejada en un espejo, y ¿Será real el reflejo?,  ¿Será tan real como lo que los demás ven directamente?
Volviendo a la ayuda, resultó una lista que parecía interminable, en la que aparecían defectos y más defectos, de los que algunos yo pensaba, incluso, que eran virtudes. Y comencé el trabajo. Ahora puedo asegurar que ahí comenzó el verdadero trabajo de transformación, todo lo anterior sólo había sido un aperitivo: Se trataba de invocar, pensar y actuar, en y con, la virtud contraria al defecto. Encabezaba la lista el orgullo, y con él comencé el trabajo, cada vez que era consciente de que mi actuación, mis palabras, mis pensamientos o mis emociones se identificaban con el orgullo, trataba de pensar, hablar y actuar con humildad. Así poco a poco se fue reduciendo, aunque he de confesar que aún quedan resquicios. Después comencé con el segundo defecto de la lista, y después el tercero. 
Además de todo ese trabajo, en mis meditaciones, llevaba la atención al chakra del alma, treinta centímetros por encima de mi cabeza, y repetía el mantra: “Yo Soy al Alma, Yo Soy Paz, Yo Soy Amor”.  A partir de aquí, (había transcurrido tiempo, quizás tres años), comenzaron a ocurrir cosas: Sentía compasión donde antes había insensibilidad; sentía misericordia donde antes había dureza; el desasosiego se había transformado en paz; buscaba lo mejor de las personas cuando antes resaltaba la crítica; sentía serenidad donde antes residía el miedo; sentía alegría con la alegría de las personas y dolor ante su tristeza, “mi tiempo” cada vez era menos mío para dar un poco de él a los demás, “mi vida” empezó a ser menos mía, si alguien necesitaba de ella.
Ocurrieron más cosas, pero lo importante es que empecé a entender lo que era realmente el Amor. Virginia Satir, terapeuta familiar y escritora norteamericana, escribió acerca del amor incondicional un pequeño y profundo poema que refleja perfectamente lo que es el Amor: "Te quiero amar sin aferrarme, apreciarte sin juzgar, unirme a ti sin invadirte, invitarte sin exigir, abandonarte sin culpa, examinarte sin culpar y ayudarte sin insultar. Si puedo recibir lo mismo de ti, entonces podremos encontrarnos y enriquecernos de verdad".
No son necesarias más palabras: No siento, aun, que ame al vecino del quinto con  la misma intensidad que amo a mi esposa, a mi hija, a mi madre, a mis hermanos o a mis amigos; pero siento por él y por el resto de seres humanos la misma comprensión y la misma compasión, trato de no juzgar, ni criticar, ni culpar, ni exigir, ni mentir, ni herir, ni atar a mí, absolutamente a nadie, trato de ser leal y honrado, trato de no coartar la libertad de nadie y respetar completamente sus pensamientos, sus palabras, sus actos, su vida. Y muchísimas veces lo consigo.
Y lo más importante de todo “soy feliz” sin necesitar nada del exterior, absolutamente nada, por lo que puedo entregar este Amor y esta Felicidad a los míos y a los que no lo son, para que puedan ellos sentirlo y vivirlo igual que yo. Hay que “predicar con el ejemplo”.
Esto debe de ser ese Amor que anida en nuestro interior. Yo sigo trabajando en ello. Hasta llegar a sentir el Amor que sentía, por ejemplo Jesús, creo que aun me queda un largo, un larguísimo trecho. Y tú……….. ¿Cómo lo llevas? 

domingo, 9 de octubre de 2011

El enamoramiento te enseña a Amar

            Sentado en mi espacio de meditación, apareció una reflexión en mi conciencia: ¿Por qué no dura eternamente el enamoramiento?, ¿Por qué algo que en su inicio es tan hermoso, se va diluyendo como el humo con el paso del tiempo, a veces muy poco tiempo, en un porcentaje muy elevado de enamorados?

            Pero ¿Qué es el enamoramiento?: El enamoramiento es, nada más y nada menos, que la aparición del Amor en una persona. El Amor es algo, permitirme la palabra, “espiritual”. La impresión que esa energía espiritual causa en el alma es el enamoramiento.
            El Amor, esa energía espiritual, lleva consigo: afecto, ternura, entusiasmo, cariño, alegría, desapego, felicidad y altruismo, entre otras cosas.
            En el Amor no existe competición, todo es colaboración: la persona procura el bienestar de los demás sin esperar nada a cambio, y los demás procuran el bienestar de la persona.
            El Amor, el verdadero Amor son dos almas fundidas con Dios. Pero para que se dé esa fusión es imprescindible ascender un escalón en el nivel de conciencia. Acceder desde un nivel de conciencia ordinario a uno más elevado, lo consiguen pocas personas, y menos aún, ya que en la mayoría de las personas que lo experimentan sólo sucede una vez en la vida. ¿La última vida?, Puede ser…………., ya que nuestro objetivo final de vida es aprender a Amar.
Entonces, ya parece fácil saber, o al menos intuir cual es la razón por la que finaliza el enamoramiento.
            El enamoramiento desaparece, precisamente, porque no se sube ese escalón, porque en vez de Amar, sienten algo como “sentimiento de amor”. Sentimiento que bien podría sustituirse por “apego” y “deseo”. Desaparece porque el nivel de conciencia de los enamorados se mantiene en un nivel de conciencia ordinario en la gran mayoría de las personas.
El enamoramiento, por sí sólo, hace que se produzca ese cambio del nivel de conciencia, que se mantenga o no, depende del “ego”. La elevación del nivel de conciencia produce cambios a nivel de percepción: de repente, se comienzan a encontrar significados donde antes no se veían, el encuentro con el ser amado parece un encuentro divino, el sentido de la vista se vuelve más atractivo: da la impresión de que se perciben más y mejor los colores, las texturas, las formas, el mundo es más hermoso. El ingenio se acentúa, y los enamorados pueden sorprenderse con expresiones artísticas que, por momentos, no reconocen como propias; y sobre todo: el ego se disipa. Los enamorados pasan por el mundo como si estuviesen en una película, se olvidan de sí mismos. La vida parece fluir de un modo más suave, se observan coincidencias sorprendentes: es la sincronicidad. La vida se adapta al paso de los enamorados, lo cual refuerza el Amor y contribuye a profundizar aun más en el estado de enamoramiento.
Pero llega un momento, por desgracia antes que después, en que el ego, posiblemente reviviendo experiencias de esta o de otras vidas, no se lo cree, y comienza a aparecer algo que se denomina “miedo”, miedo a que eso no dure, miedo del qué dirán, miedo a perder la libertad, miedo a dar más de lo que recibe, miedo, miedo, miedo. Y es ese miedo el que le gana la batalla, de forma irreversible e inevitable, a la fe creada en torno a la magia de la relación amorosa, que era precisamente la que mantenía el nivel de conciencia elevado. Y el Amor, al volver al nivel de conciencia ordinario, se torna apego, se torna deseo.
La persona deja de ser creativa y se vuelve rutinaria, miedosa y desconfiada. Desde su nuevo punto de vista, en una conciencia disminuida, y debido a que ha olvidado completamente su reciente vivencia en un plano superior de la conciencia,  cree continuar viviendo el amor como amor verdadero, pero ya es simplemente un conjunto muy limitado de emociones. La magia se pierde y lo que antes eran dos almas en una fundidas con Dios, ahora son vacío interior, preguntándose una a la otra: ¿De verdad me quieres?, y ¿Me querrás siempre?
Es más fácil alcanzar la iluminación desde una vida de enamoramiento que desde muchas vidas meditando. La meditación te prepara para el Amor, el enamoramiento te enseña a Amar.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Fariseismo

            Esta tarde hemos puesto la tele, y en uno de los canales daban una película titulada “Hotel Ruanda”. Supongo que la habéis visto muchos de vosotros/as, ya que parece ser que es muy buena. Más tarde he leído que estuvo nominada a dos Oscar, aunque no llegó a ganar ninguno. Pues bien, yo no he podido verla. Las lágrimas afloraban a mis ojos prácticamente en cada escena ante tanta brutalidad y desprecio por la vida humana.

La película sólo es una parte de la verdadera realidad, en la que perecieron un millón de tutsis. La paradoja es que esa masacre fue impulsada, y luego permitida por las potencias extranjeras presentes en la zona, que en vez de intervenir y parar la matanza, retiraron sus tropas bajo el pretexto de no injerencia. Por supuesto la ONU, se limitó a redactar alguna resolución que, naturalmente, no fue aplicada.
Las causas de aquella matanza, cómo no, tiene que ver con la posesión de las riquezas naturales del país. Los tutsis, en su mayoría ganaderos, habían sido favorecidos por los colonialistas alemanes, y cuando estos fueron derrotados en la primera guerra mundial, fueron sustituidos por los belgas, que siguieron con la misma política, en detrimento de los hutus. Así, mientras los tutsis recibían una cierta educación y sus jefes eran alzados a puestos políticos, los hutus, agricultores, eran relegados. Se les negaba el acceso a las escuelas, a la enseñanza, y como consecuencia no podían acceder a ningún puesto de cierta responsabilidad. Siendo mayoritarios en el país, eran sometidos por la minoría tutsi que los trataba como a siervos. Incluso los misioneros católicos se dedicaron a adoctrinar a los hutus y a inculcarles el sentimiento de ocupar su lugar mayoritario en el país, que es como bendecir el genocidio.
Los países de Occidente, tan defensores ¿del estado de bienestar?, de ¿los derechos humanos?, de ¿la igualdad?, no intervienen para detener una masacre, en la que sólo muere……… gente pobre, en un país en el que además no podían sacar ningún tipo de provecho, ya que no hay oro, ni petróleo, ni ningún tipo de riqueza. Sólo hay personas, en el que en la actualidad, el 60%  vive por debajo del umbral de pobreza. Si hubieran tenido petróleo o cualquier otro tipo de riqueza, de inmediato los países occidentales hubieran acudido a defender a la población de los desmanes de la otra parte, como está ocurriendo recientemente en Libia.  
¡Cuánto fariseísmo! Con todo el dinero que los países ricos se gastan en guerras, podrían forjar una paz mundial y duradera; con todo el dinero que sus dirigentes gastan en alimentar a sus orondas barrigas con sueldos de escándalo, se podría alimentar a toda la población mundial; con todo el dinero que gastan en casas, jets privados y fiestas, podrían dar cobijo a todas esas personas que malviven en campos de refugiados y no tienen un techo donde cobijarse. Y no hablemos de las riquezas de la iglesia, ¡para qué!
Es seguro que nosotros, (tan concienciados por las desigualdades), concentrándonos en las plazas públicas de las ciudades, no vamos a conseguir cambiar tanta desigualdad. Pero si no lo conseguimos, es porque nosotros, perdonarme, también somos un poco fariseos, ya que después de la concentración o la manifestación, nos vamos a cenar, o al teatro, seguramente cruzándonos en el camino con algún indigente o algún inmigrante, sin prestarle la más mínima atención. Puede que Incluso detengamos nuestras manifestaciones en nuestro periodo vacacional. ¿Cuál es la diferencia con nuestros dirigentes y banqueros? Es posible que solo sea nuestra cuenta bancaria. Piensa en ello.
Y si llegas a alguna conclusión, empieza a actuar. ¡Ayuda!, ¡Hay tanto que hacer! Tenemos que sustituir, para ayudar a los necesitados, nada menos que a los poderes políticos, económicos y religiosos; son caducos, son corruptos, sirven para bien poco.
Además de manifestarnos y concentrarnos, hemos de ofrecer una ayuda real y efectiva, la que no ofrecen nuestros dirigentes, a nuestros hermanos, que no tienen un mal bocado que llevarse a la boca.