El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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sábado, 13 de abril de 2024

Conversaciones con el Maestro (sobre la ira)

 


Conversaciones con el Maestro (Sobre la ira)

 

-      Maestro, a pesar de llevar tiempo trabajando para controlar la ira, de vez en cuando, siento que pierdo el control, de una manera desproporcionada e incontrolable. Mi ira se manifiesta de manera destructiva, como si fuera un animal: gritando, con una ironía demoníaca o con un despectivo silencio.

>> No, debo rectificar. No es como si fuera un animal. En esos momentos, me convierto en uno, porque cualquier signo de racionalidad desaparece.

 >> Siento que esa ira es muy destructiva y que podría llegar a afectarme físicamente; mi respiración se vuelve agitada y mi ritmo cardiaco se acelera. Y ni siquiera quiero mencionar como afecta a mis relaciones interpersonales; se destruyen en un instante.

>> Además, me siento terrible, emocionalmente, después del episodio de ira, porque soy consciente de que mi trabajo para cultivar el amor, se desvanece o se ve gravemente comprometido. Y eso sin mencionar el daño emocional, tan terrible, que causo a la persona que ha sido el blanco de mi ira.

>> Necesito ayuda.

-      Hijo mío, la ira es una emoción básica y universal que puede surgir por múltiples razones y su origen puede variar de una persona a otra.

>> Algunos factores comunes pueden ser: Frustración; percepción de una injusticia; sensación de peligro o amenaza; expectativas no cumplidas por experiencias pasadas de dolor, traición y/o abuso; por estrés o por problemas para controlar las emociones, entre otros factores.

>> Mejor que controlar la ira sería que no apareciera. Para lograr esto, es crucial reconocer cuál es el factor primario que desencadena la ira. ¿Conoces su origen?

-    Si. Es frustración. Pero no es una frustración mía por no poder conseguir alguna meta, es por mi hijo, ya que veo que va a ser incapaz de lograr nada, porque no le gusta trabajar.

-    Y con tu ira, ¿trabaja más?

-    No. Y, además, nos sentimos mal los dos.

-    Seguro que hay algo que le gusta hacer.

-    Si. Como tiene muy buen oído, le gusta la música y los idiomas. Cosas que puede aprender de oído y que no requieren tanto estudio.

-    Pues ya lo tienes claro. Que se dedique a los idiomas o la música, será más fácil para él y para tu salud emocional que enfocarse en matemáticas o derecho.

>> Y para evitar que vuelva a surgir la ira, intenta poner en práctica alguno de estos consejos:

>> Identifica cuando empiezas a sentirme molesto o frustrado, y en ese momento, haz respiraciones profundas o abandona el lugar hasta que recuperes la calma.

>> Ponte en el lugar de la otra persona. Esto es algo que siempre has hecho muy bien. Practícalo en esas situaciones.

>> Trata de ver la situación desde diferentes ángulos.

>> Comunícate de manera respetuosa. Hazlo como te gustaría que te hablaran a ti.

-      Gracias.


viernes, 5 de abril de 2024

¿Y si actuamos como Dios?

 


¿Y si actuamos como Dios?


Siempre ha sido fácil para mí relacionarme con Jesús, María, Buda, Mahoma o Santa Teresa de Jesús, solo por citar alguno de los grandes hombres o mujeres que nos han precedido en nuestra vida en la Tierra. Y ha sido fácil porque han tenido vida, han tenido un cuerpo, conocemos su historia o lo que nos han contado de ellos, pero mi relación con Dios siempre ha sido un poco más difusa,

Y lo ha sido porque, durante mucho tiempo, no conseguía ni tan siquiera imaginármelo, y nuestra mente trabaja con imágenes. No ha tenido un cuerpo, no ha caminado sobre la Tierra, no hay ningún tipo de imagen, salvo ese señor con barba blanca y un triángulo en la cabeza que dibujan en algunas ilustraciones. Pero siempre me ha parecido poco serio imaginármelo así.

Eso me ha generado una cierta frustración, desasosiego, ansiedad e, incluso, angustia, porque como creo que los objetivos de la vida son dos, entender que todos somos uno y amar a Dios sobre todas las cosas, me preguntaba, ¿cómo voy a amar a Dios si no le conozco?

Todo eso fue cambiando mientras entendía e integraba en cada célula de mi cuerpo que Dios lo era todo y que vivíamos en él, como el pez vive en el agua. El primer paso para ese entendimiento fue comprender que en la luz del día podíamos encender una cerilla y ver su resplandor. Asocié la luz del sol a Dios y la luz de la cerilla a cada uno de los seres humanos.

¡Aleluya!, ya había entendido una parte, ya no necesitaba tener una imagen de Dios, porque si Dios es todo, un árbol, un pájaro, un pez u otro ser humano, son imágenes de Dios.

A partir de ahí comenzaba la segunda parte del peregrinaje, aprender a amar a Dios.

Mi punto de partida fue el siguiente razonamiento, si Dios lo es todo, amar a Dios significa amar a todo lo creado. Por lo tanto cuando ame a todo lo creado estaré amando a Dios.

Prescindí de animales y plantas en el aprendizaje del amor e intenté centrarme en los seres humanos, pero me pareció que intentar amar de golpe a casi ocho mil millones de personas me parecía un trabajo imposible de realizar y pensé, si un ingeniero empieza con cinco años a aprender los números, y después las sumas, las restas, las multiplicaciones y así, sucesivamente, hasta el último año de carrera, ¿por qué yo, en lugar de comenzar a amar a todos los habitantes del planeta no comienzo por lo básico? Llegué a la conclusión de que tenía que ser así y decidí que lo básico era mi familia. Necesitaba amar a mi familia, pero no de una manera, que podríamos considerar normal, como todos, con luces y sombras, no. Tenía que ser como Dios nos ama. De manera incondicional.

Y en ese trabajo estoy, y mucho me temo que en esta vida no voy a pasar de nivel. Sí, no os sorprendáis, no es tan fácil amar como Dios nos ama.

¿Qué significa amar de manera incondicional? Significa amar de manera absoluta, sin limitaciones y sin condiciones.

¿Es incondicional cuando pierdes la paciencia?, no lo es.

¿Es incondicional criticar alguna actuación de tu pareja?, no lo es.

¿Es incondicional elevar el tono de voz?, no lo es.

¿Es incondicional juzgar cualquier actitud?, no lo es.

¿Es incondicional dar algo a cambio de…?, no lo es.

¿Es incondicional castigar con el silencio?, no lo es.

¿Es incondicional una mentira, o una media verdad?, no lo es.

¿Y si actuamos como Dios? Todos sabemos que la mejor enseñanza es el ejemplo. Pues sigamos el ejemplo de Dios.

Dios nos da total y absoluta libertad, nunca se ofende, nunca nos grita, para Él todo está bien, acepta todo lo que hacemos sin juzgarnos ni criticarnos, nunca nos castiga ni pierde la paciencia, no hace cambalaches con nosotros.

Ya sé, ya sé, estoy escuchando las críticas, (porque no actuáis como Dios, claro), seguro que estáis pensando ¡si actuamos así nuestros hijos nos comen! ¿Nos comemos nosotros a Dios?, seamos ejemplo de amor para nuestros hijos, seamos ejemplo de amor para nuestra pareja. Se puede enseñar con amor. Se puede reprender con amor. Se puede vivir con amor.

Sé por experiencia personal que es difícil. Yo llevo tiempo embarcado en esa tarea. Para tenemos que intentarlo porque es la única razón de la vida.


Amor por encima de todo

 


                         Qué fácil es mostrar tu amor al mundo, cuando este cumple al ciento por ciento tus expectativas. Lo difícil es seguir mostrando el mismo amor cuando el mundo te vuelve la espalda, cuando el mundo te engaña, cuando el mundo te traiciona. Y, sin embargo, es aquí cuando se demuestra tu autenticidad, es aquí cuando se puede valorar la calidad de tu amor.

       El amor que se da cuando el mundo cumple tus expectativas, no es amor, es complacencia. El autentico amor se da siempre, sobre todo cuando el mundo te traiciona

sábado, 16 de marzo de 2024

Calidad de amor

 


Qué fácil es mostrar tu amor al mundo, cuando este cumple al ciento por ciento tus expectativas. Lo difícil es seguir mostrando el mismo amor cuando el mundo te vuelve la espalda, cuando el mundo te engaña, cuando el mundo te traiciona. Y, sin embargo, es aquí cuando se demuestra tu autenticidad, es aquí cuando se puede valorar la calidad de tu amor.
El amor que se da cuando el mundo cumple tus expectativas, no es amor, es complacencia. El autentico amor se da siempre, sobre todo cuando el mundo te traiciona.

Aprender a amar

 



martes, 30 de enero de 2024

Memento mori

 


La muerte es algo que no debemos temer porque,

mientras somos, la muerte no es,

y cuando la muerte es, nosotros no somos.

(Antonio Machado)

 

          Los seres humanos nos encontramos inmersos en una desenfrenada carrera hacia una meta desconocida. ¿La nada?, ¿la muerte?, ¿Dios?

          Pero no solo es desconocida la meta, tampoco sabemos quién nos ha puesto en carrera, ni sabemos para que corremos. No sabemos nada, solo que tenemos que seguir corriendo, porque estamos subidos en una cinta sin fin que es la vida, que no se detiene ni un instante

          Aunque, en realidad, la meta de la vida no es tan desconocida. Porque no sabremos porque corremos, pero si sabemos que la carrera se acaba cuando, por alguna causa, existe una incapacidad total para que se realicen los procesos biológicos, que son los que animan la vida del cuerpo. Y ese es el final de la carrera.  

          Parece fácil deducir, por lo tanto, que la meta del ser humano es la muerte, pero, ¿después?, ¿después hay nada o existe una vida diferente?

          Somos muchos, ya, los que creemos que la muerte no es el final, sino una transición hacia otro estado o dimensión. Como decía Mahatma Gandhi: “Si la muerte no fuera el preludio a otra vida, la vida presente sería una burla cruel”.

          Pero, si al final de la vida física del cuerpo existe otra vida, (que podríamos llamar la vida del alma), entonces si que sería bueno saber para que corremos, para que vivimos, porque estar en la vida sin una razón, no solo parece una burla, parece ridículo.

          Si nos asomamos a la ventana de la vida, solo para observar el mundo, podremos comprobar que la vida es mucho más que ridícula. Es inhumana, despiadada, sanguinaria, salvaje, violenta, atroz, sin una pizca de piedad, de compasión, de misericordia, de humanidad.

          No puede ser esta sociedad sin entrañas la razón de la vida, ni sus líderes políticos, religiosos o de opinión, un referente o modelo a seguir. La razón de la vida no puede ser morir o matar, no puede ser robar, no puede ser mentir. La razón de la vida tiene que ir en consonancia con la vida del alma, esa que nos espera al otro lado de la muerte.

Y según lo que narran los que han estado, algún ratito, es ese otro lado, por experiencias cercanas a la muerte, todo lo que se vive en ese otro estado o dimensión es amor.

Por lo tanto, vamos a pensar y a creer que la razón de la vida es aprender a amar y pongamos manos a la obra, porque cuantos más seamos amando, podremos influir en el mundo más que los ambiciosos líderes que nos manipulan a su antojo, escondidos tras la máscara de los votos.


domingo, 21 de enero de 2024

Fisicalidad versus espiritualidad (Carácter)

 


          Los seres humanos estamos muy ocupados en lo de siempre que es vivir nuestra fisicalidad, ya que gran parte de nuestra vida se basa en las sensaciones, las emociones, las acciones y las reacciones que tenemos como seres corpóreos. Es decir, estamos muy ocupados en vivir.

Estamos tan ocupados en vivir que parece difícil que podamos dedicarnos a otra cosa que no tenga una relación directa con la vida, como podría ser vivir la espiritualidad.

Sin embargo, si algo tiene una relación directa con la vida física, es el espíritu. El espíritu es una parte fundamental de la naturaleza humana y tiene una relación estrecha con el cuerpo físico, aunque no se limite a él.

Es el espíritu el que anima y da vida al cuerpo físico. En Juan 6:63, Jesús dice: «El espíritu es el que da vida, la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida».

La espiritualidad son las cosas del espíritu y la razón de la vida es la búsqueda de sentido, propósito y conexión con algo superior a nosotros mismos.

Vivir la espiritualidad implica cultivar una actitud de apertura, curiosidad, gratitud y compasión hacia la vida y hacia los demás. También implica reconocer nuestra propia esencia divina y nuestra conexión con todo lo que existe.

La espiritualidad es un camino personal, pero también colectivo, porque todos somos parte de un mismo todo.

Por muy ocupados que estemos en vivir nuestra fisicalidad no podemos, aunque queramos, olvidarnos de nuestra espiritualidad. Solo es cuestión de actitud y carácter.

El carácter es el conjunto de cualidades que nos definen como personas, como la honestidad, la generosidad, la valentía, la humildad, etc. El carácter se forma a través de las decisiones que tomamos, las acciones que realizamos y los hábitos que desarrollamos. El carácter nos hace ser una persona íntegra, respetable y admirable.

Y no debemos olvidar mientras estamos viviendo la vida, ayudar a los demás, porque es una forma de expresar el amor, la bondad y la solidaridad. Ayudar a los demás nos hace sentir útiles, felices y agradecidos. Podemos ayudar a los demás de muchas formas, como donando, haciendo voluntariado, enseñando, escuchando, compartiendo.

Así, usando el cuerpo, estaremos viviendo la espiritualidad, que es la única razón por la que tenemos cuerpo.

sábado, 20 de enero de 2024

El objetivo de la vida

 


             La vida física solo tiene un objetivo fundamental; solo se trata de amar y no amamos mucho, porque no se ama cuando se juzga, cuando se critica, cuando se pierde la paciencia, cuando se teme, cuando se siente culpa, cuando la alegría ajena no causa alegría, cuando se siente rabia, cuando se siente decepción o frustración por no conseguir un deseo, cuando se siente indiferencia que es opuesta a la compasión, a la empatía o la solidaridad.

 

miércoles, 10 de enero de 2024

Sobre el pecado

 


Y dijo Dios: 

No existe el pecado. Yo nunca me ofendo por nada de lo que los seres humanos podáis hacer, decir o pensar, y no me ofendo porque os amo sobre todas las cosas, y sé que cualquier cosa que hagáis, digáis o penséis, es cosa del ego, no del alma.

lunes, 20 de noviembre de 2023

Big Bang

 


Querido Dios:

Cuando he recibido tu contestación me he vuelto loco de alegría. Pensaba, cuando escribía, que el destino de la carta sería como el de las palabras, difuminarse, lentamente, hasta desaparecer.

Pero no, en la primera meditación llegó tu respuesta, de manera rápida y clara, hasta el extremo de que, por la rapidez, tuve ciertos problemas para poder ir transcribiendo toda la información.

Que me ronde o se deslice la alegría en mí interior, no es muy habitual, ya que mi estado emocional acostumbra a transitar por distintos matices de la tristeza, como pueden ser la melancolía y la nostalgia.

A veces pienso que alguna célula de mi cuerpo debe haber recibido algún input de mi vida al otro lado de la vida y que, de vez en cuando, va dejando salir ráfagas de nostalgia y soplos de melancolía que hacen que, sin tener ningún recuerdo de la vida del alma, sienta la tristeza como si sintiera añoranza de esa vida. Algo inconsciente debe de haber, porque son muchísimas las veces en que me encuentro pensando en la muerte como una liberación de la tristeza y de la monotonía de la vida.

Siempre me he preguntado para que nacemos, aunque tengo claro que voy a dejar esta vida sin saber para que he nacido, pero que seguro lo sabré en cuanto muera. Es una paradoja, vivir toda una vida sin saber para que vivimos. Como decía Stephen Hawking: “Si encontramos la respuesta al porque de nuestra existencia y la del universo, sería el triunfo definitivo de la razón humana, pues entonces conoceríamos la mente de Dios".

Estoy convencido de que todas las preguntas “existenciales” que me llevo haciendo desde que tengo uso de razón espiritual, como son ¿para qué la Creación?, ¿para qué la vida?, ¿de donde venimos?, ¿adonde vamos?, ¿qué he venido a hacer? y, alguna más, quedarán contestadas en el momento de traspasar el umbral del “otro lado” y que, además, aunque ahora estemos ávidos por saber, no será una sorpresa, porque es algo que conocemos desde siempre.

La hipótesis del Big Bang, puede ser una explicación de cómo se formó el universo: Un punto muy pequeño, pero enormemente denso, que, de repente, estalló irradiando una cantidad fabulosa de energía, dando inicio al comienzo del universo, formándose la materia, el espacio y el tiempo.

Pero no hay hipótesis sobre el porqué. Aunque tal como dijo el papa Benedicto XVI, solo es un acto de amor: “La creación es un don de Dios y es consecuencia de un acto de amor. Decir creación significa afirmar que el mundo está orientado a la realización del proyecto de amor del Creador”.

Aunque, si el mundo mismo es Dios, tal como indicas en tu contestación, todo es parte de lo mismo. Es decir, de Ti. Por lo tanto, el ser humano sólo puede ser un chispazo transitorio del todo. Una parte que se ha separado temporalmente y que manifiesta, temporalmente, una conciencia personal, pero que está llamada a unirse y fundirse en el Todo,

Es posible que el ser humano esté diseñado para que esa temporalidad fuera corta, de muy pocas vidas. Y que esa temporalidad fuera el tiempo necesario para experimentar el amor incondicional, y una vez experimentado pueda el alma independiente volver a unirse con la Energía Divina.

Sin embargo, En algún punto del camino, los seres humanos olvidaron, no solo, cual era la razón de la vida, sino también, de donde procedían. Por ello, la razón de la vida que era experimentar el amor, en un tránsito efímero por la materia, se convirtió en un viaje de cientos o miles de vidas con dos objetivos: Saber que nuestra procedencia es Dios y que Dios es nuestro destino al que llegaremos una vez conseguido el segundo objetivo, anidar la energía del amor en nuestro interior.

Reflexionar sobre todo lo que puede haber al otro lado de la materia supone la formulación de infinitas preguntas que dudo mucho de que con nuestra mente estemos capacitados para entender las respuestas.

No te molesto más. Gracias por escucharme.

(Del libro “Cartas a Dios” de Alfonso Vallejo)

miércoles, 15 de noviembre de 2023

Y Dios contestó

 


Querido hijo:

No es irrespetuoso nada de lo que comentas sobre mi sordera. Como bien dices no me ofendo nunca, nada me ofende. Rememora tu pasado cuando tus hijos eran unos bebecitos de pocos meses. ¿Te ofendías por algo que ellos hicieran en su inconsciencia? Tú y tus hermanos que comparten contigo la encarnación en la Tierra sois mis amados hijos, sois mis bebés, que estáis creciendo en el amor y en la bondad.

Quiero comenzar contestando a la pregunta que haces en tu misiva. Preguntas si, realmente, estoy ahí. Pues sí, estoy ahí, estoy en el cielo, porque Yo Soy el cielo, pero, también, estoy en la Tierra, porque Yo Soy la Tierra. Estoy en cada nube, en cada brizna de hierba y en cada grano de arena, porque Yo Soy la nube, la hierba y la arena. Estoy en el Sol, en cada planeta, en cada satélite y en cada estrella, porque Yo Soy el Sol, Soy cada planeta, cada satélite y cada estrella.

Pero aun hay más, estoy en ti. Y siento tu emoción sin que me la expliques, conozco tu pensamiento a la vez que tú, escucho cada palabra que sale de tu boca y cada anhelo que se escapa de tu corazón, acompaño tu mano cuando acaricia, cuando bendice y cuando golpea y enjugo las lágrimas que resbalan por tus mejillas.

Por lo tanto, siempre te escucho ¡hijo mío! Y siempre te contesto. Con palabras que no escuchas por el ruido que mantienes en tu interior, con las señales que pides, que no sabes interpretar, con sueños que olvidas porque no los consideras interesantes, con encuentros que calificas de casuales.

De mil maneras me comunico contigo, pero no me sientes, y no lo haces porque no estás sintonizando la emisora correcta. Estás centrado en tus problemas, en tus preocupaciones, en tus más íntimos deseos, en envidiar lo que otros tienen, en criticar todo lo que no se ajusta a tu creencia.

Y todo eso en lo que centras tu atención, tu pensamiento, tu emoción y tus palabras, te hacen sordo a mis respuestas, te hacen ciego a mis señales, te hacen insensible a las intuiciones y, lo que es peor, te están separando de la vida. No estás viviendo, porque la vida pasa a tu lado sin que seas consciente de ella. Y es, entonces, cuando más agobiado te sientes, cuando te acuerdas de mí y levantas los ojos al cielo pidiendo, rogando, suplicando, implorando, haciéndome culpable.

Tienes que salir de ese bucle de sufrimiento y conseguir que la paz, la serenidad, la bondad y el amor aniden en ti. Entonces estarás listo, no solo para poder escucharme, sino para no tener que pedirme o suplicarme, porque entenderás la razón por la que determinado acontecimiento se cruza por tu vida. Y si no llegas a entenderlo, estarás preparado para aceptarlo, porque entenderás que es necesario para poder llevar a buen término alguna de las enseñanzas que has decidido, aprender en esta encarnación.

Te amo hijo mío y te bendigo.

domingo, 5 de noviembre de 2023

Viaje a la eternidad

 


Cuando pienso en la muerte mi mente asocia ese pensamiento, de manera inmediata, con un viaje.

Un viaje hacia lo desconocido, hacia un lugar, del que, curiosamente, no guardo ningún recuerdo, a pesar de haber vivido en él desde antes del Eón Haedico, que comienza su cuenta, con la formación de la Tierra, hace más de 4.700 millones de años.

De hecho, la palabra eón, en griego, significa eternidad. Y ese es el tiempo, (una eternidad), que he permanecido en ese lugar que me espera, (a mí y a todos), supongo que, con los brazos abiertos, ya que, con la escasa información de la que disponemos, parece ser un lugar de paz, amor y hermandad.

Es increíble que no tengamos ningún recuerdo con el tiempo que allí hemos permanecido. Que maravilla y que perfección el diseño del cuerpo humano, lograr que tengamos un ordenador potentísimo, (nuestro cerebro) y no guarde memoria de los avatares del alma.

A pesar de ser, desde aquí, desde la vida, un lugar desconocido, parece ser que no se necesita aprender ningún idioma ni hacerse acompañar de traductores, porque todos en él, hablan el mismo idioma, el idioma universal, el idioma del amor.

Cualquier viaje y, sobre todo, si es importante, como este, despierta en mí muchas emociones.

No puedo decir que espere el viaje con ilusión, porque si me atengo a la definición de la palabra: “Esperanza, con o sin fundamento real, de lograr o de que suceda algo que se anhela o se persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva”, tengo que reconocer que, a pesar de lo monótona que me parece la vida, no anhelo ni persigo la muerte. Pero es igual, porque, aunque yo no la persiga, está ahí, a tiro de piedra, es la meta obligada para todos los peregrinos de la materia.

No es, por lo tanto, ilusión la palabra que mejor definiría la emoción que me despierta la muerte. La emoción exacta es incertidumbre. Es, sin lugar a dudas, la emoción más intensa que aparece cuando reflexiono sobre la muerte. Es normal, no sé cuando va a suceder, ni como va a ser el proceso, como tampoco sé que me voy a encontrar al otro lado. Trato de imaginar la vida “sin tiempo” y “sin cuerpo”, pero soy incapaz de hacerlo sin mirar el reloj, (tiempo), que permanece amarrado en la muñeca de mi brazo, (cuerpo).

Otras preguntas que me generan incertidumbre son ¿cómo será vivir siempre en presente?, ¿cómo se verá la revisión de la vida?, ¿por cuantas etapas tendré que pasar antes de llegar al final del trayecto?, ¿cuál será mi actividad en ese lugar?

Aunque la incertidumbre puede generar ansiedad, miedo o estrés, no es el caso. Puede más en mi la curiosidad, la posibilidad o no de sorprenderme y, sobre todo, el aprendizaje que estoy haciendo, tratando de saber más de esa nueva etapa en mi camino hacia Dios.

Otras veces, pienso divertido, que voy a ser el protagonista principal. No porque tenga, en ese momento el control de la situación, sino porque todos los reflectores estarán, enfocados en mi persona o, mejor, en el recuerdo de lo que fue mí persona. A mi que me hubiera encantado ser invisible, en esta vida, para pasar desapercibido, voy a ser el punto de mira y durante algunos minutos todos los que me conocen hablarán de mí. Espero que sea cierto que podemos tener conciencia de todo al “otro lado”, porque será muy divertido escuchar los comentarios, aunque si ahora que estoy vivo no me importan, ¡que me van a importar! una vez muerto.

Espiritualidad/Iluminación (2 de 2)

 


Ser espiritual implica, por tanto, el reconocimiento de que hay una dimensión inmaterial o trascendente en la vida, que va más allá de lo físico y lo material.

Este es un aspecto que tengo claro. Sé que soy un punto de luz dentro del Torrente de Luz que es Dios. Se que soy un alma inmortal viviendo, por un corto espacio de tiempo, una experiencia dentro de un cuerpo. Llegado a este punto, una pregunta revolotea a mi alrededor, ¿estoy viviendo con respecto a ese conocimiento teórico? La respuesta es “no”, porque si viviera de acuerdo a mi propia esencia, es decir, como un alma inmortal, no tendría que estar planteándome, de manera permanente, que es la espiritualidad, que es la iluminación, que es lo que tengo que hacer para llegar a final de mes o porqué mi vecino se comporta de determinada manera, porque todo estaría bien, todo sería perfecto, ya que todo procede del Origen que es Dios.

Entre las frases de Pierre Teilhard de Chardin, que fue un religioso jesuita, paleontólogo y filósofo francés, que vivió entre los siglos XIX y XX, hay una que se repite, a diestro y siniestro, y que resume de una manera clara y sencilla la naturaleza humana: "No somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales atravesando una experiencia humana".

Ser espiritual implica, también, buscar un sentido o propósito a la existencia, que nos ayude a enfrentar los desafíos y las dificultades con esperanza y optimismo.

Durante mucho, muchísimo, tiempo he estado buscando un propósito a la vida, algo que me permitiera sentirme satisfecho con mi vida, pero, hasta el presente, no lo he conseguido en su totalidad, porque siempre le encuentro un “pero” a todo lo que hago. ¿Tendría que dedicarme a la sanación?, ¿tendría que enseñar el camino a otros que estén tan perdidos como yo?, ¿tendría que meditar retirado del mundo?, ¿tendría que escribir para compartir mi experiencia con muchas más personas? Ahora tengo la respuesta a esas preguntas, si, si he de hacer todo eso, pero no es suficiente, falta algo.

Y ese algo es integrar todo el conocimiento teórico en cada una de las células de mi cuerpo, para pensar y actuar, de manera automática como el ser espiritual que soy. Resumiéndolo en una sola línea, puede ser tan espiritual cocinar un estofado de lentejas como meditar. La clave está en la actitud y, sobre todo, en la presencia. Si el pensamiento y la acción están presentes en la cocina, cocinando las lentejas, no hay ninguna diferencia con la actitud que se trata de mantener en la meditación: “Siempre presente”. A fin de cuentas, la meditación tendría que ser una manera de vivir, no una actividad a la que dedicar unos minutos al día. Se trata de vivir el presente en los minutos de meditación y en las horas restantes del día.

Si se vive la vida en la materia de acuerdo a esa espiritualidad que ya reside en nuestro interior podremos gritar a los cuatro vientos que estamos viviendo la espiritualidad, porque habremos conectado con nuestra esencia o naturaleza más profunda. Esa que nos hace únicos e irrepetibles.

A partir de aquí, debe ser más fácil desarrollar una actitud de amor, compasión, gratitud y servicio hacia nosotros mismos y hacia los demás, respetando la diversidad y la dignidad de cada ser vivo, que es la base de la iluminación, para cultivar una práctica personal que nos permita expresar y alimentar nuestra espiritualidad, como puede ser la meditación, la oración, el arte, la música, la naturaleza o cualquier otra actividad, como cocinar las lentejas, que nos haga sentir plenos y felices.

Aunque muchas religiones se arrogan la exclusividad de la espiritualidad, esta no es exclusiva de ninguna religión ni doctrina, sino que es una dimensión humana universal que puede manifestarse de diferentes formas.

Ser espiritual no significa renunciar al mundo ni a sus placeres, sino vivirlos con conciencia y responsabilidad. Ser espiritual tampoco significa ser perfecto ni superior a los demás, sino ser auténtico y humilde. Ser espiritual es un camino de crecimiento personal y colectivo, que nos invita a descubrir y compartir lo mejor de nosotros mismos.

Sin embargo, descubrí que con ese conocimiento no era suficiente. Saber que la iluminación es un estado de profunda comprensión, conciencia y paz interior, que lleva a que la persona trascienda el propio ego y experimente una conexión profunda con lo divino o lo universal, no era suficiente. Era imprescindible practicar para llegar a integrar esos términos teóricos en hábitos que movieran mi vida.

Todos los que se dicen espirituales tienen un gran conocimiento teórico de este tema. Yo sabía que no eran suficientes las técnicas aprendidas en el centro de yoga, porque no se trataba de practicar ninguna técnica. Hacía falta algo más, era imprescindible pasar de la teoría a la práctica, porque “más vale un gramo de práctica que una tonelada de teoría”. Había leído, hasta entonces, muchos libros sobre espiritualidad y no soy consciente de haber avanzado mucho, es imprescindible poner en práctica lo aprendido. Necesitaba encontrar un referente del que aprender a conducirme y un modelo a quien imitar.

En mi búsqueda, de un referente, fui descartando a muchos que eran famosos por sus escritos, pero de los que no conocía como era su comportamiento ante la vida, por lo que se fue reduciendo la lista hasta dejar a un solo personaje, que es el paradigma del amor: Jesús de Nazaret: Personaje central del cristianismo, la religión más extendida del mundo y, la mía por nacimiento. Sus enseñanzas se basan en el amor a Dios y al prójimo, la justicia, la misericordia y el perdón.

Fue analizando la vida de Jesús, cuando fui consciente de que alcanzar la iluminación, en esta vida, para no volver a encarnar, era una quimera. Comprendí que son necesarias varias vidas para integrar en cada una de las células del cuerpo la energía del amor. Porque, a fin de cuentas, solo se trata de amar y no amamos mucho, porque no se ama cuando se juzga, cuando se critica, cuando se pierde la paciencia, cuando se teme, cuando se siente culpa, cuando la alegría ajena no causa alegría, cuando se siente rabia, cuando se siente decepción o frustración por no conseguir un deseo, cuando se siente indiferencia que es opuesta a la compasión, a la empatía o la solidaridad.

Así que, mucho me temo que, me volveré a encontrar en otra vida con alguno de ustedes que están, ahora leyendo estas líneas.

(Del libro "Dame tu mano, te mostraré la vida" de Alfonso Vallejo Gago)

martes, 24 de octubre de 2023

Espiritualidad/Iluminación (1 de 2)

 



Recorriendo ese camino que nos acerca, a todos, a la madurez de la vida, (porque la vida no se detiene), comencé, de manera inconsciente, un tránsito desde la religiosidad a la espiritualidad, desde la teatralidad externa hacia la paz interior, tratando de liberarme de la culpa que genera el pecado para vivir en libertad.

A pesar de nacer en el seno de una familia católica, cuando pude tomar decisiones por mi cuenta, dejé de cumplir algunos de los preceptos de mi religión. Eso no quiere decir que no fuera admirador, amante y temeroso de Dios. Lo era. Pero no lo era tanto de sus representantes. Siempre me han parecido más seguidores de Caifás que del mismo Dios, predicando una cosa y haciendo lo contrario.

Agobiado y estresado por un trabajo muy demandante me inscribí en un centro de yoga, con el único objetivo de aliviar mi estrés y aprender alguna técnica que me permitiera adquirir algún tipo de dominio sobre mi mente.

Allí fue donde comencé a escuchar el termino espiritualidad, disociado de la religión y con una definición propia y diferente de lo religioso. Y asociado a la espiritualidad descubrí un nuevo concepto, el de iluminación espiritual.

Con mi escaso conocimiento del tema comencé a pensar que yo quería alcanzar la iluminación, porque creía, y sigo creyendo, que quien alcanza la iluminación ya no vuelve a encarnar más en la materia por haber finalizado su aprendizaje en la Tierra. La vida siempre me ha parecido un poco monótona, con algunos picos, (pocos), de éxtasis, y algunos valles, (muchos más), de sufrimiento e, incluso, de sufrimiento intenso.

Con el paso de los años, comencé a ser consciente de que no solo los representantes de las iglesias se comportaban como Caifás, sino que muchos representantes de la espiritualidad también. Por lo tanto, necesitaba un conocimiento, mucho más profundo, de lo que significaba ser espiritual y alcanzar la iluminación, del que tenía hasta entonces. En realidad, lo que necesitaba era práctica y un modelo creíble al que seguir.

Aprendí, de una manera teórica, que ser espiritual es una forma de vivir y de relacionarse con uno mismo, con los demás y con el mundo y que, no hay una única definición de lo que significa ser espiritual, ya que depende de las creencias, valores y experiencias de cada persona. 

(Del libro "Dame tu mano, te mostraré la vida" de Alfonso Vallejo Gago)

lunes, 19 de junio de 2023

Cuando me amé de verdad

 De Kim McMille


"Cuando me amé de verdad
comprendí que, en cualquier circunstancia,
yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta,
y en el momento exacto, y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre… Autoestima

Cuando me amé de verdad,
pude percibir que mi angustia,
y mi sufrimiento emocional, no es sino una señal
de que voy contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es… Autenticidad

Cuando me amé de verdad,
dejé de desear que mi vida fuera diferente,
y comencé a aceptar todo lo que acontece,
y que contribuye a mi crecimiento.
Hoy eso se llama… Madurez

Cuando me amé de verdad,
comencé a percibir que es ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona,
sólo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento,
o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto

Cuando me amé de verdad,
comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable:
personas, situaciones y cualquier cosa
que me empujara hacia abajo.
De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.
Hoy se llama… Amor Propio

Cuando me amé de verdad,
dejé de temer al tiempo libre
y desistí de hacer grandes planes,
abandoné los mega-proyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta,
cuando quiero, y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es… Simplicidad y Sencillez

Cuando me amé de verdad,
desistí de querer tener siempre la razón,
y así erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es… Humildad

Cuando me amé de verdad,
desistí de quedarme reviviendo el pasado,
y preocupándome por el futuro.
Ahora, me mantengo en el presente,
que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.
Y eso se llama… Plenitud

Cuando me amé de verdad,
percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme.
Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón,
ella tiene una gran y valioso aliado.
Todo eso es… Saber Vivir

No debemos tener miedo de cuestionarnos,
de hecho, hasta los planetas chocan,
y del caos suelen nacer la mayoría de las estrellas."

sábado, 20 de mayo de 2023

Un nuevo y, a la vez, viejo paradigma

 


Viernes 19 de mayo 2023

 

          Me he pasado la vida persiguiendo sueños ficticios, obsesionado por cumplir los deseos que le dieran satisfacción a mi ego, tratando de conseguir objetivos imposibles, para llegar a cruzar una meta inalcanzable. Meta que, ahora sé, solo era un espejismo tan engañoso como los sueños.

          Sin embargo, por diversas circunstancias de la misma vida, esa vida que transcurre a mi alrededor, sin ser muy consciente de ella, por encontrarme ocupado en la persecución de los sueños, ha desaparecido el piso sobre el que corría hacia la nada, incentivado por la creencia de una misión ilusoria.

          De la noche a la mañana me quedé sin tiempo para las cuestiones espirituales, que pensaba eran la razón más importante de mi vida, y tuve que dedicarme a cuestiones materiales, como son el realizar, a tiempo completo, todas las tareas de la casa. Es como si estuviera en una nueva línea de salida.  

          Desconcertado, sin piso sobre el que mantenerme, mirando a derecha e izquierda, sin entender nada, tratando de encontrar una respuesta que, como es lógico, no ha llegado, he hecho lo único que se me ha ocurrido: He mirado hacia dentro.

 

Sábado 20 de mayo 2023

 

      Al principio todo era oscuridad y silencio, sin embargo, poco a poco, la oscuridad comenzó a clarear y el silencio fue como una invitación para iniciar un diálogo.

-    Todo comenzó con un- ¿Por qué?

-  Y desde esa parte de mi mente, esa que, de vez en cuando, parece conocer una verdad diferente disintiendo de la otra parte, donde reside el miedo, la duda, la soberbia o las creencias erróneas, contestó al agónico porqué- Tú te crees que la vida es una autopista que te va a llevar a Dios realizando las tareas que tú mismo te has asignado y no es así.

-    Y ¿cómo es entonces?, -pregunté sorprendido

- Para cada persona es diferente, pero todos tenéis algo en común: Sois seres espirituales habitando un cuerpo y todo el trabajo se ha de hacer desde el cuerpo.

>> Es posible que tu etapa de sanador esté finalizando o necesite un cambio. En el último año, tú mismo lo has pensado más de una vez, pero no te has atrevido ni a dejarlo, ni a reducirlo, ni a realizar ninguna variación. Parece que la vida se ha encargado de hacerlo obligándote a realizar todas las tareas de la casa, incluida la atención a tu hijo.

-  No terminaba de estar de acuerdo con las respuestas que yo mismo me estaba dando, -Pero antes de esto ya hacía una buena parte del trabajo de la casa.

-    Es cierto, pero en tu fuero interno considerabas que no era esa tu función y que lo que estabas haciendo era ayudar en la casa. Incluso, en algunas ocasiones, sobre todo los días que tenías más terapias, renegabas, en tu interior, por tener que planchar o cocinar o ir al super.

>> Tú sabes, porque, además, lo predicas, que la familia es una unidad integral, por lo tanto, no hay tareas específicas del hombre o de la mujer. Todo es de los dos y, tienes que realizar, con la misma alegría una terapia que cocinar una tortilla de patatas.

 >> Tienes muchas ganas de terminar tu andadura en la materia, pero, también, sabes, que eso no sucederá mientras no ames todo y a todos, de manera incondicional. O ¿acaso creías que meditando cuatro horas al día y realizando varias terapias ya lo tenias todo hecho? No. No funciona así. Puedes no realizar terapias, ni meditar, ni orar y, sin embargo, no volver a encarnar, si todo lo que haces, lo haces con amor.

>> Recuerda las palabras de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”.

>> Por lo tanto, plancha con amor, limpia con amor, cocina con amor. ¿Lo tienes claro?

-    Si.