El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Páginas
CARTAS A DIOS
Entradas importantes
Lecturas en línea
Libros publicados
Wikipedia
jueves, 20 de marzo de 2025
domingo, 9 de marzo de 2025
Nunca dejes de decir "Te amo"
El amor es un regalo
precioso que no debemos dar por sentado. Cada día que pasa es una oportunidad
única para expresar nuestros sentimientos más profundos a aquellos que
atesoramos. Nunca dejes de decir
"Te amo", pues no sabes si será la última vez que tendrás la
oportunidad de hacerlo.
La vida es
impredecible y frágil. En un instante, todo puede cambiar. Por eso, es crucial
aprovechar cada momento para demostrar nuestro afecto. No esperes a ocasiones
especiales o momentos "perfectos" para expresar tu amor. Cada día, a
cada instante, tienes la posibilidad de hacer que alguien se sienta querido y
valorado.
Expresar amor no se
limita solo a las palabras. Puede manifestarse de innumerables formas: una
caricia, una sonrisa, un gesto de apoyo, o simplemente estar presente. Cada
acto de bondad y consideración es una forma de decir "Te amo" sin
pronunciar una sola palabra.
Recuerda que el amor
es como una planta que necesita cuidado constante para florecer. Al expresar tu
amor regularmente, no solo nutres tus relaciones, sino que también cultivas tu
propio bienestar emocional. Estudios han demostrado que expresar afecto puede
mejorar tu salud física y mental, reduciendo el estrés y fortaleciendo el
sistema inmunológico.
No temas parecer
repetitivo o exagerado. El amor genuino nunca se desgasta por ser expresado con
frecuencia. Al contrario, cada "Te amo" reafirma el vínculo especial
que compartes con tus seres queridos.
Imagina cómo sería tu
vida si supieras que hoy es tu último día. ¿Qué dirías a tus seres queridos?
¿Qué gestos de amor harías? Vive cada día con esa intensidad y consciencia. No
dejes para mañana lo que puedes expresar hoy.
El amor tiene el poder
de transformar vidas y sanar heridas. Tus palabras y acciones de amor pueden
ser el rayo de luz que alguien necesita en su día más oscuro. Nunca subestimes
el impacto positivo que tu amor puede tener en los demás.
En un mundo que a
menudo parece frío e indiferente, tu expresión de amor puede marcar la
diferencia. Sé generoso con tus "Te amo", con tus abrazos, con tu
tiempo y atención. Estas son las verdaderas riquezas de la vida.
Al final, lo que más
lamentamos no son las palabras que dijimos, sino aquellas que dejamos sin
decir. No permitas que el miedo o la vergüenza te impidan expresar tus
sentimientos. El amor es valiente y se fortalece con cada expresión sincera.
Haz del amor tu
prioridad diaria. Que sea lo primero que expreses al despertar y lo último
antes de dormir. Llena cada día con pequeños actos de amor y palabras de
afecto. Porque en el gran esquema de las cosas, es el amor lo que
verdaderamente importa y perdura.
martes, 4 de marzo de 2025
sábado, 1 de marzo de 2025
Dos caminos para llegar a Dios
Dos caminos para llegar a Dios
Por
la senda trascendental tomarás plena conciencia de todo lo que no eres y
descubrirás aquello que eres: “No soy el aliento, ni el cuerpo, ni los huesos,
ni la carne. No soy la mente, ni el sentimiento. Soy Aquello que está tras el
aliento, el cuerpo, la mente y el sentimiento”.
Cuando
te remontas más allá de la conciencia de este mundo, sabiendo que no eres el
cuerpo ni la mente y, sin embargo, más consciente que nunca de que existes,
experimentarás esa divina conciencia que es lo que en verdad eres. Eres Aquello
que da origen a todo cuanto existe en el Universo.
¿Por
qué no indagas más allá de la oscuridad de los ojos cerrados? Es allí donde
debes explorar. “Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la
vencieron” (Juan 1:5). Inmensas luces y fuerzas cósmicas están actuando allí.
Paramahansa Yogananda
lunes, 13 de enero de 2025
Hoy es tu cumpleaños y no estás
Hoy
es tu cumpleaños, pero no podemos celebrarlo. Ya no estás, te fuiste de mi lado
hace casi tres meses, exactamente dos meses y veintidós días. Un cáncer se
encargó de separarnos.
Aunque
un loco vestido de blanco, al que acudí para aliviar mi dolor, me dijo que no habías
muerto, que estabas más viva que antes, que solo había muerto tu cuerpo, pero
tú, la que piensas y la que amas, estás viva, sin dolor, sin edad, sin hambre,
sin sueño, sin sufrimiento, viviendo la alegría y el Amor de manera permanente.
No le abofeteé
porque no tenía fuerzas y, supongo que envalentonado porque le seguía
escuchando, aun dijo más: dijo que podías verme a cada instante, dijo que cada
noche nos volvíamos a reunir y que hablábamos y que me decías que dejara de
sufrir, que ahora eras feliz plenamente y que me amabas con mucha más
intensidad que cuando estabas conmigo, dijo que veías mis emociones y hasta mis
pensamientos
Como esa parte
en la que me decía que ahora eres plenamente feliz y que me amas con más
intensidad, me gustó, le presté un poco más de atención, mientras pensaba: “si
ve mis emociones y mi pensamiento podrá ver cuanto la amaba y cuanto la añoro”.
Ese pensamiento
lo expresé en voz alta y el sanador me dijo: todo es energía. Ella lo es ahora
aun más y los pensamientos y las emociones que también lo son, no tienen ningún
secreto para los que están al otro lado.
La verdad,
desde ese momento, ya no me parecía tan loco, y le observaba mientras hablaba.
Es un hombre mayor y desprendía bondad, su aspecto era sereno, hablaba bajito
como si tú estuvieras dormida y tuviera miedo despertarte, parecía emanar
respeto por cada poro de su piel, respeto hacia ti, respeto hacia mí, respeto
hacia todo.
Posiblemente
tenía razón, aunque me costaba creerle, porque nunca nadie me había dicho tales
cosas. Yo creía en la resurrección de los muertos, al final de los tiempos,
como me habían enseñado en la iglesia desde que tengo uso de razón. Así que, si
esto que dice es verdad, no podrá resucitar nadie, porque nadie está muerto.
Y aun dijo algo
más: Personalmente creo que es ahora cuando estamos muertos y, si me apuras,
podríamos decir que estamos en el infierno, porque esto que tú estás pasando,
¿no es un infierno?
- Está claro que la
amabas -sentenció- Por lo tanto, si la amabas con tanta intensidad seguro que
deseas lo mejor para ella.
- La amaba y la amo -respondí-
y por supuesto que siempre deseé lo mejor para ella.
-
Pues que mejor -respondió-
que estar al lado de Dios.
Sali de su
consulta mucho más aliviado, relajado, en paz. Con una meditación bajo el brazo
para realizar cada día,
- Para que la hagas, me
dijo, cada día, así podrás entrar en tu interior y reencontrarte con ella en tu
silencio.
Concerté una
nueva cita para la semana siguiente. Tenia ganas de volver para saber más de la
vida y, también, de la muerte.
Seguiré
pensando en ti, aunque creo que más serenamente. Te amo.
domingo, 12 de enero de 2025
Fragilidad
El 20 de febrero de
1994. Carl Sagan publica uno de los libros más importantes de divulgación
científica: “Un punto azul pálido”. Esta obra se basaba en la imagen tomada el
5 de febrero de 1990 del Voyager 1 en la que se veía la Tierra desde 6.000 millones
de kilómetros, la más lejana de la historia.
La instantánea,
considerada por la NASA como una de las más importantes de la historia, lejos
de quedarse en una anécdota, comenzó a verse como un reflejo de la presencia
del humano en el universo: ínfima. Con un tamaño de apenas “0,12 píxeles”, la
Tierra no se veía más que como un punto sin importancia dentro de un vasto
campo de estrellas. Su brillo sin particularidad y su presencia irrelevante,
convirtieron la fotografía, casi, en un tratado filosófico:
En “Un punto azul
pálido” escribía Carl Sagan: “Mira ese
punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él, todos los
que amas, todos los que conoces, todos los que alguna vez escuchaste, cada ser
humano que ha existido, vivió su vida”.
Si. En ese punto azul,
en la inmensidad del cosmos, donde las estrellas pueden relatar historias de
eternidad, vive el ser humano: un ser pequeño, frágil y vulnerable que, sin
embargo, se cree el centro del universo.
La fragilidad humana
es un delicado entramado de emociones, recuerdos, deseos y miedos, que se
despliega en cada suspiro y en cada latido. Suspiros y latidos que pueden
concluir en un instante, sin previo aviso, porque el ser humano nunca sabe
cuando será el último día de su viaje en ese punto azul que le lleva, parece, a
ninguna parte.
Pero no es así. Aunque
viaja con la Tierra, no es esta la que le está llevando, es el propio ser
humano el vehículo y su corazón el conductor. El ser humano sí que está
realizando un viaje: El viaje de vivir. Con un destino, para él, desconocido,
con una duración desconocida, con compañeros de viaje desconocidos, con
situaciones desconocidas.
Y cada amanecer, para
cada ser humano, que llega a ese nuevo día, es una página en blanco que espera
ser escrita, olvidándose de su fragilidad y vulnerabilidad, guiado por ¿su
corazón?, ¿por las estrellas?, ¿por su ego?, trata de avanzar a través de la
incertidumbre.
La fragilidad humana
no es solo física. Es cierto que puede desaparecer en cualquier momento, sin
embargo, mientras está presente, con mucha facilidad, sus corazones pueden
romperse, las mentes pueden nublarse y los sueños pueden desvanecerse ante los
embates del destino, llenando de nubarrones su existencia. Esa es mayor
fragilidad.
En los momentos más
oscuros, cuando el peso de la existencia parece insoportable, es cuando la luz
interior brilla con más intensidad. La fragilidad humana es un recordatorio
constante de nuestra humanidad compartida. Nos muestra que, a pesar de nuestras
debilidades, tenemos la capacidad de levantarnos, de sanar y de crecer. Cada
cicatriz es una marca de resiliencia, cada lágrima una prueba de nuestra
capacidad para sentir y perseverar.
Así, la fragilidad
humana no es una debilidad, sino una fortaleza oculta. Nos recuerda que somos
seres de carne y hueso, sí, pero también de sueños, de valor, de fortaleza y
esperanzas. En cada gesto delicado, en cada acto de compasión, revelamos la
esencia misma de nuestra humanidad: un ser que, a pesar de su fragilidad, posee
una capacidad infinita para amar, crear y transformar el mundo que lo rodea.
Porque
a pesar de ser más pequeños que un grano de arena y de nuestra fragilidad,
tenemos un destino y una misión que cumplir: Amar, crear y transformar el mundo
que nos rodea.
domingo, 24 de noviembre de 2024
El perdón de Dios
Paseando por la
ciudad, nos dimos de bruces con la catedral. Surgió de repente, majestuosa y
solemne, en medio del bullicio urbano. Sus torres se alzaban desafiando al
cielo, como si quisieran rozar las nubes con sus pináculos góticos. La fachada,
una sinfonía de piedra tallada, estaba adornada con estatuas de santos y
querubines que parecían cobrar vida bajo la luz del atardecer.
La catedral,
construida en el siglo XII, es un testimonio del ingenio y la devoción de
generaciones de artesanos y fieles. Sus muros de piedra caliza fueron erigidos
con esfuerzo titánico, cada bloque colocado con una precisión casi divina. Los
vitrales, intrincadamente coloreados, proyectaban un caleidoscopio de luz al
interior, bañando las paredes y los bancos en un resplandor casi místico.
El campanario, con su
robusta estructura, albergaba campanas cuyo tañido resonaba a kilómetros de
distancia, marcando el paso del tiempo y llamando a los fieles a la oración. En
el interior, el aroma a incienso y cera derretida llenaba el aire, mientras que
el eco de los pasos reverberaba por las bóvedas y los arcos, creando una
atmósfera de reverencia y recogimiento.
Cada rincón de la
catedral contaba una historia de fe y perseverancia. Desde los capiteles de las
columnas, esculpidos con escenas bíblicas, hasta el altar mayor, donde el oro y
la plata relucían bajo la luz de los candelabros, todo hablaba de un pasado
glorioso y una dedicación inquebrantable. Así, en medio de la ciudad moderna,
la catedral se erguía como un faro de espiritualidad y arte, un lugar donde lo
divino y lo terrenal se entrelazaban en perfecta armonía.
Era la hora de la misa
y en el altar mayor, un sacerdote, bastante entrado en años, dirigía el oficio,
de manera rutinaria. Eran tantas las misas que debía de haber oficiado que no
necesitaba leer, todo lo sabía de memoria y lo recitaba como un papagayo repite
sus palabras recién aprendidas.
En el púlpito, otro
sacerdote daba instrucciones a los pocos fieles que seguían la misa, casi todos
tan entrados en años como el oficiante. Fue este sacerdote desde el púlpito
quien comenzó la homilía, mientras el oficiante se sentaba como un espectador
más para escuchar a su compañero.
"Tienen que pedir
perdón a Dios por sus pecados", fue el inicio de una plática que parecía
tomar un rumbo demasiado siniestro. Mi hijo, de 10 años, que me acompañaba, me
preguntó de inmediato:
—Papá, ¿Dios nos perdona siempre?
—Dios no necesita perdonar, hijo mío
—le contesté a mi hijo, como si siguiéramos una conversación que solíamos tener
con frecuencia—, porque ya te he dicho en muchas ocasiones que no se ofende
nunca, y donde no hay ofensa no es necesario el perdón.
—Y entonces —siguió mi hijo, poniendo
cara de extrañeza—, ¿por qué este señor habla de ofensa, de pecado, de infierno
y de perdón?
¡Qué
difícil me lo estaba poniendo! ¿Cómo le explicaba que todas las religiones eran
una asociación de personas con las mismas creencias, que enseñan verdades
parciales e interesadas, estando muy alejadas de la Verdad, que solo está en
posesión de Dios?
—Pero
tenía que intentarlo: Las religiones son, en esencia, intentos humanos de entender
a Dios, de dar sentido a lo que está más allá de algo que no podemos entender,
porque no lo vemos. A través de ritos, como esta misa, y de enseñanzas, buscan
guiar a las personas hacia una vida más espiritual y moral, básicamente,
enseñan a actuar con bondad. Sin embargo, estas enseñanzas, a menudo, reflejan
interpretaciones humanas de lo divino, influenciadas por las culturas y
contextos en los que se desarrollan.
>>
El concepto de pecado y perdón es una de esas interpretaciones. Se basa en la
idea de que los seres humanos, en su imperfección, a veces actúan de maneras
que se consideran contrarias a la voluntad de Dios. La necesidad de pedir
perdón surge de la idea de reconciliación, de volver a alinear nuestras
acciones y pensamientos con lo que se percibe como divino y correcto.
>>No
obstante, algunas personas, como nosotros, creen que Dios, en su infinita
sabiduría y amor, no tiene necesidad de perdonar porque nunca se siente
ofendido. Según esta creencia, el perdón es más una necesidad humana que divina.
Es un proceso de sanación personal. Algo para sentirnos bien con nosotros
mismos. Enseñar sobre el pecado y el perdón puede ser una manera de ayudar a
las personas a reflexionar sobre sus acciones y motivarlas a mejorar, aunque a
veces pueda parecer que nos hacen culpables y nos hace sentirnos mal.
>>No
hay que seguir los pasos de una religión.
>>
La verdadera espiritualidad, es una búsqueda personal y continua de entender y
vivir según lo que uno percibe como divino. En este camino, es crucial
cuestionar, aprender y crecer, reconociendo que la Verdad, en su forma más
pura, es algo que tal vez nunca comprendamos completamente, pero hacia lo cual
siempre nos esforzamos por acercarnos.
No
creo que me haya entendido, aunque espero vivir lo suficiente para ir explicándole,
cuando la ocasión lo permita, que Dios es Amor y que eso es la misión de
nosotros, los seres humanos, en la vida: amar como Él nos ama.
domingo, 23 de junio de 2024
Eres tú
Cuidado con lo que piensas, cuidado con lo que sientes, cuidado con lo que dices, cuidado con lo que haces.
Imagina que la persona que está delante de ti, eres tú misma.
Piensa, siente, habla y haz lo que te gustaría que pensaran, que dijeran y que sintieran de ti, y que hicieran para ti.
viernes, 21 de junio de 2024
Un propósito mayor
Puede parecer
que estamos solos con nuestras circunstancias, o que nuestro destino depende de
una decisión a la que no tenemos alcance, o que las cosas que hacemos cada vez
salen de mal en peor.
A pesar de
nuestros ruegos, las situaciones no cambian. No parece haber una salida.
Pero no es así.
Cada acontecimiento, por nimio que nos parezca esta perfectamente organizado y
planificado, por nosotros, antes de llegar a la vida.
A veces,
enfrentamos situaciones desafiantes o dolorosas, pero solo son parte de nuestro viaje hacia el amor
incondicional. El aprendizaje y el crecimiento personal a menudo ocurren en
medio de las dificultades. Es como si estuviéramos escalando una montaña en un
videojuego y cada paso tiene un propósito: completar el nivel.
Es justamente
esa desastrosa situación la que habíamos previsto para conseguir avanzar en
nuestro peregrinaje hacia el amor incondicional. Algo que no es material y que,
una vez conseguido, hará que cambie, por completo, la situación.
En cuanto al
tiempo que va a durar la adversidad que nos envuelve, no es solo una cuestión
de cronología. El aprendizaje y la evolución espiritual no están atados a un
reloj. A veces, el camino puede sentirse solitario y desértico, pero no estamos
solos, porque Dios está con nosotros en todos los jugares y durante todo el
tiempo.
La fe y la
esperanza de que eso es lo que necesitamos en este momento, nos sostienen
incluso cuando todo parece oscuro.
Recuerda,
por tanto, que nuestras circunstancias, decisiones y destino están
entrelazados. Aunque no siempre entendamos, completamente, el propósito detrás
de cada situación, podemos confiar en que hay un propósito mayor en juego. Así
que sigamos avanzando, aprendiendo y buscando ese amor incondicional que
transformará nuestra realidad.
domingo, 12 de mayo de 2024
¿Qué es importante?
Lo importante no está en lo que hemos acumulado, no nos lo vamos a llevar.
Lo importante no está en lo que hemos logrado, nadie nos lo va a reconocer al otro lado.
Lo importante está en aprender a amar. En eso está la cercanía a Dios y el mérito de la existencia.
La bolsa de basura
La bolsa de plástico
negra con capacidad para cincuenta litros y que apenas estaba llena hasta la
mitad se encontraba descansando al lado de la puerta de casa esperando, como
cada día, que alguno de los miembros de la familia la sacara para realizar sus acostumbrados
paseos. Primero de la mano de los dueños de la casa hasta el contenedor y,
después, en el tour turístico en el que se encontraban las bolsas del
vecindario hasta, lo que para ellas era, el balneario de vacaciones, aunque
también podrían denominarlo como “el jardín del Edén” o “el paraíso”, porque
allí iban a diseccionarlas completamente para reciclar a cada uno de los
integrantes de la bolsa para su reutilización.
La bolsa se estaba
impacientando. Se acercaba la hora en la que el vehículo que la transportaba
solía llegar y, en la casa, no se apreciaba ningún tipo de movimiento.
No le gustaba el
retraso porque cada vez que se retrasaba luego tenía que estar, durante toda la
noche y buena parte del día siguiente, en el contenedor completamente sola.
¡Ah!, ¡por fin había
movimiento en la casa! El esposo se estaba poniendo los zapatos a la vez que le
decía a su esposa:
-
Cariño, me voy a la reunión del colegio.
- Llévate la basura al salir –le dijo su
esposa.
-
No puedo –contestó el esposo- ya voy tarde
-
Pero si solo es medio minuto cruzar al otro lado –le dijo la esposa un
poco molesta- Di que no te apetece y quedas mejor.
-
Te he dicho que no puedo –volvió a repetir el esposo levantando la voz.
-
No es que no puedas –gritó la
esposa- lo que pasa que no te sale de las narices bajarla. Te recuerdo que la
basura la hemos hecho los tres. Y siempre la saco yo sin tener que salir.
Pues no me sale de las narices, ¿vale? -y
dando un portazo se fue de la casa, dejando a la pobre bolsa de basura allí,
tirada en el suelo y, lo que es peor, a su esposa roja de ira.
La bolsa estaba
perpleja. El matrimonio había discutido por ella. ¡Ella que solo era una bolsa
de basura!
-
¡Qué importante debo ser! -pensó la bolsa de basura, cuando discuten por
mí- En esta familia, yo, una bolsa de basura, soy más importante que el amor y
el respeto. Aunque no deben de quererse mucho cuando discuten por mí como si yo
fuera la amante de uno de ellos.
La esposa tuvo que
sacar la bolsa de basura y a cada paso que daba renegaba más y más de su
esposo, mientras el ego de la bolsa de basura se inflaba tanto que podría haber
ido ella sola al contenedor volando. ¡Qué importante soy!, seguía pensando la
bolsa de basura.
sábado, 11 de mayo de 2024
El jardín del amor
En un rincón olvidado
de la ciudad, había un jardín secreto que todos creían abandonado. Pero no lo
estaba. En él vivía Emilia, una mujer de avanzada edad con una sonrisa que
reflejaba la sabiduría de los años y la bondad de un corazón que había amado
mucho.
Emilia había dedicado
su vida a cuidar de ese jardín, pero no solo de las plantas y flores que
crecían en él. Su jardín era especial porque allí, ella cultivaba el amor
incondicional. Cada planta, cada flor, tenía una historia, una promesa de amor
eterno que Emilia había hecho a su esposo, Carlos, antes de que él partiera de
este mundo.
Carlos había sido el
amor de su vida, y juntos habían planeado hacer de ese jardín un refugio para
todas las formas de amor. Cuando Carlos falleció, Emilia continuó su legado,
plantando una nueva flor por cada acto de amor desinteresado que presenciaba.
Con el tiempo, el
jardín se llenó de colores y fragancias, y aunque nadie sabía quién lo cuidaba,
se convirtió en un lugar de leyenda. Se decía que aquellos que encontraban el
jardín experimentaban una sensación de paz y amor como en ningún otro lugar.
Un día, un joven
llamado Mateo descubrió el jardín mientras escapaba de la tristeza de un
corazón roto. Emilia lo encontró llorando junto a un rosal y, sin decir una
palabra, comenzó a podar las rosas. Mateo la observó, y poco a poco, la
serenidad del lugar calmó su dolor.
Emilia le contó sobre
Carlos y cómo cada flor representaba un amor puro y eterno. Le habló de la
importancia de amar sin condiciones, sin esperar nada a cambio. Mateo escuchó,
y algo dentro de él cambió.
Inspirado por Emilia y
su jardín, Mateo decidió abrir su corazón de nuevo. Con el tiempo, encontró un
amor verdadero, uno que era generoso y libre de expectativas. Y cuando ese amor
floreció, llevó a su amada al jardín secreto y plantaron una flor juntos, un
símbolo de su compromiso de amarse incondicionalmente.
Emilia sonrió al ver
la nueva flor en su jardín. Sabía que su trabajo había dado fruto una vez más.
Aunque ella ya no estaría para siempre, su jardín seguiría siendo un testimonio
del amor incondicional, un lugar donde el amor verdadero nunca muere.
Esta historia es un homenaje a todos aquellos que, como Emilia, creen en el poder del amor incondicional y dedican sus vidas a cultivarlo. Es un recordatorio de que el amor, en su forma más pura, puede transformar corazones y dar esperanza incluso en los momentos más oscuros.
miércoles, 8 de mayo de 2024
Amar a pesar de....
Qué
fácil es mostrar tu amor al mundo, cuando este cumple al ciento por ciento tus
expectativas. Lo difícil es seguir mostrando el mismo amor cuando el mundo te
vuelve la espalda, cuando el mundo te engaña, cuando el mundo te traiciona. Y,
sin embargo, es aquí cuando se demuestra tu autenticidad, es aquí cuando se
puede valorar la calidad de tu amor.
El amor que se da cuando el mundo
cumple tus expectativas, no es amor, es complacencia. El autentico amor se da
siempre, sobre todo cuando el mundo te traiciona.
domingo, 14 de abril de 2024
Conversaciones con el Maestro (sobre la ira)
Conversaciones con el Maestro
(Sobre la ira)
-
Maestro, a pesar de llevar tiempo
trabajando para controlar la ira, de vez en cuando, siento que pierdo el
control, de una manera desproporcionada e incontrolable. Mi ira se manifiesta de
manera destructiva, como si fuera un animal: gritando, con una ironía demoníaca
o con un despectivo silencio.
>>
No, debo rectificar. No es como si fuera un animal. En esos momentos, me
convierto en uno, porque cualquier signo de racionalidad desaparece.
>> Siento que esa ira es muy destructiva
y que podría llegar a afectarme físicamente; mi respiración se vuelve agitada y
mi ritmo cardiaco se acelera. Y ni siquiera quiero mencionar como afecta a mis
relaciones interpersonales; se destruyen en un instante.
>>
Además, me siento terrible, emocionalmente, después del episodio de ira, porque
soy consciente de que mi trabajo para cultivar el amor, se desvanece o se ve
gravemente comprometido. Y eso sin mencionar el daño emocional, tan terrible,
que causo a la persona que ha sido el blanco de mi ira.
>>
Necesito ayuda.
-
Hijo mío, la ira es una emoción básica
y universal que puede surgir por múltiples razones y su origen puede variar de
una persona a otra.
>>
Algunos factores comunes pueden ser: Frustración; percepción de una injusticia;
sensación de peligro o amenaza; expectativas no cumplidas por experiencias
pasadas de dolor, traición y/o abuso; por estrés o por problemas para controlar
las emociones, entre otros factores.
>>
Mejor que controlar la ira sería que no apareciera. Para lograr esto, es
crucial reconocer cuál es el factor primario que desencadena la ira. ¿Conoces su
origen?
-
Si. Es frustración. Pero no es una
frustración mía por no poder conseguir alguna meta, es por mi hijo, ya que veo
que va a ser incapaz de lograr nada, porque no le gusta trabajar.
-
Y con tu ira, ¿trabaja más?
-
No. Y, además, nos sentimos mal los
dos.
-
Seguro que hay algo que le gusta hacer.
-
Si. Como tiene muy buen oído, le gusta
la música y los idiomas. Cosas que puede aprender de oído y que no requieren
tanto estudio.
-
Pues ya lo tienes claro. Que se dedique
a los idiomas o la música, será más fácil para él y para tu salud emocional que
enfocarse en matemáticas o derecho.
>>
Y para evitar que vuelva a surgir la ira, intenta poner en práctica alguno de
estos consejos:
>>
Identifica cuando empiezas a sentirme molesto o frustrado, y en ese momento,
haz respiraciones profundas o abandona el lugar hasta que recuperes la calma.
>>
Ponte en el lugar de la otra persona. Esto es algo que siempre has hecho muy
bien. Practícalo en esas situaciones.
>>
Trata de ver la situación desde diferentes ángulos.
>>
Comunícate de manera respetuosa. Hazlo como te gustaría que te hablaran a ti.
-
Gracias.
sábado, 6 de abril de 2024
¿Y si actuamos como Dios?
¿Y
si actuamos como Dios?
Siempre ha sido fácil para mí relacionarme con
Jesús, María, Buda, Mahoma o Santa Teresa de Jesús, solo por citar alguno de
los grandes hombres o mujeres que nos han precedido en nuestra vida en la
Tierra. Y ha sido fácil porque han tenido vida, han tenido un cuerpo, conocemos
su historia o lo que nos han contado de ellos, pero mi relación con Dios
siempre ha sido un poco más difusa,
Y lo ha sido porque, durante mucho tiempo, no
conseguía ni tan siquiera imaginármelo, y nuestra mente trabaja con imágenes.
No ha tenido un cuerpo, no ha caminado sobre la Tierra, no hay ningún tipo de
imagen, salvo ese señor con barba blanca y un triángulo en la cabeza que
dibujan en algunas ilustraciones. Pero siempre me ha parecido poco serio
imaginármelo así.
Eso me ha generado una cierta frustración,
desasosiego, ansiedad e, incluso, angustia, porque como creo que los objetivos
de la vida son dos, entender que todos somos uno y amar a Dios sobre todas las
cosas, me preguntaba, ¿cómo voy a amar a Dios si no le conozco?
Todo eso fue cambiando mientras entendía e
integraba en cada célula de mi cuerpo que Dios lo era todo y que vivíamos en
él, como el pez vive en el agua. El primer paso para ese entendimiento fue
comprender que en la luz del día podíamos encender una cerilla y ver su
resplandor. Asocié la luz del sol a Dios y la luz de la cerilla a cada uno de
los seres humanos.
¡Aleluya!, ya había entendido una parte, ya no
necesitaba tener una imagen de Dios, porque si Dios es todo, un árbol, un
pájaro, un pez u otro ser humano, son imágenes de Dios.
A partir de ahí comenzaba la segunda parte del
peregrinaje, aprender a amar a Dios.
Mi punto de partida fue el siguiente razonamiento, si
Dios lo es todo, amar a Dios significa amar a todo lo creado. Por lo tanto
cuando ame a todo lo creado estaré amando a Dios.
Prescindí de animales y plantas en el aprendizaje
del amor e intenté centrarme en los seres humanos, pero me pareció que intentar
amar de golpe a casi ocho mil millones de personas me parecía un trabajo
imposible de realizar y pensé, si un ingeniero empieza con cinco años a
aprender los números, y después las sumas, las restas, las multiplicaciones y
así, sucesivamente, hasta el último año de carrera, ¿por qué yo, en lugar de
comenzar a amar a todos los habitantes del planeta no comienzo por lo básico?
Llegué a la conclusión de que tenía que ser así y decidí que lo básico era mi
familia. Necesitaba amar a mi familia, pero no de una manera, que podríamos
considerar normal, como todos, con luces y sombras, no. Tenía que ser como Dios
nos ama. De manera incondicional.
Y en ese trabajo estoy, y mucho me temo que en esta
vida no voy a pasar de nivel. Sí, no os sorprendáis, no es tan fácil amar como
Dios nos ama.
¿Qué significa amar de manera incondicional?
Significa amar de manera absoluta, sin limitaciones y sin condiciones.
¿Es incondicional cuando pierdes la paciencia?, no
lo es.
¿Es incondicional criticar alguna actuación de tu
pareja?, no lo es.
¿Es incondicional elevar el tono de voz?, no lo es.
¿Es incondicional juzgar cualquier actitud?, no lo
es.
¿Es incondicional dar algo a cambio de…?, no lo es.
¿Es incondicional castigar con el silencio?, no lo
es.
¿Es incondicional una mentira, o una media verdad?,
no lo es.
¿Y si actuamos como Dios? Todos sabemos que la
mejor enseñanza es el ejemplo. Pues sigamos el ejemplo de Dios.
Dios nos da total y absoluta libertad, nunca se
ofende, nunca nos grita, para Él todo está bien, acepta todo lo que hacemos sin
juzgarnos ni criticarnos, nunca nos castiga ni pierde la paciencia, no hace
cambalaches con nosotros.
Ya sé, ya sé, estoy escuchando las críticas,
(porque no actuáis como Dios, claro), seguro que estáis pensando ¡si actuamos
así nuestros hijos nos comen! ¿Nos comemos nosotros a Dios?, seamos ejemplo de
amor para nuestros hijos, seamos ejemplo de amor para nuestra pareja. Se puede
enseñar con amor. Se puede reprender con amor. Se puede vivir con amor.
Sé por experiencia personal que es difícil. Yo
llevo tiempo embarcado en esa tarea. Para tenemos que intentarlo porque es la
única razón de la vida.
Amor por encima de todo
Qué fácil es mostrar tu amor al mundo, cuando este cumple al ciento por ciento tus expectativas. Lo difícil es seguir mostrando el mismo amor cuando el mundo te vuelve la espalda, cuando el mundo te engaña, cuando el mundo te traiciona. Y, sin embargo, es aquí cuando se demuestra tu autenticidad, es aquí cuando se puede valorar la calidad de tu amor.
lunes, 1 de abril de 2024
sábado, 16 de marzo de 2024
Calidad de amor