El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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martes, 10 de enero de 2023

¡Qué mala suerte!

 


¡Qué mala suerte tienen muchos bebés humanos!, que sus modelos no saben que todos somos seres divinos y que, como seres divinos, todos somos iguales, que no hay diferencia de sexo, ni de raza, ni de color, ni de religión.

              ¡Qué mala suerte tienen muchos bebés humanos!, que sus modelos no saben que no hay líneas divisorias en la Tierra, que las banderas son trapos ideados por los humanos, que la Tierra es de todos, que los recursos son de todos.

¡Qué mala suerte tienen muchos bebés humanos!, que sus modelos no saben que también son seres divinos y no pueden enseñarles a ellos a vivir su divinidad.

Sé que no existe la suerte, que es una elección, pero se lo haríamos más fácil si los que somos sus modelos, y sabemos de nuestra divinidad, defendiéramos la divinidad y la igualdad en cualquier foro, sin rubor y sin vergüenza.

 

viernes, 18 de noviembre de 2022

Recordar que somos para no sufrir

 


 

Jueves 18 de noviembre 2022

 

Escuché hace unos días una de esas verdades, con la que estoy, totalmente, de acuerdo, pero que me hizo reflexionar: “La primera razón del sufrimiento es el olvido de lo que, realmente, somos”.

Mi creencia siempre ha sido que venimos a la vida, de la materia, para recordar que somos seres divinos y para aprender a amar, de la manera que, estoy seguro, ya sabemos: amar como cuando no estamos aprisionados en el cuerpo.

Lo que nunca se me había ocurrido pensar es que una vez sabemos que somos seres divinos se acaba el sufrimiento.

La teoría dice que la razón por la que se tendría que acabar el sufrimiento es porque cualquier suceso que ocurra no afecta, o no debería de afectar a la persona, porque sabe de su divinidad y tiene plena conciencia de su eternidad, y de que todo lo que pueda ocurrirla solo es la espoleta que la va a llevar a otro nivel de conocimiento.

Tengo que confesar que yo estoy, plenamente, convencido de que soy un alma eterna e inmortal, que durante un instante de mi eternidad me he encarnado en la materia. Y, sin embargo, a pesar de esta creencia, sigo sufriendo. Es cierto que, muchísimo, menos que hace unos años. Pero aun sufro, con menos intensidad y con una corta duración en el tiempo, pero sufrimiento, a fin de cuentas.

Reflexionando sobre esto, he llegado a otra conclusión: No solo es necesario saber que soy un ser divino, es imprescindible integrar ese conocimiento en cada célula, para actuar, de manera automática, desde mi divinidad.

Por lo tanto, si yo sé y creo que soy un ser divino y sigo sufriendo, está claro que no he integrado ese recuerdo en mí.

Eso es terrible, pero más terrible es que no sé, muy bien, como hacerlo.

Podría ser que tengo arraigada otra creencia: Que el sufrimiento es necesario para iniciar un cambio. Y con las dos creencias instaladas en mis células va a ser difícil erradicar, completamente, el sufrimiento y, tendré que conformarme y alegrarme porque sea poco duradero en el tiempo.  

En fin, seguiré con mis reflexiones y mis intentos para cambiar mis creencias, en cada una de las células de mí cuerpo, pero si esto lo llega a leer alguien que sabe o cree saber la respuesta, le estaré, eternamente, agradecido si me da alguna idea.

lunes, 31 de octubre de 2022

¡Pobre sociedad!

 



          La sociedad está enferma.

En la actualidad, aparte de la invasión de Ucrania, hay otros seis conflictos mayores en el mundo y unos treinta de menos intensidad, es decir que en estos últimos no hay guerra declarada por el momento.

Los desplazados por estos conflictos son treinta y ocho millones de personas. Mil millones de personas pasan hambre, es decir, casi uno de cada ocho pasa hambre, de las que veinticuatro mil mueren a diario, en cientos de países del mundo.

El simple hecho de no haber nacido hombre supone una condena segura a una vida de subordinación, violencia y falta de derechos en muchos países. Son muchos los países y las personas homófobas, y hay un buen número de países en los que la homosexualidad es considerado un delito y en unos cuantos está penado con la muerte.

Y no hace falta mirar los grandes números, solo hay que voltear la cabeza para ver a nuestros conciudadanos discriminando por razón de color, de sexo, de religión, sólo hay que ver que los dirigentes que hemos elegido para velar por nuestros intereses, nos roban hasta la camisa, sólo hay que entrar en cualquiera de las sedes de las casi infinitas religiones para sentir verdadero terror por lo que podamos escuchar. Dejo la lista aquí, porque sólo quería poner un ejemplo de porque la sociedad está enferma.  

Y no es esto lo malo, lo peor es que va a seguir así hasta que sus componentes desbloqueen el acceso a su propio potencial, hasta que sean conscientes de su poder y de su divinidad. Desgraciadamente, hoy los miembros que componen cada sociedad no son conscientes de su poder de creación, desconocimiento que no impide que creen de manera permanente y en piloto automático la propia miseria en la que viven, bien sea física, mental o emocional. No impide que creen líderes políticos con pies de barro, líderes religiosos con el corazón de piedra o líderes sociales con mentes infantiles.

El pensamiento es creador, lo es la palabra, lo son las emociones, lo son los sentimientos, porque todo eso es energía, y solo hay que recordar que energías iguales se atraen. La miseria atrae más miseria, el dolor más dolor, la tristeza más tristeza, el miedo más miedo. 

De la misma manera que cada célula se reproduce tal cual sea el estado de la célula madre, la enferma duplicándose en células enfermas y la sana duplicándose en células sanas, los miembros de cada sociedad se reproducen según sea la creencia o el pensamiento social de dicha sociedad.

Y la reproducción de una sociedad no es otra cosa que la educación que los nuevos miembros de cada sociedad van recibiendo para poder desenvolverse en ella. La sociedad, al igual que la célula, hace clones de sí misma.  

Se educa para ser serviles y para permanecer dominados y en silencio. Se educa para vivir, en la mayoría de los países, en el engaño de que tenemos el poder mediante el voto democrático. Es mentira, porque al vivir dominados desde el exterior por el dinero, por el poder, por la religión y por la apariencia y, desde el interior, dominados por los instintos y por el miedo, es muy fácil engañar y manipular a los miembros de las distintas sociedades, ya que son analfabetos sociales, sino ¿cómo es posible que nunca acierten con un gobierno que realmente acabe con la pobreza, con la corrupción, con el engaño o con la inseguridad?, solo por citar alguno de los males que aquejan a casi todas las sociedades.

El analfabeto social puede hablar cinco idiomas, tener cuatro doctorados, haber realizado quince másteres, le puede salir el dinero por las orejas y ser el presidente de cualquier empresa o incluso del país, pero no sabe de su real y auténtico poder, no sabe de su divinidad, no sabe de su hermandad con todos los integrantes de su sociedad.

Si la educación que se recibiera fuera para ser felices, para potenciar el poder creador de los seres humanos y para tomar contacto con su divinidad, entonces los miembros de cada sociedad, si que podrían elegir libremente. A partir de entonces se acabaría con la desigualdad, con la pobreza, con el miedo, con las guerras y con la intolerancia

Hasta que eso no pase, la sociedad seguirá enferma, atemorizada, dominada y engañada.

viernes, 6 de marzo de 2015

¿Animales racionales?


Vivimos a pesar de nosotros mismos.
Hari Krishan

            Desde antes de nacer, el corazón del ser humano empieza a latir en el útero materno, y no lo deja de hacer hasta que el alma decide abandonar el mundo de la materia; de la misma manera que la respiración, que comienza en el mismo instante en que nos asomamos a la vida, y no termina hasta el momento del regreso a la Energía Divina.
            El corazón latiendo, siempre latiendo y la respiración siempre con su vaivén, nos atan a la vida, de manera autónoma, de manera automática, sin que seamos conscientes de que es esa respiración y ese latir, los que nos mantienen con vida.
Vivimos a pesar de nosotros mismos, a pesar de lo mal que tratamos a nuestro cuerpo y de rebote a nuestro corazón, a pesar de olvidarnos de como se respira, utilizando músculos que nada tienen que ver con la respiración.
            Y, a pesar de la importancia, de la importancia vital de nuestra respiración y del latir de nuestro corazón, pocas son las personas que dedican un momento en su día para comprobar cómo es esa respiración, o como late su corazón.
 
            Al igual que los seres humanos, los animales también respiran y también tienen un corazón que bombea de manera permanente, y como muchos seres humanos, ninguno de ellos es consciente de la maravilla que está ocurriendo en su cuerpo. Sin embargo, los animales, en su nivel dentro de la evolución, no saben que ellos también son más que ese cuerpo que sólo se puede dirigir por los instintos. No tienen una mente que razona, una mente que les puede llevar a preguntarse qué hacen en la vida, o qué diferencia hay entre la vida y la no vida.
            Los seres humanos, casi todos, en algún rincón de su mente, tienen la conciencia de que son algo más que el cuerpo, muchos creen que tienen, o que son, algo que se denomina alma, aunque como no se ve, no saben ubicarla, y no se identifican, en absoluto con ella.
            Todo eso, en cuestiones de vida, hace que esos seres humanos se diferencien en poco de los animales, ya que rigen el cuerpo por los mismos instintos con los que se rigen los animales, comen cuando tienen hambre, aunque muchos, al contrario que los animales, siguen comiendo después de saciada la necesidad de comer; beben incluso cuando no tienen sed, y en ocasiones bebidas dañinas para el cuerpo; y satisfacen, como los animales, sus necesidades fisiológicas de manera instintiva.
            En casi todas las cuestiones referentes al cuerpo, la diferencia entre el animal que se rige por los instintos, y el ser humano que tiene una mente racional, es mínima.
            ¿Cómo ser más humanos racionales y menos animales instintivos? Aunque resulte paradójico, lo podemos conseguir siendo conscientes del cuerpo. Y se es consciente del cuerpo sintiéndole, sintiendo sus sensaciones, sintiendo su respiración, sintiendo sus latidos. Es en esos momentos en que estamos sintiendo el cuerpo, cuando podemos despegarnos de él, cuando podemos, aunque sea por un instante, conectarnos con eso otro que realmente somos, con el alma. Es a partir de ahí, cuando no sólo nos despegamos del animal, sino que también nos despegamos del ser humano normal, para atisbar nuestra propia divinidad, convirtiéndonos, aquí en la Tierra en superhumanos, con todos nuestros poderes divinos desarrollados.
            No somos el cuerpo. El cuerpo sólo es, aunque de vital importancia, el vehículo del alma; el instrumento desde el cual tenemos que realizar nuestro trabajo de acercamiento a nuestra Divinidad, el instrumento para nuestro aprendizaje, el instrumento desde el que hemos de vivir todas las experiencias humanas, sin apegarnos a ellas. ¡Siéntelo!
 

jueves, 11 de septiembre de 2014

Alegría versus tristeza


            Los seres humanos somos capaces de recordar hasta la extenuación los momentos dolorosos de nuestras vidas. Los recordamos, los sufrimos y lloramos con su recuerdo, los contamos, unas veces nos corroe la rabia, otras la ira, hablamos de nuestro dolor sin venir a cuento, nos lamentamos, siendo incluso incapaces de sentir el dolor ajeno, porque “no es nada comparado con lo que me ha pasado a mí”.
Sin embargo, somos incapaces de recordar con parecida intensidad los momentos felices. Hasta diría que estos pasan por nuestra vida sin pena ni gloria. Después de unos momentos de euforia, caen en el olvido, hasta el extremo de que si nos piden que recordemos algún acontecimiento feliz de nuestra vida, podemos quedar dubitativos, tratando de descubrir alguno de esos momentos.
            De la misma manera nos comportamos ante la enfermedad, nos podemos pasar el día lamentándonos, sintiendo nuestro dolor, explicando a todo aquel que se cruza con nosotros lo mal que nos encontramos, lo infelices que nos sentimos, la mala suerte que parece haberse aliado con nosotros, y un sinfín de desgracias más. Pero cuando estamos sanos, no explicamos a todas las personas con las que nos encontramos, que estamos sanos, que nos sentimos bien, que vaya suerte la nuestra, que nos encontramos felices por la buena salud. ¿Por qué será?
 
            ¿Quiere decir esto que hay muchos más momentos de dolor que momentos felices en las vidas de las personas? No es así. Normalmente pasamos más tiempos neutros, sin episodios excepcionales ni de felicidad, ni de dolor, de la misma manera que pasamos más tiempo de nuestra vida, sanos que enfermos. Y llamo momentos neutros a momentos que, en realidad, los deberíamos calificar como excepcionales, como son el amanecer de cada día, ver una salida o una puesta de sol, sentir el canto de los pájaros, el olor de la tierra después de la lluvia, escuchar la risa inocente de los niños, sentir el abrazo de los que nos quieren, tener hambre y poder comer, y un sinfín de cosas más.
            Podemos llorar años la desaparición de un ser querido, pero no festejamos años el nacimiento de otro ser querido. Podemos lamentarnos mucho tiempo por la pérdida de un trabajo, pero no nos alegramos el mismo tiempo cuando lo encontramos y nos contratan. Podría seguir poniendo infinidad de ejemplos, pero no merece la pena, seguro que cada uno de vosotros puede pensar en su ejemplo favorito.
            Sabemos, al menos todos los que nos asomamos a esta ventana, que energías iguales se atraen, sabemos que somos lo que pensamos, sabemos que el Universo nos regala aquello que permanece en nuestra mente con una cierta intensidad. Pero, es igual, somos incapaces de cambiar nuestro pensamiento, somos incapaces de mantener los sucesos buenos en nuestra mente durante más tiempo que los malos, somos incapaces de ser felices. ¿Será que nos gusta el sufrimiento?, ¿Será que no terminamos de creernos que somos energía?, ¿Será que a pesar de todo nuestro conocimiento, somos incapaces de dominar a la mente?, ¿Será que practicamos poco la mucha teoría que atesoramos?, ¿Será que no habremos integrado en nosotros nuestra divinidad?, ¿Será que nos falta voluntad?, ¿Será que no tenemos carácter?, ¿Qué será?
 

lunes, 23 de junio de 2014

La verdad os hará libres


            Juan 8,32: Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: “Si os mantenéis firmes en mi doctrina sois de veras discípulos míos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
            ¿Cómo podemos hoy, que no tenemos a Jesús físicamente entre nosotros, aplicar a nuestra propia vida la frase “La verdad os hará libres”?, ¿Cómo podemos mantenernos firmes en su doctrina, cuando sus interlocutores, (las religiones), la han denigrado tanto?, ¿Es necesario conocer alguna verdad?, ¿Somos realmente libres?
Personalmente creo que ni somos libres, ni conocemos la verdad, porque vivimos una vida de engaño, vivimos una vida de esclavitud, sin necesidad de grilletes. Vivimos prisioneros de la sociedad de consumo, vivimos prisioneros de las religiones, vivimos prisioneros de los políticos, vivimos prisioneros de los medios de comunicación, vivimos prisioneros del qué dirán, vivimos prisioneros de la enfermedad, vivimos prisioneros de nuestras creencias, vivimos prisioneros de nuestras carencias, vivimos prisioneros de nuestras propias mentiras, vivimos prisioneros de nuestra propia mente.
            Es normal que nos engañe la sociedad, necesita de nosotros para que consumamos cada vez más, y nos dejamos engañar creándonos falsas necesidades. Es normal que nos engañen los políticos, necesitan nuestro voto para seguir medrando, y nosotros, desmemoriados, se lo damos. Es normal que nos engañen las religiones, necesitan socios atemorizados para su subsistencia. Es normal que vivamos prisioneros de los medios de comunicación, también nos necesitan para vender más. Pero que nos engañemos a nosotros mismos, es imperdonable.
          

                Y nos engañamos a nosotros mismos cuando nos creemos que somos “Fulanito de Tal” y que tenemos que ser cada vez más importantes, aunque para ello tengamos que pisar a quien esté delante de nosotros. Nos engañamos a nosotros mismos cuando vemos a alguien como nuestro enemigo, o como nuestro rival. Nos engañamos a nosotros mismos cuando criticamos, cuando juzgamos o cuando envidiamos a cualquiera que pase por nuestro lado. Nos engañamos a nosotros mismos con el sufrimiento, la tristeza, la ira o el desamor, creyendo que la vida es sufrimiento y que es normal que nos arrastre al dolor. Nos engañamos a nosotros mismos cuando buscamos la felicidad en el exterior, sin saber que ya la tenemos y está en nuestro interior.

            Por lo tanto hemos de dejar de autoengañarnos, y por supuesto, no creer en los cantos de sirena de la sociedad, de los políticos, de las religiones, de las modas, que nos mantienen esclavos de sus dogmas, de sus engaños y de sus opiniones, y buscar la verdad para conseguir la auténtica liberación.
            Aunque es muy posible que ya seamos conocedores de la verdad, y que todo lo que tengamos que hacer sea integrar esa verdad.
El primer eslabón de la verdad es, sin lugar a dudas, nuestra procedencia y nuestro destino, y muy pocos son, al menos de los que se asoman a esta ventana, los que alberguen alguna duda de su divinidad, de su procedencia divina y de su vuelta a Dios. Sin embargo, a pesar de ser conscientes de que somos hijos de Dios, no actuamos como tal, actuamos siguiendo los impulsos de la materia, los impulsos del exterior, queremos poseer cada vez más, más dinero, más prestigio, más poder. Eso es vivir una mentira, eso es vivir encadenados a algo que no somos. Empecemos a vivir nuestra divinidad y empezaremos a sentir lo que realmente es la libertad.
El segundo escalón de la verdad es el equipaje que hemos de llevar en el recorrido de nuestro camino divino, en nuestro deambular por la vida. Ese equipaje no es dinero para entrar en los paradores del camino, no es alegría para tatarear los temas de moda mientras manejamos por nuestro camino, no es felicidad, no es paz, solo es amor. El amor nos va a suministrar todo aquello que necesitemos. Creemos, erróneamente, que comenzamos el camino con las alforjas vacías, y que hemos de ir encontrando amor, alegría, felicidad, paz o serenidad, según vamos caminando por la vida. Tremendo error, nada que realmente merezca la pena lo vamos a encontrar fuera de nosotros mismos.
Vivir el amor en nuestra divinidad, es la auténtica verdad que nos va a permitir ser realmente libres. Porque desde esa libertad entenderemos que todo es correcto, que todo está bien, que nada importa, excepto hacer a los demás participes de nuestra felicidad.

viernes, 13 de junio de 2014

Cambia tu realidad


                El Libro de Oro de Saint Germain, (cuya lectura recomiendo), comienza diciendo que “La Vida, en todas sus actividades, donde quiera que ella se manifieste, es Dios en acción. Es por la falta de conocimientos en la forma de aplicar el pensamiento-sentimiento, que los seres humanos están siempre interrumpiéndole el paso a la Esencia de la Vida. De no ser por esa razón, la Vida expresaría su perfección con toda naturalidad y en todas partes.
            La tendencia natural de la Vida es Amor, Paz, Belleza, Armonía y Opulencia. A ella le es indiferente quien la use y continuamente está surgiendo para manifestar de más en más su perfección, y siempre con ese impulso vivificador que le es inherente.
            YO SOY es la actividad de la Vida. Cuando decimos YO SOY, sintiéndolo, abrimos la fuente de la Vida Eterna para que corra sin obstáculos a lo largo de su curso; en otras palabras, le abrimos la puerta ancha a su flujo natural”.
            ¿Cómo funciona el pensamiento, que es capaz de impedir el paso a la Esencia de la Vida, a la perfección de la Vida diseñada por Dios, a la Esencia Divina o a la manifestación de Dios en todos los aspectos de la Vida?
Los pensamientos no aparecen porque sí en el cerebro. Los pensamientos son como nubecitas que se encuentran alojados en una de las capas del aura, concretamente en una que se denomina cuerpo mental, y es en él donde se desarrollan los poderes de la mente, donde se desarrollan los pensamientos, incluso la memoria y la imaginación.
Todas las personas tenemos, prácticamente, los mismos pensamientos en el cuerpo mental, con diferencias de matices. Con un ejemplo veremos claro cuáles son esos matices. El pensamiento de divinidad para un cristiano será Jesús, mientras que para un budista será Buda, o para un hinduista será Krishna. Sin embargo, el pensamiento de divinidad estará inherente en los tres.
La pregunta lógica sería: ¿Si todos tenemos alojados en nuestro cuerpo mental los mismos pensamientos, porque unas personas tienen pensamientos que les llevan al sufrimiento y otras personas, (las menos), tienen pensamientos que les llevan a la felicidad?
 
Los pensamientos se denominan formas de pensamiento, y para expresarse viaja el pensamiento desde el cuerpo mental hasta el cerebro. Cada vez que tenemos un pensamiento se genera una energía que viene determinada por el tipo de pensamiento. Esa energía, por un lado, afecta al cuerpo emocional de la persona generando un sentimiento o una emoción determinada, y por otro lado engorda a la forma de pensamiento original.
No es necesario decir, que cualquier emoción tiene su inicio en el pensamiento. Ansiedad, estrés, miedo, tristeza, alegría, carencias, etc., etc., son solamente producto de nuestro pensamiento. Y son justamente nuestra colección de emociones las que determinan la vida. Son esas emociones las que bloquean el libre fluir de la tendencia natural de la Vida, que decíamos al principio que es Amor, Paz, Belleza, Armonía y Opulencia.
Pero aun hay más. La forma de pensamiento se va haciendo mayor cada vez que tenemos el mismo pensamiento. Puede llegar a crecer hasta tal punto que se forme lo que se denomina entidad de pensamiento. La entidad de pensamiento tiene conciencia propia, una conciencia muy rudimentaria  que la hace querer vivir. Y para vivir, su alimento es la energía que se genera cada vez que se tiene el mismo pensamiento, por lo que la entidad de pensamiento va a descargarse en el cerebro de manera persistente para que se genere la energía que necesita para su existencia. Los pensamientos circulares, los pensamientos repetitivos, los pensamientos obsesivos, sólo son entidades de pensamiento.
Por supuesto la energía generada se va acumulando en el cuerpo emocional de la persona, llegando, con el tiempo, a afectar físicamente a la persona. Nuestra salud también es fruto de nuestros pensamientos.
Decir, “no sé”, “no puedo”, “no tengo”, “estoy enfermo”, y frases similares son una especie de grilletes que le vamos poniendo a nuestra vida. Y la vida, ante nuestra insistencia se encarga de que no sepamos, de que no podamos, de que no tengamos o de que enferme nuestro cuerpo.
¿Qué hacer para cambiar la tendencia?, ¿Qué hacer para que la Vida se manifieste en toda su grandeza? Pues…. CAMBIAR EL PENSAMIENTO.
 Pero, ¡Es tan difícil cambiar el pensamiento!, el pensamiento no se puede cambiar de la noche a la mañana, porque los pensamientos a los que estamos habituados viajan al cerebro una y otra vez, a pesar de todos nuestros esfuerzos para que eso no suceda, por lo tanto, para cambiar los pensamientos, que llegan de manera inconsciente, hemos de hacerlo conscientemente.
Hemos de dejar de dar poder a las condiciones exteriores, hemos de dejar de dar poder a personas, a lugares, a cosas, a deseos, a creencias, y darle el poder a quien lo tiene realmente, hemos de reconocer y aceptar la presencia de Dios, ya que El es todo salud, todo amor, todo abundancia, todo paz. Y la manera de hacerlo es repetir en nuestro interior machaconamente, YO SOY, o YO SOY HIJO DE DIOS. No se trata de repetirlo una, dos ó tres veces, se trata de repetirlo horas si realmente queremos cambiar la dinámica de nuestra vida. Hemos de tener en cuenta que hemos de invertir la fuerza de pensamientos que llevan con nosotros toda una vida.
YO SOY es Dios en acción, y cuando pensamos YO SOY significa que sabemos que tenemos a Dios trabajando y expresándose en nuestra vida.
Se trata de formar entidades de pensamientos positivas, entidades de pensamiento de alta vibración, que como las negativas también quieren vivir y se van a descargar en el cerebro para expresarse una y otra vez. Sin embargo, hasta que eso suceda, hemos de trabajar de manera consciente para hacer que las entidades negativas vayan perdiendo poder.
¡Adelante! y ¡Suerte!

 

martes, 11 de marzo de 2014

Seres racionales


            La inteligencia sin amor te vuelve perverso.
El dinero sin amor te vuele avaro.
El poder sin amor te vuelve tirano.
Clint Eastwood.
Tenemos múltiples semejanzas con los animales irracionales, pero también tenemos algunas diferencias. La más importante de las diferencias es la inteligencia, inteligencia que es bandera de nuestra racionalidad, inteligencia que le permite al ser humano preguntarse sobre su existencia, o sobre su futuro, inteligencia que le permite reflexionar sobre la causa del sufrimiento, o en cómo aplicar el aprendizaje recopilado por sus enseñanzas a lo largo de su vida para solucionar problemas nuevos, inteligencia que le permite expresarse y comunicarse, etc., etc.
            La inteligencia, por si sola, no es significativa de nada, ni en la vida física, ni en la vida emocional, ni en la vida espiritual. Porque la inteligencia, en sí misma, no lleva aparejada ni la felicidad, ni la alegría, ni la riqueza material, ni la paz interior. Es al servicio de quien está la inteligencia, lo que determina como es la vida, y la muerte de la persona.
            La inteligencia al servicio del miedo nos llevará a un mundo de dolor, a un mundo de sufrimiento, a un mundo de ansiedad, a un mundo de amargura. La inteligencia al servicio de los instintos nos llevará a un mundo de hábitos desbocados, a un mundo de lujuria, a un mundo de avaricia, a un mundo de miseria, a un mundo de desigualdades. La inteligencia, sin embargo, al servicio del amor nos llevará a un mundo de paz, a un mundo de alegría, a un mundo de servicio, a un mundo de justicia social.
            Dejar la inteligencia al servicio del miedo o de los instintos, es como dejar de usar la inteligencia, y ¿Qué pasa si un ser humano, es decir, un animal racional, deja de usar su inteligencia?, ¿Cuál es entonces su diferencia con los animales irracionales? Ninguna, ya que un ser humano que no utiliza su inteligencia, difícilmente puede utilizar su voluntad, con lo que todas sus acciones estarán dirigidas por sus instintos, igual que los animales irracionales.
            Una parte muy importante de nuestra sociedad ha dejado su inteligencia al servicio del miedo y de los instintos, sin ejercer ningún tipo de control sobre su inteligencia, lo cual es aprovechado por otra parte, muy pequeña de la sociedad, (políticos, religiosos, personas influyentes), con la inteligencia al servicio de sus propias mentes o al servicio de la materia, para controlar a los primeros. Todos, los unos y los otros, han conseguido una sociedad con el resultado de todos conocidos: Guerras, dolor, muertes, sufrimiento, enfermedad, tristeza, corrupción, abusos, hambre, miseria.
            Es el uso razonable de la inteligencia, la inteligencia al servicio del amor, lo que permite al ser humano hacerse consciente de su origen, de su vida y de su destino, es lo que permite al ser humano vivir conscientemente en el amor, es lo que permite al ser humano gozar de una vida plena, sin dolor, sin sufrimiento, sin amargura, es lo que permite al ser humano vivir en sintonía con su propia divinidad.

sábado, 8 de febrero de 2014

Volver al Origen


  El arte de vivir (III)
              Es mucho lo que la humanidad ha sufrido por la pérdida del contacto directo con el Origen, por la pérdida del contacto directo con Dios.
            Civilizaciones desaparecidas hace miles de años tenían ese contacto, pero por causas desconocidas para la humanidad actual, de la noche a la mañana se perdieron sus enseñanzas, su sabiduría y su manera de vivir con su destrucción.
            A lo largo de la historia de la humanidad ha habido Grandes Seres, (Buda, Zaratustra, Jesús, Mahoma, Abraham), que de manera independiente mantuvieron ese contacto Divino, es decir, vivían permanentemente en un estado de conciencia expandida.
            Sin embargo la enseñanza de esos Grandes Hombres no fue del todo entendida, e incluso, en la mayoría de los casos, su enseñanza fue malinterpretada y tergiversada por los que se proclamaron y se siguen proclamando, como sus sucesores, por lo que su mensaje, que no era otro que el despertar de las conciencias, no llegó al corazón de las gentes, quedando en la superficie de las conciencias, casi como una anécdota más, o como una fecha en el calendario, que podemos rememorar y celebrar cada año, habiéndose convertido en un vodevil consumista.
            En la actualidad existen también seres independientes, escritores, investigadores de antiguas civilizaciones, expertos en filosofía oriental, expertos en religiones, maestros de yoga, guías de meditación, entre otros, que también lo intentan, pero la sociedad actual los engulle dentro de su acervado capitalismo, para convertirlo, más o menos disfrazado en un nuevo negocio, “el negocio espiritual”.
            La teoría para volver a conectarnos con el Origen, para volver a conectarnos con Dios, es sencilla, e incluso la práctica para conseguirlo, no parece excesivamente difícil. SOLO ES CUESTIÓN DE CREENCIA, solo es cuestión de creer que todo es Dios, y de manera inmediata, nos veremos imbuidos por la Energía Divina.
            Sentir el canto de Dios en el trinar de los pájaros, sentir el Soplo Divino cuando las rachas de viento golpean en la cara, creer que nos sentimos en el Útero Divino cuando entramos en la inmensidad del océano, sentir los Latidos de Dios cuando nuestro corazón se acelera se la cima de una montaña, ver la Mano Creadora de Dios en la apabullante hermosura de la Naturaleza, comprender la perfección de Dios en el Orden del Universo, son sólo algunas de las maneras para impregnarnos, poco a poco, en la Energía Creadora.
            Nuestra esencia tiene el mismo origen que el Poder Creador de las montañas, de los océanos, de la naturaleza. La vida, en todas y cada una de sus múltiples formas, procede de Dios.
            La vida no es un accidente fortuito y aislado para cada ser. La vida no comienza con la concepción de un cuerpo, ni finaliza con la destrucción de este. La vida es una experiencia continua de una forma de energía, que denominamos conciencia. La conciencia no es más que el conocimiento que cada tiene de lo que es. Sin embargo, la conciencia puede encontrarse en diferentes estados, desde el aletargamiento más absoluto, en el que el ser humano se cree que es un ser independiente, separado de todo, en el que tiene que defender su espacio, hasta la expansión total, en el que el ser vive y actúa, desde el conocimiento de su conexión con todo lo creado, desde su conexión con Dios. En uno y otro estado, podemos encontrar un sinfín de variantes que determinan el acercamiento o la lejanía que cada ser tiene con el Origen.
            Existen organizaciones desconocidas para el mundo, independientes de los gobiernos del mundo, independientes de países y religiones, que son los que realmente mueven los hilos de las conciencias, son los que realmente mueven los hilos de la sociedad, manteniendo a esta bajo un régimen dictatorial, bajo el régimen del miedo, que es el extremo más alejado del Creador, es el opuesto a la Verdad, es el opuesto al Amor, que es la esencia de cualquier forma de creación. Pero como lo único que persiguen es mantener subyugada a la sociedad, no hay mejor método para la subyugación que el miedo, y a su través van moviendo a las masas hacia el lugar que les interesa para conseguir sus objetivos, que no son otros que la dominación de la sociedad para llenar sus bolsillos, como si fueran “materia eterna”, ya que sus mentes es posible que sean privilegiadas, pero sus conciencias se encuentran en la oscuridad más absoluta.
            Estas organizaciones en la sombra, envuelven el miedo en papel de regalo, y con eso que parece un regalo pueden conseguir de la sociedad cualquier cosa, porque esta no piensa, porque la sociedad vive aletargada, y es muy fácil dirigir al durmiente. Con el mismo papel de regalo envuelven a la sociedad, diciéndoles lo que está bien y lo que está mal, y que para conseguir el bien deben seguir sus directrices, y el pueblo las sigue, llegando a comer arena del desierto, si eso es lo que les venden.
            En su pseudoventa, explican que ha de hacer la sociedad para conseguir la felicidad, que es lo que todo ser humano busca desesperadamente, y eso que enseñan es justamente lo contrario de lo que se debería hacer para ser feliz, pero la sociedad dormida, será capaz de ir al desierto para beber la arena que les venden, sin llegar, tan siquiera, a dudar de si es correcto o va en contra de sus propios intereses.
            La espiritualidad se ha mercantilizado, y la espiritualidad, que no es más que ser conscientes, no es un asunto de mercadeo. Es un asunto de creencia.
            Y la creencia tiene un primer peaje: Para unirse al Origen, primero ha de conocerse cuál es ese Origen. Difícilmente se puede ir del punto A, al punto B, si el punto B no se conoce. Primero ha de conocerse, después creer que es posible llegar, integrarlo, es decir aprender el camino para comenzar el viaje.
            El avance, es entonces seguro, caminando bajo la premisa de actuar sobre  lo que ya somos. Somos hijos de Dios, y cada paso que demos en ese convencimiento, es un paso seguro. ¿Cómo caminan los hijos de Dios?, caminan amando, respetando, sirviendo, viéndose a sí mismos, a cada paso, reflejados en el otro. Casi toda la ayuda que nos venden, incluso gentes de buena voluntad, ayuda, pero no es imprescindible, y si tan siquiera necesario, porque el croquis del camino ya está integrado en nosotros, no necesitamos comprarlo. Porque el hábito no hace al monje, al monje le hacen sus acciones.
            ¡Por sus acciones les conoceréis!, dijo Jesús. No es necesario vestirse de blanco, ni de amarillo, ni de morado.  No es necesario asistir a las mejores escuelas de yoga, ni a los oficios religiosos, no es necesario aislarse en una gruta, ni asistir a cursos y conferencias. El movimiento, como decía Zenón de Elea, se demuestra caminando.
            Cree, ama y actúa desde el Amor. Todo lo demás llegará por añadidura.          

jueves, 5 de septiembre de 2013

Mensaje para la Tierra (1)


            Llega un momento en la vida de todos los mortales, o casi mejor, me atrevería a decir en la muerte, en el que se acaba su ciclo en la materia. Será la última muerte del cuerpo habitado por el alma inmortal. Alma que ya ha conocido muchas vidas y muchas muertes. Y será así, porque habrá terminado definitivamente de limpiar todo su Karma, no la deberán nada, ni nada deberá, no tendrá asignaturas pendientes porque estará en poder de todo el Conocimiento, Conocimiento por el que el Ser sabrá que no es un ente independiente, sino que es una parte de un Todo, y de que ese Todo es una parte de él, una parte imprescindible, ya que sin él, el Todo no sería tal, sería incompleto.  
            A partir de entonces, el alma inmortal proseguirá su camino, su trabajo, su crecimiento, su acercamiento a Dios. ¿De qué manera? No lo sabemos, o yo al menos, no lo sé y tampoco nadie me lo ha dicho, pero no creo que sea muy importante saberlo, bastante tenemos con intentar saber cuál es el trabajo a realizar en la Tierra, para llegar a ese estado.
            No es muy normal ni habitual, que las almas que han llegado a ese estado de conciencia en el que ya no necesitan volver a la vida física, decidan encarnar de nuevo. Pero si es cierto que alguna vuelve, en contadas ocasiones, como un servicio, posiblemente uno de los mayores que un alma pueda realizar para con sus hermanos, retrasar su propia evolución y su camino más allá de la materia para ayudar a otros en su crecimiento.
            Acabo de conocer a dos de esos seres, que no necesitando volver a la Tierra han decidido hacerlo, para según sus palabras: “De corazón, enseñar de nuevo como se hacen las cosas”. Son seres normales, con sus problemas, con sus emociones, con sus familias, con sus trabajos, con sus miedos, con sus preocupaciones, con sus dudas, sobre todo con sus dudas, llevando la carga de su humanidad y preguntándose quedamente, ¿Qué estamos haciendo aquí?, ¿Porqué no volvemos a casa?, aunque sin tener nada claro como es esa casa a la que tanto añoran. En el tiempo, (no mucho), que hace que les conozco,  ya les he oído decir en más de una ocasión, “Soy feliz, pero no me importaría morir ya”.
            Lo primero que se me ocurrió preguntarles es que como habiendo consumido totalmente su Karma, pueden tener alguno en esta vida, y como habiendo alcanzado la Iluminación, pueden tener miedos, vicios, dudas, etc., como cualquiera de los mortales. La respuesta fue que todo lo tienen prestado. Al planificar su vuelta a la Tierra necesitaban volver en las mismas condiciones de los hermanos a los que iban a ayudar, ya que si volvían en plan de santidad, (podían hacerlo), las personas a las que se acercaran para enseñar cómo se hacen las cosas, pensarían: “Así cualquiera, lo difícil es hacerlo desde nuestra posición de humanos con defectos y no de santos”. Ellos definieron ese préstamo como si alguien tuviera que asistir a un evento y no tuviera terno, (traje), y solicitara uno prestado, para devolverlo al final del evento.
            También se me ocurrió preguntar qué pasaba con el Karma que pudieran generar, ya que al vivir una vida total y absolutamente humana es muy posible que realizaran acciones, hablaran, o tuvieran pensamientos generadores de Karma. Para desgracia suya, lo tienen que pagar en esta vida, ya que cuando mueran han de marchar completamente limpios. Es una especie de Karma-Exprés. Los dos tienen problemas físicos, que se agudizan, en algunos casos con dolores extremos cuando han de limpiar algún Karma generado.
            Aunque supongo que no deben de generar mucho, porque una característica que les define, posiblemente la más importante, en los dos, es su bondad, es como si hubieran traído su santidad en  algún rincón de su corazón. Bondad nada entendida, ya que lo primero que dice la gente al tropezarse con esa bondad, es: “Este es bobo”.
            Los dos han nacido en familias humildes, de clase media baja, nada espirituales, y ni tan siquiera religiosas en exceso, son familias católicas que ni tan siquiera cumplen con el precepto de misa dominical. Van a la iglesia, como mucha gente, en bautizos, comuniones, bodas y entierros. Han sido familias solicitadas por ellos: “Que no sean nada espectacular, que sean del montón”.
            Uno de ellos se encuentra casi en la mitad de su vida, y el otro ya ha cubierto dos tercios de ella, y por supuesto dedican su vida a los demás. No me han permitido dar más detalles, ni de quienes son al otro lado de la vida, ni a que dedican su tiempo en esta, ya que si hablo de su trabajo podrían ubicarles y no tienen ninguna intención de que eso suceda, al menos por el momento.
            Cuando les he pedido que me digan cuales es su mensaje, o aquello que han venido a recordar, como ellos dicen, han sido realmente escuetos, han enumerado una serie de conceptos, archiconocidos, que iré plasmando en siguientes entradas.
            Continuará………..
 

sábado, 4 de mayo de 2013

Devachan: La morada de los ángeles


            El Devachan es la morada de los ángeles, y no es un lugar, es un estado de conciencia. Loa ángeles no necesitan de un espacio físico donde vivir, porque no tienen cuerpo. Los ángeles son energía, son una chispa divina, una chispa eterna e indestructible, su vida es conciencia, por lo tanto, su morada, no es ni más ni menos que un estado de conciencia.
            Al igual que los ángeles, los seres humanos también somos una chispa divina, una chispa divina eterna e indestructible, por lo tanto nuestra vida no se circunscribe a la vida en el cuerpo, va más allá, llega a la eternidad, como los ángeles. Como escribía Manly Palmer Hall autor canadiense sobre el ocultismo, la mitología y las religiones, que vivió en los últimos años del siglo XX: “Si hay una chispa divina en cada ser humano, no hay razón para presumir que Dios en la Naturaleza vive para siempre, pero en el ser humano está siempre muriendo”.
            Efectivamente, el ser humano solo deja en la Tierra lo que distingue su humanidad: el cuerpo físico, pero el Ser, esa chispa divina, es indestructible y vive para siempre.
            Es curioso que la gran mayoría de seres humanos, de una forma u otra crean en esta eternidad, porque creen en la inmortalidad del Alma y, sin embargo, tienen miedo a la muerte. El miedo a la muerte sólo es una muestra de que su creencia en la inmortalidad del Alma es intelectual, y no está integrada en el Ser, es una muestra de la desconexión que el ser humano tiene con su Alma.
            Cuando el ser abandona su parte de humano, es decir, abandona el cuerpo, bien podríamos decir que estamos más vivos que nunca porque al perder la identificación con el cuerpo físico, no tiene las limitaciones que este impone.
            Liberados de oír, ver y sentir a través de los órganos del cuerpo físico, el ser experimenta dentro de sí un poder que le permite la comprensión total de cualquier situación.
            Y después de un paso más o menos largo por los planos astral y mental inferior, según la evolución del ser, este entra en lo que va a ser su morada hasta una nueva encarnación: el plano causal o Devachan, la morada de los ángeles, el cual es un estado del Ser en el que se siente una inmensa felicidad, nada comparado a la persona más feliz sobre la Tierra.
            En este plano, sólo le basta al Ser con pensar en algún lugar para encontrarse allí de inmediato. Le basta con pensar con alguien muy querido, para encontrarse de inmediato en su presencia. Los malentendidos son imposibles. Es un mundo de luz donde el Ser asimila y transmuta en facultades las experiencias y aprendizajes de su última vida en la Tierra.
            La duración de su estadía en este plano está condicionada por sus necesidades evolutivas. Pronto la imperiosa necesidad de una nueva vida lo llevará de nuevo a la Tierra dentro de un cuerpo.
            Este plano es lo más cerca que el ser humano se encuentra de la Divinidad, en tanto en cuando prosigue su crecimiento, hasta que se de por concluido su aprendizaje en la Tierra.
            Es apasionante. 
 

sábado, 22 de diciembre de 2012

La nueva religión


Capítulo II: La nueva religión
Cuando hago el bien, me siento bien;
cuando hago el mal, me siento mal, y esa es mi religión.
Abraham Lincoln
Vivir desde el corazón, es vivir el Amor, y el Amor es la base de la nueva religión en esta Era de Acuario, que recién comienza.
Pero antes de iniciarnos en la nueva religión, tenemos que hacer un repaso de las actuales. No sé si alguien sabe realmente cuantas religiones hay en la actualidad, ¿Cientos?, ¿Miles? En algún sitio he leído que existen tantas religiones como personas, y es posible que haya algo de razón en tal aseveración, porque muchas personas se confiesan seguidores de una u otra religión, pero también confiesan que no practican las reglas que su religión impone. Pero por si no fuera suficiente el reconocimiento de su falta de cumplimiento, si se observa el comportamiento de muchos seguidores de cualquier religión, tampoco parece muy coherente con los principios que su religión exige. Por lo tanto, si no realizan las prácticas y si su modelo de vida no es acorde a los preceptos de su religión, ¿Qué clase de seguidores son?
Creo que es imposible conocer los postulados de todas, pero leyendo y analizando las más importantes, se puede comprobar que predican grandes enseñanzas, y que existen bastantes semejanzas entre ellas, pero también tienen grandes lagunas, difícilmente aceptables. Una de las más importantes es la discriminación en casi todas las religiones más conocidas. Porque si predican que se ha de amar al prójimo, ¿Cómo pueden los mismos dirigentes discriminar al prójimo, por razón de sexo, por razón de raza o por pertenencia a otra religión, sólo por citar los más importantes? Otra podría ser su afán por atemorizar con castigos terroríficos, si no se cumplen las reglas, las normas, los principios, los preceptos, los mandamientos, o como deseen llamar a todas las exigencias que dictan a sus seguidores. El no cumplimiento de esas normas genera lo que se denomina pecado.   
Algunas de las definiciones de pecado son:
·         Transgresión voluntaria de un precepto tenido por bueno.
·         Trasgresión voluntaria de los mandamientos religiosos o divinos.
·         El pecado es una ofensa a Dios. Es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo.
·         Desviación moral del ser humano que lo lleva a una conducta ofensiva a los ojos de Dios. El pecado impide la relación con Dios.
·         Acción deliberada y engañosa, contraria a la voluntad de Dios expresada en la Ley. 
El Hinduismo, sin embargo, no percibe al pecado como un crimen contra Dios, sino como un acto contra el dharma, (orden moral), y contra el propio ser de uno. 
El concepto de pecado, no existe tampoco en las enseñanzas de Buddha. En sus enseñanzas existe el concepto de acción-reacción, (karma), es decir que nuestros actos traen consecuencias. Observar la motivación y la intención de nuestras acciones y mantenerlas apegadas al amor compasivo evita la acumulación de karma negativo.
Resumiendo, se ofende a Dios en religiones como la cristiana, judaica e islámica, por citar algunas de las más conocidas, pero no se le ofende en otras, como el hinduismo o el budismo, aunque el budismo no sea exactamente una religión.
¿Quiere esto decir, que si un hinduista realiza una acción que en la moralidad cristiana se cataloga como pecado, Dios no lo tiene en cuenta?, o ¿Sí lo tiene en cuenta sin que lo sepa el hinduista y, por lo tanto, le condena sin que él sepa que está pecando?, o ¿Lo tiene en cuenta para el cristiano, condenándole al fuego eterno, y no para el hinduista?
¿Cómo puede ser que siendo Dios Único, y siendo todos nosotros Sus hijos, se comporte de manera tan extravagante en función de la creencia de la persona?, ¿Cómo puede ser que publiciten el viaje para llegar a Él por caminos tan distintos?, ¿No será un intento de dominio y manipulación de unas personas sobre otras? ¿No será el pecado sólo un intento más de ese dominio y esa manipulación de las distintas religiones, a través del miedo?
La realidad es que no existe el pecado. Dios no se ofende por nada de lo que los humanos podamos hacer, decir o pensar, y no se ofende porque Dios es Amor, Dios nos ama sobre todas las cosas, y Él sabe, mejor que nadie, que lo que hagamos, digamos o pensemos los humanos, es cosa del ego, no del alma. Para Dios somos como un bebé para su mama, no hay nada que perdonar al bebé, porque nada de lo que haga ofende. Somos bebés de Dios, estamos creciendo, y de la misma manera que el bebé está aprendiendo a vivir en la vida física, nosotros estamos preparándonos para vivir la vida eterna. Y en ese aprendizaje, podemos cometer errores, que no pecados.
Esos errores son necesarios, no, más que necesarios son imprescindibles para que el alma asimile la experiencia. Difícilmente se aprende cuando todo está bien, se aprende de los errores. A veces, caemos en el error más de una vez, pero no importa, lo importante es rectificar ese error, es aprender, para que una vez aprendido, no vuelva a repetirse. Dios, ante nuestro error, en su Magnífica Bondad, sólo debe de esbozar una sonrisa, como diciendo: “Vaya, otra vez”; igual que cuando la mamá tiene que limpiar a su bebé una y otra vez. Pero es, precisamente de esos errores, de donde va a salir el afianzamiento de la experiencia para el alma. Experiencia que una vez asimilada va a hacer que nunca más se repita el error, ni en esta, ni en ninguna otra vida. Lo que se ha aprendido, se conserva para la eternidad.
Aunque no exista el pecado y no seamos condenados al fuego eterno que prometen las religiones, nuestras acciones, si que tienen consecuencias, tanto en nuestra vida física, como en nuestra vida fuera del cuerpo. A cada acción le corresponde una reacción, y esta teoría científica, sí que está recogida no sólo en las religiones que postulan por el pecado, (aunque no les interesa publicitarlo), sino también, por todas aquellas que no lo contemplan. Ni el más mínimo pensamiento queda fuera de esta ley, hemos de recordar que el pensamiento es energía.
Es esta cadena de acciones y reacciones, de caer en el error, levantarse, rectificarlo y aprender, la que nos ata a la rueda de nacer y morir, una y otra vez. ¿Hasta cuándo?, pues hasta que nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos, sean sólo impulsados por el Amor, pero sin deseos, sin apegos, sin esperar nada a cambio, ni recompensas, ni felicitaciones.
Si Dios es Amor, y nos ama sobre todas las cosas, no puede más que desear para nosotros el bien, y si los que se califican como sus representantes no vibran en su misma sintonía, es posible que sean unos farsantes. Sus auténticos representantes deberían amar sobre todas las cosas y desear únicamente el bienestar físico, mental, emocional y espiritual, de todos, no sólo de los que siguen sus normas; y en vez de perder su tiempo atemorizando, a todo lo que se mueve, con horrores eternos si no hacen lo que ellos predican, podrían dedicar su vida a enseñar a amar y a servir a todos, que es la auténtica y verdadera enseñanza de los Grandes Seres de los que se proclaman sus representantes.
Las religiones actuales, han tenido, sin duda, un papel importante en el devenir de la humanidad mientras esta estaba dormida, pero una parte de esa humanidad, aunque aun no muy representativa todavía, está entreabriendo los ojos a una nueva realidad. Estamos en el inicio de una nueva era, de una nueva civilización, y las estructuras de poder conocidas, las religiones entre ellas, han quedado obsoletas, necesitamos nuevas estructuras y nueva religión. No nuevas religiones, necesitamos sólo una, porque solo hay un Dios, porque todos somos hermanos que caminamos en busca del Padre, necesitamos una religión que vibre en la sintonía de Dios, una religión que se base en el Amor.
¿Qué pasará con las actuales religiones? Pues………. Mucho me temo que, más tarde o más temprano, no les va a queda más remedio que desaparecer, ya que  cuando los seres humanos vayan despertando y sean conscientes del gran engaño que los hombres han montado alrededor de la vida de los Grandes Seres aprovechando su sueño, se separarán de las religiones, dejando a estas sin seguidores y sin razón para su existencia.
Esa nueva religión es la religión del Amor.
(Continuará)
Capítulo II parte 1 del libro Vivir desde el corazón es más fácil.