El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 29 de febrero de 2024

Meditar en la cocina

 



Puede ser tan espiritual cocinar un estofado de lentejas como meditar. La clave está en la actitud y, sobre todo, en la presencia.

Si el pensamiento y la acción están presentes en la cocina, cocinando las lentejas, no hay ninguna diferencia con la actitud que se trata de mantener en la meditación: “Siempre presente”.

A fin de cuentas, la meditación tendría que ser una manera de vivir, no una actividad a la que dedicar unos minutos al día. Se trata de vivir el presente en los minutos de meditación y en las horas restantes del día.

 

martes, 27 de febrero de 2024

Esclavos de la mente

 



Disfrutar la vida

 


              Los seres humanos somos capaces de recordar hasta la extenuación los momentos dolorosos de nuestras vidas. Los recordamos, los sufrimos y lloramos con su recuerdo, los contamos, unas veces nos corroe la rabia, otras la ira, hablamos de nuestro dolor sin venir a cuento, nos lamentamos, siendo incluso incapaces de sentir el dolor ajeno, porque “no es nada comparado con lo que me ha pasado a mí”.

Sin embargo, somos incapaces de recordar con parecida intensidad los momentos felices. Hasta diría que estos pasan por nuestra vida sin pena ni gloria. Después de unos momentos de euforia, caen en el olvido, hasta el extremo de que, si nos piden que recordemos algún acontecimiento feliz de nuestra vida, podemos quedar dubitativos, tratando de descubrir alguno de esos momentos.

       De la misma manera nos comportamos ante la enfermedad, nos podemos pasar el día lamentándonos, sintiendo nuestro dolor, explicando a todo aquel que se cruza con nosotros lo mal que nos encontramos, lo infelices que nos sentimos, la mala suerte que parece haberse aliado con nosotros, y un sinfín de desgracias más. Pero cuando estamos sanos, no explicamos a todas las personas con las que nos encontramos, que estamos sanos, que nos sentimos bien, que vaya suerte la nuestra, que nos encontramos felices por la buena salud. ¿Por qué será?

              ¿Quiere decir esto que hay muchos más momentos de dolor que momentos felices en las vidas de las personas? No es así. Normalmente pasamos más tiempos neutros, sin episodios excepcionales ni de felicidad, ni de dolor, de la misma manera que pasamos más tiempo de nuestra vida, sanos que enfermos. Y llamo momentos neutros a momentos que, en realidad, los deberíamos calificar como excepcionales, como son el amanecer de cada día, ver una salida o una puesta de sol, sentir el canto de los pájaros, el olor de la tierra después de la lluvia, escuchar la risa inocente de los niños, sentir el abrazo de los que nos quieren, tener hambre y poder comer, y un sinfín de cosas más.

              Podemos llorar años la desaparición de un ser querido, pero no festejamos años el nacimiento de otro ser querido. Podemos lamentarnos mucho tiempo por la pérdida de un trabajo, pero no nos alegramos el mismo tiempo cuando lo encontramos y nos contratan. Podría seguir poniendo infinidad de ejemplos, pero no merece la pena, seguro que cada uno de vosotros puede pensar en su ejemplo favorito.

              Sabemos, al menos, todos los que nos asomamos a esta ventana, que energías iguales se atraen, sabemos que somos lo que pensamos, sabemos que el Universo nos regala aquello que permanece en nuestra mente con una cierta intensidad. Pero, es igual, somos incapaces de cambiar nuestro pensamiento, somos incapaces de mantener los sucesos buenos en nuestra mente durante más tiempo que los malos, somos incapaces de ser felices. ¿Será que nos gusta el sufrimiento?, ¿Será que no terminamos de creernos que somos energía?, ¿Será que, a pesar de todo, nuestro conocimiento, somos incapaces de dominar a la mente?, ¿Será que practicamos poco la mucha teoría que atesoramos?, ¿Será que no habremos integrado en nosotros nuestra divinidad?, ¿Qué será?


Enseñar con el ejemplo

 


                    El ejemplo es el mejor método de aprendizaje. Si quieres que tu hijo aprenda a amar, ama tú; si quieres que sea tolerante, tolera; si quieres que sea honesto, lleva tú la bandera de la honestidad; si quieres que sea humilde no le trates con orgullo; si quieres que respete, respétale a él; y así con todos y cada uno de los valores.


lunes, 26 de febrero de 2024

DURGA MUDRA - Para la ansiedad y los ataques de pánico.

 


DURGA MUDRA

MUDRA PARA ALIVIAR LA ANSIEDAD Y LOS ATAQUES DE PÁNICO

Cómo se hace:

Se forma colocando el dedo pulgar entre el dedo índice y el dedo medio, y el resto hacia dentro.

El resto de dedos apriétalos como formando, todos, un puño.

En este cierre debes mostrar fuerza y seguridad, pero tampoco aprietes demasiado o atraerás la ansiedad y la ira.

Hacer el mudra Durga es como un buen apretón de manos, debe ser fuerte, pero no demasiado.

Lo ideal es que lo realices con las 2 manos a la vez.

Sirve para:

Aliviar la ansiedad.

Eliminar los ataques de pánico

Eliminar el bruxismo.

 
Duración:

Practicar durante 5 MINUTOS. Luego descansa y vuelve.

Beneficios:

El Durga Mudra te ayuda a combatir problemas de ansiedad o momentos de pánico.

Calma los nervios y elimina miedos.

Su potencia es tal, que otorga protección y apoyo, aparte de eliminar con su luz toda la oscuridad.

Elimina la confusión de nuestras vidas, guiándonos en la dirección adecuada.

Es el mudra para el BRUXISMO, especialmente si lo haces antes de dormir.

Reduce el estrés del día a día.

Mejorará tu autoestima.

Te ayudará a aclarar tus ideas.

viernes, 23 de febrero de 2024

Confía en ti.

 



Siempre ahora


 


Siempre es ahora.

          Y si mantienes a tu pequeño yo anclado, en ese eterno ahora, sin retornar al ayer para recordar, lamentar o sufrir y, sin desplazarte ilusionado, esperanzado, ansioso o curioso al mañana, vas a experimentar el verdadero milagro de la vida.  

miércoles, 21 de febrero de 2024

Dios

 



La noche más oscura

 


          Cuando la incertidumbre, la impotencia, la sensación de soledad, la tristeza, la ansiedad, la angustia o la depresión se apoderen de ti, llenando de oscuridad tu vida, dándote la sensación de vivir en la etapa más oscura de tu existencia, entra dentro de ti, deja de lamentarte y cambia la pregunta de ¿por qué a mí? por esta otra ¿para qué a mí?

          En la vida, todos los acontecimientos, todas las situaciones, todo lo que parecen problemas, lo que parece buena o mala suerte, los hechos, los sucesos, los accidentes o las casualidades, ya están, desde antes de llegar a la vida, perfectamente organizados, planificados y programados.

          Todo en la vida está engarzado, para todo existe una sagrada razón, todo tiene un “por qué” y un “para qué”.

          Trabaja para cambiar eso que no te gusta, pero antes tienes que aceptarlo. Acepta y honra tu vida y cada instante de ella, porque eso que no te gusta es una pieza muy importante en el devenir de tu existencia para conectar con tu divinidad.  

          La vida, como un río sin fin, fluye con misterio y propósito. Aunque no siempre entendamos las razones detrás de los eventos que nos rodean, a veces es en la incertidumbre donde encontramos la belleza y el significado más profundo.

Cada hoja que cae, cada risa compartida, cada lágrima derramada, todos forman parte de un tejido cósmico. Para todo existe una sagrada razón.

Todos los seres humanos estamos conectados y cualquier acción, por ínfima que parezca, tiene un enorme impacto.

martes, 20 de febrero de 2024

Aceptación

 




Vivir la vida (3 de 3)

 


       Sin embargo, mientras se espera que lleguen los resultados esperados, la persona puede pasar a la siguiente y definitiva fase, que es “aceptar”.

          La aceptación hace que se asuma la realidad de lo que está ocurriendo.

        Aceptar es ver las cosas como son, no como a la persona le gustaría que fueran. Es observar las situaciones y los sucesos, sin juzgar, sin esperar nada, ya que cuando no se acepta, y se espera algo, es una prueba clara de que se quieren controlar las situaciones, controlar a las personas, controlar el mundo. Y no funciona así.

La aceptación es como un puente que lleva de la decepción a la paz, del dolor a la alegría, del sufrimiento a la felicidad.

Aceptación es vivir el presente, es vivir la realidad, tal cual es, es vivir a los demás como lo que son, seres divinos. La aceptación, al mantener a la persona en la realidad, lejos de vivir una vida de pensamientos, le permite ser consciente de todas las oportunidades que le rodean, para poder fijar y seguir el rumbo de su vida hacia la felicidad.

Aceptar significa no juzgar nada, ni nuestro, ni de los otros, ni del interior, ni del exterior, las cosas son como son y no hemos de tener ningún interés en como deberían ser, en como tendrían que ser, en como pensamos nosotros que han de ser.

Aceptar, evitando el sufrimiento se abre un abanico de posibilidades ante otras posibles opciones. Se puede plantear como: “voy a aprender de lo que me ha ocurrido y voy a seguir mi camino”. ¿Cómo? Redirigiendo mi vida hacia otra dirección que me convenga y me haga feliz.

Algunos aspectos a tener en cuenta para que sea más fácil la aceptación:

-     Comienza con una pregunta, ¿para qué a mí?, en lugar de preguntarse ¿por qué a mí?

-    El pasado no existe, no se puede volver atrás. No se puede cambiar lo que pasó. Se puede aprender para no repetirlo.

-  No aceptar la realidad es como querer borrar el presente, la rutina, todo lo conseguido hasta el momento.

-       Admitir los errores y perdonarse por ellos.

-       Buscar soluciones a los problemas actuales.

-       Agradecer todo lo que se tiene.

lunes, 19 de febrero de 2024

Propósito de vida

 

          Hoy escuché una frase, a uno de los muchos gurús, (no conozco su nombre), que nos regalan sus pensamientos elevados, con la que estoy, completamente, de acuerdo y me apetece compartirla con vosotros.




domingo, 18 de febrero de 2024

Vivir la vida (2 de 3)

 


        Si nos resignamos sufriremos ya que continuaremos a la espera de que la situación se revierta. Quedaremos atrapados en esa situación. Nos compadeceremos y nos sentiremos las víctimas.

Para alejarse del sufrimiento es imprescindible entenderlo y ser consciente de que el padecimiento nos aleja de una vida feliz. Una vez entendido, es muy posible que no se pase, directamente, al capítulo de la aceptación, sino que la persona se entretenga en un punto intermedio.

Cuando el sufrimiento ha tomado posesión de la persona y esta es consciente, solo le queda tratar de alejar el sufrimiento para volver a un estado, si no de felicidad, si, al menos, de una cierta tranquilidad.

Para ello la persona, con ayuda externa o haciendo uso de su propia voluntad, comienza un trabajo interior. La base de ese trabajo bien podría estar alineado con los siguientes enunciados:

-       Todo es energía.

-       Los pensamientos, origen de su sufrimiento, también lo son.

-       Energías iguales se atraen.

Cada pensamiento y emoción emite una vibración y, según la ley de la vibración, esta vibración atrae eventos, circunstancias y personas similares.

Esta es la base de la Ley de la Atracción. Nuestra mente y nuestros pensamientos tienen un poder de atraer lo positivo o lo negativo que se proyecta en el universo. La idea es que si nos enfocamos en lo que queremos y lo visualizamos, sintiendo la emoción de eso que queremos, con la misma intensidad que sentíamos el sufrimiento, podremos manifestarlo en nuestra realidad.

Es bueno utilizar algunas técnicas, porque la acción, el esfuerzo, y la responsabilidad son la llave para desechar viejos hábitos y crear otros nuevos, para generar un estado mental positivo y alineado con los objetivos que se desean. Estas técnicas pueden ser: la meditación, la afirmación, el agradecimiento, el perdón y la visualización.

Visualiza tus deseos como si ya se hubieran manifestado. Imagina tus deseos como si ya se hubieran manifestado en tu vida.

Visualízate experimentando y disfrutando de tus metas alcanzadas con todos los detalles sensoriales. Siente la emoción y la gratitud mientras visualizas.

A partir de aquí, solo queda mantener la voluntad y el trabajo y, esperar con paciencia, que lleguen los resultados esperados.


Felicidad

 


viernes, 16 de febrero de 2024

Vivir la vida (1 de 3)

 


Señor, concédeme

la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,

valor para cambiar las que sí puedo y

sabiduría para discernir la diferencia.

(San Francisco de Asís)


Existen tantas maneras de vivir la vida física como seres humanos viviéndola, pero si hablamos de las sensaciones que llegan a sentir los ocho mil millones de vividores que pueblan el planeta, como consecuencia de cada una de las interacciones con el mundo, el número se reduce drásticamente. Podemos nombrar algunas: felicidad, alegría, satisfacción, bienestar, tristeza, miedo, sufrimiento, vergüenza, ira, asombro, amor, gratitud, esperanza, culpa.

Por supuesto, son muchas menos que ocho mil millones, pero se podrían agrupar aún más, hasta dejarlas reducidas a la mínima expresión:

-   Regodearse con el sufrimiento que van generando los acontecimientos del momento.

-  Alternar el sufrimiento con alguna de las técnicas leídas, aprendidas o escuchadas, para cambiar el devenir de tus miserias.

-       Aceptar.

La primera opción, la de regodearse con el sufrimiento es la más fácil, porque es un hábito arraigado en nosotros desde nuestra más tierna infancia. Solamente hay que observar cómo se desenvuelve el ser humano en sociedad, solo hay que observar cuáles son sus conversaciones, cuáles son sus comentarios y cuáles sus carencias, para determinar, sin temor a equivocarnos, que el ser humano es adicto al sufrimiento, adicto al dolor, adicto a la pena, a la tristeza y al miedo, de la misma manera que se puede ser adicto a las drogas, a la nicotina, a la comida o al alcohol.

            Y de la misma manera que para liberarse de la opresión de las adicciones físicas se ha de hacer un sobreesfuerzo y, puede que, incluso internarse en una clínica de desintoxicación, para liberarse de las adicciones emocionales se ha de realizar, también, un ejercicio de voluntad intenso, se ha de realizar un ejercicio de aceptación de la realidad de la vida, se ha de tener el convencimiento de que solamente con el dolor es imposible, no solo ser feliz, sino que es imposible hacer felices a los demás. Se ha de cambiar la creencia de que la felicidad es algo que nos llega del exterior como un regalo, sino que es un estado interior al que se llega por propia voluntad, sin tener en cuenta “el qué dirán”, sin esperar nada de nadie.

            No podemos liberarnos del sufrimiento por el mero hecho de pensar: “Desde mañana no voy a sufrir y voy a ser feliz”, porque el hábito de sufrir, es una enseñanza tan arraigada en nosotros, que deshacerse de ella es casi como ser infiel al amor de nuestros progenitores, que son, los que con su ejemplo, ¡nefasto ejemplo de sufrimiento!, nos han inculcado que es, no solo normal, sino casi un deber, sufrir con el padecimiento de los demás, y sobre todo con el padecimiento de los que nos quieren.


Sufrimiento 1

 


Abundacia

 


Sufrimiento

 


miércoles, 14 de febrero de 2024

Popurrí (Alma, ego, vida, muerte, felicidad, etc.)

 


Tenía una idea, pero no puede expresarla en un solo día. Fueron 3 los días que tardé en expresar la idea y al final, la idea se desvirtuó y salió este popurrí.

Una creencia es una actitud mental que consiste en aceptar una idea o una teoría, considerándola verdadera, sin tener el conocimiento o las evidencias de que sea o pueda ser cierto.

Los seres humanos tenemos en nuestro baúl de almacenaje mental una gran cantidad de actitudes mentales de este tipo. Con ellas intentamos complacer nuestras necesidades, a través de algún tipo de explicación más o menos verosímil.

Las creencias pueden cambiar y evolucionar, pueden desaparecer y generarse nuevas creencias. Hay que tener en cuenta que solo son un pensamiento y, ya conocemos la volatilidad del pensamiento.

He hecho un repaso de mis creencias, (son un montón), para reflexionar sobre ellas, para actualizar las que están desactualizadas, para modificar las que han ido evolucionando con el tiempo y para borrar de un plumazo aquellas que son inservibles y, completamente inútiles.

Y voy a comenzar con la que tenía que ser la última: La muerte. El pensamiento de que las creencias sobre la muerte tendrían que aparecer en último lugar solo es porque llega a nosotros como desenlace de la vida. Es como la bajada del telón en una obra de teatro.

A fin de cuentas, la vida es como una obra de teatro.

Se abre o se levanta el telón en el nacimiento. Alguien podría pensar, creencia), que el neonato llega a la vida sin participación alguna por su parte. Tremendo error, (otra creencia), el bebé llega a la vida en el momento preciso, (día y hora), en el que él establece, en el lugar que él ha decidido, con la forma física necesaria para llevar a cabo el trabajo organizado por él y con los padres consensuados, que suelen ser almas que están encarnando con ese bebé en el 99% de sus vidas, en diferentes papeles.

Cuando llegamos a la vida lo hacemos con el libreto, marcado a fuego, en el alma, en el que aparece reflejado el trabajo, escrupulosamente, planeado, para llevar a buen puerto, cada una de las actividades con las que se va encontrando el actor en cada una de las diferentes escenas que completan los diferentes actos de la obra de su vida.

El alma conoce el guion de la vida, pero quien tiene que controlar y gobernar la vida, que es el ego, no solo tiene un total desconocimiento del guion, sino que ni tan siquiera conoce que tal guion exista.

El ego es una especie de identidad personal que construimos a partir de nuestras enseñanzas, creencias, experiencias, deseos y necesidades. El ego es esa parte de nosotros que dice “yo soy”, “yo quiero”, “yo pienso”.

El ego es como un caballo salvaje que campa a sus anchas por nuestra propia vida eligiendo los acontecimientos para involucrar a su dueño sin tener en cuenta el plan de vida del alma, porque lo desconoce. Ni que decir tiene que el plan establecido por el alma, no se va a cumplir en su totalidad y, suerte tendrá si que cumple, al menos, en una parte.  

Y al finalizar la obra, tan contradictoria, de su vida, se cierra el telón, es decir, aparece la muerte. En ese momento finaliza el plan que había establecido el alma para la vida que acaba de finalizar. Habrá que esperar a otra oportunidad, (una nueva vida), para retomar el trabajo. 

El ser humano, durante todo el tiempo de vida, de esa vida, de la que desconoce que tiene un plan establecido, en el que aparece un trabajo a realizar y un conocimiento que adquirir, lucha con todas sus fuerzas para conseguir algo que casi nunca consigue: la felicidad.

Es triste. El ser humano no solo no consigue completar el plan establecido por el alma, sino que, ni tan siquiera consigue llevar a buen puerto el plan terrenal que el ego se ha marcado como objetivo.

Lo que el ego no sabe es que tiene al alcance de la mano la consecución de cualquier objetivo emocional que se proponga, siempre y cuando sea capaz de reconocer y aceptar sus propias limitaciones, necesidades y deseos, siempre y cuando sea capaz de trascender su propia ilusión y de conectarse con su verdadera esencia, que es conciencia sin forma, paz y amor.

Y para que eso ocurra, el ego solo tiene que activar una nueva función en su mente: Aceptar.

La aceptación es una actitud que consiste en reconocer y asumir una situación, un pensamiento, una emoción o un aspecto de uno mismo o del mundo, sin intentar cambiarlo o evitarlo. La aceptación puede ayudarnos a afrontar mejor los problemas, a aprender de nuestras experiencias y a encontrar una mayor paz interior. La aceptación no significa resignarse o conformarse con lo que nos ocurre, sino asumir la realidad y buscar soluciones o alternativas.

Esa actitud de aceptar que nos ayuda a encontrar paz interior es la antesala de la felicidad. Así el objetivo principal del ego estará cumplido.  


martes, 13 de febrero de 2024

Por casualidad

 


Todo está perfectamente calculado y planificado. Nada sucede por casualidad en nuestra vida. No existe la suerte, no existen las casualidades, no existen los accidentes. Todos en nuestra actual existencia, estamos recogiendo lo que sembramos con anterioridad, en esta y en anteriores vidas y, a la vez, estamos sembrando lo que recogeremos en las próximas.