Tenemos múltiples semejanzas con los
animales irracionales, pero también tenemos algunas diferencias. La más
importante de las diferencias es la inteligencia, inteligencia que es bandera
de nuestra racionalidad, inteligencia que le permite al ser humano preguntarse
sobre su existencia, o sobre su futuro, inteligencia que le permite reflexionar
sobre la causa del sufrimiento, o en cómo aplicar el aprendizaje recopilado por
sus enseñanzas a lo largo de su vida para solucionar problemas nuevos, inteligencia
que le permite expresarse y comunicarse, etc., etc.
La
inteligencia, por si sola, no es significativa de nada, ni en la vida física,
ni en la vida emocional, ni en la vida espiritual. Porque la inteligencia, en
sí misma, no lleva aparejada ni la felicidad, ni la alegría, ni la riqueza
material, ni la paz interior. Es al servicio de quien está la inteligencia, lo
que determina como es la vida, y la muerte de la persona.
La
inteligencia al servicio del miedo nos llevará a un mundo de dolor, a un mundo
de sufrimiento, a un mundo de ansiedad, a un mundo de amargura. La inteligencia
al servicio de los instintos nos llevará a un mundo de hábitos desbocados, a un
mundo de lujuria, a un mundo de avaricia, a un mundo de miseria, a un mundo de
desigualdades. La inteligencia, sin embargo, al servicio del amor nos llevará a
un mundo de paz, a un mundo de alegría, a un mundo de servicio, a un mundo de
justicia social.
Dejar la
inteligencia al servicio del miedo o de los instintos, es como dejar de usar la
inteligencia, y ¿qué pasa si un ser humano, es decir, un animal racional, deja
de usar su inteligencia?, ¿cuál es entonces su diferencia con los animales
irracionales? Ninguna, ya que un ser humano que no utiliza su inteligencia,
difícilmente puede utilizar su voluntad, con lo que todas sus acciones estarán
dirigidas por sus instintos, igual que los animales irracionales.
Una parte
muy importante de nuestra sociedad ha dejado su inteligencia al servicio del
miedo y de los instintos, sin ejercer ningún tipo de control sobre su
inteligencia, lo cual es aprovechado por otra parte, muy pequeña de la
sociedad, (políticos, religiosos, personas influyentes), con la inteligencia al
servicio de sus propias mentes o al servicio de la materia, para controlar a
los primeros. Todos, los unos y los otros, han conseguido una sociedad con el
resultado de todos conocidos: Guerras, dolor, muertes, sufrimiento, enfermedad,
tristeza, corrupción, abusos, hambre, miseria.
Es el uso
razonable de la inteligencia, la inteligencia al servicio del amor, lo que permite
al ser humano hacerse consciente de su origen, de su vida y de su destino, es
lo que permite al ser humano vivir conscientemente en el amor, es lo que permite
al ser humano gozar de una vida plena, sin dolor, sin sufrimiento, sin
amargura, es lo que permite al ser humano vivir en sintonía con su propia
divinidad.